Otra cagada en ‘Maestros de la Costura’: ojeriza a una concursante y todos contra una

• LISTA: Concursantes de ‘Maestros de la costura 2’.

La gente es que no espabila. El año pasado Maestros de la Costura lo ganó Alicia, concursante que además de tener un gran talento despertaba envidias, odios y resquemores.

La mayoría de sus compañeros le hacían el vacío que Alicia parecía una envasadora de precocinados y al final entre que era de las mejores y que sus contrincantes la hicieron destacar, acabó ganando.

Y en esta edición se repite la historia con Anastasia, que es tan querida entre sus compañeros que a Julio César le das a elegir entre la vida de Anastasia y lo de que le apuñalaran y se queda con el apuñale.

Antes de empezar, me he decidido a hacer este post sobre Maestros de la Costura porque es un programa que me encanta y porque me lo habéis pedido, pero no sé si podré hacer más, porque no me da la vida, amigas.

La cosa anoche comenzó con Raquel Sánchez Silva vestida como si la hubieran invitado a un cumpleaños de un dios griego. Pero cumpleaños de los de medias lunas con chorizo.

Encima de las mesas tenían reglas y a todos les llamó la atención, como si una regla fuera un alien bailando la Macarena.

Palomo Spain iba vestido haciendo para hacer un homenaje al príncipe de Bel air, con una camisa estampada que podría haber alojado un circo.

La primera expulsada (la semana pasada) trabaja en un puesto de pins (joder, yo pensaba que ya no se vendían) y les dio uno a cada uno de sus compañeros. Menos mal que no trabajaba en una joyería, porque se arruina.

«Queremos encargaros algo muy sensual, quizá más propio de 50 Sombras de Grey que de un programa de costura«, avanzó Caprile, como si la prueba fuera de coser cosas de cuero que sirvieran para zurrar.

Amparito trató de seducir a Caprile. Me da que no le seduce ni echándole droga en el colacao. Lo próximo será que un día se pare una furgoneta blanca al lado de Caprile y le empujen dentro. Amparito al volante.

«En costura la seducción tiene que ser algo muy sutil«, les dijo Caprile a los aspirantes y Escoté insistió diciendo que «la clave consisten en insinuar», por si acaso.

Para ejemplificarlo les hicieron un desfile. Alejandro, que quiere aprender a coser para hacerse sus propios chándal para el gimnasio, miraba a las modelos con un interés desmedido. Los escáneres de la Guardia Civil de Aduanas recogen menos detalles que Alejandro con las modelos.

Los concursantes tenían que hacer un conjunto de camisón y bata. Pero todas eran inútiles, porque eran de tejidos malos como la seda, el raso, el tercio pelo, el encaje… eso es una mierda. LA FELPA, JODER, HAY QUE REIVINDICAR LA FELPA. Es la pana de dormir.

María Escoté les enseñó cómo se cogían las medidas. Joder. Hay que medir más que construyendo un puente colgante sobre el mar. Incluida la distancia de pezón a pezón, que se llama «encuentro de pecho».

– Paco, ¿qué haces sobándome las tetas con la mano como para medir palmos?

– El encuentro de pecho, Puri, el encuentro de pecho.

El caso es que Caprile se sintió torero y se echó al ruedo para hacer la prueba junto a los concursantes. A mí eso me acomplejaría. Es como si llegas a una orgía y de repente Nacho Vidal decide que él también participa.

Toni al ver a la modelo a la que le tenía que coser dijo «¡qué alta!». Claro, porque las modelos normalmente se caracterizan por medir metro y medio. Se usaron 324 modelos de pasarela para hacer de hobbits en El Señor de los Anillos.

El jodío de Toni se puso nervioso al encontrarse con el pecho de la modelo. Bueno, a mí también me pasa. Pero con el mío. De esto que me ducho y me encuentro un pezón y me asusto. Cada vez.

«Me gusta mucho el blanco, porque me da sensación de pureza«, dijo Saray. El blanco es una putada que se mancha con nada. Pero a ella le moló y se puso a coser un vestido de novia para andar por casa.

Lara tuvo un problema con la bordadora y pidió ayuda. No acudió ni Cristo. En ese plató había la misma solidaridad que en una reyerta en un barrio malo.

Al final tuvo que ir Toni, yo creo que por olvidar el encuentro de pecho.

Pedro dijo «prefiero no seducir, me da pereza. Prefiero comer«. ME REPRESENTA.

«Es tipo saco de papas», le dijo Pedro a su modelo sobre el camisón que le estaba poniendo y se puso a recortarle el cuello al camisón con la modelo dentro. Ahí la muchacha se jugó el tipo, parecía la escena de un degüello en Juego de Tronos. Era más seguro hacer un desfile de ropa interior en una aldea de caníbales.

«Yo soy devota de la Virgen del Rocío. De otras vírgenes no tanto, pero de la del Rocío sí», dijo Saray. Alguien debería hablar sobre teología con esta muchacha, que pasa la Virgen de los Dolores y Saray piensa, «que se joda con los dolores, eso le pasa por no ser la del Rocío«.

