Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Archivo de la categoría ‘deporte-salud’

El cáncer no quería que Chadia corriese (Día Mundial contra el Cáncer)

Rescato el post del pasado martes. Hoy 19 de octubre es el día contra esta familia de enfermedades.

Correr es agotador. Cuando un tratamiento médico contra el cáncer provoca que tu cuerpo engorde treinta y cinco kilos, correr es un imposible. Un imposible.

¿Y qué hago? ¿Me quedo tumbada en la cama?

Lo hemos oído tantas veces que nos parece cotidiano. Pelear contra la enfermedad. Pero es un modo heroico de salir a luchar contra ese imposible.

Cubierta. Corredora

Chadia nunca había corrido. Tampoco había escrito nunca un libro ni había pasado por el traumático proceso una quimioterapia, radioterapia y anticuerpos humanos. Pero todo llegó. Le habían quitado un pecho y hecho una reconstrucción con músculo y piel de la espalda. Incapacitada para un buen ramo de deportes.

Peleó porque su corazón respondiera. El tratamiento le había mermado la capacidad de trabajo de ese órgano vital. Pero siguió un minuto más que el día anterior. Y correr se convirtió en algo que necesitaba como el vivir.

Correr era demostrar ese impulso de la vida.

El 19 de noviembre presenta un libro. Se llamará «Corredora de la Vida» y será publicado por la editorial Sial-Pigmalion. Lo de menos, quizá, es que se trate de un libro que habla de correr. Chadia vive en una fase de explosión vital. Pasó de arrastrarse para completar un kilómetro más que el día siguiente a sentir que correr le daba un extra.

Estuvo trabajando para los demás y comprendió algo sobre cómo funciona la cabeza en una enfermedad. Hoy cuenta cómo superar todas las noticias, como relacionarse con los médicos y el sistema, las diferentes terapias complementarias que utilizó. Chadia entendió que hay que aceptar la enfermedad como un «proceso de humanidad».

Humanidad que en otros lugares falta. Empresas que despiden un empleado por tener un cáncer o una enfermedad dura. Humanidad que le sobra a ella. Tanto que, en Abril, participaba en el medio maratón que se organizaba al mismo tiempo que el Maratón de Madrid. En el kilómetro dieciséis cometió un error y, en lugar de seguir por su recorrido de 21 kilómetros, tomó la calle Fuencarral para abajo. Cuando se dió cuenta decidió intentarlo. Terminó el maratón completo.

Es un torrente que contagia entusiasmo.

Ejercita su papel como voluntaria en la unidad de oncología del Hospital de la Paz. A enfermos y también a familiares. «Por que veo que quienes necesitáis más información sois los familiares de los enfermos». En efecto. No sabemos qué decir, si hablar al paciente o no hablarle sobre su situación. En muchas casas hay una Chadia peleando por su vida.

En mi casa hay una Chadia, sin ir más lejos.

La parisina corredora ha trabajado con los doctores de las unidades de ese fabuloso hospital de Madrid. A través de su experiencia está convencida que ser más humanos ayudará a que doctores y pacientes afronten mejor esa terrible familia de enfermedades. Los primeros, como dice el Dr. José Ignacio Sánchez, con un simple gesto, dando una mano al paciente. Conectando con él o -como este caso- con esa mujer que teme por su vida y a la que se le ofrece una solución quirúrgica donde el resultado estético puede ser incierto.

El valor de unos y otros es mirar al fondo del pasillo y buscar un lugar más allá. Es lo que muchas veces hacemos como corredores.

Preguntarle a nuestro miedo si no tiene otra cosa mejor que hacer esa tarde.

Quizá no se equivocó del todo en ese kilómetro dieciséis.

Corredor vs gimnasio

Es como un romance necesario. El momento en que decidimos pisar un gimnasio. No es este un post cómico o, por lo menos, no lo pretende. Trágico, más bien.

¿Sabéis cómo pueden quedar unos cuádriceps después de correr durante treinta años?

¿Qué os imagináis? ¿Unas piernas poderosas y unos musculazos de ensueño? Sí. Claro. Lo mismo que esos hombros que sostienen el ritmo y marcan el paso durante miles de kilómetros. Quizá penséis que el deporte desarrolla.

Como decía Mortadelo, «Jefe, yo diría que desenrolla«.

Aquí comienza un ritual de psicoanálisis. Os voy a relatar en divertidos y amargos capítulos sobre el día en que vi claro que tenía que fortalecer varias partes de mi cochambroso cuerpo. Mis peleas con las máquinas llenas de hierro, cables y poleas.

