140 y más 140 y más

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Los amigos de mis amigos

Supongo que los talluditos del lugar se acordarán de esto:

Amigos. Ese término al que las redes sociales nos han (mal)acostumbrado y que va más allá de lo que a veces nos damos cuenta. Ser aceptado como amigo, followeado (con perdón) o incluido en un selecto plantel de escogidos prescriptores es casi motivo de satisfacción.

Os habréis fijado en que Facebook ha puesto en marcha hace unos días (no se si ya está operativo para todo el mundo) un nuevo filtro: «Mejores amigos». Para que tengamos información puntual de lo que publican hacen o piensan nuestros amigos «más importantes».

En realidad, se trata de animarnos a que utilicemos las listas de otra manera, que me recuerda un tanto a los círculos de Google Plus. ¿O es al revés? En cualquier caso, el seguimiento del amigo o amigos en cuestión será a partir de ahora más exhaustivo.

Marcamos con una estrella al ínclito y así se nos notifican todos sus movimientos. El reclamo es acceder a los «momentos importantes de su vida». Pienso en novios, exnovios, idolatrados y enemigos. Pienso en todo menos en amigos cuando veo algo así. ¿Vosotros no?

«Colarte en la vida de la gente no tiene nada que ver con el chisme sino con un deseo, casi patológico, de comprender el comportamiento humano. La pasión por las vidas de otros». La frase es de Elvira Lindo, de este fin de semana. ¿Queremos comprender a nuestros amigos?

Este foco dirigido de Facebook me dice otras cosas: que quieren captar rápido la audiencia que deja Tuenti, joven y con un círculo de amigos reales grande; que las «interacciones» y, sobre todo, la «actividad» mostrada en Twitter de aquellos a los que sigues, funcionan. Twitter nos enseña sus movimientos estratégicos, un poco en la línea de Facebook. ¿O es al revés?

Creo que todos jugamos una partida de ajedrez: compartimos, pero sin enseñar revelar nuestras jugadas. Ahí están los mensajes privados y los chats. ¿Llevamos una doble vida?

Y ojo: Facebook te da la posiblidad de marcar como «mejor amigo» a alguien, pero él nunca lo sabrá, porque Facebook no le informará de ello. ¿Entonces? Huy, vaya lío (me remito al vídeo de arriba). El nuevo timeline es cada vez más social… pero en un ámbito más cerrado.

Eso sí, las sugerencias siguen existiendo y Facebook y Twitter te ponen delante de vez en cuando nombres de usuarios que podrían interesarte. ¿Les hacéis caso? Yo, la verdad, poco. Nos queda la curiosidad propia para explorar y construir un ecosistema. Y los hashtags.

Conclusión: puede que tras el boom inicial, las redes sociales estén captando la idea que circula por las cabezas de muchos: creo que he hecho demasiados amigos, así que ya es hora de deshacerme de aquellos que, en realidad, no me dicen nada. Esto con el email no pasaba.

¿Problemas con la narración?

El hashtag hoy es distinto. Es #blockupy. Pero las movilizaciones nos pillan algo lejos (Alemania) y no invaden nuestras calles. Además, estamos de resaca 15-M. Desde el 12 hasta el 16 de mayo miles de personas salieron a la calle en muchas ciudades españolas. El denominado mayo global se contó (se cuenta), una vez más, al segundo en redes sociales y en webs de medios de comunicación. Entre otras, la de @20m. Y en blogs; y en YouTube.

Realizar una cobertura de este tipo (online) de un acontecimiento puntual tiene varias dificultades, tanto técnicas como narrativas. Y me refiero, sobre todo, al momento en el que una está en la calle con un teléfono móvil e intenta (re)transmitir a duras penas aquello que ve y ocurre a su alrededor. Bueno, corrijo. En mi poder yo tenía, a diario, dos teléfonos y tres baterías externas. Concretando, dos iPhones. A menos que se opte también por cargar a cuestas con un ordenador, por pequeño que sea, este es el primero de los desafíos: el del avío endeble.

