Ciencia, tecnología, dibujos animados ¿Acaso se puede pedir más?

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La cerveza es civilización

Algunos humanos, sobre todo varones, siempre lo supimos instintivamente, pero ahora sesudos profesores lo confirman: la cerveza es el origen (además del culmen) de la civilización. En el más literal de los sentidos, aunque quien lo diga sea el Profesor Becado Anheuser-Busch de Ciencia de la Fermentación de la Universidad de California, cuyo sueldo paga una cervecera, ejem. Para obtener la cerveza, objetivo último de sus esfuerzos incluso antes de conocer su existencia, la humanidad tuvo que primero quedarse a vivir en un solo lugar, y más tarde desarrollar toda una serie de tecnologías clave que son la base de todo lo que vino después. La agricultura del grano (cebada), la compleja y delicada fermentación sin la cual el pan y el vino son imposibles, las técnicas de construcción de envases y cubas (¿botas hechas con pieles, cerámica?), y mucho más tarde el vidrio, las barras con taburetes altos y los panchitos. Así hasta alcanzar los avances metalúrgicos necesarios para inventar la lata de cerveza, o las últimas tecnologías que permiten disponer de cerveza de barril doméstica, e incluso de barriles autoenfriables (bienvenidos al futuro). El delicioso, refrescante y suavemente amargo brebaje es así un compendio del ingenio humano, y el motor que nos ha propulsado desde cerca de la animalidad hacia las estrellas. El culto a la cerveza, pues, es un homenaje directo a lo que la humanidad tiene de civilizado y mejor. Pruebe usted a utilizarlo como excusa con su pareja la próxima vez que se vaya de cañas, a ver si cuela. Y no olvide brindar por la civilización.

Eliminado un acento el 20/3/2007. Gracias, Talibán; en efecto, mi ignorancia es enciclopédica.

Presidente Gates

Ha creado de la nada la mayor empresa del planeta, y la ha dirigido con mano de hierro durante un cuarto de siglo aplastando a sus rivales y dominando por completo todo un sector de la economía, por las buenas o las malas, sin ser personalmente condenado por los tribunales. Es multimillonario a escala cósmica y su vida familiar es, que se sepa, ejemplar; lo más turbio que se conoce de su pasado es francamente suave. Ha dejado la empresa que fundó, separándose de sus problemas pasados y futuros, para dedicar todo su tiempo a la caridad en cantidades industriales, lo cual ya le ha valido reconocimiento y fama. Es, ante todo y sobre todo, un winner, cualidad muy admirada en su país. Y es muy joven, para los estándares de la política estadounidense, donde los multimillonarios convertidos en políticos no son nada nuevo. Así que no se extrañe en exceso si dentro de unos años el marrón de Irak tiene que ser resuelto por el Presidente de los Estados Unidos William Gates III, como ha sugerido Scott Adams, creador de Dilbert; cosas más raras se han visto. La mera idea hace implotar millones de cerebros linuxeros…

Ampliado el 3/12/2006 con mención al origen de la idea.

Y de postre, camionetas

La minería a cielo abierto es una de las actividades a escala más monstruosamente enorme que ha realizado la humanidad, y para ella se han diseñado las máquinas más gigantescas, como los megacamiones recientemente citados aquí. Pero esos camiones tiene que cargarlos algo, y ese algo es mucho, mucho más grande todavía… tanto, que devora excavadoras como si fueran caramelos. Sí, el insecto amarillo [imagen] que se ha tragado ‘Bagger288‘ es una excavadora. Pero es que ‘Bagger288’ es inmensa; la máquina móvil terrestre mayor del mundo. Sus cifras son escalofriantes: 13.500 toneladas de peso, 246 metros de largo y 96 de alto. La rueda que ha atrapado a la excavadora tiene 21.6 metros de diámetro, y cada una de sus 18 palas arranca 6,6 metros cúbicos de tierra; en concreto, de las capas superficiales de una mina de carbón a cielo abierto en Alemania. No consta si después de zamparse el bulldozer pidió postre.

Corregido, con el añadido del término ‘terrestre’, el 22/11/2006; gracias, Escarchado.

