El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Brevas e higos: la curiosa, sabrosa y generosa historia de las especies bíferas

BrevasTodo el mundo sabe qué son las higueras (Ficus carica) y que los higos son sus frutos más tradicionales (higo-higuera, la cosa no puede estar más clara). Sin embargo, existen no pocas dudas al respecto de las brevas… ¿son lo mismo? Entre aquellos que saben fehacientemente que no algunos creen que los higos proceden de “unas” higueras y las brevas de “otras”… y en realidad no tiene porqué ser así.

Partamos de la base de que higos y brevas son cosas diferentes aunque visualmente se asemejen mucho; y que al mismo tiempo ambos (higos y brevas) son el «falso» fruto de una misma especie, incluso de un mismo “individuo”, biológicamente hablando.

Como ya sabrán los más puestos, las brevas son el «falso» fruto de aquellas higueras denominadas bíferas, es decir, con dos “cosechas” a lo largo del ciclo anual: por un lado la de finales de junio o principios de julio, caracterizada por la presencia de brevas; y por el otro la de agosto o septiembre en el que, ahora sí, son los higos los protagonistas… ¿un mismo árbol, dos «frutos»? Pues sí. O más o menos

En realidad las brevas son aquellos “frutos” de la temporada anterior (higos en potencia) que no habiendo llegado a madurar en agosto-septiembre, se mantienen en una especie de estado de latencia hasta los primeros calores de la temporada siguiente… Así, en los meses de junio o julio, tradicionalmente entorno a la festividad de San Juan (como las peras que con su apogeo también rinden tributo a esta festividad) se recolectan las brevas, un “hijo” o higo que no fue el año anterior y que es breva en este.

Siguiendo con su ciclo biológico tradicional, la higuera nos ofrece su segunda cosecha al final del verano, inicio del otoño, con los higos, ahora sí, como protagonistas.

Desde el punto de vista gastronómico las brevas suelen ser bastante más apreciadas que los higos, aunque con toda sinceridad, estoy casi convencido, que esta preferencia se debe más al tamaño de una y otra cosecha, indudablemente menor en el caso de las brevas. Y lo digo porque desde el punto de sus características la breva, habitualmente más grande que el higo, es menos dulce que éste aunque de carne más prieta. Creo que la exaltación de las excelencias de la breva frente al higo residen más en lo menor de su cosecha y en que se produce antes, a modo de sabroso anticipo de lo que está por llegar, el higo.

A la hora de su consumo, son posibilidades son innumerables. Por un lado tenemos el consumo directo que, como casi siempre en el caso de las frutas es mi opción preferida; pero además está el importante catálogo de dulces “naturales” en el que ambos ingredientes son protagonistas (en especial el higo) como por ejemplo, las compotas, el “pan de higos”, mermeladas, tartas… por no hablar de su presencia como ingrediente complementario en platos “principales”, muy habitualmente acompañando a platos y guisos elaborados con carnes de distinto origen, con caza, etcétera.

Para todos aquellos que se estén preguntado el porqué de mi insistencia a la hora de hablar de “falso fruto”, le respuesta es más de índole biológica que práctica. En realidad, bien los higos, bien las brevas son la reunión en un mismo receptáculo vegetal, denominado de forma técnica sicono que reúne a una cantidad importante de los verdaderos frutos, técnicamente drupeolas (o pequeñas drupas en las que nos comemos tanto la parte carnosa, como el “hueso” al que coloquialmente llamamos pepitas y que son crujientes al masticarlas).

Por cierto, si eres de los que te gusta esa mezcla, para mi excelsa, de queso con membrillo… no dejes de probar a cambiar ese membrillo por unos buenos higos, cuando lleguen, o ahora con brevas.

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Imagen: Grant Cochrane vía freedigitalphotos.net

¡Es tiempo de cucurbitáceas!

Melón sandía

Hace ya días que no dedicaba un post a eso de alabar las virtudes de un alimento concreto o la de su familia. Y digo bien lo de su Familia, desde el punto de vista botánico (Cucurbitaceae), ya que esta acoge a un importante número de productos suculentos, sabrosos y turgentes que precisamente en este momento del año alcanzan su máximo esplendor.

En gran medida esta entrada está dedicada a la espectacular sandía de más de 5 kilos de la que la pasada semana dimos buena cuenta en familia… creo que sin lugar a dudas puedo decir que fue la mejor sandía que he probado nunca. Así que va por ella.

La familia bien, gracias

Son varias las especies de frutas y hortalizas que tienen un lugar destacado y habitual en nuestras mesas, o deberían tenerlo. Sin lugar a dudas entre las frutas destacan la sandía ya mencionada y el melón, y entre esas hortalizas, el calabacín, las calabazas (tanto de invierno como de verano) y el pepino. Cuando nos comemos cualquiera de estos alimentos, damos cuenta de sus frutos del tipo baya o “bayas modificadas” (o pepónide) que son más típicos en aquellas especies con interés alimentario.

