Hace ya 15 años de ‘Buscando a Nemo’

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Estaba el Elegido, un hombre destinado a acabar con la esclavitud de los humanos, viviendo en la realidad virtual de un programa informático creado por la Inteligencia Artificial de las máquinas. El de Neo (Keanu Reeves) era uno de los regresos «más esperados de la historia del cine» con Matrix Reloaded (y en noviembre Revolutions, el cierre de la trilogía).

Disney también tenía a punto una prometedora película inspirada en una de las atracciones de sus parques temáticos, Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra; y se produciría otro retorno, el de Schwarzenegger con Terminator 3: La rebelión de las máquinas. Pero en esa temporada de grandes estrenos veraniegos de 2003, que empezaba en mayo, y entre tantos protagonistas temerarios y personajes con poderes sobrehumanos se colaron otros héroes, mucho más diminutos, vulnerables y, digamos, que casi humanos. Eran los pececitos de Buscando a Nemo (Finding Nemo) codirigida por Andrew Stanton y Lee Unkrich.

Buscando a Nemo

( ©Pixar/Disney )

Era el quinto largometraje de animación de la factoría Pixar que había empezado asombrando al mundo con su animación por ordenador ocho años antes, con Toy Story. Buscando a Nemo tuvo un estreno apabullante. Llegaba a los cines norteamericanos el 30 de mayo, aunque aquí tuvimos que esperar a fechas más próximas a la temporada navideña, el 28 de noviembre.

Una conmovedora historia universal de un padre, el pez payaso Marlin, obsesionado por proteger a su pequeñín Nemo que, pese a los cuidados de su progenitor, no le evitaría ir a parar al acuario particular de un dentista de Sydney. Una odisea homérica que nos ponía del lado de los más débiles, mostrándonos su fortaleza y determinación; un canto a la diversidad y al respeto y de cómo saber sobreponerse a cualquier adversidad.

Era supervivencia y era un maravilloso relato sobre los vínculos y la solidaridad. Aunque también nos mostraba una de las escenas más duras vistas en una película de animación y de cine familiar. Ese golpe bajo al inicio, antes incluso de que apareciera el rótulo con el título, con una pareja de peces payaso felices, haciendo planes con las crías que están esperando (más de 400 huevos que se abrirían en un par de días) y, de repente, el ataque despiadado de una barracuda. Pixar, al igual que sus socios de Disney, tiene esa habilidad de borrarnos la sonrisa de la boca en un plis plas, y de devolvérnosla con la misma celeridad.

Buscando a Nemo también fue ejemplar en ese concepto de la animación detallista y meticulosa a la que podían llegar los estudios Pixar. En España, además, la desmemoriada pez cirujano Dory, el personaje secundario más entrañable y recordado, logró que Anabel Alonso se convirtiera en una de las interpretaciones de voz míticas que ha dado nuestro doblaje. En 2016 Dory tendría su propia aventura cinematográfica.

Buscando a Nemo

( ©Pixar/Disney )

La presentación en sociedad de Nemo no fue exactamente en su película. Dos años antes había aparecido, fugazmente, en un cameo en Monstruos S.A. (en forma de juguete que la pequeña Boo le enseña a Sully). Y en los Óscar obtuvo cuatro nominaciones, mejor música (Thomas Newman), sonido, guion original y, el que se acabaría llevando, como mejor largometraje de animación.

En taquilla arrasó. Con 936,7 millones de dólares recaudados en todo el mundo fue la segunda película más taquillera estrenada aquel año (solo superada, meses después, por los 1.119,9 millones de El señor de los anillos: El retorno del rey), y la tercera en la lista de las más taquilleras de la historia hasta ese momento (por delante de ella, El retorno del rey y los 974,8 millones de Harry Potter y la piedra filosofal). Una década después se reestrenaría en la gran pantalla en 3D.

Ahora se cumplen 15 años de su estreno en Estados Unidos, precisamente la misma cifra de esperanza de vida que se le atribuye a un pez payaso o cirujano en su hábitat natural. Solo que Nemo, Dory, Marlin y compañía permanecerán vivitos y coleando durante siglos gracias a la magia de la animación y el recuerdo de los espectadores. Una de las grandes obras maestras de Pixar/Disney.

1 comentario

  1. Dice ser FRANCESSCCO

    EL PERLA NEGRA
    El gran valor de las perlas

    Desde tiempos antiguos, la gente ha otorgado gran valor a las perlas como objetos ornamentales. Según cierta obra, el escritor romano Plinio el Viejo consideraba que las perlas ocupaban el “lugar principal y más elevado de todas las cosas preciosas”. A diferencia del oro, la plata y muchas gemas, las perlas se obtienen de seres vivos.

    Es bien conocido que ciertos tipos de ostras convierten materias irritantes —diminutos fragmentos de piedra, por ejemplo— en relucientes perlas envolviéndolas en capas sucesivas de una sustancia llamada nácar.

    En la antigüedad, las mejores perlas provenían principalmente del mar Rojo, el golfo Pérsico y el océano Índico, lugares distantes de la tierra de Israel.

    *** g05 22/3 pág. 26 La perla negra: joya de los mares del Sur ***

    03 junio 2018 | 04:46

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