Porque esto no es de recibo. Sin músculos llegan las lesiones en las articulaciones. Pasen y vean.

¿Cuádriceps duros como el acero? Fuera máscaras.

Soy el del centro.

Madrid 2011 045 (3)

¿Espaldas con las que ayudar en una mudanza?

IMG_9980

¡Brazos! ¡Compro brazos!

P1170118

Microentrevistas: “Nunca correré…” (IV)

¿Conocer qué piensa la gente de nuestra locura es una ayuda? Sin duda alguna. Hay muchas personas con una sensatez clarividente y una opinión unánime. Contundente. «A mí no me pilláis con eso de correr».

Hoy es Javier de Ríos el que responde. Hemos enviado nuestra batería de preguntas a este gurú de «La viga en miojo», el blog la literatura en internet, guía para los que buscan recursos y saber por dónde van los tiros en los concursos literarios y nos ha contestado con rapidez. Escritor de Cuentos para gente impaciente y bilbaíno que cumple a rajatabla lo de «todo internet es Bilbao».

jderios

[Pregunta]: Javi, ¿corres?

Nooo, por favor, eso es de cobardes, ¿no?

[P]: A tu edad, ¿te consideras ya caso perdido para probar a correr?

Absolutamente, sí. Me gusta en cambio dar largos paseos, e incluso el trekking suave, pero ni de eso tengo tiempo a día de hoy.

[P]: ¿Crees que esto del running es una moda o un sincero ejercicio de la sociedad para ponerse en forma?

No, una moda no, siempre he visto gente corriendo. Quizás determenidas actitudes o formas de equiparse pueden ser una moda, pero el hecho de salir a correr en modo alguno.

[P]: ¿Una infancia dura en Educación Física en el colegio sería la excusa perfecta para no correr?

Pues no lo sé, yo la verdad es que me reconcilié con esa clase los últimos años, cuando descubrí que había otros deportes más allá del fútbol. Sí es cierto que el gimnasio daba cierto yuyu con el potro ¿de tortura? y esas espalderas. Odiaba algunos ejercicios únicamente, como trepar por cuerdas, por ejemplo.

[P]: Entonces, ¿no piensas entrar al trapo y salir al trote?

No vas a convecerme con frases hechas, te aviso.

[P]: ¿Aceptarías una potencial pareja sabiendo que el/ella sí es apasionado seguidor del running?

A estas alturas de la vida un cambio de pareja no me lo planteo ni en un baile de pueblo. Pero en todo caso no creo que me influyera en la decisión, cada uno tenemos nuestros defectos.

[P]: ¿Qué prefieres leer u oir? ¿’running’ o mejor ‘salir a correr’?

Salir a correr. Running suena más estresante.

[P]: Y, claro, ni por esas.

Ni por esas

[P]: En esta sociedad tan tonta y esteticista, ¿aceptarías correr como remedio rápido para mejorar tu apariencia física?.

¿Rápido? No me tomes el pelo…

[P]: ¿Qué te sugiere oir en el rellano de la escalera: “Natividad, cierra la puerta que me voy a correr”?

Cierra, cierra, y no abras.

[P]: ¿Abominas de su propaganda o simplemente correr y tú vivís esferas paralelas?

Esferas paralelas, sin duda.

[P]: Entonces, si tuvieras que ordenar las palabras “cafelito”, “sudar” y “glamour”…

Sudar la última, sin duda, aunque en dura pugna con glamour. Cafelito, cervecita, un buen libro, ¿cuáles decías?

[P]: Dime cómo podría argumentar en tu propia contra. Quizá así el próximo entrevistado…

Si lo has hecho muy bien, pero yo ya soy un caso perdido. El tema de la salud es importante, mete caña por ahí.

[P]: Sugiéreme con toda la maldad del mundo alguien para la próxima microentrevista

Realmente no lo sé. Algún cocinero famoso, quizás, ¿por qué no?

Sudar tinto

Sudar tinta queda para los más elevados momentos. Como si saliéramos a correr después de leer a James Joyce o algo así. Pero he estado un fin de semana entero en la Rioja.

Y no me ha dado tiempo a escribir o leer una sola línea. Lo cierto es que se me habrían juntado, habrían aparecido borrosas o qué se yo.

¿Algún lector de las Riojas en la sala?

En serio. ¿Cómo puede ser uno corredor consistente en determinados epicentros de los placeres del mundo?

