El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Archivo de mayo, 2013

La dieta MILF y otras lindezas sexistas e ignominiosas

MILF dietTras tener conocimiento del penúltimo desatino editorial ya no sólo dietético sino a mí parecer, también moral, no puedo por menos que acordarme del recién estrenado y vecino blog “Más de la mitad

Parecía que no se podía hacer peor en esto de las dietas a la hora de cosificar al género femenino que a resultas de la propuesta «dieta de los seis días para ser un pibón» y el Oh my God! de Venice Foulton (puedes consultarla aquí y aquí). Pero va y resulta que sí. Y se ha hecho con la propuesta dietética titulada así, directa y llánamente, como “dieta MILF”.

Es posible que no sepas el significado que en inglés tiene la expresión MILF, que viene de Mom I’d Like to Fuck o lo que en español sería, hablando el plata, “Madre que yo me follaría”. El término MILF tomó carta de naturalidad en la película de 1999 American Pie, obra culmen del 7º arte donde las haya (modo irónico activado) y vendría a definir a una clase de mujeres de cierta edad, más o menos indefinible, que pueden resultar sexualmente apetecibles. El término MILF es tan conocido en el mundo anglosajón y en determinadas circunstancias como para haber dado nombre a una extensísima categoría del porno en Internet. Así pues, poner “MILF” directamente en tu buscador te dirigirá de forma inmediata, y tras la primera entrada correspondiente a la Wikipedia, a más de dos mil millones de resultados de sexo explícito (y no es un decir).

Qué maravilla de dieta. Sinceramente, con la declaración de intenciones expresada de forma tan directa en el título créeme que no tengo ni pizca de ganas de dedicarle ni una sola línea a comentar sus contenidos dietéticos. Afortunadamente hay quien ya lo ha hecho por mí. Aprovecho la ocasión para presentarte un blog amigo, creado y alimentado por amigos; se trata de “comer o no comer”. En uno de sus post, en concreto en este podrás encontrar información detallada del espectacular curriculum de la autora de la “Dieta MILF” (Jessica Porter), toda una eminencia en el campo de la nutrición humana y la dietética, y de los estupendos y acertados consejos (modo sarcasmo hiperactivado) para convertirte en una mujer madura pero sexualmente deseable.

Pero hay más. Como decía al principio, esta entrada está en relación más que con los contenidos dietéticos con los más abyectos aspectos referentes materialismo sexual. Lo digo porque tiene narices que la autora de este panfleto dietético sea una mujer . En la primera entrada del blog que te hablaba antes, “Más de la mitad”, salieron a relucir cuestiones de machismo y esas cosas y me quedé con un comentario de una tal “susi” que dijo lo siguiente:

[…] mucha culpa del machismo la tienen las propias mujeres, no es cosa de unos cuantos hombres cavernícolas. De hecho, las personas más machistas q conozco son mujeres. A esas, q con su pan se lo coman

Pues eso, que tiene narices que sea una mujer la que eche piedras sobre el tejado de la respetabilidad femenina… pero claro el concepto de persona sin conocimiento tampoco conoce de género. Al Venice y a la Jessica estos les invitaba yo a perderse en una isla desierta.

Sin embargo, no se puede negar que el saberse deseado o deseada es un rasgo anhelado por todo el mundo (supongo). Pero una cosa es sentirse o saberse deseado, mejorar tu imagen, resultar más o menos agradable (o por lo menos no repulsivo) etc. (y que te lo digan de forma adecuada en su contexto tal y como comentaba Madre reciente el otro día en su blog) y otra muy diferente hacer un libro de autoayuda para convertirse en material follable. Me parece un salto cualitativo importante.

Pero como te decía en el título hay más lindezas al respecto de esta cosificación sexista. El ejemplo más significativo que he visto nunca lo tienes en este vídeo. Con el fin de publicitar una cerveza, no se les ha ocurrido mejor idea que ofrecer un plano del perfil del cuerpo de una mujer desnuda (sin que contenga imágenes explícitas) mientras a todas luces (pero sin verse) le están dando zambomba por delante y por detrás… al tiempo que una cerveza descansa en la curvatura de la espalda de ésa mujer. De tiempo en tiempo sale una mano por la parte de la derecha de la imagen y luego otra por la izquierda (y luego por abajo) que cogen la cerveza, le dan un trago y la vuelven a dejar… ya tenemos el eslogan fetén:

Cerveza Riquísima, para que la compartas con un amigo… o con dos.

Increíble. El anuncio me recuerda a esta parodia sobre creativos publicitarios… pero claro, en este caso sin parodia y en serio.

Volviendo al tema dietético, ya estoy temiendo el día que llegue a España esto de la dieta MILF y desbanque a la de la enzima prodigiosa. Si llega, recuerda que si quieres saber si una dieta milagro va a funcionar o no puedes hacerle antes la prueba del algodón.

 

Los espárragos blancos frescos no crecen en las latas

Pelar espárragos

¡Mediados de mayo y yo aun sin escribir sobre los espárragos!

Ya sabes que en este espacio no te vas a encontrar monográficos de alimentos que hablen de sus virtudes nutricionales y todas esas cosas. Por eso, el volver a hacer protagonista a un producto concreto debiera ponerte sobre la pista del particular aprecio que le profeso.

Pero es que no me resisto, en especial cuando queda patente que a mí alrededor una buena parte de la población no entiende por “espárragos” lo mismo que un servidor. Lo digo por que la mayor parte de la gente sabe que hay dos tipos de espárragos, los verdes y los blancos, eso está claro; sin embargo muchos de ellos se debe creer que los blancos crecen en las latas o se ponen blancos por estar en ellas. Tengo algunos conocidos cercanos que afirman que nunca (repito, nunca) han comido espárragos blancos que no sean de lata o bote, es decir, no conocen los espárragos frescos. Te pongo un ejemplo real como la vida misma.

Supermercado abarrotado de gente, pasillo de las conservas (muy próximo a la zona de frutas y verduras frescas). Entonces, a mí espalda, oigo cómo una mujer joven se dirige a su interlocutor, varón, diciéndole:

¡Mira cariño, ya hay por fin espárragos!

Como eran principios del mes de abril no pude por menos que sorprenderme (difícil encontrar en esa época espárragos de temporada y menos este año que empezó tan tarde) y me di la vuelta. Esta mujer, con su “por fin hay espárragos” se refería a ¡los espárragos de lata!

