Por Alejandro
“Se intentan defender diciendo que ni siquiera vendieron todas”
Estuve en la fiesta y no había solamente 9.650 (un número muy redondo por cierto) como sale en los medios. Hay razones claras de que no fue así aparte de que todo el mundo comente que nunca lo había visto tan lleno: imagino que quien organiza esto es alguien que quiere sacar el máximo provecho en una noche así, y para eso contrata a un DJ como Steve Aoki en el Madrid Arena, para llenarlo (legalmente con 10.600 y si se pasa con un número ilimitado). El martes por la tarde no hay entradas anticipadas, y se dice que solo quedan las últimas 500 para la taquilla el miércoles (es decir, en el mejor de los casos 10.100 entradas vendidas, ya nos hemos pasado de su cifra); el DJ principal se felicita el mismo martes en su Twitter de que están todas las entradas vendidas para la fiesta. En la taquilla cuestan 60 euros, un precio disparado cuando en un principio costaron 20, eso significa que son las últimas de las últimas por venderse. Podían haber dicho que hubo aforo completo y hasta podrían cuadrar las cuentas, aunque sería muy sospechoso justo la cifra límite sin pasarse, pero estaría dentro de la legalidad. Lo que no faltó fueron 1.000 entradas por vender, ni 1.000 personas más ahí dentro. Entonces si han mentido es porque no se quedaron solo en los 10.600 y se intentan defender diciendo que ni siquiera vendieron todas. Lo de la bengala y las puertas de entrada a la pista que lo investigue la policía, pero todo el mundo quería ver al mismo DJ y la hora coincide más o menos con cuando empezó a pinchar.
———————————————————————————————————————
Por Pablo
“Yo mismo pasé con una botella de alcohol en la mano”
Uno de los colaboradores de la empresa organizadora me facilitó unas cuantas entradas del evento para vender a cambio de comisión. Además, mis amigos y yo estuvimos allí. En un principio me dijeron que podía venderlas hasta el lunes de esta semana. Sin embargo, el viernes pasado se pusieron en contacto conmigo para obligarme a liquidarlas porque habían vendido muchas entradas (en concreto 17.000) y pensaban subir el precio. Para entrar en el recinto ya había aglomeraciones y apretones, y el personal no registraba ni pedía el DNI. De hecho, yo mismo conseguí pasar con una botella de alcohol en la mano. Dentro, las caídas y los empujones eran constantes y tras el incidente cerraron las puertas, por lo que ninguna persona podía salir del recinto.
———————————————————————————————————————
Por Patricia Berbell
“La tragedia de lo monstruoso”
La espeluznante noche de Halloween se convirtió en tragedia real. Nada más salir del metro y comenzar a bajar hacia el Madrid Arena ya comenzaban a concentrarse masas de personas. La gente bebía en los aparcamientos creando su propia mini rave con su música. Eran las once y media de una noche que dejaría muchas sorpresas. Ingenua, miraba a mi alrededor y me decía: “es imposible que entremos los que estamos aquí, imposible”. La gente revendía entradas y eran capaces de comprarlas por precios bastante más elevados al original solo por escuchar a Steve Aoki. La noche prometía sorpresas, pero nadie auguró que fuesen tan amargas.
Sobre la una menos diez mis amigos y yo decidimos a entrar. Primero entraron unos cuantos a los que sí pidieron DNI y luego los otros, y no nos lo pidieron: -“Entrada”, dijo el encargado. -“¿Te damos el DNI?”, preguntó una amiga. -“No es necesario”, contestó. Independientemente de si pudiese ser o no menor de edad. Sonaban los primeros DJ. Las gradas de arriba estaban semivacías y en la pista había espacio para bailar cómodamente. De vez en cuando se formaba algún pequeño pogo, pero en poco tiempo se disolvía. Según se acercaban las tres de la mañana y el turno del DJ estrella, Steve Aoki, comenzaba a armarse revuelo entre los asistentes. La gente comenzaba a empujar intentando avanzar hacia filas próximas al escenario. El calor era intenso. De vez en cuando una ráfaga de aire fresco azotaba la pista y era recibida con alegría.
En esos instantes, mirases donde mirases, solo se veía personas en poco espacio. La pista estaba hasta arriba y las gradas primera y segunda, completas. No cabía nadie más. Había estado más veces en ese recinto viendo espectáculos pero nunca algo así. El penúltimo DJ dio paso a minutos de silencio. El momento de Aoki se acercaba. La adrenalina comenzaba a subir. No tenías espacio. No podías moverte de donde estuvieses. Avanzar hacia adelante era una locura y retroceder un camino peligroso e inviable, no sabías hasta dónde podrías llegar. En esos instantes un fuerte empujón nos sacudió y se formó un río de caídos. Sujetaba a mis amigas como podía y las ayudaba a levantarse mientras hacía equilibrios para no caerme. Poco a poco nos conseguimos poner en pie.