Turismo virtual, trabajo real

Suponga que llevado por la oleada de noticias sobre los mundos virtuales, o por pura curiosidad, decide usted darse un garbeo por alguno de ellos como Second Life, World of Warcraft, Anarchy Online… Pero claro, empezar en una de estas realidades alternativas puede ser complicado. En algunas hay que pagar; en otras es fácil acabar asaltado o ‘muerto’; en todas las costumbres y leyes son diferentes. ¿Y si no le gusta el entorno? ¿Y si no se adapta al vecindario? Antes de mudarse estaría bien poder echar un vistazo, quizá como turista. Y lo bueno del capitalismo es que donde hay demanda, surge una oferta.

Entra Synthravels, la primera agencia de viajes virtual; o mejor, dicho, de viajes virtuales. Synthtravels le organiza una visita turística a medida a la realidad virtual de su interés, acompañado de un ‘guía nativo’ que se encargará de mostrarle las vistas y de enseñarle los trucos de supervivencia y disfrute. Es el nuevo turismo, algo que en España (potencia del turismo ‘real’) debiera interesarnos, y quizá preocuparnos. ¿Y si se pone de moda? Por otra parte, y para los jugones irredentos, abre nuevas posibilidades de futuro, porque la agencia busca guías con experiencia, avatares curtidos en todos los rincones de alguno de estos juegos. El turismo será virtual, pero el negocio es real. Tanto, que hasta hacienda acecha… pronto el dinero ficticio pagará impuestos reales.

Gracias, SpringWise

Guerra de tanques como relax

La animada actividad lúdica conocida como Paintball, consistente en dispararse balas de pintura coloreada unos a otros como si fuese una guerra pero de broma, ha quedado convertida en un juego para niños pequeños. La nueva frontera ha sido creada por la empresa británica Funday, que ofrece combates de paintball, pero con tanques. Técnicamente se trata de obsoletos transportes de tropas acorazados FV432 dotados de una torreta armada con un cañón de 40 mm. Que sólo dispara, ay, balas de pintura, como en la versión convencional de infantería pero a lo bestia. 2 horas cuestan 110 euros, con la posibilidad de conducir el ‘tanque’ y de ejercer como comandante de carro, dando órdenes y disparando contra el ‘enemigo’. El que más manchas de pintura tenga al final, pierde. ¿Qué será lo siguiente, artillería de pintura? ¿Nucleares de pega?

Gracias, Fark.com

La ‘superbici’

Es rara de narices, pesa poco más de 5 kilos, plegada ocupa algo más que un paraguas, vale casi 300 euros, usa dos cadenas (interiores), y puede llevar a una persona que mida menos de 2 metros y pese menos de 85 kilos. Ah, y siempre en ciudad. La revolucionaria bicicleta A-Bike es obra del polifacético Sir Clive Sinclair, el creador de los ordenadores negros (ZX-81, Spectrum) en los que muchos descubrimos la informática, y antes de la primera calculadora de bolsillo, y después de un ambicioso coche eléctrico que resultó un fracaso (el C5). Su intención es proporcionar a los urbanitas una manera razonable de llegar a donde el transporte público pueda hacerse cargo de ellos, y de esta manera facilitar su uso, mejorar le economía, reducir la contaminación, etc. Ojalá que funcione, aunque el precio se hace un tanto cuesta arriba.

Tiembla, Hevia

Se llama McBlare, y toca la gaita. Pero no es humano; es una robogaita. Y es que ya no se respeta nada, ni hay honrado trabajo a prueba de avances cibernéticos. Ya ni siquiera están a salvo los géneros musicales santificados por el tiempo, en este caso las melancólicas tonadas de las tierras altas escocesas, que para eso McBlare ha nacido en Estados Unidos, tierra de acogida de ‘highlanders’. En su página de Internet pueden incluso escucharse varias de sus interpretaciones de clásicos escoceses. Tiembla, Hevia; el próximo eres tú.

Balada de los misiles norcoreanos

Un misil intercontinental es esencialmente idéntico a un cohete lanzador de satélites orbitales. De hecho los estadounidenses, y sobre todo los rusos, han usado propulsores diseñados para la guerra nuclear para poner satélites en órbita. Ésta ha sido la tradicional justificación de Corea del Norte para su investigación en cohetería, que acaba de poner de manifiesto, en bonita sincronía con el lanzamiento del ‘Shuttle’. Aunque su más ambicioso empeño, el misil con capacidad intercontinental llamado en Occidente Taepodong 2, ha fallado espectacularmente al detonar tras apenas 40 segundos de vuelo, sin acabar siquiera de quemar su primera etapa. Hay quien piensa (Stratfor) que a propósito.