Palomo confesó que duerme con calzoncillos largos, «es la ropa que se ponen los militares debajo de toda la ropa«. A pocos militares desnudos ha visto Palomo, porque tú vas con eso puesto a un cuartel y te usan de diana en la siguiente práctica de tiro.

Sergio se puso a hacer el camisón y como el tejido se transparentaba y no quería que la modelo se sintiera «incómoda» empezó a ponerle forros, encajes y añadidos que protegían la virtud y la flor de la modelo que si se pone eso se muere virgen.

Amparito dijo que no tenía pareja y que no la quería nadie como medio millón de veces. Eso más que Maestros de la Costura parecía Maestros del Tinder.

Mis anteriores novios eran prototipo Albert Rivera y ahora quiero algo más alternativo. Amparito, dime que no te has ido a VOX.

Anastasia se puso a cortar la tela sobre el suelo. Dejó la tarima que parecía el tajo de un carnicero.

«Venga, máquina, ayúdame«, le decía Isabel a su máquina de coser, que se había estropeado, pensando que era un transformer.

«¡PREPÁRATE MI CHICA, QUE VOY A PROBARTE!» le gritaba Saray a su modelo. Joder, prepárate mi chica que voy a probarte. Es lo que dijo Napoleón a Josefina en su noche de bodas. Es la forma romántica en la que un camionero turco del siglo XIX le diría a su mujer que quiere hacerle el amor despacio y susurrándole al oído.

Al final se les echó el tiempo encima y como sólo podían probar en las modelos uno por uno eso parecía el turno de la pescadería.

Caprile acabó el primero y se había currado un conjunto que os juro por lo más querido que eso me lo pongo yo para dormir y mando los calzoncillos viejos a la mierda. Yo duermo con eso y cuando me levanto por la mañana ni meo por si lo mancho. Me jodo la vejiga, pero el camisón como nuevo.

Acabó la prueba y vimos un plano aéreo del plató. Eso parecía un desguace. Había trozos de telas, patrones, planchas, cacharros… si entran a robar en el plató lo dejan más colocado.

Llegó la valoración:

Saray había dejado puestos los alfileres en su modelo y la muchacha iba desfilando que parecía que acababa de salir de la acupuntura. Saray quería hacer un modelo como de vestido de novia, pero le salió un modelo así:

«¿Hay algún trauma infantil, algo oscuro, que explique estas costuras en el centro?«, preguntó Caprile a Alejandro. Y es que el camisón parecía un modelo autopsia con apertura de cavidad pulmonar.

«Los patrones son planos, son ejes», dijo Caprile cabreado por las chapuzas asimétricas que veía. Lo de destruir la Estrella de la Muerte fue idea de Caprile, porque no le gustaba cómo iba el eje de las costuras.

Lara le había puesto a la modelo un cinturón para cerrar la bata que si vas con eso al aeropuerto te lo tienes que quitar para pasar por el control. Con la tela que había en ese cinturón se podía vestir a juego a dos familias.

Sergio había hecho un camisón que se lo pone Scarlett Johansson y pierde el sex appeal. Esa prenda era mejor que decir que te duele la cabeza. Era la cosa menos sexy sobre la faz de la tierra.

Toni dijo que se había puesto nervioso al cogerle las pinzas del tetamen a la modelo y le había hecho una chapuza del estilo de ponerle la puerta de un Seat Panda a un Mercedes.

Toni parecía un adolescente pajillero, pero luego iba de Jonny Fucker macho ibérico. Como se ponga siempre igual de nervioso al tener cerca a una mujer acaba poniéndose el condón en la nariz y follándose a la almohada.

«Me atrae mucho la autosuficiencia y la inteligencia de la mujer«, dijo Toni. Pues con la modelo no te puso nervioso su conversación.

«Parece un sándwich doble con tres pisos de chopped» y «no cortas, muerdes», le dijo sobre su vestido a Amparito María Escoté. Y es que el trabajo de Amparito no se lo pone ni Rosalía borracha.

«He hecho un traje que es un Cristo«, dijo Pedro, pero era una pieza tan fea que eso se lo pone Cristo y no le crucifican por no ir con el dress code.

«Está maravillosa, yo la veo feliz», dijo Pedro de su modelo, pero la modelo se puso eso y del trauma ha dejado los desfiles y se ha ido a trabajar a un taller para no tener que volver a ponerse nada que no sea un mono lleno de grasa.

«Si habéis regresado entiendo que tenéis un veredicto«, le dijo Raquel Sánchez Silva al jurado cuando entró en el plató. No, Raquel, iban a por la merienda, que se la habían dejado.

Llegó la prueba por equipos.

María Escoté se había puesto unos pendientes que parecían el candil de la puerta de la Ópera de París. A tamaño real. Eso lo llevas más de dos horas seguidas y acabas con los lóbulos que te los puedes atar por detrás de la cabeza.

El vestido que tenían que reproducir llevaba unas flores negras pintadas. Lucas se puso a pintarlas con una brocha que lo mismo te valía para hacer las flores que para pintar el casco de un barco.

