Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Archivo de la categoría ‘maraton’

¿Cómo se originó el ‘boom’ del correr?

Era una mañana de Septiembre estadounidense de 1972 cuando las cadenas de todo el mundo conectaban la señal internacional de los juegos Olímpicos de Munich. Un estudiante de la universidad de Florida llamado Frank Shorter, veinticuatro años de edad, había ganado la carrera más mítica de los juegos. El maratón, los laureles heredados del mito de Filípides desde que se redescubriera en 1896, se habían puesto en juego en un tranquilo esquinazo del sur de Alemania. Unas vueltas a la ciudad y el parque olímpico que rodeaba las instalaciones de los juegos, entre árboles y praderas surgidas del «soziale Marktwirtschaft«, el desarrollo económico con un toque humano. Un parque en el que se había pintado la personalísima línea discontinua de todos los maratones, que dibujaba por todo Munich la silueta de Waldi, la mascota de los Juegos.

En los márgenes y aceras de Munich, espectadores de mediodía, con pantalones de campana y gafas con montura de metal, cuadrangular, amables gentes de un estado social. Frank Shorter iba despertando los noticiarios de todo su país, seis horas por delante de la hora de la costa Este estadounidense de una tarde templada de la Alemania Federal. Se había distanciado de sus inmediatos perseguidores, un grupo con nombres de relieve como el efectivo fondista belga Karel Lismont o el australiano Derek Clayton, el primer hombre que bajó de 2h10 minutos (en Fukuoka, 1967).

Estados Unidos buscaba los interruptores de las cafeteras y las tostadoras. ¡Cristo! Este Domingo comienza bien. Muchos ajenos al deporte se engancharían a la ABC y verían que se hablaba de tipos con resistencia infinita. De Mamo Wolde, un africano que había vencido en las dos pruebas de larga distancia de los Juegos de México 1968, donde el aire es quebradizo y los alveolos pulmonares de los humanos ardían como teas.

Maldita sea, pensarían, estos alemanes siempre en la televisión.

Munich había enseñado al mundo una carrera con doble y triple fila de espectadores que también acudían a la ceremonia de clausura de los juegos. El maratón siempre ha supuesto la última prueba del calendario de los mismos.

Diablos, un chico de Florida. ¡Eh, despertad! Tenemos un chaval que ha vuelto a patear el culo de alguien en Alemania.

La ciudad preciosista de la feria de la cerveza y de las chaquetillas bávaras era un túnel a través del que Shorter discurría con una zancada suave. La zancada de un atleta que entrenaba veinte millas diarias con un brazo izquierdo siempre algo pegado al cuerpo. El ritmo de aquel muchacho de la FU era impresionante y se convertiría en una de las victorias más trascendentales del deporte en el mundo.

Derrotados, desconocidos tipos en camiseta de tirante y estética seventies. El público americano no tenía la menor idea de que estaba imponiéndose a monstruos como Ron Hill, otro mito del maratón mundial, otro tipo que había roto la barrera de las 2h10, velocidades inhumanas que se conseguían con tendones de acero, montados sobre plataformas duras que hoy nos destrozarían los pies y las rodillas. La tecnología del calzado deportivo al que estaban acostumbrados los cracks de los años 70 eran poco más que las zapatillas de loneta. Pero todo el mundo estaba entusiasmado.

Los televisores de muchas casas empezaron a prender la señal. Uno tras otro, asomando a una especie de desayuno global, de matinal sacada del tiempo. De nuevo Alemania en la televisión. Los bosques y las avenidas coronadas por monumentos de carácter neoclásico de nuevo en las pantallas. Y es que todo era relativamente reciente. Apenas veintisiete años antes se celebraba en el cercano Nüremberg el cierre teatral de la Segunda Guerra Mundial y del régimen nazi. Los padres y los abuelos sentían que aquellas imágenes les enganchaban. Probablemente atraídos por el absurdo encanto de un ser humano en pleno y natural movimiento. Corriendo a todo trapo.

Reconozcamos que la mayoría de los americanos no tenía idea de qué era el maratón. Sabían algo de una distancia estúpida, veintiséis millas y cuarto, de que en Boston se celebraba una desde 1896. Pero pocos se veían empujados a correr por sí mismos. Pero la victoria de Shorter encendió la mecha del llamado «running boom«.

Después de aquello, millones de norteamericanos empezaron a trotar y correr por parques, calles, campos de golf, por todo el país. Jane Fonda corría. El presidente Carter corría. En 1977 Jim Fixx escribía «The Complete of Running» y se convertía en un best-seller inmediato.

La victoria de Shorter supuso algo más que la gloria olímpica. En los años del amateurismo aniquilado, todo un movimiento mercantil surgió del sudor del chico de Florida. El país cuyas referencias deportivas eran Muhammad Ali, Jack Niklaus o los primeros Lakers, de repente encontraba algo en lo que se podía actuar: calzarse unas zapatillas era, de repente, sencillo.

