Uno de los comentarios del último post me ha hecho reflexionar. Xosé introducía un punto de amargura porque según él mi post de ayer martes tomaba partido sobre un debate muy discutido sobre el calzado para correr. Y este es «¿mayor libertad para el pie o mayor estabilidad?«.
¿Cuál es mi posición sobre qué llevar en los pies? Sobre esto tiendo a no ser fan de nada. He probado zapatillas que se remontan a este modelo de Joma de la década de los 80. Pero claro, era un joven duro y ligero.
Hoy día, treinta años después y más de ochenta maratones y ultramaratones corridos, sigo sin tenerlas todas conmigo. Prefiero conservar mis articulaciones pero soy consciente que una cosa: mi zancada es lenta y mi peso moderado. ¿Sirven estos parámetros para todos? Rotundamente no. Me gusta la zapatilla cómoda pero hay cuerpos y cuerpos. Que cada uno se lance a por el calzado que mejor le vaya, pero basando todo en su experiencia personal. No en modas o artículos técnicos.
¿Qué es esto que tanto revuelo levanta? ¿No son iguales todas las zapatillas para correr?
No. Ni de coña.
Volvamos a la frase que Xosé remarcaba. «La tecnología del calzado deportivo al que estaban acostumbrados los cracks de los años 70 eran poco más que las zapatillas de loneta», era para el lector como si tomase partido por la protección y en contra de la no tan nueva tendencia de ir con el pie lo más libre posible. Me refería a qué zapatillas protegían los pies de los jugadores de baloncesto, corredores y tenistas, básicamente los que hacían un uso sostenido de la movilidad sobre los pies, pero sin acudir a botas que protegiesen el pie del golpeo a un balón.
Su construcción seguía básicamente las recomendaciones de los grandes de la época. Los Shorter, Soh, Lasse Viren o Dereck Clayton. Tipos de sesenta kilos y una mecánica de carrera (el modo en que uno pisa, amortigua y se eleva en el acto de correr) ágil y bella.
Este asunto no es nuevo. La discusión se remonta a los años ochenta, en que el especialista en entrenamiento Arthur Lydiard critiaba que los fabricantes empezaban a añadir material en el talón y más rigidez en las zapatillas de correr. «Un pie libre y flexible y una zapatilla con la forma de tu pie», clamaba Lydiard, que luego también sería conocido por introducir métodos de entrenamiento casi inhumanos y con los que algunos corredores populares han tirado a la basura su organismo. El neozelandés propugnaba que el trote suave era un método para mantenerse sano pero los corredores se lanzaron como posesos a su «otro método», el que aplicaba con los corredores de élite.
Pero ese es otro tema.
Así que me he entretenido recopilando fotos de las zapatillas de correr que circulaban por el planeta de 1971 a 1973.
Echadles un ojo vosotros mismos. ¿Qué os parecen?