Desde el punto de vista gastronómico se prestan a innumerables presentaciones. De todas formas y en el caso de las frutas, creo que ya conoces mi opinión, soy especialmente partidario de aprovecharlas directamente, “sin distracciones”, se trata de tener más o menos suerte en su elección (cuando están cerradas) y aplicarse a ellas, sin más. Sin tonterías. Ya te digo que es mi opinión. Sin embargo, hay que reconocer la existencia de un plato tradicional y sencillo donde los haya que es todo un clásico del verano, me refiero al melón con jamón. Tengo una conocida que a la hora de comer se alimenta todos los días de verano de melón con jamón, y no exagero ni un solo día. Yo sin embargo, soy más de… jamón por un lado y melón por otro, en especial cuando estos son especialmente famosos. Ahora, sobre gustos no hay nada escrito. Algunos recetarios más modernos incluyen cualquiera de estas frutas en entrantes y platos principales… en mi opinión y sobre el papel (sin haberlos probado) un poco a la fuerza. En este enlace tienes unas cuantas y además en el siempre recomendable blog “Directo al paladar” se pueden encontrar no poca inspiración con estas frutas como ingredientes.

En el caso de las hortalizas de esta familia el abanico culinario literalmente se desparrama. Desde preparaciones en caliente a modo de guarnición, en brocheta, al horno, salteados; en cremas, purés y púdines, tanto fríos como calientes… por no hablar de la posibilidad de preparar una de mis debilidades, la refrescante salsa tzatziki de origen griego, elaborada con yogur y pepino y perfecta alternativa a la sempiterna (y para mi cansina y empalagosa) salsa barbacoa cuando se preparan platos diversos a la brasa. Aquí tienes una receta de este agradable acompañamiento.

No sé a qué esperas, yo en tu lugar correría al mercado más cercano y me dispondría a disfrutar de este maravilloso bodegón de verano que nos ofrece la famila Cucurbitaceae. Los recetarios vienen bien de vez en cuando, pero tampoco son indispensables… máxime cuando el producto está tan en su punto como lo están ahora… ¿quién se puede resistir a un fresquito plato de pepino aliñado con un buen aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal justo después de volver de darse una vuelta en bici, o de correr o simplemente después de un día caluroso?

De todas formas, si tienes alguna receta con estos alimentos y te gustaría compartirla, tienes los comentarios a tu entera disposición.

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Imagen:  rakratchada torsap freedigitalphotos.net

Las claves de la Dieta Mediterránea (hagan juego señores)

El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente acaba de hacer pública una información enmarcada en la estrategia “Mediterraneamos” cuyo principal objetivo es la promoción de la Dieta Mediterránea entre niños y jóvenes. Su fin, en general, de dar a conocer sus efectos beneficiosos dentro de una dieta equilibrada y como una estrategia de salud que nos es particularmente cercana (al menos geográficamente hablando).

Para ello en la edición de este año ha generado una serie de materiales dirigidos a colectivos de educación primaria y secundaria, y que puedes consultar en este enlace. Como verás se trata de mucha información presentada de forma diversa bien a los niños más pequeños o bien a aquellos más mayores.

Como casi siempre en estos casos el grueso de la información se termina aglutinando en un decálogo. Bien es sabido que no soy muy de decálogos, no entiendo muy bien esta costumbre de tener que resumir por sistema tantas y tantas cosas en grupos de 10 consejos o recomendaciones (supongo que será parte de nuestra tradición cristiana).

El caso es que entre tanta información, al final, con el decálogo, todo aparenta que la información tiende a priorizarse de una forma y no de otra, entendiendo como más importantes unos consejos que otros. En el caso que nos ocupa, por ejemplo, el decálogo dirigido a los chavales de primaria (y supongo a sus cuidadores) es este (haz click para poder acceder a la imagen):

 Claves dieta mediterránea

En líneas generales estoy bastante de acuerdo con esta información pero desde mi modesto punto de vista hay cosas que hubiera hecho de forma diferente. Por ejemplo: ordenar los consejos empezando por aquellos a mi juicio más importantes; además de hubiese puesto juntos (o directamente unando) aquellos que están intrínsecamente relacionados… y así hubiera dejado para al final los más prescindibles. O incluso habría alguno del que yo hubiera prescindido del todo y que por tanto no lo hubiera incluido… a cambio quizá de otros que sí hubiera puesto. Así pues, si de mí dependiera la elección, sin numerar, hubiera sido la siguiente:

  • Mantener un patrón alto de actividad física en el día a día. En mi opinión, eso de “realizar actividad física todos los días” suena a condena diaria, a dedicarle un tiempo per se a esa actividad física. En su lugar creo que merece más la pena incentivar el que el día a día (desplazamientos, juegos, ratos de ocio, tareas “obligadas”…) se realicen con la incorporación de actividad física. Sin hacer de menos, claro, a la práctica deportiva.
  • Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia (frutas, verduras, legumbres y frutos secos). En este sentido, la fruta fresca debería ser el postre en la mayor parte de los casos (aquí se aúnan el consejo 2 y el 8, no le veo el sentido a separarlos salvo para llegar al consabido decálogo)
  • Es conveniente hacer uso de los alimentos frescos de temporada. Este consejo (y su explicación) está en relación con el anterior, el uno ayuda al otro y viceversa, y por eso los situaría juntos.
  • Los alimentos procedentes de cereales: pan, pasta, arroz en sus versiones integrales, es conveniente que estén presentes en tu alimentación cotidiana. Eso de que estén presentes “en todas las comidas principales” y señalar al pan aparte del resto me parece un poco desproporcionado.
  • Entre los alimentos de origen animal, preferir el pescado tanto blanco como azul, las carnes magras y los huevos. No entiendo la llamada a la moderación en el caso de los huevos en base a lo que hoy ya se sabe sobre este alimento y que traté en este post.
  • La bebida por excelencia ha de ser el agua.