El resto es historia.

Running: ¿fenómeno de interés general?

¿Es el simple y mero hecho de salir a correr un asunto global? La búsqueda del término ‘running’ en google nos arroja la engañosa cifra de 2.280 millones de resultados (es una acción verbal) pero las curiosidades de los algoritmos de búsqueda nos sitúan en este rango:

Runner 304.000.000
marathon 313.000.000 (maratón 42.000.000)

¿Es esto un medidor de impacto global? Hay que empezar a considerar que la presencia en la Red sí determina de cierto modo que ‘algo existe’.

Para los corredores habituales correr es un fenómeno universal. Los runners somos unos propagandistas activos. A diario se crean cientos de blogs temáticos o personales en los que lo más fácil es volcar los entrenamientos y las sensaciones. Somos (como dice mi madre, vamos a meternos todos) un sonido constante y visibles de modo más claro que, quizá, aficionados al ajedrez o practicantes de karate.

En realidad, ¿somos tantos los que salimos a correr?

En los lejanísimos EEUU hay casi dos millones de personas que en 2012 corrieron un medio maratón. Se estima que catorce millones de personas participaron en una carrera popular en el país en 2011. Las estadísticas de la Federación Holandesa de atletismo (KNAU) dan cuatro millones de corredores en un país de dieciséis millones de habitantes. Uno de cada cuatro holandeses sale a correr de manera ocasional o habitual. Volviendo a las búsquedas en google.

Esta es la situación frente a otros grandes deportes.

Judo 56.000.000
Gymnastics 78.000.000 (Gimnasia 57.000.000)
Tennis 710.000.000 (Tenis 139.000.000)
Basketball 713.000.000 (Baloncesto 64.000.0000)
Football 1.910.000.000 (Fútbol 479.000.000)

Estadísticamente o, al menos, en visibilidad, no está tan mal parado. Y es que prácticamente todos hemos tenido que correr en algún momento. En la educación física de la escuela, en juegos, detrás de un medio de transporte público o estirando las piernas después de un banquete (esto yo lo he visto). Correr es la base de muchos deportes. También es cierto que correr no es tan complejo. Uno se calza unas zapatillas más o menos adecuadas, un pantalón y sale a correr.

La siguiente cuestión es si somos tan importantes como para que se considere el correr y los deportes relacionados con el atletismo (en sus variedades de estadio, ruta o campo) como un hecho de interés suficientemente extendido. Lo que se denomina «interés general».

Las cifras de audiencia o las tiradas de prensa especializada son mínimas. Incluso el muy global baloncesto, con fenómenos sociales planetarios como las estrellas NBA, selecciones nacionales, sufre unas audiencias casi marginales y una incomprensión grande fuera de segmentos sociales determinados. Es cierto que los deportes tienen una franja de edad crítica y muchos se asocian casi a grupos sociales.

Muchos habremos oído «el golf y el tenis son de pijos» o «el baloncesto es para nenas», «el fútbol es para hombres» o similares tópicos, mitad estúpidos mitad anclados en el discurso. «Correr es de cobardes» aparte, ¿crees que correr está tan extendido?

post data: En el supuesto que esto le importe a alguien.

Foto: Commons Wikimedia

Los 300 (maratonianos extraviados)

 

El Maratón de Madrid Rock’n Roll ha sacado las que parecen ser clasificaciones definitivas de la prueba de 2013.

De las clasificaciones provisionales a las definitivas hay un saldo negativo de trescientos participantes. De 10.462 a 10.162 clasificados. Los que acompañaron, los que se fotocopiaron el dorsal, los que acortaron o que decidieron ir directos a recoger su ropa o los que simplemente son seres ectoplásmicos que no salen en algunos de los pasos de control. Los trescientos perdidos.

Todo el listado está en este enlace.

Este será el número definitivo en el que tenemos que medir el volumen de la carrera: 10.162 finishers. Ni los 26.000 participantes de Marca ni de las cuentas de la Alcaldía. Los enardecidos debates de los roperos, la saturación, si mucho o poco público, todo eso quedará en un segundo plano pasadas unas semanas.

En las estadísticas de finishers de los organismos que listan estos temas, la cosa quedará con esos diez mil llegados a meta que suponen un ascenso contundente en las cifras de los años anteriores.

Entre las carreras que se están disputando en la península ibérica, Barcelona sigue siendo la más populosa con 14.776 llegados a meta. Madrid, 10.162. Tercera es una sorprendente Sevilla con 5.932. Están por llegar las cifras de este otoño de Valencia.

Y atención que el maratón que pasó al otoño tuvo una cifra de 7.779 llegados. En esos números eran los de Madrid en 2011. El grupo formado por la SD Correcaminos está recortando con un proyecto empresarial y de turismo deportivo fuerte.

¿Tienes en mente algún maratón de los mencionados?

