El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (5): cosas que se beben

Anteriormente, en esta serie de post:

Agua cristalina

Qué escaso interés o preocupación suele manifestar la población general por lo que bebe y su impacto sobre la salud dentro de la alimentación. O al menos, cuánto menor es ese interés por las bebidas frente al que de forma habitual se manifiesta por la comida. También es cierto que como todo argumento para defender esta postura solo tengo mi opinión, el pálpito que me genera observar la realidad a mí alrededor. En este sentido y en general andamos muy pero que muy preocupados por el qué comer, cuándo, cuánto y cómo combinar eso que comemos, y prestamos muchísima menos atención al qué bebemos. No digo que lo que se beba no se tenga en cuenta, pero sí que por lo general se le presta mucha menos atención que a aquello que se come. Sin embargo, aquello que solo tragamos es tanto o más importante que aquello que además “masticamos”.

El papel de las bebidas en el rédito alimentario

En este sentido, es importante destacar que en las últimas décadas algo ha cambiado al respecto de cómo bebemos y además, este hecho podría estar relacionado con algunos de los problemas alimentarios más evidente en nuestro tiempo. Por ejemplo, en el estudio Shifts in Patterns and Consumption of Beverages Between 1965 and 2002 (Cambios en el perfil y consumo de bebidas entre 1965 y 2002) queda bastante bien reflejado que en las últimas décadas el patrón de consumo de bebidas ha cambiado de una forma sustancial. Es probable que estés pensando en el aumento del consumo de refrescos… y tendrías razón, pero no toda, ya que por lo general ha aumentado también el consumo de todo tipo de bebidas que aporten calorías, incluidas las alcohólicas.

Aunque el artículo anuncia las diferencias metodológicas en la obtención de los datos de todo el periodo en estudio, resulta significativo el conocer que, al menos en EEUU:

  • En 1965 el 66% de la población ingresaba con las bebidas menos del 15% de las calorías que consumía en todo el día. Sin embargo, en 2002 esa población que tan poco ingreso hacía de calorías líquidas cayó hasta el 42%.
  • En 1965 el 17% de la población ingresaba con las bebidas entre el 15 y el 25% de las calorías ingeridas… en 2002 el porcentaje de población en esa situación aumentó hasta el 27%.
  • En 1965 había también un 17% de la población que incluía con las bebidas más del 25% de las calorías totales consumidas… sin embargo, en 2002 el 30% de la población estaba en esa situación.

Dicho claramente, a medida que los años avanzan, cada vez se incorporan más calorías a través de las bebidas… sea el que sea el origen último de estas.

Además de este, otros estudios ponen el acento en otro tema muy relacionado, como es el de las asociaciones entre los que se bebe y se come. Así, el estudio U.S. adults and child snacking patterns among sugar-sweetened beverage drinkers and non-drinkers (Patrones de consumo de aperitivos en estadounidenses adultos y niños en base al consumo de bebidas azucaradas y no azucaradas) concluye de forma bastante convincente que:

Tanto los adultos como los niños que consumen bebidas azucaradas tienen más probabilidades de picotear y consumir más calorías a partir de los “aperitivos” que los no bebedores de bebidas azucaradas […]

Y es que, tal y como señala esta otra publicación y en relación a la población estadounidense de menor edad:

Existe una superposición redundante entre las principales fuentes de energía y de calorías vacías: refrescos, postres elaborados principalmente con harina, pizza y leche entera. El catálogo de opciones disponibles para los niños y adolescentes debe cambiar con el fin de aportar menos alimentos poco saludables y más alimentos saludables con menos energía. […] La reformulación de productos por sí sola no es suficiente, el flujo de calorías vacías en el suministro de alimentos debe reducirse.

La situación en España

Por estos lares andamos bastante parecido, nada extraño, ya que las diferencias al respecto de estas cuestiones en los países occidentales tienden a ser cada vez menores cuando no a desaparecer. Según el estudio Fluid intake from beverages in Spanish adults; cross-sectional study (Ingesta de líquidos a partir de bebidas en adultos españoles; estudio transversal) se concluye que:

La mitad de la población estudiada no cumple las recomendaciones de la EFSA para la ingesta de fluidos. El agua embotellada o del grifo es la principal bebida consumida. Existen diferencias en el consumo de bebidas en relación a la edad y género. Una cuarta parte de la población estudiada consume un exceso de azúcar procedente de las bebidas.

Si el estudio anterior hacía referencia a la población española adulta, en cuanto a los niños y adolescentes podemos consultar este otro estudio Fluid intake in Spanish children and adolescents; a cross-sectional study (Ingesta de líquidos a partir de bebidas en niños y adolescentes españoles; estudio transversal) que concluye que:

La gran mayoría de nuestra población no cumplió con las recomendaciones de la EFSA sobre la ingesta total de agua. Por ello, se debería promover un aumento en el consumo de agua en niños y adolescentes, para poder satisfacer las necesidades de líquidos sin aumentar la ingesta calórica.

En resumen

BebidasBebemos poca agua y bebemos mucho de lo que no es agua y que además no es generalmente beneficioso a la luz de las implicaciones que este comportamiento tiene en materia de Salud Pública.

