El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Consulta con tu médico si decides NO hacer ejercicio

SemáforoComo bien sabes el consejo más frecuente suele ser el contrario, el de que informes a tu médico de tu posible interés por hacer ejercicio y que este te aconseje la intensidad, las precauciones que debes tomar y los posibles riesgos a los que te enfrentas de no seguir ciertas normas. Esta bien, es lógico, pero ¿te has parado alguna vez a pensar de los riesgos que se asumen al no hacer ejercicio o, dicho de otra forma, de los beneficios de seguir un patrón de vida activo?

Con frecuencia perdemos el foco en las cuestiones que atañen a la salud y nos centramos demasiado en el qué comer y qué no, y perdemos la perspectiva de la magnitud de toda la situación centrándonos en detalles, que no diré no tienen importancia, pero que en definitiva no dejan de asemejarse a esos árboles que nos impiden ver el bosque. Y mientras estamos perdidos en ese bosque nos resistimos a emplear una de las más baratas, eficaces, beneficiosas y placenteras herramientas para mejorar la salud como es la del ejercicio físico adecuado.

Está más que contrastado que nuestra fisiología es tanto más eficiente cuando se mantiene un nivel adecuado de actividad física. Además, creo que está bastante claro que ése nivel de adecuación está muy lejos de ser alcanzada en nuestro medio. Según este monográfico publicado en The Lancet con motivo de las anteriores olimpiadas celebradas en Londres, casi la tercera parte de los adultos no alcanzaría el mínimo de actividad física recomendado en la mayor parte de guías de salud: al menos 150 minutos de actividad física a la semana. En el caso de los adolescentes la situación es aun más preocupante, cuatro de cada cinco no siguen las más mínimas recomendaciones (para ellos, 60 minutos al día de actividad física)… y claro, así no hay forma.

La mayor parte, por no decir todas, de las instituciones sanitarias públicas o privadas ponen en algún momento el acento en los beneficios de mantener al menos un mínimo nivel de actividad en nuestra vida. Lo que ocurre es que muchas veces y en contra de lo que debiera ser este consejo, el de “por su salud manténgase físicamente activo”, se pierde en un maremágnum de consejos mucho más inmediatos y cotidianos en especial, en lo referente al comer. Así pues, considero que el fomento de una mayor actividad física debiera priorizarse por delante de muchos otros teniendo la certeza de que, afortunadamente, si uno se mantiene activo suele terminar por comer mejor (y viceversa); tal y como expresé en esta entrada: La contagiosidad de los buenos hábitos de vida

Ten presente que la inactividad física está asociada a un incremento de la mortalidad, la morbilidad y a una peor calidad de vida. Por lo tanto si decides NO hacer actividad física y habida cuenta de la situación de riesgo en la que te deja esta decisión, creo que lo mejor sería que se lo contaras a tu médico. A ver qué te dice.

Si por el contrario has decido «hacer algo» y ponerte pies a la obra, pero no sabes cómo, seguro que un buen profesional de las ciencias de la actividad física y el deporte te puede echar una mano para asesorarte en tus circunstancias (posibilidades, gustos, tiempo…)

Si te ha gustado esta entrada quizá te resulte interesante consultar:

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Imagen:  artur84 vía freedigitalphotos

¿Te has preguntado alguna vez sobre el pasado de lo que comes?

Por lo general nos preocupamos, y mucho, con el qué pasará en el futuro con la comida que ponemos delante en nuestro plato… ¿me hará engordar, adelgazar, servirá para que genere más músculo, ayudará a mejorar mi salud cardiovascular…? Y así un larguísimo por no decir infinito etcétera. Vivimos obsesionados por estas cuestiones.

Sin embargo, qué pocas veces nos hacemos preguntas al respecto del pasado de esa comida, no cuestionamos cómo ha sido producida, qué recursos se han consumido para que, por ejemplo, ese filete de carne acabe como digo encima de nuestro plato y delante de nosotros. No nos interesa quiénes trabajaron y en qué condiciones para ello, ni si el organismo original, en especial los animales, estuvieron sometidos a unas determinadas circunstancias o a otras.

Pues bien, el video que hoy te traigo habla de eso. En principio se trata de una, se supone, publicitaria, que cuenta en una charla los trucos del márquetin alimentario; cómo algunas (no pocas) de las empresas de la industria alimentaria nos pretenden hacer comulgar con ruedas de molino y, además, mantenernos tan contentos. Sus trucos, sus pequeñas añagazas… incluso sus engaños (legales sí, pero engaños). Pero…

Pero, en realidad el grueso del discurso de esta entusiasta mujer no va por ahí y ya que me ha resultado francamente interesante a la hora de agitar conciencias hoy lo comparto con vosotros en forma de post.