Al final tuvieron que usar unas plantillas pero aún así Anastasia les daba una indicaciones tan complicadas para pintar las flores que le habrían dado dolor de cabeza a Rembrandt.

A Pedro le trataba todo el mundo como si fuera un frasco de nitroglicerina y no le querían cerca de nada. Le asignaron el importante trabajo de sujetar la caja de la pintura. Y aún así manchó la tela que eso parecía la escena de un crimen con descuartizamiento.

A Amparito la pusieron a limpiar las plantillas de las flores. Joder, qué forma de hacer de menos a la gente. Un poco más y le encargan esperar fuera para aparcar los coches.

– Amparito, Pedro, tenéis una misión muy importante en la confección de esta prenda: salid del taller y cerrad por fuera, por favor.

Usaron secadores para que la pintura estuviera lista antes y a Anastasia le dieron con el secador en la cara para hacer la gracia. Lo que pasa es que le dieron con el aire caliente tan cerca que a la muchacha se le secaron los ojos y ahora tiene que mirar con dos pasas sultanas disecadas.

A mitad de la prueba para que los concursantes «vivieran la experiencia del día a día de un taller» cambiaron a las dos capitanas de los equipos. A Rosa le hizo mucha gracia. Si le cambian el hígado con el de Massiel le jode menos que alejarla así de su vestido.

Alejandro acabó la prueba que parecía que venía de hacer una serie de burpees, más sudado que el bloque de un kebap y además se puso a llorar porque Rosa se había ido al otro equipo.

El caso es que a Anastasia le tienen ojeriza Lara y su amiga Isabel, que sólo les faltó robarle el sándwich del recreo. Pero no sólo ellas dos, el resto decían que era «muy intransigente». Rosa daba órdenes que haría que se le achicaran los huevos a un sargento de la legión, pero ella no era intransigente.

En el plató hubo un careo entre Lara y Anastasia que no fueron capaces de ponerse acuerdo ni de resolver su conflicto. Pero eso es porque no les dejaron resolverlo con unas tijeras en la mano. Que tampoco hace falta matarse, con jugárselo a la primera sangre valía.

«Yo no te aguanto y tú no me aguantas«, resumió Lara, parafraseando a su enemiga Anastasia. A Rosa hasta le molestó que Anastasia le mirara.

Nada, nada, que sigan tratando así a Anastasia y ya tenemos ganadora por aclamación popular.

«¡En este mundo de la moda no hay nombres en cristiano!«, se quejó Caprile al hablar de los nombres de marcas y pasarelas. UN ALTAR PARA ÉL, POR FAVOR.

Para la prueba de expulsión Raquel Sánchez Silva se había metido en el espíritu de la Abeja Maya e iba dentro de un ramo de flores. Sólo le faltó ponerse a libar y polinizarlas.

La prueba iba de reconvertir un mono de trabajo en otra prenda. Para ello Lara tenía que elegir los objetos y complementos para los compañeros. Eligió cosas molonas para todos y para Anastasia le cogió tornillos y clavos.

«Yo no tengo nada en contra de ella», dijo después Lara, que te pincha las ruedas del coche pero sin rencor.

Rosa está obsesionadísima con el Real Betis Balompié. Siempre quiere que todo lo que hace sea verde porque ese es el color del equipo. Rosa quiere tener mocos sólo porque son verdes.

El jurado y los diseñadores invitados (que eran tres, muy a lo español, tres para hacer un mismo trabajo) se acercaron y le dijeron a Sergio que iba muy bien. Y Raquel Sánchez Silva, que le gusta un mal rollo más que unos churros un domingo por la mañana, le dijo «pero no te relaaaaaaajeeeeeees», que parecía el patrón de un barco hablando con los remeros.

Al final Anastasia hizo un vestido con los clavos y los tornillos que molaba mil. La cara de Lara al oír a Caprile elogiando el vestido de Anastasia era de quemarse viva por dentro. Y sin embargo fue capaz de reconocer que era «espectacular».

Lucas presentó medio vestido, porque sólo tenía parte de delante. Eso se lo pone una mujer y se le escapan los pedos. Te dejas los riñones congelados. Y no vayas en transporte público, porque te coges una infección por menos de nada. Eso sí, lo bueno del vestido sin parte de atrás es que te podías sentar a cagar sin tener que quitarte nada.

Saray hizo un vestido de sevillanas que si te lo pones y te vas a la feria de abril, te ven llegar y apagan el alumbrado para que te pienses que está cerrado.

Sergio hizo un abrigo con pelo bastante mono, nunca mejor dicho y Rosa se montó un vestido que tenía flores por delante y de arriba a abajo, como si las hubieras vomitado.

«Te recuerdo dónde estábamos hace un año, viendo truño tras truño«, dijo Palomo sobre la mejoría de calidad y nivel desde la primera edición. Palomo se pasó la primera edición como el que camina por un parque de perros: viendo cacas por doquier.

Total, que llamarse Lucas en concurso es muy peligroso. Te dicen «hasta luego Lucas» en menos de nada. Y así fue: Lucas se fue a la calle.

Y se acabó lo que se daba, amigos.

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