¡Yippee-ki-yay! John McClane y los 30 años de ‘Jungla de cristal’

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Unas pronunciadas ojeras y arrugas en la piel delatan su edad, pero aún se le reconoce la mirada agria y el trazo de su sonrisa mordaz. John McClane sin un pelo adornándole la cabeza, la alopecia hacía tiempo que mostraba síntomas en su cuero cabelludo y, de hecho, ya lució una lustrosa calva en La jungla 4.0, de 2007. Sigo vivo pese a todo, y siguen habiendo tipos muy malos allá afuera, o dentro de algún edificio, es lo que debe estar pensando.

Solitario y, donde debería habitar la placidez de un retiro dorado, algo le agita en su interior, mientras unas escenas nos llevan al pasado, a un John McClane jovial y primerizo dando sus primeros pasos en el departamento de policía de Nueva York como azote de criminales y también tormento de sus superiores, reprochándole continuamente sus expeditivos métodos. La escena es fácil de imaginar si tenemos en cuenta que los estudios Fox están pensando en una nueva entrega de sus aventuras, la que sería la sexta, con el guion encargado a los responsables del de Expediente Warren (los hermanos gemelos Chad y Carey Haye) y que se centraría en sus orígenes. Dirigiría Len Wiseman, el realizador de Underworld y de precisamente La jungla 4.0.

Jungla de cristal (Die Hard, 1988)

( ©Fox )

Pero el John McClane que siempre recordaré es el de hace 30 años, el del estreno de la primera Jungla de Cristal (Die Hard en su título original) y que tuvo su primicia en California el 12 de julio de 1988. A los cines norteamericanos llegaría ocho días después y a los nuestros a finales de septiembre. Su «Jungla» fue un bombazo, una explosiva, divertida y adrenalítica mezcla del wéstern Solo ante el peligro con el catastrofismo de El coloso en llamas.

Desde entonces, ha sido la película de acción que Hollywood siempre ha deseado repetir, con el permiso de la saga de colegas iniciada igualmente en los 80 de Arma letal, con Mel Gibson y Danny Glover. Entretenimiento, espectáculo, calidad, diversión, humor y tensión.

En los tiempos actuales, de adjetivos y superlativos fáciles, sobre todo a través de Twitter y las redes sociales, nada más terminar el pase mundial o el preestreno de una superproducción o de la «película más esperada del momento», Jungla de cristal sigue siendo décadas después buena, muy buena en todo. Es El Padrino de las películas de acción.

Estaba su director, John McTiernan, y todo el mérito de su equipo artístico y técnico, pero el personaje surgido del best seller Nothing Lasts Forever escrito por Roderick Thorp es en un 99,9 % Bruce Willis. Todavía era el actor treintañero, y solo una incipiente promesa como estrella de cine, curtido en la mítica y muy cinéfila serie televisiva Luz de luna (Moonlighting), exhibiendo tensión sexual no resuelta y sus tiras y aflojas con su pareja ante las cámaras Cybill Shepherd.

El John McClane de Bruce Willis sudaba la camiseta como nadie en su accidental, y accidentado, encuentro con un grupo de terroristas en el rascacielos Nakatomi Plaza de Los Angeles. Él acudía a una fiesta navideña buscando reconciliarse con su exesposa (Bonnie Bedelia) ignorando que los tiros iban a ir por otro lado muy distinto. La auténtica jarana se la ha había organizado la banda de malvados capitaneada por un tal Hans Gruber, al que encarnó de manera antológica el añorado Alan Rickman.

Jungla de cristal (Die Hard, 1988)

( ©Fox )

Sin ser para nada malas, ninguna de las cuatro secuelas hasta el momento ha estado a la altura (la quinta, La jungla: Un buen día para morir, de 2013, directamente para olvidar), más que nada porque esa primera aventura poseía un carácter especial.

Los espectadores no esperaban esa trepidante fórmula protagonizada por un desconocido John McClane, sarcástico e imprevisible, y con el mismo fervor aplaudieron sus ocurrencias como el famoso «Yippee-ki-yay», un gritito de júbilo inventado para la ocasión y cuya locución homenajeaba a los vaqueros (como los personajes que inmortalizaron John Wayne o Roy Rogers, citados en la película) sazonada con un ligero toque tirolés.

De'voreaux White en Jungla de cristal (Die Hard, 1988)

( ©Fox )

Aunque, después de tanto destrozo, quedémonos con otra memorable frase final, la última de la película y que pronuncia el chófer afroamericano de la limusina, Argyle (De’voreaux White), que espera pacientemente, sin enterarse de nada, a que McClane salga de su juerga privada en el Nakatomi: «Sí así es cómo pasan la Navidad, yo no me pierdo el año nuevo». Y lo mismo, después de todo y a sabiendas de que será imposible llegarle ni a la suela de los zapatos a esa primera jungla, será difícil no desear ver esa nueva aventura de Die Hard.

3 comentarios

  1. Dice ser james tiberious Referral from colleagueK

    Sigo viendola de cuando en cuando, pelicula mitica de verdad, con esos pies descalzos llenos de cristales.

    12 julio 2018 | 09:33

  2. Dice ser Pedro Jesús PLV

    Olvídense, ya nada se le acercará, esto sí era cine de acción y no las mariconadas de hoy en día. Eterno John McClane.

    12 julio 2018 | 11:26

  3. Dice ser Tonikov

    Tirarse del rascacielos atado a la cintura con una manguera contra-incendios, mientras explota todo el tejado envuelto en llamas, NO TIENE PRECIO… hurra por John McClane

    06 agosto 2018 | 11:29

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