Ya te adelanto que tras su exposición esta chica no obtuvo aplauso alguno, supongo que se debió más a lo atónita que dejó a la concurrencia que por que no se lo mereciera. En mi opinión se merece más que un aplauso una ovación. Tú mismo.

En resumen, más allá del «animal» que somos que se procura sustento, como seres humanos nos preocupamos por la proyección que nuestras decisiones alimentarias tendrán en el futuro… pero ahí no debería quedar la cosa. Ampliando más las cualidades que nos adornan como seres racionales creo que deberíamos tomar en consideración los condicionantes previos a nuestras elecciones y no solo sus consecuencias.

Nota: Quiero agradecer a tres compañeros tuitteros su aportación para realizar esta entrada: Oscar Picazo (@OscarPicazo), Alberto Hernández ( y Mireia Gimeno (@mireiagimeno)

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“Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil

Se trata de una producción brasileña y su título original es Muito Allém do peso (Más allá del peso). Toma nota: hacía mucho, mucho tiempo que un documental no lograba conmoverme como lo ha hecho este. Será porque aborda un tema tan preocupante y emotivo como es el de la infancia y su obesidad. Lo hace tocando todos los palos que hay que tocar o al menos los más importantes, retratando la cruel realidad de muchos niños brasileños y, lo que es peor, sus escasas posibilidades de maniobra para salir de sus aciagas circunstancias. Unas circunstancias que, por otra parte son compartidas en prácticamente todo el mundo, con sus matices, tal y como sucede en la mayor parte de los países “desarrollados” y en los que no lo están tanto.

El documental dura cerca de una hora y veinte minutos y, a pesar de lo que parece no es largo, más al contrario se hace corto. En él se ponen de relieve lo que tantas y tantas veces se ha sacado a colacióne en este blog:

Lo vulnerables que son para estas cuestiones las clases más desfavorecidas; que guardar patrones menos saludables de alimentación suele ser más barato que seguir aquellos más recomendables; el papel de la educación nutricional tanto en las escuelas como en casa; la ignominiosa presión de la industria alimentaria; el rol del azúcar en esta historia; el de las grandes superficies de venta de “comestibles”; la opinión de una madre sobre lo ridículo de hacer dieta para adelgazar y sí adquirir buenos o mejores hábitos; las demoledoras y lógicas aportaciones de Jaime Olivier (qué grande este tío en su lucha contra la obesidad infantil), los contundentes datos sobre la situación de gran parte de la población infantil brasileña en cuanto a la obesidad y su descorazonador futuro; la vergonzosa situación de, encima, ver premiados a los directivos de ciertas industrias alimentarias por parte de la administración por “sus acciones emprendidas en pro de la salud”; el papel de la publicidad; la opción de limitarla (¿forma parte de la solución no anunciar aquello que es “malo” y que de cualquier modo se puede adquirir?); los malditos regalos de la comida basura (sí, es en este tipo de comida el que, sus fabricantes, son los únicos que ofrecen regalitos para los niños); el hecho de no concebir el beber otra cosa mas que refrescos y bebidas azucaradas; y así un largísimo y muy recomendable de ver etcétera.

Me había preparado una especie de guión con los momentos estelares del reportaje, pero se haría eterno. Tan solo mencionar algo que, sinceramente, me revolvió las tripas y que casi, lo prometo, me hizo llorar… (a partir del minuto 12:41). Fue el hecho de saber que el 56% de los bebés de menos de un año toman refrescos de forma frecuente y el ver rellenar biberones con refrescos de cola. Asco y repulsión es poco… y no, no solo son los padres los culpables, el documental ofrece no pocas explicaciones a este lamentable comportamiento.

En definitiva, te invito a que saques tiempo de donde puedas y veas este documental enterito, pasa de las palomitas y de los refrescos y ponte serio para verlo. No es broma.

Nota: Sugiero a cualquiera de los responsables de las distintas cadenas de televisión españolas que hagan el esfuerzo de comprar los derechos para difundir este documental imprescindible. Si además, lo doblan sería genial, auguro un éxito de audiencia.

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Si ofreces algo de comer a un niño, pregunta antes a los padres

Niño golosinasEstoy convencido que como padre o madre estás relativamente acostumbrado a que por distintos motivos les ofrezcan comida a tus hijos, me refiero a cuando tus hijos son especialmente pequeños, ya sea desde que los paseas en silleta o cochecito o hasta que tienen 10 y pocos años más.

Las ocasiones pueden ser diversas, desde la visita a casa de un conocido o familiar, un cumpleaños al que es invitado tu pequeño o hasto lo no poco frecuente de cuando se va a la compra con ellos o incluso de tiendas.

