Vuelve la sensación de déjà vu. No podía faltar con el primer repunte de calor serio y las menciones sobre la ola de calor. Pareciera que dan puntos al primero que hable de ella…
Lo primero que me gustaría es comentar y expresar mi respeto, y en algunos casos hasta admiración, a los profesionales de la meteorología de este país, y más concretamente a los de plantilla de la AEMet y a los que dan la cara en los medios de comunicación tradicionales. No es fácil emitir pronósticos y opiniones en medios tan generalistas, que no pueden personalizar los mensajes. Siempre he defendido que su fama de no acertar ni una no proviene de ser malos meteorólogos, sino de que hablan a demasiadas personas a la vez. No pueden afinar las previsiones, y por lo tanto, esas situaciones particulares, de microclima, muy habituales en nuestro país, no tienen cabida en informativos, periódicos, radios o aplicaciones móviles de información general. Y para muchos, fallan. Vaya esto por delante.
Mapa de máximas para el martes 26 de Junio de 2012. Fuente AEMet.
La AEMet, en su aviso especial 4/2012, informa que desde el día 24 de junio y hasta el jueves 28 (viernes 29 en el tercio este peninsular) estaremos bajo el fenómeno meteorológico de ola de calor. Dicho esto, el debate se establece en la siguiente pregunta… ¿estamos ante un fenómeno habitual o es lo de todos los veranos? Estas son mis opiniones.
Lo primero es definir lo que realmente es una ola de calor. El equipo de meteorología de digitalmeteo no ha dado con una definición oficial establecida. La que da la Wikipedia (citando a la AEMet) desde luego deja mucho que desear en cuanto a la duración (sólo 3 ó más días) y la temperatura a superar: 32,3ºC. Qué pasa, ¿que 32,1ºC ya no es el mismo calor? ¿Y eso para todas las zonas? Este país, por suerte, es muy diverso. Esa temperatura en Jaén es hasta agradable en Junio, mientras que en Oviedo no están tan acostumbrados a ella.
Como siempre que escribo de esto os cuento (ya es la cuarta vez) no pretendo ser yo el que defina nada, pero sí aportar mis opiniones y las del equipo de la empresa que dirijo. Estos son los cuatro criterios que, a nuestro juicio, deben ser tenidos en cuenta:
1) Temperaturas alcanzadas.-
En primer lugar, las temperaturas registradas, tanto en máximas como en mínimas, deberían alcanzar y rebasar claramente las medias registradas en la zona para la fecha en cuestión. Es decir, depende de la zona y de la época del año, la temperatura será o no susceptible de ser considerada como extraordinaria. No hace falta que se batan registros de máximas y/o mínimas más altas, aunque si se baten, la ola de calor pudiera ser considerada como histórica.
2) Duración temporal.-
Su duración debería ser, al menos, de 4 ó 5 días. No vale que un solo día, como ayer en Córdoba, se alcancen unas temperaturas superiores a los 40º, lo que ya de por sí es extraordinario, sino que debe permanecer en el tiempo esta situación, superándose los umbrales definidos para ello. Una señora ola de calor debe sentirse durante varias jornadas, el calor latente se propagará día tras día y hará que sus efectos sean más notorios.
3) Extensión geográfica.-
La extensión geográfica también es un dato a tener en cuenta y que hace que una ola de calor adquiera de forma implacable sus características tan peculiares. Una ola de calor no es localizada, debería afectar al menos a varias provincias, y no a una ciudad o localidad aislada. No es lógico hablar de ola de calor en Córdoba.
4) Consecuencias en la población.-
Por último, si nos encontramos con una ola de calor hecha y derecha, notaremos sus efectos, sus consecuencias. Desgraciadamente serán noticia los fallecimientos de los más vulnerables, personas mayores, niños y enfermos sobre todo. Un día de calor, como el de ayer en Madrid, con 36º de máxima, puede morir algún descerebrado que sale a correr a las cuatro de la tarde, debido a un golpe de calor. Pero con una ola de calor, como la de 1994, la de 1995, ó sobre todo la de 2003, la última padecida en Europa y España a mi juicio, mueren cientos o miles de personas.
Repasemos ahora la situación actual.
Temperaturas alcanzadas.-
Es evidente que el calor es protagonista, y los registros son muy altos, por encima de las medias y umbrales establecidos por la AEMet para la fecha y zona. Tanto en máximas como en mínimas. Estos días se batirán algunos registros de máxima para junio en algunas capitales, y también algunos de mínimas más altas. Estaremos atentos. La barrera de los 40ºC ha caído y caerá en el sur, sobre todo. Parece que este critério se cumple en esta ocasión.
Duración temporal.-
El condicionante más dudoso, estará en el límite de lo que consideramos una duración lógica de un episodio de calor para que sea considerado «ola de calor«. Y esta es una opinión muy personal. Entre tres y cinco días de calor intenso (según las zonas) suponen un episodio importante, pero no excepcional, y sobre todo a finales de Junio. Me cuesta hablar de ola de calor si la comparamos con los episodios de 1994, 1995 y sobre todo con 2003, cuando durante semanas sufrimos este tipo de calores. En mi opinión, no será lo suficientemente duradero en zonas amplias. Desde el viernes próximo las temperaturas volverán a las medias de este fecha, si no por debajo…
Extensión geográfica.-
Otro criterio que sí parece cumplirse, la masa de aire seca y muy cálida se extienderá durante las próximas horas por toda la península y archipiélagos. Será extensa, tal y como requiere una buena «ola de calor». Quizá este sea el más claro de los factores que definen el fenómeno en esta ocasión.
Consecuencias en la población.-
Algo que no podemos calibrar todavía, ya que este criterio sólo puede tenerse en cuanta al finalizar el episodio. Es clave, por tanto, esperar a que finalice la semana para catalogarlo. Es, quizá, lo que más molesto me tiene, que se hable sin pudor, es más casi con regodeo en muchos informativos y programas de entretenimiento, de «ola de calor», cuando, repito, en nuestra opinión, es este un factor decisivo para su catalogación.
Esperemos, por tanto. Midamos, contrastemos datos, eliminemos fallos de medición, y, sobre todo, informemos, alertando sin emitir mensajes catastróficos. Sin que esa sensación de «yo lo dije primero» nos deje ver la realidad, recordando episodios pasados, aconsejando a la población sobre lo que tiene que hacer, y sobre todo, lo que no debería hacer.
Y, si después de todo esto, resulta que todo lo anterior se cumple, hablaremos de la ola de calor de finales de junio de 2012. Y esperaremos la próxima.