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Entradas etiquetadas como ‘vejez’

La agonía de nuestros pueblos

Por Pedro Serrano

Un pueblo de Málaga (Europa Press).

Un pueblo de Málaga (Europa Press).

Los pueblos se nos mueren poco a poco. Los pueblos pequeños son entes moribundos que solo reviven en verano con la llegada de algunos de sus hijos pródigos. Los pueblos se secan porque no hay sabia nueva, porque no hay vástagos que ocupen el lugar de aquellos que se mueren de esa enfermedad incurable que es la vejez.

Yo, que viví mi infancia y adolescencia en el pueblo, cuando acudo a él y paseo por sus calles, a veces, no puedo evitar un escalofrío al contemplar sus casas tan muertas como sus antiguos dueños. Cuando camino por sus calles, un chorro de emociones y recuerdos emergen de lo más profundo de mi memoria y, por unos instantes, en mi mente vuelve a bullir aquella vida que un día lo habitaba.

Pero, al salir de mis ensoñaciones, de nuevo me digo: “¡Cuántas casas vacías! ¡Cuántas sepulturas llenas!” Las campanas están mudas; ya no hay campaneros ni motivos para tañerlas. Solo la cigüeña, fiel a su pueblo y a su torre, se atreve a romper el silencio con su sonoro y monótono crotoreo. Solo a las cigüeñas y a nuestros políticos parece no importarles la agonía de nuestros pueblos.

Septiembre, mes del Alzheimer

Recuerdo haberlo olvidado

Por Javier Urra

Malo es vivir sin recordar, pero peor vivir olvidado por todos. La vida tiene mucho de despedida, de alejamiento. Morimos cada vez que muere un ser querido. Somos memoria y olvido. Somos afectos, ternuras entrañables.

Más allá del lenguaje, de la comprensión, están los sentimientos compartidos. Personas que por serlo mantienen su dignidad humana. Familiares y profesionales, o el amor y el deber. La vocación y la ética. Las babas, las cacas, los gritos, no son iguales en un bebé que en un anciano.

Y sin embargo cómo agradecen los mayores, una cálida caricia, el con-tacto, el piel con piel. El cuidador precisa de una soledad acompañada para no ser atrapado por un agotamiento depresivo.

Una enferma de alzhéimer, en silla de ruedas. (ARCHIVO)

Una enferma de alzhéimer, en silla de ruedas. (ARCHIVO)

Alzhéimer, demencias seniles, deterioro, o cómo captar lo que nos aporta con una sonrisa, a veces interior. Literalmente pacientes que dependen también de la sociedad y el Estado que la representa. ¿Se entiende que para ser explorado por juez y médico forense sea el paciente el que se desplace?

Mi madre lleva más de dos años en una residencia, les he cogido cariño, son celosas de los besos y atenciones. A veces les leo el periódico, un día una señora me dijo: “¿lo de Urdangarin mal, eh?”

Hablo con los cuidadores, en general reina la ternura. Ternura, mucho más que una palabra. Acompañamiento, mucho más que un acto. Cuando voy a verla me pongo el reloj de mi padre, nos reúne y reconforta.

Dirijo un centro donde residen noventa y cinco jóvenes que de una u otra manera agreden a sus padres. El otro día los reuní y pregunté: “en la residencia de mi madre donde todos están afectados de demencia senil o de alzhéimer; ¿cuál es la palabra que más se oye?, se hizo un silencio.

Les contesté: ¡madre! y me fui.

En las residencias de ancianos sin memoria, allí donde el tiempo se desvanece, escuchar a un bebé llorar, te alegra. Y es que la experiencia profunda del ser humano es la soledad y el amor.

Revisiones de gas: ¿Quién protege a nuestros mayores?

Por Soledad Navas

El motivo de este artículo es el denunciar el abuso  que sufren  las personas mayores  e indefensas por parte de empresas supuestamente legales y pero sin escrúpulos. Concretamente,  le ha ocurrido a mi madre (88 años). Una empresa de mantenimiento y revisión de gas, sita en Parla (Madrid), cobró una cantidad abusiva incitando a realizar un servicio supuestamente obligatorio.

Durante varios días la llamaron y acosaron  por teléfono para que realizase una revisión del gas en su vivienda; ella se negaba argumentado que Gas natural ya la había realizado, pero  el comercial insistía en que era obligatoria; la amenazaron diciendo que si no la realizaba le cortarían el suministro del gas y que ella sería responsable de cualquier accidente. Temiendo las consecuencias, consintió en hacerla a un coste de 60 euros.

GasSe presentaron en su domicilio efectuando una  rápida revisión. Finalizada la misma le dijeron que tenía un coste de 267,05 euros. Ella se quejó del importe,  les dijo que era pensionista y no podía pagar tanto dinero, hicieron caso omiso indicando que reclamase a la empresa, pero que tenía que pagar en el momento y en efectivo. Amedrentada por la situación, una persona mayor sola en su domicilio con dos individuos, hizo frente al pago ya que acababa de cobrar la pensión de 600 euros, siendo consciente del perjuicio económico que le suponía. Me puse en contacto con la empresa y al pedir explicaciones la persona que me atendió intentó embaucarme  no sabiendo explicarme el servicio que habían prestado, y al carecer de argumentos terminó colgándome el teléfono de muy malas maneras.

He puesto una denuncia en el Ayuntamiento de Madrid, aunque con tanta corrupción ¿a quién le va importar el abuso de nuestros mayores? ¿Servirá pará algo? Ya no es cuestión de recuperar el dinero, sino de que no vuelvan a engañar y abusar de personas mayores e indefensas amparándose en la legalidad.

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Por Diana [15-2-2013]

“No hay duda, es un timo”

Mi carta es en apoyo a la publicada el 13 de Febrero, escrita por Soledad Navas [sobre estas líneas]. Mi madre tiene 60 años, no vive sola. Recibió una llamada de un supuesto técnico de gas para realizar la revisión cuanto antes, en esa misma tarde, que costaría unos 60 euros y que era obligatoria… mi madre, desconfiada de esa llamada, les dijo que nadie la había avisado antes para hacer esa revisión y que no le venía bien en ese momento. Minutos después volvió a llamar, la misma persona, diciéndola que estaban ya cerca de su domicilio e insistiendo en que iban a proceder a realizar la revisión… Mi madre, más mosqueada aún todavía, les dijo que no fueran a su casa porque no les iba a abrir la puerta y les colgó el teléfono. Unos cinco minutos más tarde volvieron a llamar, insistiendo más aún en la urgencia de esa revisión; mi madre ya no les dejó hablar más y les dijo en un tono muy contundente que bajo ningún concepto se atrevieran a presentarse en su casa, y volvió a colgar el teléfono. No acudieron al domicilio.

En cuanto me lo contó recordé la carta que había leído de Soledad. No hay duda, es un timo y estoy casi segura de que buscan a personas a partir de cierta edad. Afortunadamente, a mi madre no lograron estafarla. Quiero poner así en aviso a todas las personas para que no se produzca ninguna estafa más.