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El big data del alma

Da el perfil pero no le dan los votos

Sin ver nada, solo echando un vistazo a diez o doce portadillas con sus cookies, Feijoo da el busto o el perfil de presidente. Así que ahora solo le faltarían los votos. Y aun hay tiempo. Cualquiera se puede equivocar, como le pasó a una dipu el otro día.

Si se equivocan cuatro y nadie se duerme, salta la sorpresa o zarpazo.

Quieto, sin sonido ni contexto, da el apresto. El busto estático lo tiene. Los mensajes ya son para más estudio y más atención. Con lo cara que va la atención quizá es suficiente con ver una foto. No hay gran cosa que decir.

El caso es que ha pasado el tiempo, el largo mes del investidoiro en el vacío. Hasta tuvo que convocar un acto para llegar vivo al evento y poder insultar y patear a gusto. Un acto para que no se olvidaran de él:

¡Eh, que soy yo, que gané las elecciones aquellas!

Entretanto los otros innumerables variopintos y el muñidor en funciones han aprovechado el plazo para echar cebo al roeedero, atarse a los escaños y poltrones, hablar idiomas y coger serpientes sin que –de momento– les maten.

Cayó Telefónica en manos arábigas, cayó hasta Rubiales, y hubo que dedicarle sus minutos de asco al asesino (y pagarle la pensión, como anticipo a la estatua que le erigirán en breve, acaso sobre un montón de cadáveres).

El mes ha ido pasando para que pudiera subir el petróleo.

Hasta que no se sustancien las votaciones y se vea si se les va el dedo x dipus o dipas hay suspense: el desliz sería lo peor, pero ya ha pasado otras veces.

 

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