Y como ves me salen 6 consejos. Para mí mejor que 10. Como verás he prescindido del consejo de tomar todos los días, porque sí, una determinada cantidad de lácteos. De hecho me gustaría que alguien me dijera en qué parte de la “tradición mediterránea original” está esa matraca con los lácteos. En realidad, mediterráneo a un lado, las actuales tendencias (basadas en la evidencia) no invitan a incluir los lácteos como un alimento “indispensable” en la dieta diaria y menos cuando, tal y como suele suceder, estos se acompañan de otros ingredientes con una alta proporción de azúcares, bien porque el usuario se los añade directamente, bien por que ya vienen añadidos, bien porque se les incorpora el consabido cacao en polvo que también los incluye.

Y luego está el tema del aceite de oliva. Tampoco lo he incluido (ahora es cuando me llueven las tortas). Entiendo que el constructo “dieta mediterránea” difícilmente se puede comprender sin la incorporación de esta grasa… y me parece bien. Pero eso no quiere decir que no se pueda seguir un patrón de alimentación saludable sin él y, aunque menos tradicionales hay otras fuentes de grasa vegetal tan saludables como el aceite de oliva. Otra cosa es el sabor, ahí ya y a título personal, he de morir al palo y decir qua mí el aceite de oliva virgen extra no me lo quita nadie. Te sugiero que eches un vistazo a este post en el que se cita un ultraresumen de las principales claves de la “Dieta mediterránea” de manos de Ancel Keys, su principal ideólogo.

En resumen, tal y como mencioné en este otro post, el problema de nuestro NO seguimiento del patrón dietético mediterráneo está más en los elementos dietéticos y de estilo de vida que incorporamos habitualmente y que no le son propios (productos procesados, platos preparados, comidas independientes, sedentarismo elevado a la enésima potencia, etcétera) que en lo que nos falta por incorporar. De esta forma yo hubiera añadido un apartado en este folleto que pusiera de especial relieve a los más pequeños qué NO es la dieta mediterránea y cómo, por tanto, nos alejamos de sus salutíferas propiedades (pero claro, al final de hacerlo así “se mancillarían” algunos productores de alimentos y no creo que el MAGRAMA esté por esa labor)

Lo que más me ha gustado, eso sí, son las cuatro líneas que se dedican al final para aclarar que

“Dieta mediterránea” no es solo una forma de comer: La Dieta Mediterránea en realidad es una forma de vivir.

Si te ha gustado esta entrada te invito a que consultes:

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Nota: Quiero agradecer una vez más a Guillermo parís (@waltzing_piglet) el hacerme partícipe de este tipo de informaciones.

¿Te has preguntado alguna vez sobre el pasado de lo que comes?

Por lo general nos preocupamos, y mucho, con el qué pasará en el futuro con la comida que ponemos delante en nuestro plato… ¿me hará engordar, adelgazar, servirá para que genere más músculo, ayudará a mejorar mi salud cardiovascular…? Y así un larguísimo por no decir infinito etcétera. Vivimos obsesionados por estas cuestiones.

Sin embargo, qué pocas veces nos hacemos preguntas al respecto del pasado de esa comida, no cuestionamos cómo ha sido producida, qué recursos se han consumido para que, por ejemplo, ese filete de carne acabe como digo encima de nuestro plato y delante de nosotros. No nos interesa quiénes trabajaron y en qué condiciones para ello, ni si el organismo original, en especial los animales, estuvieron sometidos a unas determinadas circunstancias o a otras.

Pues bien, el video que hoy te traigo habla de eso. En principio se trata de una, se supone, publicitaria, que cuenta en una charla los trucos del márquetin alimentario; cómo algunas (no pocas) de las empresas de la industria alimentaria nos pretenden hacer comulgar con ruedas de molino y, además, mantenernos tan contentos. Sus trucos, sus pequeñas añagazas… incluso sus engaños (legales sí, pero engaños). Pero…

Pero, en realidad el grueso del discurso de esta entusiasta mujer no va por ahí y ya que me ha resultado francamente interesante a la hora de agitar conciencias hoy lo comparto con vosotros en forma de post.

Ya te adelanto que tras su exposición esta chica no obtuvo aplauso alguno, supongo que se debió más a lo atónita que dejó a la concurrencia que por que no se lo mereciera. En mi opinión se merece más que un aplauso una ovación. Tú mismo.