En no pocas de esas circunstancias, al menos por mi experiencia vivida y observada, quienes sea, un familiar, la dependienta de una tienda, el tendero de un puesto en el mercado, etcétera suelen ofrecen a los más pequeños algo de comer, normalmente golosinas o caramelos, con los que ganarse el afecto del pequeño (casi seguro) y, de rebote, se supone que el tuyo.

En la gran mayoría de los casos estas personas se dirigen directamente al más pequeño tras una breve alabanza a su aspecto, saltándose a la torera la “cadena de mando”Ay que niña más guapa… ¿quieres, bonita? mientras tienden una cajita llena de chocolatinas, caramelos, gominolas, piruletas, etcétera.

En estas circunstancias mi respuesta suele ser un sonoro carraspeo. Con él, consigo captar la atención del amable oferente que me mira, primero extrañado, como preguntándose qué puede estar haciendo mal… y al final suelen caer en la cuenta y es entonces cuando preguntan a los padres: «¿puedo ofrecerle esto a las niñas?»

Mi respuesta en esas circunstancias, haciendo buena la concisa y muy recomendable máxima de Julio Basulto al respecto, (“no negar, no ofrecer”) suele ser asentir. No de muy buena gana, todo hay que decirlo.

En sentido contrario, lo que sí agradezco infinitamente más, es que en voz queda y sin que las peques se den cuenta, me pregunten de antemano si pueden ofrecerles esto o aquello. Si la oferta no me parece la más adecuada (las sempiternas chuches) mi respuesta suele consistir en preguntar educadamente si no tiene otra cosa. Por ejemplo, si estoy en el mercado (algo bastante habitual) si no tiene una fina loncha de queso o de jamón, o una gamba cocida, o un gajo de naranja. Suele dar bastante buen resultado. Eso cuando hay ocasión, que suelen ser las menos (conforme pasa el tiempo ya me van conociendo y eso facilita las cosas). Lo que es difícil de asumir es lo que me pasaba hace unos años, que en un día de mercado con las nenas, estas se volvían a casa con dos piruletas, 5 sugus y un puñado de gominolas. Así no.

El colmo de la exquisitez me ocurrió el otro día cuando en un puesto nuevo que nunca había visitado, la verdulera se dirigió a mí y me preguntó: ¿puedo ofrecerle a la niña una mandarina? Casi me echo a llorar de emoción. Claro que sí, le respondí… pero la niña, va y no quiso; entonces me mira la mujer y me dice: ¿entonces puedo una fresa? Joer, casi le compro el puesto. La fresa sí que quiso la niña. A pesar de no ser temporada hay que reconocer que aquella fresa lucía y olía de maravilla.

Más allá de la idoneidad nutricional de mantener dopados a nuestros hijos con golosinas y demás, está el tema de ¿y si el niño es alérgico / intolerante a algo que le ofrecen? porque esa es otra.

En fin, sea como sea, mi opinión es que si en un momento dado ejerces de oferente quedas fenomenal si preguntas a los padres antes de ofrecer nada a un niño. Además de amable, quedarás como una persona responsable. Y si ejerces de padre/madre no dejes de mostrar tu interés para que estos ofrecimientos se hagan como deben de hacerse, es decir, pasando por la “cadena de mando”.

Quizá no sea la solución definitiva, eso seguro, pero ayudará a que entre todos tengamos una mejor conciencia nutricional.

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Imagen: Raktim Chatterjee vía freedigitalphotos.net

Cocin-ARTE una sabrosa propuesta a base de cocina tradicional, ciencia y cultura

Ya sabes de la importante inclinación de este blog por la cocina. Sabes también que soy de la opinión que el alejamiento de los fogones del que estamos siendo testigos en nuestro entorno se ha acompañado al mismo tiempo de un acercamiento a las pantallas de plasma para ver como cocinan otros (véanse los innumerables programas de TV con la cocina como eje central). Y que esta circunstancia, es posible, poco ayude a seguir un patrón de alimentación adecuado. Si acaso, más al contrario, el alejarnos de la cocina propicie nuestro actual perfil de consumo de alimentos que es, francamente, mejorable.

 Cocin-ARTE

Pues bien, aprovechando este mediático tirón que estamos viviendo sobre la culinaria, del que creo que actualmente estamos en su punto álgido, nace Cocin-ARTE, un congreso de cocina tradicional dirigido a la población donde los ciudadanos son los protagonistas.

Así, los días 14 y 15 de marzo se celebrará en el Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona el I Congreso de Cocina, Esencia y Valores. Entre sus principales objetivos figuran, el poner sobre la mesa el debate acerca de la esencia de la cocina y sus valores; analizar la cocina tradicional; poner en alza la cocina como ése elemento que trasciende (o trascendía, para eso los debates) y que termina por configurar y matizar la cultura alimentaria, la historia e incluso hay quien dice el carácter de los habitantes de una determinada región.