Más cercano tengo el caso de mi vecina de blog “En busca de una segunda oportunidad” que practicando un recomendable vegetarianismo de baja intensidad (o flexitarianismo) me confesó el otro día que nunca había probado espárragos blancos frescos… frescos solo los verdes.

Aprovechando que este año aun tenéis tiempo si queréis probarlos (el espárrago fresco tiene una temporalidad francamente efímera) quiero dejar claro mi parecer al respecto del valor gastronómico-culinario de los espárragos blancos frescos.

En mi opinión el parecido gastronómico que hay entre los espárragos frescos y los de lata o bote es de un orden de magnitud similar al que se puede establecer en el parecido entre un huevo y una castaña o entre un rodaballo salvaje al horno y los “palitos de cangrejo”, o entre una McHamburguesa y un solomillo de cerdo ibérico a la plancha por poner solo unos pocos ejemplos. Como ves, cosas que a pesar de tener un relativo mismo origen, al final, no tienen nada que ver. Absolutamente nada que ver.

Si quieres probarlos, y te animo a ello, te recomiendo que vayas a una verdulería o a ese tipo de supermercados que se suelen caracterizar por tener “de todo”. La temporada habitual para comprar espárragos frescos va desde principios de finales de abril, principios de mayo hasta mediados de junio. Te sugiero que optes por los espárragos de Navarra, a mi juicio nada que ver con los espárragos frescos de otro origen. Se distinguen porque habitualmente los de Navarra se presentan más “feos”, con una buena parte del tallo (no solo las puntas) y no es infrecuente que aun conserven cierta cantidad de tierra adherida. Calcula cerca de 400g por comensal.

Una vez adquiridos, un precio razonable es de entre 3 a 7 €/kg habrá que lavarlos y pelarlos. Una vez lavados se trata de seccionar los 2 ó 3 últimos centímetros del tallo (por arriba) y sin terminar de producir el corte estirar hacia la punta (hacia abajo) quitando esa parte de la piel. Una vez que el espárrago te haya “dicho” cuánta piel quitar con ese primer corte habrá que pelar desde arriba y hacia abajo el resto de la superficie de cada ejemplar (nota: conforme te acerques a la punta del espárrago hay que eliminar menos piel, las puntas se quedan intactas)

Ya pelados se ponen en una olla exprés y entre 20 y 30 minutos después (dependiendo de su grosor) ya los tendrás listos.

Espárragos (640x233)

 

A los puristas nos gusta comerlos sino calientes al menos si tibios. Para ello, mi forma preferida consiste en poner una ligerísima capa de aceite y vinagre (ambos de la mejor calidad) en la superficie de un plato, servir los espárragos tibios bien escurridos de su agua y acompañar de una buena mayonesa casera… a partir de ahí a disfrutar y a entornar los ojos en cada bocado. Ya me contarás tú si hay o no diferencia con el mejor de los espárragos en conserva.

Por cierto, no tires el agua. Te servirá para hacer otra exquisitez, la crema de espárragos que podrás consumirla tanto en frío o como en caliente. Para ello pon a cocer 3 ó 4 patatas grandes y peladas en el agua hasta que se abran. Añades un chorrito generoso de aceite de oliva, una “nuez” de mantequilla, sal y pimienta al gusto… y a disfrutar de nuevo. Ha de quedar clarita pero al mismo tiempo con cierto cuerpo.

Para los más sibaritas comparto con vosotros una receta que me pasó el otro día mi santa madre por teléfono. Consiste en tener la crema ya caliente, hacer a parte un huevo escalfado, añadírselo a la crema y poner por encima unas gotitas de aceite de oliva aromatizado con trufa. Si además te has reservado unos pocos espárragos para trocearlos e incorporarlos a la crema, mejor que mejor. Creo que me dijo mi madre que esta receta se la oyó o vio o yo que sé a Martín Berasategui.

Y ahora sí que sí #slurpslurp. Vaya que sí.

Crema de espárragos

 

¡Buen provecho!

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Foto 1: franky242 vía FreeDigitalPhotos.net

Camarero: ¡en mis moscas hay restos de sopa!

FAO insectosMenudo revuelo se ha montado a resultas del reciente informe de la FAO en el que se hace una apología del uso de los insectos como recurso alimentario y sus inherentes cuestiones económicas y de seguridad alimentaria.

Antes de arremangarme y dar mi opinión déjame decir que no veo porqué tanta polémica a día de hoy. Tenemos al parecer poca memoria y hacemos otra vez una noticia de algo, de una postura, que es de sobras conocida por parte de la FAO y que de tiempo en tiempo no duda en hacer patente. Es posible que tú no te acuerdes pero esta insectívora posibilidad ya fue propuesta-defendida en anteriores ocasiones hace años. Aquí tienes por ejemplo una muestra de la propuesta que hizo esta misma institución en 2004. Más tarde, en 2008 el tema de la entomofagia volvió a estar en boca de la opinión pública a raíz de esta nota en la “sala de prensa” de la FAO. Por eso hoy, cuando escribo estas líneas, lo primero que he respondido a quién me ha hecho saber de la noticia de que la FAO promueve el consumo de insectos, ha sido un “¿otra vez?”. Sin embargo, todo hay que reconocerlo, es ahora cuando la FAO se ha marcado un extenso, detallado, y a mi juicio, razonado informe en el cual basar su posicionamiento.

Son cerca de 150 interesantes páginas (bibliografía a parte) que aborda la cuestión de los insectos desde distintas perspectivas: Las relaciones entre los insectos y los seres humanos; la entomofagia desde una perspectiva histórica y sus relaciones culturales y religiosas; las oportunidades del entorno para la cría de insectos con fines alimentarios en humanos y animales; su valor nutricional tanto para los seres humanos como para la alimentación del ganado; aspectos relacionados con su seguridad alimentaria y conservación; las cuestiones económicas: desarrollo empresarial, mercados y su comercialización y; los marcos legislativos actuales en relación con su consideración como “alimento”.

Mi opinión sobre el consumo de insectos como recurso alimentario

Gusanos

Acabar por determinar que algo sea bueno o no para comer no puede basarse solo en elementos meramente fisiológicos o biológicos. Este  tipo de decisiones debería contar con las tradiciones y hábitos alimentarios de cada civilización y su cultura. Al menos mientras haya alternativa. A lo largo y ancho del planeta hay poblaciones que detestan hasta el punto de llegar a la nausea alimentos que para otras personas son perfectamente válidos, con lo cual, no es una mera cuestión fisiológica. Tal y como menciona Rachel Herz en su libro “Eso es asqueroso” a pesar de que la sensación de asco es una de las emociones más básicas [y genuinas, apunto yo] es la única reacción de este tipo que no es innata sino que es aprendida, y pocas cosas nos provocan más asco que el ver alimentarse a otras personas con algo que no es afín a nuestros hábitos alimentarios.