En resumen, más allá del «animal» que somos que se procura sustento, como seres humanos nos preocupamos por la proyección que nuestras decisiones alimentarias tendrán en el futuro… pero ahí no debería quedar la cosa. Ampliando más las cualidades que nos adornan como seres racionales creo que deberíamos tomar en consideración los condicionantes previos a nuestras elecciones y no solo sus consecuencias.

Nota: Quiero agradecer a tres compañeros tuitteros su aportación para realizar esta entrada: Oscar Picazo (@OscarPicazo), Alberto Hernández ( y Mireia Gimeno (@mireiagimeno)

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El tema de la estevia se nos está yendo de las manos

Mayonesa esteviaIncluir el azúcar dentro de los ingredientes típicos de la mayonesa es una soberana tontería. A la mayonesa se le puede poner sal, ajo, limón, diversas especias o hierbas aromáticas… pero azúcar no. No digo que no se le pueda poner, digo que no es típico y que en principio, el ponérsela no debiera hacer pensar a nadie que estamos ante una mayonesa de más calidad. Una tontería semejante a la de hacer pan rallado con “pan recién hecho”. Pues como que no.

Y entonces, si se le cambia el azúcar por un edulcorante acalórico (a fin de cuentas para eso están)… ¿tendrá un mayor valor esa mayonesa? Pues no, será una mayonesa que en vez del azúcar, que no pinta nada, le he calcado un aditivo que pinta menos que nada. Aunque ese aditivo sea el vilipendiado y ensalzado a partes iguales E-960, conocido popularmente como estevia (o stevia).

El caso es que sobre la estevia como aditivo se han dicho muchas barbaridades, como digo, tanto para atribuirle poderosas propiedades salutíferas como para asociarla a no sé cuántos males. No voy a entrar en el detalle que si la diabetes arriba, que si la diabetes abajo, que si el cáncer, que si lo bueno es el extracto original de la planta y que si lo malo es, como siempre, el aditivo que finalmente se ha autorizado, etcétera. En este sentido baste decir que en la actualidad es un aditivo más, en concreto el E-960 de la familia de los edulcorantes acalóricos, con sus limitaciones en la dosis máxima, utilización y demás parabienes. Sea como fuere, desde hace un par de años más o menos todo fabricante de alimentos que se precie tiene que tener un producto o una línea “con estevia” para demostrar que sus productos son la mar de sanotes. Tenemos el ejemplo de la introducción en algunos mercados de productos de la compañía Coca-cola (incluida una Coca-cola life), yogures con estevia, zumos comerciales, tés preparados…

Pero como antes decía, lo que no sé es qué puede pintar este aditivo dentro de una salsa comercial de mayonesa. En realidad lo que no puedo entender es que se publicite de forma destacada en su etiqueta: «con estevia». Me explico. Si por la razón que fuera, principalmente en relación a su sabor, la adición de un ingrediente que aportase dulzor, contribuyera a dotar de algún matiz deseable al producto, podría entender que se incluyera y reflejarlo de este modo en la obligada lista de ingredientes… pero no a bombo y platillo en su etiqueta o en la web del fabricante tal y como puedes ver en la imagen. La cuestión es su presencia en una mayonesa, no en cualquier salsa. Me explico… pudiera entender la presencia de estevia en un kétchup, evidentemente en un chutney, o incluso en un o de esos chimichurris que también tiene la marca en cuestión, pero en una mayonesa no. A fin de cuentas esas otras salsas distintas de la mayonesa cuentan entre sus ingredientes habituales (en las recetas, digamos, originales) con un dulzor característico. Pero la mayonesa no. Y es esto, el que se destaque en su etiqueta, publicidad y comercialización, lo que se me antoja descontextualizado.

Pero la cosa no queda aquí, no. En concreto, siguiendo con la mayonesa de marras, este fabricante en concreto destaca en la web y en el etiquetado que el producto también contiene aceite de oliva, cuando resulta que el contenido en aceite de oliva dentro de los ingredientes es del 2%… si mal no recuerdo creo que hace algún tiempo un juez le puso las peras al cuarto a un fabricante que hacía algo parecido.

Sin dejar esta maravillosa mayonesa, nos encontramos también con que tanto la etiqueta como la web lucen una vistosa alegación al contenido de la salsa en omega-tres… otro elemento de lo más típico en un mayonesa (es una ironía). Para ello comprobamos en la web que entre los ingredientes figura un 0,23% de ellos en forma de EPA y DHA (ambos ácidos grasos omega-tres). Sin embargo, al menos en la web, al fabricante se le ha olvidado incluir la información nutricional sobre este tema tal y como es preceptivo en base a la actual legislación. Es decir, no aporta el menor dato al respecto de qué volumen de mayonesa se ha de comer para llegar a una cantidad significativa de omega-tres (si tuviera que apostar al respecto me imagino que habrá que usar varios botes… es decir, lo normal cuando uno come mayonesa)

 

 

Volviendo al tema de la estevia y yendo un poco más allá se pueden poner otros ejemplos al respecto de la desconcertante utilización de este edulcorante no-importa-donde:

En fin… valgan estos ejemplos para poner de relieve que, como de costumbre, la industria se vuelca de forma precipitada y con escasa necesidad en proporcionar nuevos productos utilizando de modo descontextualizado las sempiternas alegaciones de salud. Si así se hace, hay que ser conscientes también que la otra mitad de las variables de esta consumista ecuación es parte del problema. De esta forma, es preciso reconocer que son los consumidores los que con un patrón de compra acrítico, da alas a esa industria con lo que se hace posible la perpetuación del problema en sí. Tras la moda de la estevia, que pasará, llegará otra para regocijo tanto de la industria… como de los consumidores.

