El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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La responsabilidad de famosillos y medios en la salud: el mal ejemplo de casi siempre

Belén EstebanNo tengo nada en contra de Belén Esteban; en lo personal me refiero. Que mil años de mala suerte recaigan sobre mi estirpe si miento. Otra cosa es como ciudadano obligado, quiera o no, a ser un espectador más de su azarosa vida. Desde esa perspectiva me cae sumamente mal y me parece que incurre en una terrible irresponsabilidad cuando por cuestiones de salud o estética, pero principalmente por la primera, deja caer y ofrece consejos, recomendaciones y experiencias.

Vive Dios que no muevo ni un dedo por seguir sus andanzas, pero es imposible no llegar a conocer su actual reaparición en los medios… Bueno, en los medios no, realmente en Tele Cinco. Así, a partir de conversaciones casuales, titulares en periódicos y demás uno termina por enterarse, quiera o no, de las tribulaciones de esta “princesa del pueblo” (no quiero ni pensar en el pueblo en cuestión si sus «princesas» son así)

De esta forma, sin saber bien cómo, uno acaba por conocer que después de una especie de caída en desgracia al respecto de unas supuestas adicciones (desconozco cuáles) y de haber ganado un cierto peso (por ahí he leído que cerca de 20 kg) terminó por alejarse de los platós. Pero resulta que recientemente ha decidido, una vez más, rehacer su vida, cuestión que me parece muy bien, y pregonarlo a los Tele Cinco vientos. La culpa probablemente no es solo suya, una buena parte la tienen los medios de comunicación que le dan cobertura y que recogen sus declaraciones sin el menor espíritu crítico trasformándose en altavoz y pregón de sus estúpidas estupendas recomendaciones. Y por supuesto, no lo olvidemos, que parte de la culpa es de los consumidores que «compran» el producto. Sin ellos, sin nosotros quiero decir, sin los que terminan por consumir el producto esto no sería posible.

Entre esas recomendaciones de las que hablaba, Belén Esteban atribuye el haber perdido el peso anteriormente ganado a partir de ciertos “trucos” como los de seguir los consejos dietéticos emanados de un test genético a partir de una muestra de saliva. Ella lo suelta, los medios lo recogen y la audiencia hace palmas. Sin más.

Quizá a Dña. Belén Esteban, a Tele Cinco, a ABC y a cualquier otro medio que se haga eco de estas paparruchadas sin el menor atisbo de crítica les interese saber cuál es la actual opinión sobre el valor terapéutico de este tipo de pruebas genéticas de mano de una de las personas más relevantes en este terreno. Me refiero a la opinión del Dr. José María Ordovás quien en una entrevista que recogía el pasado 30 de septiembre el periódico el País se podía leer textualmente las siguientes respuestas de este experto al respecto de la validez de los test genéticos y su posibilidad de ofrecer “soluciones” dietéticas:

[…]

Pregunta. Con este planteamiento le está quitando mucha de la magia a la nutrigenómica. Lo que parecía que se esperaba de ella es que con un análisis de sangre nos dijeran qué debíamos comer para sentirnos mejor. De hecho, ya hay laboratorios que lo ofrecen.

R. Si descartamos las intolerancias, que son otra cosa, esos análisis no tienen sentido.

P. ¿Son un fraude?

R. Podríamos decir que sí. Se basan en análisis que se han hecho en los años ochenta con pruebas poco fiables, pero que cada tiempo aparecen en el mercado, están una temporada, se retiran y vuelven a empezar.

[…]

Además, no estaría mal que la Dra. Crispín, al parecer responsable de la intervención dietética en la Clínica Menorca de Madrid tomara buena nota. Y ya de paso, también tomara buena nota el Muy Ilustre Colegio de Médicos de la correspondiente comunidad autónoma porque, una de dos: o le importa un bledo la opinión de José María Ordovás en materia de nutrigenética o mira para otro lado cuando sus, supongo, colegiados ponen en práctica técnicas con una validez más que dudosa.

Bien, con esta especie de análisis genético que cuenta con todo a su favor de ser un fraude, se le aportó una dieta a Belén Esteban consistente en, oh sorpresa: eliminar los azúcares y los hidratos de carbono de su dieta; incluir el consumo de fruta fuera de las comidas y comer obligatoriamente cinco veces al día… entre otras cosas. Como ya se ha abordado en este blog en cada ocasión, consejos que tienen una dilatada evidencia científica sobre su efectividad en el tratamiento del sobrepeso y obesidad. Es broma claro, en realidad no hay tal evidencia, pero como te lo dice una “doctora” que está en una “clínica” que trata a “celebridades” y que salen en “reconocidos” medios de comunicación… pues como que parece que ha de ser cierto y así nadie se atreve a decir ni “mu”.

Y esto, dejadme que os lo diga, es una puñetera vergüenza. Una indecencia que atañe a muchas personas y que no dudo en absoluto en opinar que pueda tener negativas implicaciones en la salud pública.

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Imagen: http://www.20minutos.es/noticia/821099/0/punset/fenomeno/belen-esteban/

Portadas y titulares en revistas de salud: vergonzosos monotemas

Hay revistas de coches, de motos, de decoración, de bicis, de bricolaje, de moda, de trenes, “del corazón”, de aviones, de cocina, de modelismo, de barcos… y también, claro está, hay revistas de salud.

De entre las últimas, la más leída en España es ‘Saber vivir’, una revista vinculada al menos en sus orígenes el programa homónimo de La 1 (hoy no lo sé). La revista es la número uno en su sector (salud) y, toma buena nota, la número tres de todas aquellas con tirada mensual (sean de la temática que sean) lo que puedes comprobar en este enlace (página 43).

Saber vivir‘Saber vivir’, repito, es una publicación cuya temática es la salud en general. Siendo así, ¿te has preguntado alguna vez cuáles serán sus titulares? Yo sí, y por increíble que lo parezca, siempre, siempre, siempre el tema del titular principal, el de mayores caracteres es el mismo o parecido: la “dieta”, la figura, el adelgazamiento, la silueta, el peso… Es francamente difícil encontrar una portada, un titular, el principal además, en el que no se cumpla esta “norma”.