La locura llegó cuando Aoki salió. La gente comenzó a saltar y a bailar. Carecíamos de espacio mínimo. Y según transcurría la actuación la gente intentaba moverse hacia el escenario. No podía con tanto agobio. Me comenzaron a temblar las piernas, a saltar las lágrimas. Necesitaba salir. Pero ¿cómo? No podía moverme en ninguna dirección. Mis amigos hicieron corro para evitar que la muchedumbre me agobiase más de lo que estaba mientras me intentaban tranquilizar. Mi único pensamiento era: “Necesito salir. Tengo que salir de aquí. ¿Cómo puedo salir?”, y a la vez ya imaginaba que me iban a aplastar. Me ponía en lo peor. Sentí pánico.
Poco a poco nos fuimos dispersando. Cada uno se fue buscando un hueco mejor en el que estar. Como parte de la animación, el Dj tiró una barca hinchable sobre el público y alguien se subió. A continuación optó por algo más grande, una cama hinchable de matrimonio. Dos chicas subieron y aguantaron un tiempo. Era lo que mi vista alcanzaba a apreciar. Una locura. No teníamos casi espacio y me costaba coger aire como para que encima pasase sobre mi cabeza una barca o una cama con gente sobre ella… Mi agobio aumentaba y cada vez iba retrocediendo posiciones.
La gente fumaba. Independientemente de que fuese espacio sin humo, encender una colilla era arriesgado. Intentaban fumar con el cigarrillo en alto para evitar quemar. Pero en tan poco espacio era tarea complicada. Veía las colillas encendidas peligrar cerca de la cara mis amigos. A alguien le iba a tocar y, en efecto, le tocó a una amiga con una pequeña quemadura en el brazo. Había que andarse con cuidado. A parte, el suelo era un campo de basura: restos de disfraces, pelucas, zapatos, diademas, sudaderas… ¡Hasta pilas!
Eran las cinco menos veinte y la sed era inaguantable. El resto del grupito que quedaba visible decidimos ir a los baños a beber agua. Estábamos en la pista. Intentamos salir por la puerta central. Había dos agentes de seguridad que nos mandaron hacia la puerta de la derecha (de espaldas al escenario). Detrás de los agentes había un pasillo vacío y al final los baños. Nos movimos como pudimos hasta por fin poder salir. Gracias a Dios, a pesar de las condiciones en las que se encontraban pudimos beber agua y sentarnos a esperar que fuesen las cinco y media, hora a la que habíamos quedado con el resto de amigos en la entrada. Ya había sucedido el acontecimiento de la bengala o el petardo, pero sinceramente nosotros desde la pista no oímos nada.
Un agente de seguridad fumaba en las escaleras. Todo parecía estar en relativa calma acorde con el momento. Comenzamos a agruparnos donde habíamos quedado y a relatarnos los rumores. Amigos vinieron duchados en champagne por Aoki y contando que había tirado una tarta a una chica del público. Anécdotas nada relevantes. Hasta que de repente nos llegó la noticia. Había fallecido una chica. Era creíble, pero a la vez, ingenuos, pensamos que solo se habría desmayado. Más bien no queríamos creerlo. Demasiado atroz para ser real. La siguiente noticia es que no había sido una víctima, sino cuatro. Nuestro nivel de escepticismo aumentó. Demasiado duro para ser cierto.
Poco a poco nos fuimos organizando para irnos. Buscamos como locos noticias sobre lo acaecido aquella monstruosa noche de Halloween. En mi pensamiento estaban mis amigas. Daba gracias porque estaban bien. Jamás me hubiese perdonado que les pasase algo y me acordaba de los horribles momentos de angustia que pasé en la pista. Ahora pienso, ¿de quién es la responsabilidad de estos fatídicos acontecimientos? Todos vimos la gran cantidad de gente que había. No creo que solo hubiese 9.600 personas. No sé cuántas estaríamos, pero había gente de más. Mientras unos habrán conseguido una considerable suma de dinero hay familias que jamás podrán volver a ver sus hijos, hermanos, nietos, sobrinos o amigos. ¿Quién arregla eso? Ningún padre se acuesta tranquilo cuando su hijo sale, pero todos esperan levantarse y verles en casa, durmiendo, no que les despierte una llamada que pondrá final a la vida que han conocido hasta esos días.
Estos hechos afectan a todos. Aunque no conociese a las víctimas, me importan. Podrían haber sido algún ser querido o nosotros mismos. Todos fuimos testigos de las negligencias, todavía supuestas. Nadie va a devolver a esas chicas la vida ni les va a quitar el sufrimiento a sus familiares, pero hay que reclamar a los responsables para que nunca vuelva a suceder. Halloween, una de las noches más “monstruosas” esperadas por los jóvenes, se ha convertido en la más dura y trágica que hemos tenido que vivir en Madrid. Una fecha que jamás se olvidará y unos acontecimientos por los que se deberá investigar a los responsables. La verdadera realidad del miedo y el dolor es más humana que cualquier terrorífico disfraz.