 

No quiero referirme solo al trabajo periodístico, que también. Porque mucha gente hacía lo mismo que yo a título personal. Desde luego, el obstáculo de la mala conexión nos afectó a todos. Parece mentira. Me acuerdo cuando hace miles de años fui con una amiga a Arriondas (Asturias) a disfrutar del fin de semana del descenso del Sella y quedé impactada porque había tanta gente junta que no podía ni llamar por teléfono. Juraría que yo entonces tenía un modelo variopinto de Alcatel, de un verde terrible. Pues bien, veo que no hemos avanzado mucho.

Pero siguiendo con el reto de contar, me gustaría referirme a dos cuestiones. La primera, los hashtags. Y tampoco quiero circunscribirme a Twitter, aunque los hashtags se usen por encima de todas las cosas en esta red social. Estas etiquetas aglutinan la conversación sobre un mismo tema pero, en casos como el del pasado fin de semana, y aunque se consensuó tácitamente elegir una al día, la multiplicidad de las mismas suele desviar la atención y trocea el flujo de información. Siempre, eso sí, hay un ganador, como vemos en este informe de Pirendo que vi en La Nube.

Hashtags del 12-M

Suele ocurrir también que los medios de comunicación se empeñan a veces en crear e imponer hashtags propios para singularizarse, aunque casi siempre acaban reculando. Y pasa de igual manera que la velocidad a la que circulan comentarios es tal y las aportaciones son tantas que, aunque nos concentremos en seguir un hashtag concreto, probablemente no nos enteremos de casi nada y nos quedemos congelados, contemplando nuestro propio timeline.

¿Cómo escoger entre tanto informador? ¿Es mejor seguir un hashtag, a un medio de comunicación, a una persona o a la cuenta o página de un colectivo? Si uno está en su casa, por ejemplo, hay herramientas, como tweetdeck, para configurar varias columnas y organizar la maraña. Pero si dependemos de un móvil, ¿cómo proceder?

Mi opinión es que la previsión es fundamental. Antes de adentrarse y querer participar en un acontecimiento concreto, informándose y aportando, hay que seleccionar de antemano algunas de las fuentes a las que seguir, aunque en el momento podamos añadir otras gracias a las menciones o referencias que nos vayamos encontrando. Así, nos quedaremos en nuestro timeline (de Twitter, Facebook, Google Plus o lo que sea), pero será una línea de tiempo adaptada y adecuada al tema. En Twitter, por ejemplo, las listas vienen muy bien para eso. Si no podemos llegar a todo, hagamos un filtrado. Es una forma de apañarse con la fast-info.

Me refiero, por último, a la narración. Fuera de las crónicas y los análisis, los mensajes cortos de un minuto a minuto (en un medio), un tuit o un post rápido no son suficientes por sí mismos y requieren de un relato continuado que, en muchas ocasiones, acaba fuera de contexto. Por eso, en primer lugar, hay que dedicar tiempo a esas pequeñas comunicaciones. Y, en segundo lugar, hay que aprovechar las ventajas de lo audiovisual, como ya expliqué en un post anterior. Los vídeos, por supuesto, suelen tener mucho éxito. Aquí varios ejemplos: cacerolada y bofetada.

Pero también tienen éxito las fotografías. Captar momentos y compartirlos. Así que le estoy echando el ojo a una aplicación que está maquinando desde hace un par de meses Ricardo Galli (Menéame). Se llama Spokenpic y tendrá una versión beta para finales de junio. Se trata, simplemente, de que sea un mensaje de audio y no de texto el que acompañe a las imágenes que compartamos en las redes sociales. Esto ahorraría tiempo y permitiría saltarse limitaciones de caracteres. La segunda versión de la herramienta, según el propio Galli, estará lista, previsiblemente, para agosto y facilitará el multipic, es decir, una serie completa de fotos comentada por el autor.

