Esquivar las grasas trans que cocinan las empresas, pasa necesariamente por rescatar los tápers del fondo del armario y jugar a encontrar su tapa.
A vueltas con la tartera -las mías siempre de cristal-, una se siente al salir de casa como si se marchara a trabajar a una excavación, en la que sólo falta una ruidosa cantimplora de aluminio de boca ancha. Y aunque la catástrofe se masca cada vez que abres la fiambrera, con los ingredientes magreándose por las vueltas que da la vida y el bolso, si se hace con cariño el cuerpo lo agradece a menos que, el no ser excesivamente sacrificada -como es mi caso-, te conduzca a meter entre esas cuatro paredes un “sota, caballo y rey”.
Veréis, mi vida trascurre de la siguiente manera de lunes a viernes. Un coche me recoge a media mañana para llevarme a los estudios de Fuencarral, en Madrid. Una vez allí, para ahorrar sustos, paso lo primero por maquillaje y peluquería donde me encuentro a numerosas caras amigas y conocidas y, antes de la reunión de escaleta y la lectura de guion, Uri y yo compartimos mesa y migas en el comedor de Telecinco. Y aunque allí se toman la molestia y el cariño de cocinarme aparte para evitar el gluten y la contaminación cruzada, al igual que otros rostros intolerantes de Cámbiame, como la comida de casa…ninguna.
Además, en la vida en general, me da la impresión de estar pidiendo favores cuando solicito platos especiales y me cuesta tener fe ciega en que todo está elaborado según lo establecido; aunque supongo que esto nos pasa a todos los que tenemos problemas con algún alimento y nos ponemos malitos si hay un error.
Así pues, ahora me hallo haciendo malabares para encajar menús individuales en tarteras colectivas con las que podría alimentar a todo el equipo de Hazte un selfi y hasta sobraría. ¡Compartir es vivir!
Y a las puertas de una nueva, sana y práctica era, en lo que a mi comida se refiere, me enfrento a la encrucijada de elegir el momento de elaboración en el que vestirme el delantal, porque hay platos que mejoran de un día para otro, y otros que todo lo contrario; y como todavía no me considero una purista de la tartera, esta es una misión que manejo y que no controlaré hasta que no haya pasado en varias ocasiones por la naturalísima técnica de aprendizaje de ensayo y error.
Con una buena planificación, no hay legumbre, pasta o ensalada multicolor que se les resista. Los caldos me dan más miedo, por si falla la tecnología hermética y empiezo a dejar un reguero de gotas tras de mí.
El mayor inconveniente que veo a los tápers es que, si se te olvida lavarlos nada más llegar a casa, no hay lejía, decapante o aguarrás que quite los restos de las paredes. Ya puedes hervirlos como si fueran un biberón, que no queda otra que celebrar su funeral.
Pero la salud importa y una buena alimentación es necesaria para rendir al máximo. Al final va a ser verdad eso de que la fiambrera es cool, cada vez somos más los fieles.
¡Ya os iré contando cuáles son las recetas más ricas y fáciles que encierro debajo de esa tapa!
¿Vosotros también sois de la legión del tupper?
Avec tout mon amour,
AA
* Foto: GTRES
Yo trabajo en Endesa y un día tenía una reunión con un cliente y al sacar el portatil estaba lleno de macarrones con tomate, se salió el tupper, la peor experiencia laboral de mi vida y sin embargo todo salió perfecto, se rieron mucho, cerramos el acuerdo y ahora es mi marido.
Me gustas mucho en Cuatro de Mediaset, un abrazo.