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Foto: Trulia.com

Así se complicó la logística del Maratón de Madrid

Vídeo elaborado por David y que nos ha remitido para que podamos ver la zona de meta, donde se tenían que recoger las bolsas del ropero. Contando con que no todos usáramos los servicios de ropero, todavía eran unas ocho o nueve mil bolsas. El caos es evidente y la impresión de la capacidad logística es terrible. Los corredores hablan con una mezcla de ironía y desesperación.

Aparentemente no todos los camiones tenían este caos. De los doce camiones (servidos por voluntarios que poco más podían hacer), habría dos o tres en condiciones particularmente difíciles y que eventualmente habrían volcado todo en el suelo.

El sistema de entrega difería extrañamente de otros años, donde se anotaba el dorsal del corredor en la bolsa. Este año, quizá por razones de seguridad (no confirmadas por la organización), se adherían dos etiquetas ralentizando mucho el proceso.

Recordemos que en 2012 el ropero donde entregabas las pertenencias estaba a casi tres kilómetros de la salida, distancia que los maratonianos tenían que hacer antes de afrontar los 42km195m.

A la hora del disparo de salida unos 2.000 maratonianos estaban todavía haciendo cola, como podemos ver en este otro vídeo, elaborado por Commedia.

¿Qué te ha parecido el Maratón de Madrid? Aporta tus sugerencias

Todavía con los dolores en las piernas, unos miles de participantes siguen flotando por la experiencia. Otros cientos andan llegando a sus casas, otros yacemos en el sofá y solamente unos pocos privilegiados conservan oxígeno en su cerebro como para un análisis post-maratonem.

El Maratón de Madrid ha superado una edición más. A los que venimos corriendo maratones en esta ciudad desde décadas pasadas nos sorprenden cosas. Otras ya no nos pillan de sorpresa. He elaborado un sintético resumen.

PÚBLICO

Corrí en 1989 mi primer maratón (aquí, en casa) y aquello sí era un erial. Exclusivamente había público en Sol, Lago, Retiro, evidentemente y tres lugares de fácil acceso en transporte público. Luego vinieron los terribles primeros años noventa, en los que la participación se caía hasta poco más de tres mil corredores.

Hoy, 2013, se ha podido ver que a la ciudad no le queda otra que asumir que corredores se meten por todo el centro componiendo un mosaico más del turismo interior y exterior. Gran Vía, Sol o Plaza España están cruzadas por esa sudorosa masa, inconveniente absoluto de quienes «tienen que cruzar con el coche» por que sí, alegre horda de grandes seres deportistas. La ciudad, desde «arriba del todo» tiene que entender que es tan rentable como un gran desfile, un día festivo o la celebración de la Vuelta a España.

La mejora es evidente. Los distritos de los primeros kilómetros tienen su pequeña porción de público. A las 9.30 están ya algunos ciudadanos por Chamartín y Príncipe de Vergara. Raimundo Fernández Villaverde es el comienzo de la fiesta. Guzmán el bueno o Fuencarral acogen con su estrechez una parte muy cálida. El núcleo de Callao-Sol-Mayor-Plaza de Oriente es espectacular, a la altura de las mejores pruebas del globo. En general se acumula cada vez más entusiasmado público ocasional, además de los familiares y acompañantes. En este sentido Madrid crece en expectación pero es que somos así. Nos han dado permiso para circular corriendo y caminando por el centro de la ciudad, y nos convertimos en inamovibles.

RECORRIDO

Es una canallada. A los cuarenta y dos kilómetros hay que sumar las cuestas. Los responsables no se van a dar por aludidos. Ellos tienen una idea de cómo encaja un evento masivo en la seguridad de la ciudad. Los rectores municipales quieren la Castellana despejada a una hora temprana. Creo que lo llaman ‘eje estratégico’, como si nos fueran a invadir los norcoreanos.

En general nos hacen un favor recorriendo muchos kilómetros de continuado descenso hasta que se termina de descender. Como no podemos horadar el suelo, nos mandan de nuevo desde el km 32 hacia arriba. En los últimos 10 kilómetros ascendemos unos treinta metros de desnivel.

¿Qué se podría hacer? 

La organización ya ha tirado puntada con hilo y así se ha anunciado en la prensa. Hay que mejorar el recorrido. Hay que contentar a la candidatura olímpica. Hay que mostrar al mundo la renovación del balcón ribereño. Hay que estorbar poco en el funcionamiento de la ciudad. Demasiadas cosas juntas.

Mi propuesta está colgada grosso modo aquí. Se ascienden unos 290 metros y se descienden 300.

Un recorrido colgado en el mismo servidor de rutas indica que el recorrido del maratón de 2012 tenía 440 metros de desnivel para arriba y casi los mismos abajo.