Veo un inconveniente. Una vez que muchos han/hemos aprendido a medir las palabras y saber qué escribimos en las redes sociales y cómo, el audio puede devolvernos esa sensación de soltura exacerbada. Y pienso, sobre todo, en que nos dejemos llevar por la emoción si es que estamos asistiendo a un espectáculo o a un hecho singular. Hablar (literalmente) antes de pensar.

Pero supongo que estoy pensando en los periodistas, más que en anónimos usuarios. En cualquier caso, me parece una buena idea y una posibilidad más. Porque no sé, y esto es una opinión personal, si nos hemos quedado un poco estancados contando las cosas en las redes. Os dejo con esta reflexión y con el vídeo explicativo de Spokenpic:

Compartir demasiado… no es compartir

Captura de pantalla FB

Creo que voy a fundar un grupo en Facebook. Ya sé que es algo pasado de moda, pero es que la nueva situación creada por las social reader apps (a lo mejor) lo requiere.

Son esas aplicaciones con las que compartes en redes sociales eso que estás leyendo, pero de una manera impersonal, automática y, en ocasiones, algo cansina. Muchos medios, como The Guardian, The Independent o The Washington Post, pusieron en marcha sus aplicaciones con gran éxito, pero ahora están comprobando cómo pierden usuarios poco a poco. ¿Pór qué?

Primero, porque tu amigo, el que te sigue, puede llegar a pensar que lo tuyo es spam del bueno. Segundo, porque si decide pinchar en el artículo que has posteado, es posible que le pidan que se registre o se instale algo (aunque hay quien ha solventado este problema). Y eso no gusta nada. Tercero, porque la implantación de la filosofía ‘quiero saber qué hacen los demás’, que ha copiado Twitter, no acaba de cuajar. Cuarto: ¿no escarmentamos con Farmville?

Últimamente he tenido varias experiencias con Yahoo News. No es porque yo use la app, es porque de repente me he sorprendido comprobado cómo personas a las que conozco -yo no tengo muchos amigos en facebook- leen cosas como «Silvina Escudero habló de las fotos sexuales con su novio». Me parece bien, que lean lo que quieran, pero no tengo por qué saberlo, a menos que la persona en cuestión lo comparta por algo especial o porque es un contenido de calidad.

Captura FB

Cuando ese tipo de informaciones compartidas ‘sin querer’ se convierten en norma o están configuradas por defecto (se pueden ocultar), pueden producir rechazo. Y uno aprende a ignorarlas. Explica John Herrman, de BuzzFeed, que el volumen de usuarios o lectores sociales está experimentando un bajón notable en los últimos meses, incluso en relación a ciertos contenidos como los de Daily Motion (vídeos), según los datos que saca de AppData.com.

Las cifras de The Washington Post, por ejemplo, son bastante preocupantes. En el último mes, este medio ha perdido 8,2 millones de usuarios sociales activos mensuales.

No solo es eso: ¿dejarías de seguir a un amigo cuyas actualizaciones son solo un feed de cierto medio o sección de noticias raras de un portal cualquiera? Hay algunos que sí lo hacen, de ahí las gráficas demoledoras. De fondo, claro, subyace el asunto del pago por contenidos o su gratuidad, según Jeff Bercovici, de Forbes, aunque ese es un tema bastante más profundo.

Agregar a tu madre en Facebook

Si alguien creía que rescatar a Enrique y Ana (y su chino filipino) para un anuncio de televisión era lo más -aunque El Intermedio ya se había adelantado con uno de sus famosos montajes con Rajoy– o que el ¿acertado? viral de Loewe había ocupado para siempre el primer puesto en las menciones en redes sociales… es que no confiaba en la creatividad primaveral de algunos.

