El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Será por fin la alimentación saludable una asignatura en los planes de estudio?

Casi con lágrimas en los ojos, no exagero, leo esta nota de prensa de Euroefe que se hace eco del siguiente hito:

Los eurodiputados de la comisión de Cultura y Deporte del Parlamento Europeo (PE) dieron hoy luz verde a un informe que pide incluir en los planes de estudio de los Veintiocho una asignatura sobre hábitos alimentarios saludables.

Comedor escolar_EFE_Archivo

Ya era hora, bravo por ese equipo de eurodiputados y Comisión de ¿Cultura y Deporte? Ahora solo faltaría que dicha petición se archive y el informe se olvide pasando a engrosar alguna estantería… lo que no suele ser infrecuente en estos casos.

En cualquier caso de la nota de prensa al completo de la que se han hecho eco unos pocos (muy pocos) medios de comunicación  (será que la cuestión no afecta suficientemente a las cuestiones “importantes” como la macroeconomía y demás) me gustaría destacar algunas cuestiones. Entre ellas el que el informe al parecer destaque a su vez la importancia de esta medida dado el valor económico y cultural de la gastronomía en Europa¿el valor económico y cultural de la gastronomía en Europa? ¡Caramba! si de comer se trata creo que hacer valer estas cuestiones está de más… ¿acaso esos valores no son idénticos en otros continentes? Yo diría que sí. Lo digo porque me extraña que se destaquen cosas que a mi juicio son poco destacables o intrínsecamente obvias.

En la misma nota, afortunadamente, se afirma que:

La formación sobre una dieta saludable en las escuelas mejorará la salud y el bienestar de la población europea», sobre todo teniendo en cuenta que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 1.200 millones de personas con sobrepeso y el mismo número con desnutrición.

Y por aquí sí que creo que se debería justificar esta magnífica propuesta. Tal y como explica el eurodiputado español del PP D. Santigo Fisas, al parecer principal autor de este informe (¡bravo!): no tiene sentido que nuestros estudiantes dediquen años, meses, días y horas a estudiar multitud de materias y no dediquen el tiempo necesario a aprender a comer en todos los aspectos, nutricionales y dietéticos, sociales y culturales, sensoriales y placenteros. Un argumentario que un servidor ha hecho valer en infinidad de ocasiones y que es compartido por muchos compañeros de profesión. Quizá, y solo quizá, se dedican demasiados esfuerzos a explicar materias y aprender conocimientos que no van a tener una utilidad práctica en el día a día de esas personitas en formación. De este modo se dejaría pasar la oportunidad de abordar cuestiones que tiene una eminente utilidad e impacto en la vida cotidiana, como son todos aquellos aspectos relacionados con el comer y los hábitos alimentarios. Unos argumentos, entre muchos otros que se pueden ver en el magnífico documental «Mas allá del peso» sobre nutrición y alimentación infantil que compartí la semana pasada en el blog.

Al final de la nota se vuelve a hacer hincapié, de nuevo y para mi desasosiego, en las cuestiones económicas y culturales… que sí, que están ahí, pero no creo que sean los motores principales que debieran hacer poner en marcha esta fantástica iniciativa que a mi modo de ver no debería mezclar el turismo (sic) con la salud.

Lamentablemente no he podido encontrar y por tanto no he podido leer este informe ni nota de prensa alguna en la página web del Parlamento Europeo, ni siquiera buceando entre sus comisiones (de entrada, algo descorazonador resulta el contrastar que la mencionada Comisión de Cultura y Deporte citada en la nota no existe como tal, lo más parecido podrían ser las de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria, y la de Cultura y Educación). Así pues, si alguien es capaz de encontrar el informe en cuestión que alude a la inclusión de esta asignatura en las escuelas y compartirlo en este medio, le estaría muy agradecido.

Por último, y de salir adelante esta petición, no puedo dejar de hacer constar mi preocupación por la incertidumbre que me genera la formación de las personas encargadas de impartir esta nueva asignatura (hábitos de alimentación saludable)… ¿Apuesta alguien conmigo a que el posible papel de los dietistas-nutricionistas en la impartición de estos contenidos será cuando más anecdótico y, cuando menos inexistente? Ojalá pierda esta apuesta.

