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Desesperada Microsoft

Hay dos estrategias para conseguir que la gente utilice un producto. Una consiste en ofrecer una buena relación calidad-precio que sitúe al producto por encima de las ofertas de la competencia, o al menos lo haga competitivo en un nicho de mercado rentable. La alternativa consiste en sobornar a la gente para que lo utilice. Ésta última estrategia de promoción es la que ha decidido poner en marcha Microsoft para intentar activar su buscador de Internet, y arañarle algo de cuota de mercado a Google. El programa, llamado Live Search cashback, ofrece descuentos de entre el 4 y el 8% a los usuarios registrados que utilicen Live Search para buscar productos y comparar precios. El dinero sale de los ingresos obtenidos por Microsoft, una gran parte de los cuales se redirigen al consumidor. Como algún analista ha señalado, la idea demuestra que la gente de Ballmer está dispuesta a explorar posibilidades innovadoras y originales. También demuestra que, tras intentarlo durante años con denuedo, han renunciado a ganarle a Google en su propio terreno. La iniciativa huele a desesperación.

Es incluso posible que Live Search cashback tenga éxito, y que suponga una amenaza real a la cuota de mercado de Google en determinados aspectos claves de la búsqueda. Pero ninguna empresa renuncia voluntariamente a recortar sus beneficios a no ser que considere que el mercado a conquistar es vital para su futuro, y que es la única forma de conseguirlo. Para ofrecer los descuentos Microsoft tendrá que contemplar Live Search como Apple contempla iTunes: como un producto que no pierde dinero ni lo gana, pero que sirve para vender otros productos (iPods, en el caso de Apple) que sí proporcionan ingresos. La intención de Redmond no es la filantropía, sino conquistar (en este caso, comprar) un mínimo espacio en la Red. Que estén dispuestos a hacerlo significa que consideran ese espacio imprescindible para su supervivencia. Y que otras alternativas más rentables, como competir en la calidad de las búsquedas, han quedado descartadas. De ahí la desesperación.

Dos errores no suman un acierto

Microsoft insiste en tener tratos con Yahoo!, tras ver rechazada su oferta de compra por pagar poco. Ahora quiere un acuerdo de colaboración, cualquier cosa para que el gigante de Redmond reduzca su dependencia de los ordenadores de sobremesa. Queda claro por dónde van los tiros del futuro: servicios y almacenamiento remoto de información, financiados por publicidad altamente selectiva y muy eficaz, tanto para el anunciante como para el usuario. La actual pujanza de los ultraportátiles, los iPod, diversos modelos de agenda electrónica y otros aparatos conectados demuestra que el futuro de la conectividad no pasa necesariamente por el PC, sino por una combinación de muchos artilugios diferentes unificados por el almacenamiento remoto de datos vía Internet. Es el modelo del llamado ‘PC Tonto’, y Microsoft pinta poco en este futuro; de ahí su empeño en aliarse con Yahoo!. Paradójicamente si lo consigue será porque Yahoo! es también un segundón en este mercado, muy por detrás de Google. Para ambas compañías, el futuro está nublado; es casi imposible que la suma de dos errores proporcione un acierto.

Microsoft: ¿tocar, o sólo mirar?

En castellano, idioma riquísimo, hay palabras que califican a las personas que incitan y coquetean, pero que luego a la hora de la verdad no permiten culminar; aunque son términos que se evitan en compañía civilizada. Microsoft, con su reciente anuncio de que permitirá a los programadores externos mirar el código fuente de algunos de sus principales productos. puede acabar haciéndose acreedora a estos calificativos. Porque según todas las apariencias, Microsoft permitirá mirar, pero no tocar. Algo que está muy alejado del concepto de código abierto.