De esta forma, Cocin-ARTE está dirigido hacia el corazón culinario de todos los ciudadanos, las familias, nuestro círculo de amigos, las sociedades gastronómicas, los profesionales de la salud, los periodistas, los gastrónomos y, así en general, a todos los seguidores de la cocina como una forma de expresión de la sabiduría de nuestros ancestros; muy sabrosa, con alma, sentimiento e historia y que al mismo tiempo es capaz de promocionar la salud.

Con toda la intención de envestirse en el primer certamen de cocina tradicional, se ha diseñado un programa ameno, cercano y sobre todo divulgativo.

Sobre el programa, un servidor destacaría dos características que van a hacer sin duda de Cocin-ARTE un hito. En primer lugar, el aprovechar el congreso para la celebración de un evento NAUKAS (el proyecto para realizar la mayor plataforma online de divulgación científica en español) y que cuenta con un amplio programa que se desarrolla a todo lo largo de la mañana del sábado 14 y en el que participarán importantes colaboradores de esta plataforma.

Y, en segundo lugar, el dar pie a la celebración del “Festival cocinar para ti” en el que, desde ya, se buscan personas anónimas que quieran acudir al evento para cocinar. Para ello se requiere la participación de cuantas personas quieran apuntarse para cocinar aquellas recetas que para ellas ha trascendido del palto a un valor, un sentimiento o una anécdota… Así, Cocin-ARTE organizará 14 talleres de cocina (10 propuestos por la organización y 4 que salen a concurso) en los que los participantes contarán porqué cocinan esos platos, su significado, las anécdotas, para quién los cocinan, etcétera. Cocina más allá de la cocina.

Para presentar tu receta candidata y poder ser elegido a para ir a Pamplona a cocinarla tienes este enlace para hacer tu propuesta.

Si quieres, puedes consultar aquí todo el programa provisional de ambos días. Y en este otro enlace encontrarás las distintas formas de inscripción. También puedes seguir las novedades de este evento en la cuenta de Twitter (@cocinarparati)

Ni que decir tiene que me encantaría veros en Pamplona. #slurpslurp

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Análisis de la validez de los famosos como prescriptores de salud

Tal y como habrás podido comprobar a partir de la trayectoria de este blog han sido varias las ocasiones en las que se han puesto de relieve algunas intervenciones de diversas celebridades en los medios de comunicación cuando dirigen a la población general mensajes relacionados con la salud. Como digo hay ya varios ejemplos, entre ellos destacaría el siguiente par de entradas:

Doña Isabel: su estilo de alimentación es mejorable

La responsabilidad de famosillos y medios en la salud: el mal ejemplo de casi siempre

Pero como bien sabes estos post no dejan de ser una opinión, la mía, por mucho que aporte argumentos para defenderla.

Sin embargo, recientemente se ha publicado un artículo en la prestigiosa revista British Medical Journal que analiza dentro de sus posibilidades los mecanismos del impacto de las intervenciones de los y las celebrities en materia de salud. En el artículo titulado: Following celebrities’ medical advice: meta-narrative analysis (Un análisis metanarrativo del seguimiento de los consejos en materia de salud por parte de los famosos) se hace como digo un análisis de estas circunstancias.

Nota: Sobre el significado de un “análisis metanarrativo” la verdad me ha pillado un poco desprevenido. He encontrado una aproximación al sentido de este tipo de análisis en la Wikipedia de la siguiente forma:

discursos totalizantes y multiabarcadores, en los que se asume la comprensión de hechos de carácter científico, histórico y social de forma absolutista, pretendiendo dar respuesta y solución a toda contingencia”.

El caso es que tal y como se pone de relieve en el artículo mencionado, es frecuente que personas especialmente conocidas entre la población general (presentadores, actores, médicos incluso…) se atrevan a lanzar consejos y recomendaciones directamente relacionados con la salud, participen en campañas de publicidad de productos diversos y promocionen sistemas y terapias diversas. En algunas ocasiones, las menos, no es algo que estas celebridades busquen de forma consciente, pero el hecho de conocer algunas anécdotas de su vida relacionadas con la salud hace que la opinión pública reaccione en un sentido u otro. Por ejemplo, tras conocerse el diagnóstico de cáncer de mama de la cantante Kylie Minogue, las peticiones de consultas para hacerse una mamografía aumentaron un 40% en algunos estados australianos.

Sin embargo, el problema principal viene cuando el mensaje sobre la salud en el que con toda la intención participa una persona famosa no está basado en pruebas concretas al respecto de su eficacia. O cuando ese mensaje entra en conflicto directo con aquello que promueven las autoridades sanitarias y profesionales en base a la mejor evidencia científica disponible.

Muy en resumen,  el artículo establece cuatro caminos a partir de los cuales la población general termina por sobrevalorar aquellos mensajes sobre la salud en los que intervine de una u otra forma un personaje famoso.