El viernes quedaba totalmente descartado salir a correr. Una semana cargadita con sesiones de gimnasio y algún trote. Y trescientos kilómetros de coche.

El sábado descarté correr, de nuevo. En realidad no se me pasó por la cabeza. Se había cruzado una sesión de alta cocina en Venta de Moncalvillo. Casi cuatro horas de comer y moquear emocionado por el maltrato sensorial al que nos sometieron Carlos e Ignacio Echapresto. Lagrimones. Siete u ocho vinos. Un verdejo de Marqués de Riscal en la mesa al sol -y su excusa de salmón marinado. Una rareza en finos como Tres Palmas con unas flores de manzana con foie o una galleta con perdiz escabechada. Y un chardonnay de Borgoña porque se nos venían encima los pescados. Y Ad Libitum ecológico. Y un Ramón Bilbao gran reserva. Y luego ya cayó una cortina salada sobre mis retinas por mucho que mirase fuera, al verdor de una huerta en la que los mayores recogían manzanas y las piparras miraban humilladas al terreno.

La tarde de un corredor vapuleado es dura. La recuperación de la sangre larga. El entorno ayudaba poco menos que nada. El Laurel, San Juan, todo Logroño amenazaba con comérseme y bebérseme.

¿El domingo? El día de las carreras y de los dorsales.

Dicen que Dios descansó pero es mentira. Diseñó un día de la manera más maliciosa posible. Colocó en lo alto de las lomas campanarios y en los bancales dejó un suelo arcilloso y calizo, desmembrado. Luego vinieron los del Riscal y encargaron a Frank Gehry el hotel de la Ciudad del Vino.

Oler siglo y medio de robles y luego bebérselo. Blanco de Rueda. Reserva de las riojas de Álava.

Con el riesgo añadido de perder todo el prestigio posible en la comunidad runner, declaro que abandoné. Lo hice en lo alto de uno de esos cerros. Allí colocaron los de los reinos del norte la ciudad amurallada de Laguardia.

Donde instalaron unas calles estrechas y las empedraron y las dotaron de bares. Pero no de bares normales. De cuevas donde se apelotona el ser humano y sirven los pintxos (sic) que acompañan a los cosecheros. Los Landaluce y los Goyo Garrido de la mano de manzanas rellenas de carrilleras, de zapatillas, de cojonudos.

Y venga a comer y venga a beber.

Mañana toca sudar tinto.

Con las manos en la mesa y los pies en el asfalto

Las manos en la mesa. La cabeza a pájaros, y los pies metidos en zapatillas. De asfalto o de lo que sea. Va de libros (los que odiéis leer, podéis salir de aquí).

9788493795221

He leído recientemente Con las Manos en la Mesa, de Juan Revenga. El Nutricionista, colaborador de este diario y experto en echarnos a la cara lo mal que comemos. Editó con la 1001 Ediciones un libro lleno de pistas.

¿Sirve alguna de ellas para los corredores?

Sí. Estos tipos que gastan miles de kilocalorías, que aprovechan la parada de comer en el trabajo para salir a entrenar y que miden (medimos) la forma física en los ángulos que se forman en los rasgos faciales. A más flaco, más en forma. A más cara de hambre, mejores prestaciones. Dí que sí.

Entresaco algunos hábitos de la recopilación del Nutricionista. Reflexionemos en voz alta sobre si nos tocan o no.

  1. Los deportistas comemos más alimentos que la población general, para reponer el esfuerzo extra de nuestros. Así que no necesitamos suplementos vitamínicos.
  2. Consumos proteicos de 6 y 7 gramos de peso corporal y día exceden la capacidad de los riñones (2gr/kg/día); los dineros de los botes de batidos van directamente al wáter.
  3. Ningún alimento engorda. Engordan los seres vivos.
  4. Gastamos menos energía que nuestros abuelos. Y tenemos un catálogo de alimentos casi infinito.

.

Muchos son un signo de la sociedad en general. ¿Aplica el corredor a su alimentación una mínima pizca de sensatez de esa sociedad de dementes?

Quién sabe.

Aquí el compañero Nutricionista en un encuentro digital.

 

«Pues deje usted de correr»

-«Doctor, me duele la rodilla izquierda al correr se me queda como encasquillada y el dolor es fuerte».
-«A ver (palpando)… Tiene ud. las rotulas para fuera. le voy a recomendar una cinta para poner debajo a ver si le alivia y si no pues deja ud. de correr y ya está».

Es un caso típico de alguien que comienza. Y el experto médico nos dice que no corramos. ¿Quién lleva la razón?