La empresa Central Lechera Asturiana ha lanzado una campaña especial con motivo del día de la madre -6 de mayo- que lleva unos días dando de qué hablar. Incluye un supuesto vídeo casero y también -imprescindible elemento- una canción bastante pegadiza que apunta maneras al estilo de «Tú me das cremita, yo te doy cremita».

La marca pone a Facebook por testigo de su estrategia y coloca a un chico en la tesitura de tener que decidir si agrega o no a su madre en esta red social. Una duda que, por otra parte, seguro que han tenido muchos antes y no solo con sus padres, sino con sus jefes, por ejemplo.

El spot se puede compartir y comentar a través del perfil de Twitter y la página en Facebook de Álvaro Garrido, el chaval en cuestión que, en la vida real, trabaja en el sector audiovisual. También podemos encontrar a la madre, claro. Por si no lo habéis visto, el vídeo es este:

Facebook compra Instagram: ¿qué dice Internet?

http://storify.com/MirenM/facebook-compra-instagram

Cotilleando los nuevos ‘timelines’

Ahora que el nuevo timeline de Facebook ha llegado a todas las páginas, resulta divertido curiosear en algunas de instituciones, empresas o marcas para ver cómo han aprovechado sus recursos, cómo han recolocado su historia o cómo no han cambiado prácticamente nada.

Al tiempo que Spotify, por ejemplo, ha eliminado esta semana la restricción que no permitía -en la versión gratuita- escuchar más de cinco veces una misma canción al mes, también ha convertido su línea de tiempo en una especie de enciclopedia de la historia de la música.

Timeline de Spotify

De momento, ha retrocedido hasta el año 1001, ni más ni menos. Incluirán, dicen, fechas de lanzamientos de discos, imágenes, historias y, por supuesto, enlaces a canciones y álbumes. Asimismo, piden ayuda a sus seguidores para rellenar esos antiestéticos huecos en blanco.

Muchas de las publicaciones que hoy leemos tienen, por su parte, archivos fotográficos y hemerotecas impresionantes, producto de decenas (y cientos) de años de trabajo. La Vanguardia, ABC, Harpers Bazaar o NYT, entre otros, han jugado ya esta baza con acierto.

La página oficial de los Juegos Olímpicos también luce bien, así como la de la Casa Blanca o la de Mercedes Benz. Respecto al cine, he de decir que me esperaba algo más de Disney -aunque Pixar sí ha hecho algo- o de Universal. Creo que no explotan lo que tienen; veo poco vídeo.

Imégenes del timeline de 'Meet the Press'

Ahí están también Cartier, la monarquía británica o el Massachusetts Institute of Technology. Y este timeline, fantástico, del programa de la NBC Meet the Press. Me he fijado, como habréis apreciado, en el aspecto cronológico e histórico del asunto, aunque hay bastantes elementos más a tener en cuenta. Aquí, más ejemplos; aquí, la evolución de las brand pages.

Aunque algunas páginas ya utilizaban el nuevo timeline desde hace días, habrá que conceder algo más de tiempo a las rezagadas. En cualquier caso, este lavado de cara en Facebook sigue suscitando críticas y quejas, y en ellas Zuckerberg no sale muy bien parado

Si os encontráis con alguna página que merezca la pena, no dejéis de decírmelo.

* Las imágenes están sacadas de los timelines de Spotify y Meet the Press.
** Algunos de los enlaces que he puesto es mejor verlos con sesión abierta en Facebook.

Facebook, Uh, Oh, Oh

Aunque aún no se ha celebrado el festival -será el 26 de mayo en Bakú (Azerbaiyán)- ya tenemos la canción ganadora -entre comillas- de la edición de Eurovisión de este año. Al menos en fama y viralidad.

San Marino y su representante, Valentina Monetta, se han descolgado con un tema dedicado a Facebook titulado Facebook, Uh, Oh, Oh (A Satirical Song), que competirá en la primera semifinal. Hay quien augura su descalificación por hacer publicidad de una marca, algo que viola las reglas del certamen. De momento, ya está acaparando titulares.