Dada la elocuencia de los datos opino que si estuviera en mis manos la realización de unas guías dietéticas el mensaje en la promoción del consumo de agua, y solo agua, habría de ser tan importante o más que cualquier otra indicación. Por tanto, y aun sabiendo que hay muchas otras formas de hidratación compatibles con un patrón de alimentación equilibrado, no haría mención alguna hacia el consumo de cualquier otra bebida como tal, del tipo infusiones, cafés, refrescos (aun sin calorías), zumos de frutas y demás. Nada de nada de estas cosas en las recomendaciones y, si de poner mucha letra se tratara, invitaría a limitar su consumo más que fomentarlo. En cuanto al tema de sopas, cremas (frías o calientes) y purés los considero comida, más que bebida y es que ¿acaso no se suelen utilizar cubiertos en su consumo? Así pues, eso, cada uno de esos platos, aun servidos en tazas o boles, entrarán dentro de las recomendaciones de esos otros grupos de alimentos en función del ingrediente principal al que pertenezcan, pero no serán considerados bebidas.

En pocas palabras: para beber, como norma general: agua. En letras grandes y nunca de forma marginal.

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Imagen:  Danilo Rizzuti,  tiverylucky

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (4): cosas con proteínas

Anteriormente, en esta serie de post:

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (1): Frutas y verduras

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (2): cereales

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (3): lácteos

Siguiendo con los “grandes grupos de alimentos” dentro de esta saga hoy abordaré varias categorías de alimentos (“grupos” si se prefiere) que reúnen una característica nutricional a modo de denominador común: se trata de alimentos o grupos de alimentos ricos en proteínas o que de alguna forma son considerados una buena fuente dietética de este macronutriente o principio inmediato.

Proteínas

En este punto la cosa se complica un poco. Hasta ahora ninguno de los grupos abordados en anteriores capítulos debían, en general, su inclusión en las guías alimentarias a su aporte de proteínas. Si acaso los lácteos, cuya principal virtud para aparecer de forma destacada en algunas guías se justifica principalmente por su riqueza en calcio (y creo que ya quedó claro este punto). Y si bien es cierto que la leche aporta cierta cantidad de proteínas, esa cifra no es como para tirar cohetes precisamente (100 gramos de leche aportan sobre los 3 a 3,5 gramos de proteína) aunque, también hay que reconocerlo, en el caso de los quesos este aporte podría ser considerable. Sin embargo, también es cierto, que en el caso de los niños el aporte de proteínas en su dieta a partir de los lácteos es un elemento a considerar tal y como señaló en su día el estudio EnKid.

Así, los grupos de los que trataré hoy son considerados buena fuente dietética de proteínas: las carnes, los pescados, los huevos, las legumbres y los frutos secos. Sí, ya sé que lo más probable es que haya quien discrepe, por eso hagamos algunas aclaraciones.

Proteína de alto vs bajo valor biológico

Además de la cantidad de proteína que un alimento sea susceptible de proporcionar está la cuestión de su “calidad”. Así, es frecuente referirse a fuentes dietéticas con proteínas de alto valor biológico para mencionar aquellos alimentos que aportan en esas proteínas una cantidad relevante de los denominados como aminoácidos esenciales (“esenciales” porque son aquellos que no podemos sintetizar y cuya incorporación ha de hacerse de forma obligatoria a partir de los alimentos). En sentido contrario las proteínas de bajo valor biológico son aquellas que propias de aquellos alimentos con una escasa presencia de alguno de esos aminoácidos que hemos catalogado de esenciales.

En líneas muy generales y salvo excepciones de libro, se considera que los alimentos de origen animal presentan, todos, proteínas de alto valor biológico y que los de origen vegetal aportan solo y con independencia de su cantidad proteínas de bajo valor biológico. Por aquello de aclarar una de las preguntas más frecuentes en este terreno… sí, es posible seguir una alimentación vegetariana estricta (o vegana) gracias a la adecuada combinación de fuentes alimentarias vegetales; afortunadamente los aminoácidos esenciales escasos en alimentos con un determinado origen vegetal, están presentes en otros alimentos con otro origen también vegetal. Usando el ejemplo clásico: lo que les falta a los cereales en términos de aminoácidos lo tienen las legumbres y viceversa. Por tanto, el déficit de aminoácidos esenciales no debería constituir problema alguno dentro de un patrón vegetariano bien estructurado.

Es más, a este tenor y a pesar de lo que sé que me expongo con este comentario, en nuestro entorno, sin carencias energéticas evidentes, no hay pruebas de que sea necesario una combinación consciente de aminoácidos entre la población vegana.

El tema del primero y segundo (carne) como ¿axioma universal?

Además del tema de la naturaleza de las proteínas está, la cuestión de que en nuestro medio, al parecer resulta impensable imaginarse alguna de las comidas principales (comida y cena) sin la presencia de un segundo plato en forma de, principalmente, carne o los derivados de esta en cualquier receta. Y lo cierto es que no es necesario hacerlo así. Digo que no es necesaria tanta carne, todos los días, y al menos dos veces por día.

Además, este patrón de consumo de alimentos se traduce, como no podría ser de otra forma, en un exceso de proteínas de origen animal, muchas veces concretado en un exceso de carnes grasas y embutidos tal y como señala el Libro Blanco de la Nutrición en España en base a las estadísticas más recientes. Así, según esas encuestas y tal y como te comenté en esta entrada la ingesta observada de proteína en España en hombres es de 109 g/día y en mujeres de 88 g/día. En ambos casos estos valores son muy superiores a las Ingestas Dietéticas de Referencia para la población española, establecidas en 54 g/día y 41 g/día respectivamente (Moreiras et al., 2011) y a las establecidas por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

A este aporte de proteínas contribuyen de forma relativa y de media los siguientes grupos de alimentos: Cárnicos y derivados 31%; Pescados, moluscos, crustáceos y derivados 27%; y ya bastante por debajo, Huevos y derivados 11%; Lácteos y derivados 10% y Legumbres, semillas, frutos secos y derivados 6%.