Nota: quiero agradecer a una buena compañera dietista-nutricionista, Sabina Escortell Mut ‏@SabinaEsMut, el haberme echo llegar esta noticia para poder compartirla.

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Imagen: Vista del comedor del colegio Gabriela Mistral de Madrid. EFE/Archivo

“Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil

Se trata de una producción brasileña y su título original es Muito Allém do peso (Más allá del peso). Toma nota: hacía mucho, mucho tiempo que un documental no lograba conmoverme como lo ha hecho este. Será porque aborda un tema tan preocupante y emotivo como es el de la infancia y su obesidad. Lo hace tocando todos los palos que hay que tocar o al menos los más importantes, retratando la cruel realidad de muchos niños brasileños y, lo que es peor, sus escasas posibilidades de maniobra para salir de sus aciagas circunstancias. Unas circunstancias que, por otra parte son compartidas en prácticamente todo el mundo, con sus matices, tal y como sucede en la mayor parte de los países “desarrollados” y en los que no lo están tanto.

El documental dura cerca de una hora y veinte minutos y, a pesar de lo que parece no es largo, más al contrario se hace corto. En él se ponen de relieve lo que tantas y tantas veces se ha sacado a colacióne en este blog:

Lo vulnerables que son para estas cuestiones las clases más desfavorecidas; que guardar patrones menos saludables de alimentación suele ser más barato que seguir aquellos más recomendables; el papel de la educación nutricional tanto en las escuelas como en casa; la ignominiosa presión de la industria alimentaria; el rol del azúcar en esta historia; el de las grandes superficies de venta de “comestibles”; la opinión de una madre sobre lo ridículo de hacer dieta para adelgazar y sí adquirir buenos o mejores hábitos; las demoledoras y lógicas aportaciones de Jaime Olivier (qué grande este tío en su lucha contra la obesidad infantil), los contundentes datos sobre la situación de gran parte de la población infantil brasileña en cuanto a la obesidad y su descorazonador futuro; la vergonzosa situación de, encima, ver premiados a los directivos de ciertas industrias alimentarias por parte de la administración por “sus acciones emprendidas en pro de la salud”; el papel de la publicidad; la opción de limitarla (¿forma parte de la solución no anunciar aquello que es “malo” y que de cualquier modo se puede adquirir?); los malditos regalos de la comida basura (sí, es en este tipo de comida el que, sus fabricantes, son los únicos que ofrecen regalitos para los niños); el hecho de no concebir el beber otra cosa mas que refrescos y bebidas azucaradas; y así un largísimo y muy recomendable de ver etcétera.

Me había preparado una especie de guión con los momentos estelares del reportaje, pero se haría eterno. Tan solo mencionar algo que, sinceramente, me revolvió las tripas y que casi, lo prometo, me hizo llorar… (a partir del minuto 12:41). Fue el hecho de saber que el 56% de los bebés de menos de un año toman refrescos de forma frecuente y el ver rellenar biberones con refrescos de cola. Asco y repulsión es poco… y no, no solo son los padres los culpables, el documental ofrece no pocas explicaciones a este lamentable comportamiento.

En definitiva, te invito a que saques tiempo de donde puedas y veas este documental enterito, pasa de las palomitas y de los refrescos y ponte serio para verlo. No es broma.

Nota: Sugiero a cualquiera de los responsables de las distintas cadenas de televisión españolas que hagan el esfuerzo de comprar los derechos para difundir este documental imprescindible. Si además, lo doblan sería genial, auguro un éxito de audiencia.

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Adoctrinamiento en la «cultura» del refresco

 Iamnee (freedigitalphotos.net)

Iamnee (freedigitalphotos.net)

No diré que me parece mal, de verdad, ni mucho menos. Pero déjame que te explique un tema que llevo clavado en el alma de dietista-nutricionista desde que me la contaron. El tema va de las salidas culturales de nuestros hijos en el colegio.