Que programadores de terceras empresas puedan acceder al código fuente hará mucho más simple diseñar programas que interactúen con los productos de Microsoft, es cierto. Lo cual es vital, cuando uno de sus principales productos es el sistema operativo más extendido en el mundo del ordenador personal. Hasta ahora desarrollar software para el PC era un ejercicio ingrato, porque esos programas tienen que cooperar con el sistema operativo, que estaba oculto; era imposible mejorar el trabajo conjunto, porque Microsoft tan sólo ofrecía una serie de ‘puertas’ para que programa y sistema operativo pudieran comunicarse. Durante años ha cundido la sospecha de que los propios programas de Microsoft no utilizaban esas ‘puertas’ públicas, sino que encajaban con el sistema operativo de modo más eficiente a través de conexiones secretas que ofrecían ventajas de potencia y velocidad imposibles de alcanzar para la competencia. Así, Microsoft no sólo habría abusado de su poder en el mercado, sino que estaría impidiendo competir en igualdad de condiciones a los fabricantes por ejemplo, de procesadores de textos: Word siempre tendría ventaja. Una ventaja injusta.

De ahí los sucesivos enfrentamientos de Redmond con la Unión Europea, que le exigía mayor transparencia para evitar esas sospechas. Y de ahí el anuncio de Microsoft, que algunos interpretan como un completo cambio de mentalidad por parte de la empresa, e incluso como su conversión al mundo del código abierto. Pero para ser abierto de verdad no basta con dejar mirar: también hay que permitir tocar. Hay que dar permiso para que otros modifiquen, adapten y utilicen tu código para sus propios fines. Hay que atreverse a ir más allá. De momento, Microsoft no ha ido tan allá. Aunque lo que ya ha anunciado sea un interesante primer paso en la buena dirección, todavía se quedan cortos.

El anuncio de la multimillonaria multa de la Comisión Europea a Microsoft por encarecer en exceso el acceso de empresas a la información de compatibilidad arroja una luz nueva sobre las intenciones de Redmond. Trataban tan sólo de bloquear esta multa récord con un anuncio preventivo, que no les ha salido bien. Veremos en qué quedan las supuestas intenciones de apertura de Microsoft ahora. Actualizado el 27/2/2008.

Los peligros de la nube

La ‘computación en nube’ es lo último: en vez de usar un PC potente, se instala un ordenador barato que almacena programas y datos en un servidor remoto, como hacen Hotmail o gMail. Cada vez hay más y de más tipos, ya que confiar en la ‘nube’ es más barato y ahorra problemas de actualización y seguridad; se acabaron los ataques de ‘crackers’, los virus, etc. Un terminal ‘tonto’ y una buena conexión a Internet, y tenemos la potencia de un gran ordenador sin pagarlo; el diseño original de Internet. Pero la ‘ nube’ tiene sus problemas. Y no sólo los de seguridad y privacidad. También está la fiabilidad de las conexiones a la Red, e incluso de esas empresas. Como se ha visto la pasada semana, cuando Amazon Web Services estuvo dos horas fuera de la Red, afectando a algunos de sus clientes empresariales como Twitter. La ‘computación en nube’ es tan importante para el futuro que en buena parte explica la oferta de Microsoft por Yahoo!: juntos pueden plantar cara a Google en este campo. De momento, le falta fiabilidad; mejor conservar nuestros PCs.

Microsoft, Yahoo! y el fin del PC

La guerra ha terminado, y el ganador es Google. La oferta de Microsoft por Yahoo! es el anuncio de una revolución en la industria informática, un radical cambio de paradigma. Se acaba la Era del ordenador personal (PC), una máquina completa con almacenamiento privado en cada hogar y oficina; el mañana pertenece al llamado ‘cloud computing‘, es decir, a la red distribuida, el almacenamiento de datos en servidores remotos y los terminales simples. La capacidad de procesamiento y el almacenamiento de datos se están moviendo ya, de los bordes de la red a su centro: el futuro es una repetición del pasado, con ordenadores centrales y terminales carentes de inteligencia. El futuro es el ‘googleputer’, y el modelo alternativo ‘pc-céntrico’ que hizo poderosa y rica a Microsoft ha fracasado. Por eso la empresa que fundara Bill Gates necesita a Yahoo!; por eso su oferta es el reconocimiento de una derrota estratégica vital. Microsoft ha perdido el futuro.