Las especificaciones de la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) para un recorrido homologado hablan de un máximo de diferencia entre el punto de salida y de meta. Saliendo en Atocha y llegando al Lago de la Casa de Campo se conseguiría otra cosa. Terminar ahí con un corto bucle después de regresar desde un hipotético paso por Sol k23, manteniendo el recorrido actual hasta Príncipe Pío (aprox.k29) y luego Calderón-Madrid Río ida y vuelta. El resto del recorrido podría ser el mismo alargando a la esplanada de Atocha la salida y pasando un poco más arriba de Plaza Castilla en el tramo medio.

Hombre, déjennos pasar por esa zona, que además es plana. No vamos a poner cargas detonadoras en Cuatro Torres. Miraríamos hacia arriba embobados (somos así), nos estorbaríamos un poco y saldríamos de allí pitando por Mauricio Legendre.

LOGISTICA

La actual logística no soporta 25.000 participantes de tres pruebas diferentes. Este año ha habido un caos evidente en la entrega de ropa a los camiones-ropero. Tras unos cuarenta y cinco minutos esperando, he dejado mi bolsa en medio de nervios y empujones a las ¡nueve en punto!. A la hora de salida. En dos o tres ocasiones ha estado a punto de producirse una seria avalancha. ¡Demasiada tensión también por parte de los corredores! pero… ¿no es natural que la gente se ponga nerviosa?

Ahí quedaban más de mil personas intentando dejar sus pertenencias. El sistema se ha complicado con unas etiquetas que no tenían que ver con el dorsal, rotuladores y pegatinas allá y acá.

La meta se ha ido complicando con grandes colas para recoger algo de beber y comer. No es que dieran nada gratis y que todos se hayan abalanzado a pillar barra libre. Era una botella de agua y unos frutos secos después de cuarenta y dos kilómetros y más de cincuenta euros de inscripción.

¿Tienes alguna otra idea que aportar? ¿Algún comentario? Quizá esto lo lean los organizadores. Quién sabe.

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Foto: EFE

¿Por qué los corredores se desviven por la pasta?

Dos de fetuccine, seis pizzas, una lasaña de cuatro pisos y una cortina para la puerta de casa hecha con macarrones, por favor

¿Es que vas a reflotar la deuda de la empresa Barilla tu solo?

Pasta, pasta, la comida de la pasta. La Pasta Party. Hoy se vive uno de esos ejemplos de locura colectiva porque mañana se disputa una prueba de maratón: la Rock’nRoll Maratón de Madrid. Se come, cena y algunos desayunarán pasta porque en las teorías se observa la verdad ineludible de la carga de hidratos.

Los hidratos de carbono (mejor, glúcidos) son la gasolina del músculo. El músculo del corredor de fondo necesita una base energética y los glúcidos son macromoléculas compuestas por las formas primarias de almacenamiento que conocemos con los habituales nombres de glucosa, glucógeno y almidón.

¿Dónde encontrarlos?

Los glúcidos no. Esto es fácil. Los alimentos más ricos en estas macromoléculas son las legumbres, el arroz y la pasta. En general los alimentos que contienen almidón, elaborados con harinas de maíz, trigo y en general de todos los cereales.

¿Dónde encontrar a los corredores? Esta noche si sales a dar una vuelta por Madrid posiblemente veas a mucha gente, con chándal o ropa deportiva, ocupando las mesas de las pizzerías o restaurantes italianos. A mediodía la concentración de corredores y acompañantes en la Casa de Campo madrileña era superior a si hubieran repartido calcetines de atletismo gratis. En Nueva York el pasta party es una fiesta mundial. Un año nos dieron un sublime plato de arroz en el maratón de Valencia, costumbre que se mantiene en la actualidad. Y ahí es donde estamos todos. Carbohidratándonos, a pesar de las esperas, estar de pie, las colas y la ración correspondiente.

¿Compensa? Es un ritual. Sobre los rituales no se discute.

Si no, estaremos en casao en ese coqueto apartamento que hemos alquilado, haciendo bajar las reservas de pasta federales y de las tiendas, saliendo de bolsas de plástico, ya sean espirales, circulares, alargadas o precocinadas. Todas tienen en común una cosa: nos darán la seguridad que, al menos en teoría, nuestros depósitos de energía estarán hasta arriba la mañana siguiente.

La del maratón.

¿Puedes dejar un momento el tenedor y los tallarines y contestar cual es tu pasta favorita antes de la carrera?

 

#RNRmaratonmadrid ¿dónde podremos encontrarte?

Descubre tus cartas. El domingo se celebra el maratón de Madrid, con sus rocanroles y sus cuestas y sus cuarenta y dos cosas especiales.

¿Correrás? ¿Cuál será tu ritmo?

¿Vas a ir de voluntario? ¿En qué lugar te han asignado?

¿Estarás entre el público asistente? ¡Queremos chocar tu mano!

¡Escribe tu dirección de twitter, di dónde y prometo apuntarlo pasa saludarte! 