  • Desde un punto de vista económico la presencia de personas famosas diferencia, y de algún modo avala frente a la competencia, aquellos productos o servicios que ellos respaldan con sus declaraciones o comportamiento. A partir de ahí se produce una especie de respuesta gregaria del estilo “dónde vas Vicente; donde va la gente” tendente a la imitación de aquello que han hecho otras personas en su misma situación (sea esa situación real o inventada con fines publicitarios)
  • Desde un punto de vista más publicitario se produce una especie de asociación entre lo que el famoso es y lo que hace, se proyecta una transferencia de cualidades de forma que el consumidor llega a creer que hacer lo que hace el famoso le proporcionará  de alguna forma sus mismos rasgos. De esta forma, seguir el consejo de un famoso proporcionaría al individuo los caracteres con que le gustaría ser percibido. Esta distorsionada posibilidad se ve influida al atribuir la aparente exitosa vida del famoso a todos los aspectos de la vida, incluida la capacidad para dar consejos de salud. Es lo que se conoce como efecto halo.
  • En el terreno psicológico esto tiene una fácil comprensión cuando se tiene en cuenta el condicionamiento clásico, es decir, la percepción positiva que se tiene de determinadas personas es independiente de aquello que en un momento dado están promocionando. Al mismo tiempo, determinados individuos pueden verse tentados de seguir el consejo de un famoso con el fin de reducir el posible malestar psicológico que les produciría el seguir conductas incompatibles con las suyas.
  • Por último, y desde un punto de vista más sociológico, con respecto al increíble impacto de todo aquello que sale por la boca de un famoso, es preciso tomar en consideración el importante manejo que estas personas tienen de las redes sociales. Además, el seguir de forma pública (en la redes) el consejo de un famoso le puede reportar a uno un cierto posicionamiento y crecimiento de su estatus en esas redes.

Como dato importante, el estudio resalta que los profesionales sanitarios deben contrarrestar en la medida de sus posibilidades aquellas intervenciones negativas de los famosos en especial cuando se les pregunta acerca de la última propuesta de moda. Para ello esos profesionales de la salud deben dirigir a los interesados a fuentes de información fiable y contrastable.

Otro tema importante que me parece interesantísimo destacar del estudio es que la participación de los famosos a la hora de ofrecer mensajes de salud puede tener tanto una vertiente negativa (cuando lo hacen mal) como una positiva, cuando su popularidad se aprovecha para hacer una adecuada promoción de la salud. Algo que supo hacer muy bien la British Heart Foundation para promover una adecuada reanimación cardiopulmonar (aprovechando para ello el marco de la genial película «Snatch: Cerdos y diamantes«)

En resumen: zapatero a tus zapatos; y si esos «zapateros» se van a dedicar a otras cosas distintas de «sus zapatos» sería muy aconsejable, e incluso positivo, el aprovechar la popularidad de esas persona para lanzar mensajes alineados con la las directrices de las autoridades sanitarias (y no al contrario, como habitualmente estamos acostumbrados)

Dicho esto y ya que estamos, no quiero escapar la oportunidad de mencionar las desafortunadas declaraciones de una presentadora, Patricia Pérez, que al parecer ha fichado como “nutricionista” para una conocida emisora de radio, esRadio. Los despropósitos en materia de nutrición y dietética de esta mujer son diversos y hasta cierto punto hilarantes. Puedes ver su estelar debut en el programa de Federico Jiménez Losantos, “Es la mañana de Federico” en este enlace.

Como ya ha habido un compañero que se me ha adelantado a la hora de hacer una crítica pormenorizada de su discurso (y del resto de tertulianos) te dejo con la entrada de “Mi dieta cojea” titulada “¿Por qué no te callas? La anti-divulgación del personaje de turno” (insuperable, gracias Aitor)

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Indigestión navideña: causas y consejos

David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

Entra dentro de lo probable que a estas alturas estés medio postrado en el sofá buscando algún remedio para tu ingestión. Afortunadamente es una dolencia menor que cursa con una sensación de malestar incómoda en la zona del estómago y que muchas veces se acompaña de ardor en la parte superior del abdomen. También son habituales la sensación de plenitud (o de estar «a reventar»), los eructos, las náuseas y los vómitos. Técnicamente se le llama dispepsia y es más habitual en estas fechas cuajadas de celebraciones en torno de la mesa. Es la consecuencia de entender mal los banquetes… o los festines palabra que tiene si cabe un acento más pronunciado en eso de los excesos. Y no es por que no se te haya avisado. Lo has oído estas navidades decenas de veces y las anteriores y las anteriores… todos los años igual, y todos los años también se disparan las ventas de los antiácidos. Así pues, teniendo en cuenta todas las advertencias previas y parabienes… la indigestión es una consecuencia lógica de nuestros errores más próximos en la mesa. Así pues, espero que esta situación sirva como escarmiento para la próxima vez. Ya sabes que no es un tema grave y que es pasajero.

