Lo que hace Sánchez para seguir en el poder podría ser un golpe de Estado que guarda simetría con el de Puigdemont en 2017.

Para restañar y «curar» un pack de delitos se comete otro pack de presuntos delitos.

El presunto golpe de Sánchez resuena en concordancia (que no concordia) con el que asestaron los que van a ser amnistiados. Un clavo saca (o mete) otro clavo.

Es una suite de microgolpes de Estado que juntos –junts– dejan al país inerme y desorientado.

Incluso aunque no fuera un golpe de Estado los rivales lo convertirían en un golpe de Estado.

Como nada se explica ni se debate en fondo y formas sólo hay política populística, propaganda, agitaciones.

Los socios no ceden en nada e insisten en volverlo a hacer: queda la esperanza de que sea postureo hacia sus cada vez menos votantes. Pero el postureo, como se vio en el 17, puede volverse peligroso.

El ala derecha del CGPJ, institución caducada desde 2018, propone un ppeno preventivo ante las concesiones sancheras.

El país podría romperse en cuatro trozos dos a dos… o puede seguir como si nada.

Sánchez ha entregado las cercanías a ERC, Rodalíes. Lo que estará dando a vascos y cats que aun no se sabe. Las concesiones materiales (aparte la amnistía) podrían ser pequeños golpes de Estado porque afectan a la ya olvidada igualdad, en este caso económica.

Lo que das a unos se lo quitas a otros, o a todos. Suma PGEs. Suma cero cero.