Archivo de junio, 2015

A este cachorro le emborracharon y lo tenían dentro de una bolsa de plástico

jagger8_479x576Las barbaridades que se le ocurren a algunos son de todo tipo. La última que me ha llegado procede de Córdoba.

A Jagger, que apenas tiene un mes y sólo pesa 850 gramos, unos indeseables lo tenían metido en una bolsa de plástico a pleno sol y además le habían dado de beber cerveza.

Cuando en la protectora Arca de Noe de Córdoba lo recogieron, Jagger estaba en un estado crítico. Se ha salvado por muy poco y ahora necesita un buen hogar.

Unas compañeras se percataron de esta situación y no lo dudaron, había que quitárselo. Quisieron vendérselo, pero finalmente lo cedieron. Jagger estaba muy deshidratado y «borracho», un bebe siendo víctima de mentes enfermas. Jagger se encuentra recuperado y preparado para marcharse contigo, sólo tienes que escribirnos y conocer a esta ricurita de bodeguero.

Se hará seguimiento.

Contacto: elarcadenoecordoba@gmail.com

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El proceso de Kafka en versión canina: Buddy está atrapado desde ayer en el aeropuerto de Barcelona

Me piden difusión urgente para un caso: Buddy está atrapado en el aeropuerto del Prat desde ayer. Así me lo cuenta Irene Salazar, que está en contacto directo con los veterinarios y abogados que están intentando solucionar la situación.

Se trata de un cachorro que han retenido en el aeropuerto de Barcelona que venía de Ecuador. Tiene papeles sellados y autorizados en Nueva York, y que por no poder leer el chip con lector español amenazan con sacrificarle y se niegan a entregárselo a su propietaria que está allí mismo en el aeropuerto desesperada.

Lo que te pido es difusión de lo que está pasando en Barcelona. La veterinaria encargada de esto en el aeropuerto es la que ha determinado que o se regresa al animal a país de origen o eutanasia, así, ¡sin más!! Teniendo como te dije al principio, todos los papeles en regla y sellados en USA. Solo porque no lee chip.

Una abogada de la RED ha llamado a la veterinaria del aeropuerto y esta le ha dicho que no va dar declaraciones y le ha colgado el teléfono. Hoy se va a presentar una solicitud de medidas urgentes al juzgado de guardia para intentar cambiar la resolución. El recurso no es fácil, otra abogada de la RED lleva con ello desde ayer

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Capítulo 21 de #Mastín: Llueven gatos

Aquí os dejo un nuevo capítulo de mi folletín animalista. Quiero hacer una buena novela juvenil, capaz de gustar a adultos y con el marco de la protección animal de fondo para dar a conocer la problemática existente.

CAPÍTULO 21:

IMG-20150606-WA0012Tras la charla que tuvieron en el coche, la relación de Martín y de Mal había cambiado. Habían sumado un par de niveles de confianza, estaban más relajados y bromeaban constantemente, con frecuencia con temas que a priori no parecían ser cosa de risa, como las carencias de la perrera, los imbéciles que iban allí con la intención de llevarse gratis cachorros de chihuahua (y que lo único que conseguían era hacerles perder el tiempo y la paciencia), o el “ay de ti si tuviera diez años más” en múltiples variantes, como una forma de exorcizar cualquier posible interés real.

En aquel momento Martín andaba haciendo inventario de camisetas y guardándolas en diferentes cajas según colores y tamaños de cara al evento de junio. Si eras voluntario en una protectora acababas haciendo una variedad asombrosa de tareas: Martín había reparado y formateado un ordenador, servido como auxiliar veterinario, recibido a gente que venía a adoptar o a entregar un animal encontrado (más lo segundo, por desgracia) hasta que pasaban a manos más experimentadas, reparado un vallado, limpiado todo tipo de cosas y superficies, fotografiado perros y gatos y actualizado el Twitter de la protectora, trasladado sacos de pienso y de arena para gatos durante toda una mañana a pura fuerza bruta, eso sin contar con ejercer de rastreador y rescatador de la pobre Manu. Su parte preferida seguía siendo ganarse la confianza de los perros más tímidos y temerosos para que tuvieran más oportunidades de conseguir un hogar, llevárselos de paseo, sentarse con ellos y descubrir de paso gracias a esos animales que tenía mucha más paciencia de lo que habría jurado.

Estaba doblando unas cuantas camisetas infantiles de diferentes colores que clamaban que un animal era un amigo y no un juguete, cuando Mal abrió la puerta y asomó la cabeza.

– ¿Me echas una mano? –

– Mataría dragones por ti si me lo pidieras – contestó Martín con la voz más grave que fue capaz de poner. Mal le lanzó como respuesta una breve risa.