En fin, esto tenía que pasar…

Qué bien se vende Lady Gaga

Lady Gaga, durante los premios Bambi 2011 en Alemania (EFE)

Se ausenta una dos días por gripe y Lady Gaga se apunta otro récord. La relación entre la descendiente cultural (y conceptual) de Madonna y Twitter viene de lejos y se ajusta al patrón Isinbayeva, a saber: yo soy la reina y supero mi marca cuando quiero.

La cantante suma ya más de 20 millones de followers y el contador se mueve muy rápido. Considerando que en España Twitter cuenta solo (o ya, según se mire) con 4,4 millones de usuarios únicos y que en el mundo hay 516 millones de cuentas registradas (y subiendo), la masa de monstruitos -como ella los llama- que acompaña a Gaga no es desdeñable.

Gaga ya apuntaba maneras en 2010 cuando dejó atrás a Britney Spears. Un año después había aumentado en 9,9 millones el número de seguidores y hoy continua arrasando con algunos trucos: mantiene con su comunidad una relación estable y cuidada a pesar de que, por ejemplo, el segundo de la lista, el inefable Justin Bieber, escribe con más asiduidad.

Aunque su media es de 1,7 tuits diarios, según Twopcharts, Lady Gaga se encarga de contextualizar –poner enlaces, hashtags, fotos-, provocar y compartir reflexiones con sus fans, mientras Bieber se limita, con una precariedad verbal patente, a dejar caer estados de ánimo como si fueran sacos de arena. Probablemente tenga que ver mucho con la edad del susodicho.

Eso sí, Bieber es el campeón del retuit con mensajes como este:

Tuit de Justin Bieber

Germanotta, por su parte, ha hecho otras cosas bien, como diversificar y poner el foco en Facebook (tiene 48 millones de fans y es madrina de FarmVille) y Google Plus (está en 870.000 círculos), además de crear su propia red social, Littlemonsters, aún en beta y para la que hay que pedir invitación (yo ya lo he hecho, por si acaso).

Es una marca en sí misma, una multinacional, y se vende bien en las redes sociales, al menos de una manera más sutil que otros de su misma especie.

Si a nivel mundial los cinco primeros puestos en Twitter -en seguidores- corresponden a cantantes (completan Katy Perry, Shakira y Rihanna), en nuestro país el fútbol manda. Aunque David Bisbal está en segundo lugar, con 2,8 millones, el Real Madrid le supera con 3,7. Los otros puestos son para Iniesta, Piqué y Ramos. La lista está hecha teniendo en cuenta la localización, por eso Alejandro Sanz, que vive fuera de España y sería el primero (4,9), no aparece en ella.

En cuanto a Facebook, la propia red social lidera el ranking de fans (63 millones), seguida de la página de Texas Holdem Poker, la de YouTube, la de Eminem y la de Rihanna. Pero –y ya os hablé de esto-, ¿quién creéis que lidera la conversación y recibe más ‘me gusta’?: sí, Jesús.

Nos queda Google Plus. Aplicando la lógica podemos deducir de quién es el perfil más seguido. Pensad en que es una red social relativamente nueva y también en qué persona ha ido abriendo camino en otras redes sociales. Os la he citado ya, es Britney, que cuenta con la friolera de 2,2 millones de seguidores y una gráfica muy sugerente.

Perfil de Britney Spears en Google Plus

Esto es como hablar de miles de millones de euros. Si uno no los pasa a pesetas -es así- no alcanza a comprender la magnitud del asunto.

Hoy por hoy, las páginas web de cantantes como Gaga o Spears podrían desaparecer perfectamente si no fuera porque aglutinan contenidos y sirven de agenda eventual de conciertos; y porque son el escaparate de las discográficas, claro.