Laura Campos
25 octubre 2016 | 11:35
El tupper es indispensable para el correcto funcionamiento de las piernas, el cerebro y todo lo que se cargue junto con la mochila en las excusiones. Fuasss, ese olor a tortilla que invade los campos cuando se abre uno, que todas las miradas van a buscarlo y si no chascarlo al menos el olor ya te lelna de gloria más qeu el monte y la naturaleza toda. Sobr elavarlos, sí, pero mientras no salgan gremlins que se coman los restos todo va bien, porqeu esa es otra; irresistible abrirlo ya en casa y no tirar de dedos para terminar con los restos que incluso saben más saboreados lentamente, a caída casi de lagrimita de dicha, con los recuerdos del paseito. También es verdad que si se ha pasado mal dan ganas de pasarles el molinillo o una perforadora para quitar todo todito del recuerdito del día. A mí me encantaba usarlos y me encanta cuando hace falta usarlos. Por cierto, mira que este mundo es súper relativo. De peques nos decían que no sacáramos la lengua y mejor que cambien las cosas porque la tienes súper bonita. Los tapper que no cambien, nunca, nunca, nunca, porque son una gozada. Y para celíacos también dan confianza; saber que lo que llevas no contacta con lo que puede hacer daño. Las tapas sí que se pierden, pensaba que era cosa mái, pero no, tiene piernas y se esconden, o algo les pasa que no son de la medida, que se cogen nervios cuando lo tienes todo bien preparado y va y o se cae la tapa dentro por chica o se sale todo por larga. La que es casi siempre es la última en aparecer, ay diossss si aparece, rápido, trae una bolsa o un caldero auqneu no tenga tapa tampoco, se te derrama, se te derrama se oy ede eco… o lo que sea o me lo como ahora mismo, trae pacá y lo llevo ya todo puesto dentroooo!!!! que esa es otra. Cuidado con los tapper que a última hora y corriendo enervan la cosa. Hay que mimarlos con tiempo, eso sí. Ponle una marquita a la tapa con rotulador. Y luego salen marcados todas del restriego… ayyyy.
25 octubre 2016 | 12:15
Dichosa tapita que no aparece y ya la hora…. Tengo prisa, no llego. Me lo como todo ya!!!… Cuidado cómo va a ser eso, que está caliente, está caliente… Con lo quemado que estoy ya me va a importar a mí una llaga más o menos… ay recuerditos…
25 octubre 2016 | 12:19
He comido durante bastante tiempo de taper, hasta q les pillé una tirria monumental, se me terminaron las ideas, todo me sabia igual y terminaba por bajar a la cafetería a comerme un pincho de algo, ahora no, ahora me bajo todos los días a comer al restaurante, mi primero mi segundo mi postre y mi café con hielo, q únicamente me le pido para darle vueltas mientras contestó el móvil…
El taper esta bien para una semana, pero como costumbre nop, y si tiene q salir, q sea en verano, q la variedad de ensaladas es infinita…
25 octubre 2016 | 12:20
La fiambrera no es cool ni no cool. es práctica y me conserva fresco. Punto.
Besabro guapa.
25 octubre 2016 | 12:24
Táper? tapergüer?
25 octubre 2016 | 14:10
Durante unos 15 años tuve la suerte de trabajar cerca de donde vivían mis padres y con tiempo suficiente como para ir, comer con ellos y volver al curro, así que me he ahorrado mucho en almuerzos…
Y mis padres cocinan de maravilla…
Ya hace un puñado de años que voy con el «tupper» pa´rriba y pa´bajo, y, la verdad, es mucho más económico que tirar de menús o 1/2 menus; lo «malo» es que si no le hechas ganas e imaginación, pues puedes terminar un tanto hastiado…
En los 2 últimos años solo he comido de menú en 2 ocasiones, así que muy mal no lo estaré haciendo…
25 octubre 2016 | 15:52
jo qué carita la tuya… bellísima.
https://www.instagram.com/p/BL-we3Gg4ev/
no quiere zampar carnita rica ni nada el jodío goloso ése, vade retro, vade.
Por cierto, éste sí es muy buen tipo.
https://www.instagram.com/p/BL__p7OgP7s/?taken-by=adrianaabenia
26 octubre 2016 | 00:56
Los unicos taper que no se sale el liquido son los del chino, da igual lo que te gastes los mas efices son esos
26 octubre 2016 | 08:17
Llevo casi 20 años comiendo de táper, y hasta hace poco no he podido calentarlo al microondas. Imaginaros lo rico que está un cocido, en táper de plástico, y frío. Amoooossss
Liquidación de gafas –> http://www.opticacalvo.com/
26 octubre 2016 | 08:52
Agüita, agüita, y sin mirar, sin desparramarse nada, todo dentro. Eres perfecta, lo más.
https://www.instagram.com/p/BL8Za3TgE0p/?taken-by=adrianaabenia
27 octubre 2016 | 01:56