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@_spanjaard [en ruta]
@runningconsult [globo 3h15, en ruta]
@ricohill8 [k15, animando, liebre]
Julio Molina [en ruta]
Daniel [k38, con niños y caramelos]

[aquí tu nick y localización]

Cosas que deberías saber si viajas al Maratón de Madrid

Madrid no es una carrera difícil. Te llevarás un carro de minutos extra y empezarás a entender eso de que a Madrid no se viene a hacer marca. Pero…

No le eches la culpa al desnivel o a la altitud. Si vienes a Madrid a correr, acompañado por tu pareja, que te adora, o por la banda de tu club, que también te adora, te encontrarás con que EL MURO de la carrera está situado ocho kilómetros antes de la salida. En concreto está situado en esas infinitas posibilidades que tiene la ciudad para salir, tomar algo, caminar y satisfacer a todos los componentes de la expedición.

Podías haber escogido otra ciudad u otro recorrido. Pero queremos darte una bienvenida como mereces. En Madrid somos muy así. De acoger bien a la gente.

Por eso hemos modificado las condiciones bajo las que correrías normalmente un maratón.

Te listo las principales (42) particularidades del maratón que te marcarán hasta el punto de no saber a ciencia cierta si regresar otro año, empadronarte aquí o cantar las alabanzas de nuestra carrera a los cuatro vientos.

1. Tu hotel está cerca de una zona de copas.
2. Tu hotel está cerca de un buen restaurante.
3. Hay más de 20 opciones de enganchar un buffet libre de pasta. ¿Comida de la pasta en la Feria? ¿En serio?
4. En la Feria del Corredor te da más sed que en otras. Al otro lado hay bares. Paseo de Extremadura.
5. Nadie podrá negar a tu pareja que paseéis por el Thyssen o el Reina Sofia.
6. La terminal del aeropuerto te cobra tres pavos para usar el metro. Extra.
7. Se publica y distribuye la Runner’s y Planeta Running y Corricolari. El triángulo maldito.
8. No conocías el vermú de grifo.
9. Cuando cruces la zona del Rastro el día del maratón te picará la curiosidad y comprarás dos sillones estilo imperio.
10. El día de antes podéis ir de la feria del corredor al zoo con los niños.
11. En Madrid vive Antonio Alix.
12. El segundo vermú de grifo está mejor aún, añades a viva voz.
13. Te acuerdas con añoranza de la feria de la pasta (es el vermú).
14. Venden churros y pasarás por la puerta. Una y otra vez.
15. Tenemos una famosa alcaldesa consorte.
16. En Madrid vive el que mandó el km 40 por la cuesta de Alfonso XII.
17. ¿Sabías que en la comunidad de Madrid hay QUINCE DECATLONES?
18. Podrías toparte conmigo por la calle y te inscribirías a un ultra trail de vino y carrilleras.
19. Recomendarás el vermú de grifo a los demás maratonianos, a un señor que lee el As y a un policía local.
20. En meta habrá un momento en que quieras llamar a tu esposa o esposo. No podrás. Un alto cargo visitará la zona e inhibirán la radiofrecuencia. Tómate una bebida en la zona de meta y haz tiempo.
21. Aquí nadie se siente extranjero. Somos tan hospitalarios que casamos a los estudiantes de Erasmus con nuestros bares.
22. Nuestros agentes de movilidad podrían colocar un dorsal a tu coche. Desconocías las mil reglas de la ORA.
23. Madrid logra que rebautices a nuestra actriz como «Maribel Vermú».
24. A nuestros refrescos los llamamos refrejcos. Pero tú ya te has decantado por el vermú de grifo. Avisa, por si acaso, a tu pareja.
25. Madrid dió nombre a CajaMadrid (hoy, Bankia). Acojona, ¿eh?
26. Ya no se pasa por la M30 ni por la zona alta de la Castellana pero hemos encontrado un rato canalla en el recorrido. Lo escondemos para que lo encuentres tú mismo.
27. Seguimos discutiendo si el maratón o la maratón. Mientras, nos la van colando.
28. Estamos buscando donde colocar una calle a los Calambres de Fabián Roncero.
29. El vermú de grifo está demasiado bueno. Les pides patrocinio entre grandes voces y abrazos.
30. La hemos soterrado. Sí. Años preguntándote cómo es la M30 y te quedarás con cara de panoli.
31. Hacemos tiempo hasta que llegue la edición del centenario del maratón. Llevamos 36 años haciendo tiempo.
32. En este kilómetro está el cuestón canalla y donde aprendieron a cocinar Chicote, Paco Roncero y otros.
33. No hemos logrado hacer que Chicote corra. Solamente que juegue al rugby.
34. A Paco Roncero sí. Está abducido y entrenando.
35. Insistimos. El maratón no es duro. Lo que es… es jodidamente largo.
36. Viniste en AVE y te quedaste enamorado de la de cosas que somos capaces de vocear al teléfono (y sin vermú)
37. Hemos trasladado toda la población residente de los kilómetros 3 al 14 del maratón a un agujero negro. Hoy están fuera, ya digo.
38. Verás que a la espalda del Bernabéu y del Calderón hay sendas cuestas asesinas. Da gracias que no subimos el maratón hasta Vallecas.
39. En Atocha venden bocatas de calamares insuperables. Sólo superables por otros míticos bocadillos de calamares. Pasarás y picarás.
40. Aquí la cuesta de Alfonso XII, aquí un amigo.
41. En el kilómetro 24 está Casa Mingo y su pollo a la sidra. Tu pareja te pedirá venir a comer un día. Pero estarás ausente pensando en el vermú (de grifo).
42. La culpa es exclusivamente tuya. Tú elegiste venir a correr aquí (a Madrid).