Puedes comprobarlo de la siguiente manera, vas a google y en la barra de búsqueda pones estas palabras: “saber vivir” revista portada y pinchas en imágenes, y obtendrás un resultado similar a este. Te redacto el tema principal de las portadas que yo veo (con su protagonista entre paréntesis):

Con el plan de saber vivir delgada y más sana (Rosa López).

Tú también puedes adelgazar. Gana fuerza de voluntad (Elena Furiase).

Delgada y más sana con la dieta de Saber vivir (Rosa López, otra vez)

La dieta que sí protege tus células. Nuevo plan anti cáncer (Belén Rueda)

La dieta de Saber vivir te lo demuestra. Comer bien adelgaza (Reina Sofía)

La dieta que se adapta a ti. Adelgazar es fácil (si sabes cómo) (Marta Torné) [he de reconocer que el paréntesis ‘si sabes cómo’ me encanta]

Las claves definitivas para dejar de picar entre horas (Patricia Conde)

Adelgaza y reduce volumen (Fabiola Martínez)

Dieta para evitar la ansiedad por comer (Lola Herrera, sí la de los actimeles prodigiosos)

Rosa nos enseña los alimentos y ejercicios que funcionan (Rosa López, y van tres)

Adelgaza cuidándote: la dieta baja en grasas (Ana Belén)

La mejor dieta para el verano con los alimentos más útiles para adelgazar (Julia Otero)

Sana y delgada, la auténtica dieta mediterránea (Chenoa)

Y así un bochornoso, eterno e inmovilista etcétera.

¿Por qué bochornoso? Porque parece mentira que desde el principio de los tiempos de esta revista todos los titulares sean un reclamo a la dieta, al peso, al adelgazamiento, a la figura, a la delgadez, al volumen, a la retención de líquidos a la ansiedad por comer, a la operación bikini, etc.  Algo debe de estar fallando cuando mes a mes y sin interrupción se ofrezcan en el interior de la revista… o bien las mismas claves o bien distintas.

También porque, esa es otra, los contenidos por ejemplo del número de la revista que promueve en su portada la “auténtica dieta mediterránea” (no podía faltar) ¿serán los mismos que los que promueve la dieta baja en grasa, la anti cáncer, la cronodieta, la depurativa… etc? No, no me parece de recibo que a aquellas personas verdaderamente preocupadas por recibir un mensaje coherente en materia de dietética se les vuelva literalmente locos con tanto mensaje, muchos de ellos por fuerza contradictorios.

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Pero hay más ejemplos de como utilizar de forma abusiva y sempiterna un mismo reclamo. Por ejemplo, tenemos a ‘Men’s health’ y el ofrecimiento casi constante a sus lectores de cómo obtener un abdomen musculado, sin barriga y marcando el conocido como six pack, en castellano, la tableta de chocolate o la tabla de lavar. Los titulares hablan por sí solos (y sus imágenes, claro): “adiós a la barriga, plan de ataque de la A a la Z” o “adiós barriga” (repetido tal cual infinidad de números), “barriga plana ya” o “barriga plana en 15 días”, “la década del six pack”, “pierde barriga en solo 8 semanas”, “el nuevo six pack, más rápido, más fácil”, “six pack, ¡ahora!”, “abdomen más fuerte”…

Esta repetición en los titulares pone de manifiesto que se trata más de una estrategia para aumentar las ventas a base de apelar a las principales debilidades de la plebe consumidora, que de un verdadero interés de ofrecer a la población una información válida. Yo al menos así lo veo. Un significativo signo de los valores de la sociedad general.

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Imagen: farconville vía freedigitalphotos.net

¿Comer cinco veces al día es mejor que comer tres, dos o una?

Tiempo para comerLas cuestiones relativas al número de comidas que se hacen a lo largo del día figuran entre las múltiples estrategias que rodean al tema del control del peso y el adelgazamiento. Por un lado si se come menos veces habrá menos ocasiones para incorporar calorías, pero por el otro, si se come en más ocasiones es posible que se pueda controlar mejor la sensación de hambre y de este modo evitar el riesgo de atracones o picoteos no previstos. La polémica está servida. En este sentido, la mayor parte de las recomendaciones nos hablan de los beneficios de comer pequeñas cantidades más a menudo a lo largo del día.

No obstante, a día de hoy hay bastante controversia en estas cuestiones y lamentablemente, con los más recientes estudios en la mano, no hay una respuesta contundente y eficaz para todo el mundo a la hora de recomendar uno u otro patrón de ingestas.

El problema de no poder llegar a un consenso quizá radique en que hay varios factores implicados en el asunto de la frecuencia con la que se consumen alimentos. Entre los más evidentes, el control del apetito, la sensación de saciedad, el denominado efecto termogénico de los alimentos y, por supuesto la cantidad de calorías finalmente ingeridas. Con todos estos factores en liza no resulta sorprendente que  los estudios que ponen bajo la lupa la frecuencia de consumo de alimentos hayan encontrado asociaciones tanto positivas como negativas con la obesidad.

Por ejemplo, en este estudio (Eating frequency and body fatness in middle-aged men) se puso de relieve que para un mismo valor de calorías, incrementar la frecuencia de las ingestas se asoció a una menor cantidad de grasa corporal. Es decir, comer lo mismo pero en más veces se observó asociado a una menor acumulación de grasa. En este otro (Meal frequency and childhood obesity), además, se aportaba la posibilidad de que, en el caso de los niños, el incremento diario del número de comidas podría tener un efecto protector sobre la obesidad infantil siendo este un factor posiblemente independiente.