Las causas

Normalmente, las indigestiones suelen deberse al simple hecho de comer demasiado por encima de nuestras posibilidades y conveniencia. Le puede ayudar el haber comido rápido, con una presencia relativamente importante alimentos grasos y del estrés. Además, otras conductas como el fumar o el beber demasiado alcohol pueden exacerbar los síntomas. Todo ello dejando de lado la probabilidad de que haya otra causa de fondo relacionada con una patología del aparato digestivo tales como las úlceras o el reflujo gastroesofágico (ese es otro tema)

Las posibles soluciones

  • Dale un respiro a tu aparato digestivo. Estás así porque, probablemente, has abusado de sus posibilidades, así que dale una tregua… o mejor dicho, haz las paces con él y no lo maltrates. En cualquier caso, en este momento lo mejor que puedes hacer es: volver a comer solo cuando tengas gana y las molestias hayan desaparecido o se hayan reducido de forma importante. Volver a la carga con otra comilona (por mucho que esté programada) es probable que empeore la situación. Por cierto, en ningún caso se trata de «compensar», tal y como comenté en esta entrada
  • Empieza introduciendo alimentos suaves, poco grasos y que no sean en principio fuente de mucha fibra. Un caldo (o una sopa con algo de arroz o pasta), una tortillita, acompañada de pan y un zumo colado, podrían ser buenas opciones para empezar.
  • Cuida con las cantidades. De nada comas mucho.
  • Come y mastica despacio, tómate tu tiempo para percibir con la suficiente antelación cómo te “está cayendo” lo que comes.
  • No hagas ejercicio, por suave que sea, nada más comer, trata de reposar la comida.
  • Procura comer en una ambiente relajado y calmado, sin prisas ni estrés.

Cuándo acudir al médico

Algunos compañeros me comentan lo frecuentes que son las visitas a los servicios de urgencias en estas fechas a causa precisamente de esta situación. En la mayor parte de los casos no suele hacer falta recurrir a “urgencias”. Por tanto, lo más conveniente es que racionalices tu situación y que no satures los centros sanitarios públicos sin necesidad. De todas formas, hay situaciones en los que sí es preciso recurrir a los servicios sanitarios con mayor o menor urgencia:

1. Si a los síntomas de lo que se cree es una indigestión aguda se le añaden dolor en la mandíbula, dolor torácico, dolor de espalda, sudoración profusa, ansiedad o incluso una sensación de muerte inminente, se debe contactar con los servicios médicos de forma urgente ya que todos estos síntomas podrían asociarse a un ataque cardiaco.

2. Con más calma pero sin pausa, contacta con un médico sí: los síntomas duran unos cuantos días; hay una pérdida de peso inexplicable; el dolor abdominal se presenta de forma súbita y es intenso; se tienen problemas para tragar; los ojos y la piel adquieren una coloración amarillenta (ictericia); o hay presencia de sangre en los vómitos o en las heces. Por todo lo demás espero que te recuperes pronto y que, como te digo, te tomes la actual indigestión como una especie de penitencia… y que claro está aprendas de ella. A ver si hay suerte y además te sirve para aprender y afrontar las próximas celebraciones navideñas… y no me refiero solo a las de este año.

Por cierto, Felices Pascuas y próspero 2014.

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Esta entrada se ha confeccionado en parte con los contenidos de MedLinePlus, un servicio de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. y de los Institutos Nacionales de la Salud norteamericanos

Dudas, respuestas y soluciones veganas: la web de UVE

Hoy os quiero hacer partícipes de una página web fantástica para todos aquellos que de una forma u otra se quieren acercar al vegetarianismo, más en especial a la alimentación vegana. Se trata de la página web de la Unión Vegetariana Española (UVE).

Logo_UVE

 

No diré que no la conocía porque no es así, siempre ha tenido unos contenidos más que adecuados y sensatos, algo muy a tener en cuenta en un colectivo que, queramos o no, suele tener algunos toques de radicalismo poco fundamentado. Sin embargo, hace algún tiempo que no entraba y la he visto muy… muy crecida (sí que la expresión es esa, crecida). Con muchos más contenidos que antes y sobre todo con buenos contenidos prácticos.