¡Suerte y buena carrera, por que tú lo vales!

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Foto: Blog 10Guillómetros.

La batalla maratoniana entre Etiopía y Kenia continúa

Finaliza Abril en cuanto a las carreras de más caché del planeta. Los maratones donde los mejores se sacan los ojos de manera amistosa. Las manadas de chacales entrenados a ritmos insostenibles para los demás humanos. En los primeros cuatro meses del año se han disputado las tres cuartas partes de las carreras más bestialmente rápidas del año. Dubai, Tokio, Paris, Londres, Boston, Seul, Rotterdam y Hamburgo, además de algunas invitadas a las que asoman los mejores.

El año pasado estábamos augurando qué pasaría en los Juegos Olímpicos que luego se llevaría un ugandés. Si los maratones clasificatorios para los Juegos en las dos naciones serían mejor o peor estrategia. El año se cerró.

El nuevo 2013 llega y todos hacemos borrón. A la espera del otoño con Berlín y Nueva York y Chicago, los ‘world majors’ se van sucediendo con un ojo en la despedida de Haile Gebreselassie y los 2h03 de Mutai.

KENIA vs ETIOPIA

En los míticos años 90, ya tan lejanos, o en el comienzo del milenio, se solía citar una frase: «En Kenia solo hay maratonianos». Iten sigue acumulando expediciones de periodistas y maratonianos. Eldoret sigue conservando el mito. Los tiempos más aberrantes del ranking y las victorias prestigiosas pertenecían a Kenia.

Pero ha llegado 2013. ¿Qué ha pasado para que los cinco tiempos más rápidos del año se hayan conseguido por etíopes? ¿Cómo puede haber recuperado el cetro mundial con tal densidad de corredores la tierra de Bikila, de Yifter, de Dinsamo, el primer hombre que bajó de 2h07 en 1988?

Pero no es todo. El dominio etíope es tremendo en 2013. En el ránking mundial Kenia tiene que conformarse con las posiciones 5ª, 6ª, 8ª y 10ª. En el top 25 masculino el marcador es 13 – 12. ¡Trece de las veinticinco mejores marcas son de atletas de la tierra de Bikila! En las victorias del año en el calendario, Etiopía se ha llevado Dubai, Londres, Boston, Seul, y Rotterdam. Kenia, París, Tokio y Roma.

En categoría femenina, de las catorce mejores marcas del mundo, once son etíopes. Victorias en Rotterdam, Paris, Dubai, Houston y Boston.

La competitividad etíope es feroz. Los métodos de Iten (Kenia) y la concentración de talento sin control han sido copiados y quizá mejorados. Bajo el único criterio del entrenamiento feroz y la densidad, Etiopía tiene un centro de absoluta excelencia – a su manera – llamado Bekoji. El periodista Simon Hattenstone se rindió ante el azul del cielo allá arriba, en la alta llanura. «No puedo respirar pero, cuando meto algo de aire garganta adentro me doy cuenta de lo puro que es ese aire». Está a más de dos mil kilómetros de la capital Addis-Abbeba.

Si el altiplano de Iten se sitúa a 2.400 metros Bekoji está a 3.200 metros de altitud. Si el centro de entrenamiento de Iten engloba hogares de las tres Kiplagat (Edna, Lorna y Florence) y de David Rudisha, en Bekoji está Sentayehu Eshetu, quizá uno de los entrenadores que más metales acumula en la tierra. Sus discípulos tienen nombres como Kenemisa Bekele o Tirunesh Dibaba (tres oros olímpicos). Pero también Derartu Tulu (oro 10.000 en Barcelona’92 y Sydney’00. Y Fatima Roba (vencedora en Boston y Nagano).

Si en Kenia se aplica el entrenamiento de modo bestial (nunca a salvo de acusaciones inciertas sobre dopaje) en Etiopía se eleva. Si los muchachos del Rift Valley corren sin apenas comer para salir de la miseria, el entrenador Eshetu menciona similares aplicaciones: determinación, pulmones enormes y un chasis mínimo así como la dureza de haber trabajado en el campo. Lo no poco que produce la zona está marcado por lo épico. Cabras, semillas oleaginsas, café, té, azúcar de caña salen de un suelo ocre tostado por temperaturas sin misericordia.