Sin embargo, otros estudios no solo no obtienen estos esperanzadores resultados sino que además concluyen en sentido contrario. En este estudio (Eating patterns and dietary composition in relation to BMI in younger and older adults), se concluye de forma bastante contundente que comer más de tres veces al día podría contribuir de forma importante al aumento de la obesidad. Y no es el único que llega a estas conclusiones o similares. Pero aun hay más, otros estudios no llegan a observar ningún tipo de relación entre el número de veces que se come a lo largo del día y su impacto sobre la obesidad.

En resumen y en consonancia con la cuestión de la actividad física, si hubiera que dejar algunos mensajes claros sobre estas cuestiones yo me quedo con las que se hicieron en este estudio (International Society of Sports Nutrition position stand: meal frequency):

1. Aumentar el número de comidas (frecuencia) no parece ser una estrategia que ayude a mejorar la composición corporal de las personas sedentarias.

2. En el caso de deportistas y personas atléticas, y dentro de un aporte de proteínas adecuado, el aumento del número de comidas en períodos de alimentación hipoenergética podría preservar la masa corporal magra.

3. El aumento de la frecuencia de comidas parece tener un efecto positivo sobre diversos marcadores sanguíneos de la salud, en especial sobre el colesterol LDL, el colesterol total, y la insulina.

4. El aumento de frecuencia de las comidas no parece mejorar significativamente la termogénesis inducida por la dieta, el gasto total de energía o la tasa metabólica en reposo. [Es decir, no por comer más a menudo se gasta más]

5. El aumento de la frecuencia de comidas parece ayudar a reducir el hambre y mejorar el control del apetito.

Así que, con todo ello mi consejo es el mismo mismito que comenté cuando abordé el tema del desayuno: ordena tu alimentación. Has de ser tú quien la controle de forma consciente… Para eso, en muchas ocasiones, a la hora de planificar el día que tienes por delante deberás de hacerlo de forma razonable en virtud de las posibilidades de tu entorno, de sus tentaciones, de la actividad física, y siempre tratando de hacer una elección adecuada de alimentos considerando también su cantidad. Que al final te salen 3 veces al día, pues estupendo, que te salen 5, pues también bien… siempre que todo lo demás se haga con sentido común.

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Post data: He creado una página en Facebook en la que podrás seguir día a día este blog. Además, en dicha página podrás seguir mis comentarios personales y otras cuestiones que, por la razón que sea, no tengan cabida en este blog. Si quieres puedes pinchar en el “Me gusta” que hay al principio de esta entrada arriba a la derecha, justo debajo del “seguir mi perfil twitter, en el que evidentemente también serás bienvenido. Te espero! :)

Imagen: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

¿Es obligatorio desayunar si quieres adelgazar?

DesayunoPocas frases relacionadas con la alimentación tenemos tan grabadas a fuego como la que dice que el desayuno es la comida más importante del día, pero ¿realmente lo es, es así para todo el mundo… importante para qué y para quién? ¿Qué hay de cierto en aquella frase que nos advierte que una de las claves de la alimentación saludable dice que hay que desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo?

Si atendemos a una de las cuestiones que seguro más nos preocupan, la obesidad, la relación entre esta y el desayunar o no, no está nada clara. Son varios los estudios científicos que utilizando distinta metodología han obtenido resultados dispares a la hora de establecer una influencia del desayuno (o del no desayuno) en el estatus ponderal de las personas. Por un lado, en algunos casos, parece que se observa una relación directa entre saltarse el desayuno y la obesidad, y sin embargo en otros estudios no se halla tal relación o, por lo menos, apuntan a que saltarse el desayuno podría influir en la reducción de la energía diaria total (lo cual en principio y teóricamente podría ayudar a perder peso).

Como digo las cosas no están nada claras, al menos en este aspecto. Tal es así que en el documento varias veces comentado “Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos” (Consenso FESNAD-SEEDO) se concluye que con la actual evidencia disponible son controvertidas e inconsistentes las investigaciones que estudian la relación entre la omisión del desayuno en adultos y el riesgo de sobrepeso y obesidad. De similar contenido es el artículo titulado Myths, Presumptions, and Facts about Obesity (“Mitos, presunciones y realidades en torno a la obesidad”) que en el correspondiente apartado de “presunciones” y tras revisar diversos artículos en relación a temas “candentes” vinculados a la obesidad afirmó que la expresión “desayunar de forma habitual es un factor protector  frente a la obesidad” es, cuando menos, una presunción. ¡Ojo!, no dice que sea un mito ni que sea falso, dice que es una presunción y que no se debería asumir de forma categórica y darla por cierta.

Además, con no poca frecuencia se confunden situaciones. Me explico. No es lo mismo que algo se suponga que es recomendado y ayude a no engordar (que habría que verlo) con que, por otro lado, sirva para adelgazar una vez que ya se tiene obesidad. Y todo ello, ambas situaciones (no aumentar de peso o bien perderlo), ponerlas en el contexto individual de cada uno. No es lo mismo alguien que no ha desayunado en su vida y conserva un peso y una salud adecuados (que los hay), que alguien que quiere adelgazar, tenga o no la costumbre de desayunar desde siempre. Habrá que ver, si es el caso, porqué no desayuna, en qué situación le deja el no hacerlo (fatiga, malhumor, ansiedad, situaciones de picoteo, grandes ingestas posteriores, etc.). Y si desayuna, lo mismo: cómo lo hace, en qué consisten sus desayunos, etcétera.

Es decir, se trata de poner en el contexto individual el efecto que tiene el no desayunar o el desayunar y cómo se hace. De otro modo, las expresiones generalistas como aquellas con las que empezaba el post, a pesar de su raigambre, no parecen tener mucho sentido.

Lo más probable, si visitas un dietista-nutricionista con el fin de adelgazar, lo que te dirá es que ordenes tu alimentación, que seas tú quien la controle de forma consciente… Para eso, en muchas ocasiones, para organizar un patrón de alimentación coherente es muy probable que te recomiende el desayunar. Puede hacerse inmediatamente tras levantarte, antes de ducharte o después más tarde, con unos u otros alimentos, etcétera. Pero lo más probable que te dirá es que tengas y sigas un mínimo plan de las ingestas a lo largo del día en su más amplio sentido (y el desayuno es una de las posibles). Todo ello en contraposición al ir a salto de mata. No es una clave indefectible, pero si una de las más probables que, creo, te pueden ayudar.