– Déjate de matar animales mitológicos y ven a quitar mierda de perro conmigo, que Miguel está con lumbago desde hace tres días y el pobre no puede casi moverse. Luego, que ya hará demasiado calor, puedes seguir aquí dentro a la sombra con lo tuyo –

Era cierto, aquel sábado de finales de mayo amenazaba con imitar a julio a mediodía, en cambio a las diez de la mañana el aire era fresco e invitaba al zafarrancho. Soltó la camiseta que tenía en la mano y siguió a la chica hasta los primeros cheniles, en los que tenían a los perros de tamaño más pequeño, los que más posibilidades tenían de ser adoptados. Martín había comprendido pronto que había una serie de factores que complicaban bastante que un perro tuviera su segunda oportunidad. Por maravilloso que fuera su carácter, si era de tamaño grande, de color negro o atigrado, tenía más de cinco o seis años y era de alguna raza potencialmente peligrosa o cruce de ella, tenía muy pocas papeletas en la rifa de las adopciones. Aquello último le jodía especialmente. Logan, su viejo Logan que le esperaba en casa tumbado de costado en los frescos azulejos del baño, era un perro fantástico y era un pitbull negro bastante grande. Además cada vez entraban más pitbulls y cruces de pitbulls, aproximadamente el treinta por ciento de los ocupantes de la perrera lo eran. Para adoptarlos se necesitaba tener una licencia especial y pocos adoptantes les daban una oportunidad, por mucho que los trabajadores de la perrera insistieran en que alguno era un trozo de pan, y no insistirían en ello si no lo tuvieran del todo claro. La gente los veía demasiado imponentes, les daban miedo, intuían más problemas paseando con ellos por la calle, no se fiaban y allí se seguían pudriendo los pobres.

– Yo los dejaré salir a que corran un poco en el vallado, tú vete quitando la mierda y ahora iré a ayudarte con la manguera – dijo poniéndole una pala con el filo recto en una mano y un escobón en la otra.

– ¿Sabes? Bien pensado, no mataría dragones por ti. Quitaría la mierda de su cueva. Quitar mierda de dragón; eso sí que tiene que ser heroico teniendo en cuenta cómo huele y lo que cuesta limpiar la de unos perros –

A ella se le escapó una carcajada, transparente y clara como una ráfaga de viento. Martín, dejó el escobón y la pala apoyados y comenzó a desenrrollar la manguera. Era larga y muy pesada, si cuando Mal regresara de soltar a los perros se la encontraba extendida, se ahorraría un buen esfuerzo. El chico recordó la mañana de los sacos y llegó a la conclusión de que esto de ser voluntario era mucho más útil e igual de efectivo que acudir a un gimnasio a mazarse como algunos de sus colegas.

***

Un par de horas más tarde estaban ya adecentando el último chenil, el más recóndito. Se estaban tomando su limpieza con calma, tal vez porque era la última, tal vez por el calor, puede que porque quisieran regalar unos minutos más de pretendida libertad a aquellos cinco perros que corrían en el vallado. Los cinco eran poco más que cachorros, dos cruces de bretón de distinta edad y tres hermanos de camada a los que llamaban ‘los canicas’, no tenía ni idea del motivo. Martín se quedó muy quieto, mirándoles con una ligera sonrisa en el rostro.

– Anda, ven aquí conmigo Mastín. Nos hemos ganado un descanso – dijo Mal palmeando el suelo de cemento a su lado. Se había sentado con las piernas estiradas y la espalda contra la zona cubierta del chenil, viendo jugar a los perros. Llevaba las botas de agua amarillas de Miguel, cuatro o cinco números por encima de su talla, algo que se notaba mucho más en aquella postura.

– Pareces un payaso fugado del circo con esas botas – dijo el chico sentándose a su lado.

– ¡Imbécil! – rió ella propinándole un imperceptible puñetazo en el hombro.

Luego callaron. Ver la alegría liberadora y despreocupada de aquellos animales era contagioso, uno de esos instantes de felicidad pura que ojalá fuera posible embotellar y preservar para cuando fuera necesario salir de algún estado de ánimo oscuro.

– Son como tú Mastín – dijo ella sin mirarle.

– ¿A qué te refieres? –

– Son adolescentes, llenos de energía –

– Y con un futuro incierto – apuntilló él.

Se habían sentado muy juntos, Martín podía escuchar la respiración pausada de Mal, los ladridos esporádicos de los perros, algún coche circulando por la carretera que pasaba al lado de la perrera y unos pasos que se aproximaban. “Tal vez Miguel ha salido de la cama y viene a ver qué tal se nos ha dado”, pensó el chico, al que no le apetecía lo más mínimo interrumpir aquel momento.

Entonces vio algo que aterrizó a metro y medio de su mano. Una bola oscura e indeterminada que parecía haber caído del cielo. Estiró el brazo y la cogió. Por un instante no supo lo que era, su cerebro se negaba a creer lo que sus ojos veían. Era un gatito muy pequeño, probablemente recién nacido, aún se notaba algo del cordón umbilical. La cabeza estaba destrozada, seguro que por dentro también habría reventado. Aquel animal que un minuto antes respiraba y pugnaba por crecer, ahora yacía completamente laxo y deforme en su palma.

