El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nutrición-área 51: Tomar el sol por la mañana adelgaza (pero qué me estás contando)

Que maravilla de titulares. Hay ¿profesionales? del ¿periodismo? que no les tiembla el pulso a la hora de hacernos llegar los más prometedores avances en el conocimiento humano cuando de perder peso se trata. Porque se trata de eso, ¿verdad?… Pues quizá no.

Tumbonas al sol

Veamos, por un lado tenemos la no-noticia de la que la semana pasada se hicieron eco en titulares diversos medios de comunicación y que da pie al post de hoy, cito textualmente una breve muestra:

Afortunadamente otros medios juguetearon con la idea del mismo titular pero al menos ponían en duda su validez poniendo la afirmación entre interrogantes (La exposición al sol de la mañana ¿adelgaza?)

Sea como fuere, esto tiene pinta de ser un ejercicio de sensacionalismo adelgazante o de amarillismo salutífero y que poco o nada tiene que ver con la realidad… y, lo que es peor, que tampoco tiene que ver con el propio estudio que al parecer originó tan retorcidos titulares. Desconozco las razones por las que en las plataformas digitales estos medios evitan, todos, poner un enlace, con lo sencillo que es, al estudio original y que sea el lector, si quiere, el que tenga la oportunidad de contrastar el alcance de tales titulares. Pues bien, allá va el enlace al estudio de marras: Timing and Intensity of Light Correlate with Body Weight in Adults (El momento en el que se recibe la luz y su intensidad está correlacionado en adultos con su peso) ¿Alguien lee las palabras mágicas “adelgaza” o “engorda” en el titular? ¿Acaso se habla de una relación causa y efecto en la interacción de las variables en liza, peso y luz? ¿Se habla en algún momento en este verdaderamente sesudo y concienzudo estudio de la posibilidad de adelgazar o de engordar en virtud de la luz recibida? No, no y no. Como Pedro… y sin canto de gallo que medie.

En resumen lo que pone de relieve este estudio en sus conclusiones definitivas es que:

Los hallazgos de este estudio indican que el patrón de temporalización de exposición a la luz durante el día puede influir en el peso corporal independiente del ritmo del sueño y su duración. Se necesitan más estudios para comprender la relación de causalidad y los mecanismos que vinculan los distintos patrones de exposición solar y sus efectos biológicos positivos o negativos en el peso. Sin embargo, parece que la luz es una señal biológica potente y tanto el momento inicial, como su intensidad y la duración de la exposición podrían representar elementos potencialmente modificables para la prevención y tratamiento de la obesidad en las sociedades modernas.

Por si acaso, por si aun estás tentado de tirarte largo al sol al punto del alba para adelgazar y antes de que te asemejes a una quisquilla cocida (y no por lo delgadito/a), has de saber tres cosas sobre este estudio. La primera: los resultados se obtuvieron a partir de una muestra de 54 individuos (es decir, escasa no, lo anterior). La segunda: la muestra tenía un IMC medio de 24 (es decir, de escasa, por no decir nula aplicación en personas con sobrepeso u obesidad). Y la tercera… nadie habla en el estudio de «tomar el sol» sino del momento de exposición a la luz solar en el marco del huso horario y de su duración. Así que cuidadín.

Así pues, tal y como pasó con los titulares que ponían el consumo de chocolate por las nubes a la hora de facilitar la pérdida de peso (a más chocolate, menos peso, sí, como lo oyes) más les valdría a los que publican no-noticias (sean periodistas o no) el hacer gala de un poco más de ética periodística. Al mismo tiempo si en los formatos digitales se incluyera la fuente original de la noticia (cosa que no cuesta nada de nada si se tiene esa voluntad), los lectores tendrían más argumentos para explicarse esos titulares en vez de mirar de reojo la pantalla de su ordenador… que es lo que al menos a un servidor le suele pasar.

Cambiando someramente de tercio y ya que estamos con este tema quiero agradecer forma irónica al diario El Mundo (sección tendencias) lo aplicado que parece estar a mi blog (o por el contrario, lo mucho que debería estarlo) cuando publica este tipo de artículos: “Adelgazar con una dieta está pasado de moda” con el que se dedican a dar pábulo a  tres auténticas magufadas «de libro» a la hora de adelgazar y que como apunto han sido objeto de crítica reciente en este blog… : la hipnobanda gástrica, el dentífrico con propiedades adelgazantes, y la enésima tontería quemagrasa. Sí señor, El Mundo, divulgando ciencia. Si andan escasos de más temas, pueden revisar el blog de un servidor y terminar loando las maravillas del agua hexagonal o del ojo de halcón, sin hacer de menos las virtuosas características de los suplementos de pimiento, de alubias o de alcachofa para perder peso (y no es broma, que para eso están los enlaces)

Al final, si he de quedarme con alguna gili-tontería me quedo con el régimen del autónomo (con el que se pierden 20 kilos)… El único que a mi modo de ver y tal como lo plantea El Mundo Today (bastante más fiable que el otro Mundo) no defrauda y asegura unos resultados muy convenientes en nuestro tiempo… la risa (aunque sea amarga, lo digo porque un servidor ejerce de autónomo). El Mundo Today, al menos, no esconde su propósito.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

Poner coto a la “infoxicación” alimentaria: decálogo ANIS-FIAB

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Nota: es imprescindible mencionar a Ana Gutiérrez (@Fasmida); Alfonso Méndez (@alfon_mendez); Guillermo Peris (@waltzing_piglet) a la hora de aportarme recursos y apoyo para esta entrada, por no mencionar, otra vez, a algunos medios de comunicación.

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Imagen: khunaspix vía freedigitalphotos.net

Estoy a dieta: ¿lácteos enteros o desnatados?

Leche y cerealesDurante mucho, mucho tiempo el consejo dirigido a aquellas personas que querían perder unos kilos de más o que “estaban a dieta” era claro: evitar, en la medida de lo posible, todo aquello que contuviera más grasa. En el caso de los lácteos, habiendo la opción, el consejo se traducía en una medida clara: consuma lácteos desnatados antes que aquellos “enteros”. Y yo, no voy a escurrir el bulto a estas alturas, mi formación «reglada» incluía estos consejos y era de los que defendía este tipo de medidas. Y lo sigo haciendo, pero ahora, con matices o si se prefiere, con reservas.

No es cuestión, en mi caso, de “nadar y guardar la ropa”; no. Tampoco se trata de hacer, otra vez, un discurso de lo absurdo del concepto “hacer dieta” tal y como está asumido en buena parte de la población general; tampoco. Mi opinión es conocida y bastante convencida a este respecto. Se trata más bien de, precisamente, poner sobre la mesa otro argumento más para desterrar ese erróneo concepto que es el “hacer dieta”, entre el imaginario colectivo cuando este se empeña en perder una serie de kilos.