Ante este tipo de poco-rebatible-argumento (estamos hablando de reacciones más viscerales que racionales) de poco o nada sirve el usar las frías estadísticas relativas al número de habitantes en el planeta que a día de hoy consume insectos de forma habitual (cerca de 2.000 millones de personas). O bien, el conocer los espectaculares datos nutricionales inherentes a la mayor parte de insectos. Sobre su valor nutricional, y a modo de resumen, déjame que mencione algunos de los datos que aporta la propia FAO:

Como fuente alimentaria, los insectos son altamente nutritivos: algunos tienen tantas proteínas como la carne y el pescado. Desecados, los insectos tienen a menudo el doble de proteínas que la carne y el pescado crudos, aunque no suelen tener más proteínas que la carne y pescado desecados […]

Cada 100 gramos de orugas secas contiene cerca de 53 g. de proteínas, un 15 g. de grasas y alrededor de 17 g. de carbohidratos. Su valor energético ronda las 430 kcal/100 gramos. Los insectos además tienen una mayor proporción de proteínas y grasas que la carne de bovino y el pescado, y un elevado nivel de energía.

Según la especie de que se trate, las orugas contienen abundantes minerales, por ejemplo: potasio, calcio, magnesio, zinc, fósforo y hierro, además de diversas vitaminas. […] 100 g. de insectos proporcionan más del 100% de las necesidades diarias de los respectivos minerales y vitaminas.

Debido a su elevado valor nutricional, en algunas regiones se utiliza la harina de orugas en la alimentación infantil para combatir la malnutrición.

A título profesional elogio la acción de la FAO a la hora de hacernos llegar esta información, al tiempo que apunta algunos de los trayectos que se podrían seguir para introducir legalmente los insectos dentro de la cadena alimentaria de los países occidentales, no olvidemos que en la actualidad y en nuestro entorno existe un vacío legal que impide su comercialización (recuerda esta noticia sobre la prohibición de su venta en el mercado de la Boquería)

En cuanto a mi opinión personal comparto al 100% la que me brindó ayer en clase Lidia, una alumna del Grado en Farmacia de la USJ que dijo que en cierta medida y en esta ocasión el posicionamiento de la FAO se le antoja un poco pretencioso ya que parece que está afirmando que si hay hambre en el mundo es porque se quiere ya que ahí están los insectos a nuestra disposición.

Mercado de insectosComo ya he mencionado el tema de comer o dejar de comer algo, sea lo que sea, incluidos los insectos va más allá de las meras cuestiones biológicas o incluso de la necesidad. No sería impensable que al menos sobre el papel alguien en nuestro entorno pensara en morirse de hambre antes que comer esa clase de alimento, los insectos, que nos muerden, transmiten enfermedades, chupan la sangre se cuelan de forma furtiva en nuestras casas, armarios, cocinas, etc.

Yo no digo que un día no pruebe estos bichos, me gustaría hacerlo sin tener que verme en el trance de comerlos para sobrevivir. Pero lo que sí tengo claro es que mientras en mi entorno no exista un sistema de cría basado en principios científicos que garantice unos mínimos estándares sanitarios tardaré bastante en probarlos. Y aun cuando los haya, no dudes que me costará. Porque sí, porque la sensación de asco que me trasmiten fruto de una respuesta visceral es superior al análisis racional que de la situación pueda hacer.

Nota: Si te interesa este tema no dejes de leer algunas de las maravillosas obras del antrpólogo Marvin Harris tales como Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura o Bueno para comer (precisamente en la edición española de Alianza Editorial, en su portada sale un niño precioso poniéndose hasta las trancas de saltamontes)

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Foto 1: Andy Sadler Vía Wikimedia Commons

Foto 2: Takoradee Vía Wikimedia Commons

Faseolamina: una zarandaja más en el universo de la pérdida de peso

Quienes la comercian se refieren a ella con nombres diversos: faseolamina a secas; con “ph” al principio, phaseolamina, si quieres ir de erudito botánico; o acabado en “e”, phaseolamine, si te va más el rollo anglófono. La tontería en esencia es la misma.

Phaseolus_vulgaris_seed

El tema no es nada novedoso, hace tiempo ya que la faseolamina juega sus cartas en este inmenso negocio en el que algunos se empeñan en convertir el tablero del adelgazamiento. Unos objetivos en principio deseables si se aspira, además, a cambiar kilos por salud. Sin embargo, las estrategias que se proponen no son, a menudo, las más aconsejables. Así, mientras unos se dedican a proponer sencillas pero alambicadas soluciones en los consabidos libros de moda con dietas milagro, otros se afanan en sacar al mercado los más variopintos complementos alimenticios a los que pasándose por el arco del triunfo la legislación europea no dudan en atribuir asombrosas propiedades adelgazantes, reductoras, quema-grasas, etcétera. Algo que suene bien, que parezca serio y sobre todo que sirva para que la gente se trague el cuento.

¿Cómo se supone que funciona la faseolamina?

La teoría es impecable, atento. Cada vez que ingieres hidratos de carbono con los alimentos, más en concreto hidratos de carbono de cadena larga como el almidón, tu cuerpo los tiene que “trocear” con el fin de absorberlos y obtener la energía de ellos. En esta labor de troceado interviene una enzima denominada alfa-amilasa encargada de romper en fragmentos más pequeños las largas cadenas hidrocarbonadas. Pues bien, la faseolamina es un “ingrediente” que se supone inhibe la acción de esta enzima. Así, si los hidratos de carbono no se trocean, estos no se absorben y por tanto no sumarían calorías. Bonito, a qué sí.

¿Acaso alguien duda de que esto no funciona?

Si dudas haces bien. Y si lo niegas, mejor aun. Te digo esto porque en 2011, hace dos añazos, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) se pronunció de forma muy concreta al respecto de este elemento como facilitador de la pérdida de peso. Puedes consultar el informe al completo aquí. Por si no te lo quieres leer entero esta es una de sus conclusiones:

On the basis of the data presented, the Panel concludes that a cause and effect relationship has not been established between the consumption of phaseolamine and reduction in body weight.

Que traducido viene a ser algo así como:

En base a los datos presentados, el Grupo Especial concluye que no se puede establecer una relación de causa y efecto entre el consumo de faseolamina y la reducción en el peso corporal.