Martín levantó la vista y se encontró con los ojos de Mal, perplejos y ardiendo de furia en cuanto comprendió lo que había pasado. La alegría desbordante no era la única emoción contagiosa. Martín sintió que la rabia se adueñaba de él.

Por un extremo de su campo de visión percibió una nueva parábola. Otro gatito había caído, esta vez justo ante Mal. Ambos se pusieron en pie, ella no podía ver nada, pero Martín era bastante más alto y alcanzó a ver al hijo de puta que estaba haciendo aquello. Era un tipo de unos cuarenta años, un poco entrado en kilos y en canas, que también le vio a él. Inmediatamente depositó una bolsa en el suelo y salió corriendo.

IMG-20150606-WA0008Martín miró alrededor, como si estuviera decidiendo qué hacer. Luego entró de dos zancadas en el chenil que ocupaban ‘los canicas’ y los bretones, saltó sobre el tejado de la parte cubierta y volvió a saltar para salir del recinto. Aterrizó apoyándose en las manos y desollándoselas de nuevo. En aquel momento no se dio ni cuenta, aunque luego bromearía con que ser pianista o modelo de manos estaba reñido con colaborar en una protectora.

En cuanto se incorporó tras el salto, salió corriendo detrás de aquel cabrón que se divertía lanzando gatos por los aires. Corrió tan deprisa que temió perder el control de las piernas y caer, pero justo antes de llegar a la carretera supo que le tenía a su alcance y se lanzó sin pensar contra el hombre. Aterrizó encima de él y aprovechó para aplastarlo de cara contra el suelo. El tipo se revolvió, pero poco podía hacer contra más de ochenta kilos muy cabreados encima de su espalda. Martín le cogió del pelo para verle la cara, leyó ira, miedo y desconcierto y aquello último casi le desarma, pero entonces recordó el peso muerto del pequeño gatito en su mano y levantó el puño. Nunca había pegado un puñetazo a nadie desde que tenía nueve años, pero si alguien se lo merecía era aquel bastardo.

– ¡No! ¡Para! – la voz de Mal le detuvo, ninguna otra voz podría haberlo hecho. La chica venía a la carrera. Debía habérselas apañado también para saltar desde el tejadillo. El hombre aprovechó el momento para retorcerse, hacer palanca con la rodilla y escapar corriendo. Martín iba a salir de nuevo detrás de él, pero Mal le detuvo.

– No le partas la cara a esta gentuza porque te puedes buscar un buen problema. Un puñetazo bien dado a un malnacido que se lo merece puede salir más caro que torturar y matar a un animal. Así están las cosas en este país – dijo poniéndose frente a él y cogiéndole de los antebrazos para serenarle. – Y puede ser peor, puede acabar haciéndote daño él a ti –

La voz le temblaba mientras hablaba. Estaba tan furiosa como él, pero conservaba el control. Martín lo había perdido completamente. Tomó aire y lo expulsó con fuerza por la nariz intentando serenarse. Notaba el temblor propio de un subidón de adrenalina.

– Me alegra haber llegado a tiempo de pararte Mastín, me da que le habrías dejado hecho un poema –

Mal sonaba menos agitada, acarició los brazos que había tenido aferrados, arriba y abajo como habría hecho para tranquilizar a un animal alterado.

– Estoy bien, estoy bien. Se merecía que le hubiera partido la cara –

– Si, lo merecía, pero hubiera sido peor, créeme. Ven conmigo de vuelta, que soltó una bolsa junto a la tapia y me temo lo peor. Creo que en la bolsa que soltó había más gatitos, lo importante ahora es comprobarlo y ayudarlos si estoy en lo cierto. Y poner una denuncia-

Y, efectivamente, había cuatro gatitos dentro de la bolsa, que hociquearon aún ciegos cuando Mal los sacó y e intentó acomodarlos en la parte delantera de su camiseta. “Demasiado corta, demasiado estrecha”, pensó Martín quitándose su vieja camiseta talla XL y tendiéndosela a la chica, que los envolvió con cuidado.

– No es la primera vez que nos lanzan animales dentro de la perrera, pero en las anteriores ocasiones esperaron a la noche, este cabrón lo ha hecho a plena luz del día –

Comenzaron a rodear el perímetro de la protectora a buen paso, era imposible entrar por dónde habían salido.

– Que sepas que ha sido tremendo verte salir detrás de él como una bala. Estoy impresionada – dijo ella – una parte de mí se arrepiente mucho de no haberte dejado destrozar a ese psicópata –

– Que sepas que a mí también me ha impresionado que saltaras desde aquel tejadillo – contestó Martín, pendiente del hatillo lleno de gatitos en el que se había convertido su camiseta verde.

– ¿Saltar? Más bien me dejé caer – objetó Mal sonriendo de nuevo.