El caso, no pretendo irme por las ramas, es que de un cierto corto periodo de tiempo a esta parte se está cuestionando la idoneidad de ése consejo, el cambiar lácteos enteros por desnatados, cuando se pretende bien adelgazar, bien mantener un peso adecuado. Si echamos un vistazo a los últimos estudios epidemiológicos, la realidad observada (nunca mejor dicho) apunta que entre el grupo de personas que consumen lácteos desnatados hay mayores tasas de sobrepeso y obesidad que entre aquellos que consumen lácteos enteros… ¿sorprendido? Déjame que te ponga en antecedentes.

En primer lugar te recomiendo que hagas una lectura comprensiva de la entrada La maleta de Asimov, o por qué lo que ayer era bueno hoy es malo (y viceversa). Con ella en mente, permite que te muestre alguna de las conclusiones de los estudios al respecto del uso de los lácteos en cuanto a su contenido en grasa y su relación con el peso de los consumidores. En este estudio, High dairy fat intake related to less central obesity: a male cohort study with 12 years’ follow-up  (Un alto consumo de grasa láctea se relaciona con una menor obesidad central: estudio de 12 años de seguimiento sobre varones) se pone de relieve en sus conclusiones algo que ya se deja entrever en el título: Una alta ingesta de grasa proveniente de los lácteos se asoció con un menor riesgo de obesidad central, al tiempo que una baja ingesta de grasas de origen lácteo se asoció con un mayor riesgo de obesidad central.

Más aun, en una vuelta de tuerca a este “sorprendente” dato, este otro estudio, un metaanálisis, The relationship between high-fat dairy consumption and obesity, cardiovascular, and metabolic disease (La relación entre el alto consumo de grasa láctea y la obesidad y las enfermedades cardiovasculares y metabólicas) concluye que:

La evidencia observacional no apoya aquella hipótesis que afirma que la grasa láctea o que los lácteos con alto contenido graso contribuyan al aumento de la obesidad o al del riesgo cardiometabólico. [Sin embargo, esta evidencia] sugiere que el consumo de lácteos con alto contenido graso dentro de los patrones dietéticos típicos se asocia de forma inversa con el riesgo de obesidad. Aunque estos hallazgos no han ser tomados de forma concluyente, pueden proporcionar un [interesante] punto de partida para futuras investigaciones sobre el impacto de la grasa láctea y la relación de elementos alimentarios de origen bovino, en especial el la grasa láctea, sobre la salud.

Dicho esto, creo que merece la pena contextualizar esta información:

  • La percepción de que las grasas, todas, “son malas” es una cuestión errónea que aun persiste (y lo que te rondaré… morena) de forma importante entre la población general.
  • Entre este “conocimiento” poco actualizado no se hace una mayor distinción entre el tipo y origen de esas grasas. Sin embargo, está claro que los distintos tipos de ácidos grasos tienen diferente efecto más allá de su origen y de que sean saturadas o insaturadas.
  • De este modo, buena parte de la población (general y profesional) se ha preocupado de no incluir en la dieta “tantas” grasas y ha dado la espalda al peso de otros elementos en la dieta, entre ellos y de forma principal los alimentos ricos en hidratos de carbono simples.
  • Así pues, poner en práctica acciones de estigmatización de las grasas sin prestar mayor atención a otros elementos dietéticos, por ejemplo, reemplazando grasas por una importante cantidad de esos hidratos de carbono no ayuda nada a la solución del problema. Es decir, tenemos un problema de similares consecuencias que el anterior pero con distinto origen. Sé que me entiendes, ¿qué te parece una merienda de café con leche (desnatada) con sacarina y una megatostada con mermelada? Es solo un ejemplo, pero creo que me comprendes.
  • Es posible, insisto, posible habida cuenta del carácter observacional de los estudios mencionados, que aquellas personas sobre las que se ha constatado un mayor uso de lácteos desnatados lo hagan así en base a su circunstancia previa de sobrepeso u obesidad. Es decir, los toman porque (errónea o acertadamente) quieren revertir esa situación, más que al contrario, es decir, que la toma de lácteos desnatados les haya conducido a padecer sobrepeso u obesidad.
  • Por último, y esto es parte del debate que queda abierto en base a los últimos datos observados, es posible que la grasa de los lácteos enteros contenga algún elemento que bien de forma general o a partir de un mecanismo desconocido, influya en el aumento de la saciedad de las personas que los consumen. De este modo, es posible y por tanto habrá de ser investigado, como bien se apunta en el metaanálisis mencionado, que algo en la grasa láctea influya para que las personas que los incorporan terminen ingresando menos calorías.

En conclusión

Leche nevera

A la espera de resultados más concluyentes, si se persigue una reducción del peso corporal creo que cualquier reducción del aporte calórico dentro de un marco dietético general bien planificado será bien recibida. Siempre y cuando esa reducción no implique el dejar de incluir elementos indispensables para el correcto mantenimiento de la salud. Hasta la fecha, ese elemento indispensable, o cuando menos benefactor, dentro de las grasas de los lácteos no se ha puesto en evidencia.

El proceso de perder peso (y después mantenerlo) no debería ser observado nunca como la suma de una serie de medidas excepcionales y transitorias, es decir, nunca como un paréntesis en nuestra vida (tal y como relata la compañera dietista-nutricionista Anabel Fernández@Anabel_Ferser– en este enlace). No vale cambiar cosas que hacíamos mal por otras que estén igualmente mal hechas y…

En el terreno de los lácteos, con sinceridad, no creo, ni de lejos, que la cuestión de que sean enteros o desnatados sea la madre del cordero. Ni la clave en la que hacer descansar el éxito o fracaso de esos loables propósitos adelgazantes.

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Notas: quiero agradecer a Mª del Mar Navarro (@marnavarro94), una alumna aplicada de 2º curso del Grado de Enfermería de la Universidad San Jorge, el saber “pincharme” para hacer esta entrada.

Al mismo tiempo, si estás con ganas de leer un poco más al respecto de estas cuestiones creo que te podría resultar interesante echar un vistazo a la opinión de Walter Willett, o a la recopilación que sobre este tema hace Luís Jiménez (@centinel5051) en su blog.