Dicho de otra forma, en mi opinión consumimos demasiados productos cárnicos (en general sin entrar de momento en más detalles) y dejamos de lado otras interesantes fuentes de proteína que tienen muchas menos dudas al respecto del incremento del riesgo sobre determinadas enfermedades metabólicas, es decir que a priori se postulan como más saludables y que al mismo tiempo, además, son más económicas.

En resumen sobre las “cosas con proteínas”

Si de mí dependiera haría un especial hincapié en fomentar el consumo de aquellos grupos más penalizados en el actual patrón de consumo, en concreto: legumbres, huevos, semillas y frutos secos, al tiempo que desplazaría el uso de los productos cárnicos en general, muy en especial aquellos más grasos, los definidos como “carne roja” y los procesados. Y lo haría, no por mejorar el balance de cuentas de los sectores alimentarios más desfavorecidos en la actualidad, sino porque opino que con un patrón de consumo de alimentos más diversificado en cuestiones proteicas como el que indico se incidiría de forma positiva en los factores de riesgo de varias patologías metabólicas.

Sobre el consumo de pescados mantendría las actuales recomendaciones ya que, además de las proteínas que pueda aportar al pescado, le adornan otras interesantes características nutricionales en especial aquellas referidas a su perfil lipídico.

Nos vemos la semana que viene con más temas sobre esta cuestión de las guías.

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Imagen: sritangphoto, amenic181, Maggie Smith, Stoonn vía freedigitalphotos.net

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (3): lácteos

Antes de comenzar con este post, te sugiero leer:

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (1): Frutas y verduras

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (2): cereales

Jarra de leche

Leche y lácteos constituyen uno de los grupos de alimentos que más controversia y posturas encontradas suscitan entre la población general. Por un lado están los que defienden a ultranza un consumo diario obligatorio, más allá de la evidencia científica con la que a día de hoy se cuenta; y por el otro tenemos los que con argumentos bastante desustanciados condenan y desalientan su consumo alegando su uso contranatural por parte del ser humano (tal y como se comentó en el post ¿Es el Ser Humano el único que consume leche tras la lactancia?)

En la actualidad: a toda leche

La presencia de la leche y sus derivados en las guías dietéticas más conocidas ha sufrido una considerable evolución aunque, todo hay que reconocerlo, en la mayor parte de las oficiales los lácteos siguen teniendo un papel destacado. Pero antes de seguir, me vas a permitir que ponga de manifiesto una de las mayores incongruencias que nos podemos encontrar entre esas guías oficiales que hacen en el consumo diario de lácteos (y además en varias raciones al día) una de sus más fervorosas recomendaciones. Lo voy a dejar en forma de pregunta: ¿Por qué todas aquellas guías que inciden en la “necesidad” del consumo diario de leche o sus derivados (normalmente de 2 a 4 raciones al día como nuestra actual “pirámide”) incluyen el icono de este grupo en el tercer peldaño de la pirámide? si es tan “importante” ¿no debiera figurar este grupo de alimentos en el primero y más importante de los peldaños? Esta es una de las razones, como veremos en capítulos sucesivos, por las que el esquema “piramidal” me parece un desacierto: no hay forma de interpretarlo de una forma lógica y se presta a no pocos contrasentidos.

En mi opinión, la insistencia con la que se presentan de forma tan habitual los lácteos en buena parte de las recomendaciones obedece a dos circunstancias, la una derivada de la otra pero, sinceramente, no sé en qué orden (y quizá prefiera no saberlo): por un lado la importante cantidad de calcio de la que efectivamente este grupo de alimentos son una buena fuente dietética y, por el otro los intereses de la industria para que este tipo de alimentos figure de forma tan destacada en las guías, algo de lo que se puede encontrar buena muestra en las vicisitudes del informe McGovern (ver capítulo anterior).

De hecho, una de las campañas publicitarias más exitosas en el ámbito de la alimentación en Estados Unidos es la conocida como Got Milk? (¿Tienes leche?) la que desde su nacimiento a principio de la década de los años 90 catapultó el consumo de leche y derivados en aquel país de forma espectacular cuando precisamente el sector vivía una de sus peores y más largas crisis. Así con estrategias francamente impactantes (y a veces controvertidas en relación a su idoneidad) la campaña Got Milk? remachó en la conciencia de los nortemericanos la necesidad de tomar leche para alcanzar una salud ósea de hierro. El primero de los vídeos que aquí te dejo fue con el que debutó la campaña (francamente divertido y sin mayor malicia) para terminar, entre otras, en apuestas tan arriesgadas como la segunda.

Sin embargo, a día de hoy y a pesar de que las recomendaciones oficiales estadounidenses siguen destacando de forma importante la idoneidad, cuando no necesidad, de los lácteos en la alimentación diaria a partir de su más moderna herramienta, My plate, (al igual que en nuestra actual pirámide, y por lo que se ha sabido también en su próxima sucesora) hay otras recomendaciones que con más ciencia y, a priori, quizá menos intereses comerciales, no están por la labor de hacer tanto énfasis en la necesidad de su consumo y, más allá de este, poner el acento en que lácteos sí, más o menos, pero sin pasarse.