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Nota: quiero agradecer a Raquel Blasco (@RaquelBlascoR) su apoyo para la realización de esta entrada. Si te interesa eltema de la estevia, te recomiendo que eches un vistazo a estos dos post: Lo “natural” de la Stevia (Quimifobia del E-960) de Aitor Sánchez (@Midietacojea) o este otro, El timo de la Stevia rebaudiana de JM Mulet (@jmmulet)

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¿Sabes de qué está hecho tu kebab?

MINOLTA DIGITAL CAMERAEn el Reino Unido andan un tanto revolucionados con eso de no terminar por saber qué llevan exactamente algunos productos alimenticios que son especialmente procesados. Hace ya un tiempo saltó la polémica con el tema de la presencia de carne de caballo en hamburguesas preparadas y otros alimentos procesados. Una cuestión que terminó afectando a diversos países incluido el nuestro, también con no poco revuelo mediático (es lo que tienen estas cosas de la seguridad alimentaria y de la trazabilidad)

Pues bien, ahora la polémica la ha suscitado un producto que al menos en su planteamiento industrial me parece francamente deleznable: el kebab. Yo ya lo tenía bastante claro, como con cualquier otro producto alimenticio industrial y muy procesado con ingredientes difícilmente identificables, pero ahora ellos han hecho sus análisis y resulta que una buena parte de los kebab que se sirven a domicilio en las áreas metropolitanas de Londres y Birmingham no están elaborados con el tipo de carne que se supone debieran estar hechos o que, además, incluyen otros tipo de carne no declaradas. Los datos hablan por si solos.

En un control realizado por la Agencia Británica de Seguridad Alimentaria (FSA) se constató que de 145 muestras de kebab supuestamente de cordero para distribuir “a domicilio”, 43 contenían otras carnes que no era la de cordero y que, es más, en 25 de ellos el cordero no aparecía por ninguna parte. Es decir, estaban manufacturados con otras carnes distintas de la de cordero. Las principales, carne de ganado vacuno, aunque también de pollo y pavo. Si bien la especialidad culinaria conocida como kebab se puede elaborar con carnes de distinto origen, el cordero es la más habitual. En cualquier caso en la denominación de los productos analizados quedaba claro que lo que se suponía que se estaba poniendo a la venta eran concretos kebabs elaborados únicamente con ese ingrediente bovino.

Este análisis echa más leña a aquel fuego encendido por la asociación de consumidores británicos Which que en su día dio a conocer un análisis en el que se ponía de relieve que hay una importante cantidad de platos preparados que se supone están elaborados con cordero y que sin embargo contiene muchas otras carnes de distinto origen (cerdo y pollo en este caso como las más frecuentes) llegando al punto de no haber podido identificar el origen de 5 de estas carnes dejando en el aire inquietantes dudas con respecto a su procedencia.

Volviendo al control de la FSA, resulta cuando menos chocante que esta agencia se haya apresurado a anunciar que entre las carnes con la que se adulteraban estos productos no estaba el caballo, síntoma inequívoco de la británica idiosincrasia y de los tabús que implican el consumo de este tipo de carne en esta población. No sé, antes que desmentir si había o no caballo, yo me preocuparía de si entre esas carnes utilizadas no figuraba la de rata… por ejemplo. Una cuestión que, tal cual, se le formuló el otro día al vice primer ministro británico, Nick Clegg, tras conocerse este nuevo escándalo alimentario.

El asunto tiene más implicaciones además de las estrictamente higiénicas. Entre ellas, pasando insisto por encima de la principal (la de la seguridad e higiene) la más importante cara a los consumidores hace referencia a consumo de determinadas carnes “prohibidas” en base a diversas religiones. Es preciso reconocer que una buena parte de los consumidores típicos de este tipo de especialidades (kebabs, currys…) suelen ser musulmanes, judíos o hindús, cuyos respectivos credos incluyen directrices concretas con respecto al consumo o no de carnes de diverso origen.

Volviendo al meollo del asunto, este caso vuelve a hacer bueno, más si cabe, la recomendación de  “comer comida” es decir, la de no comer cosas en las que el origen de los ingredientes es… cuando menos incierto. Y más cuando las posibilidades de cometer fraude en este tipo de productos son relativamente altas ya que su comisión va a ser difícilmente identificable por un consumidor medio.

No soy muy dado a poner este tipo de vídeos pero cuando los procedimientos para elaborar algunos de los “kebab” industriales (ahora entre comillas) son los que son… no sé de qué nos asustamos. Y es que aunque el origen sea el que debe de ser, te ruego que le eches un vistazo a este video sobre la elaboración de ciertos kebabs, a ver si te quedan ganas de comer muchos más.