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Imagen: Ambro vía freedigitalphotos.net

Café verde para adelgazar: tan improbable como los perros de ese color

Café verde Biocol

Olvídate del rosa, de Édith Piaf o de Louis Armstrong… es con el color verde cuando lo vemos todo mucho mejor. De pequeño, las evaluaciones que recibías del colegio llegaban en forma de colores y el verde significaba lo mejor, el “10”; un semáforo en verde es una puerta abierta, un continúe por favor, un adelante, algo positivo; el tema ecológico se relaciona con lo verde, la pureza, la naturaleza… Así pues, verde = buen rollo; y cafés y tés verdes pues para qué te voy a contar (del té ya me encargaré en otro post)

¿Qué es el café verde?

Según la Federación Española del Café, el café verde es el fruto del cafeto que no habiendo terminado de madurar carece de mucílago y tiene la pulpa color verde. Sin embargo, según a quién se le consulte, las respuestas pueden ser diferentes y variadas. Por ejemplo, para algunos el café verde es cualquier grano de café que no haya sido tostado; para otros es lo que se conoce como “café pergamino” es decir, el fruto del cafeto (endospermo) envuelto en su liviano endocarpio, etcétera. Desconozco si en el mundo particular de los gili-complementos dietéticos por “café verde” se entenderá otra cosa. De todas formas, los supuestos beneficios adelgazantes del llamado popularmente como “café verde” se hacen descansar muy a menudo en una familia de compuestos en particular, los ácidos clorogénicos. Así, no son pocos los fabricantes que han obtenido y registrado sus propias fórmulas de estos ácidos extraídos del café y lo han postulado como una sustancia con potentes efectos adelgazantes.  Y cuentan con sus estudios científicos y todo en los que, ¡oh sorpresa-quién nos lo iba a decir! los resultados son espectaculares. Con esos resultados y como no cabría de otro modo, se realizan fabulosas promesas en su venta y promoción. Tienes un ejemplo de lo que te cuento en el Svetol®

¿Pero adelgaza o no el café verde?

Las posibles respuestas serias son tres, escoge la que quieras:

  • No;
  • Muy poquito;
  • No se sabe.

Aun no ha habido un estudio serio que haya sido capaz de poner de relieve este efecto de una forma clara, incontrovertida. Y entonces ¿quién dice que el café verde es adelgazante? Pues los de siempre en cada caso, solo los que lo comercializan, distribuyen o fabrican, es decir, todas aquellas personas empeñadas en timar a todos aquellos a los que los ojos les hacen chiribitas cuando oyen hablar de un remedio fácil, un atajo, que les acerque por unos pocos euros (o no tan pocos) una solución esquiva. Solo hablan maravillas de él quienes quieren engañar a los que se dejan engañar. Y de ambos grupos de personas, tristemente, hay un nutrido grupo.

¿Tienes alguna prueba de lo que dices?

Pues sí. Por un lado están los “prestigiosos estudios científicos” en los que el café verde o su extracto sale victorioso y, por el otro (y esta es la parte importante, más que nada porque debiera ser la definitiva) están los dictámenes de la EFSA al respecto de su utilidad, y qué lo que sí y qué no se puede decir sobre sus propiedades a la hora de venderlo. De los primeros, tienes este ejemplo de aquí o este otro en los que el uso del café verde sale “victorioso”. Sin embargo, en un estudio de revisión y metaanálisis (aparentemente libre de conflictos) con el fin de verificar las pruebas que se le atribuyen al extracto de café verde para perder peso: The Use of Green Coffee Extract as a Weight Loss Supplement: A Systematic Review and Meta-Analysis of Randomised Clinical Trials, se concluye que:

Los ensayos clínicos aleatorizados realizados hasta la fecha parecen indicar que la ingesta de la extracto de café verde puede promover la pérdida de peso. Sin embargo, existen varias advertencias. La magnitud de su efecto es escasa y su relevancia clínica incierta. Son precisos más ensayos rigurosos con mayor duración para evaluar la eficacia y seguridad de este extracto de café verde como un suplemento de pérdida de peso.

Efsa green coffee

 

En lo que respecta a la opinión de la Autoridad Europea de Seguridad (EFSA), a esta se le han consultado al menos en un par de ocasiones el papel del extracto de café verde en la pérdida de peso. En una de ellas el solicitante retiró la consulta (withdrawn) antes de que el panel de expertos respondiera (dicho de otra forma, se echaron para atrás). En la otra consulta el panel se terminó pronunciando y dijo que nones:

No esté establecida una relación causa y efecto entre el consumo de ácido clorogénico y el mantenimiento o el facilitar alcanzar un peso saludable.

La situación actual

Café verde cápsulasAlgo se me debe de escapar del actual marco de venta de todos estos productos dietéticos. Me explico. El otro día, haciendo tiempo, pasé cerca de media hora en los pasillos de “herbodietética” de unos conocidos grandes almacenes. La experiencia fue rara, como esa desagradable sensación de que el vacío te llama cuando te asomas a un precipicio insondable… ¿Pero qué pasa… qué es lo que se me escapa? ¿Por qué si hay un posicionamiento de la EFSA al respecto existen todos estos productos que mienten más que hablan? Y no me refiero al café verde solo, sino a toda la caterva de productos milagro, de ridiculeces, sobre los que la EFSA ha emitido ya una opinión. Por lo que yo sé, si la EFSA dice que algo no está probado, incluso si no se ha manifestado en sentido alguno sobre su efecto… está prohibido anunciarlo con ese efecto no probado. Entonces, ¿Qué pasa con el café verde, el guaraná, la cetona de frambuesa, el pimiento, el extracto de judía, el vinagre de manzana, y la biblia en verso que se publicitan y venden sin el menor pudor como eficaces contra los kilos de mas?

¿Acaso me estoy confundiendo a la hora de hacer una lectura de las circunstancias y por alguna razón que se me escapa, al final, todos estos productos pueden venderse con esas alegaciones? ¿Puede por favor algún lector agradecido, la OCU, FACUA, CEUCCU… o la mismísima AECOSAN sacarme de mi error?

¿No debería de estar esto más controlado?

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Nota: con esta entrada doy mi respuesta a la duda vía TW de una buena compañera, Beatriz Magallón (@bea_magallon). Además quiero agradecer la colaboración de una buena amiga y también compañera Raquel Bernácer (@aliment_ARTE)

Cómo perder 7 kilos en 15 minutos o las fotos del antes y después

Sabes bien que no me gusta nada la utilización de fotos con el “antes” y el “después” para la promoción de productos y sistemas adelgazantes. Además, no se trata solo de una cuestión de gustar o no, si no también de hacer las cosas conforme a las normas. Y es que el uso de este tipo de recursos está, a mi modo de entender, prohibido en el Real Decreto 1907/1996 sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria.