– Puto asesino. Me pongo malo solo recordándole. ¿Sabes? Podríamos formar un equipo de superhéroes contra el maltrato animal, en plan X-Men o Los vengadores –

Mal casi se ahoga con la carcajada repentina – ¿Tú qué te metes chaval? –

– ¡Eh! Tú has conseguido verme sin camiseta, yo quiero verte con el disfraz de licra negra de catwoman –

Seguía estando muy cabreado, pero bromear tras la brutalidad que acababan de presenciar le ayudaba a centrarse.

– Voy a llamar a la Policía en cuanto entremos. Espero que esté Jorge hoy currando, nadie mejor que él para esto – dijo Mal llamando a la puerta de la perrera. Unos minutos después Laura abría la puerta. Miró primero a Martín, semidesnudo y acariciándose las manos magulladas, y luego a Mal, con el pelo escapando de la coleta y la camiseta del chico hecha una bola entre las manos.

– ¿Qué demonios hacéis fuera? ¿No estabais dentro limpiando? –

Mal se limitó a abrir retirar un poco la camiseta para mostrar a los gatitos, montados unos sobre otros.

***

Durante el regreso a casa, era Martín el que llevaba, además de una camiseta puesta de las que estaba previsto vender en el mercadillo, una pequeña caja forrada con una toalla en la que dormitaban los gatitos. Mal conducía y no dejaba de hablar explicando cómo había que cuidarlos: la preparación de los biberones, lo importante que era que estuvieran calientes, que había que estimulares con un gasa húmeda para que hicieran pis y caca… el chico escuchaba con atención intentando no pensar demasiado en su madre, deseando que no estuviera en casa cuando llegase.

Mal había dicho que se llevaría los gatitos a su casa, que se encargaría de ellos todas las noches, todo el tiempo que pudiera. Las pocas casas de acogida que tenían ya estaban hasta arriba, sacar adelante gatos recién nacidos era bastante esclavo, y a fin de cuentas en esos momentos ella no tenía ningún perro acogido, solo estaba Trancos. Pero adelantó que iba a necesitar ayuda.

– Vivimos en el mismo edificio, podría ayudarte cuidándoles, dándoles las tomas…- se había ofrecido Martín, sintiéndose responsable de aquellos pequeños bultos de pelo, recordando el diminuto cadáver roto que había sostenido en la mano.

Había insistido en que no habría problema, que su madre no pondría ningún inconveniente, y Mal había accedido porque le tocaba trabajar aquella misma tarde.

En cuanto introdujo la llave supo que no había tenido suerte, su madre sí estaba en casa. Siempre que se iba dejando la casa vacía daba todas las vueltas que admitía la cerradura.

– Mamá, ya sé que no quieres tener en acogida un perro. ¿Qué opinas de unos gatos recién nacidos? A eso no me habías dicho que no– gritó a modo de saludo empujando la puerta con un hombro. Tenía las manos ocupadas con un flexo, una caja con gatitos huérfanos y una bolsa con empapadores, dos biberones y leche en polvo especial para gatos.


Lo que véis no son fotos repetidas, son diecisiete cachorros de gatos que fueron abandonados en una caja en la puerta de una residencia animal con el cartel de «gatitos», sin más.

Nos ahorramos las palabras para describir a la clase de persona , si se le puede considerar como tal,que ha tenido la desfachatez de abandonar a pleno sol a estos pequeños en una caja cerrada a la espera de que fuesen recogidos. Se han llevado a todos al veterinario a revisión y desparasitar, no presentan ningún síntoma de enfermedad.

Ahora mismo están viviendo en un establo Sabemos que es una misión casi imposible pero necesitamos acogida para ellos urgente, ya sea uno, dos o los que cada uno buenamente pueda.

Están en Murcia pero se envían a cualquier provincia para su adopción con chip, vacuna, cartilla, desparasitados y comprosimo de castración. Para acogida, preferiblemente Murcia o provincias cercanas, salvo otras protectoras animales que no importa la provincia.

Contacto para adopciones, adopcionesbastet@gmail.com, y para voluntariado y donaciones, equipo.bastet@gmail.com

Marcha solidaria contra el maltrato de los galgos este sábado

Ayer os hablabla de dos conciertos que hay este fin de semana en Madrid, hoy nos vamos a Barceloma, porque este sábado 13 de junio SOS Galgos convoca allí una marcha para protestar ante la crueldad de la que son víctimas los galgos una vez acabada la temporada de caza a la que se unirán otras asociaciones nacionales e internacionales como Libera, SPCAI y Galgos sin Fronteras.

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Es el cuarto año consecutivo que se organiza. Con el lema ‘Yo soy su voz’, la marcha saldrá a mediodía desde el Tanatorio de Sancho de Ávila hasta la sede del Subdelegación del Gobierno de Barcelona.

