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La Oscilación Sur: para El Niño y La Niña

Seguro que alguna vez habéis oído hablar de estos fenómenos en algún telediario o habéis leído algo en un periódico. Sobre unas imágenes de inundaciones, o de fuertes tormentas, o de sequía, o de grandes fríos, una voz en off menciona El Niño. O La Niña. Parecen ser los causantes de grandes catástrofes, de temperies severas.

¿Qué son en realidad estos fenómenos?

El Niño es un fenómeno a escala oceánica, planetaria. No es ni una tormenta, ni una borrasca, ni fuertes vientos. No es ni un tornado ni un huracán, y no se produce directamente en la atmósfera. Afecta a algo más profundo y con más implicaciones. Al océano, a los mares, los verdaderos reguladores climáticos -además de El Sol- de nuestro planeta. Se trata de un calentamiento anómalo de una zona oceánica específica debido a un desequilibrio en las corrientes marinas (aguas cálidas en vez de aguas frías) en la corriente de Humboldt  y, en consecuencia, una provisión elevada y anómala de humedad. Esto da origen a lluvias e inundaciones en las costas sudamericanas de la zona intertropical al sur del ecuador, tanto del océano Pacífico como del Atlántico.

Temperaturas del océano durante La Niña (I) y El Niño (D)

Temperaturas del océano durante La Niña (I) y El Niño (D)

Este desequilibrio se propaga a nivel planetario en los fenómenos de El Niño más intensos, llegando a afectar a Australia, Indía y sureste asiático con sequías, y Japon, Norteamérica y suroeste europeo -España – con lluvias torrenciales. También ese micro cambio climático hace que las cosechas se vean afectadas, en algunos casos de forma severa, con pérdidas en la agricultura y con hambrunas. El fenómeno fue nombrado por pescadores peruanos, que notaban un aumento de la temperatura del agua del mar en fechas próximas a Navidad, con la venida del Niño Jesús. Y así llamaron a este hecho.

La Niña se produce por condiciones opuestas, es decir, un enfriamiento de esa zona del Pacífico tropical. Digamos que se producen oscilaciones térmicas cada cierto número de años (entre tres y siete años, parece ser). Océano más cálido, fase cálida de esa oscilación, Niño. Océano más frío, fase fría, Niña. Si se produce uno, el otro no existe. A esa oscilación se le llama ENSO, El Niño Southern Oscillation u Oscilación Sur).

Representación visual de la evolución de las condiciones de El Niño.

Representación visual de la evolución de las condiciones de El Niño.

Aunque actualmente estamos en una fase neutra de la oscilación, el año 2010 fue de transición cálida a fría (Niño a Niña), y se produjo una Niña muy potente, que provocó inundaciones en Australia en zonas muy amplias, más de 800.000 km. cuadrados, casi media Europa. Al mismo tiempo, las aguas más frías aportan más nutrientes, y la vida en los océanos explosiona, ofreciendo temporadas pesqueras espectaculares. La cara y la cruz de nuestro sistema climático.

Pues bien, la NOAA, organismo competente en esto temas en EEUU, emite un informe mensual sobre la evolución reciente, el estado actual y el pronóstico sobre El Niño. En su más reciente boletín, del 27 de Agosto, indica que durante este mes de Septiembre se desarrollarán condiciones de El Niño débiles o moderadas.

Anomalía de la temperatura superficial del mar a 1 Sept 2012

Anomalía de la temperatura superficial del mar a 1 Sept 2012

 

(Os incluyo el link, pero os advierto que está en inglés y es muy técnico, entrad sólo los muy interesados). Y este otro link es también muy completo, con preguntas y respuestas generales acerca de este fenómeno.

Si estos pronósticos se cumplen, tendremos Niño este otoño, veremos de qué intensidad. Lo iremos siguiendo y os iré informando de las últimas actualizaciones y efectos.

 

 

Un Índice de Salud Oceánico para… ¿nuestro provecho?

Poco hablo de los océanos en esta bitácora. Casi siempre de la atmósfera y el Sol. Y, sin embargo, esas grandes extensiones marinas son básicas en el sistema climático. Sol y agua definen, a través de la atmósfera, el clima terrestre. Hablemos un poco de ellos.

Resulta que leo en la revista Nature que los científicos marinos han llegado a elaborar un índice de salud oceánica. Un índice para evaluar la salud y los beneficios de todos los océanos de nuestro planeta. Han tomado diez parámetros y se evalúan características tales como la provisión de alimentos, el carbono en sus aguas, el valor para el turismo, la biodiversidad, etc. De esta forma, el ISO (Indice de Salud Oceánica) pretende reflejar tanto la sostenibilidad del ecosistema como las necesidades de los seres humanos.