Como decía, una de las cosas que más me gustan de la página web de UVE es que ha sabido mantenerse al margen de ofrecer mayores explicaciones sobre esta opción dietética y ha sorteado mencionar las razones o los diversos porqués que suelen terminar por justificar los motivos por los cuales una persona se decide a abrazar este particular estilo alimentario. Y lo hace sin ningún complejo, solo faltaría, centrándose en aportar documentos de interés práctico para los usuarios. Desde la opinión científica de diversos organismos al respecto de las diversas dietas vegetarianas, hasta documentos home-made (tiene toda la pinta, pero al mismo tiempo de una calidad excelente) en el que se ofrecen una importante cantidad de soluciones (¡gratis!) al día a día: me refiero a cómo planificar un menú vegetariano correctamente, la respuesta a dudas candentes y por supuesto un sinfín de recetas ordenadas en no pocos monográficos de cocina vegetariana.

Como digo la web está empezando a tener una cantidad inmensa de contenidos y lo mejor es que si te va este tema que bucees entre sus múltiples enlaces. De todas formas, no me resisto a dejar aquí enlazados los distintos recetarios disponibles que me han parecido francamente geniales (no te pierdas el último muy al hilo de las actuales circunstancias):

Adaptaciones veganas de recetas clásicas

Ensaladas veganas

Aperitivos veganos

Sopas y cremas veganas

Arroces veganos

Pasta vegana

Otros cereales

Legumbres veganas

Seitán, soja texturizada, tempeh y tofu

Frivolidades veganas

Cocas, empanadas, pasteles, “quiche” y tartas saladas veganas

Hortalizas y verduras rellenas

Patés vegetales

Hamburguesas y pizzas veganas

Quesos y tortillas vegetales

Cocina internacional

Repostería vegana

Dulces navideños veganos

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Nota: Toda esta buena información en la web de UVE no sería posible sin la participación de estupendas profesionales de la nutrición y dietética, entre ellas, me consta que están por ahí Lucía Martínez (@Dimequecomes, no te pierdas los contenidos de su blog personal) y María Blanquer; ni de su director de contenidos David Román.

¿Compensar… o volver a descompensar?

Imagina que navegas en una barca de remos que manejas tú. Supongo que sabes como funciona el tema, si quieres avanzar en línea recta tienes que remar con ambos remos al mismo tiempo, con la misma cadencia y con la misma potencia. De otro modo, llevándolo a un extremo, si remas solo con el remo de un lado te torcerás y luego tendrás que «compensar» remando solo con el otro para retomar tu ruta con el riesgo de ir dando bandazos de un lado al otro.

Remar

Te cuento todo esto porque me da la sensación que dentro del mundillo dietético, el de las dietas, los regímenes y el control del peso, se suele aludir con especial alegría a un concepto al que a menudo se le denomina como “compensación”.

Seguro que te suena… ¿que resulta que te has pasado en una comida o durante una cierta temporada comiendo más allá de lo que te conviene? No pasa nada, reza esta filosofía, pues “compensas” y arreglado. Y a mí no me parece, ni de lejos, un mensaje adecuado cara a la población general. Tal y como decía mi abuela es como pasar de la gran “secada” a la gran “remojada” sin conocer la virtud en el punto medio. Es decir, desde mi punto de vista la teoría de la “compensación” abre de par en par la puerta a hacerlo doblemente mal… primero cometiendo un exceso y luego una carencia que no ayuda para nada a entender estas cuestiones como debieran entenderse, o sea, con un poco más de cabeza y de sentido común. Y es que los extremos no son nada buenos, ni los de un lado, ni los de otro. Seguro que con otro ejemplo terminas de pillar lo que te quiero decir.

Otro ejemplo de porqué «el compensar» no sirve

Imagina que te desplazas desde el punto A al punto B en coche y por autopista. Tienes un Ferrari y te gusta pisarle. Por tanto, en algunos tramos te pones a 300 km/h. Pero tu madre que es la que te espera en el punto B y sabe a qué hora has salido del punto A, te va a echar una bronca de campeonato si te ve llegar en tan corto espacio de tiempo (y ya no te cuento lo que te dirá la Guardia Civil si te pilla). Por eso, para que tu madre no se dé cuenta de lo que corres repartes los tramos en los que vas a 300 km/h con tramos en los que circulas a 50 km/hpara compensar y así sacar una media adecuada cara a tu madre. Te diviertes cuando conduces como un loco aunque sabes que luego te tendrás que penalizar conduciendo a 50 km/h, algo que por cierto también es sancionable en autopista. Es decir, mal en las dos ocasiones, aunque a ti y a tu madre el resultado os mole.

Me apuesto mi muro de Facebook a que esta filosofía o consejo, el de la “compensación” lo vas a oír repetido hasta la saciedad en las fechas próximas, lo digo por el tema navidades y demás. Este tema también ha sido leitmotiv de algunas marcas de la industria alimentaria, que sin tener en cuenta estas consideraciones que ahora hago se atreven a lanzar el mensaje de la “compensación” sin mayores miramientos… ¿qué pasa, que te has forrado a la hora de comer? pues hala un yogurcito para cenar y a la cama? Pues mal, es probable que te levantes y te comas a tu madre por los pies; te descompensaste en la comida, redescompensaste en la cena y re-redescompensarás en el desayuno o al día siguiente con bastante probabilidad.