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Imagen: Ambro vía freedigitalphotos.net

Cetona de frambuesa, otra tontería quemagrasa más, embotellada o en cápsulas

Milagros_ Stuart Miles

Hace un par de meses un lector agradecido me puso en antecedentes sobre un producto “para adelgazar” que al parecer está pegando fuerte en Alemania, se trataba de la “cetona de frambuesa” de la que no había oído hablar hasta ese momento.

Todo apunta a que se trata de la enésima filfa milagrosa que se anuncia con el fin de ayudar a sus consumidores a adelgazar a partir de un reclamo tan antiguo como absurdo e inexistente: su supuesto efecto quema-grasa.

Bien, con independencia de que existan algunas moléculas que sean indispensables para la obtención de energía a partir de los ácidos grasos, ya se comentó en esta entrada que aportarla en una mayor cantidad no tiene por qué tener un efecto beneficioso o sinérgico, más al contrario, puede ser incluso perjudicial. La L-carnitina es una de esas moléculas mencionadas en el citado post, sin embargo no está probado y tampoco tendría demasiada lógica que aportar más L-carnitina que aquella que podamos nosotros mismos sintetizar y/o aportar en el marco de una alimentación equilibrada surta el efecto de utilizar más ácidos grasos para obtener energía, es decir, que sirva para quemar más grasa.

Raspberry_ketonePero el caso de la cetona de frambuesa es diferente. Esta sustancia, una cetona aromática de naturaleza fenólica y que responde a la fórmula química 4-(4-hidroxifenil) butan-2-ona, jamás ha demostrado de forma convincente el participar o mejorar el proceso obtención de energía a partir de los ácidos grasos y mucho menos ser necesaria.

Creo que merece la pena hacer constar que su obtención a partir de la fuente natural resulta bastante costosa, sin embargo su síntesis en laboratorio es francamente barata, lo que además, sirve para poner el grito en el cielo con respecto al precio de venta que tiene este producto en el mercado de la suplementación y el adelgazamiento.

La evidencia científica sobre los beneficios de este producto es en la actualidad escasa

Por un lado tenemos la opinión científica de la EFSA de 2011 al respecto del valor del extracto de frambuesa (nótese que no es cetona, sino extracto, todo hay que decirlo) en la que se concluye que las alegaciones de que el extracto de frambuesa, ayude a mejorar la termogénesis, elemento que a su vez ayude a controlar el peso; ayude a controlar la apetito de forma natural; facilite la sensación de saciedad tras una comida; ayude a gestionar el hambre y el apetito; ayude, contribuya o facilite la pérdida de peso; o contribuya a controlar el peso corporal; no están avalados por suficientes estudios en humanos (páginas 21 y 29).

Por el otro en pubmed, la inclusión en la barra de búsqueda de raspberry ketone (cetona de frambuesa) arroja 39 resultados, de los cuales en solo 5 se relaciona esta sustancia con el peso (al menos originalmente) y de los cuales solo hay uno realizado en humanos, muy reciente, el cual comentaré a continuación.

Con el subyugante título de Eight weeks of supplementation with a multi-ingredient weight loss product enhances body composition, reduces hip and waist girth, and increases energy levels in overweight men and women (Ocho semanas de suplementación con un producto de la pérdida de peso de varios ingredientes mejora la composición corporal, reduce la cadera y circunferencia de la cintura, y aumenta los niveles de energía en hombres y mujeres con sobrepeso) en este estudio los autores concluyen que aquellos que utilizaron un preparado comercial a base de “sustancias naturales” que contenía entre otras cetona de frambuesa, cafeína, capsaicina, ajo, jengibre y Citrus aurantium (naranjo amargo) además de seguro, es más eficaz frente al placebo en la pérdida de peso, la mejora de la composición corporal y la reducción de los perímetros de cintura y cadera. Todo ello evaluado en un periodo de 8 semanas que incluía un programa dietético y de ejercicio para personas obesas sanas y activas de ambos sexos.

El estudio, bastante impactante en sus resultados, tiene algunas pegas no pequeñas. La primera de ellas la duración, 8 tristes semanas periodo que, aunque lo afirmen los autores no es suficiente, ni de lejos, para validar su seguridad. La segunda, la escasez de la muestra, a pesar de que se empezó con 70 voluntarios los datos son relativos solo a 45 de ellos ya que el resto abandonó el estudio por diversos motivos relacionados con el programa de dieta, suplementación y ejercicios. De los 45, los datos pertenecen: 27 al grupo de intervención (que tomaban las cápsulas naturales) y 18 al de placebo. La tercera, suponiendo que las diferencias puedan ser atribuibles a las cápsulas con “productos naturales” y sin tratar de hacer de menos la rigurosidad en cuanto al correcto “cegado” de los grupos… ¿cuál o cuáles de los elementos de este cóctel fitoterápico fue el responsable? Y la cuarta, resulta que los dos autores principales del estudio recibieron financiación para la investigación y/o han actuado como asesores de los proveedores de materias primas, productos nutracéuticos y compañías de suplementos dietéticos. No creo que haga falta decir nada más. Ahí lo dejo.

El principio de la cetona de frambuesa

El origen de esta mediática paparruchada, al parecer, se encuentra, una vez más, en los Estados Unidos. El año pasado en el espacio televisivo “The Dr. Oz Show” este señor con su nombre tan mágico y evocador promocionó la cetona de frambuesa como el “número uno de los milagros (sic) embotellados para perder tu grasa”. Tal y como estarás suponiendo a estas alturas, hay una línea de productos «Dr. Oz» que comercializa él mismo. Entre su variopinto catálogo de productos se incluye, evidentemente, la conocida cetona de frambuesa. Pero a día de hoy ya hay en el mercado muchas otras marcas que la comercializan. Una vuelta por internert nos ofrece múltiples ejemplos.

