140 y más 140 y más

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Seudónimos: truco o trato

Imagen de Thomas R. Stegelmann

No solo Facebook ha decidido introducir las cuentas verificadas, sino que ahora admitirá los seudónimos. Pero no es una cuestión de permisividad con el anonimato, sino de luchar contra perfiles falsos de celebrities. El resto de los mortales no podremos pedirlo. Así es. De todas formas, la red social nos permite, al menos, incluir «un nombre alternativo» que se muestra al lado del nuestro real y ayuda a que nos encuentren mejor en buscadores.

Es lo mismo que introdujo hace bien poco Google Plus tras su política inicial prohibitiva. Parece que las redes están cediendo algunos milímetros en sus posiciones enrocadas sobre apodos. Twitter es el elemento de fuerza en esta lucha: la popularidad de algunos de sus usuarios, que escriben bajo nombre inventado, supone una gran publicidad y una difusión de la red que no se paga con dinero. No hablamos solo de gente famosa al uso, sino de gente que contribuye con valiosas aportaciones a la comunidad y que es líder de opinión.

Pero hay otro punto de vista, el del usuario. Es importante que nuestra identidad digital se vaya construyendo poco a poco -si es que nos interesa, por profesión o influencia- en Internet, y para eso unificar es crucial. Una persona debería poder usar su seudónimo a voluntad en las distintas redes sociales. Probablemente, esto causaría también un debate sobre los límites. Me explico. ¿Dejamos a todo el que quiera que lo haga? ¿Oficializamos el concepto seudónimo y lo ligamos, por ejemplo, a un certificado digital? (estoy imaginando).

La parte fea la encontramos en quien, bajo un nombre falso, traspasa la linea del insulto, del delito o se dedica a entorpecer el flujo digital. Ojo, que aquí también hay versiones. Por ejemplo, ¿qué pasa con aquellos que, bajo un apodo y desde un país en conflicto armado, denuncian lo que ocurre con sus regímenes? Pienso en Siria, en Bahrein y, por qué no, en Congo. Allí serían delincuentes; en el resto del mundo, probablemente unos valientes.

En este aspecto, la nula capacidad de verificación en la distancia -por parte de quienes leemos- también se vuelve un problema. Y no solo estoy hablando de periodistas que buscan fuentes, sino del usuario general. La convivencia entre las distintas identidades supone para algunos una distorsión, «entramos en la era de la suplantación», dice Miquel Molina, aludiendo a perfiles en redes sociales de personalidades ya fallecidas, como el de Marilyn.

Una última cosa: pienso también en colectivos que no quieren significarse en Internet con una persona en concreto y que dicen tirar de horizontalidad, como el 15-M o Anonymous. ¿Acabarán siendo, dentro del universo léxico de las redes sociales, marcas comerciales o meros gabinetes de prensa? ¿Cómo hemos de atenernos a sus mensajes los receptores?

A lo mejor tenemos todos que tomar el camino del medio y, o bien buscar subterfugios, o bien e intentar armar una Red creíble atendiendo al mensaje que Google Plus nos pone en sus formularios: «Cuenta algo sobre tí para demostrar que eres…».

* Imagen de Thomas R. Stegelmann.

Literatura social, ¿un nuevo bookcrossing?

'For My Next Illusion I Will Use Wings', de Alex Epstein

¿Literatura social? Sí, son las palabras en las que pensó el escritor israelí Alex Epstein cuando se decidió a lanzar su nueva colección de relatos For My Next Illusion I Will Use Wings. Antes de publicar la tradicional edición impresa -en hebreo, dentro de unos meses- optó por Internet. Y no solo eso, apostó por Facebook para hacer un «experimento».

Le gustaba la idea, según ha explicado él mismo, de que la gente leyera sus microhistorias al tiempo que compartía una foto o escribía en qué estaba pensando. Es más, creía que los relatos adquirirían un nuevo estatus -que evolucionarían, vamos- si recibían comentarios en el momento o si varias personas se los recomendaban entre ellas; en definitiva, si desarrollaban una trayectoria social poco vista en formatos tradicionales (¿una nueva forma de bookcrossing?, pregunto).

