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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Fruta y verdura de aquí y de ahora

Potenciar el consumo de frutas y verduras de producción nacional entre el público que no es consumidor habitual por una parte; y fomentar el apoyo directo del Departamento a los productores afectados por el estancamiento del consumo por la otra son los dos objetivos con los que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) lanzó la campaña “fruta y verdura de aquí y ahora” que cuenta con su versión de invierno y de verano.

Me congratula ver como de vez en cuando las campañas institucionales se alinean con el grueso del mensaje dietético de uno, aunque la intencionalidad sea distinta. Dicen que el fin justifica los medios… bueno, hasta cierto punto o dentro de unos límites y estos de hoy a mí me parecen aceptables. No obstante, no hubiera estado de más que la iniciativa del MAGRAMA hubiera tenido de cómplice al MSSSI (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad): “Oye Javier, que soy Fernando, del MAGRAMA. Que resulta que el sector hortofrutícola las está pasando canutas y vamos a hacer una campaña para aliviarlo. Qué os parecería arrimar el hombro y promocionar el consumo de frutas y verduras como elemento de prevención primaria; vamos, utilizar la salud como ariete o palanca en las decisiones de compra del consumidor medio… y así, además rentabilizamos el millón y cuarto largo de euros que vamos a poner para la campaña”.

La campaña, nacida ante el temor de las posibles consecuencias negativas para el sector del embargo ruso del año pasado y del aparente descenso en el consumo de frutas y verduras por parte de los españoles según datos del Panel de Consumo hace especial hincapié en los aspectos económicos que afectan al sector, pasa de puntillas por las cuestiones medioambientales (la importancia que tiene en este sentido el consumo “local”) e ignora por completo los contrastados beneficios que tendría para la ciudadanía el hacer promoción de estos grupos de alimentos por cuestiones de salud. Un tiro, en mi opinión, mal aprovechado.

Y no lo digo por decir. Según un informe de la OMS y la FAO se recomienda como objetivo poblacional la ingesta de un mínimo de 400 g diarios de frutas y verduras (excluidas las patatas y otros tubérculos feculentos) para prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes o la obesidad… entre otros beneficios. Además, se aportan una serie de elocuentes datos:

  • Un consumo suficiente de frutas y verduras podría salvar hasta 1,7 millones de vidas cada año.
  • La ingesta insuficiente de frutas y verduras es uno de los 10 factores principales de riesgo de mortalidad a escala mundial.
  • Se calcula que la ingesta insuficiente de frutas y verduras causa en todo el mundo aproximadamente un 19% de los cánceres gastrointestinales, un 31% de las cardiopatías isquémicas y un 11% de los accidentes vasculares cerebrales.

Fruta y verdura de aquí y ahora

Así pues, haz caso de la campaña del MAGRAMA y además de los motivos que esgrime, aumenta el consumo de este grupo de alimentos. Seguro que ayuda a la fortaleza económica de un sector al que le deseo lo mejor… pero sobre todo quien saldrá ganando será tu salud y la de los que más te importan.

Para poder llevar a la práctica este consejo de la mejor forma posible te sugiero que consultes este enlace para conocer las temporadas óptimas de las distintas frutas, verduras y hortalizas. Por cierto, la campaña tiene etiqueta y esas cosas  #AquíyAhora

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Brevas e higos: la curiosa, sabrosa y generosa historia de las especies bíferas

BrevasTodo el mundo sabe qué son las higueras (Ficus carica) y que los higos son sus frutos más tradicionales (higo-higuera, la cosa no puede estar más clara). Sin embargo, existen no pocas dudas al respecto de las brevas… ¿son lo mismo? Entre aquellos que saben fehacientemente que no algunos creen que los higos proceden de “unas” higueras y las brevas de “otras”… y en realidad no tiene porqué ser así.

Partamos de la base de que higos y brevas son cosas diferentes aunque visualmente se asemejen mucho; y que al mismo tiempo ambos (higos y brevas) son el «falso» fruto de una misma especie, incluso de un mismo “individuo”, biológicamente hablando.

Como ya sabrán los más puestos, las brevas son el «falso» fruto de aquellas higueras denominadas bíferas, es decir, con dos “cosechas” a lo largo del ciclo anual: por un lado la de finales de junio o principios de julio, caracterizada por la presencia de brevas; y por el otro la de agosto o septiembre en el que, ahora sí, son los higos los protagonistas… ¿un mismo árbol, dos «frutos»? Pues sí. O más o menos

En realidad las brevas son aquellos “frutos” de la temporada anterior (higos en potencia) que no habiendo llegado a madurar en agosto-septiembre, se mantienen en una especie de estado de latencia hasta los primeros calores de la temporada siguiente… Así, en los meses de junio o julio, tradicionalmente entorno a la festividad de San Juan (como las peras que con su apogeo también rinden tributo a esta festividad) se recolectan las brevas, un “hijo” o higo que no fue el año anterior y que es breva en este.

Siguiendo con su ciclo biológico tradicional, la higuera nos ofrece su segunda cosecha al final del verano, inicio del otoño, con los higos, ahora sí, como protagonistas.

Desde el punto de vista gastronómico las brevas suelen ser bastante más apreciadas que los higos, aunque con toda sinceridad, estoy casi convencido, que esta preferencia se debe más al tamaño de una y otra cosecha, indudablemente menor en el caso de las brevas. Y lo digo porque desde el punto de sus características la breva, habitualmente más grande que el higo, es menos dulce que éste aunque de carne más prieta. Creo que la exaltación de las excelencias de la breva frente al higo residen más en lo menor de su cosecha y en que se produce antes, a modo de sabroso anticipo de lo que está por llegar, el higo.

A la hora de su consumo, son posibilidades son innumerables. Por un lado tenemos el consumo directo que, como casi siempre en el caso de las frutas es mi opción preferida; pero además está el importante catálogo de dulces “naturales” en el que ambos ingredientes son protagonistas (en especial el higo) como por ejemplo, las compotas, el “pan de higos”, mermeladas, tartas… por no hablar de su presencia como ingrediente complementario en platos “principales”, muy habitualmente acompañando a platos y guisos elaborados con carnes de distinto origen, con caza, etcétera.

Para todos aquellos que se estén preguntado el porqué de mi insistencia a la hora de hablar de “falso fruto”, le respuesta es más de índole biológica que práctica. En realidad, bien los higos, bien las brevas son la reunión en un mismo receptáculo vegetal, denominado de forma técnica sicono que reúne a una cantidad importante de los verdaderos frutos, técnicamente drupeolas (o pequeñas drupas en las que nos comemos tanto la parte carnosa, como el “hueso” al que coloquialmente llamamos pepitas y que son crujientes al masticarlas).

Por cierto, si eres de los que te gusta esa mezcla, para mi excelsa, de queso con membrillo… no dejes de probar a cambiar ese membrillo por unos buenos higos, cuando lleguen, o ahora con brevas.

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Imagen: Grant Cochrane vía freedigitalphotos.net