La dicotomía

Tal y como ya esperarás, una de esas guías a las que me refiero es el Healthy Eating Plate de la Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH) que argumenta que que hay muy poca o ninguna evidencia de que una alta ingesta de lácteos favorezca una salud ósea o proteja contra la osteoporosis, y que más al contrario, sí que hay una evidencia considerable de que realizar un consumo elevado puede ser más perjudicial que beneficioso. Cuestiones todas sobre las que merece la pena entrar en detalles.

Tal y como se pone de relieve en este artículo de la propia HSPH:

Decir que el calcio es un elemento clave para la salud de los huesos no es precisamente una noticia de última hora. Así, la inclusión a partir de la dieta de suficiente calcio desde la infancia hasta la edad adulta ayuda a la formación y fortalecimiento de los huesos al principio y, posteriormente a retardar el deterioro óseo a medida que envejecemos. Sin embargo, no está nada claro que necesitamos más calcio que el que generalmente se recomienda, así como tampoco está claro que los productos lácteos sean realmente la mejor fuente de calcio en general.

Mientras que el calcio o los lácteos pueden disminuir el riesgo de osteoporosis y cáncer de colon, un alto consumo de este grupo de alimentos podría, posiblemente, aumentar al mismo tiempo el riesgo de cáncer de próstata y de ovario.

Hay una clara dicotomía entre quienes defienden la recomendación del consumo de leche en pro de una salud ósea superior, y aquellos que sostienen que el consumo de lácteos además de tener una modesta incidencia en las roturas óseas también puede suponer el incremento de ciertos riesgos entre ellos y principalmente sobre la salud cardiovascular y los cánceres de próstata y ovario. El caso es que nos pongamos como nos pongamos no hay una decisión contundente. Pero hay margen para poder razonar.

Sobre la primera cuestión (resumida en la forma “toma mucha leche para tener unos huesos fuertes”) hay que tener en consideración múltiples factores más allá de este consejo que es un tanto simplista y excluyente. Simplista porque para alcanzar una salud ósea adecuada hay muchos factores en juego. La presencia de calcio en la dieta es solo uno de ellos (y no tiene porqué ser el más importante); además influyen y de forma muy importante: la adecuada presencia de vitaminas D y K, no pasarse con la cantidad de vitamina A, tener una adecuado, pero no excesivo, aporte de proteínas, no pasarse con las refrescos en particular de cola, y tener un patrón de vida activo. Y excluyente porque la leche no es ni de lejos la única fuente de calcio dietético, ni tan siquiera es imprescindible. Se puede llegar sin problemas a una adecuada ingesta de este mineral sin recurrir a la leche o los lácteos, por ejemplo con: vegetales de hoja oscura (acelga, espinacas, coles…); las legumbres, los frutos secos, las conservas de pescado en conserva tipo sardinas o anchoas o muchos pescados, en especial los que se consuman “enteros”.

En relación a la segunda cuestión (resumida como “el tomar demasiados lácteos aumenta el riesgo de padecer distintas patologías”) no está claro. Hay ciertas evidencias que apuntan en esa dirección así que, siendo realista, no se debe ser tajante. Habrá que esperar a futuras investigaciones para ver si se puede aclarar, en un sentido u otro, esta problemática.

A modo de síntesis

Por tanto, con toda esta información concluyo. Primero: habida cuenta de que en la actualidad el consumo de más de una ración de leche al día dentro de una dieta razonable con otras fuentes de calcio no vaya a suponer una mayor reducción del riesgo de fractura de huesos; y segundo: teniendo en cuenta el posible, aun no esclarecido, aumento del riesgo de padecer ciertos trastornos a partir del aumento de este tipo de alimentos con sus nutrientes… podría ser conveniente no recomendar un mayor consumo que el ya mencionado de una ración al día… como mucho.

En resumen: en mis recomendaciones sí que estarían presentes los lácteos, pero no para potenciar o favorecer su consumo (como el actual, cifrado en 2 a 4 raciones al día) sino para invitar a su control al tiempo que se invitaría a una mayor diversificación dietética con otros grupos de alimentos fuente de calcio.

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Imagen: John Kasawa vía freedigitalphotos.net

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (2): cereales

Antes de comenzar con este post, te sugiero leer:

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (1): Frutas y verduras

CentenoA día de hoy nuestra Guía Alimentaria de referencia (la famosa pirámide SENC 2004, página 20) hace el mayor de los énfasis sobre aquello que es beneficioso comer (es decir, con mayor frecuencia y en mayor cantidad que ningún otro grupo de alimentos) en el grupo de alimentos derivados de los cereales. Para ello figuran en el primer y más grande peldaño de la pirámide y así han estado durante mucho tiempo (pretérito imperfecto) en muchas guías alimentarias de otros países. Me refiero al arroz, la pasta alimenticia, el pan y las patatas (aunque estas no sean de origen cereal, pero ahí se incluyen en la mencionada Guía, supongo, por ser ricas en hidratos de carbono).

El origen de la cerealofilia

Que así sea, deriva en gran medida de lo acontecido en 1977 en Estados Unidos. En aquel entonces se emitieron una serie de directrices nutricionales para los estadounidenses con las que se pretendía combatir a través de la dieta las principales enfermedades metabólicas que azotaban a la población (las de todos los países industrializados por otra parte). Así, con el título Dietary Goals for the United States, (conocido más en concreto como el «Informe McGovern«) se propusieron una serie de directrices generales con el fin de sugerir, muy en resumen, unas recomendaciones especialmente bajas en grasas, con menos colesterol, menos azúcares refinados y procesados, y más carbohidratos complejos y fibra.