Por último y para quien no conoce al Dr. Oz, mencionar que esta persona ha sido a menudo criticada por sus habituales propuestas, o mejor dicho, salidas de pata de banco pseudocientíficas. Tal es así que ha recibido en dos ocasiones el poco apetecible premio (digo yo) Pigasus, siendo hasta el momento la única persona en conseguirlo dos veces. Los premios Pigasus, promocionados por el conocido escéptico James Randi, tienen por objeto el poner de relieve los fraudes más flagrantes en materia de “ciencia”, parapsicología y demás. En 2010 el Dr. Oz fue premiado en el apartado reservado a los medios de comunicación por su inagotable promoción de la charlatanería médica, y en 2012 en la categoría de “dar la espalda a la realidad” por los mismos motivos además de por promocionar las creencias paranormales y la pseudociencia.

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Imágenes:   Stuart Miles vía freedigitalphotos.net y Edgar181 vía wikimedia Commns

Los productos milagro son abundantes y los ciudadanos no denunciamos

Milagros_ Stuart MilesUna reciente noticia de ámbito local, aunque tranquilamente trasladable al panorama nacional e internacional ha llamado mi atención: en los últimos cuatro años el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra ha detectado la presencia de 94 “productos milagro” en los comercios de esta Comunidad Autónoma. Con sinceridad, son muchos y al mismo tiempo me parece una escasa «detección» para los que se podrían detectar. De todos ellos, el uso de 16 se encontró que estaba asociado a “reacciones adversas” y 21 carecían de evidencia científica que justificara su uso. La mayor parte de ellos, según la nota, estaban relacionados con la pérdida de peso, y cuatro de cada cinco se comercializaban bajo la denominación de “complemento alimenticio”. Puedes acceder a la noticia al completo en este enlace

En este texto se asume una definición de producto milagro bastante acertada a mi juicio, como…

…aquellos [productos] que se comercializan como poseedores de propiedades para el tratamiento o prevención de enfermedades, para modificar el estado físico o psicológicos, o para restaurar, corregir o modificar funciones fisiológicas, sin estar respaldadas por suficientes pruebas técnicas o científicas acreditadas, expresamente reconocidas por la administración sanitaria

En cualquier caso, no solo se trataba de productos milagro como tal sujetos a esta definición sino que también cayeron en este saco aquellos productos que declaraban propiedades saludables no autorizadas por la UE, o bien productos que no respetaban la legislación en materia de publicidad o incluso aquellos que se auto atribuían propiedades preventivas o terapéuticas para tratar enfermedades o que pretendían sustituir la utilidad de los medicamentos legalmente reconocidos. Varios de ellos reunían más de una de estas irregularidades.

Sea como fuere otros de los datos a resaltar es que en 40 se incluía en su composición sustancias directamente prohibidas, o que si estaban permitidas rebasaban la dosis permitida. Tristemente esta situación no es nada novedosa cuando se observan este tipo de productos bajo la lupa. Sin ir más lejos en 2009 la FDA norteamericana advertía a los consumidores que se habían detectado bastantes productos para adelgazar, de venta libre, es decir, que no eran fármacos, la mayor parte de ellos comercializados como “complementos dietéticos”, que contenían ingredientes farmacológicos no declarados en su composición. Estos ingredientes se pueden encontrar en la mayor parte de los casos dentro de algunos fármacos y su inclusión en productos con alegaciones como “natural”, “a base de plantas”, supone en primer lugar un peligro para los consumidores y en segundo, un fraude. Un peligro porque, muchas de las sustancias encontradas en estos productos de EE.UU. no tienen ni tan siquiera la autorización para comercializarse como fármacos en el tratamiento de la obesidad por sus importantes riesgos, o si la habían tenido, les fue retirada en su día.

Independientemente de la dificultad de que un consumidor pueda detectar este tipo de peligros, resulta bastante llamativo también el escaso número de denuncias por parte de los usuarios. Volviendo al caso de la Sección de Inspección Farmacéutica de Navarra, desde el año 2009 tan solo se han recogido tres denuncias procedentes de los ciudadanos sobre estos productos.

No quiero terminar sin destacar las recomendaciones que hace el Departamento de Salud navarro cuando afirma que una dieta equilibrada junto a un estilo de vida saludable es el mejor método para obtener todos los nutrientes necesarios, haciendo innecesario tomar complementos para obtenerlos. Algo que tantas veces he comentado en este espacio.

Así pues, déjate de tonterías y con tu salud no te la juegues. Los cantos de sirena siempre han existido (y supongo que existirán) para quienes quieran escucharlos. Pero por muy “bonitos”, seductores y atractivos que sean, no dejarán de ser eso, un canto de sirena que, como en el caso de la mitología, además, pueden ser peligrosos.

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Foto: Stuart Miles vía freedigitalphotos

La proliferación de las dietas de adelgazamiento como debate

Dieta_MarinLa disparidad de dietas de adelgazamiento es, teniendo en cuenta todas las variables implicadas, casi infinita. O al menos todo apunta a que se han propuesto todas las variantes posibles: dietas disociadas; dietas ricas en y bajas en hidratos de carbono, grasas y proteínas; de bajo y muy bajo aporte calórico; dietas que encumbran a determinados alimentos, dietas que prohíben otros, etc. A mi modo de ver, en la relativamente corta vida de existencia de las dietas de adelgazamiento como fenómeno de masas se “ha apostado” por todas las combinaciones posibles en un momento u otro. Sin embargo, las cifras de obesidad entre la población general no bajan, o más bien al contrario, aumentan. Algo falla.