Y no fue hace dos, sino cuatro años cuándo el GREP-AEDN se pronunció en un documento de posicionamiento en referencia a la eficacia y seguridad de la faseolamina para perder peso. Sus conclusiones similares:

La actual bibliografía científica disponible no recoge suficientes estudios en humanos correctamente diseñados que demuestren la eficacia de la faseolamina como suplemento dietético para la pérdida de peso.

Y es que tal y cómo sucede con la mayor parte de este tipo de “ingredientes” los estudios que suelen decir cosas bonitas de ellos son de una pobre calidad científica (escasa muestra, cortos espacios de intervención, sin grupo control, sin “cegar” convenientemente…) y/o están además sufragados o promovidos por quienes los comercializan. ¿Qué resultados suponías que le iban a salir al fabricante en esos estudios que él hace sobre un producto que luego te va a vender? Pues eso, resultados bonitos.

Como tampoco podía ser de otra forma las alegaciones a que este producto es “natural” son frecuentes. La fasolamina se extrae de las alubias (Phaseolus vulgaris, de ahí su ocurrente nombre) y con eso ya basta para decir que es “natural” como si este adjetivo fuese sinónimo incontrovertido de algo beneficioso. Te recuerdo que la toxina botulínica, la cicuta y las Amanita phaloides, entre muchos otros elementos también entran en la categoría de “natural”.

A los fabricantes de productos con faseolamina les debe importar un carajo que no haya estudios de suficiente calidad como para asegurar su efectividad contra los kilos de más. Además, los documentos de la EFSA (con carácter de norma y de directa aplicación según la legislación que regula este tipo de alegaciones) les deben parecer a esos mismos fabricantes algo así como una gacetilla de tres al cuarto y se deben creer que los ciudadanos nos hemos caído de un guindo si creen que con expresiones tan grandilocuentes como vacías de contenido del estilo de “clínicamente probado”, 100% garantizado, “natural”, etcétera, nos pueden engañar tan ricamente.

Y por último, lo de siempre: mi grito entre teclas hacia las dormidas, ausentes o indiferentes autoridades sanitarias ante esta situación. Ya que la comercialización de este tipo de productos no es algo aislado y se hace por parte de sus promotores sin esconderse lo más mínimo. He aquí una relación de fabricantes o distribuidores tras una somera búsqueda en internet:

Nutricion Center y su yNC25 (“anunciado en televisión” declararan orgullosos)

Actafarma y su Excess Control 500 (No perderse la entrada de Jose Menuel López Nicolás al respecto en su blog SCIENTIA)

Soria Natural y su HC Block (de los pocos que además no incluyen en su composición otras zaranzajas sin fundamento como el picolinato de cromo)

Santiveri y su Dietabelt

Y así un largo etcétera de otras marcas menos conocidas. Marcas que muchas veces comercializan este tipo de productos a través de los supermercados (en el mío sin ir más lejos). Sí, de los supermercados. Porque para vender esto no hace falta hacerlo ni mucho menos en una farmacia… aunque algunos fabricantes así se empeñen. Supongo porque piensan que les dará más glamur, o vete a saber.

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Foto: Taragui Wikimedia Commons

¿Hay alguna relación entre tu dieta y el acné que sufres?

AcnéEl acné es la enfermedad de la piel más frecuente en los países desarrollados y en no pocas ocasiones afecta de forma importante a la calidad de vida de las personas que lo padecen. Con bastante frecuencia se consideran los factores dietéticos como un factor importante en la patogénesis del acné. En cierta medida estas relaciones son consecuencia de una cierta tradición, desde principios de siglo XX, de incluir en los libros de texto de medicina sobre dermatología la creencia de que cualquier alimento agradable al paladar, en especial el chocolate, las bebidas y alimentos azucarados y aquellos ricos en grasa, eran causa del acné o del agravamiento de sus síntomas.

Sin embargo, la mayor de los estudios actuales apuntan hacia la idea de que aun existiendo una cierta evidencia, débil en la mayor parte de los casos, entre determinados hábitos dietéticos y el acné, esta relación causa-efecto no es la razón principal que explique la existencia del acné en una determinada persona. Hoy en día la mayor parte de los libros de texto sobre dermatología han abandonado casi cualquier referencia al tratamiento terapéutico del acné a partir de factores dietéticos. Frente a esta realidad, merece la pena destacar un dato que da muestra de lo interiorizado que está entre la población esta relación: hasta un 41% de los estudiantes de último curso de medicina australianos creían que el agravamiento del acné estaba influenciado de forma importante por la dieta (a pesar de lo contenido en sus libros de texto).

Hay algunos datos que apuntan de manera bastante convincente que la relación entre los estilos de vida y el acné existen, en especial cuando se considera que la prevalencia del acné es notablemente inferior en poblaciones no occidentalizadas. Además de los factores genéticos es posible que haya elementos propios del estilo de vida moderno que favorezcan su aparición o cuando menos su agravamiento (el estrés parece ser también un elemento a tener en cuenta). Sin embargo, aun no se ha dado con la clave de esta relación de manera concluyente.

La principal evidencia actual entre el binomio alimentación-acné se resume de la siguiente forma:

  • Los profesionales sanitarios no deben descartar una asociación entre la dieta y el acné. Pero estas asociaciones no se deberían generalizar a todos los pacientes.
  • Hay pruebas bastante convincentes de que aquellos estilos de alimentación caracterizados por un alto índice glucémico podrían agravar el acné.
  • Podría existir una asociación entre la incorporación de lácteos en la dieta y el acné, pero la evidencia de que esto sea así es bastante poco consistente.
  • En cuanto a nutrientes concretos, el papel de los ácidos grasos omega-3, los antioxidantes, el zinc, la vitamina A, y la fibra dietética en el desarrollo y/o agravamiento del acné no está nada claro.

¿Y el chocolate en concreto?

El chocolate es un alimento que ha de ser observado entre aquellos que poseen un alto índice glucémico (como el resto de los dulces u otros alimentos con un alto aporte de hidratos de carbono sencillos, como por ejemplo la miel). Pero, al parecer, no es preciso criminalizar el alimento concreto (en este caso el chocolate) si no más bien el estilo alimentario general. Es decir, los efectos del consumo esporádico de chocolate (o de miel, dulces, etc.) con respecto al acné pasarían más o menos inadvertidos siempre y cuando se consumiera en el marco de una ingesta con índice glucémico más bajo.

¿Y los lácteos? 