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Imagen: Rainer Zenz vía Wikimedia Commons

Listado de todos los nombres de todos los pescados en España

PescadoEn Asturias se le conoce como mono; en Baleares, Catalaña y Valencia  como bacora aunque en Baleares también se puede aludir a él como ullada; en Canarias barrilote; y en el País Vasco recibe el nombre de hegaluze… si quieres una pista más te diré que el código FAO que alude a esta especie pesquera es ALB

Supongo que muchos seguirán perdidos, se trata del atún blanco, también llamado bonito del norte y albacora. Su especie concreta, la que debiera despejar todas las dudas es Thunnus alalunga

No me digas que a ti no te parece un galimatías importante eso de nombrar de forma diferente las mismas especies pesqueras en virtud de la región o zona en la que nos hallemos. No voy a entrar en las implicaciones de que los habitantes de un mismo territorio hablen lenguas distintas, en sus ventajas, en sus inconvenientes etcétera. Tan solo me propongo haceros llegar un documento con el que me tropecé hace unos días y que refleja todas (al menos esa es su intención) las denominaciones comerciales de especies pesqueras y de acuicultura admitidas en España. Y no se trata solo de aplacar tu curiosidad o tus dudas al respecto de cómo se llama este o aquel pescado o marisco en España. Hay más.

Habida cuenta de la introducción de nuevas especies pesqueras en nuestros mercados y lonjas también conviene estar al tanto de qué es “eso” nuevo que ha aparecido en tu pescadería de toda la vida. Se trata de que puedas estar más informado, de que no te traten de dar gato por liebre panga por lenguado y todo lo demás. Así, has de saber que tal y como reza la presente resolución:

El nombre comercial [el primero que se cita a la derecha en la tabla] se considerará como denominación oficial en todo el territorio nacional. No obstante, las diferentes acepciones de los nombres comerciales que constan en el listado y que han sido reconocidas por las Comunidades Autónomas serán complementarias de aquel.

En cualquier caso y como te decía antes, lo que no deja la menor posibilidad de duda a este respecto es su nombre científico. Es decir, el genero y especie reflejados en el etiquetado debiera ser la prueba última para saber a ciencia cierta cuál es el pescado (o marisco) concreto que tienes delante. Todo ello sin entrar en conspiraciones y malas prácticas consistentes en falsificar el etiquetado. Que de todo habrá, pero quiero pensar que esta sería una práctica anecdótica.

Pez sable

Con esta información como punto de partida me enteré el otro día que lo que compré en la pescadería era “pez sable” (bueno eso ya me lo anunció Raúl, mi pescadero) y luego a partir de ahí, tirando del hilo (Trichiurus lepturus), me informé de qué tipo de pez era, dónde se pesca, cuál era su temporada, etcétera. Ni que decir tiene que, entre otras, también me apoyé en esta entrada para averiguar más cosas. Y, por cierto, si te lo encuentras en tu pescadería podrías probar este pez sable: semigraso, piel sin escamas, de sabor relativamente suave sin llegar al punto de ser soso y con una presencia muy “compacta”. Yo probé sus lomos hechos una vez a la plancha con un refrito de ajos (un clásico dónde los haya) y también a la plancha acompañado de una salsa de soja. El resultado fue bastante satisfactorio, teniendo en cuenta que es un pescado que, en lomos, se puede servir fácilmente sin espinas, y por tanto muy aprovechable en especial al precio que yo lo adquirí, 10 €/kg, que para los precios que suele tener el pescado de calidad hoy en día no está nada mal.

Si te ha gustado esta entrada y igual te interesa consultar:

Útil herramienta para comprar y preparar pescados y mariscos

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Imagen: Tamorlan y Gdr vía Wikimedia Commons

Las aceiteras ¿irrellenables? un mes después: en general mal

Bien porque eres un fiel lector del blog, bien porque tú mismo te has percatado de los cambios acontecidos en el marco de la restauración colectiva en lo que respecta a las aceiteras, me imagino que ya te habrás dado cuenta que algo ha cambiado en este terreno. Hablamos de ello en estas entradas

Quizá sabes, como digo, que algo ha cambiado pero sin embargo no lo entiendes muy bien. Y no me extraña a juzgar por las diferentes formas que los distintos negocios han tenido para adaptarse (los que se hayan adaptado) a la nueva normativa (el Real Decreto 895/2013) por la que se establecen determinadas medidas de comercialización en el sector de los aceites de oliva y del aceite de orujo de oliva. En resumen, se supone que desde hace justo un mes, no se puede ofrecer al consumiudor el aceite de oliva en envases «rellenables» con independencia del tipo de negocio de hosteleria que se trate (el típico restaurante o cafetería, el comedor colectivo, institucional, etcétera)

No sé como ha sido tu experiencia en este tiempo, pero la mía se resume en que ese cumplimiento deja mucho que desear. Y conste que no es que esté a favor de la medida en sí misma, pero resulta curioso el contrastar las distintas estrategias que se estan siguiendo. Así, en líneas generales yo me he encontrado con estas “soluciones”.

