El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

¿Compensar… o volver a descompensar?

Imagina que navegas en una barca de remos que manejas tú. Supongo que sabes como funciona el tema, si quieres avanzar en línea recta tienes que remar con ambos remos al mismo tiempo, con la misma cadencia y con la misma potencia. De otro modo, llevándolo a un extremo, si remas solo con el remo de un lado te torcerás y luego tendrás que «compensar» remando solo con el otro para retomar tu ruta con el riesgo de ir dando bandazos de un lado al otro.

Remar

Te cuento todo esto porque me da la sensación que dentro del mundillo dietético, el de las dietas, los regímenes y el control del peso, se suele aludir con especial alegría a un concepto al que a menudo se le denomina como “compensación”.

Seguro que te suena… ¿que resulta que te has pasado en una comida o durante una cierta temporada comiendo más allá de lo que te conviene? No pasa nada, reza esta filosofía, pues “compensas” y arreglado. Y a mí no me parece, ni de lejos, un mensaje adecuado cara a la población general. Tal y como decía mi abuela es como pasar de la gran “secada” a la gran “remojada” sin conocer la virtud en el punto medio. Es decir, desde mi punto de vista la teoría de la “compensación” abre de par en par la puerta a hacerlo doblemente mal… primero cometiendo un exceso y luego una carencia que no ayuda para nada a entender estas cuestiones como debieran entenderse, o sea, con un poco más de cabeza y de sentido común. Y es que los extremos no son nada buenos, ni los de un lado, ni los de otro. Seguro que con otro ejemplo terminas de pillar lo que te quiero decir.

Otro ejemplo de porqué «el compensar» no sirve

Imagina que te desplazas desde el punto A al punto B en coche y por autopista. Tienes un Ferrari y te gusta pisarle. Por tanto, en algunos tramos te pones a 300 km/h. Pero tu madre que es la que te espera en el punto B y sabe a qué hora has salido del punto A, te va a echar una bronca de campeonato si te ve llegar en tan corto espacio de tiempo (y ya no te cuento lo que te dirá la Guardia Civil si te pilla). Por eso, para que tu madre no se dé cuenta de lo que corres repartes los tramos en los que vas a 300 km/h con tramos en los que circulas a 50 km/hpara compensar y así sacar una media adecuada cara a tu madre. Te diviertes cuando conduces como un loco aunque sabes que luego te tendrás que penalizar conduciendo a 50 km/h, algo que por cierto también es sancionable en autopista. Es decir, mal en las dos ocasiones, aunque a ti y a tu madre el resultado os mole.

Me apuesto mi muro de Facebook a que esta filosofía o consejo, el de la “compensación” lo vas a oír repetido hasta la saciedad en las fechas próximas, lo digo por el tema navidades y demás. Este tema también ha sido leitmotiv de algunas marcas de la industria alimentaria, que sin tener en cuenta estas consideraciones que ahora hago se atreven a lanzar el mensaje de la “compensación” sin mayores miramientos… ¿qué pasa, que te has forrado a la hora de comer? pues hala un yogurcito para cenar y a la cama? Pues mal, es probable que te levantes y te comas a tu madre por los pies; te descompensaste en la comida, redescompensaste en la cena y re-redescompensarás en el desayuno o al día siguiente con bastante probabilidad.

Y digo yo ¿no sería mejor hacer las cosas tirando a bien casi siempre? Es que me da la sensación que está demasiado asumido que si disfrutas en el día a día en la mesa no puedes cuidar tu salud, y que si la quieres cuidar no hay forma de hacerlo sin sufrir o disfrutado al mismo tiempo. Y ése es un gran error.

Que yo no digo que debamos vivir en un permanente estado de excelsa virtud dietética. Lo que digo es que, si partimos de un patrón de alimentación más o menos adecuado, no tenemos porque vivir con ese permanente sentimiento de culpabilidad cuando excepcionalmente comemos de más o comemos de aquello que es menos conveniente. Y menos cuando ese sentimiento de culpabilidad parece que solo sanará mediante la consiguiente purga dietética a modo de penitencia.

No, no y no; ¿comes habitualmente bien y te has “pasado” puntualmente? Pues disfruta y sé feliz, no tienes porque “compensar” nada, tan solo volver a tu ser.

Sobre como interpretar los excesos (los navideños también) tienes aquí otra entrada que arroja un poco más de luz sobre el tema: Y tú, ¿también prevés los excesos?

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3 comentarios

  1. Dice ser maemía

    […] Seguro que te suena… ¿que resulta que te has pasado en una comida o durante una cierta temporada comiendo más allá de lo que te conviene? No pasa nada, reza esta filosofía, pues “COMPESAS” y arreglado. Y a mí no me parece, ni de lejos, un mensaje adecuado cara a la población general. Tal y como decía mi abuela es como pasar de la gran “secada” a la gran “remojada” sin conocer la virtud en el punto medio. Es decir, desde mi punto de vista la teoría de la “COMPENSANCIÓN” abre de par en par la puerta a hacerlo doblemente mal… […]

    sí que es difícil la palabreja, sí…

    02 diciembre 2013 | 14:44

  2. Dice ser Nuria

    Como siempre no te falta ni una pizca de razón…además está filosofía va directamente asociada a esa otra de «el que no se consuela es porque no quiere»

    02 diciembre 2013 | 16:42

  3. Intentaré seguir tus consejos, pero que difícil es sustraerse a «compensar»…qué bien nos conoces!!

    02 diciembre 2013 | 18:07

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