Y los resultados han terminado saliendo.

Es interesante comprobar que se ha producido una globalización del maratón etíope. La asidua aparición de los mejores en los eventos de todo el mundo podría venir a la sombra de apertura del gran Haile Gebreselasie. Asociado a Global Sports Communication, el gigante del managing del atletismo y también imagen de Adidas, hay una vía de apertura que ha promocionado al país antaño inestable. Tras los años de dictadura y de guerra con Eritrea, el ingeniero Hailemariam Desalegn subió al poder llevando a cabo una transición suave como primer ministro etíope. De temidos dictadores, el país ha pasado a un dirigente que este mismo mes de Enero es elegido como secretario general de la Unión Africana.

¿Se han terminado aquellas odiseas de los atletas para conseguir un visado de salida para competir?

Es posible que el aperturismo político del país lo facilite. Recordemos que en 2010 y 2011 todavía eran habituales los atletas que cancelaban su participación. El maratón de Barcelona 2011, o el caso del fabuloso Tsegaye Kebede, vencedor en Londres’13 y otros ¡cinco! majors entre 2008 y 2012, con serios problemas para viajar por el mundo hasta 2007.

La irrupción de nuevos ricos en el mercado de los maratones se ha beneficiado de modo inmediato. Desde 2008, año en que se depositaba un millón de dólares como premios en metálico en Dubai y los patrocinadores exigían que participara Gebreselassie, el cometa verde ha trazado una imparable ascensión.

Así, en Enero los cuatro tiempos más rápidos del año eran etíopes en el recorrido por la ciudad del oro rápido, Dubai. Desisa, Shiferaw, Tola y Negesse metían un 4 – 1 a Kenia. La prueba que organiza el inglés Peter Connerton bajo la bandera de Pace Events es el Eldorado de los 42km195m.

¿Está Kenia derrotada?

Tocada, pero no hundida. Esta mañana Eliud Kipchoge contraatacaba con la victoria en Hamburgo y una escalofriante marca de 2h05. Priscah Jeptoo vencía con 2h20 en Londres por delante de Edna Kiplagat, otra keniana. Boston vió hacer caja a Rita Jeptoo para el saco keniano. En otoño Berlín y Nueva York darán lustre a las estanterías de los corredores de Kenia, que muestran un dominio favorable en los recientes tablones de honor de esas pruebas. Chicago tiene vencedores masculinos de nacionalidad keniana desde 2003, con los tiempos memorables de Evans Cheruiyot o Samuel Wanjiru.

La capacidad de sobreponerse al hambre, a las guerras, a entrenar varios puntos más que un humano ‘normal’ volverá a evaluar a los antaño tiránicos corredores de Kenia. Cuando el tarraconense Manuel Tornero relata que un chico que podrá correr fácilmente medio maratón en 1h04 le pide dinero para comer porque pasa hambre y tiene que seguir entrenando se entienden las variables de superación de estos seres.

Superarse. El terreno quita la vida. La agricultura apenas regala nada. Corren descalzos hasta encontrar unas zapatillas de segunda mano. O tercera. Comer o correr.

Si come dos veces al día podrá entrenar hasta reventar de nuevo u obtener un buen resultado. Y alguien se fijará en él. Quizá los más profesionalizados puedan seguir entrenando con los mejores medios. La diferencia de poder pasar al profesionalismo antes o después nos seguirá brindando resultados en esta particular batalla entre las dos naciones más poderosas del fondo mundial.

En las dificultades de ambas sociedades no hay diferencia. Quizá un azar cruel les legue a sacar del desconocimiento y lleva a aparecer en artículos como este.

Escritos desde un cómodo sofá. En el lado que paga a los corredores. Con la única presión de acertar a subir el post al blog a su debido tiempo.

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Fotos: Boston.com, Telegraph.co.uk

Por qué correr un maratón sigue siendo un escenario seguro

Se empiezan a despejar las incógnitas de la horrenda ecuación de la semana.

¿Estamos ante una amenaza global en los eventos deportivos?

¿El terrorismo del siglo XXI, supuestamente de corte islámico, ha empezado a usar las carreras como abominable escaparate?

¿Qué pasa si corro este domingo en Londres?

¿Está el maratón de Madrid amenazado por estos asesinos?

La difusión de las fotos y vídeo por parte de FBI muestra que los circuitos cerrados de TV lo pueden casi todo. Más de cincuenta mil fotos facilitadas por los ciudadanos de la sociedad de la información, facebook y twitter componen un mosaico donde se demuestra una cosa: nos comunicamos pero también nos ‘vemos’ de manera constante.

