Sr. Presidente,
Me permito aprovechar que está dando vueltas a una modificación (que me lo barrunto, que lo sé yo) de equipo de gobierno para pedirle una cosa. ¿Ha pensado en nombrar un ministro del gremio de la zapatilla?
Le cuento. La nación cuenta con un contingente numeroso de practicantes de la carrera a pie. Las estadísticas menos generosas no bajan de medio millón de ciudadanos que en algún momento del año trota. Corre. Vaya. Por eso pienso, detallado más adelante, que debería nombrar Ud un Ministro o, al menos, un Secretario de Estado de Asuntos del Correr, por el bien de prestigio nacional. O del Running, si quisiéramos que la Marca España se posicionase líder en el mundo.
Presidente, sepa que no cuenta con mi voto. Tampoco me despierta Ud simpatía. Me dirijo a Ud de modo puramente práctico. No le pediré una ley que permita a los empleados 45 minutos al día para correr. Seguramente esto aumentaría la productividad pero ya sabe, Presidente, que en un país sin producción material, la productividad es un mal chiste. Calcular un incremento del 9% de nada sigue siendo como trenzar juncos invisibles.
Un Ministro-Corredor que ofrezca beneficios fiscales al trote con los vecinos. Esto pondría a la sociedad a debatir, por fin, y dejar el soniquete del bar, de atacar a espaldas. Existe un peligro: se podría entender como un absurdo empeño de la izquierda horizontalista, que garantizara la máxima integración de todos, unos y otros, de dentro y de fuera. Pero no. Tómelo como la aprovechar el trote para tratar asuntos de comunidades de vecinos. Llevado al extremo, que se tomen tiempos y clasificaciones. Aumentará la competitividad, por la que tanto han abogado en su campaña electoral y que tanto ha calado (observe) en las pasadas legislativas.
Medidas puntuales de fiscalidad simple, Presidente: desgravación fiscal a la compra de zapatillas para correr. Los corredores descalzos no pagarían ningún impuesto. Se los ganará. Seguramente sean un peligroso contingente progresista y le echarán en cara que las marcas deportivas deslocalizan la producción en países sin derechos humanos. Conténgase, no salte involuntariamente con discursos revanchistas. Ya somos mayores y todos compramos automóviles o electrodomésticos fabricados bajo los mismos parámetros. Y contratamos tarifas elefante a operadoras de móvil que te llaman desde Marruecos o Guatemala.
Pero no es preciso que se enemiste de sopetón con una comunidad entera. Al menos, no tan pronto.
Instaure una tasa (le ofrezco si lo desea mi alias) para compensar de alguna manera el gasto anual por carreras. La ‘tasa Spanjaard’: que del gasto de cada ciudadano en inscripciones de carreras, un 2% vaya destinado a gasto sanitario. Conocemos el volumen de negocio que sus halcones han visto en las prestaciones privadas. No crea que actúo en su contra. Al contrario y con cariño, cada ser que corre, tarde o temprano requerirá de psicoterapia especializada, dirección y coaching en traumatología derivada del contínuo golpeteo contra el asfalto y diversos fatburners.
No gire la vista a fumadores o enfermos cardiovasculares. Su filón está aquí. No siempre se crea ese argumento de que los deportistas gastamos menos de la sanidad de un país.
Por estas razones y otras que dejo en el tintero, de cara a nuestra próxima reunión y que me callo para que no me las copie el lobby de los del fútbol sala.
Según se me vayan ocurriendo sandeces por el estilo ya le iré mandando whassaps. Que ya me han dado su móvil.
De nada, Presidente.
Spanjaard