Estos matices son importantes porque de hecho fue el informe McGovern el que utilizó por vez primera el término carbohidratos complejos. Así, la mayor parte del consenso en el informe se centró en aumentar el consumo de frutas, verduras y alimentos elaborados principalmente con cereales enteros. Sin embargo, no sé por qué, tras el informe McGovern las primeras guías norteamericanas (hoy ya en desuso) y que sirvieron para inspirar las de muchos otros países (entre ellas las españolas y hasta el día de hoy) pusieron el mayor de los acentos en los alimentos elaborados con cereales antes que en las frutas, verduras y hortalizas. ¿Por qué se hizo así? Con sinceridad no tengo la certeza, pero mi opinión es que se pudo deber a las presiones de los sectores industriales implicados. Ninguna novedad por otra parte, ya que si algo caracterizó aquel informe McGovern fue precisamente eso… el cómo los distintos sectores implicados presionaron para cambiar la redacción del informe final. De hecho, dentro del propio informe se contrasta que la publicidad en televisión de los alimentos basados en los cereales era varios órdenes de magnitud mayor que la de frutas y verduras. Y si la publicidad era mayor (como hoy) los ingresos derivados de la misma también. ¿Alguien estaría dispuesto a cargarse la gallina de los cereales de oro, así por las buenas? Pues eso, y conste que es solo una opinión.

Importante: los cereales suelen ser algo más que cereales

Otro de los problemas es que cuando alguien habla de “alimentos de origen cereal” (aunque sean integrales) al mismo tiempo, se abre la puerta para que en ese mismo peldaño entren otros alimentos altamente procesados y, muy habitualmente ricos en azúcares refinados. Es más, tal y como sentencia el Dr. David Ludwig de la Escuela de Medicina de Harvard: “Tanto te da comerte un bol de cereales sin azúcar añadido, que un bol de azúcar sin cereales añadidos” (ver documental en esta entrada, minuto 30:10). Al final la respuesta metabólica va a ser casi idéntica. Sobre el tema de los cereales “saludables” te sugiero que eches un vistazo a este post sobre como pueden ayudar a “cuidar la línea” de Lidia Folgar – @Lidia_Folgar-)

El caso es que mientras en otros países la mayor parte de las recomendaciones hace tiempo que han cambiado haciendo pasar los alimentos procedentes de los cereales al menos a un plano de menor importancia que los vegetales frescos, en España las guías siguen igual… y lo peor es que por lo visto en esta entrada tienen pinta de continuar en el mismo sentido.

No hay nada de malo en dar la justa y en mi opinión adecuada presencia en las guías alimentarias a este grupo de alimentos, pero habría que dejar las cosas suficientemente claras como para que el ciudadano entienda que de forma general, cuando se dice arroz, se quiere decir arroz integral, que cuando se dice pasta, debería ser también integral, que con el pan lo mismo, que también tienen cabida en ese nicho otros cereales, más o menos poco usuales en nuestro entorno… pero sobre todo, lo que habría que dejar claro, es que en este grupo de alimentos no tiene cabida la galletería, ni la bollería, ni los típicos cereales de desayuno o barritas de tal por muy bajos en grasas que sean. No, ante todo, sobre este grupo de alimentos de lo que se trata es de potenciar los alimentos poco refinados que cada uno se cocina en su casa. La cultura del “vivan los cereales” y así ponerlos en el primer peldaño, ha servido para meter un gol por toda la escuadra en las políticas de salud pública que en cierta medida han pagado y siguen pagando los ciudadanos.

Así, mientras el mensaje sobre el consumo de alimentos provenientes de los cereales no se minimice, al tiempo que se detalle y aclare qué se quiere decir y hacer llegar a los ciudadanos sobre este grupo de alimentos, la confusión va a seguir siendo importante para deleite de una buena parte de la industria alimentaria, de la española, que viviendo de las rentas del “bajo en grasa”, y que poniendo faldones en sus anuncios, parece que le sirve para que todo lo demás pase a un segundo plano.

En resumidas cuentas, alimentos cereales sí, pero:

  1. Dejando de ser “la base” de la pirámide o el centro de cualquier recomendación general;
  2. Puntualizando (como ya se hace, pero con muy poca fuerza en mi opinión) que la presencia de los integrales ha de ser mayoritaria frente a los refinados y;
  3. Destacando que los alimentos procesados, por muy “de cereales” o “con cereales” que sean no tienen cabida en estas recomendaciones (que para eso de momento son mías)… Vamos que si tiene más de cuatro ingredientes (y soy generoso) mejor que nos olvidemos.

Nos vemos el martes que viene con el siguiente capítulo: los lácteos

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Imagen: Serge Bertasius Photography vía freedigitalphotos.net

Si yo hiciera unas guías de alimentación saludable… (1): Frutas y verduras

piramide-senc

En poco tiempo, según parece, los españoles tendremos una “nueva” guía de alimentación saludable ya que la sociedad científica que en los últimos años se ha encargado de realizar las recomendaciones que luego el Ministerio de Sanidad se encarga de difundir de forma oficial, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), está trabajando en una nueva edición, tal y como te comenté en esta entrada.