Considero que la oferta de estas salidas «culturales» ha de ser diversificada con el fin de ofrecer a nuestros hijos una amplia perspectiva y desde diversos ángulos de la realidad en la que vivimos: visitar un museo, acudir al teatro, una excursión a un parque natural y, porqué no, también las visitas a distintas empresas que elaboran no importa qué producto, servicio o bien de consumo… son los ejemplos más frecuentes.

Todo bien mientras la actividad tenga un contexto y no se haga lo contrario, valga la redundancia al descontextualizarla tal y como me cuenta que sucedió un buen amigo en el cole de su hija de 14 años. Llevaron a toda la clase a visitar las instalaciones de una conocidísima marca de refrescos, en especial de cola. La profesora, diligente en su tarea, propuso al alumnado que fuese preparando con antelación preguntas para poder hacer a los responsables de la empresa en cuestión. Y resulta que la hija de mi amigo, no podía ser otra, les preguntó que cuánto azúcar llevaba una lata de los conocidos refrescos de cola. El responsable con más soltura que un campeón de mus le contestó sin pestañear que un sobre.

Claro, un sobre, quizá se le olvidó decir el tamaño. Lo digo porque sobres hay muchos, están los de cafetería (lo normal de 8g de azúcar), están los de Bárcenas, que por lo que dicen eran bastante abultados, etcétera: un sobre, y todos tan contentos.

Si el tramposo, fullero y sibilino empleado de la empresa de refrescos hubiera sido más justo debería haber dicho que la cantidad de azúcar en un refresco de cola es similar a la contenida en un hipotético sobre equivalente a cinco veces aquellos típicos de las cafeterías. Y si hubiera sido más preciso podría haber dicho que unos 39 gramos, pero claro, a los chavales de 14 años es mejor hablarles en unidades de «sobre» en especial si te callas los posibles prefijos: decasobre, kilosobre, etcétera. Pero la cosa no acaba aquí.

Una vez en el colegio la profesora les hizo hacer una redacción y, posteriormente un examen que contenía preguntas de la visita. Nada objetable hasta cierto punto porque de esta forma también se controla quién está en la salida cultural y quién está de excursión, que no es lo mismo. Como digo nada malo salvo por una de las preguntas ¿cuál era la composición de esos refrescos de cola tan conocidos? Ya ves, en vez de enseñar, mostrar y hacer hincapié en otras cuestiones sin importancia (léase cualquier cuestión de historia, biología, etcétera) había que saberse la composición de marras.

Si me hubiera caído a mí la preguntita le hubiera respondido que, como todo el mundo sabe, esa fórmula es secreta y que de saberla y decírsela, probablemente alguien vendría a matarla a continuación. Y que me suspenda si tiene…

Me despido, no sin antes preguntarme si se podría llegar a conocer la proporción de estas “salidas culturales” en los colegios españoles (y también en las universidades) que se llevan a cabo en empresas multinacionales cuyos productos alimenticios no están precisamente en la base de la pirámide de la alimentación saludable, me refiero a empresas que elaboran refrescos como el ejemplo de hoy, pero también a otras, como las que producen hamburguesas, pizzas, chocolatinas, snacks salados, etcétera. Y ya, por preguntar que no quede, si estas empresas compensan de algún modo al colegio (o universidad) en cuestión que les visita o bien si les facilita la asistencia poniendo a su disposición autobuses o medios de desplazamiento… Porque entonces ya, si a esto le sumamos la conducta de la profesora de este post habría que cambiar la palabra “adoctrinamiento” del título de este post por palabras aun más duras.

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Nota: Tengo que agradecer a ese buen amigo del que hablaba la historia para este post, pero por cuestiones prácticas hoy será mejor que no este tipo de alusiones directas. Él ya sabe. Y todos tan contentos.