En contra de lo que se suele creer, la posible y pequeña influencia de los lácteos en el acné no estaría relacionada con las grasas contenidas en estos alimentos, sino más bien con las proteínas del suero lácteo o con factores hormonales. Esta explicación coincide, como en el caso de los alimentos con un alto índice glucémico, con la certeza bastante plausible de que en el origen del acné uno de los factores más importantes es el equilibrio hormonal.

En resumen, no hay una evidencia clara de cuál es el papel de los factores dietéticos en el desarrollo del acné. Las pocas evidencias que existen son débiles y en la actualidad la ciencia tiene más preguntas que respuestas sobre este tema. La mayor parte de investigadores suelen coincidir al afirmar que el principal consejo reside en la necesidad de aportar un asesoramiento individualizado, nunca generalizado y, que además, tanto los profesionales sanitarios como los pacientes han de ser conscientes, de las limitaciones que tienen las recomendaciones relativas a los estilos de vida.

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Foto: David Castillo Dominici vía FreeDigitalPhotos.net

Y tú, ¿eres un cocinero “coñazo”?

Cocinero enfadado 2

Te lo pregunto porque yo sí lo soy. Aunque me pese. Para entender a qué me refiero en concreto con lo de cocinero “coñazo” o pelmazo, no se me ocurre mejor ejemplo que el de su análogo, el conductor «coñazo», figura que la mayor parte de personas no dudan en saber reconocer. Ese conductor al que me refiero (y que seguro tú conoces) es el que cuando viaja de acompañante, en cualquiera de las plazas del vehículo, está constante, insistente y cansinamente dando consejos a quien en ese momento conduce. O más directamente diciéndole cómo tiene que conducir:

cambia de carril…

cuidado con el coche rojo de la derecha…

arranca ya que el semáforo lleva verde dos minutos…

acelera… o frena, etcétera.

¿Ya tienes claro quién es un conductor “coñazo”? Pues el cocinero ídem igual:

espera a que el aceite esté más caliente…

saca ya la pasta del agua que se va a “pasar”…

es mejor cortar la patata así y no asá….

es mejor que a la hora de rebozar en el huevo batido pongas un poco de agua (o de leche)…

el horno no tan fuerte (o más fuerte), etcétera.

Imagino que es en este momento, cuando mi santa esposa lea estas líneas, cuando le esté empezando a gotear el colmillo, mientras se relame con lo que me va a decir cuando me vea. La razón es sencilla de entender, ella es la persona sobre la que suelo descargar mis comentarios más pelmas cuando es ella la que cocina. Que conste que yo suelo cocinar más que ella (aunque es probable que ella discrepe de esta valoración) Ya he reconocido que soy un cocinero “coñazo”. Mea culpa. Pero es que no lo puedo evitar.

Que se me haga tan difícil el reprimirme también es fácil de comprender. Volvamos al tema del conductor. No tengo problemas en reconocer que yo también lo era antes, pero en esto he cambiado, ni dirijo consejos a la persona que conduce y ni tan siquiera los pienso (salvo que sea algo flagrante). No sé por qué he cambiado en este terreno, a lo mejor porque suelo coincidir como pasajero con conductores más o menos hábiles o bien porque, de perdidos al río, ante un posible accidente tengo una suficiente (quizá excesiva) confianza en todos los sistemas de seguridad que hoy por hoy llevan casi todos los coches. Imprudencias aparte. Esas sí que no las tolero.

Que este mismo cambio no se haya producido en mi persona en el marco de una cocina quizá dependa de que ante un plato mal cocinado no hay mecanismos de seguridad que valgan, es lo que hay y te lo tienes que comer. Y como me gusta comer bien (cada uno verá qué considera por comer bien) y en casa nos cuesta mucho tirar algo de comer pues de ahí, quizá, que me cueste refrenarme cuando veo que algo en la cocina va a acabar en un resultado alejado del óptimo.

A quien tengo verdaderamente frita con esto de ser un coñazo en la cocina es a una mujer extranjera que realiza algunas labores domésticas en casa de mis suegros. Entre esas labores figura el cocinar. Pero es que no es para menos. Te cuento, y si quieres puedes reírte como normalmente sucede cuando cuento esta anécdota.

Un buen día (de los primeros en entrar en la casa esta mujer) tenía que preparar unos filetes de ternera empanados que eran enormes, es decir, la pieza  de carne de la que habían loncheado los filetes era muy grande y por tanto los filetes eran larguísimos. Para hacerlos contaba con: aceite, huevo, pan rallado y una sartén de unos 22 cm de diámetro. En estas que en plena faena entro yo en la cocina y me veo a la mujer con medio filete dentro de la sartén con el aceite y la otra mitad, la que sobresalía, sujetándola, en el aire y fuera de la sartén, con un tenedor. Un poco enfadado (no era su primera tropelía culinaria), le digo que no, no y no… que lo que hay que hacer es “cortar” los filetes para que quepan en la sartén (¿sencillo, no?). Creyendo que mis explicaciones serían suficientes como para que entendiera, me fui. Craso error. Al volver a la cocina me encuentro con filetes redondos… precisamente del diámetro de la sartén. Y además con un montón de recortes fruto del redondeo de los filetes XD.

En fin, tengo el consuelo de que ser un cocinero “coñazo” implica al menos ser un tipo de cocinero, es decir, dedicarle un tiempo a la cocina y todo lo que ello implica en el perfil de los menús cotidianos, la transmisión de ese conocimiento a tus hijos, etcétera. Así que, a menos que sea del tipo “malo” te animo a que se pueda decir de ti que eres un/a cocinero/a (“coñazo” o no, de momento eso es lo de menos) y a que dediques más tiempo a estas cuestiones culinarias.

Por cierto, si tienes algún tipo de anécdota culinaria que contarnos, seguro que nos divierte y enriquece. Los comentarios están a tu entera disposición.

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Foto: imagerymajestic vía FreeDigitalPhotos.net

El colmo en la recomendación de una dieta milagro: resucitar a los muertos

Michel MontignacLa venta y promoción de dietas milagro ha caído en una espiral de contrasentidos que roza lo histriónico. Un buen compañero de profesión, Carlos Ferrando me hace llegar a través de twitter (@cfnutricion) este enlace, que contiene la enésima defensa de una dieta milagrosa más con rocambolescas teorías, nada novedosas, sobre el cómo adelgazar con éxito. Como digo nada nuevo y más si se tiene en cuenta que se trata del manido sistema de Michel Montignac. Un sistema dietético que tiene su lugar en el “Hall of fame” particular de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) enmarcada dentro de las dietas milagro más populares. Puedes consultarlo en este enlace genérico o en este otro más concreto.