1. Ofrecer el aceite de oliva en botellitas de unos 250 ml teóricamente irrellenables. Digo «teóricamente» porque de irrellenables no tenían nada de nada, al menos con las que yo me he encontrado. Cuando se piensa en este tipo de dispositivos adosados a la boca de una botella uno piensa en los típicos tapones irrellenables  de las botellas de licor. Pero no, en el caso de las botellitas de aceite estas tenían tapones en las que, en unos casos el sistema que impedía el rellenado era de risa, es decir, se podían rellenar con facilidad si se hace con tranquilidad (foto 1) y, en todos los casos, además, ese dispositivo era evitable a base de quitar con facilidad esa pieza de plástico, rellenar y volver a poner el tapón (fotos 1 y 2).

Aceiteras irrellenables pero poco

2. En otros casos, he contrastado la opción hacer desaparecer el típico convoy de antaño (aceitera, vinagrera, salero y pimentero) y dejar solo la sal y la pimienta (foto 3). En estos casos las ensaladas se servían ya aliñadas… Un despropósito para quienes nos gusta la ensalada (o lo que sea) aliñadas a nuestra manera, y más si la ensalada lleva ya apañada un tiempo, ya que el plato llega a la mesa nadando en una especie de agua vinagrosa muy poco aceptable. Solo si uno se ponía un poco terco, se le hacía servir una ensalada sin aliñar, acompañada de sobres mono dosis de aceite y vinagre (foto 4). Estos sobres son un coñazo, muchos se abren con dificultad, a veces sobra contenido (es decir, se despercidia); otras puede faltar, te pringas (propongo cambiar su nombre de «abre-fácil» por el de «pringa-seguro»), etcétera.

No aceiteras_si sobres

3. Y por último están los que han pasado olímpicamente de hacer cambio alguno y, como se puede contrastar en la foto 5 este el tipo de aceiteras que siguen usando. La imagen en cuestión está tomada en la terraza de una cafetería cercana a mi domicilio en la que se sirven desayunos a base de tostadas con aceite, tomate…

Aceitera de toda la vida

Otras estrategias posibles

Si eres un hostelero hasta el gorro de esta medida, no sé si considerar absurda, pero desde luego sí, irracionalmente arbitraria, te propongo algunas salidas para sortear esta medida y sin contradecirla, poder usar las aceiteras de toda la vida. Bueno, en realidad son dos estrategias una mejor que la otra, todo hay que decirlo.

1. Por un lado se trata de poner las aceiteras de siempre pero con un aceite que no sea de oliva. Recuerda que la norma afecta solo al aceite de oliva, así que si pones cualquier aceite de otro origen, adiós problema. Ya te digo que de los dos «trucos» había uno que me gustaba más que el otro y este es el que menos, no por la idoneidad desde el punto de vista de la salud de otros aceites como opción, sino en especial por sus cualidades organolépticas.

2. Por el otro lado se trataría de ofrecer un “aliño para ensaladas” elaborado con aceite de oliva en vez de un aceite de oliva «a secas». Es tan sencillo como poner en las aceiteras de toda la vida una ramita de tomillo, de romero o unas bolitas de pimienta… En estos casos el hostelero puede argumentar que el no ofrece aceite de oliva sino un aliño que el establecimiento prepara y dispone para el cliente. Piénsatelo, con una bolita de pimienta negra es suficiente.

Cualquier cosa antes de que nos tomen el pelo con aceiteras falazmente irrellenables, te den los típicos sobre con los que te vas a pringar seguro o te traigan una ensalada mal apañada.

¿Y tú, cuál ha sido tu experiencia con esto del (pretendido) adiós a las aceiteras de toda la vida?

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Recetas, fiambreras, hijos y nutrición: resumen Cocin-ARTE

DSC_0007El pasado sábado, tal y como adelanté tuve el placer de ser invitado a participar en el I Congreso Cocin-ARTE que además contaba con el aliciente de contar en su “seno” con un encuentro NAUKAS.

En concreto mi participación se centró en el espacio dedicado a los blogs que con diverso enfoque se centran en esto del comer. Así con el título genérico de “Nuevas tendencias en blogs: cocina tradicional, para niños, tupper y nutrición” nos reunimos cuatro bloggeros  en concreto Dolors Mateu (@ladolorss), Celina Lozano (@CelinaCatering ), Marga Pradas (@mpradas) y finalmente un servidor. Me resultó muy gratificante contrastar la importante complementariedad de nuestros blogs en especial cuando tienen enfoques tan distintos.

Dolors Mateu presentó su babeante blog sobre recetas de cocina conocido como “Blog de cuina de la Dolors” (directo para que nadie se despiste y sepa qué va a encontrar entre sus páginas). Ni que decir tiene el hambre que nos despertó a todos con miles de recetas espectaculares, todas muy realizables y detalladas al milímetro para que el lector no se lleve sorpresas. Me pareció muy de destacar la calidad de las fotos de las recetas ya terminadas y que piden a gritos ¡cómeme! El blog es muy práctico y se pueden realizar búsquedas por ingredientes principales, por categorías… una delicia que te puede servir para sacar ideas y completar, quien sabe, ese recetario que te animaste a confeccionar a partir de esta entrada.

