Deborah Simon, taxidermia falsa de osos y conejos desollados

'Ursus americanus' - Deborah Simon - Foto: Dan Wonderly

‘Ursus americanus’ – Deborah Simon – Foto: Dan Wonderly

No tarda en pronunciar la palabra taxidermia, sabiendo que sus esculturas llevan a menudo al engaño, cuando en realidad son «versiones poco convencionales del animal natural». Deborah Simon construye especímenes creíbles con tal destreza que es difícil distinguir si ha utilizado un animal real, pero sus espejismos son de pintura acrílica, espuma, piel sintética, hilo, arcilla polimérica, cristal, tela…

Entre «lo salvaje y lo domesticado; lo bello y lo grotesco», la artista estadounidense sabe que juega a provocar sensaciones de desamparo y dolor en su última serie de trabajos. Flayed Animals (Animales desollados) es una colección de osos y conejos, escogidos con intención, adorables criaturas que parecen tener la piel arrancada y dejan al descubierto venas, músculos, órganos y huesos.

'Flayed Rabbit: Albino' - Deborah Simon - Foto: Dan Wonderly

‘Flayed Rabbit: Albino’ – Deborah Simon – Foto: Dan Wonderly

Atraída por los sistemas de clasificación que el ser humano ha empleado para entender la naturaleza —»la obsesión de la ciencia occidental por etiquetar, codificar y coleccionar», escribe en una declaración de intenciones en su página web—, ha visitado museos de ciencias naturales en busca de inspiración. En los varios intentos por entender a los animales, destaca que los «categorizamos» de dos maneras, «científica y emocionalmente».

Aunque avancemos en lo científico, «seguimos juzgando a los animales con un sistema irracional de moralidad emocional». El oso es sin duda un fetiche, una elección fácil, el peluche estrella de toda infancia, desprovisto de fiereza cuando lo convertimos en muñeco y además un «preciado espécimen de taxidermia para cazadores».

'Ursus arctos horribilus' - Deborah Simon - Foto: Dan Wonderly

‘Ursus arctos horribilus’ – Deborah Simon – Foto: Dan Wonderly

El conejo lo escoge como un símbolo de inocencia que «va a dar exactamente al lugar más incómodo de nuestra moral cuando consideramos comerlo o experimentar con él». Simon recuerda cómo, en los Estados Unidos en 2014, la exclusiva cadena de supermercados Whole Foods tuvo que retirar la carne de conejo porque se organizaron protestas a la entrada de sus tiendas: la gente denunciaba que aquello era como «vender a nuestras mascotas para servirlas de cena». «Pollos, peces, vacas y cerdos no provocan el mismo nivel de indignación; no había nadie junto a la gente de los conejos que defendiera a aquellos animales».

La taxidermia falsa de Flayed Animals incomoda y es necesario repetirse a uno mismo que no son verdaderos animales disecados. Las expresiones perplejas de las criaturas recuerdan que hemos visto ejemplos similares que sí han implicado un verdadero sufrimiento. La nuestra es una relación de sometimiento con respecto a las demás especies que pueblan el planeta y el malestar ante las obras de la artista es, muy probablemente, una reacción que nace de la culpa.

Helena Celdrán

'Ursus maritimus' - Deborah Simon - Foto: Dan Wonderly

‘Ursus maritimus’ – Deborah Simon – Foto: Dan Wonderly

1 comentario

  1. Dice ser Contestataria

    Un excelente artículo. Ciertamente, hay que dar a conocer todo este mundo, y el sufrimiento que lleva detrás.

    Por cierto, lo de los conejos, me parece mal: todos los animales tienen derechos, no solo las «mascotas» (horrible palabra, que no aplicaría jamás a los animales).

    04 febrero 2017 | 13:54

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