Sobre la obligatoriedad de las clases de cocina en el colegio

Cooking class_Boston Public LibraryHace años que vengo defendiendo que en la escuela debieran adquirirse más habilidades prácticas, en concreto aquellas que facilitaran el día a día a los que hoy son más pequeños. Quiero anticipar que con esta entrada no quiero ni voy a ayudar a escurrir el bulto sobre el origen de la buena educación de esas personitas que son nuestros hijos y que están a nuestro cargo. La mayor parte de esa responsabilidad, en especial la que atañe a las cuestiones más importantes, ha de recaer sobre la unidad parental (padre y madre).

Entre ésas habilidades a adquirir y que hoy asumo como relativamente perdidas en los adultos (al menos en relación con respecto a hace un tiempo) está la de saber cocinar. Me resulta llamativo que desde un tiempo a esta parte a los cocineros más encumbrados y a algunos médicos-mediáticos también les ha dado por hablar de la necesidad-idoneidad de que nuestros hijos tomen clases de cocina en el colegio. ¡Claro, como en casa ya no hay (tantos) profesores de eso! pues parece que hay que encajonarle la responsabilidad al sistema educativo.

Lo cierto es que no sé hasta que punto esta es una responsabilidad que debería hacerse descansar en las escuelas, pero supongo que en ausencia de una realidad práctica casera pues no debiera ser esta tan mala cosa. No lo tengo del todo claro. Aunque opino que al menos así se tendría la garantía de que cada personita adquiriera un mínimo de habilidades culinarias como para poder apañárselas por su cuenta. Luego, ya si eso, que cada uno en su casa, si quiere, le de clase a sus hijos de como esferificar aromas y emulsionar salsas con nitrógeno líquido (es broma, ya sabes que no considero este tipo de tecnificación como algo necesario. Para nada).

El caso es que esta entrada me había quedado en la recamara a colación de aquella otra sobre que el saber cocinar podría estar relacionado con el comer de forma más saludable. En aquella entrada hablé de un estudio que así lo ponía de manifiesto. Así, los autores se hacen eco de algunos hechos que no por conocidos dejan de ser menos preocupantes. Por un lado el descenso en la transmisión intergeneracional de las conocimientos culinarios, y por el otro que las clases de cocina no son un práctica habitual en muchos países.

En el mencionado estudio que dio pie a aquella entrada me llamó poderosamente la atención que estando como estaba realizado sobre población suiza, se comentara que, en Suiza, las clases de cocina en el colegio son obligatorias para las mujeres desde hace bastante tiempo y que la obligatoriedad para los varones es reciente: ¡de los años ‘80 del pasado siglo XX!

Parece mentira que aquí, cuna de la sobre estimada y glorificada dieta mediterránea, valedores como al parecer somos de tradiciones culinarias seculares (y todo lo demás que de forma más o menos prosaica se nos ocurra para dignificar nuestros hábitos), sigamos dando la matraca con la necesidad, no ya conveniencia, de llevar este tipo de conocimientos y enseñanzas a nuestras escuelas. Mientras los suizos ya cayeron en la cuenta de la importancia de estas cuestiones hace tiempo.

¿Y tú que opinas, debería haber clases de cocina obligatorias en el colegio?

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Foto: Boston Public Library

Escolares norteamericanos protestan en un vídeo musical por la reducción calórica en sus comidas

Pues sí, como lo oyen, algunos estudiantes están descontentos con las nuevas iniciativas gubernamentales que han modificado el contenido energético que los estudiantes reciben en el colegio a la hora de comer. Estas medidas se enmarcan dentro de la campaña genéricamente denominada “Let’s move” (“En marcha”) y está liderada por Michelle Obama. Con ella se trata de poner coto a la epidemia de obesidad infanto-juvenil de los escolares norteamericanos. Algunas de estas medidas consisten en la reducción calórica y en un nuevo replanteamiento del contenido de los alimentos presentes a la hora de la comida.

