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El big data del alma

La serie «La ciudad secreta», enganchón total

La serie australiana de Netflix La ciudad secreta (2016), dirigida por Emma Freeman, es buenísima, me ha enganchado totalmente. Lo mejor es que Europa no existe, el Reino Unido no existe: solo existen USA y China, y Australia, que es donde se desarrolla la peli. Cada episodio mejora y atrapa más. Un poquito de sexo como recurso para la trama. Todo inverosímil e hiperrealista como la vida misma.

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Barullo, locura y caos dentro de la inercia administrativa.

Para que un estado sobreviva ha de tener más funcionarios que personas. Si esa proporción aguanta a nadie le interesa el desorden ni el estado fallido o fallando. FAIL. Aplíquese la música de Bailandoo, de E. Iglesias: Failandooo.

Europa está failando. (Quede entronizado el verbo failar si nihil obstat). Es una afirmación que no se demuestra, gratuita, axiomática evidente. Si tardan un día más en retrasarse ya no habrá nadie para mandar el wasap, o lo que sea.

Las eléctricas mandan y el resto obedece. Novichok y polonio son las armas de Rusia. Los magnates rusos perecen por decenas.

En la serie australiana La ciudad secreta (Netflix) los chinos secuestran y matan a los disidentes y activistas en otros países. Todos matan algo. Australia se agita entre China y USA, como todos. Lástima que no salga Rusia. La primera temporada es de 2016.

Todos los contenidos de antes del 24 de febrero del 22, invasión rusa de Ucrania, están obsoletos. La velocidad de las sacudidas mundi altera la ficción. Lo demás son series históricas, incluso las del futuro. ¿Quién se acuerda del brexit? Es un episodio local de una remota región. Trump se mantiene en la ola a costa de dar golpes de estado.

Lo mejor del arranque de La ciudad secreta es el agente (funcionario) australiano que se pasó de hombre a mujer y la relación que mantiene con su ex(mujer), la periodista prota. Lo peor (minispoiler)…

es que ese personaje, la agente secreta funcionaria australiana, muere enseguida. Lo único un poco nuevo y la matan. ERROR 404.

Aunque ese crimen (de Estado) vivifica la serie.

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Mientras tanto…. en mi cabeza hueca… Estoy enganchado a esta historieta, así que me pongo a verla…  ahora!

Me devuelve a la real life imaginaria: esta frase del director del periódico a la redactora a la que los abogados del periódico y un amigo de agencia secreta han rescatado de las garras de las temibles agencias secretas. La intriga política es brutal. Dice el director:

-Estamos en las últimas… pero seguimos teniendo los abogados más caros.

Curioso este periodismo que hace gala de su agonía en cada frase pero reproduce la épica del Watergate o Los papeles del Pentágono. Es exótico y quizá algo ideal, o surreal. España y el informe Reuters Oxford, etc.

El mundo ideal serial mejora por momentos. La realidad no va a ser menos. Polonio y Novichok.

Mareando el gas, la luz, las burocracias infinitas (un país sobrevive si tiene más funcionarios que gente)…

El robo sistemático del papeleo, incluso papeleo web, extraccionismo estructural, extraccionismo de siglos, ya genético. ¿Determinismo global feudal?

La corrupción solo tiene sentido en un contexto de una cierta honradez, aunque sea honradez ficticia siempre que sea verosímil, un poco creíble, un vago deseo… la utopía que nadie osa mencionar…

La corrupción y sus procesos no pueden existir en un contexto corrompido. No se notan.

Para que pueda haber tantos funcionarios es necesario que haya un cierto número de personas que no lo son, así que se mantienen unos figurantes, además de los que se empeñan en trabajar o emprender, y eso ya justifica todo.

Por volver a la serie, es magnífica. Espionaje del máximo nivel, leyes para vigilar a todo el mundo en democracia con la excusa de la seguridad. Agencias secretas que actúan al margen de los gobs…

Y una perdiodista sin límites.

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