Sin embargo, es una estrategia que campa a sus anchas cuando de promocionar un determinado sistema adelgazante se trata. Y lo peor, no es solo eso, que se haga, vamos a decir “honestamente”, me refiero sin manipulación; lo peor es cuando además se engaña de forma fraudulenta presentándonos un “después” irreal, falseado mediante técnicas informáticas para el tratamiento de la imagen, llámale Photoshop, morphing, o como quieras. Para muestra un botón:

No obstante, si no se disponen de estos medios también hay una serie de estrategias para mejorar tu “después” aunque este diste del “antes” apenas 15 minutos. Aquí tienes el ejemplo de una entrenadora personal australiana que aplicando unos sencillos trucos (con la forma de la pose, la ropa utilizada, y demás elementos de atrezo) obtuvo un resultado completamente diferente y… a partir de ahí, si quieres, a promocionar tu última crema adelgazante, tu gimnasio, o lo que quieras. Claro que al igual que ella siempre puedes utilizar estas técnicas para poner de manifiesto lo zafio de usar estas estrategias y denunciar lo sencillo que resulta falsear la realidad.

Ahora bien, si lo tuyo son cuestiones más creativas y para pasar el rato, siempre puedes preguntarte qué fue primero, si la pizza de pepperoni o la modelo en bikini

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Actualización: Me ha parecido muy interesante la aportación del primer comentarista, Ernie @ernie_aka (¡gracias!) que ofrece un mejor ejemplo si cabe de cómo manipular en poco tiempo las imágenes del antes y el después, y por tanto, la incluyo a continuación:

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Nota: quiero agradecer una vez a más a un buen amigo, Miguel Justribó (@migueljustribo ) el haberme hecho llegar varios de los recursos para esta entrada.

Nutrición-área 51: «Ojo de halcón» para adelgazar

Ojo de halcónLo reconozco, este podría ser uno de los temas prototípicos de la mencionada “nutrición-área 51” y, a pesar de que parece broma, no lo es. Tristemente. Se trata de la enésima bobada para adelgazar y se llama “ojo de halcón”.

Reconozco abiertamente que me sorprendió el saber de esto el otro día cuando una compañera (Diana Martínez ‏@gabinetedm) lo puso en Twitter, es más, a resultas solo del cartel, no tenía ni idea de qué podía ser… ¿tendría que ver con algo de jugar a tenis, o con aquello de convertirse en un aguerrido arquero? Al fin y al cabo ambas actividades requieren ejercicio físico y, si de adelgazar se trata, pues la de aquel. Pero va y no. Deja que te cuente que la cosa se pone surrealista.

Algo que por otra parte ya se barruntaba cuando en el mismo anuncio se puede leer lo de que “si no adelgazas te devolvemos el dinero”. Expresiones de este tipo apestan. Posteriores indagaciones (ya digo que andaba más perdido que un supositorio en el oído) me llevaron a saber que se trata de una piedra. Sí, una piedra, pero con poderes claro; de qué si no eso de que te va a ayudar a adelgazar. No he podido averiguar qué tipo de piedra es esta geológicamente hablando (así de lejos parece ónice) o si los múltiples poderes que se le atribuyen proceden de su ubicación geográfica original o si le han sido transmitidos por la acción de algún tipo de chamán.

Es lamentable que a estas alturas de siglo y en nuestro entorno haya gente que se aproveche de la desesperación de terceras personas para hacer su agosto y atracarles con engaño (lo que se llama fraude, vamos). Lo más gracioso de todo es que las fuentes consultadas al respecto de este supuesto remedio gemoterápico coinciden sólo en parte a la hora de atribuirle sus propiedades. Ya te puedes imaginar la calidad de las fuentes consultadas, pero al menos en la que se cita en el anuncio, se pueden contrastar las múltiples aplicaciones de esto llamado “ojo de halcón” que empieza, como cabría esperar, por aquello del adelgazamiento y luego se mete en unos berenjenales chákricos de padre y muy señor nuestro:

Es bueno para adelgazar ya que quita la ansiedad por comer. Angustia. Dislexia. Sistema circulatorio. Intestino. Piernas. Saca del subconsciente lo que hay detrás de un cuello y hombro rígido. Gases. Todas las patologías cardiacas. Disuelve patrones de pensamiento restrictivos y negativos y las conductas arraigadas.

Es una de las piedras que llaman y atraen el poder del chakra base. […] Aplicada en el primer chakra, si la llevas puesta o meditas con ella, infunde paz y curación en las realidades físicas. Es una de las mejores piedras para emplear en la lucha contra esquemas negativos manifestados en enfermedad física.

Cura la energía terrestre y asienta las energías. Estimula y da vigor al cuerpo físico. Fomenta la visión y la intuición. Incrementa las capacidades psíquicas Incrementa la clarividencia

Limpia y energetiza el chacra básico. Puesto en la esquina de la riqueza de una habitación, el ojo de halcón atrae abundancia. Disuelve patrones de pensamiento restrictivos y negativos. Disuelve las conductas arraigadas. Pone los asuntos en perspectiva. Mejora el pesimismo. Mejora el deseo de culpar a los demás por los problemas que uno mismo se ha buscado. Trae a la superficie las emociones encerradas

Trae a la superficie las enfermedades de vidas presentes y pasadas. Sobre el tercer ojo, ayuda a volver a la fuente de un bloqueo emocional. Saca a la superficie las razones psicosomáticas que están detrás de un hombro congelado o un cuello rígido.

La cosa se explica por sí sola, opino; y a pesar del mucho juego que podrían dar, me voy a ahorrar los comentarios sarcásticos.

Como digo, otras fuentes, además de y con ausencia de, le atribuye las siguientes propiedades:

Se la aplica en el chakra coronario. Nos permite analizar los acontecimientos del diario devenir. Piedra de defensa de los medios negativos, donde los campos vibratorios producen fatiga, malestar o dolores físicos. Ubicada sobre los ojos, nos ayuda a adquirir una visión interior, mayor compostura y equilibrio. Aclara el fino material de nuestros canales de energía. El Ojo de Halcón fortalece nuestros órganos respiratorios y actúa los chakra cardíaco, umbilical y esplénico. También es beneficioso para problemas del bajo vientre, huesos y articulaciones. Tiene un efecto favorable sobre el torrente sanguíneo. […] Contra el mal de ojo. Recomendable cuando se está en campos negativos, ya que da fuerza y estabilidad. Acuario y Géminis: favorece la ampliación de perspectivas en el análisis de los acontecimientos de la vida cotidiana. Protege de los campos vibratorios negativos, etc. [y claro está] Suele reducir la sensación de hambre, por lo que es muy recomendable llevarlo puesto a la hora de hacer dieta.

Que digo yo que, que al menos se podría pedir un poco de coherencia por parte de los gemoterapeutas para estafar a la gente. Es decir, podrían ponerse de acuerdo.