Animados por la moda o por bajar peso o por lo que sea, empezamos a correr. Que es beneficioso. Pero que no nos reporta más que sinsabores porque nuestra forma física quizá sea mala, o porque es buena pero la estamos estirando demasiado. En general, me importa más tranquilizar a los que empezáis. Los runners expertos muchas veces necesitamos una paliza bien dada. O medio año parados a ver si se nos quita la tontería cuasi-profesional.

Entended que sí. Estamos aprendiendo a correr. Las posturas que mantenemos en el ordenador o en el sofá son diferentes. Y los dolores (que pueden ser muy intensos y quitarnos la vida) son ajustes en la mecánica de lo que hacemos.

¿Culpa nuestra?

No sabemos correr porque no nos han enseñado. Correr -dicen- que es algo natural pero nuestras años de hábitos han sido fatales.

Que nadie se sienta mal. Los brazos tienen que ir relajados, en un ángulo más abierto que los famosos 90º. El trote debe ser suave. El calentamiento concienzudo y, la vigilancia de las molestias, constante.

En esos primeros momentos estamos acostumbrando a las articulaciones de las piernas y a los músculos, pero también al tren superior. Siempre recomiendo ejercicios de técnica de carrera. Los típicos de skipping, talones al culo, etcétera

Y, sobre todo, paciencia. Entended que los médicos tienen que atender a los enfermos de verdad. Sabed que un corredor experimentado desconfiará de todo médico que le diga que no corra. Buscará el que le dé la solución que desea oír: que podrá seguir corriendo mientras hace esto y esto otro.

Somos así. Riámonos de nuestra etiología.

Me comería un bisonte

2012-10-28 15.33.18
.

-«Con patatas y seis flanes»

Es la enternecedora frase con la que se quita la ropa y encamina sus pasos a la ducha. El corredor muy probablemente venga de correr durante bastantes kilómetros.

-«Y dos bandejas de lasaña y una ración de oreja»

¿Es normal ese hambre sin control?

¿Tantas calorías se han gastado en ese maratón?

El gasto energético es un multiplicación de tiempo y kilómetros por calorías consumidas. Calor y agua son los resultados de las ecuaciones químicas de nuestro cuerpo. En las referencias habituales se habla de que un corredor, puesto en condiciones de calor y kilometraje largo, podría estar perdiendo hasta tres litros de agua y sales diluidas. Es el límite de lo razonable, puesto en términos de un experto. Quizá un litro sería ya demasiado si estás dando tus primeros pasos. Por eso es tan importante la hidratación.

Pero eso debería conducir a ter más sed. Este corredor hace dos o tres días que dejó de tener sed y ahora está canino.

-«Y una fuente de papas con mojo y medio cochinillo»

Después de un largo esfuerzo, entrenamiento o competición, es evidente que el cuerpo está recuperando. Uno de los síntomas que asustan a propios y extraños es que, subidos en una báscula, al terminar esa larga carrera, ¡pesamos uno kilo menos que dos días antes! Y en plena ingesta de todo.

Pero es que, al terminar ese ultra trail donde la teoría marca que hemos consumido hasta 8.000 kcal, ¡pesamos un kilo más que en la salida! ¿Dónde está el problema?

-«Y una tarta de cinco pisos»

Va de sesos.

Hay varias explicaciones a estas variaciones aparentemente tan raras. Quizá os puedan servir y os veáis reflejados en alguno de estos puntos.

Cuando sudamos durante muchas horas se pierde una enorme cantidad de sales. La pérdida (hiponatrenia) durante, un ejemplo, la Madrid-Segovia o la Hiru Haundiak/Tres Grandes, hace que repongamos agua en cantidades industriales. Al llegar al déficit de sodio en las células comienza a entrar agua por las membranas que la recubren. Tanto de modo intracelular como extracelular, se produce una retención de líquidos. Si hemos trotado y caminado durante 18 horas, notaremos cierta hinchazón. Y ganaremos peso.

El límite son dos o tres litros, a partir de los cuales se manifiesta una patología seria. Pero ‘pesamos más’.

verano2013 119

El responsable de que todo eso se esté llevando a cabo es el cerebro. Y está acostumbrado a operar de mil maneras. Durante el ejercicio físico de larga duración puede atender las señales de fatiga, analizarlas y descartarlas. Tanto que puede hasta ser inducido a ignorarlas (así funciona la cafeína, por ejemplo, con el sistema nervioso central). En cualquier caso la función del cerebro es mantenerse alerta. Como hemos visto antes, para evitar la peligrosa pérdida de sodio y potasio, que puede venir por tres mecanismos biológicos independientes.