Lo sean o no, los perfiles en redes sociales parecen algo más personales y pueden funcionar de manera autónoma y centrar el tiro, aunque en algunos casos estén fuera de control, en otros sean blanco del phising y en otros tantos, atención, puedan en el futuro costar la eliminación total del intermediario o, al menos, su minimización. ¿Volveremos al modelo MySpace?: Yo hago música, os la enseño, os la explico, vosotros me dáis vuestra opinión y hablamos. Y ya.

El dato: Lady Gaga y Justin Bieber son de la misma discográfica, Universal Music Group.

¿Para qué y cómo uso las redes?

Resulta que cada vez que aparece una nueva red social tenemos esa sensación de que hemos de estar en ella, por lo que pueda pasar.

(Por si acaso) creamos una cuenta y confiamos en que de algo nos valdrá o, por lo menos, nos aseguramos de que nadie va a apropiarse de nuestro usuario, ese que ya tenemos muy bien posicionado en los escaparates mainstream. Por el que nos conoce todo el mundo.

#yoconfieso que lo he hecho alguna vez, por ejemplo, con (Go)Miso -para compartir qué serie o película estás viendo en la televisión-, Eskup -la red social de El País– o Quora -no sé, ¿dónde queda entonces Yahoo answers?-, a las que después no he dedicado prácticamente nada de mi tiempo. También es cierto que me pica la curiosidad y opto por investigar de primera mano cuál puede ser la utilidad de la red en cuestión, cómo es su diseño, etc. (Por si acaso).

Me quedé sin profundizar en Yumit -¿se lo habrá comido Instagram?- o en los check-in de Foursquare; aunque creo que tendré que recuperar el tiempo y ponerme las pilas con la geolocalización si atiendo a los buenos consejos de Ana Ramírez (@petitsetmaman): ojo, que en los próximos diez años se lanzarán al espacio 230 nuevos satélites comerciales. Recomiendo que echéis un vistazo a esta presentación que hizo en el último CafeyTwitts.

Con todo esto me estoy refiriendo a redes sociales que todos conocemos, las mayoritarias.

Después hay muchas más, específicas, temáticas, de las que un día de estos os hablaré. Pero es que The Wall Street Journal ya nos ha explicado esta semana, citando datos de ComScore, que Facebook se lleva una media de 6,7 horas al mes por usuario de redes sociales. Además, Facebook acaba de anunciar novedades importantes. Igual que Twitter.

Mi uso de las redes sociales se limita a un número de ellas concreto, aunque ya le he echado el ojo a Path, que por cierto utiliza nuestro meteorólogo Emilio Rey (@digitalmeteo); le preguntaré. Aunque hay muchas más cosas que investigar por ahí.

En mi caso, no recuerdo si fue antes Facebook o Twitter, pero con ellas hago cosas muy diferentes. La primera sigue siendo bastante más personal y mantengo incluso el perfil cerrado, aunque tengo intención de cambiar esto. Creo que usamos muy poco esta red social para cuestiones profesionales, porque LinkedIn se ha adelantado por la izquierda y porque a mi, que soy periodista, Twitter me hace un buen favor con el tema de la inmediatez.

Me he propuesto subsanar el error y, poco a poco, nutrir mi perfil de Facebook con otras cosas orientadas a mi profesión, aunque sin desechar el entorno más cercano. Eso sí, puede que quite algunas fotos… De momento, es Twitter quien acapara mis minutos en las redes sociales: a través de ella he hecho más contactos e incluso amigos, por qué no decirlo. Y también es la red que ha dado visibilidad a mi trabajo. En este sentido, Google Plus comienza a recorrer también ese camino, pero de una forma mucho más lenta y difusa.

A veces publico mis tuits de forma automática en Facebook, pero intento que mis contenidos en cada una de las redes sociales sean distintos o, por lo menos, no publicarlos al mismo tiempo para no spamear. No obstante, cuando he escrito algún reportaje o un post que creo que me ha quedado bien, lo hago sin pudor y me pongo en modo autobombo. Qué remedio.