Nada nuevo bajo el sol salvo por el pequeño detalle que en la entrada a la hago referencia se habla de la “dieta Montignac” y en concreto de su autor, Michel, como si estuviera vivo. Pero va a ser que no. Michel Montignac falleció en 2010 víctima, según diversos medios de comunicación, de un cáncer de próstata. Así lo pone de relieve también el que dice ser el sitio web oficial del Método Montignac

La cosa no dejaría de ser una mera anécdota si la página web en cuestión fuese antigua, es decir si se hubiera publicado con anterioridad a su muerte y no se hubiera revisado posteriormente, pero va a ser que tampoco. Según reza la información pública que se puede extraer de dicha página web, su publicación data del 5 de mayo de 2013. Bien, bien.

Recorte Montignac

Sea como fuere este asunto me ha traído a la cabeza un artículo que publiqué en la revista “Sabor de Aragón” a resultas de una entrevista que le hacían en un suplemento dominical en 2008 a Mr. Montignac cuando su método estaba bastante de moda, justo antes, qué casualidad, que el de Dukan saltara a la palestra. Voy a transcribir literalmente lo que en su día se publicó en aquel artículo, en respuesta a varias de las declaraciones del Sr. Montignac. La casualidad, ahora puedo decirlo, solo la casualidad quiso que titulara a aquel artículo “Mr. Montignac que está en los cielos”. Ya me dirás si identificas algunos latiguillos comunes a todos estos gurús de la dieta sencilla, fácil, segura y eficaz

Mr. Montignac,

Estando totalmente en desacuerdo con las declaraciones vertidas en una entrevista publicada en un suplemento dominical de nuestro país con motivo de la salida al mercado de su nuevo libro, me he decidido finalmente a contestarle, como si de una carta se tratara, desde este medio. […] Puede estar seguro que a mí no me mueve ningún interés comercial al contestarle, como lo hago, a algunas de las “perlas” entresacadas de la mencionada entrevista, todas ellas en relación a su particular forma de entender la nutrición. […] Cito textualmente en negrita sus propias palabras y le contesto a continuación:

En la población occidental, el consumo energético cotidiano ha disminuido cerca de un 50% desde los años 30 y un 35% desde los 60. Paralelamente, el problema de la obesidad se ha multiplicado por cuatro. ¿Entonces? Menos se come, más se engorda. Ésa es la gran paradoja. A menos calorías no se adelgaza más. Contestación: La gran paradoja es que aun existan personas que se crean la manipulación que usted hace de los datos estadísticos y no darse cuenta. Le cuento lo que sus datos sesgados quieren decir en realidad: Actualmente es cierto que se ingieren muchas más calorías que las que se gastan, cosa que  no ocurría en aquellos años en los que la cantidad total de calorías consumidas podía, dándole la razón, ser mayor; pero el gasto no es que «pudiera» ser mayor, es que era a buen seguro mucho mayor que el de hoy en día y por lo tanto, el balance final es que entonces se gastaba más de lo que se comía y hoy en día es justamente al revés. Es relativamente fácil liar la madeja con impresionantes cifras estadísticas, haciendo parecer lo que desde luego no es. A este efecto recuerdo la Única Verdad Estadística (si, si, con mayúsculas) que dice que: «de cada 10 personas que ven la televisión… 5 son la mitad» (Les Luthiers).

Casi todos los nutricionistas me lo han copiado [su método]. Contestación: Es curioso pero no conozco ningún diplomado universitario en Nutrición Humana y Dietética que lo haya hecho (y conozco más de dos). Es la típica frase de autobombo, imposible de ser demostrada que ayuda al aumento de sus ventas.

Soy un caso bastante excepcional, porque mi método ha demostrado su validez cuando ya han transcurrido 20 años.Contestación: Su caso no es nada excepcional. Personajes como usted han existido siempre y, tristemente, seguirán haciéndolo. Su método lo único que ha demostrado es ser realmente válido para sacarle dinero a la gente a la hora de comprar sus libritos. A este respecto me gustaría hacerle una pregunta: ¿De los 50  millones de ejemplares vendidos cual es, a día de hoy, las personas que mantienen un peso adecuado gracias a su método? En mi opinión, comprar el panfleto, tenerlo en una estantería del salón y haberlo intentado seguir durante tres meses es una cosa… y que la cosa funcione de manera sostenible a lo largo de los años es otra muy distinta.

Somos el único animal que se alimenta con la leche de otra especie [como ejemplo de un comportamiento aberrante]. Contestación: Total y completamente cierto en cuanto a la singularidad del hecho. Pero también somos la única especie animal que realiza obras de arte, que compone y escucha música, que va al cine y, pongamos por ejemplo, que come albóndigas con tomate… Y la razón de todo ello, incluido el famoso tema de la leche, es que somos capaces. ¿Ha visto usted alguna vez, Mr. Montignac, a un gato ordeñar una vaca? Sin embargo ponga un plato del líquido en cuestión delante de cualquiera de la especie animal que se le ocurra y mire a ver que pasa. No le digo ya si además tiene hambre. Si el resto de mamíferos no toma leche es porque no conocen la ganadería y aunque la conocieran, tendrían serios problemas para ordeñar las vacas, las cabras o las ovejas.

La leche de vaca es un riesgo para la osteoporosis y para la descalcificación infantil. Es la verdad. No soy un charlatán. Contestación: Ante semejante afirmación solo me cabe decirle que “Excusatio non petita, acusatio manifesta”, que viene a decir que, el que da explicaciones sin pedírselas algo tiene que ocultar. Es usted mismo es el que dice no ser un charlatán…

En fin, podría seguir hasta el aburrimiento comentando sus declaraciones, pero lo único que en definitivas cuentas creo que puede interesar al público en general es saber que ninguno de sus asombrosos descubrimientos en pos de la correcta alimentación ha sido jamás publicado por una revista científica, ni ha sido objeto de revisión por expertos… y la razón es que sus estudios clínicos no son fiables, al igual que sus estadísticas. De las pocas veces que los verdaderos entendidos en la materia se han pronunciado sobre sus teorías, me quedo con la que hizo el Dr. Grande Covián allá en su época, que dijo textualmente: “es un régimen basado en premisas falsas, como que la causa de un exceso de peso es, en todos los casos, un funcionamiento defectuoso del páncreas”.