El blog que entre otros conduce de Celina Lozano y nos presentó este viernes se llama Baby recetas, que como su propio nombre aclara está dirigido, sobre el papel, a aportar ideas a padres con hijos, las prisas, las posibles recetas, etcétera. En resumen, se trata de ayudar en ese ¿complejo? mundo de la cocina infantil. Como bien sabes, un tema que se aborda en no pocas ocasiones en este blog, tal y como puedes comprobar siguiendo este enlace. Sin embargo, es preciso mencionar que un servidor no coincide con la forma de abordar algunos de los contenidos de este blog.

Por su parte Marga Pradas nos presentó su eminentemente práctico y muy apetitoso también L’hora del tàper (La hora de la fiambrera) destinado a aportar ideas a todos aquellos que, cada vez más comen fuera de casa y se van con la fiambrera a cuestas. Ideas originales y variadas, más recetas, para aunar en cierta medida, cocina, ahorro y gastronomía; una estrategia de la que, como sabes, soy firme defensor. El blog, eso sí, está íntegramente escrito en catalán.

Y para cerrar las intervenciones como decía, este que te escribe todos los días presentó su blog del que a ti, querido lector, poco necesitarás que te hable a estas alturas. Muy en resumen de centré en relatar las áreas temáticas de su contenido, además de intentar hacer un poco agradable a los asistentes su presencia con un poco de humor, citando muchas de las entradas que ya conoces.

Nota: Es imprescindible no dejar de mencionar el inmenso placer de haber podido asistir a un evento NAUKAS y tener a la vez la posibilidad de desvirtualizarme con tanta y tanta gente que solo conocía a través de las redes sociales. No pienso citar a ninguno de ellos porque correría el riesgo de olvidarme a otros. Fue, como digo un auténtico placer y más oírles en sus correspondientes intervenciones con la cocina, la gastronomía y la nutrición como tema de fondo. ¡Un gustazo!

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Imagen: Juan Alfonso Revenga Caso

¡Más fresco que una lechuga… viva!

Las lechugas, no sé muy bien porqué, son utilizadas como prototipo de lozanía, vivacidad, plenitud, jovialidad, salud… al fin y al cabo frescura, y es lo que ha quedado haciendo bueno el dicho ese de “más fresco que una lechuga”. Digo que no lo sé muy bien ya que desconozco cuanto más frescas son las lechugas que, por ejemplo, las espinacas, los berros, la rúcula las berenjenas o un frondoso ramillete de brócoli.

Bien, sea como sea y dando por bueno el dicho, al parecer y a partir de ahora (y mira que no me parece mal) habrá que matizarlo. Ya que el otro día me tropecé, literalmente (no las buscaba y, además estaban puestas a nivel del suelo) con una novedosa forma de comercialización de esta suculenta y verdosa forma de entender habitualmente las ensaladas. Te estoy hablando de “lechugas vivas”.

Lechugas vivas

Como lo oyes, lechugas que se venden con todo el cepellón de su raíz inmersa en agua, más en concreto en un cultivo hidropónico. Y tú te preguntarás… ¿Qué gaitas es eso de un cultivo hidropónico?

No te lo puedo negar, cuando se habla de cultivos hidropónicos mi cabeza se retrotrae de forma mecánica a la saga “Fundación” de Isaac Asimov, primera vez que trabé con este hidropónico palabro. Mitad por la originalidad de la sorpresa y mitad por la evocación de esas jubilosas (y juveniles) lecturas de ciencia ficción, quizá por todo ello, no podía dejar de dedicarle un post a las “lechugas vivas”. Bueno, por eso y porque, todo hay que decirlo, en mi opinión (y la de Carolina, mi pequeña gourmet de 5 añazos), una vez en el plato, este descubrimiento ha supuesto un gratificante valor añadido ya que estaban espectaculares (al menos las que me llevé a casa)

En general, la hidroponía, es decir, los cultivos o la agricultura hidropónica, consiste en un método utilizado para cultivar plantas usando soluciones minerales en vez de suelo agrícola.

Creo que no merece la pena aburrirte con más explicaciones de las necesarias y te dejo con un vídeo al respecto de las famosas “lechugas vivas” de mano del propio distribuidor y fabricante, el mismo de aquellas con las que yo he tenido el gusto de tropezarme y catar.

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Nota 1: Con el fin de mantenerla el mayor tiempo viva y habida cuenta de su volumen y del consumo que hacemos en casa, yo he optado por, sin quitarle la raíz (tal y como sugiere el vídeo) arrancar desde fuera y hacia dentro aquella cantidad de hojas necesarias para nuestra ensalada.

Nota 2: Solo el azar ha querido que precisamente el mismo día que yo me tropezaba y cataba en mi cocina estas lechugas una buena seguidora de “mondo twitter” (Raquel Blasco @RaquelBlascoR) me hiciera un comentario sobre ellas, en especial, frente a la “ridiculez” de comparar esta opción con aquellas “más saludables”… al menos en su aparente forma de comercializarse. Sin comentarios.