Foto de @MirenM

Instagram me gusta mucho. También tengo el perfil cerrado -aunque el otro día Berto (Romero) me recomendó que lo abriera- y la uso para fotografiar casi cualquier cosa que me parece atractiva y que no requiere una cámara más grande. Sé que puede pervertir la fotografía como concepto por el hecho de tener filtros, pero es un divertimento. A veces comparto mis fotos en Twitter y Facebook.

En Pinterest soy nueva. De momento estoy explorando y he prometido un post con mis progresos, aunque hay a quien le parece, con cariño, que abusa de los gatitos y la moda. También estoy en Flickr y YouTube, claro, aunque es verdad que no les saco el partido que merecen. En Tumblr hago mis pinitos y a Tuenti, como podréis suponer, llegué un poco tarde (y casi a MySpace).

Este es mi balance personal, pero me parece que cada vez va siendo más profesional. ¿Es este el verdadero valor de las redes sociales? ¿O creéis, por el contrario, que se están banalizando por momentos? Me gustaría recibir vuestros consejos y también opiniones. Y no, no tengo LinkedIn.

* El vídeo es de The Wall Street Journal. La imagen es una de mis fotos favoritas tomada con mi móvil para Instagram. Se titula Tintin way of life.

Pistas de fin de semana

Los fines de semana tenemos un poco más de tiempo para dedicar nuestra atención a las redes sociales y explorar. Así que os dejo unas cuantas pistas:

Flickr y Pinterest. La herramienta de Yahoo va a hacerse un lavado de cara con guiños evidentes a la red social Pinterest, que está ganando terreno en el mundo de las fotos casi a cualquiera. Pero al mismo tiempo, Flickr se ha blindado contra los famosos pins y ya facilita a sus usuarios la oportunidad, deshabilitando la opción correspondiente, de no dejar que nadie pueda trasladar sus imágenes con copyright a los tablones de Pinterest. Eso no evita, claro, que se pueda hacer de otra manera, como con la simple descarga de la foto.

Networking en el aire. De momento solo funciona para los trayectos entre Amsterdam y Nueva York y San Francisco y Sao Paulo, pero la compañía aérea KLM ofrecerá durante la próxima primavera -o eso pretende- la posibilidad de que sus pasajeros escojan a su compañero de asiento en los vuelos intercontinentales. ¿Cómo? Con Facebook y Linkedin. Si el usuario con reserva confirmada permite que se compartan datos de sus perfiles, puede elegir su sitio en el aeroplano en función del interés que le susciten los perfiles que otros pasajeros muestran. No se puede ‘rechazar’ a una persona que ha decidido sentarse a tu lado, pero sí puedes cambiarte de sitio y volver al anonimato. Si lo probáis, decidme.

Tarta de cumpleaños, imagen de libertygrace0 en Flickr

Cumpleaños feliz. Si sois como yo y se os olvidan siempre los cumpleaños de vuestros amigos o conocidos, Facebook suele ser una buena manera de refrescar la memoria. Pero claro, no siempre podemos entrar en el perfil. ¿Qué hacemos si, por ejemplo, tenemos un día terrible de trabajo y nos olvidamos de las redes sociales? Si usáis Google Calendar, podéis exportar todas las fechas de cumpleaños allí: aquí explican cómo hacerlo.

Historial de búsquedas. Sabemos cómo es nuestro comportamiento en Google, qué buscamos y cuándo, mediante el historial, al que podemos acceder si tenemos cuenta. En él se fijará Google para las famosas y cuestionadas búsquedas personalizadas con Google Plus, ofreciéndonos los resultados en función de lo que ya le hemos preguntado antes. Si alguien prefiere no poner su pasado -y sus siguientes movimientos- a disposición de la compañía, puede borrarlo antes del 1 de marzo, fecha en la que empezarán a aplicarse las nuevas condiciones de privacidad. También podemos navegar con Chrome y su versión de incógnito.

* Imagen de libertygrace0.