El Taepodong 2 es, como casi todos los de su clase, un cohete multietapas (se piensa que hay versiones de dos y de tres). De esta manera el peso del fuselaje y los motores ya usados se descartan y no lastran a las siguientes etapas, y el conjunto es más poderoso que un misil único. Pero la cosa no es tan sencilla como apilar cohetes, especialmente cuando son de combustible líquido como el Taepodong 2: hay muchos problemas de ingeniería que resolver, como el llamado ‘Efecto Pogo‘, que afectó a varios cohetes estadounidenses en los años 50 y 60. Y ellos tenían a Von Braun

Los misiles de combustible líquido son bestias temperamentales y peligrosas con muchos inconvenientes. El combustible es, por definición, altamente inflamable, y suele ser muy corrosivo, lo que significa que no se puede tener el misil armado y listo para lanzar. De hecho si se llena el depósito, luego hay que tirarlo: no se puede vaciar y volver a usar. Para colmo las mezclas son muy tóxicas, lo que dificulta las operaciones de llenado, si uno quiere conservar a sus técnicos. Rusia (es decir, la Unión Soviética) y EEUU en cuanto pudieron se pasaron al combustible sólido, mucho más estable e inofensivo pero mucho más complicado de fabricar.

Los norcoreanos se sacan unas perras vendiendo su tecnología misilística (a Irán y Pakistán, por ejemplo), y no dudan en usar su presunto programa nuclear como moneda de cambio para obtener concesiones económicas de Corea del Sur, Japón y EEUU. Más de uno en Washington está tirando a harto del continuo chantaje, pero las opciones militares son más bien inexistentes, debido al secretismo del régimen y a las posibles represalias sobre Corea del Sur. Lo mismo que pasa con el programa nuclear de Irán: el problema de un ataque es el día después.

Abrazar al muerto

A veces uno se pregunta con qué clase de seres comparte el planeta; qué puede haber dentro de la cabeza de algunos de esos primates bípedos e implumes tan parecidos a uno mismo, pero tan increíble, escandalosamente extraños. Por ejemplo, las personas que adquieren estos monísimos osos de peluche, algunos con alitas, y preciosas almohadas, diseñados para contener un saquito de terciopelo con las cenizas de su difunto favorito. Al parecer la idea es abrazar los restos mortales del finado cuando la pena o el recuerdo lo requieran. Abrazar las cenizas, lo que queda de una persona querida, ya es una idea bastante peculiar. Por decirlo suavemente. Aunque meter para ello los restos en un oso de peluche alado o una almohada bordada con un epitafio en el dorso es… inenarrable.

Gracias, Dave Barry. Supongo.

Menos lobos, guardián

A veces, demasiadas veces, los periodistas gritamos ‘que viene el lobo’. Es una posición cómoda, y vende periódicos. Pero no siempre es veraz. El diario británico The Guardian se escandaliza: ellos mismos han comprado fragmentos del código genético del letal virus de la viruela, sin problemas. De ahí deducen el riesgo inminente de que un Osama, un McVeigh o un Shoko Asahara nos extermine a todos con armas biológicas encargadas por correo, mientras (gasp) nadie hace nada. Pero el lobo no viene sólo porque uno grite.

Primero están los problemas biológicos: fabricar un virus como el de la viruela a partir de su secuencia no consiste en adquirir su ADN en fascículos, echarlos en un tubo y agitar. Hace falta equipo especializado, personal entrenado, tiempo y dinero. Y si se consigue reconstruir el virus luego queda transformarlo en arma, proceso nada sencillo que necesita equipo aún más extraño, experimentos con animales y personas, precauciones extraordinarias para que duren los carísimos técnicos de laboratorio. Y todo eso sin que nadie lo detecte.

Pero es que además el bioterrorismo es en buena parte una falacia, algo de villano de James Bond más que de un terrorista serio. Desde el punto de vista del atacante es complicado, caro, te pone en manos de expertos y encima los ataques son incontrolables y afectan sobre todo al Tercer Mundo, donde los servicios médicos son peores. ¿Para qué complicarse la vida si el camión bomba o el misil antiaéreo o el avión secuestrado están mucho más a mano y no tienen tanta pega?

Así, no es extraño que los profesionales sean escépticos (o muy escépticos), pues aunque el tema se discute con pasión, hay demasiados imponderables. El bioterror es una amenaza real, sí. Pero mucho menos importante que el coche bomba o el tiro en la nuca. Y desde luego menos dañina que la biohisteria.