Bellerby, el hombre que resucitó a los globos terráqueos

Isis , de Bellerby & co. , trabajando en un globo terráqueo - Foto: Bellerby & co. Globemakers

Isis , de Bellerby & co. , trabajando en un globo terráqueo – Foto: Bellerby & co. Globemakers

El primer globo terráqueo del que se tiene noticia lo creó, en el siglo II antes de nuesta era, el filósofo griego Crates de Malos, también gramático y cartógrafo y nacido en Malos, una de las ciudades griegas en la zona de Asia Menor que ahora corresponde a Turquía. Aquella esfera era pequeña e inexacta, incluso fantástica, porque su autor hasta se permitió el capricho de añadir lugares geográficos míticos y notas fantásticas en territorios que se conocían pero aún estaban por explorar, como Australia.

Herramienta mágica capaz de permitirnos dar la vuelta al mundo arrastrando el dedo por la esfera, es desde hace tiempo un trasto lleno de telarañas, uno de tantos objetos superados por la impecable tecnología del mapa digital, que permite incluso pasear por las calles de las ciudades que elegimos haciéndo clic con el ratón.

Aunque se siguen produciendo bolas del mundo, la falta de interés se traduce en menos calidad con respecto a los modelos viejos. Los antiguos tienen el problema del desfase, el mundo no deja de cambiar, las fronteras se desplazan, se crean y desaparecen y el cóctel de países deja obsoleto al antiguo globo del mundo, incapaz de redibujar sus cicatrices.

Con esa situación se encontró el británico Peter Bellerby cuando quiso regalarle una a su padre, que iba a cumplir 80 años. Pasó buscando dos años y sólo encontró ejemplares pseudoantiguos con «una generosa dósis de color sepia» o «modelos antiguos muy frágiles y caros, que realmente no puedes usar a diario». La única opción era fabricar él mismo un globo.

Imagen del taller de Bellerby & co.  Globemakers  -  Foto: Bellerby & co.  Globemakers

Imagen del taller de Bellerby & co. Globemakers – Foto: Bellerby & co. Globemakers

«Despues de todo, ¿cómo de difícil podía ser hacer una bola y poner un mapa en ella?«. La frase contiene una carga sarcástico, Bellerby tenía la idea iniciar de crear uno para su padre y uno para él mismo y se dio cuenta pronto de que no estaba ante un proyecto de poca monta. Tuvo que reproducir un mapa del mundo con «fuentes reputadas», que no contuviera ni una sola incorrección en los nombres ni en las ubicaciones, aprender los entresijos del Adobe illustrator, echar mano de alguien que lo ayudara a convertir aquel mapa rectangular en «gajos«… Incluso se encontró con la dificultad de conseguir un fabricante de esferas que fueran perfectas, para que los gajos encajaran a la perfección.

La sacrificada pero feliz aventura se desmadró, el proceso impresionó tanto a Bellerby que decidió crear una empresa, Bellerby & Co. Globemakers, la única que en 2015 puede presumir de fabricar los globos terráqueos más precisos y bellos.

El globo terráqueo 'Churchill', uno de los modelos de mayor tamaño de Bellerby & co. - Foto: Peter Bellerby/Wikimedia commons

El globo terráqueo ‘Churchill’, uno de los modelos de mayor tamaño de Bellerby & co. – Foto: Peter Bellerby/Wikimedia commons

Charles Arran Busk y Jamie McGregor Smith (de la productora londinense de audiovisuales Cabnine) hacen un retrato breve del fabricante de globos y su taller, adentrándose en un mundo de gajos de mapas colgados de cuerdas y con pinzas como si fueran ropa recién lavada, cajas de acuarelas abiertas, moldes, ejemplares a medio hacer aguardando al siguiente paso…

Bellerby subraya de manera constante su intención de ofrecer un producto lo más cercano posible a la perfección y se ve a sí mismo como continuador de un arte que parecía muerto. En el vídeo cuenta que, por lo poco habitual de sus productos, ha recibido encargos exclusivos del mundo del arte y del cine, como por ejemplo el de Martin Scorsese, que quiso una de las refinadas bolas del mundo para su película La invención de Hugo (2011). También Frank Underwood, el diabólico presidente los EE UU interpretado por Kevin Spacey en la serie House of Cards posa en un recorte de prensa poniéndo el pie sobre una de las esferas de Bellerby & Co.

Son «un equipo pequeño» y los procedimientos son artesanales. «Desde el pie hasta el trabajo artístico, la pintura y la fabricación del mapa, cada pieza se fabrica de manera experta usando técnicas tradicionales y modernas de la manufactura de globos», detallan en su página web. Los globos —demostraciones de que en nuestro mundo de prisas todavía hay personas dispuestas a invertir tiempo y ganas en lo analógico— se venden por entre 1.000 y 12.000 libras (entre unos 1.400 y 16.500 euros), según sean pequeños modelos para escritorio o gigantes encajados en estructuras de madera.

Helena Celdrán

Modelos de escritorio de Bellerby & co. - Foto: Peter Bellerby/Wikimedia commons

Modelos de escritorio de Bellerby & co. – Foto: Peter Bellerby/Wikimedia commons

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