Por todo esto, Epstein publicó el pasado 1 de enero una copia entera -gratis y en hebreo- del libro usando uno de sus álbumes de fotos en Facebook. Y ahora la revista Electric Literature irá haciendo lo propio en su página en esta red social durante los próximos siete días, aunque será solo un extracto y traducido al inglés.

Las dos primeras historias -son muy cortas, se leen enseguida-, On the Structural Integrity of Love Stories Mid-Air y Consciousness, ya están disponibles. Al proyecto lo han llamado The Facebook Book.

Preparados, listos… ¡timeline en Facebook!

No hago más que confirmar que la imagen se está convirtiendo en el tuétano de las redes sociales. Ojo, que dentro de unos días todos podremos comprobarlo en Facebook cuando nuestros muros muten de repente y aparezcan los timelines. Que no cunda del pánico.

El aviso tiene unos meses, pero como no le hemos hecho demasiado caso -y me incluyo-, ahora nos pillará el toro. ¿Qué significa esto? Pues que en las próximas semanas nos aparecerá un aviso en el perfil para que cambiemos su apariencia. Y es obligatorio.

Tendremos siete días, advierte Time, para ordenar nuestros cajones y apañar sin que nadie lo vea –como si fuera un borrador– nuestra puerta de entrada. Si somos impresionables nos costará un poco asumir, por ejemplo, que ahora nuestras fotos aumentarán de tamaño.

Sobre todo la que hará de «portada», colocada en la parte de arriba de nuestra «biografía» como un friso, como una cabecera de blog. Mashable nos da ideas por si hemos renunciado a usar una de nuestras fotos personales.

También frunciremos el ceño al ver que los hitos de nuestra trayectoria vital –cambios de estado sentimental incluidos– podrán apreciarse mucho mejor, ya que el amigo o extraño que entre en nuestro perfil lo recorrerá como una línea de tiempo.

Multiplicad eso por millones de visitantes.

Se podrá ir directamente a una fecha concreta a través de un pequeño índice y, por supuesto, antes de que se vean nuestras publicaciones –en formato de dos columnas– podremos filtrar, eliminar y cambiar la apariencia de lo que queramos.

Hay quien ya ha pensado en cómo llenar esos huecos espacio temporales que van a surgir:

1000memories, por ejemplo, ya tiene disponible una aplicación en la appstore -la «caja de zapatos»– para que escaneemos las fotografías de nuestra infancia y las publiquemos en el timeline, si es que hace tanto tiempo que tenemos cuenta en Facebook.

La aplicación de moda, Pinterest, también se va a integrar para compartir dentro de la línea de tiempo ese tablón de anuncios con lo que más nos gusta. Para empezar a sacarle partido, unos consejos de @laquesefue.

Y así, hasta el infinito. Las marcas, por otro lado, también intentan sacarle partido al cambio.

Yo he sido valiente y he pulsado el botón para experimentar en falso con mi timeline durante una semana. Y no sé ni por dónde empezar.

Dios tiene Facebook

La web Social Blabla rescató esta semana un mapa de medios sociales en España realizado por Alianzo en 2011. Es muy interesante comprobar la infinidad de contenidos y aficiones que se pueden compartir en Internet. Pero hoy voy a centrarme, solo, en un pequeño detalle.

Abrid el mapa. Si fijáis la mirada arriba, en el centro derecha (nada de segundas interpretaciones, ¿eh?), nos topamos con una de las líneas que proviene del sector «fans».

Son páginas de Facebook. Alianzo elabora rankings de redes sociales en función de los seguidores y de la actividad de los mismos y, en este mapa, el ranking está liderado por las páginas del Real Madrid CF y el FC Barcelona, con más de 20 millones de fans cada uno. Después, figuran las páginas Dios es bueno y la de Hombres G. Fútbol y religión, vamos.