Fiel al compromiso que asumí al final de aquel artículo he decidido hacer una mini serie de post con los conceptos, ideas, y recomendaciones que no debieran faltar o que a mi juicio debieran cambiar teniendo en cuenta la actual versión de dichas guías de alimentación saludable (Guía de la alimentación saludable, SENC 2004, cuya representación en forma de pirámide puedes ver a la derecha)

Sin pretender hacer una serie ordenada por su importancia de ideas o conceptos (aventuro que esta serie será una de las más largas abordadas en el blog) he decidido empezar por la que según mi criterio sí que debería ser la más importante: darle un mayor protagonismo y relevancia al consumo de alimentos vegetales frescos.

Así pues, bien se termine adoptando una pirámide (como tiene pinta) para usar una imagen rápida con la que representar lo más esencial de las recomendaciones, o bien se utilice otra herramienta (ya llegará el tiempo de hablar de estas cuestiones) opino que la presencia de los grupos de alimentos correspondiente a los vegetales frescos, es decir, las verduras, frutas y hortalizas debieran ganar un peldaño (actualmente en el segundo nivel) y pasar al primero. Así lo dije en el documental de Documentos TV, “La alimentación del futuro” (minuto 20:20)… una idea que, además, se puede contrastar en boca de la mayor parte de profesionales que intervinimos en aquel programa.

Las razones son obvias. Por un lado el consumo de cualquiera de estos grupos de alimentos es deficitario en el patrón de consumo de alimentos de los españoles y, por el otro, al así hacerlo solo se le reconocen beneficios (muchos) y ningún perjuicio. Que comemos demasiada poca cantidad de estos productos quedó reflejado en la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética Española ENIDE 2011 (solo el 37,8 de los españoles consume fruta a diario y en cuanto a las hortalizas solo el 43% las consume cada día) y; al mismo tiempo, el Libro Blanco de la Nutrición FEN, 2013 también se hizo eco de este hecho.

Además de que comemos poco de aquello que tiene muchos beneficios asociados y ningún perjuicio conocido, la comunidad científica y las administraciones sanitarias más representativas a nivel internacional han reconocido en estos grupos de alimentos una prioridad para promocionar su consumo. Sin ir más lejos, la OMS tiene entre una de sus prioridades más destacadas a la hora de promocionar mejores hábitos alimentarios (y con ellos la salud en el mundo) el aumento en el consumo de frutas, verduras y hortalizas.

Las frutas y las verduras son componentes esenciales de una dieta saludable, y un consumo diario suficiente podría contribuir a la prevención de enfermedades importantes, como las cardiovasculares y algunos cánceres. En general, se calcula que cada año podrían salvarse 1,7 millones de vidas si se aumentara lo suficiente el consumo de frutas y verduras.

Un informe de la OMS y la FAO publicado recientemente recomienda como objetivo poblacional la ingesta de un mínimo de 400 g diarios de frutas y verduras (excluidas las patatas y otros tubérculos feculentos) para prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes o la obesidad, así como para prevenir y mitigar varias carencias de micronutrientes, sobre todo en los países menos desarrollados.

[…]De acuerdo con los datos presentados en el Informe sobre la salud en el mundo 2002, la ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores de riesgo principales que contribuyen a la mortalidad atribuible. Cada año podrían salvarse hasta 1,7 millones de vidas si hubiera un consumo mundial suficiente de frutas y verduras. La integración de las frutas y verduras en la dieta diaria podría ayudar a prevenir importantes enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares y algunos cánceres. El consumo de frutas y verduras variadas garantiza un consumo suficiente de la mayoría de los micronutrientes, de fibra dietética y de una serie de sustancias no nutrientes esenciales. Además, el aumento del consumo de frutas y verduras puede ayudar a desplazar los alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares o sal.

[…] Se calcula que la ingesta insuficiente de frutas y verduras causa en todo el mundo aproximadamente un 19% de los cánceres gastrointestinales, un 31% de las cardiopatías isquémicas y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales. Aproximadamente un 85% de la carga mundial de morbilidad atribuible al escaso consumo de frutas y verduras se debió a las enfermedades cardiovasculares, y un 15% al cáncer.

[…] Una revisión internacional de alto nivel sobre el consumo de frutas y verduras y el riesgo de cáncer coordinada por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) concluyó que el consumo de frutas y verduras puede reducir el riesgo de cáncer, y en particular de cánceres gastrointestinales. El CIIC calcula que la fracción prevenible de cánceres debidos a una ingesta insuficiente de frutas y verduras oscila en todo el mundo entre el 5% y el 12%, y entre el 20% y el 30% en el caso de los cánceres gastrointestinales.

Frutas y verdurasAl respecto de esta propuesta, hay que tener en cuenta que la mayor parte de las guías alimentarias de otros países, en especial la de los más desarrollados, ya han evolucionado en este sentido. Recordemos incluso que la famosa pirámide de la dieta mediterránea ya ha incluido a los vegetales frescos en el primer peldaño de esta herramienta (eso sí compartiendo espacio en este caso con los alimentos de origen cereal)

Por último, hay que tener presente que si se prioriza algo que antes estaba por detrás, hay que tener en cuenta que va a haber otro elemento que obligatoriamente se va a ver “perjudicado”… en este caso ese grupo de alimentos que perdería al menos un puesto en favor de los vegetales frescos (recordemos que estos están actualmente en el segundo) es el grupo de los alimentos elaborados a partir de cereales (arroz, pan, pasta, galletería…) y resulta que sobre ellos los españoles ya vamos bastantes cumpliditos según la misma encuesta ENIDE, 2011 antes mencionada. Como ves, dos ganancias en un solo movimiento… si se hiciera, claro.

