‘El cebo’, 60 años de un clásico atípico con asesino de niñas

En blanco y negro

Basta con decir «película con asesino de niñas» para que a cualquier amante del cine le venga a la memoria M, el vampiro de Düsseldorf, la obra maestra de 1931 dirigida por Fritz Lang, uno de los mejores directores de la historia del cine. Es lo que tiene ser pionero en tratar un tema nuevo o desde un punto de vista innovador. O en ser el primero en tratarlo de manera magistral.

Pero inmediatamente a la excepcional obra protagonizada por Peter Lorre le debería seguir la imagen de El cebo (1958). Una inusual perversión del cuento de Caperucita Roja con un lobo feroz aficionado a engatusar niñas rubias con trufas de chocolate y burdos trucos de farándula. Pequeñas inocentes que luego aparecerían muertas en los bosques, en lugares cercanos a las carreteras de los idílicos parajes suizos.

El cebo 1958

( ©Divisa red )

Hace 60 años, el 4 de julio de 1958, el Festival de Berlín acogía el estreno mundial de lo nuevo del cineasta de origen húngaro Ladislao Vajda, autor de algunos de los mayores éxitos de nuestra cinematografía. Pero en aquella ocasión el autor de Marcelino, pan y vino (1954) no traía precisamente una propuesta familiar con esta coproducción española con Suiza y, por entonces, la República Federal Alemania.

El peso de convertirse en asesino recayó en el actor alemán Gert Fröbe cuyo rostro y físico le conduciría a lo largo de su profesión a hacerse con personajes nada simpáticos para el espectador, uno de ellos el del carismático villano de la tercera aventura cinematográfica del agente 007, la de James Bond contra Goldfinger (1964).

El suyo era el tipo neurótico, reprimido y hostigado psicológicamente por una autoritaria madre que no duda en aprovechar cualquier ocasión para arrojarle su desprecio. Un psicópata de manual cercano al Norman Bates de Psicosis o al de muchos otros. Tantos que el origen y la causa de su impulso asesino, el de su relación con mamá, podría parecernos un tópico de lo más fácil y manido si no fuera porque hasta la reciente, y soberbia, serie Mindhunter creada por Joe Penhall con el sello de David Fincher (en la producción ejecutiva y dirigiendo algunos de los episodios) ha puesto de manifiesto la importancia de ello en esos también pioneros estudios del FBI, a finales de los 70, en torno a la naturaleza, sentimientos y motivaciones de los asesinos en serie.

Puesto ojos y cara al mal, El cebo contó con Heinz Rühmann como el maduro comisario, a punto de retirarse hacia un destino más apacible, y que llegará al extremo de apartarse del cuerpo de policía en su objetivo por intentar hallar al culpable. La madrileña María Rosa Salgado, era la madre buena, pero con el estigma de ser soltera, cuya hija Annemarieuna (Anita von Ow), era la angelical criatura que el agente usaba como carnaza para atraer al psicópata criminal.

El guion fue obra del suizo Friedrich Dürrenmatt quien inmediatamente después escribiría una novela, La promesa (título que hacía referencia a una de las escenas más dramáticas del filme, cuando el comisario Matthäi debía comunicar la muerte de unas niña a sus padres). El libro sería la base para El juramento, la versión que en 2001 dirigió Sean Penn con Jack Nicholson como protagonista. Una visión mucho más centrada en las obsesiones del policía protagonista y manteniendo el final desasosegante del libro en lugar del de la película de Vajda.

El cebo 1958

( ©Divisa Red )

En su estreno en España, en Madrid llegaría a los cines en febrero de 1959, se recortaron algunas escenas, nueve minutos, no por la censura sino para rebajar la clasificación por edades. Una de las escenas aligeradas fue la del conato de justicia rápida por parte de algunos de los hombres del pueblo, es decir, el casi intento de linchamiento al principal sospechoso, un vendedor ambulante (interpretado por el mítico actor francés Michel Simon). Las críticas fueron buenas, pero el éxito en taquilla escaso. El tiempo, y los distintos pases televisivos la irían encajando en el lugar que le correspondería.

Erizos, bosques, magos, gigantes, títeres o el dibujo infantil de una niña como única pista. Sea por ello o por la interpretación de Gert Fröbe o esa niñita rubia a la que da vida con inusitada candidez y desparpajo Anita von Ow, El cebo es de las que hacen mella. Buena prueba es que incluso ha inspirado una reciente exposición en torno a su iconografía y contexto histórico, La ilusión y el miedo; además de atizar las pesadillas y recuerdos cinematográficos de numerosos espectadores.

2 comentarios

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    04 julio 2018 | 10:42

  2. Dice ser FAQsimil

    Una de las escenas que más me llamó la atención fue cuando el comisario va a la escuela a hablar con los compañeros de clase de la niña asesinada. Con qué naturalidad y franqueza les habla de la situación. Creo que hoy en día eso sería impensable, todo el mundo saltaría diciendo que los niños se van a traumatizar y que hay que hablarles con más cuidado. Los tiempos cambian y las sensibilidades también.

    04 julio 2018 | 16:53

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