Nos guste o no, gracias a ellas se han podido detectar dos potenciales sospechosos. De aspecto occidental. Exista relación o no, a escasos kilómetros esta mañana se ha desatado un tiroteo en el campus del Massachussets Institute for Technology. De nuevo la sensación de estar ante un fenómeno regional, los unabombers. Un perfil psicológico radical, enfermo, un objetivo político demencial relacionado con la libre expresión del armamento y la defensa particular. Un perfil que parece encajar, según la CNN, con uno de los sospechosos de las imágenes distribuídas por el FBI.

 

 

Puros productos de una sociedad, la estadounidense, que está debatiendo con acritud las medidas de política interior y de seguridad. En realidad lo están haciendo desde siempre. Intentan envenenar a su presidente, le amenazan.

Un fenómeno de crisis con génesis estadounidense. Una sociedad en la que los propios musulmanes de las ciudades y barrios de Massachussets tienen miedo a prestar ayuda a sus conciudadanos en Boston tras el ataque del lunes, y denuncian que tuvieron que permanecer en casa ante el miedo de ser tomados como sospechosos.

¿Qué tiene que ver esto con un maratón popular celebrado en una ciudad europea?

En plena crisis militar, durante los años del terror derivado de las guerras en Afganistán, Siria, Palestina e Israel, Sudán, Iraq, se han celebrado (de 2001 hasta hoy día) carreras de maratón en las que participa medio millón de personas. Cada año. Y nunca se ha tenido constancia de ataques o amenazas durante esos doce años. A pesar de todo, millares de autobuses siguen llevando al puente de Verrazano participantes en la salida de Nueva York. Miles de personas esperan en el Mall, the Strand y alrededores de Buckingham en las millas finales de Londres, el Loop de Chicago, París, o el millón de espectadores de cada año en Berlin.

Por tanto, descartemos que el maratón de Londres esté tan en peligro como parece extraerse de las medidas de seguridad extraordinarias recientemente aprobadas. El régimen del terror consigue que se justifiquen determinadas inversiones en más control. De acuerdo. El viceprimer ministro británico Nick Clegg anunciaba que la seguridad se duplicaría, triplicaría o incluso cuadruplicaría. Pero también convierte en una aberración un escenario que año tras año aglutina casi un millón de espectadores y cuarenta mil participantes.

Londres ha celebrado su maratón tras los atentados del 7/7. En 2005 la ciudad vivió su particular descenso a los infiernos. Pero era Julio y la memoria crítica y el terror se matizaron hasta el mes de Abril siguiente. En 2006 Felix Limo venció corriendo como el que le lleva el diablo (2h06.39) y encabezaba una marea de 33.000 participantes. Se rechazó un número equivalente de solicitudes. Recordemos que en 2013 se esperaban unas cien mil solicitudes.

¿Y en el maratón de Madrid?

Lancémonos a correr sin miedo. El maratón madrileño está lejos de ser un objetivo de la oleada del terror de esta semana. Que sea un homenaje sentido a los que han sufrido el ataque de las bombas de los fanáticos. El miedo instaurado durante la última década no puede alcanzar cada manifestación deportiva o cada agrupamiento humano porque terminará coaccionando la capacidad del ser humano de reunirse.

Y de coaccionar la reunión al estado de sitio hay pocos pasos intermedios.

El maratón de Madrid baraja extremar las medidas de seguridad. De partida ya cuenta un total de 450 policías municipales, 100 miembros de seguridad privada y 180 policías nacionales. ¿Puede absorber la ciudad el trasvase de otros cientos de unidades y sacarlas del Domingo de mañana de la capital? ¿Debe hacerlo?

¿Está el maratón a la altura de los requisitos de seguridad de eventos de índole política o de conflictos sociales? ¿Veinte mil participantes en un maratón requieren más seguridad que cien mil manifestantes?

Madrid reunirá en la salida un bonito conglomerado pacífico de veinte mil personas. Las repartirá por una ciudad que vive en cierta medida ocupada en otras cosas. Es domingo por la mañana y los tres millones de habitantes de la capital tienen ritmos muy dispares. Habrá más peligro conceptual en los conductores que ven sus nervios estallar ante cortes de tráfico, según ellos, imprevistos. Los visitantes al Rastro mirarán como miran siempre. Madrid Rio tolerará el paseo matinal en lugar de apiñar a la gente en los lados de la carrera. Estos son los auténticos peligros del maratón de Madrid.

Y el objetivo de la organización será solucionarlos.

Animar a que la ciudad salga a correr (rompiendo la maldición de la barrera de los diez mil llegados a meta) o a animar a los laterales de todo el circuito. Dos maneras de participar en uno de los eventos más agradables y seguros que cuenta una ciudad. A pesar de lo ocurrido en Boston, Massachussets, EEUU.

No lo olvidemos. Yo correré en el Rock’nRoll Madrid Maratón y la seguridad será una de mis últimas preocupaciones.

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Foto: Claudio Luna.