SOS Galgos es una asociación que lleva más de quince años dedicándose al rescate y protección del galgo. Se trata de una de las primeras organizaciones que surgieron de defensa de galgos en España. Dentro de las actividades principales de SOS Galgos está la adopción, pero el trabajo en los campos educativo y legislativo tiene mucha importancia también. Os dejo con su comunicado:

Con el recorrido entre estos dos puntos simbólicos se quiere reivindicar la situación de agonía actual que viven los galgos y la exigencia, por parte de asociaciones, adoptantes y defensores de los animales de una toma de medidas por parte de las autoridades.

Se calcula que en España, cada año, decenas de miles de galgos son desechados por cazadores en nuestro país, lo que los convierte en la raza canina más maltratada de España. Estos animales son literalmente “armas de usar y tirar”, por lo que es muy común, a partir de febrero (cuando acaba la temporada), presenciar galgos abandonados en zonas rurales de Andalucía, Extremadura o las dos Castillas. Para deshacerse de ellos, los denominados galgueros (cazadores de liebre con galgo), utilizan métodos de exterminio de lo más crueles: los galgos son lanzados vivos en pozos, rociados con ácido, quemados, colgados de árboles en los llamados bosques de la muerte o colgaderos o semi-ahorcados por el método del pianista (las patas traseras tocan el suelo y el perro sufre una lentísima y horrible agonía). Miles de ellos son también sacrificados en perreras municipales, las cuales se encuentran anualmente atestadas de galgos desechados por los cazadores.

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La situación de maltrato extremo que reciben los galgos ya fue denunciada en diversas ocasiones y se han presentado propuestas de dichas asociaciones, adheridas con medidas concretas para ser convertidas en propuestas parlamentarias y esas se han quedado en el limbo desde entonces sin ningún tipo de consideración por parte del gobierno.

En Estrasburgo la asociación francesa C.R.E.L., encabezada por la ex-eurodiputada Michèlle Striffler marcharon también el pasado sábado 6 de junio para reivindicar el trato que reciben los galgos españoles y que Europa tome medidas al respecto.

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Y como representante de los muchos galgos que buscan un hogar os traigo a Teddy, un perro pacífico que anda bien con la correa. Me cuentan que hace sus necesidades fuera y es silencioso en casa. Venía de la calle, en Ecija. Tiene unos tres años y necesita un hogar, preferiblemente en el que ya haya perros.

Si crees que reúnes las condiciones necesarias para ofrecerle una nueva vida a Teddy o a otro galgo, o simplemente quieres ayudarles con
una pequeña donación, entra en SOS Galgos.

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Mayo y junio condensan una cantidad asombrosa de eventos solidarios relacionados con los animales. También en Madrid hay plan durante todo el fin de semana, además de esos dos conciertos que os decía.

PROA, la protectora del sur de Madrid en la que adopté a mi anterior perra, organiza su mercadillo. Probablemente el domingo ande por ahí. ¿Nos vemos?

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Este domingo hay concierto animalista: ‘Cantando a lo animal’ (esto sí es cultura)

Cuando este domingo estuve en la Feria del Libro firmando ejemplares de Galatea, se acercaron Sandro y Rosa en nombre de El caballo de Nietzsche  para hablarme de un concierto que el blog organiza cuya entrada es libre.

Un concierto que tendrá lugar este próximo domingo a las cinco de la tarde, una hora en la que es frecuente que arranquen las corridas de toros, solo es en este caso hablamos de un evento que sí que es cultura.Será en la plaza frente al Museo Reina Sofía, en el centro de Madrid. Se llama Cantando a lo animal y participarán Siniestro Total, Rubén Pozo, Celtas Cortos, Sexy Zebras, Pasajero, DeNiro, Yeska, Kike Tormenta, Jorge Salán, Zodiacs, Subestimados y Gatoperro en defensa de los derechos de los animales.

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Hum… he dado por hecho que conocéis el blog del que hablo, pero tal vez sea mucho suponer: por si acaso os cuento que se trata de un blog colectivo que, desde El Diario, también saca pecho para defener a los que no tienen voz (ni muchos derechos que merecerían) y que os recomiendo visitar.

Por cierto, que no fui la única autora que puede presumir de foto con póster chulo en la Feria del libro:

¡Ah! Y no es el único concierto en Madrid este fin de semana como me recuerdan por twitter:

Y ya sabéis, porque os lo he contado en el pasado, que Galatea es también cultura y es un libro animalista: la mitad de los beneficios que nos genere a mí y a la editorial irán destinados a los perros y gatos abandonados de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales, la protectora en la que adopté a mi perra, que ahora es una viejita de 16 años.

Algunas reseñas y entrevistas sobre Galatea en Lectura y Locura, JotDown, Público, El Diario, Nuevo BestSeller Español, 20minutos, PACMA o TodoLiteratura.

A todos los que trabajáis protegiendo a los animales: no desfallezcáis, porque sois muy necesarios

Hoy quiero traer aquí una web que se llama Si mi perro hablara, os recomiendo que la añadáis a favoritos si os interesan los perros en concreto y el animalismo en general. En el timón de esta página está Alba Benitez, que además de periodista es etóloga, educadora canina y Técnica en Terapia Asistida por Animales.