Además, en esta situación y en los últimos años, tanta proliferación ha dado pie a una creciente preocupación por parte de instituciones sanitarias, incluidas aquellas de la administración (pero menos) que pone de relieve que aunque se pueda probar de todo… no todo va a funcionar y menos por el hecho de que antes no se hubiera intentado. Por tanto es frecuente que diversas instituciones científico-sanitarias a lo largo y ancho del planeta (bueno, casi solo en los países del primer mundo) pongan el acento en lo peligroso de seguir determinadas estrategias adelgazantes. La mayor parte de ellas fruto de la moda. Moda que al igual que la pata de elefante, los jerseys en pico o los tonos pastel responde a variaciones relativamente impredecibles. Todo ello junto a la cada vez mayor expansión de mitos y errores sobre alimentación.

No es de extrañar por tanto que D. Roberto Sabrido, exdirector de la AESAN, dedicara estas palabras en el prólogo del documento de Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos (Consenso FESNAD-SEEDO):

Otro factor que aumenta la confusión en este campo es la multiplicidad de voces que se consideran autorizadas para suministrar consejos y prescribir dietas: pocas personas se atreverían a ofrecer recomendaciones sobre cómo puede construirse un cohete espacial; sin embargo, en nutrición ocurre todo lo contrario, pues todo el mundo cree saber de esta materia basándose en su propia experiencia al alimentarse. Este hecho favorece la existencia de multitud de mitos y prejuicios, incluso entre profesionales sanitarios, así como la proliferación de dietas milagro, algunas realmente pintorescas.

Otra muestra más de la preocupación a la que me refiero la podemos encontrar en el reciente Libro blanco de la nutrición en España de la Fundación Española de Nutrición. Se trata de un extenso informe (y podría haberlo sido más) en el que se analizan aquellos aspectos más importantes que sobre la cuestión de la nutrición planean sobre los españoles. Entre sus más de 60 temas no podía faltar aquel referente a “errores, mitos y fraude en materia nutricional”. En su introducción se vuelve a hacer hincapié en este tema:

Los errores, mitos y fraudes en materia nutricional son motivo de preocupación para las autoridades sanitarias, colectivos profesionales y comunidad científica. La proliferación de mensajes no basados en el conocimiento científico compromete el adecuado aporte de nutrientes y favorece la aparición de situaciones de malnutrición, como consecuencia de dar continuidad a pautas equivocadas, que alteran las condiciones de dietas equilibradas, poniendo en peligro el estado nutricional.

[…] La constante aparición de mensajes diversos produce escepticismo entre la población. Dado que ninguna relación parece bien establecida, que las certezas de ayer son falacias de hoy, la población se siente legitimada para hacer caso omiso de mensajes que no se correspondan con sus esquemas cognitivos, con sus gustos, con sus estrategias identitarias o con constricciones, apuestas y placeres de su vida cotidiana.

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Por todo ello no es infrecuente que se celebren reuniones, foros y jornadas para poner en común ideas y puntos de vista. En especial para abordar aquellos que más moda están. Y volviendo a hablar de moda, en la actualidad no se puede perder de vista el papel que se les atribuye a las proteínas como elemento para todo en esto de la dietética. Un servidor ya lo puso de manifiesto en su día en estas dos entradas (la una y la otra) y resulta que en el mencionado libro blanco de la nutrición en España se hace especial hincapié en esta proteínica cuestión al mencionarlo dentro de las amenazas en este campo (cada tema es abordado desde el análisis DAFO) que dan pie a la proliferación de errores, mitos y fraude. Y lo hace de la siguiente forma…

[Es una amenaza] La mitificación de las proteínas como base de la alimentación. Las evidencias referidas al consumo de proteína total y su efecto en la disminución de peso o en la prevención de exceso de peso en adultos, son insuficientes para establecer ninguna recomendación. No es de extrañar, por tanto, que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considere que no existen pruebas científicas para asociar el consumo de proteínas con ventajas en el control del peso.

Al hilo de este debate quiero utilizar esta entrada para dar a conocer la Jornada verdades y mentiras sobre las dietas de adelgazamiento el próximo 4 de julio en Madrid organizada por la Cátedra Tomás PascualUniversidad CEU San Pablo y en las que tendré el gusto de participar. La inscripción es gratuita y la jornada dará comienzo a las 10:00 en el Salón de Grados del Campus de Moncloa de la Universidad CEU San Pablo. Puedes ver aquí el programa completo y si quieres te puedes inscribir aquí.

Vaya por delante mi agradecimiento para los organizadores a la hora de contar conmigo y con tantos otros interesantes ponentes. Espero además que sea una ocasión idónea para “desvirtualizarme” con una buena cantidad de compañeros a los que solo conozco a través de las redes sociales.

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Fotos: marin, Apolonia via FreeDigitalPhotos.net

Nutrición-área 51: Las cenas sin hidratos de carbono ayudan a adelgazar

Mitos dietéticos_ Stuart MilesEn la actual lucha sinsentido contra los hidratos de carbono y la deificación de las proteínas hoy tan habitual, hay un mito que, más que otros, corre como la pólvora. Esta falaz creencia a la que me refiero la puedes encontrar en boca de casi no importa quién: profesionales sanitarios (incluidos también algunos dietistas-nutricionistas), libros de autoayuda, de dietas, blogs, medios de comunicación… y por supuesto a pie de calle en especial entre el colectivo de los deportistas. Este mito se enuncia de dos formas posibles:

 

  • Si se evitan los alimentos ricos en hidratos de carbono durante la noche, le cena o al poco tiempo de irte a dormir, se favorecerá el adelgazamiento o la pérdida de peso; o bien,
  • Si introduces en tu cena alimentos ricos en hidratos de carbono aumentas el riesgo de engordar.

Gran parte del error de este mito se basa en que tiene una explicación teórica más o menos bonita, a saber: Los hidratos de carbono se absorben con relativa facilidad pudiendo obtener nuestro organismo su energía con relativa rapidez, por tanto, como después de cenar lo más normal es irse a dormir, nuestro cuerpo al no tener en que gastar esa energía la va a almacenar, y lo va a hacer en el tejido adiposo en forma de grasa con el consiguiente aumento de peso. Si por el contrario no tomas carbohidratos para cenar tu cuerpo tendrá que utilizar sus reservas hasta el momento de la próxima ingesta (el desayuno) y así se facilita el adelgazamiento.