Usted no es nutricionista ni profesional sanitario (por mucho que lo diga El Mundo), usted se dedica profesionalmente a la venta de su sedicioso método adelgazante. Hablando de este tema, supongo que estará al corriente de la ingente cantidad de publicidad que se inserta en no importa que revista o periódico buscando clientes que compren revolucionarios métodos para perder peso; que si el libro de los alimentos que adelgazan o el de las propiedades mágicas del vinagre o el de las 14 plantas adelgazantes o el de la alimentación según el grupo sanguíneo, etc. (la lista es interminable). La única diferencia de éstos con su método, es la estrategia de mercado que siguen. Usted invierte más y por supuesto “cosecha” más. Y cosecha más, no por que su método funcione mejor, sino simplemente por que hace más ruido.

Déjeme, por último, decirle una cosa, a usted, y a todo el mundo que trata de hacer fortuna con un problema de salud con tintes de epidemia: ¡Por favor dejen de engañar, dejen de jugar con las sentidas preocupaciones de una población afectada de un problema de salud!

Sé que estas palabras son como predicar en el desierto ya que ustedes (ahora sí, en plural) van a seguir estando ahí ofertando soluciones por unos pocos euros diciendo a la gente lo que quiere oír… pero eso y la solución real están bastante alejadas.

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Foto: http://www1.ilmortodelmese.com/2010/08/michel-montignac-1944-2010.html

Pinzimonio: una sabrosa y saludable opción de picoteo o aperitivo

Pinzimonio_Benedetto Dell'AricciaAlguna vez he comentado que una buena parte de las causas de nuestro malos hábitos es el ambiente obesogénico en el que vivimos. Hay muchos, muchísimos, elementos implicados en esta cuestión del ambiente obesogénico. La vida que llevamos muy facilitada desde el punto de vista  de la actividad física, una superabundancia alimentaria, un aumento de las “soluciones” para comer a base de alimentos procesados, un decreciente saber hacer culinario, una oferta casi ilimitada de picoteos (dulces o salados) más o menos poco adecuados en especial cuando estos se repiten con demasiada frecuencia, etcétera. Como tantas veces he dicho no hay soluciones milagrosas sino posibles cambios de hábitos hacia aquellos más saludables; retomar buenas costumbres y desterrar las malas.

Una de esas posibles herramientas podría ser la inclusión de mejores alternativas a los típicos aperitivos caseros a base de snacks salados, fritos y demás. Y hoy os acerco una que nos viene desde Italia. Se llama Pinzimonio y consiste servir verduras y hortalizas cortadas normalmente en bastoncitos con los que poder untar en una salsa vinagreta preparada a tal efecto.

Como siempre no se trata ni de que te aburras con opciones hipersaludables ni de que aburras a los posibles invitados que en un momento dado recibas en tu casa. Considéralo una alternativa, una opción más que, o bien sola o bien junto a otros aperitivos, pueda estar presente en tu mesa en un momento dado.

¿Cómo se hace el pinzimonio?

Es sumamente sencillo, has de escoger las hortalizas frescas que tú prefieras y cortarlas en tiras o bastoncitos. Entre las más típicas que suele incluir este aperitivo de origen italiano están el apio, la zanahoria, el hinojo, el pepino, el pimiento rojo, los rábanos (estos no suele hacer falta cortarlos), endivias, cebolleta… y todas las demás que tu quieras considerar. Lo más frecuente consiste en disponer los bastones de las hortalizas en vasos o recipientes altos y estrechos formando una especie de ramillete.

Para la vinagreta puedes utilizar los ingredientes que más te plazcan, para mí los básicos serían un buen aceite de oliva virgen extra con sabor acentuado (por ejemplo de aceitunas arbequinas) un buen vinagre de jerez añejado de los que tenemos fantásticos en España y una pizca de sal. A partir de ahí, tú mismo, puedes incorporar distintos tipos de pimienta, mostazas, un picadito de cebolla, alcaparras, zumo de limón u otros ingredientes. Es importante batir de forma vigorosa la vinagreta sabiendo que con el paso del tiempo lo más probable es que se separen sus fases y haya que volver a batir. Lo cierto es que creo que la receta tradicional de este palto no incorpora vinagre y se untan las hortalizas en el propio aceite especiado o no. Normalmente yo soy más de vinagretas, aunque depende de los días. Tú mismo.

Al final se trata de hacer una especie de aperitivo del tipo “dip” (untar) pero con unos ingredientes más alejados de la cultura americana (nachos, nuggets, snacks con salsas picantes, mayonesas, etc.) y más próxima a nuestras tradiciones o en este caso a las tradiciones vecinas.

Poco se puede innovar en un plato tan sencillo y básico, pero por probar que no quede y depende de tus gustos que la vinagreta la puedas cambiar o combinar con otras salsas como por ejemplo salsas de yogur de tipo griego como el tzatziki, salsas orientales a base de soja o de influencia árabe como un sabroso hummus.

A untar y a disfrutar. #slurpslurp

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Foto: Benedetto Dell’Ariccia

Nutrición-área 51: La flora intestinal como condicionante del peso

Clostridium_difficileYa comenté en el nacimiento de esta subsección que en ella tendrían cabida algunas cuestiones que forman parte de la investigación en materia de alimentación, nutrición y salud y que no todos ellas tenían porque ser “disparatadas” o anecdóticas. El de hoy no es, en principio, ninguno de estos esos casos tal y como sucedió en la entrada de los ciclos-futiles. En resumen se trata de lo siguiente, al parecer, recientes hallazgos han puesto de relieve la posible relación de la flora intestinal con el estatus ponderal o bien con la facilidad vs dificultad para adelgazar.

Antes de continuar no quiero que pienses que he perdido el norte. Sigo siendo de la opinión que la obesidad es una enfermedad multifactorial, que puede ser descrita de forma simple (o incluso simplista) como el resultado de un desequilibrio a largo plazo en términos energéticos entre la ingesta y el gasto energético, equilibrio en el que interviene de forma importante la genética de cada individuo. Sin embargo, mientras que los hábitos alimentarios modernos (caracterizados por la sobre-abundancia) y nuestro estilo de vida (cada vez más sedentario) son algunos de los principales elementos que facilitan el espectacular auge de la obesidad, algunos científicos se están volcando en la investigación de otros posibles factores de riesgo. Uno de esos elementos más recientes ha surgido en los últimos años y especula con la relación entre la obesidad y la composición y funciones de los microrganismos (las bacterias) de nuestro tracto digestivo.