Para recomendar su blog he decidido traer aquí algunos fragmentos de uno de sus contenidos: Alba recogía no hace mucho algo que a cualquier voluntario o trabajador de una protectora le sonará bien: Fatiga por compasión, el síndrome silenciado de veterinarios y cuidadores de refugio.

Charles Figley, director del Tulane Traumatology Institute,  acuñó, en 1995, el término Compassion Fatigue (Fatiga por Compasión o Desgaste por Empatía, en castellano). Actualmente, es un concepto en evolución dentro de la Psicotraumatología y se asocia con el “coste de cuidar” de otros, animales o personas, que padecen sufrimiento físico o emocional. Se considera una forma de estrés traumático secundario y está relacionada con el Burn-out o la desmotivación en el trabajo.

¿Por qué afecta a cuidadores, veterinarios y etólogos?

El día a día de refugios y protectoras es duro. Muy duro. Sobra decir porqué…

También lo es la realidad que viven algunos veterinarios en sus consultas al tener que atender animales gravemente heridos o enfermos. Y, otras veces, al verse obligados a lidiar con propietarios que no tienen precisamente como prioridad el bienestar de sus “mascotas” (aprovecho para descalificar el término “mascota”, que me parece muy desafortunado para describir a cualquier tipo de ser vivo).

Y luego están las vivencias de muchos etólogos o/y educadores caninos o felinos, que también deben hacer frente a la resolución de complicados problemas de comportamiento. En ocasiones, compartiendo el sufrimiento del animal y/o sus propietarios durante la terapia de modificación de conducta.

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A veces es preciso parar para poder continuar peleando por ellos, con frecuencia es necesario establecer unos límites para que el corazón aguante. Es lógico reservar fuerzas, esto es una carrera de fondo, una maratón para la que hace falta resistencia y no desfondarse.

Hace más de dos años dediqué un post a todos los que luchan por la protección animal, a todos los que tapan el sol con sus manos. Es un buen momento para volver a traerlo aquí, para volver a pedir que no desfallezcáis, porque sois muy necesarios.

Existe un gran problema de protección animal en este país; con miles de perros abandonados y mal atendidos, otros tantos que son ejecutados o maltratados sin apenas consecuencias, con camadas de raza naciendo todos los días para cubrir caprichos mientras la protectoras están llenas de animales que necesitan un hogar, con esa cría sin regular adecuadamente, con millones mirando hacia otro lado y muy pocos esforzándose por mejorar esa situación…

Por eso es normal que esos pocos desesperen, que abandonen voluntariados en protectoras, que el cinismo semille en ellos o que pierdan en parte la fe en el género humano. Se sienten como si taparan el sol con una mano y tentados de abandonar.

Pero, escuchadme, es que hace falta tapar el sol con la mano para no cegarse. Y hay que creer que llegará la noche, que llegará el momento en que la mayoría de la gente esté concienciada sobre ese problema de protección animal que vosotros conocéis tan bien. Comparad nuestra generación con la precedente. Imaginad la generación futura.

En los días más duros
recordad que estamos avanzando, poco a poco, con tanta sangre derramada como en el desembarco de Normandía, pero avanzando sin pausa.

Conservar la cabeza fría y el corazón cálido no es una lucha fácil, pero merece la pena pelearla. Seguid tapando ese sol que ciega, por favor. Yo os ayudaré en lo que pueda.

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Pili (la que tiene la mancha blanca más grande en el pecho) y Mili son dos cachorritas que tienen que encontrar cuanto antes casa de acogida o adoptante. Las abandonaron en la puerta del refugio y tienen unos cuatro meses. No crecerán mucho más.

«Son unas cachorras muy simpáticas, el refugio esta saturadísimo y los cachorros enferman, necesitan adopción o acogida», me comenta MCarmen, que las está difundiendo y con la que comento que son malas fechas estas para encontrar adopciones y acogidas, con las vacaciones a la vuelta de la esquina.

Se encuentran en la protectora Sevillana «El buen Amigo» y se envían a cualquier punto de España.

Contacto: adopcioneseba@gmail.com

No dejaban a otros ayudar a Ayanna: «no vaya a ser que se quede por aquí»

imageLa galguita Ayanna ha tenido mucha suerte, ha dado a tiempo con los voluntarios de Cuencanimal y, probablemente por eso, ha salvado la vida.

Recibimos un aviso: una galguita estaba fatal: al límite de sus fuerzas, delgada y desnutrida, con heridas en sus almohadillas (no podía casi ni andar) y comida por los parásitos.

En el pueblo por el que rondaba mucha gente no la quería ni dejaba que otros la alimentasen, «no vaya a ser que se quede por aquí», con amenazas constantes a la gente buena que sí se preocupaba por ella.