Así pues, tal y como mencionaba en una de los primeros artículos de este blog, en la entrada Tres consejos en seis palabras: deberíamos de comer fundamentalmente vegetales. Por tanto, más alimentos vegetales frescos debería ser una consigna prioritaria.

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Imagen: Pirámide de la alimentación saludable SENC, 2004 y stockimages vía freedigitalphotos.net

Nueva “Guía Alimentaria” (pirámide SENC) en construcción: cambiar para que nada cambie

Empiezo poniéndome el casco y las protecciones, aunque ya adelanto que si este post fuera bien entendido, con la sana crítica constructiva como principal objetivo (con éste fue escrito) no debiera hacer falta. Espero y deseo que los implicados quieran encajar mis comentarios en su verdadera dimensión.

Resumo fugazmente el contexto para todos aquellos que no estén al corriente y luego me extiendo para justificar mis opiniones. Resulta que hace muy pocos días hemos sido conocedores de que se está realizando una revisión de la conocida como “Pirámide de la alimentación saludable”. Lo primero que pasó por mi cabeza al enterarme, fue un enorme “por fin”, con suspiro incluido, mientras dirigía mi vista hacia el cielo (como si este hubiera desempeñado o fuera a desempeñar algún papel).

Al poco de leer la primera noticia que me dio para ir tirando del hilo y llegar al trasfondo de la “nueva” pirámide, ese celestial “por fin” del que hablaba se fue transformando en una desagradable sensación del tipo “tierra trágame” acompañada de no poca incredulidad, hasta terminar en un angustioso “mátame camión”. (Le quito hierro al asunto a la hora de contarlo porque lo prefiero así a expresarme según me pide el cuerpo).

Los antecedentes

Hacia mediados del pasado siglo XX se fueron popularizando las conocidas como “guías alimentarias” que a partir de la utilización de iconos y representaciones gráficas más o menos accesibles se pretendía hacer llegar a la población una serie de consejos básicos sobre el qué comer con el fin de poder establecer un patrón de alimentación más o menos saludable. Con el paso de los años las distintas guías publicadas por diversos países fueron objeto de una serie de cambios con el fin de adaptar el mejor conocimiento de las cuestiones nutricionales al avance de los tiempos, a la vez que se trataba de hacer llegar a partir de mejores herramientas y representaciones más sencillas de interpretar por parte del ciudadano de a pie. Con independencia de los contenidos, hemos vistos guías en forma de rombo, de rueda, etcétera

En este proceso merece la pena detenernos en el año 1991 ya que fue entonces cuando el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (la USDA) publicó la primera “pirámide” que supuso un hito importante que pronto fue reinterpretada por muchos otros países y adaptada a sus necesidades y particularidades. De aquella “pirámide”, deriva nuestra actual “pirámide de la alimentación saludable” (al menos en su forma) y que ahora, y después de otras modificaciones, vuelve a replantearse.

Pirámides USA

Se hace preciso prestar atención al caso de la USDA y observar el destacado interés que en Estados Unidos ha supuesto cada renovación de los contenidos con el fin de hacer estos mensajes más claros y directos, y lo menos controvertidos posibles. En mi opinión está claro que más allá del éxito de las transformaciones acaecidas desde la primera pirámide USDA, cada nueva propuesta ha supuesto un claro esfuerzo por mejorar la herramienta. La primera gran renovación la vimos en 2005 (my pyramid) cuando los estratos de la pirámide que contenían alimentos pasaron de estar en posición horizontal o paralela al suelo a dividir la pirámide desde la cúspide y hacia su base en posición más o menos vertical. En mi caso reconozco que no me gustó ya que el icono, ese tipo de representación, complicaba la comprensión de los contenidos. Es probable que por ello durara tan poco, y así en 2010 la USDA publicaba una nueva (de verdad) herramienta apartando por completo el concepto de pirámide y optando por la sencillez al presentar my plate. Una herramienta que, más allá de los contenidos a mí me resulta mucho más difícil de malinterpretar, más clara. Posteriormente y tal y como mencioné en esta entrada la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (HSPH, que también editó su propia pirámide tiempo atrás) publicó una nueva guía eligiendo, en mi opinión con acierto, la fórmula “del plato”… y además con unos contenidos difícilmente mejorables.

La pirámide española

Me he referido a las modificaciones más recientes de las guías alimentarias en EE.UU porque en España este tema ha evolucionado de forma muy diferente. En España y finales de siglo XX nuestras autoridades sanitarias tomaron las pirámides de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) como referente a la hora de dirigir a la población un mensaje sobre alimentación saludable. Así, desde la primera pirámide publicada por la SENC de la que yo tengo constancia, allá por 1995, hasta la actualmente vigente (la publicada en 2004) los contenidos generales de la famosa pirámide apenas han sufrido cambios de relevancia, salvo la de subir o bajar el aceite de oliva, cambiar el vino a derecha e izquierda de la imagen, o adicionar, además del vino, la cerveza en la guía. Cambios de escaso calado que a mi modo de ver responden poco a cuestiones nutricionales y más a… otras cuestiones (que cada uno haga volar su imaginación). Es decir, desde hace 20 años el grueso de del mensaje de la pirámide de la SENC sigue igual a pesar de que las cosas desde la perspectiva de la nutrición comunitaria han cambiado bastante. Una especie de «Atrapado en el tiempo» nutricional.

piramide-senc

Y lo que es peor, tienen pinta de seguir igual ya que la presentación de la “nueva» pirámide va por el mismo camino… o peor. Digo así porque el mensaje estrictamente dietético sigue exactamente igual (alimentos ricos en hidratos de carbono en la base; un segundo escalón con frutas y verduras más el aceite de oliva; el tercero ocupado por alimentos más o menos proteicos -carnes pescados, legumbres y frutos secos- y lácteos bajos en grasa; un cuarto escalón con carnes grasas y derivados cárnicos y; por último snacks y alimentos especialmente ricos en azúcares). Lo-mis-mo-de-siem-pre; sin olvidar a nuestros queridos wine & beer omnipresentes por estos lares.