Y digo yo ¿no sería mejor hacer las cosas tirando a bien casi siempre? Es que me da la sensación que está demasiado asumido que si disfrutas en el día a día en la mesa no puedes cuidar tu salud, y que si la quieres cuidar no hay forma de hacerlo sin sufrir o disfrutado al mismo tiempo. Y ése es un gran error.

Que yo no digo que debamos vivir en un permanente estado de excelsa virtud dietética. Lo que digo es que, si partimos de un patrón de alimentación más o menos adecuado, no tenemos porque vivir con ese permanente sentimiento de culpabilidad cuando excepcionalmente comemos de más o comemos de aquello que es menos conveniente. Y menos cuando ese sentimiento de culpabilidad parece que solo sanará mediante la consiguiente purga dietética a modo de penitencia.

No, no y no; ¿comes habitualmente bien y te has “pasado” puntualmente? Pues disfruta y sé feliz, no tienes porque “compensar” nada, tan solo volver a tu ser.

Sobre como interpretar los excesos (los navideños también) tienes aquí otra entrada que arroja un poco más de luz sobre el tema: Y tú, ¿también prevés los excesos?

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Ser “foodie” está de moda

Foodie 2Por definición, mi carácter es refractario a ciertas etiquetas, en especial aquellas de origen anglófono. Esta que al parecer está cobrando cierta presencia en nuestro entorno no es una excepción. Se trata de aquellas personas que son o se consideran foodies.

¿Qué es ser «foodie»?

Como casi siempre en estos casos no vamos a encontrar en ningún lado una definición oficial. En resumen, se trataría más o menos de aquellas personas que tienen una especial predilección y conocimiento por todo lo que se refiere al ámbito culinario, desde el conciso conocimiento de la temporalidad de los alimentos, sus diversos orígenes, características organolépticas, hasta los procesos de obtención, las diversas técnicas culinarias, las recetas, la utilidad del variado menaje de cocina, etcétera. Si hacemos el esfuerzo de encontrar un equivalente autóctono, hay quien ha propuesto que estos foodies pueden equipararse a los cocinillas de toda la vida o a aquellas personas con la consideración de gourmet o sibarita más allá de su vinculación con la hostelería.

¿Será mi madre una «foodie», lo seré yo? No.

Sabiendo esto, cuando tuve conocimiento de este término me pregunté a continuación si mi madre o las madres de mi generación podrían acceder también al estatus de foodie. La respuesta a mi modo de ver es clara: ni de coña. A pesar de cumplir fehacientemente con las características mencionadas del buen foodie y de tener una cierta vis gourmet, mi madre no encaja en la definición. Y la razón es clara, su desempeño cotidiano en la cocina no es “por amor al arte”, no se vanagloria especialmente de hacer lo que hace, ni se permite el lujo de aleccionar a nadie dando recetas de no importa qué producto o proponiendo curiosas técnicas culinarias. Si acaso, esas madres educan y transmiten calladamente unos conocimientos difíciles de encontrar en una universidad. Nuestras madres lo hacían, con mayor o menor éxito, porque lo tenían que hacer. Y para hacerlo bien tenían que aprender, informarse, ensayar… todo aquello que el foodie hace pero sin la presión del “tener que hacerlo”. De igual modo, esas madres tampoco entran en el molde de ser unas cocinillas. Con todos mis respetos opino que la condición de foodie o cocinillas implica una cierta perspectiva apijotada de la cuestión culinaria.

No deja de ser curioso que al mismo tiempo que florecen este tipo de figuras, el promedio del tiempo y dedicación que se brinda a la cocina en los hogares españoles ha descendido estrepitosamente. Por lo general nos desenvolvemos en la cocina mucho peor de lo que lo hacía la generación anterior, le dedicamos menos tiempo, comemos más veces fuera de casa y, en resumen, cocinamos menos y peor. Quizá por eso quienes en nuestro tiempo se han preocupado por mantener unas ciertas dotes culinarias destaquen frente al resto. Pero es indispensable tomar en consideración que los que ponen en práctica día a día estos conocimientos y alimentan de esta forma a su familia, a sus hijos, etcétera pasan olímpicamente de estas cuestiones de etiquetas, y por supuesto de que le tilden de “cocinillas”, estatus al que solo se suele acceder cuando el acercamiento a los fogones es más anecdótico que cotidiano.

Por mi parte no puedo sino animarte a que conozcas más el mundo de la cocina, que aprendas y al mismo tiempo transmitas una cultura que nos es propia y que a golpe de anglicismos, bien por la terminología y bien por el estilo de vida, estamos perdiendo a la chita callando y a pasos de gigante.

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