Imagen de S. Reachers

Enseguida intenté averiguar de cuándo era el mapa y los chicos de Alianzo me confirmaron que tiene unos meses. Así consta en su web. El ranking ha cambiado algo desde entonces, aunque el balompié sigue mandando y el Vaticano anda por ahí. Pero retrocedamos. ¿Dios es bueno? Sí, es una página con 5,1 millones de ‘me gusta’ y una actividad francamente alta.

Consta como organización sin ánimo de lucro y opera desde Tucson (Arizona, EE UU). Tienen hasta perfil en Google Plus, aunque con éxito relativo, y a Jim Caviezel presidiendo la cosa (¿será consciente Mel Gibson de su aportación a la iconografía global?). El éxito de la página proviene de la enorme comunidad en español que ha reunido a través de distintos formatos.

Diversificar es ganar.

Hace ya tiempo que la religión monopoliza el concepto engaging en Facebook. ¿Y eso qué es? Pues, digamos, la conversación. Porque, a pesar de que Justin Bieber manifieste sus creencias a los cuatro vientos, no solo de fans viven los ídolos. Según Allfacebook, la página Jesús Daily ha inaugurado 2012 sin un rival a su altura. Tiene 11 millones de seguidores.

La posibilidades son inmensas. Desde una metaredsocial, que puede crearse en Facebook con aplicaciones como mychurch.org hasta redes independientes como Jewish Connection. Según The New York Times, más de 43 millones de personas son fans de al menos una página categorizada como religiosa en Facebook. Ya se sabe, Dios está en todas partes.

Es curioso, porque Facebook acaba de publicar un estudio en el que explica que, aunque la piedra angular de toda red social radica en la fuerza de gente con intereses similares, la mayor parte de la información que compartimos nos llega a través de personas con las que no tenemos mucho que ver. Puede que por eso impulse puntos de encuentro como este.

* Imagen de S. Reachers.

A veces veo redes

Imagen de ButchLebo

Le doy vueltas a dos palabras desde hace algún tiempo. Son crossover e imagen. ¿Por qué? Ambas indican, a mi juicio, dos tendencias o caminos que las redes sociales siguen para avanzar tanto en su utilidad como en su atractivo.

En cuanto a la primera, creo que la mayoría de la gente (normal) percibe estos lugares de encuentro e información virtual como ecosistemas independientes y ajenos a los demás. Facebook, Twitter, Google +, etc. son para el común de los mortales lugares entre los que elegir. O estás en uno o en otro; a lo sumo, te dejas ver en dos y de forma desigual. Son pocos los que cruzan la línea y, además de tener presencia en varios ambientes, intentan buscarles un lugar comun.

Tengo un amigo que cree que no es recomendable mezclar a los amigos de distintos grupos, por ejemplo, los del trabajo con del colegio, pero parece que en las redes sociales cada vez se tiende más a eso si hablamos de contenidos. Las personas son otro cantar. Ya podemos publicar, sin trucos, las fotos de Instagram en Facebook; el rey Google lanza sus polémicas búsquedas sociales y se deja querer por sus indexables pretendientes; ¿y qué decir de Spoti(social)fy?

Pero esto, como previsible evolución, me llama menos la atención que la segunda de mis palabras. Nos está pasando algo que ya nos ocurrió cuando la televisión apareció en nuestras vidas y crió a generaciones audiovisuales que ya nunca pensarán en texto. Las redes sociales tiran cada vez más de imágenes, se organizan en torno a ellas. Y les funciona, nos entra por los ojos. No solo Instagram, sino Pinterest. Y otras muchas con enorme potencial.

¿Para qué tener Reader (¿R.I.P.?) a secas cuando podemos incrustarlo en un vistoso Flipboard? ¿Qué tal un Pictarine? El consumo de Internet en el móvil tiene mucho que ver con esto, la rapidez con la que engullimos el contenido y los repasos, cortos y selectivos, entre lo que nos sirven las redes. De ahí a la «curación» no hay nada. Si pudiéramos tocar la pantalla de la tele para compartir -mientras escuchamos y vemos- ese vídeo o programa de interés…

Sirva este post para comenzar. Se admiten preguntas, respuestas y recomendaciones.

* Imagen de ButchLebo.