Así están algunos patios, que no sólo no ayudan sino que no dejan que otros lo hagan. Afortunadamente Ayanna ya está en el refugio de Cuencanimal.

Ya ha pasado por el veterinario y su salud está atendida. Ayanna ronda los seis años de edad y está muy delgada, solo pesa 17 kilos. Ha sido desparasitada y vacunada. En la analítica completa muestra anemia. Además de las heridas en las almohadillas, también las tenía en la piel por la cantidad de parásitos que traía. Por suerte ha dado negativo en leishmania y ehrlichia y se restablecerá pronto.

Pero sobre todo nos interesa reconfortar su corazón. Todavía no se cree lo bien que la tratamos, nadie la grita ni la pega, sólo recibe caricias y palabras dulces, y comida diaria.

Es muy buena, y de verdad, no lo decimos por decir, es que su cuerpo nos cuenta su historia y aun así ella es nobleza pura, confía y se deja hacer por el ser humano tras todo lo penado. En el refugio pasa muchas horas descansando, lo necesita, al igual que necesitamos darle rico alimento que la recupere. Ha sufrido mucho, y cuando estaba sola y abandonada recelaba de las personas, pero fue cogerla y ahora es un cielo, incluso se esfuerza en venir al llamarla, viene tímida cojeando, y le duelen mucho las heridas de las almohadillas.

Para acoger o adoptar a Ayanna: adopciones.cuencanimal@gmail.com
Para apadrinarla: apadrinar.cuencanimal@gmail.com

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Podéis encontrar a Cuencanimal también en Facebook Y twitter.

Para contribuir a los gastos veterinarios de Ayanna: GLOBALCAJA (IBAN): ES51 3190 1002 2340 6691 7610 / BIC-SWIFT: BCOEESMM190.

Ayanna recién rescatada

Ayanna primer momento en el refugio

¿Nos ayudáis a encontrar al monstruo que apaleó, ahorcó y tiró a un contenedor a esta cachorra?

imageLa apaleó, la ahorcó, la envolvió en plásticos y la tiró a un contenedor dándola por muerta. Es una cachorra de siete meses cruce de mastín (¿tal vez con labrador?) que ya debía sobrarle. La pobre perra fue descubierta por la Policía Local de Peñarroya-Pueblonuevo (Córdoba) el pasado 1 de junio.

Pacma (Partido Contra el Maltrato Animal) ha presentado denuncia, pero es preciso dar con el monstruo a dos patas y para ello ha pedido la colaboración ciudadana para localizarle y ayudar así a las autoridades.

Dorothea ha sobrevivido a duras penas. Ha perdido su ojo izquierdo, el otro podrá salvarse pero está en muy mal estado y tiene una fractura en su pómulo izquierdo fruto de la paliza que recibió.
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Si alguien conoce al monstruo que perpetró esta barbaridad, que avise a Pacma en el correo cordoba@pacma.es, que le están buscando y no para desearle precisamente un buen fin de semana.

Aunque den con él no se llevará el castigo que merecería, pero al menos no se irá de rositas. Por favor, ayudadnos a difundir su imagen y esta petición de ayuda.

Alguien capaz de hacer eso a un cachorro también es peligroso para otros seres humanos.

Si queréis saber más sobre la perrita, ofrecerle un hogar, apadrinarla o ayudar con los gastos veterinarios, está siendo atendida por la protectora Huellas Felices.

Contacto: refugiohuellasfelices@gmail.com 647851467

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A la galga Freya también le abrieron el cuello para arrancarle el chip

Digo también porque es demasiado frecuente que los maltratadores que abandonan a los perros o se deshacen de mala manera de sus cadáveres lo hagan. Freya es sólo un ejemplo de una realidad habitual: tiene una herida en el cuello porque la rajaron para arrancar el chip obligatorio e impedir una denuncia. También quemaron su oreja para que no se viera el tatuaje.

Otros muchos perros se lo ahorran porque sus dueños ni siquiera se molestaron en implantarles el chip, aunque es obligatorio.

Esa manera cruel y cobarde de evitar culpas no es el único calvario por el que ha pasado esta galga de cuatro años: ha aparecido enferma y famélica, estuvo mucho tiempo vagando, arriesgando su vida al cruzar carreteras y alimentándole de la basura. También se llevó bastantes palos.

Ya va siendo hora de que su suerte cambie. Bueno, de hecho ya ha empezado a cambiar porque ha sido acogida por Fran, que está moviendo cielo y tierra para que encuentre un hogar definitivo.

Fran ha logrado que Freya salga en Telemadrid.

También ha conseguido que la actriz Mar Regueras les ayude.

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Me ha escrito para que os cuente su historia desde este blog. Y seguro que no parará hasta que consiga su objetivo: una familia para esta preciosa galga negra.

¿Le ayudáis difundiendo a Freya? ¿Ayudáis a esta galguita?