Yahoo! ha estado muy ocupada pisando los talones a Google mientras éste construía su superordenador planetario. Siempre por detrás, pero siempre duplicando los pasos del líder mediante compras y absorciones, de modo que ahora Yahoo! dispone de conocimientos y experiencia equivalentes a las de Google en lo que se refiere a la construcción y mantenimiento de los complejos sistemas que permiten al buscador almacenar y mantener ingentes cantidades de información y procesamiento, con fiabilidad y disponibilidad sin igual. Google tiene su ‘googleputer’, pero Yahoo! ha construido su propio ‘yahooputer’ equivalente. Lo que no ha sido capaz de crear es un modelo de negocio que lo respalde, ya que el ‘Proyecto Panama’, cuyo objetivo era alcanzar a Google en venta de publicidad contextual, no ha cumplido. De ahí las malas cifras financieras, y los despidos; de ahí la rebaja bursátil que ha permitido a Microsoft lanzar su oferta. Yahoo! no puede alcanzar ya a Google, pero tiene una opción razonable de ser segundo.

En cambio Microsoft no tiene nada. Su apuesta era avanzar en la misma dirección desde el extremo opuesto; extraer capacidades del PC para situarlas en servidores remotos empezando desde el sistema operativo. Pero la más que tibia recepción que está teniendo Vista en el mercado demuestra que el modelo no funciona. Ni siquiera el inigualado poder de Microsoft entre los fabricantes de ordenadores ni su demostrada falta de tacto a la hora de imponer su voluntad, incluso violando alguna que otra ley, han conseguido que Vista avance lo bastante deprisa. Los usuarios no confían su información a Microsoft, y los sistemas antipiratería de Vista han causado no pocos problemas. Forzados a instalar Vista muchos optan por Ubuntu, MacOSX u otras alternativas (como el propio Windows XP), que ofrecen más control al usuario de lo que hace su sistema operativo. Esta desconfianza hace que la transición a la nube desde el PC no sea posible.

Pero Microsoft carece de capacidad para llevar a cabo esa transición desde la oferta de servicios, como hace Google. De hecho Microsoft avanza reluctante por esta senda, porque necesita demasiado el PC; buena parte de sus ingresos dependen no sólo del sistema operativo, sino de los programas que corren sobre ellos, como la suite ofimática Office. Por eso Redmond no tiene una alternativa real a productos como Google Docs. La ventaja en el concepto de ‘cloud computing’ que antaño le diera la compra de Hotmail (la primera gran aplicación de este tipo) se ha esfumado; ahora el indiscutible rey del mercado es GMail, con el webmail de Yahoo! como segundo. Querer absorber Yahoo! es el reconocimiento de que para sobrevivir Microsoft necesita ofrecer su propia ‘nube’. Y de que no sabe hacerlo por sí sola.

Todo lo cual significa que el PC va camino del basurero de la historia. La idea de un ordenador completo y autosuficiente capaz de conectarse además a la Red está muriendo. La Internet del mañana tendrá en sus extremos terminales ‘tontos’, simples puntos de acceso sin capacidad propia como los que una vez defendieran empresas como Oracle y Sun. En el centro habrá ‘nubes’, vastas granjas de servidores interconectados capaces de almacenar todos nuestros datos y de procesar nuestra información en tiempo real, en una repetición en clave de gran farsa del viejo modelo del ‘mainframe’ con terminales que dio origen a la informática. Eso será más económico, más seguro, más conveniente y más sencillo; habrá menos virus, desaparecerán los problemas de compatibilidad, y las empresas propietarias de las ‘nubes’ se encargarán de garantizar las transacciones y de hacer la vida difícil a los ‘crackers’. A cambio, perderemos toda autonomía: nuestros datos y programas estarán en manos ajenas, lo cual significará menor capacidad de innovación, menos creatividad y un mayor nivel de control sobre los contenidos. Pase lo que pase con Yahoo!, la guerra entre Google y Microsoft ha terminado; y su resultado es que el PC muere. Para nosotros esta derrota no es una buena noticia.