En fin, un vivo ejemplo de porqué funcionan estas cosas… porque es lo que determinadas personas quieren oír. O como decía aquel, mientras haya bobos habrá engañabobos. Una pena.

Nota: Por si te has quedado con la misma duda que yo me quedé al saber de esto, he llegado a conocer que el famoso «ojo de halcón» para que funcione solo hay que llevarlo puesto, es decir no hay que ubicar la piedra en ningún orificio, ni trgársela, ni nada de cosas raras. Solo ponérselo encima.

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Imagen: @gabinetedm

¿Cuándo fue la última vez que comiste un alimento «prohibido»?

Chico pensandoEl otro día, hablando con Carlos un compañero tuitero (@PerdiendoMasa) salió a colación la cuestión de si todas las dietas implican “prohibición” de alimentos. No nos engañemos, en la mayor parte de los casos “dieta” igual a “alimentos prohibidos”. Esta es al menos una de las igualdades que muchas personas atribuyen a la palabra “dieta”, bien sea en el sentido más estricto con una lista concreta de alimentos prohibidos (por grupos o detallándolos de forma concreta) o bien a modo de restricción más o menos imprecisa: “de esto poco frecuentemente”.

Carlos argumentaba si yo, por ejemplo, defensor de un patrón de alimentación “libre”, pero con condiciones, no prohíbo el bacon. Solo la casualidad quiso que yo la noche anterior a esta conversación hubiese cenado eso, bacon. Y aunque fueran solo dos lonchas en el marco de una cena eminentemente vegetal, le tuve que decir que no, que no lo prohibía. Más que nada porque, al menos en lo que a alimentación se refiere, trato de poner en práctica aquello que recomiendo.

Para matizar mi respuesta le comenté que si bien cené aquella noche bacon, recuerdo perfectamente cuándo fue la anterior vez que consumí ese alimento… y fue el 12 de octubre (tres meses y medio atrás). Y no, no es porque lo tenga apuntado, es porque lo consumí en una ocasión especial, en el pueblo y junto a la chimenea.

Y a este tipo de consumo es al que me refiero con lo de poco frecuentemente o esporádicamente. Si hay algo que consumes muy de ciento a viento es probable que lo recuerdes lejano en el tiempo… o bien que ni te acuerdes. Voy con otros ejemplos propios a ver si se me entiende mejor.

  • ¿Cuando fue la última vez que comí bollería industrial? Quitando los roscones de Reyes sinceramente ni me acuerdo. Probablemente hace años, y no pocos.
  • ¿Cuando fue la última vez que comí en una cadena de hamburgueserías? Creo que fue hace dos años en verano, con mi mujer, a solas, y en unas circunstancias que hacían imposible otra elección (o la que había era de similar enjundia) Creo que fue en un McDo, pero igual me equivoco y en un BK, sinceramente, no estoy seguro.
  • ¿Cuándo fue la última vez que comí un caramelo, golosina, gominola, chocolatina tipo chuche, galleta de chocolate, etcétera? No me acuerdo, es la pura verdad.
  • ¿Cuándo fue la última vez que comí una pizza industrial (en casa o fuera)? Fuera hace muchos, pero muchos años, igual 20; y de las de calentar en casa… ni me acuerdo, muy de ciento a viento un bocado para terminar por concluir siempre que no sé porqué se lo di…

Etcétera.

Ni que decir tiene que preguntas referidas a otros alimentos, de otros grupos, normalmente vegetales, alimentos menos procesados, legumbres, etcétera, tienen al menos en mi caso y en el de mi familia unas respuestas completamente diferentes a las antedichas.

La idea por tanto es saber si esas cosas que se recomiendan comer poco frecuentemente forman o no parte de tu habitual catálogo de alimentos. Es decir, prohibiciones las justas; y sí un adecuado planteamiento de prioridades alimentarias… desde las más a las menos priorizadas. Si eso es prohibir alimentos, pues vale. Pero yo creo que no.

Me alegró el haber llegado a un punto de encuentro con Carlos.

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Imagen: imagerymajestic vía freedigitalphotos.net

Suplementos y complementos dietéticos con sorpresa (y no precisamente agradable)

nuchylee vía freedigitalphotos.net

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En diversas ocasiones he aportado en este blog mi opinión sobre los complementos y suplementos dietéticos. En general, creo que son innecesarios o una pérdida de dinero. En la mayoría de las ocasiones las dos cosas a la vez. Pero además pueden ser peligrosos. Y no me refiero al peligro intrínseco que supondría el exceder la ingesta máxima tolerable de las distintas sustancias que suelen aportar estos productos, algo que no hay que perder de vista cuando se suplementa a la ligera y que entra dentro de lo probable.

Me refiero al peligro de que no lleven lo que dicen que llevan y que, además, incluyan sustancias, fármacos, no declarados. Pensarás que me ha dado un siroco conspiranoico. Pero no, o no al menos si nos ceñimos a lo que recientemente se ha puesto de relieve en Estados Unidos a raíz de una investigación del diario USA Today.

Según esta reveladora investigación se estima que existe una amplia gama de este tipo de productos que: 1º incluyen sustancias de acción farmacológica no declaradas y; 2º no pocos de los directivos de estos “laboratorios”, además de contar con importantes antecedentes penales (muchas veces relacionados con la posesión de drogas y medicamentos de manera ilegal) están inmersos en procesos legales fruto de las irregularidades halladas en los productos que comercializan las empresas para las que trabajan.

A mí, que queréis que os diga, me llama poderosamente la atención que aquellos productos que habitualmente se comercializan bajo la etiqueta de “natural” contengan sustancias que han de estar sometidas a una estrecha vigilancia farmacológica. La posible razón, y esto es un suponer, es que ya que por lo visto esas sustancias “naturales” no hacen nada o tienen el mismo efecto que untarse las orejas con vino, es decir, nulo, sus fabricantes “aderezan” esos productos con aquellas drogas de acción farmacológica que sí han demostrado el efecto perseguido. ¿Quieres ejemplos? Vamos allá.

Sin ir más lejos, uno de estos suplementos nutricionales (las píldoras de la tranquilidad del Dr. Larry) que se vendían para conciliar el sueño de forma “natural” a base de incluir raíz de escrofularia y regaliz, resulta que además incluía dos potentes fármacos, un antipsicótico (Clorpromacina), y un antidepresivo (doxepina). ¿Asustado? No te culpo; pero espera aun hay más.

