El primer orgasmo femenino en el cine, el de Hedy Lamarr en ‘Éxtasis’

En blanco y negro

Hedy Lamarr - Éxtasis (1933

( ©Slavia-Film, Gustav Machatý )

Hace 85 años. Un primer plano de un rostro femenino, bellamente esculpido, tumbado en la cama. Los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Se intuye la excitación de su respiración, sus manos y brazos intentando suavizar los gemidos causados por el placer. A Hedy Lamarr se le recordará por ser una de las actrices más bellas de su generación, «la más bella» según algunos, aunque de entre las poco más de una veintena de largometrajes que protagonizó en Hollywood ninguna mereciera una calificación de diez. Sansón y Dalila (1949), La extraña mujer (1948), Cenizas de amor (1941), Fruto dorado (1940), Esta mujer es mía (1941) o Argel (1935) entre ellas. Pero las escenas que la hicieron inmortal, en el cine, estaban en Éxtasis (Ekstase, 1933), una producción checo-austríaca dirigida por el praguense Gustav Machatý.

Fue la primera película comercial y no pornográfica en mostrar el desnudo integral de una mujer y, ya puestos en el asunto, también un orgasmo, más o menos. Tanto su personaje, como el de su amante, un viril ingeniero interpretado por el alemán Aribert Mog, se mantienen completamente vestidos en el lecho. Caricias, besos y si hubo algo más, no se vislumbra. Hedy aún era menor de edad, 17 años, y dicen que mintió al director para lograr el papel. Éste le entregó un primer guion de apenas 5 páginas y que daban para casi hora y media de metraje. Se rodó en tres idiomas (checo, alemán y francés), aunque, con unas imágenes y una puesta en escena muy deudora del cine mudo, pocos diálogos y frases contenía.

La primicia mundial tuvo lugar el 20 de enero de 1933 en Praga. Comercialmente, a las pantallas austríacas llegaría por San Valentín, el 14 de febrero, arrastrando problemas con la censura. Tampoco especialmente bien le fue en Alemania donde no se estrenó hasta casi dos años después y con el título original cambiado por otro que resultara menos lujurioso, el de Symphonie der Liebe (Sinfonía de amor). En Estados Unidos fue una de la primeras películas extranjeras declaradas moralmente cuestionable por la Liga Nacional de la Decencia. También el papa Pio XII puso el grito en el cielo. Había sexo e imágenes explícitas y además un clamoroso adulterio.

Éxtasis (1933)Pero el que más vergüenza pasó fue el marido por entonces de la actriz, Friedrich Mandl, un empresario vienés de origen judío que se enriqueció vendiendo armas y munición a los nazis. Mandl montó en tal cólera que ordenó, sin éxito, comprar para retirar de la circulación todas las copias existentes del filme (las malas lenguas aseguran que el mismo Mussolini se negó a vender la suya). Cuando tuvo la ocasión, Hedy hizo las maletas y se fugó de su lujosa mansión rumbo a Norteamérica. Sobre ese primer matrimonio con Friedrich (Fritz para los allegados), de los seis que vivió, Hedy lo recordaría con el tiempo asegurando que se sintió como una «esclava sexual».

Éxtasis, más naturalista que expresionista, no es precisamente un prodigio en cuanto a ritmo o para que ocurran muchas cosas. Hedy encarnó a Eva, una joven recién casada con un hombre mayor al que adora (Zvonimir Rogoz), pero impotente, pese a que le encanta flirtear con otras jovencitas. De manera que desde su misma luna de miel (visualizado en las escenas iniciales), el matrimonio está destinado al descalabro. Después de un breve y frustrante periodo de convivencia, volverá a casa de su padre, un criador de caballos, y pedirá el divorcio.

Gustav Machatý la rodó desnuda no sin recurrir a ciertas estratagemas pícaras. Eran unas escenas en las que debía bañarse  en un río y luego corretear por el bosque y los campos tras de su caballo (en el que había depositado la ropa). «Estaremos lejos, en lo alto de las colinas, con las cámaras» le vino a decir el cineasta para convencerla de posar sin nada, como asegurando que desde allí pocos centímetros de su piel se verían, y menos de los concernientes a las partes más púdicas, pero obviándole el detalle técnico de que las cámaras estaban dotadas con un magnífico teleobjetivo que permitía captar planos mucho más cercanos. Para las del orgasmo, la actriz contaría que la explicitud de su rostro se logró con con la inestimable colaboración del director también en la cama, bueno, debajo del colchón y pinchándola con un alfiler en el trasero. ¿Quién dijo que placer y dolor no van unidos?

Nacida en Austria bajo el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler, con el tiempo a Hedy Lamarr se le reconocería otro mérito y capacidad, dentro del mismo ámbito científico, como destacada inventora. Diosa del cine y mente superdotada. Entre sus ocurrencias, un sistema de frecuencias considerado precursor, aunque muy primitivo, del sistema de comunicaciones inalámbricas utilizado en la actualidad en los teléfonos móviles, GPS o WiFi.

Escena del orgasmo en ‘Éxtasis’

 

Entrada relacionada: «A mi madre, Hedy Lamarr, le decían que había que haber nacido chico» (en el blog Ciencias mixtas de Javier Yanes).

 

2 comentarios

  1. Dice ser UCC-1707 Enterprise

    El invento de Heidi Lamarr tuvo un uso inicialmente militar: concretamente, para guiar por radio torpedos submarinos.

    Los primeros torpedos teledirigidos usaban una misma frecuencia radiofónica desde el momento del lanzamiento hasta el impacto contra un buque enemigo. Pero pronto los barcos de guerra fueron dotados de primitivas «contramedidas electrónicas» para detectar e interceptar esa frecuencia y, en consecuencia, anular el torpedo.

    El invento de Lamarr variaba la frecuencia de radio a cortos intervalos regulares (incluso de varias veces por segundo), coordinados tanto en el propio torpedo como en el submarino que que lo lanzaba y guiaba, con lo que el buque-objetivo no podía interceptar la frecuencia.

    La Marina de EE.UU. fue la primera beneficiaria de dicho invento, y lo usó en la II Guerra Mundial contra barcos japoneses y alemanes.

    20 enero 2018 | 16:49

  2. Dice ser Antonio Larrosa

    Ahora deduzco que fué en aquel tiempo cuando se inventó el cine porno aunque debieron darse cuenta que por eso los cines donde se proyectaba esa pelicula estaban llenos, de tios y tias.

    20 enero 2018 | 19:41

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