Dos cojos no hacen un velocista

Microsoft y Yahoo! negocian para alcanzar un acuerdo (compra directa, colaboración publicitaria) con el fin de plantar cara a Google en Internet. Pero de momento tienen poco que hacer, porque un cojo de la pierna izquierda atado a otro de la pierna derecha no suman un campeón de los 100 metros lisos. Microsoft fue lento en abrazar la red, y su comportamiento una vez hubo aplastado a Netscape y ganado la Guerra de los Navegadores (un lustro sin actualizar Explorer) ha dado pena. Yahoo! fue el Google original, la empresa iconoclasta capaz de entender Internet, pero hoy es el ejemplo a no seguir; ha vendido lo único que tenía, su alma, por dinero, y ahora sólo puede aglomerar empresas no-google. Si el dinero, el control del escritorio y el sistema operativo, la marca y el historial fuesen suficientes, la combinación Microsoft-Yahoo! sería imparable. Pero no tienen ninguna oportunidad, porque les falta lo esencial: credibilidad. Esta carrera no la ganarán, por separado ni atados.

Sin candados; ley de vida

Imagine que le vendieran el coche con un libro diciendo a dónde puede conducirlo, y a qué sitios no; o el piso con la condición de que los viernes alternos no pise siquiera el salón. De esta manera le gustaría a la industria editorial (fonogramas, películas, libros) controlar el uso de las canciones, los textos o las imágenes. Los sistemas de candado tecnológico (DRM, digital rights management, gestión de derechos digitales) no sólo impiden la copia de los archivos digitales, sino que controlan su uso; el número de veces que puede escucharse una canción sin pagar, o el tiempo durante el que puede verse una película. Los editores realmente pensaban que nos íbamos a comprar canciones de tres escuchas o películas para verlas en 24 horas, y a precios exorbitantes. Mientras existe una alternativa, gratuita y sin DRMs, como son los programas de intercambio entre iguales (P2P). La realidad, poco a poco, está prevaleciendo, y las canciones y películas pronto carecerán de candados. ¿Es tan difícil entender que el público prefiere utilizar lo que compra sin limitaciones?

Eternidad de los datos

Entre los múltiples problemas que genera limitar el número de copias que se hacen de una obra (literaria, musical, cinematográfica, etc) está la pervivencia en el tiempo. Todos los soportes creados por el ser humano son perecederos, algunos en más tiempo (mármol, pergamino, arcilla cocida) otros en menos (papel, pizarra, celuloide, cinta de vídeo). Pocas, muy pocas obras humanas no arquitectónicas podrían sobrevivir más de algún que otro siglo, y los soportes empleados en la tecnología digital son especialmente efímeros, ya que el magnetismo dura poco, y ni siquiera los plásticos de CDs y DVDs soportarán el paso del tiempo siquiera como el papiro. Si sumamos los deletéreos efectos del olvido de sistemas de archivo y lenguajes informáticos, podemos perder decenios de cultura.

Para resolver este problema que usted no sabía que tenía Microsoft trabaja en un sistema para codificar en objetos físicos de larga duración información digital, con el fin de que nuestras huellas digitales no se pierdan como lágrimas en la lluvia. El objetivo remoto es preservar no sólo información, sino aspectos de la personalidad de alguien de tal modo que sean capaces de interactuar con el futuro, con sus descendientes, incluso con remotos arqueólogos de dentro de muchos años. No es que la idea sea mala, pero la historia demuestra que la mejor manera de conseguir la conservación a largo plazo de algo es la multiplicación de sus copias: cuantas más veces esté repetida una estatua, una pintura o un libro tanto más difícil será que el tiempo acabe con todas y cada una de sus copias. La multiplicación aumenta la longevidad de los datos. Otra buena razón para copiar sin medida.