¿La salud del océano en un sólo índice? Formentera (2010). Foto ER.

¿La salud del océano en un sólo índice? Formentera (2010). Foto ER.

Tras el cálculo de esos diez parámetros en cada país con océano y su agrupamiento en un único valor -varían desde un 36 a un 86 sobre 100-, el resultado global es un 60 sobre 100. Un seis, vamos.

Aparte de que el procedimiento sea más o menos discutible y que los criterios para llegar a él lo han decidido un solo grupo de científicos, realmente no parece un número tan malo. Quizá empieza a serlo cuando en la letra pequeña leemos que casi un tercio de los países no aprobaron y sólo un 5% puntuaron más de 7. Y peor aún cuando parece que los países desarrollados puntúan mejor que los países en vías de desarrollo.

Nos dicen que el índice proporciona una herramienta muy sólida para aumentar la conciencia pública, la gestión de los recursos, la mejora de las políticas y que todo ello prioriza la investigación científica. Bonitas palabras, sin duda, pero personalmente algo no me cuadra. No se ven verdaderas medidas de la salud del océano, y, sin embargo, sí muchas que tienen que ver con nuestro propio beneficio y aprovechamiento de los mares. Pareciera que estamos midiendo los océanos para saber cómo pueden servir al ser humano y a nuestra propia satisfacción.

Me temo que, una vez más, nos miramos el ombligo y pensamos más en nosotros que en nuestra Casa Tierra. Ojalá me equivoque.

#EsPorElla 

La Casa Tierra, la más afortunada del barrio

Mantener nuestra casa habitable en mitad del espacio no es tarea fácil. El barrio donde nos ha tocado vivir, el Sistema Solar, es un barrio peligroso. Cometas, asteroides, rayos cósmicos, chatarra espacial, vientos solares, etc, son los malos del barrio. Barrio que domina el Sol, siempre presente, guardián y juez de lo que por aquí ocurre. El decide cuáles son las casas habitables y cuáles de ellas permanecerán vacías. En algunas, las más cercanas a él, -como Casa Venus o Casa Mercurio– se olvidaron de poner el aire acondicionado y el calor es abrasador. Eso sin contar con que el aire que rodea esas casas es venenoso. Imposible vivir allí. Otras, más alejadas y cercanas a otros barrios, le quedaron demasiado grandes y frías. El camino es largo y nadie, salvo algún satélite loco, visita esas zonas.

Sólo a determinada distancia de la garita del Sol, situada justo en el centro del barrio, se sitúan las casas habitables. La Casa Marte es bastante fría, y desde luego, habitantes como nosotros es complicado que tenga. Pero no ser los únicos habitantes del barrio es algo que nos obsesiona, y curiosos, y la semana que viene llamaremos a la puerta para ver si alguien contesta.

Además, el barrio es atacado de vez en cuando por tormentas, que envían oleadas de energía eléctrica venenosa desde la propia garita del Sol, en forma de llamaradas solares. Esas olas eléctricas mortales afectan a todas las casas y provocan cortocircuitos desastrosos. A todas menos a una…

A nuestra casa. La Casa Tierra está muy bien hecha. Roza la perfección, es una obra maestra, diría yo. Tiene sus aires acondicionados, sus parques y jardines y sus cañerías de agua perfectamente diseñadas. Su aire es limpio, y el entorno maravilloso. Y tiene un escudo protector casi mágico para esas olas venenosas. Se llama magnetosfera (si no has visto el vídeo de la NASA que acompaña a esta entrada te lo recomiendo, si sabes inglés sin problema, y si no, ¿a qué esperas? 😉 )  y desvía el oleaje maligno a otras zonas, nos protege . Y además, para tranquilizarnos, nos deja las relajantes auroras polares, el mayor espectáculo en la mejor tele del barrio, nuestros cielos.

Podríamos decir que el Sol deja que nos desarrollemos, nos ha elegido para ser la Casa mimada del barrio, los frescos del barrio, los más afortunados y felices poseedores de la Casa más bonita.

 

 

Y así debería ser. Pero no lo es.

Los ocupantes de esta casa no somos conscientes de lo que tenemos. La maltratamos. Ensuciamos su aire, sus reservas de agua y sus jardines. No cuidamos como es debido nuestros maravillosos salones, pasillos y alcobas. Estamos haciendo retretes donde debería haber campos con flores. Estamos acabando con las reservas de agua y parece que el termostato se ha roto. Se diría que muchos piensan que hay otras Casas donde ir, pero no. Es la única habitable para una especie como nosotros.