Hay que decir que es bonito, sí. Pero nada más. Lo digo porque no vale solamente con que una teoría suene bien, es decir, sea una buena hipótesis de partida, para que termine siendo cierta. Y resulta que esta tonteoría no se ha demostrado. No hay un solo estudio con una suficiente calidad que haya demostrado que a igualdad calórica, los que comen hidratos por la noche engorden o que los otros adelgacen. ¿Tienen pruebas quienes así lo defienden, o hablan solo de oídas sobre una hipótesis más o menos plausible?

Es posible que algún lector de blogs de esos que andan buscando casi a la desesperada no importa qué claves para para perder peso manifieste en sus comentarios que a él (o a ella) el tema de desplazar fuera de sus cenas los alimentos ricos en carbohidratos le hizo adelgazar. Bien, no podemos negar ambos hechos, que adelgazó y que además quitó los hidratos de carbono de la cena, pero… ¿fue este tema de la cena lo único que cambió en su vida para obtener ese adelgazante resultado final? Lo digo porque entra dentro de lo probable que esta no sea la causa (aunque lo parezca). Además, es probable que al evitar este tipo de alimentos (cuando sea: cenas, comidas…) se terminen por consumir menos calorías ya que las opciones que nos queden sean menores. Al mismo tiempo, es preciso recordar que no es lo mismo consumir una ración adecuada de pasta integral con verduras que consumir en la cena alimentos especialmente ricos en hidratos de carbono sencillos que: 1º pueden llegar a aportar más calorías en un menor volumen y; 2º nos van saciar durante menos tiempo (con el consiguiente riesgo de volver a picar algo antes de acostarnos) a costa, en parte, de su mayor índice glucémico.

Recuerda que si tienes por costumbre el cenar platos enormes de patatas con chorizo, paellas o canelones el culpable de que aumente tu peso no serán los hidratos de carbono ni el comerlos por la noche… sino la probabilidad de exceder con este comportamiento tus necesidades calóricas. Ten presente que según este estudio y este otro, durante el tiempo de descanso nocturno el metabolismo basal no se ve tan apenas alterado con respecto al gasto en reposo durante la vigilia. Este gasto cuando duermes con respecto al de reposo y despierto puede incluso ser mayor si has practicado alguna actividad deportiva previa de forma prolongada.

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Foto: Stuart Miles via FreeDigitalPhotos.net

Faseolamina: una zarandaja más en el universo de la pérdida de peso

Quienes la comercian se refieren a ella con nombres diversos: faseolamina a secas; con “ph” al principio, phaseolamina, si quieres ir de erudito botánico; o acabado en “e”, phaseolamine, si te va más el rollo anglófono. La tontería en esencia es la misma.

Phaseolus_vulgaris_seed

El tema no es nada novedoso, hace tiempo ya que la faseolamina juega sus cartas en este inmenso negocio en el que algunos se empeñan en convertir el tablero del adelgazamiento. Unos objetivos en principio deseables si se aspira, además, a cambiar kilos por salud. Sin embargo, las estrategias que se proponen no son, a menudo, las más aconsejables. Así, mientras unos se dedican a proponer sencillas pero alambicadas soluciones en los consabidos libros de moda con dietas milagro, otros se afanan en sacar al mercado los más variopintos complementos alimenticios a los que pasándose por el arco del triunfo la legislación europea no dudan en atribuir asombrosas propiedades adelgazantes, reductoras, quema-grasas, etcétera. Algo que suene bien, que parezca serio y sobre todo que sirva para que la gente se trague el cuento.

¿Cómo se supone que funciona la faseolamina?

La teoría es impecable, atento. Cada vez que ingieres hidratos de carbono con los alimentos, más en concreto hidratos de carbono de cadena larga como el almidón, tu cuerpo los tiene que “trocear” con el fin de absorberlos y obtener la energía de ellos. En esta labor de troceado interviene una enzima denominada alfa-amilasa encargada de romper en fragmentos más pequeños las largas cadenas hidrocarbonadas. Pues bien, la faseolamina es un “ingrediente” que se supone inhibe la acción de esta enzima. Así, si los hidratos de carbono no se trocean, estos no se absorben y por tanto no sumarían calorías. Bonito, a qué sí.

¿Acaso alguien duda de que esto no funciona?

Si dudas haces bien. Y si lo niegas, mejor aun. Te digo esto porque en 2011, hace dos añazos, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se pronunció de forma muy concreta al respecto de este elemento como facilitador de la pérdida de peso. Puedes consultar el informe al completo aquí. Por si no te lo quieres leer entero esta es una de sus conclusiones:

On the basis of the data presented, the Panel concludes that a cause and effect relationship has not been established between the consumption of phaseolamine and reduction in body weight.

Que traducido viene a ser algo así como:

En base a los datos presentados, el Grupo Especial concluye que no se puede establecer una relación de causa y efecto entre el consumo de faseolamina y la reducción en el peso corporal.

Y no fue hace dos, sino cuatro años cuándo el GREP-AEDN se pronunció en un documento de posicionamiento en referencia a la eficacia y seguridad de la faseolamina para perder peso. Sus conclusiones similares:

La actual bibliografía científica disponible no recoge suficientes estudios en humanos correctamente diseñados que demuestren la eficacia de la faseolamina como suplemento dietético para la pérdida de peso.

Y es que tal y cómo sucede con la mayor parte de este tipo de “ingredientes” los estudios que suelen decir cosas bonitas de ellos son de una pobre calidad científica (escasa muestra, cortos espacios de intervención, sin grupo control, sin “cegar” convenientemente…) y/o están además sufragados o promovidos por quienes los comercializan. ¿Qué resultados suponías que le iban a salir al fabricante en esos estudios que él hace sobre un producto que luego te va a vender? Pues eso, resultados bonitos.

