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Entradas etiquetadas como ‘diaz ferran’

Sólo les falta dar latigazos a los jóvenes mientras trabajan

Por Jon García Rodríguez

Cualquier día nos van a pagar la jornada laboral con una palmadita en la espalda y un bonobús para que regresemos a casa. El Círculo de Empresarios propone reducir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a los jóvenes que carezcan de formación.

Consideran excesivo tener que pagar 648 euros al mes —lo que marca el SMI— a jóvenes que no tienen estudios o experiencia laboral. Yo no sé si también les van a poner una bola de hierro en el pie o si les darán latigazos mientras trabajan. Pero igual hasta podría pasar.

Un joven en su jornada laboral (INFOJOBS)

Un joven en su jornada laboral (INFOJOBS)

Desde que el ex presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, soltara aquella mítica perla: ‘para salir de la crisis hay que trabajar más y ganar menos’ (ahora la repite desde Soto del Real), la patronal se ha venido arriba y no hay quien les haga bajar.

A mí me gustaría explicarle al Sr. Javier Vega, presidente del Círculo de Empresarios (de quien ha salido esta ‘genialidad’), que la esclavitud fue abolida en 1896. Si necesitan trabajadores para levantar las empresas con las que se enriquecen, les tendrán que pagar. Pagar bien.

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Por A. Domínguez

Escucho atenta y pasmadamente al Sr. Vega de Seoane, presidente del Círculo de Empresarios, decir que a los jóvenes que no estén formados adecuadamente para desempeñar un trabajo, se le abone menos del salario mínimo, incluso abonar una parte del mismo en especies.

Bueno, primeramente, este apellido tan ilustre y conocido en nuestra Historia reciente y no tan reciente… segurísimo que no tiene entre sus vástagos jóvenes sin preparación. ¡Lógico!

Y, por pura lógica,  yo me atrevo a decir, ¿se pagará entonces doblemente, como mínimo, a los jóvenes que están ‘requetesobradamente’ preparados para el trabajo que están desempeñando? Por ejemplo, una persona licenciada, pongamos que en Derecho, con premio fin de carrera y expediente académico impoluto, desempeñando el cargo de asistenta doméstica con salario irrisorio y tareas sin fín…

¡Ay! Cuántas necedades tendremos que escuchar… y ¡padecer!

Juan Lanzas no es Miguel Blesa

Por Francisco Javier España Moscoso

Y podríamos establecer la misma analogía entre el juez Elpidio José Silva Pacheco y la jueza Mercedes Alaya. A saber:

Demos un breve repaso a los procedimientos de ambos jueces. Por un lado, la jueza Alaya mantiene las imputaciones basándose en: primero; las declaraciones del chófer del que fuera director general de Trabajo de la Junta de Andalucía, que en un alarde auto inculpatorio, dijo que era cocainómano y que compraba la droga con el dinero de los ERE. Segundo: un camello que corrobora lo dicho por este. Tercero: un mensajero que vende al mejor postor y en este caso al periódico de la conspiración del 11-M que Juan Lanzas le daba sobres llenos de dinero que llevaba a un bar cercano a las instituciones de la Junta, sin dar más detalles. Cuarto: en el rastreo del dinero, aparecen solo 80.000€ en la casa de Juan Lanzas, alias “el conseguidor”.

Blesa y LanzasPor otro lado, el juez Elpidio José Silva, está llevando dos procedimientos contra Miguel Blesa; uno relativo al crédito de 26,6 millones concedido a las empresas de Gerardo Díaz Ferrán sin las garantías necesarias y otro proceso abierto por la ruinosa compra por parte de Caja Madrid del banco City National Bank de Florida, que ya ha dejado unas pérdidas de 500 millones al banco; pero resulta que la cosa no se queda ahí porque parece que hay algún correo electrónico que habla de que en la operación sobran 100 millones y está claro que el deber del juez es rastrear dicho sobrante.

Tenemos la costumbre de ensalzar la actitud combativa de ciertos jueces en el desarrollo de su trabajo, pero es notorio que la norma se rompe cuando el justiciable pertenece a esa casta que podríamos calificar como la de “los intocables”, y de ahí que ciertos fiscales actúen como abogados defensores, o que se intente amedrentar a los jueces con la querella por prevaricación.

Y es que ni Juan Lanzas es Miguel Blesa ni Elpidio José Silva es Mercedes Alaya.

 

Prohombres en la cárcel

Por Luis Fernando Crespo

CárcelDíaz Ferrán ya estaba preso, ahora llega Miguel Blesa. La cárcel se puebla de presos “lustrosos”, antes que ellos hubo otros que allí perdieron su prestigio social y algunos que lo mejoraron. Jordi Pujol, al cumplir los 80 años, todavía se acordaba de su estancia en la cárcel. Reconocía que, 48 años después, —a pesar de que no llegó a sufrir los dos años completos de internamiento, durante una etapa histórica en la cual la cárcel otorgaba prestigio, apoyo grupal y hasta representatividad política—, todavía le amargaba su paso por prisión: “antes de entrar era una persona más dúctil, más abierta, más alegre, más franco. Nunca me he recuperado plenamente”. Esto mismo les ocurrió a otros muchos demócratas que, víctimas de la represión franquista, pasaron por las cárceles de la dictadura.

Para superar estas situaciones, tras la aprobación de la Constitución, la primera Ley Orgánica de la Democracia fue la 1/79, General Penitenciaria, que desde entonces intenta humanizar la privación de libertad; y en eso deberíamos estar, hasta convertirla en una oportunidad para la integración social de los penados, tarea propia de la Justicia.

Pero poco a poco las cárceles españolas utilizadas como amenaza, casi universal, contra el terrorismo, la violencia machista, los conductores imprudentes, los jóvenes delincuentes, y otras gentes del malvivir, se han convertido en la sentina de la sociedad de la excelencia que pretendemos ser, urgidas por necesidades políticas perentorias han devenido en almacén de delincuentes, hombres y mujeres marcados de por vida.

No existe una política penitenciaria reconocible, pero esto no causa ningún malestar o inquietud social. Alejando las cárceles de las ciudades hemos conseguido hacerlas invisibles, excepto para quienes las habitamos y las sufrimos: internos y trabajadores penitenciarios, que seguiremos recordándolas amargamente, durante mucho tiempo, después de haberlas dejado atrás. Todo es aparente normalidad y un pellizco a la condición humana de los internos.