———————————————————————————————————————
Por Alessandra
“Salí de la pista central llorando porque sentía que no podía respirar”
Estuve en el concierto de Steve Aoki. Entré con mi novio y algunos amigos a las 3 de la mañana y noté que había mucha gente incluso en la entrada. Me pareció muy raro que solo cogieron mi entrada y me dejaran pasar. No vieron ni mi DNI ni escanearon la entrada para ver si era válida, ni revisaron mi bolso por si traía algo peligroso. El primer sitio al que fuimos fue a la pista central… todos pasaban de un lado a otro empujándose, no pude soportar mas de 5 minutos y salí llorando porque sentía que no podía respirar. Era un agobio horrible. Aparte, todos estaban o bebidos o drogados y se notaba que no tenían control de ellos mismos. La verdad es que había demasiada gente ahí abajo y no entiendo cómo permitieron que hubiera tanta gente. Estuvimos a punto de irnos cuando decidimos subir a la primera planta y ahí si había mucho espacio para bailar. Vi a algunas personas con botellas de alcohol que pudieron pasar dentro. Algo que me pareció muy obvio era que la mayoría eran muy jóvenes, había niños y niñas. Me acuerdo de ver la bengala a las 4.30 pero pensaba que era parte del espectáculo y no creí que la gente se iba a asustar. Salí a las 6 y no me enteré de lo que había pasado, vi muchas ambulancias y coches de policía pero no sabía que habían muerto 3 chicas. Me enteré de esto al día siguiente. Con deciros que había tanta gente, que era casi imposible entrar al metro para la vuelta. Creo que la culpa es de las personas organizadoras del evento que no tomaron las precauciones necesarias para que no ocurriera esto. Espero que esto os sirva de algo. Estoy muy triste por lo que ocurrió y espero que las dos chicas que están en el hospital puedan recuperarse.
———————————————————————————————————————
Por Eduardo
«Un señor nos saltó todas las colas y los pequeños controles»
Iba con 11 amigos y compramos las entradas por Internet, teníamos que ir a las taquillas a recogerlas, cuando fuimos y enseñamos el DNI para recogerlas nos dijeron que no estábamos en ninguna lista; claramente no nos íbamos a ir de allí sin las entradas y a la media hora, por no comerse la cabeza, lo solucionaron llamando a un señor que nos acompañó hasta dentro del Madrid Arena saltándonos todas las colas y los pequeños controles. No nos pidieron DNI ni nos miraron las mochilas, pasamos con una botellita de cristal llena de alcohol y podíamos haber pasado con todo el botellón… Yo creo que había mucho más aforo de lo permitido, la pista estaba llena, los pasillos llenos de gente y las salas de arriba igual, además si a nosotros 11 nos pasaron sin entradas ni controles… a saber a cuánta gente la pasaron así… Es decir… mínimo 20.000 personas había fijo.
———————————————————————————————————————
Por Adolfo
«Fueron verdaderos momentos de verdadera tensión e impotencia»
Estuve en Madrid Arena y presencié los hechos. Quiero dejar claro que la avalancha de gente se produjo por un tumulto de gente que quería entrar a la pista central y gente que intentaba subir a las gradas, y no por el lanzamiento de una bengala ya que se lanzó después del incidente como se puede apreciar en numerosos vídeos. La organización del evento fue pésima debido a que no pedían DNI en la entrada ni registraban ni cacheaban a los asistentes para impedir la introducción de objetos peligrosos como pueden ser petardos, bengalas, botellas, armas, etc. Fueron verdaderos momentos de verdadera tensión e impotencia porque me encontraba a escasos metros de el lugar y no podía hacer nada excepto observar atónito los hechos.
———————————————————————————————————————
Por Silvia
“Sé de menores que entraron sin ninguna dificultad”
Estuve en la fiesta del Madrid Arena, y aunque no estuve en la avalancha y tuve la suerte de no enterarme de nada hasta la salida sí es verdad que a la entrada nadie nos pidió el DNI. Sé de menores de edad que entraron sin ninguna dificultad. Me palparon el bolso muy rápidamente, supongo que para asegurarse de que no pasábamos botellas. Al entregar la entrada pregunté si podía quedármela de recuerdo; me dijeron que no, la pasaron por un lector y la tiraron a la basura. Además, creo que sería entre las cinco y las cinco y media, alguien tiró una bengala que atravesó casi toda la pista y llegó más o menos a la altura del escenario pero hacia el lado izquierdo. Estoy casi segura de que no fue la bengala, ya que esa se encendió antes y en las escaleras, por lo que tengo entendido. Ha pasado mucho menos de lo que podía haber ocurrido con semejante multitud en esas condiciones. Era increíble la cantidad de gente que había, nos movíamos en mareas”.
———————————————————————————————————————