Como tampoco podía ser de otra forma las alegaciones a que este producto es “natural” son frecuentes. La fasolamina se extrae de las alubias (Phaseolus vulgaris, de ahí su ocurrente nombre) y con eso ya basta para decir que es “natural” como si este adjetivo fuese sinónimo incontrovertido de algo beneficioso. Te recuerdo que la toxina botulínica, la cicuta y las Amanita phaloides, entre muchos otros elementos también entran en la categoría de “natural”.

A los fabricantes de productos con faseolamina les debe importar un carajo que no haya estudios de suficiente calidad como para asegurar su efectividad contra los kilos de más. Además, los documentos de la EFSA (con carácter de norma y de directa aplicación según la legislación que regula este tipo de alegaciones) les deben parecer a esos mismos fabricantes algo así como una gacetilla de tres al cuarto y se deben creer que los ciudadanos nos hemos caído de un guindo si creen que con expresiones tan grandilocuentes como vacías de contenido del estilo de “clínicamente probado”, 100% garantizado, “natural”, etcétera, nos pueden engañar tan ricamente.

Y por último, lo de siempre: mi grito entre teclas hacia las dormidas, ausentes o indiferentes autoridades sanitarias ante esta situación. Ya que la comercialización de este tipo de productos no es algo aislado y se hace por parte de sus promotores sin esconderse lo más mínimo. He aquí una relación de fabricantes o distribuidores tras una somera búsqueda en internet:

Nutricion Center y su yNC25 (“anunciado en televisión” declararan orgullosos)

Actafarma y su Excess Control 500 (No perderse la entrada de Jose Menuel López Nicolás al respecto en su blog SCIENTIA)

Soria Natural y su HC Block (de los pocos que además no incluyen en su composición otras zaranzajas sin fundamento como el picolinato de cromo)

Santiveri y su Dietabelt

Y así un largo etcétera de otras marcas menos conocidas. Marcas que muchas veces comercializan este tipo de productos a través de los supermercados (en el mío sin ir más lejos). Sí, de los supermercados. Porque para vender esto no hace falta hacerlo ni mucho menos en una farmacia… aunque algunos fabricantes así se empeñen. Supongo porque piensan que les dará más glamur, o vete a saber.

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Foto: Taragui Wikimedia Commons

Nutrición-área 51: La flora intestinal como condicionante del peso

Clostridium_difficileYa comenté en el nacimiento de esta subsección que en ella tendrían cabida algunas cuestiones que forman parte de la investigación en materia de alimentación, nutrición y salud y que no todos ellas tenían porque ser “disparatadas” o anecdóticas. El de hoy no es, en principio, ninguno de estos esos casos tal y como sucedió en la entrada de los ciclos-futiles. En resumen se trata de lo siguiente, al parecer, recientes hallazgos han puesto de relieve la posible relación de la flora intestinal con el estatus ponderal o bien con la facilidad vs dificultad para adelgazar.

Antes de continuar no quiero que pienses que he perdido el norte. Sigo siendo de la opinión que la obesidad es una enfermedad multifactorial, que puede ser descrita de forma simple (o incluso simplista) como el resultado de un desequilibrio a largo plazo en términos energéticos entre la ingesta y el gasto energético, equilibrio en el que interviene de forma importante la genética de cada individuo. Sin embargo, mientras que los hábitos alimentarios modernos (caracterizados por la sobre-abundancia) y nuestro estilo de vida (cada vez más sedentario) son algunos de los principales elementos que facilitan el espectacular auge de la obesidad, algunos científicos se están volcando en la investigación de otros posibles factores de riesgo. Uno de esos elementos más recientes ha surgido en los últimos años y especula con la relación entre la obesidad y la composición y funciones de los microrganismos (las bacterias) de nuestro tracto digestivo.

De momento los resultados son controvertidos, es decir no está nada claro, ya que hay estudios de todo tipo, tanto en modelos animales como en humanos y sus resultados contradictorios. La mayor parte de estudios se centran en la distinta proporción de dos Phyla de microrganismos los bacteroides y los firmicutes. Así, buena parte de los estudios ya sean en animales como en humanos que han encontrado asociaciones entre una particular población microbiana y la obesidad apuntan a que en los individuos obesos la población de bacterioides está aumentada y la de firmicutes reducida frente a aquellos otros no obesos. Incluso hay estudios que han puesto de manifiesto un cambio en la población de bacterias tras el adelgazamiento.

Sin embargo, otros estudios no han encontrado tal relación y achacan la variación en la población microbiana a otros factores, entre ellos la composición de la dieta. Más en concreto a la presencia de determinados elementos tales como grasas con un determinado perfil lipídico, la mayor o menor presencia de fibra, etcétera.

En resumen, el debate sobre la importancia en el desarrollo y tratamiento de la obesidad de la relación entre Bacteroides y Firmicutes sigue totalmente abierto. Uno de los elementos más obvios a tener en cuenta para la caracterización de la flora microbiana son las diferencias en la genética del huésped. Además, hay otros factores importantes que convendría tener en cuenta antes de sacar conclusiones precipitadas en este asunto. Entre esos factores están, el tipo de dieta restrictiva efectuada en el caso de adelgazamiento, la magnitud de la pérdida de peso y la duración del estudio. Es posible que el más importante de estos factores esté relacionado con la composición en macronutrientes de la dieta.

Otra cuestión por dilucidar especialmente relevante es si las poblaciones de estas bacterias son responsables de las variaciones del peso o en sentido contrario su ecosistema cambia como consecuencia de la dieta que en cada momento se sigue. Es decir, queda por esclarecer si los cambios en la tipología y cantidad de las bacterias presentes en nuestro organismo son causa o efecto de las variaciones en el peso.

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Foto: Centers for Disease Control and Prevention vía Wikimedia Commons