Y es muy posible que esas alertas hayan saltado. El corredor que ahora se comería unas brochetas de rinoceronte ha estado dos, tres, cinco y -por qué no- hasta doce horas caminando y corriendo. Y las temperaturas le han marcado otra alerta. Si la hidratación y la pérdida de sales ha sido muy grande, las lucecitas rojas habrán saltado como chispas.

¿Y si el cerebro se puso en «modo supervivencia» pidiendo que comiéramos de todo y gastáramos menos durante la carrera? Podría ser una explicación del aumento de peso. Extraña, sobre todo, porque los estudios se hartan de demostrar que un maratón o un ironman te hace perder unos dos kilos.

Al finalizar, ¿se «fiaría» el cerebro de nuestro amigo de que sí, que todo ha terminado? ¿Deja pasar unas horas hasta que sus niveles se relajan? ¿Es en ese momento en que ya deberíamos parar de comer como limas?

Todas estas preguntas se abren al fascinante mundo del funcionamiento del cerebro. Sin ir más lejos, recientemente se ha desvelado (Matsui et al, J Physiol 590.3 (2012) pp 607–616) cómo, al igual que los depósitos de glucógeno -la gasolina- de los músculos, después de un ejercicio prolongado, las fuentes de energía para las neuronas (astrocitos) podrían recargarse para acometer un esfuerzo similar. Dicho de otro modo, igual que un corredor entrena a los músculos para llenarse o supercompensar con más glucógeno después de un largo entrenamiento, podría ser que el cerebro usara los mismos mecanismos de supercompensación que los cuádriceps o los gemelos.

Al menos, con ratas, funciona.

-«Y un yogur de beber. De los grandes»

Al menos, con las ratas.

Música para corredores. Tu podcast (VIII)

Se amontona el trabajo. Mirar si bajan las temperaturas. Qué nos ponemos para ese trote suave. Comprar isotónico de marca comercial o fabricar uno propio… Y el tiempo vuela.

Para todo esto, un nuevo podcast. MÚSICA PARA CORREDORES. POWERSONGS para Septiembre.

TEMAZO 1. Podcast del 19/Sep/1. The Kinks. Los chicos que tuvieron la mala suerte de sacar disco en plena efervescencia Beatle. Pero tuvieron píldoras energéticas y nosotros vamos a enchufarnos una para arrancar a correr. Horror, hablo como un monitor de spinning. «I got my baby home».

.

TEMAZO 2. Podcast del 19/Sep/2. Mi amigo jota-erre me pasó este enlace. Unos tipos norteamericanos que en los pretéritos años ochenta le daban a la guitarra con alegría y denuedo. Zero Boys y su canto a las civilizaciones. O frenas para escucharlos o aceleras para huir de ellos. Definitivamente una powersong.

.

TEMAZO 3. Podcast del 19/Sep/3. Abueloooooo. Los fans de la década de los 80, aquellos niños que veíamos la Vuelta hoy somos curtidos runners con melancolía por canciones como esta. Llévate de nuevo a Azul y Negro a tu sesión de running. Educación general musical.

.

TEMAZO 4. Podcast del 19/Sep/4. Siniestro Total rescató del olvido un tascucio tremendo que había a la vuelta del mercado de la calle Barceló. El Kwai, regentado por el exboxeador aficionado asturiano tío Constante, es uno de esos sitios donde (a) un runner nunca pisaría o (b) unos runners machacantes montarían sus post. Ha llegado la época del corredor cervecero. ¿Lo sabías?.

.

TEMAZO 5. Podcast del 19/Sep/5. Cuando el Maratón de Madrid subía por la calle Goya y luego se entraba al Retiro y se bajaba a todo trapo por Bravo Murillo, sí, igual que en 2014 (¡sporpresa!), en las discotecas se pinchaba a los Technotronic sin parar. Fijaos si además adoptásemos esos ritmos y esas lycras. Sería el retorno del pasteleo de las pistas.

Con esto nos volvíamos tontos perdidos. Escuchad y corred.

II Carrera y Caminata por la Diabetes

El domingo 17 de Noviembre se celebra una nueva marea azul. De nuevo, corredores por el centro de Madrid. 