De momento los resultados son controvertidos, es decir no está nada claro, ya que hay estudios de todo tipo, tanto en modelos animales como en humanos y sus resultados contradictorios. La mayor parte de estudios se centran en la distinta proporción de dos Phyla de microrganismos los bacteroides y los firmicutes. Así, buena parte de los estudios ya sean en animales como en humanos que han encontrado asociaciones entre una particular población microbiana y la obesidad apuntan a que en los individuos obesos la población de bacterioides está aumentada y la de firmicutes reducida frente a aquellos otros no obesos. Incluso hay estudios que han puesto de manifiesto un cambio en la población de bacterias tras el adelgazamiento.

Sin embargo, otros estudios no han encontrado tal relación y achacan la variación en la población microbiana a otros factores, entre ellos la composición de la dieta. Más en concreto a la presencia de determinados elementos tales como grasas con un determinado perfil lipídico, la mayor o menor presencia de fibra, etcétera.

En resumen, el debate sobre la importancia en el desarrollo y tratamiento de la obesidad de la relación entre Bacteroides y Firmicutes sigue totalmente abierto. Uno de los elementos más obvios a tener en cuenta para la caracterización de la flora microbiana son las diferencias en la genética del huésped. Además, hay otros factores importantes que convendría tener en cuenta antes de sacar conclusiones precipitadas en este asunto. Entre esos factores están, el tipo de dieta restrictiva efectuada en el caso de adelgazamiento, la magnitud de la pérdida de peso y la duración del estudio. Es posible que el más importante de estos factores esté relacionado con la composición en macronutrientes de la dieta.

Otra cuestión por dilucidar especialmente relevante es si las poblaciones de estas bacterias son responsables de las variaciones del peso o en sentido contrario su ecosistema cambia como consecuencia de la dieta que en cada momento se sigue. Es decir, queda por esclarecer si los cambios en la tipología y cantidad de las bacterias presentes en nuestro organismo son causa o efecto de las variaciones en el peso.

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Foto: Centers for Disease Control and Prevention vía Wikimedia Commons

Una iniciativa ¿valida? contra la magufería del adelgazamiento y demás

Perder kg en semanas_AlaskanLibrarian

Han sido muchas las veces que escrito en este blog denunciando productos y procedimientos milagro para perder peso, de aquellos que lo único que te adelgazan de verdad es la cartera, la esperanza, la confianza y el amor propio. Al mismo tiempo, también he apelado en todas esas entradas a nuestras Autoridades Sanitarias, a su responsabilidad en el permitir y no sancionar tanto los productos o servicios en sí como su publicidad.

La noticia que hoy os traigo es que al parecer hay una cierta iniciativa gubernamental para tratar de atajar esta especie de casa de tócame Roque que es en realidad la cuestión de la pérdida de los kilos de más y otras cuestiones relacionadas con la salud imagen. La posibilidad de regular el putiferio de los productos milagro viene gestándose desde hace aproximadamente un mes tras un informe elaborado por el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA). Una de las cosas más curiosas es que quién en el panorama nacional ha tomado la iniciativa es el Ministerio de Industria [¿esto… qué?] Sí, el Ministerio de Industria que tiene bajo su tutela al SETSI (Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información). A mí me parece cuando menos llamativo que el Ministerios de Sanidad se inhiba de estas cuestiones; al menos yo no he leído nada relacionado con él en el marco de esta noticia.

Al parecer ya les han parado los pies a determinados anunciantes de productos milagro en determinadas cadenas de televisión. Entre ellos y relacionados con el adelgazamiento están por ejemplo el té chino del doctor Ming, los parches adelgazantes Hollywood Patch y la alcachofa de Laón entre los más tristemente ya conocidos. Bien, está bien. O mejor, está regulín-regulán.

Hay tres o cuatro cosillas que me mosquean y no me gustan de este tema:

La primera, que los requerimientos cese de la publicidad de estos productos por parte de la SETSI en el panorama Nacional o del Consejo Audiovisual de Andalucía, no implican sanción por haber incumplido la legislación. Es decir, en estas circunstancias, los sinvergüenzas que se dedican a comercializar este tipo de productos pueden llegar a valorar el lanzar un producto milagro a todas luces fraudulento y que saben que más tarde o temprano te van a obligar retirar (o no) sabiendo que, si venden algo, todo serán beneficios. Las sanciones deben de ser solo para ti o para mí cuando nos saltamos un semáforo en rojo (con o sin riesgo). De esas no te libra nadie. Pero puedes salir en la tele o en la radio proponiendo cualquier barbaridad que, si eso, ya te pedirán amablemente que lo retires y a partir de ahí a otra cosa mariposa.

Segunda. Al parecer todo lo que he leído a este respecto alude a la televisión. En la radio yo sigo oyendo barbaridades importantes y nadie ha comunicado que se haya requerido a ninguna radio la retirada de las decenas de productos milagro que en ellas se anuncian. Además lo hacen infringiendo de forma flagrante la legislación en materia de publicidad, utilizando el testimonio de supuestos médicos, asegurando remedios o curaciones fuera de toda duda, etc. Supongo que lo de poder mediar en Internet sería ya como de risa, ¿no?

Tercero. Estos productos (tés chinos, alcachofas, parches y demás) se siguen publicitando. ¿Cómo, qué, que se siguen publicitando? Si, como lo oyes, al parecer lo que estaba mal hecho no era el producto en sí, sino la forma de venderlo. Lo digo porque las actuales publicidades de estos productos siguen siendo tan vergonzosas como antes. Con independencia de que ahora sí cumplan la legislación vigente (cosa que dudo y pongo en entredicho)

Cuarto. Está bien la iniciativa, desde luego es mejor que no hacer nada, pero es que hay tanta tontería por ahí suelta que esto se me asemeja más a matar moscas a cañonazos que a otra cosa. Además, ¿por qué centrarse en los que salen en TV y no ir directamente a las farmacias, herbolarios, herbodietéticas y dar caña ahí a los engañabobos?

Quinto y último, ¿dónde siguen estando nuestras autoridades sanitarias? Lo digo porque a mí, que soy muy raro, ya lo sabes, me parece que son estas las que debieran mediar en el momento que la salud pública esté en juego… Que además haya o no una estafa casi me parece secundario.

Me despido, al tiempo que mientras le doy a la tecla para terminar esta entrada veo en en la tele a una adivina con su bola de cristal en ristre y Tarot por medio sugiriéndome que llame a un 806 para que ella me solucione todo lo que me preocupa. Mira que es irónica la vida.

Qué mal vamos.