Y nos la estamos cargando. No somos conscientes del daño que le estamos haciendo a sus cimientos, y el espíritu de Gaia, que habita en él, nos mira mal. Y con razón.

¿Vamos a hacer algo? #EsPorElla

 

El hielo de Groenlandia no se derrite, sólo su capa superficial

A ver, que no cunda el pánico. Muchos de vosotros habréis visto en los medios una noticia que, leída sólo en sus titulares, representaría quizá el fin de la civilización como la conocemos. El deshielo, ni más ni menos, del 97% de la capa de hielo de Groenlandia. Y en cuatro días, oiga. Ahí es ná.

De ser así, la faz de nuestro planeta cambiaría completamente, aumentando el nivel del mar de formas no vistas por ningún ser humano en la historia. Groenlandia se derrite, puede verse en muchos titulares. Y un 97%. Vamos, todo el hielo del continente transformado en agua. Además, el gráfico (abajo) no da lugar a dudas. Antes había blanco y ahora no. El hielo se ha ido, adiós, es el fin del mundo, el calentamiento global ya está aquí…

NO.

 

Ojo, el hielo no ha desaparecido, que es lo que parece indicar esta imagen de la NASA.

Ojo, el hielo no ha desaparecido, que es lo que parece indicar esta composición de la NASA.

 

Una lectura más reposada de los artículos, algo que en internet no es muy habitual, pone de relieve el truco. Es la capa superficial lo que ha experimentado ese deshielo. Todos los años la mitad de esa capa, no de todo el hielo, se derrite. Esa es la media. Las altas temperaturas de este principio de Julio en esas latitudes han hecho que ese deshielo superficial sea el más intenso desde hace 30 años. Y que casi toda la capa superficial se haya visto afectada.

Este es el artículo original en donde todo queda explicado. Por suerte muchos medios dejan claros en sus titulares el hecho, es de agradecer.

Preocupante, sin duda. Digno de estudio, por supuesto. Un toque de atención más para la humanidad.

Y ya. No es el fin del mundo, tranquilos.

 

Acerquemos ciencia y redes sociales

Ayer, como os comentaba en este post, asistí a una mesa redonda en el CSIC que trataba sobre ciencia y redes sociales. Más concretamente se llamaba EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LAS REDES SOCIALES. Desde luego, era a priori muy interesante (salvo que, quizá, se les fue la mano con 8 ponentes más moderadora), y mi intención era conocer de primera mano casos de éxito en el mundo científico español (había 4 representantes de organismos científicos) que emplearan las redes sociales (twitter, facebook, blogs, proyectos en internet, en suma) como herramienta.

Bueno, pues no. Me quedé con las ganas.

Y no sólo porque no tuvieran ningún caso de éxito que contar, si no que, de forma sorprendente, no usaban redes sociales y no veían cómo podía ser útiles en investigación y divulgación de sus estudios. Mensajes, entre risas, como «tengo Facebook porque mi hija me animó«, «me he hecho twitter para venir a esta mesa«, «eso sólo vale para chismorreos de pueblo» y «no publico nada porque pueden entrar en el debate personas que no tienen ni idea» fueron los argumentos de peso que blandieron los sesudos ponentes, representantes en ese momento del mundo científico español.

Y así nos va.

La ciencia puede beneficiarse de esta revolución. Credits: twobee, FreeDigitalPhotos.

La ciencia puede beneficiarse de esta revolución. Créditos: twobee, FreeDigitalPhotos.net

Porque el problema no es que no usen estas herramientas, que les tengan miedo por desconocimiento o por qué se yo, si no que, siendo científicos, no tengan esa inquietud de conocer, de aprender, y luego de decidir, si las usan. Lo que transmitían era desconfianza, incluso desprecio, sin darse cuenta de que la cuestión no es si estar o no en redes sociales, la cuestión es cómo estar. Ellos ya están en la red, bienvenidos. José Abel Flores, de la Universidad de Salamanca, Emma Cebrian, del Centro de Estudios Avanzados de Blanes. CEAB-CSIC, Juli G. Pausas, del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC),Valencia y Jordi Catalan, del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, CREAF-CSIC de Barcelona, ya han quedado retratados, y ya sabemos lo que piensan de esto.