Sabiendo que esto puede ocasionar ardores a algún lector (discurrir en coche por el centro de Madrid es así de útil), detallamos las razones: Y es que la II Carrera y Caminata por la Diabetes ya está en marcha y desde hoy, 20 de septiembre, puedes inscribirte.

La caminata+carrera ha previsto para este año duplicar el número de participantes. De los posibles 1.500 dorsales de la edición pasada, se amplía a 3.000. Los organizadores son la Fundación para la Diabetes y Asociación de Diabéticos de Madrid.

Convocan a corredores, familias y amigos para echar una mano en la segunda edición de esta prueba, a disputar en el Parque Juan Carlos I. Así pues, si eres un corredor o caminante con ganas de aportar algo el próximo día 17 de Noviembre, puedes acercarte a los siguientes puntos de venta de dorsales.

También puede usted dirigirse a estos puntos informativos si le estamos llenando constantemente el centro de actividades al aire libre no deseadas (no deseadas en su caso).

Inscripciones:

Online en http://www.mueveteporladiabetes.org/

  • También existe un

Dorsal 0 y un Dorsal Solidario al que puedes también dirigir tu participación. La información necesaria la encuentras en la web, Facebook y Twitter de la prueba.

 

¿Puedo alternar caminar y correr?

wok

En muchas ocasiones empezar a correr es todo un dilema. ¿Tenemos que empezar a correr cuando apenas estamos seguros de aguantar dos minutos seguidos sin escupir el corazón?

Por eso en los planes más tradicionales, en aquellas guías que inundaron los Estados Unidos en los años setenta, se introducía el caminar como una herramienta de ayuda. De descanso y de ayuda, siendo más exactos.

Y es que correr es sencillo pero una persona sin apenas forma física debe tomarse las cosas con tranquilidad. Caminar unos minutos de manera alterna con el incipiente trote cumple dos funciones, para que nos entendamos.

Por un lado baja la intensidad del trabajo cardiaco. Las famosas pulsaciones bajan del nivel «alerta submarino nuclear con fuga en los reactores» a «desactivar alertas, era solo un calentón».

Por otro, no paramos sino que aprovechamos para seguir trabajando a intensidad baja o moderada. No vamos a desgranar lo sano que es caminar, porque hay mucho escrito. Cuando estamos trotando de manera intensa no sólo es la velocidad de latido de nuestro corazón sino también la intensidad con que bombea. Eso que nuestros mayores de cuarenta se miden constantemente: la presión arterial. Pues bien, al detenernos después de un trote intenso la tensión se desajusta y desciende. Si paramos, corremos el riesgo de un desajuste con cierto peligro. Si seguimos caminando la diferencia entre alto y bajo es menor y, por tanto, más conveniente para nuestro organismo.

 

A otro nivel ¿debo alternar la carrera con caminata?

Tu caso no es este. Ya eres un runner experimentado. ¿Qué sacar de esto? Vamos a dejar de lado las recuperaciones puntuales entre ejercicio máximo. Cuando un corredor está entrenando con mucha intensidad, haciendo intervalos a toda pastilla, lo frecuente es detenerse para recuperar esas casi doscientas pulsaciones. Pero hay otros muchos casos donde no solamente se debe introducir la caminata sino que nos hará más fuertes.

DSC01481

En la carrera por el campo, hasta hace quince o veinte años, todo se subía corriendo. Por muchas cuestas que tuviera el campo, caminar era detenerse: fracasar.

Pero el desarrollo de las carreras de ultradistancia y la montaña más dura nos ha mostrado que es preciso caminar. Es más. Hay que entrenar la caminata. O eso, o te arrancarán las pegatinas en mitad de tu crisis de corredor y maldecirás a esos tipos que se escapan cuesta arriba, ¡andando!

 

¿Un ejemplo para mí, que soy un principiante?

Hay un lote para los que queréis arrancar. Una especie de guía para el «día cero».

Como calentamiento, camina a ritmo vivo durante 5 minutos (que te dé la sensación de que a ese ritmo te iría mejor trotando).
Trota 30 segundos, camina a ritmo vivo 90 segundos (minuto y medio).
Ahora repite esa secuencia cuatro veces más.
Para enfriar el cuerpo, camina a ritmo vivo otros 5 minutos.

¿Ha sido mortal? ¿Lo puedes afrontar? Si has podido con ello, la rutina te debería llevar a aumentar esos bloques de trotar y caminar por tramos de medio minuto. No tienes ninguna prisa. Debes -además- incidir en ejercicios generales de fortalecimiento y estiramiento.

Con estas premisas tan asequibles, quién se va a resistir.