Pues bien, a algunos de ellos no les ha gustado ni un poquito ya que según ellos el nuevo plan de comedores escolares implica unos cambios poco adecuados a su situación. Entre ellos, la reducción de 200 a 400 kcal por comida, la inclusión de más fruta y verdura, y la única posibilidad de que los alimentos lácteos que se les suministran sean desnatados o bajos en grasa…Y todo ello les hace sentirse hambrientos, sin energía para las actividades escolares y les obliga a que una vez finalizado el colegio tengan que “arrastrarse” hasta casa para que les alimenten sus madres.

Esta protesta capitaneada por estudiantes de la St. Mark’s Charter School en Colwich (Texas) está teniendo un impacto relativamente importante en los medios y en las redes sociales (al menos en su país) ha empleado una conocida canción del grupo “FUN” titulada “We are Young” (“Somos jóvenes” –y no, no tiene nada que ver con aquella homónima del “Dúo Dinámico”-) y la han versionado de manera sublime  a mi modo de ver. Ellos la han titulado “We are Hungry” (“Estamos hambrientos”). En el vídeo plasman a su manera como la falta de sustento les hace desfallecer en las actividades deportivas y como los más pequeños tienen que volver a casa arrastrándose literalmente por la falta de energía. Se puede acceder al vídeo a través directamente de youtube en este enlace y obtener así su letra para una mejor comprensión.

Bien, antes de pasar a comentar de forma concreta algunos de los aspectos de su mensaje, déjenme decirles que me parece un trabajo sensacional y que parte de razón no les falta, además, claro está, de haber escogido para su reivindicación un grupo y en concreto un tema musical que me encantan.

 

A los chavales no les falta razón. En mi opinión es un error el circunscribir el número máximo de calorías que van a recibir todos los estudiantes en el colegio a la hora de comer. El error como ya se habrán fijado es el de “café para todos” ya que a unos les servirá y a otros no. La campaña desarrolla la ley del Acta de Salud y Nutrición Infantil aprobada en 2010 e implica que los estudiantes de secundaria reciban ahora de 750 a 850 kcal por comida frente al mínimo anterior establecido en 825kcal/comida. Por su parte las nuevas directrices llevan a que en el caso de los estudiantes de primaria estos reciban un máximo de entre 550 a 650kcal/comida frente al mínimo anterior situado en 633kcal/comida.  En mi opinión más les valdría fijarse en el contenido de las bandejas que en el monto final de las calorías y, de esta forma, dejar hacer al hambre de cada uno a partir de alimentos más saludables (aunque este tema también está presente en el Acta de Salud y Nutrición Infantil)

Otro aspecto que tiene implicaciones con este tema es que ahora los niños se han visto “sorprendidos” por la necesidad de llevarse desde caso un almuerzo para la media mañana o incluso una merienda… acciones que por mucha tradición que se tenga parece que no es la costumbre actual.

En resumen, la iniciativa me parece genial, es normal que con las nuevas medidas sientan más hambre que la que antes sentían tras haber comido. Pero ahora tienen la oportunidad de hacerlo mejor, con mejores alimentos y también a base de incluir un pequeño almuerzo  a media mañana y una merienda a media tarde, es decir, de comer más veces al día, en vez de ponerse como boas a la hora de la comida y pretender que esa comida les sirva casi para todo el día.

Y ya que estamos, me despido con la versión original del tema de FUN

Menús escolares: ojos que no ven, precocinados que te doy

Que la alimentación desempeña un importante papel en la salud ya lo tenemos más o menos interiorizado y asumido. Sin embargo, parece que aun no nos preocupamos lo suficiente cuando de dar de comer a nuestros hijos se trata, en especial cuando lo hacen en el colegio. A los niños les dan de comer en el colegio y “parece” que con saber esto ya basta. Y no debiera ser así; un mayor interés por lo que nuestros hijos comen quizá haría que los servicios que se encargan de confeccionar los menús lo hicieran con un poco más de acierto, tanto en lo que respecta a su adecuación en relación con las recomendaciones de salud, como en lo que se refiere a la palatabilidad.