Por ejemplo, en algunas pastillas también “naturales” para favorecer la actividad sexual se encontraron cantidades significativas de tadalafilo el principio activo de Cialis, un fármaco para tratar la disfunción eréctil y que es un análogo del sildenafilo (presente en Viagra). Igual merece la pena que leas esta entrada ¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?. Eso en el caso de los suplementos para los hombres, en el caso de las pastillas “para las mujeres” también estaban contaminadas

Victor Habbick vía freedigitalphotos.net

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Los escándalos siguen y no son precisamente una anécdota en este mundillo de los suplementos y los complementos: suplementos deportivos con esteroides, suplementos vitamínicos con análogos del sildenafilo (otra vez), complementos dietéticos supuestamente para perder peso que contienen fármacos diuréticos, no declarados, de venta exclusiva con receta, etcétera. La Food and Drug Administration, la FDA, que es el organismo de la administración norteamericana que ha de velar por la seguridad (y en su caso por la efectividad) de alimentos y fármacos cuenta en la actualidad con un listado de 123 empresas que comercializan cuatro centenares largos de productos (suplementos y complementos) que se distribuyen adulterados o contaminados. Lo más “gracioso” es que el tema viene de largo. Sin ir más lejos, en enero de 2009 la misma FDA amplió un listado inicial de complementos dietéticos que se vendían con la presunta finalidad de ser útiles en la pérdida de peso. En ese listado aparecían nada más y nada menos que 69 productos adulterados con diversos fármacos (tienes el listado en este enlace).

Al final, qué quieres que te diga, podría dar igual que los directivos de estas empresas tengan o no antecedentes por delitos violentos, evasión de impuestos… pero cuando la cosa trasciende a la posesión de drogas o de fármacos y a su distribución ilegal el tema cambia bastante.

No sé cómo de fino andará este mundillo en España, lo que queda claro es que de vez en cuando también saltan algunas alarmas con los mismos o similares problemas. El verdadero problema es que tanto en USA como en Europa este tipo de productos cuenta con una legislación demasiado laxa. Una legislación que, relativa a los complementos alimenticios, no exige demostrar su efectividad cuando se hace una determinada alegación relativa a la mejora de la salud o de una determinada condición. Aunque, bien mirado, son precisamente esas alegaciones las que no pueden hacerse cuando están circunscritas a los productos con una pretendida finalidad sanitaria (te sugiero que leas la entrada Cómo saltarse a la torera una normativa: la publicidad de productos, servicios… con pretendida finalidad sanitaria)

Que no te engañen, los productos a los que me refiero se suelen etiquetar como “suplementos dietéticosy su venta es frecuente en Internet, pero también en herboristerías e incluso en farmacias. La mayoría de ellos se declaran con ingredientes o componentes “naturales”, muchas veces a base de “plantas”.

Lo más sangrante de todo este asunto es precisamente que la venta de estos productos suele estar circunscrita a su “naturalidad”, y no con poca frecuencia son las personas que quieren huir de los fármacos tradicionales (vaya usted a saber por qué razón) las que terminan siendo sus principales compradores… vaya ironía.

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Bendito o maldito chocolate

No me digas que no disfrutaste con la noticia hace unas dos semanas en no importa que medio de comunicación, con aquello de que el consumo de chocolate es no ya un alimento beneficioso, sino que además puede ser un aliado contra la obesidad, fíjate que maravilla de titulares:

Etcétera

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Todos estos titulares y en la mayor parte de los respectivos contenidos lanzan un mensaje a la población general sin aparentes contradicciones y contundente que, no me extraña, termina por provocar un cacao importante contrario a la creencia popular sobre el tema.

En realidad estas noticias parten de la publicación de un estudio científico de carácter observacional en el que se cuantificó el consumo de chocolate en una población de 1458 adolescentes europeos (entre 12 y 17 años) al tiempo que se valoraron distintas variables antropométricas y analíticas. El resultado: que aquellos participantes que según el procedimiento del estudio consumían más chocolate tenían al mismo tiempo una menor cantidad de grasa corporal total y de grasa abdominal. ¿Quiere decir esto que consumir chocolate lejos de engordar puede ayudar a adelgazar? La respuesta obviamente es: No. Veamos porqué.

Los estudios observacionales

Los estudios que observacionales que contemplan la evolución de dos o más variables no implican causalidad y menos una causalidad unidireccional.

Imaginemos dos variables, A y B que en este caso no serán el consumo de chocolate (A) y el grado de adiposidad (B) sino otras, y veamos hasta que punto se puede establecer una relación de causalidad (en cualquier dirección)

Imaginemos ahora que la A es el consumo de sandía, y que la incidencia de muertes por ahogamiento es la B. Un sencillo análisis estadístico podría apuntar que cuanta más sandía se consume (A) más personas mueren ahogadas en el mar o en las piscinas. ¿Es esto cierto? Totalmente: cuando más sandía se consume, más ahogados hay. ¿Acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es no. La correlación existe entre A y B (aumentan al mismo ritmo) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (en temporada de sandía, en verano)… y también entonces se baña más, con lo que las probabilidad de que haya más ahogados aumentan. En este caso, además de A y B hay otra variable, C, que sería el calor. Es decir, C favorece tanto a A como a B.

Luego está el tema de la direccionalidad, podemos comprobar que dos variables evolucionan aparentemente relacionadas, pero suponiendo que haya una relación de causalidad, ¿qué dirección tiene, A es causa de B, o es al contrario y B es causa de A? Como bien se explica en el blog comer o no comer, supongamos que quieres ser millonario (variable A) y has observado que entre los millonarios se hace un uso extendido de los relojes de la marca Rolex (variable B). Así pues te gastas un pastizal y te compras un Rolex… ¿aumentarán las probabilidades de hacerte millonario? Ya sabes que no, porque en este caso esa causalidad lleva un sentido inverso al que tú buscas.

Y para acabar, puede ser que A y B evolucionen al mismo ritmo (directa o inversamente) por mera casualidad y que no haya nada que las relacione. Es el caso como bien se apunta en el blog de alimmenta de la observación de que el uso de lentillas y de las cifras de obesidad llevan caminos paralelos: cuanto más se extiende el uso de lentillas más obesos hay. ¿Tú crees que habrá alguna relación? Pues eso.

Consumo de chocolate, función intelectual y premios Nobel

Todos estos frecuentes errores de apreciación en los estudios observacionales le llevaron a Franz H. Masserli a publicar con toda la ironía del mundo este editorial. En él y con el sarcasmo más exquisito posible (fruto de considerar estudios observacionales) concluía que ya que el chocolate estimula las funciones intelectuales y que estas representan un importante factor para ganar el premio Nobel se debería promover su consumo. Máxime cuando está más que comprobado que el número de premios Nobel de cada país se correlaciona de forma directa y casi perfecta con el consumo de chocolate. Es decir, cuanto más chocolate consumen los ciudadanos de un país, más premios Nobel hay entre las personas de esa nacionalidad; y cuanto menos chocolate, menos premios Nobel. Te recomiendo que leas el editorial mencionado ya que los detalles humorísticos y la fina ironía están presentes en todo el texto desde los conflictos de intereses de autor (que dice consumir frecuentemente chocolate negro de la marca Lindt) hasta el cómo analiza las limitaciones de “su estudio” y da sus explicaciones.