Evidentemente, pedí la palabra para defender las redes sociales como medio de comunicación emergente, pero con tanto ponente los asistentes nos quedamos con las ganas de intervenir. Y comencé a tuitear indignado, tomando la palabra virtual por mi cuenta. Inmediatamente recibí multitud de respuestas en mi timeline (como esta, esta y esta), la mayoría corroborando el hecho de que twitter no se toma en serio en universidades y centros de investigación. Alguna opinión expresaba dudas sobre el silencio obligado por los que financian los proyectos…

Y casos de éxito los hay. Ejemplos de cómo usar las redes sociales para investigar, de cómo usarlas para comunicar, como hace Edunomia, o ICIQ, ejemplos de cuentas de twitter fantásticas, desde la NASA, la ESA, o el propio CSIC, a blogs más modestos pero igual de interesantes, como el de Txema Campillo o Ciencia Kanija. Sólo hay que conocer, querer hacerlo, pensar un poquito en cómo esta revolución que es internet y el mundo interconectado y en tiempo real puede ayudarnos en nuestro sector, ya seas un escritor, una marca de cosméticos o un periodista científico.

En cualquier caso, y tras el berrinche inicial, vino la reflexión, y tal y como ofrecí por twitter en el momento y, posteriormente en animada charla, a la directora de comunicación del CSIC, Ainhoa Goñi, creo que algo tenemos que hacer. Con sede en el propio CSIC propongo organizar un seminario o charla sobre uso de redes sociales en el mundo científico, con casos verdaderos de éxito y dar un repaso a las buenas y malas prácticas en blogs, facebook, twitter, etc. Cómo comunicar, cómo gestionar trolls, etc. Acercar al mundo científico esta revolución, hacer que recuperen estos años que llevan de retraso con respecto a otros sectores.

¿Qué pensáis? ¿Creéis que se animarían? ¿Alguien se apunta?

 

Jornadas sobre cambios climáticos bruscos

Muchos somos los que hablamos sobre el problema del cambio climático, o como prefiero llamarlo, calentamiento global, ya que el clima de La Tierra está en perpetuo cambio. Siempre os digo que por cada tendencia, ya sea catastrofista o negacionista, podemos encontrar docenas de opiniones encontradas, más o menos razonadas, y siempre defendidas con apasionamiento.

Efectivamente, la tendencia parece clara al calentamiento, según el consenso científico parece avalar. Pero… ¿que efectos tendrá y en qué plazo? ¿No se ha detenido esta tendencia en los últimos años? ¿Quién se beneficia de estas afirmaciones? ¿Cómo se nos intenta manipular desde los centros de poder políticos y/o económicos? Preguntas cuyas respuestas provocan verdaderas discusiones y hacen correr ríos de tinta

Jornadas sobre Cambio Climático Brusco, en el CSIC

Jornadas sobre Cambio Climático Brusco, en el CSIC

Mañana y pasado, en las instalaciones del CSIC de Madrid, se van a celebrar unas jornadas sobre cambios climáticos bruscos, vistos desde el punto de vista de la ciencia (proyecto GRACCIE) y de los medios de comunicación. Estaremos por allí para atender y aprender e intentaré transmitir lo que allí ocurra. Ahí os dejo el enlace para que reviséis el programa, incluo, si os apetece, apuntaros, creo que aún hay plazas y la asistencia es gratuita.

Venga, ¿quién se anima?

 

Artik 2012, un viaje de verdad

La vida te trae y te lleva de una forma que a veces da vértigo. En ocasiones acabas en sitios o situaciones que poco o nada deseabas, y en otras, sin embargo, el azar o la serendipia, alegra tus días y te ofrece retos maravillosos.

Uno de ellos apareció hace unos meses, un frío día de otoño en una pequeña bodega de Madrid, en Pozuelo del Rey. El bodeguero, Carlos, nos contaba con mimo cómo elabora sus vinos. El cariño de sus explicaciones calaba hondo y, desde luego, se transmitía al aroma de sus caldos. Cuando habló de la meteorología como un factor decisivo en la elaboración, y al ver el respingo que no pude evitar en mi silla, se fijó en mí, y cruzamos una breve mirada. Me dijo que teníamos que hablar, que me tenía que contar un proyecto y presentarme a alguien.

 

Pablo (I) y Carlos (D), con la Maule. El viaje está a punto de empezar.

Pablo (I) y Carlos (D), con la Maule. El viaje está a punto de empezar.