Contacto para adoptarla: 667836948 rescateanimalspain@gmail.com

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Capítulo 20 de #Mastín: «La adolescencia no es lo mío»

Fiel a mi cita, aquí os dejo un nuevo capítulo de mi folletín animalista. Quiero hacer una buena novela juvenil, capaz de gustar a adultos y con el marco de la protección animal para dar a conocer la problemática existente.

CAPÍTULO 20:

Las fotos no eran nada del otro mundo, ni en calidad ni en contenido. Juan aparecía ante el espejo ensayando posturitas, en un par sin camiseta. Estaba flaco y no tenía ni un solo pelo en el pecho. Era lo que más le había llamado la atención a Martín, que hubiera jurado que habría tenido bastante vello en el cuerpo viendo su barba cerrada, una de esas que es preciso pasar por el coñazo de afeitarse a diario igual que le pasaba a él. Tal vez se depilaba. Había algunos selfies en los que se le veía en primer plano, poniendo boca de pato y con peinados raros. En todas parecía feliz, exhibiendo una sonrisa confiada que rara vez se le escapaba en el instituto, y extrañamente vulnerable. Entre sus fotos también estaba una imagen de Justin Bieber en una pose que quería ser desafiante y se quedaba en ridícula, luciendo tableta de chocolate. Tal vez si hubiera sido una chica no hubiera pasado gran cosa, pero casi todo el instituto consideraba hilarante que un chico llevara a Bieber semidesnudo escondido en su móvil y se fotografiara en aquellas actitudes, porque todo el instituto había visto ya esas nueve imágenes gracias al cabrón de Alberto, que las había distribuido por Whatsapp.

Juan no se había presentado ese día a clase y todos sabían que no estaba enfermo. Humillado sí, en el punto de mira para recibir coñas, miraditas y vacíos, también, pasándolo fatal, seguro; pero no enfermo. Martín estaba convencido de que no acudir para afrontarlo empeoraba las cosas. Claro que también se preguntaba qué habría hecho él en su lugar y no acababa de decidirse. Toda su vida había procurado pasar desapercibido, estaba convencido de que era la mejor estrategia para terminar aquella etapa sin lesiones emocionales o en la autoestima. Pero una vez puesto en la picota, aquello de procurar no llamar la atención era imposible. Juan tampoco quería atraer los focos, pero el pobre chico no había podido evitar que su modo de moverse, sus intereses, atrajeran a los cuervos.

– Tal vez deberíamos decírselo a alguien, a algún profesor – dijo Martín.

– ¿Te crees que no lo saben? ¿Es que no tienen ojos en la cara para ver lo que está sucediendo? Pasan de complicarse la vida a menos que les estalle en la cara. Deben estar pensando que apenas nos quedan diez días aquí y no tiene sentido remover la mierda, que eso siempre huele mal –

– Aún así son diez días que a Juan se le pueden hacer muy largos. No puede decir que está enfermo todo ese tiempo – insistió Martín. Cada vez le ponía de peor hostia todo aquello, una mala hostia fría y soterrada, nada explosiva, que nunca antes había experimentado.

– ¿Y quieres acusar a Alberto y que él se entere de que has sido tú? – Manu se apretó a su costado mientras caminaban, como una gata a punto de ronronear. De hecho la voz que usó para seguir hablando recordaba a los maullidos que rodeaban a Laura cuando entraba con el pienso- Siempre hay parias, en todas las clases. En algunas lo son más que en otras, pero siempre hay uno, dos o tres chicos a los que otros machacan. Luego probablemente se convertirán en genios cuando estén en la universidad y nos den por culo a todos cuando tengan cuarenta años y molen más que nadie. Juan es listo. Sobrevivirá. Y nos queda una moraleja: no tengas fotos comprometidas en tu móvil, que nunca sabes dónde acabarán –

Martín pensó en las imágenes que había en su móvil y descartó rápidamente que hubiera algún peligro. Si quería porno se iba a Youporn y luego borraba el historial para evitar que su madre indagara. No creía que fuera del tipo que hacía esas cosas, sentía su privacidad bastante a salvo, pero con las madres nunca se sabe. Andrés se había metido en un buen lío por unos cuantos archivos que tenía en el disco duro, y eso que sus padres tampoco lo parecían. No se le ocurría pedirle fotos a Manu ni, por supuesto, hacérselas él mismo o a sí mismo. Carlos llevaba el móvil lleno de fotos de su polla en diferentes estados de expansión y perspectivas, estaba obsesionado con ella, pero aunque se filtraran tampoco le iban a suponer ningún problema. Ya se había encargado él de enseñárselas a todo el mundo, casi siempre con ánimo de escandalizar y presumir, bromeando con un posible futuro como actor porno si no encontraba otro trabajo. Recordó entonces lo que le había dicho la siempre juiciosa Manu cuando habían hablado de ello: “sí, ahora no le preocupa, pero como se filtren cuando tenga treinta años y un curro respetable, ya verás…”
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