Desde hace unos cuantos años y con una cierta periodicidad Eroski Consumer viene observando de forma crítica la calidad de los menús escolares en diversas provincias españolas y los resultados no son especialmente buenos; lo peor quizá, es que además la nota media alcanzada en el último análisis de 2011 es peor que la obtenida en el anterior examen de 2008 realizado con los mismos criterios por Eroski Consumer.

Las conclusiones de este reciente estudio, sus aspectos más destacados y el desglose de resultados por provincias pueden ser consultados aquí. En cualquier caso, yo destacaría algunas cuestiones que me han llamado la atención:

  • Faltan verduras, ya sea cocinadas o frescas, que deberían estar presentes todos los días, ya se a de una forma u otra, como ingrediente, guarnición o plato principal. Sin embargo se da la circunstancia que el 27% de los colegios que participan en el estudio ni siquiera incluían verdura un día a la semana
  •  Hay demasiados precocinados (san jacobos, croquetas, empanadillas, varitas y/o delicias de pescado y similares, calamares romana, etc): en torno al 20% de los menús analizados incluyen dos o más precocinados entre las dos semanas evaluadas. Un dato el actual, muy por encima del obtenido en 2008, el 5%.
  • Sería muy recomendable que, también en general, aumentase en los menús escolares la frecuencia de pescado fresco, de legumbres y bajase en determinados centros la presencia de dulces (pasteles, helados, bollería, etc.) a la hora del postre. En este sentido sería recomendable que la presencia de fruta en el postre fuese la norma y las excepciones dejarlas para ocasiones especiales o celebraciones señaladas.
  • En líneas generales los centros públicos obtienen una mejor nota media que los privados o concertados, en sentido contrario de los resultados de 2008.

Me da la impresión que el posible ajuste de precios, quizá motivado por la crisis, tenga algo que ver en la bajada general de la calidad de los menús escolares puesta de manifiesto en este estudio. Sin embargo, también creo que con un precio medio de los menús analizados de 5,1€/día bien se podría comer mejor, renunciar quizá a parte del beneficio y mejorar el capital de salud y de educación nutricional de nuestros herederos. Claro que quizá en esto no estén tan de acuerdo las empresas de catering.

A tenor de este tema, merece también fijarse en lo que fue noticia de telediarios y rotativos hace un par de semanas. Se trata de la iniciativa de una niña escocesa de 9 años, Martha Payne, que a través de su blog, NeverSeconds, ha iniciado una campaña informativa en relación a las comidas que se sirven a diario en su colegio. Con la ayuda de su padre ha plasmado en fotos muchos de sus horribles menús (un ejemplo: Una minihamburguesa, tres rodajas de pepino, dos croquetas y un polo de hielo. Otro: Una porción de pizza, una croqueta, dos docenas de granos de maíz y una magdalena) y se ha atrevido incluso con una valoración gastronómica de dichos menús. Todo ello ha puesto de relieve lo nefasto de su adecuación. Una iniciativa que ha supuesto todo un boom mediático que ha arrasado en las redes sociales hasta el punto que el reconocido Jamie Olivier le ha dedicado unas palabras de reconocimiento y le ha animado a seguir con su labor info-reivindicativa.  Pero la cosa no se queda ahí, en su blog Martha también está empezando a hacerse eco de las fotos que les mandan otros escolares desde distintas partes del mundo y ella las compara con las de su colegio. Sencillamente genial.

Hoy que la tecnología acompaña, quizá no sería una idea tan descabellada que nuestros hijos fuesen al colegio con una cámara de fotos y retratase el tipo de comida que les sirven en sus comedores. No tanto para crear un blog (o sí, quién sabe) pero por lo menos para mantener informados a sus padres de qué es exactamente lo que se les están sirviendo diariamente por una media de 5,1€/menú. Porque… aparte  del posible papel de menús que el colegio le hace llegar a casa periódicamente ¿saben a ciencia cierta qué comen sus hijos? Si yo estuviese en su lugar (que es que no, porque mis hijas comen en casa) me preocuparía de ello. Seguro.

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Foto 1: DC Central Kitchen

Foto 2: NeverSeconds

Foto 3: NeverSeconds