 

Durante la cata me habló de Pablo, otra persona con luz. Me hablaron de su sueño, y que se habían comprado una avioneta para realizarlo, para comenzar una aventura maravillosa por el Artico en busca de respuestas, de realizar un viaje de verdad. De visitar bases científicas (sí, incluyendo la base HAARP, queridos amigos de los chemtrails) y compartir experiencias con los pobladores de aquella tierra. Y que necesitaban apoyo meteorológico en forma de pronósticos para las escalas. Por supuesto, no sólo acepté el reto, sino que desde ese mismo momento me sentí parte del equipo, y durante estos meses hemos preparado con delicadeza la aventura, que comienza en muy pocos días.

Si hace ahora justo 85 años de que Charles Lindbergh cruzó por primera vez el Atlántico -en solitario, pues la primera travesía la realizaron John Alcock y Arthur Whitten Brown en 1919- con su Spirit of St. Louis, en una semana Pablo y Carlos lo volverán a hacer, y tendrán un gran aliado: internet y las redes sociales, pues lo van a contar en vivo y en directo.

Podéis subir a su avioneta Maule – un verdadero 4×4 de los cielos-, apuntaros al viaje, conocer todos los detalles y preguntar todo lo que queráis en su blog: https://blogs.20minutos.es/artik/  y en el twitter oficial de la aventura: @ArtikQubel

¡Nos vamos al Artico! 

 

Los malvados hombres del tiempo americanos

 

«Necesitamos que nuestros meteorólogos informen de los hechos sobre el cambio climático»

 

Este es el mensaje principal que uno encuentra al entrar en ForecastTheFacts.org, una página que descubrí ayer a través de mi lista de twitter de meteorología. Se trata de una nueva campaña dedicada a promover la exactitud e integridad en la información meteorológica, una versión americana de nuestra #mejorMeteo lanzada en este mismo blog hace unas semanas.

Hasta aquí, todo bien, me parece una iniciativa muy plausible y lícita.

Sin embargo, cuando profundizas un poco te encuentras con mensajes algo más directos y preocupantes, cuando menos. Resulta que su objetivo principal es buscar apoyos a través de internet y presionar al consejo de la AMS (la Asociación Meteorológica Americana, el equivalente a nuestra AEMet AME -gracias por la puntualización a Jose Miguel Viñas, aka @divulgameteo) para que considere aprobar una nueva declaración contundente sobre el cambio climático mañana domingo. Según FTF -apoyados por la Liga de Votantes Conservadores, la asociación 350.org y un inquietante Citizen Engagement Laboratory– muchos de los más de 1.000 meteorólogos americanos de cadenas de televisión no le hacen mucho caso al calentamiento global y pasan de informar a sus televidentes. Más del 50% niegan que este calentamiento sea inducido por el hombre, incluso muchos de ellos, malditos sean, dicen que la Tierra se está enfriando, o que el CO2 no es el responsable directo del calentamiento ni de las calamidades en forma de huracanes, incendios, inundaciones que se producen en el planeta.

En FTF incluso apuntan directamente a estos malvados meteorólogos (47 han identificado, con nombres y apellidos) que, movidos por oscuros razonamientos, que no se especifican, exponen sus ideas sobre el tema.  Como por ejemplo Karl Bohnak, un profesor y meteorólogo que simplemente enseña a sus alumnos en Michigan que, efectivamente, la Tierra se ha calentado alrededor de 0,7 ºC en los últimos 100 años, pero que esto no tiene porqué haber sido provocado por el hombre, y que la actividad solar puede ser la respuesta en algunos casos. (Más información en su artículo: Una cara solución a un problema inexistente)

Acusado de... ¿hacer bien su trabajo?

Acusado de... ¿hacer bien su trabajo?

 

Pues bien, más allá de entrar en la eterna discusión entre negacionistas y catastrofistas, de echarle la culpa al horrible y asesino CO2 (cuando realmente muchos arboles son capaces de absorberlo y fijarlo) -ruego lectura de CO2 de Anton Uriarte- o de soltar verdades absolutas sobre lo que va a pasar en los próximos 50 años (¡todos calvos!), lo que sí me parece lamentable es comprobar la presión que se intenta ejercer, desde el mundo de la política, a científicos de pensamiento libre que sólo intentan hacer bien su trabajo, informar a la sociedad y que la verdad que ellos constatan sea conocida.

Mi apoyo a todos los hombres del tiempo de buena voluntad, mi compromiso para mejorar nuestro planeta, ya sabes #EsPorElla, para seguir aprendiendo todos los días cómo hacer que nuestra casa no se nos venga abajo y mi solidaridad con esos 47 meteorólogos señalados simplemente por hacer su trabajo de la mejor manera posible. Mal, FTF, mal.

Give me number 48, please.