Como si el mensaje, la herramienta, no fuera lo suficientemente farragosa de interpretar con tanto ítem presente, al mismo tiempo la “nueva» pirámide parece que se va a ver “enriquecida” con otros conceptos que, a los pies de la misma, van a informar al ciudadano de la importancia del “equilibrio emocional” (como lo oyes), el peso del “balance energético”, «la sostenibilidad» y la práctica de “tecnologías culinarias saludables”. Según parece, en este último aspecto se va a hacer referencia más a la posible interacción entre los distintos materiales de cocina y los alimentos (como ves un tema de rabiosa actualidad y de una urgentísima importancia en materia salud pública) que a la conveniencia de hacer más o menos fritos y rebozados.

No me iré sin hacer aportaciones en positivo

En mi opinión, si tuviera la ocasión de plantear mis modificaciones ante el replanteamiento de una guía alimentaria dirigida a los españoles, las haría de la siguiente forma:

  • [eliminado]
  • Acto seguido propondría el cambio de la fórmula de la “pirámide”. A día de hoy y con la pre-presentación de la “nueva” que se ha hecho, supondrá un galimatías de aun peor comprensión que la anterior. Los mensajes debieran ser pocos, claros, directos y sencillos… sin tener que estar delante de la pirámide media hora para desentrañar sus secretos. En este sentido, más allá de sesudos científicos y médicos, brindaría una oportunidad a los profesionales del marketing… y todo ello con un objetivo claro en mente: pureza de ideas.
  • Daría un mayor peso que el que se le da en la representación visual de la “nueva” pirámide a las frutas, verduras y hortalizas. La mayor parte de todas las recomendaciones que realizan otros países ya han cambiado el chip, desterrando de ese lugar preminente a las fuentes alimentarias ricas en hidratos de carbono (arroces, pastas, derivados del trigo, etcétera). Y no, no me malinterpreten, no estoy ni muchísimo menos en su contra; lo que digo es que a día de hoy y habida cuenta del actual patrón de consumo todas la principales estrategias ha de ir encaminadas a fomentar el aumento de los alimentos de origen vegetal fresco y a disminuir el de los alimentos ricos en hidratos de carbono. Y no se trata solo de cambiar tendencias de consumo, también la evidencia científica está detrás de este mensaje. Fíjense por ejemplo en “my plate” de la USDA o en el “plato de alimentación saludable” de la HSPH. ¡Pero si hasta la pirámide de la dieta mediterránea ya ha avanzado en ese sentido!
  • Quitaría, y sin mirar atrás, cualquier alusión a las bebidas alcohólicas. Si quieren, pueden apoyarse en la opinión de la OMS. A día de hoy y sin contar la otra pirámide patria (la de la dieta mediterránea) ¿alguien me puede decir una sola guía dietética oficial que en la actualidad contenga alusión alguna a los beneficios sobre un determinado consumo de bebidas alcohólicas? Pues eso.

Lo cierto es que lo voy a dejar aquí… habría muchas más mejoras que hacer y al mismo tiempo dar muchas razones que las justificaran, pero creo que por hoy es suficiente. Prometo que la semana que viene dedicaré un post en exclusiva a proponer mejoras y justificarlas.

Solo me queda reiterar mi voluntad de ayuda ya que yo sí que creo que las cosas se pueden hacer mucho mejor con el fin de beneficiar a los actores principales de estas cuestiones, los ciudadanos. Quizá, abrir la mano para que otros profesionales, con otra formación que no sea la estrictamente médica, y que al mismo tiempo aporte una “sangre” y perspectivas nuevas a este asunto sea una sugerencia que podría ayudar mucho en esa tarea a la que ustedes llaman consenso, y que a mí, me cuesta mucho encontrar en este tipo de trabajos.

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Nota: El contenido original de este artículo ha sido modificado porque la información que contenía no había sido verificada ni contrastada convenientemente. Falta íntegro el epígrafe titulado «Circunstacias kafkianas (las de siempre por otra parte)»

Lamento las molestias ocasionadas.

Nota 2: Ruego muy encarecidamente que los lectores pongan en contexto los contenidos de este artículo con la visualización de dos vídeos ambos pertenecientes a la Sesión Científica Extraordinaria “Guías Alimentarias, Equilibrio Nutricional y Balance Energético” en el marco de la Real Academia Nacional de Medicina: El primero de ellos es la intervención del Prof. Javier Aranceta Bartrina que dura poco más de media hora y sugiero prestar atención a los minutos 00:26 y 33:50. El segundo corresponde a la intervención del Dr. José María Ordovás que dura algo más de 50 minutos y también sugiero prestar especial atención a los minutos 00:26 y 1:05

Imagen: Pirámide SENC 2004.