Aunque el PSOE aún no ha tomado formalmente la decisión de facilitar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, en el PP y en el Ejecutivo en funciones ya dan por hecho que lo hará y hay quinielas sobre ministros que salen o ministros que entran, carteras que cambian de mano, ascensos dentro de un mismo ministerio (de secretario de Estado a ministro, por ejemplo), etc.
He hablado recientemente con varios altos dirigentes del partido y del Gobierno y, aunque todos insisten en que Rajoy es un enigma y probablemente sorprenda a todos con alguna presencia o con alguna ausencia imprevistas, sí tendría ya claras el presidente hoy en funciones las siguientes decisiones:
-Retocar menos de la mitad del Gobierno, para que no pareciera que se hacía Rajoy a sí mismo una enmienda a la totalidad o una rectificación en toda regla. El Ejecutivo saliente tenía 13 carteras, luego -dicen los entendidos- ahora habría novedades en un máximo de 6.
-A tres carteras es obligado buscarle nuevo titular, ya que han quedado vacantes por diferentes motivos recientes durante el ya largo periodo en que Rajoy está en funciones y no puede hacer nombramientos. La de Industria, Energía y Turismo, desde que en abril pasado la tuvo que dejar José Manuel Soria, salpicado por los papeles de Panamá. La de Fomento, desde que en julio pasado la dejó Ana Pastor para convertirse en presidenta del Congreso de los Diputados. Y la de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, desde que en agosto pasado la dejó Alfonso Alonso para irse de candidato del PP a las elecciones vascas de septiembre.
-Una cuarta cartera, la de Defensa, quedará también disponible, porque su titular, Pedro Morenés, ya le dijo al presidente hace casi un año, en vísperas de las elecciones de diciembre de 2015, que le gustaría salir del Gobierno y volver a sus negocios.
-Una quinta y quizás una sexta cartera, la de Interior y la de Asuntos Exteriores y Cooperación, quedarían disponibles… por decisión personal de Rajoy de relevar a sus actuales titulares, Jorge Fernández Díaz y José Manuel García-Margallo. El primer relevo se da por seguro: en estos nuevos tiempos políticos sin mayoría absoluta, Rajoy no querría que la continuidad de su ministro más controvertido y más cuestionado, Fernández Díaz, fuera interpretada como una provocación a toda la oposición, y especialmente a las formaciones que previsiblemente harán posible la investidura: Ciudadanos y PSOE. El segundo relevo es menos seguro. García-Margallo encabezaba en el Gobierno un grupo, el G-8 (con Fernández Díaz, Pastor, Soria, Cañete cuando estaba, Morenés, Tejerina -Agricultura- y Catalá -Justicia-), que constituía todo un frente anti Soraya Sáenz de Santamaría, la poderosa vicepresidenta. Hay división de opiniones sobre si Margallo seguirá en el Gobierno o no seguirá. Si no sigue, tanto que se apunta la vicepresidenta.
Además de las líneas generales antecedentes, se da por seguro que Sáenz de Santamaría seguiría de vicepresidenta -«pese ha tenido algún desencuentro reciente con Rajoy», me dicen dos fuentes diferentes, sin más concreción- y que María Dolores de Cospedal entraría en el Ejecutivo como ministra de Interior -«lo conoce bien, fue subsecretaria de ese Ministerio de 2002 a 2004, y además es uno de los pocos departamentos que no cuelgan de la vicepresidenta sino del presidente, con lo cual se ahorra Rajoy el choque entre sus segundas»-.
Y hay dudas sobre si habrá un vicepresidente económico (y si lo sería o no Luis de Guindos); sobre si algunos ministros van a seguir, pero cambiando de cartera; sobre si se repescará a Alfonso Alonso, aunque no sea en Sanidad; sobre si entre los nuevos ministros estará el joven Pablo Casado; sobre si Rajoy premiará con un ministerio a su jefe de gabinete y director de las dos últimas campañas electorales del PP, Jorge Moragas…