Las limitaciones (no pocas) del estudio «coma chocolate para adelgazar»

Más allá del sensacionalismo periodístico con el que se tergiversan los resultados de un estudio más o menos bien planteado, el propio estudio motivo de discordia hoy en esta entrada recoge muchos otros resultados y se hace eco de sus no pequeñas limitaciones. Todo ello, en suma, hace que nos tengamos que cuestionar los titulares que hemos visto más arriba.

Por ejemplo, entre los resultados más silenciados está el de dar a conocer que precisamente los adolescentes que más chocolate consumían realizaban al mismo tiempo más actividad física, algo que, así a bote pronto, creo que tiene algún impacto sobre el grado de adiposidad final.

Entre las limitaciones, también reconocidas en el propio estudio (y que se obvia mencionar en la mayor parte de las noticias) está el propio método… ¿Cómo se llegó a cuantificar el consumo de chocolate entre los adolescentes? Pues muy sencillo preguntando dos únicos días tomados en semanas correlativas cuánto chocolate habían comido (entre otras cosas) ¿Acaso dos días tomados al azar representan el consumo habitual de chocolate de los encuestados? Yo diría que a medias, muy a medias o que al menos con no pocas reservas.

Otra de las limitaciones fue el no distinguir en ese consumo las distintas variedades de chocolate existente ¿acaso tendrá el mismo impacto comer chocolate negro que blanco que con leche? Yo apostaría a que no y es algo que no se valoró (y así lo dicen los propios autores en el estudio al completo)

Y ya que estamos con el tema de las causalidades y demás… se me ocurre plantear una posibilidad para explicar estos aparentemente sorprendentes resultados. ¿Sería descabellado pensar que los padres de aquellos jóvenes que están más en forma y tienen menos obesidad permitan a sus hijos o pongan a disposición el comer más chocolate? Si respondemos de forma afirmativa, esta sería una buena explicación para los resultados.

Así pues, ya termino, te recuerdo un par de útiles estrategias para manejar este tipo de titulares en los medios de comunicación. Por un lado: si algo suena demasiado bonito como para ser verdad, lo más probable es que no lo sea. Y por el otro, que acudas a las fuentes, en el propio artículo los autores dicen textualmente que:

 “los resultados de este estudio han de ser tomados con precaución debido a la propia naturaleza del estudio [obeservacional]”

Una precaución que ha pasado inadvertida en las noticias mencionadas.

De todas formas para los amantes de las noticias sensacionalistas, aquí les dejo más madera, en otro estudio observacional que también contrastó esta realidad al comprobar menores Índices de Masa Corporal entre aquellos adultos que consumían más chocolate dentro de la población en estudio.

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¿Compensar… o volver a descompensar?

Imagina que navegas en una barca de remos que manejas tú. Supongo que sabes como funciona el tema, si quieres avanzar en línea recta tienes que remar con ambos remos al mismo tiempo, con la misma cadencia y con la misma potencia. De otro modo, llevándolo a un extremo, si remas solo con el remo de un lado te torcerás y luego tendrás que «compensar» remando solo con el otro para retomar tu ruta con el riesgo de ir dando bandazos de un lado al otro.

Remar

Te cuento todo esto porque me da la sensación que dentro del mundillo dietético, el de las dietas, los regímenes y el control del peso, se suele aludir con especial alegría a un concepto al que a menudo se le denomina como “compensación”.

Seguro que te suena… ¿que resulta que te has pasado en una comida o durante una cierta temporada comiendo más allá de lo que te conviene? No pasa nada, reza esta filosofía, pues “compensas” y arreglado. Y a mí no me parece, ni de lejos, un mensaje adecuado cara a la población general. Tal y como decía mi abuela es como pasar de la gran “secada” a la gran “remojada” sin conocer la virtud en el punto medio. Es decir, desde mi punto de vista la teoría de la “compensación” abre de par en par la puerta a hacerlo doblemente mal… primero cometiendo un exceso y luego una carencia que no ayuda para nada a entender estas cuestiones como debieran entenderse, o sea, con un poco más de cabeza y de sentido común. Y es que los extremos no son nada buenos, ni los de un lado, ni los de otro. Seguro que con otro ejemplo terminas de pillar lo que te quiero decir.

Otro ejemplo de porqué «el compensar» no sirve

Imagina que te desplazas desde el punto A al punto B en coche y por autopista. Tienes un Ferrari y te gusta pisarle. Por tanto, en algunos tramos te pones a 300 km/h. Pero tu madre que es la que te espera en el punto B y sabe a qué hora has salido del punto A, te va a echar una bronca de campeonato si te ve llegar en tan corto espacio de tiempo (y ya no te cuento lo que te dirá la Guardia Civil si te pilla). Por eso, para que tu madre no se dé cuenta de lo que corres repartes los tramos en los que vas a 300 km/h con tramos en los que circulas a 50 km/hpara compensar y así sacar una media adecuada cara a tu madre. Te diviertes cuando conduces como un loco aunque sabes que luego te tendrás que penalizar conduciendo a 50 km/h, algo que por cierto también es sancionable en autopista. Es decir, mal en las dos ocasiones, aunque a ti y a tu madre el resultado os mole.

Me apuesto mi muro de Facebook a que esta filosofía o consejo, el de la “compensación” lo vas a oír repetido hasta la saciedad en las fechas próximas, lo digo por el tema navidades y demás. Este tema también ha sido leitmotiv de algunas marcas de la industria alimentaria, que sin tener en cuenta estas consideraciones que ahora hago se atreven a lanzar el mensaje de la “compensación” sin mayores miramientos… ¿qué pasa, que te has forrado a la hora de comer? pues hala un yogurcito para cenar y a la cama? Pues mal, es probable que te levantes y te comas a tu madre por los pies; te descompensaste en la comida, redescompensaste en la cena y re-redescompensarás en el desayuno o al día siguiente con bastante probabilidad.

Y digo yo ¿no sería mejor hacer las cosas tirando a bien casi siempre? Es que me da la sensación que está demasiado asumido que si disfrutas en el día a día en la mesa no puedes cuidar tu salud, y que si la quieres cuidar no hay forma de hacerlo sin sufrir o disfrutado al mismo tiempo. Y ése es un gran error.

