El día de la mujer tendría que ser fiesta nacional, europea, etc. ¡Fiesta neuronal!
Esta obviedad haría caer a Rusia, a Irán, que tiene la bomba a punto, a China y a las satrapías arábigas.
Un día de fiesta absoluta es lo que requiere la ocasión, el ciclo humanista por la igualdad en el que estamos, y que tanto se resiste y al que tantos se resisten.
Fiesta de todo cerrado, en la que nadie repartiera paquetes ni pegara un clavo (ahora los clavos se pegan). Fiesta Fémina Mundi.
Algo global al fin. Occidental. Habría que decretar esta fiesta en el ámbito de la OTAN, o sea, en Estados Unidos, donde ese día estaría prohibido disparar incluso al aire.
Y luego, ya, la paridad, brechas diversas, etc.
Si no hay fiesta total, oficial, patriótica/matriótica, no hay seguridad jurídica que la ampare.
–
—