Que yo no digo que debamos vivir en un permanente estado de excelsa virtud dietética. Lo que digo es que, si partimos de un patrón de alimentación más o menos adecuado, no tenemos porque vivir con ese permanente sentimiento de culpabilidad cuando excepcionalmente comemos de más o comemos de aquello que es menos conveniente. Y menos cuando ese sentimiento de culpabilidad parece que solo sanará mediante la consiguiente purga dietética a modo de penitencia.

No, no y no; ¿comes habitualmente bien y te has “pasado” puntualmente? Pues disfruta y sé feliz, no tienes porque “compensar” nada, tan solo volver a tu ser.

Sobre como interpretar los excesos (los navideños también) tienes aquí otra entrada que arroja un poco más de luz sobre el tema: Y tú, ¿también prevés los excesos?

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Mujer consigue adelgazar porque la comida le huele a mierda y vende su sistema

ApestosoHoy no es 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, no. De otro modo ya me hubiera ganado una buena reprimenda por parte de “mis jefes” (en este medio no ven con buenos ojos las inocentadas ni tan siquiera en tan señalado día).

La regañina hubiera sido directa probablemente porque el titular se las trae. Pero hubiera sido inmerecida ya que este es rigurosamente cierto. Sí, ya sé que parece de la familia de los geniales y falsos titulares de, por ejemplo, “El Mundo Today” o de los increíbles y reales en este caso de mi vecino “El blog del becario”. Pero resulta que el mío también es auténtico. Sin engaño ni doble sentido que medie. Increíble, sí… pero cierto. Te cuento.

Resulta que a Alex Fontaine, una mujer del Reino Unido con más experiencia en dietas milagro que Dukan, Montignac y el Dr. Oz  juntos ha puesto en práctica (y a la venta) un «procedimiento revolucionario» para dejar de comer, más en especial para evitar comer tus comidas favoritas y que al mismo tiempo sabes que “no te conviene” comer. Se llama Stink Yourself Slim (algo así como “apesta tu propia [comida] y adelgaza”)

La idea es tan simple como el cagar (para quien no ande estreñido, claro). Y antes de que te enfades por la expresión, no se trata de una frase hecha. Me vas a entender a la primera: se trata de que tú dispongas de un spray con esencia a culo de mofeta (sic) con el que (ahora es cuando te has de sentar) rociar el entorno donde guardas aquellos alimentos que más te tientan. ¿No lo entiendes? Es bien sencillo, quizá tan sencillo que se nos terminan por escapar los detalles. Se te escapan esos detalles como se escapan esos pedetes que salen cuando estás sentado en el trono, y que si no terminaran de salir es como si no hubieras acabado la faena. (Nota: siento mucho el nivel de las comparaciones pero te ruego que hoy, al menos hoy, no me lo tengas en cuenta: el tema lo está pidiendo a gritos… o a pedos). En este caso, la sola percepción de un olor asquerosamente nauseabundo en aquella comida que más te tienta y que sabedor/a de ello tú te has encargado de rociar pestilentemente, obrará el milagro de terminar por rechazarla y que por tanto no vaya directamente a intalarse en el “haber” de tus cartucheras, barriga, glúteos…

Sigues pensando que estoy de cachondeo, seguro. Afortunadamente hay un video y una página web. Estos enlaces sirven para aportar la indubitable prueba de aquello que te estoy contando: una mujer anuncia que llegó a perder 10 kilos a base de rociar el entorno de alimentos más tentadores con un spray pestilente, de tal forma que, una vez “aromatizada” la comida le resultó tan repulsiva como para no comérsela y de ahí su pérdida de peso. Y más aun, está tan convencida de las virtudes de su método que va y decide comercializarlo.

Sí, lo comercializa. Y lo hace al poco escatológico precio, pero sí muy crematístico, de “tan solo” 30 libras el spray de 50 ml de aroma a culo de mofeta (no pocas colonias de marca son bastante más económicas y no huelen mucho mejor) es decir, 35,14€ céntimo arriba, céntimo abajo.

Alternativas a Stink Yourself Slim

Bien, bien; conocedor como sé que eres de la política de servicio de este blog, sabes que no puedo dejar pasar la oportunidad de comentar algunas alternativas al hecho de que te dejes cerca de 35€ en la compra del pestilente spray. Bueno, antes de las alternativas déjame decirte que aquello que a continuación voy a proponer solo es válido si perteneces al selecto club de aquellas estúpidas personas que se creen las bases intrínsecas del proceso, resumido como:

Me dejo una pasta en el carro de la compra – llego a casa – rocío la despensa, frigorífico… con el pestilente spray de culo de mofeta – no como alimentos por que me terminan resultando repulsivos – los tiro – adelgazo – vuelta a empezar (por que «sin comer» no voy a estar XD)

Pues eso, si crees en la validez de este proceso te propongo que te ahorres 35€ en este producto con una simple acción (si eres de estómago sensible te urjo a que llegados a este punto abandones la lectura de este post). Se trataría de que dos veces por semana cojas un tupper, fiambrera u orinal y hagas tus necesidades más sólidas en él, luego vas y depositas sendos recipientes (abiertos) en tu despensa y en tu frigorífico. Cada semana puedes deshacerte del producto depositado en los recipientes y sustituirlos por una versión actualizada de tus deposiciones. Soy de la opinión que esta sencilla, absurda y altamente desaconsejable medida, te ayudará a que termines por obviar cualquier alternativa que pase por comer cualquier alimento guardado en tu nevera o despensa. (Nota: guardar los alimentos en otras estancias de tu domicilio, mientras se sigua la estrategia de la fiambrera fétida se considera hacer trampa y termina por echar al traste todo el sistema: no adelgazarás)

Pero no todo van a ser propuestas de mejora para mis lectores. Ecuánime como pocos, este blog también tiene propuestas de mejora para la creadora de tan fantástica herramienta. Por ejemplo, en vez de “apesta tu propia comida y adelgaza” como eslogan de venta, le sugiero a Alex Fontaine que haga suyo el manido y elocuente: “¿Quieres ser ligero como una mosca?: come mierda, 100.000 millones de moscas no pueden estar equivocadas”.

Bueno, no nos pongamos nerviosos, yo sigo pensando a ver si se me ocurre algo mejor y más palatable. O mejor aun, igual a los lectores de este post les gustaría animarse y aportar algunas sugerencias que le puedan ayudar a Alex Fontaine a escoger un eslogan para su pestilente solución adelgzante.

Dios qué mundo… qué mundo…

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Nota: Quiero agradecer a mi compañero Raúl de la Fuente García (@rdlfg) el haberme puesto al corriente de esta poco creíble, pero real proposición a partir de este artículo)

Imagen: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net