Mil historias de sexo y unas poquitas de amor Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

Mil historias de sexo y unas poquitas de amor

El nuevo blog de Chapi Escarlata: http://chapiescarlata.blogspot.com/

Hola a todos.

Es momento de cambio para mí y para este blog, así que quiero comunicaros por esta vía, mi blog hasta el pasado julio, que me cambio de casa.

La nueva dirección donde me podéis encontrar a partir de ya es esta: http://chapiescarlata.blogspot.com/ , aquí podéis seguir el blog cada día y dejar vuestro comentarios, como hacíais hasta el mes de julio pasado aquí.

Os  espero.

Mil besos

Chapi Escarlata

Hasta la vista

Bueno, a mí también me ha llegado el momento de tomarme un descanso. A mí y a este blog que lleva cinco años, día a día, contando las mil y una cuitas sexuales y amorosas que les pasan a mis amigos y a algunos de vosotros, para que todos pudiéramos comentar cómo nos va la vida.

Ha sido un tiempo intenso, en el que no sólo yo he desnudado mi alma, también vosotros lo habéis hecho y no nos ha ido mal. Cada cual ha opinado lo que ha creído sobre el tema en cuestión y aquí hemos seguido todos, entrando y saliendo según las épocas.

Por eso quiero daros las gracias a todos los que habéis dejado vuestros comentarios y a los que sólo habéis entrado a leer. En especial, a la gente que lleva aquí desde el principio: a Admi, a Armstrongfl, a la querida Eli Lugones y a sus compañeros del hospital, a Luna, a Ostra, a mis amigas las nudistas gaditanas, a las azafatas de Sevilla, al Vengador Calvo, a OTRAVEZ YO, Reverendo, Marga  (imperdonables olvidos), Murmullo de cucas, Nomecreoná, Mimosita, BDS…,  y a todos los que llevais tanto tiempo. A la entrañable Genoveva, a Amapola, a los leoneses… y también a los que habéis entrado en el último año (que no se me queje nadie más, que os llevo a casi todos en mi corazón), a mi Disfru… Gracias a todos.

Y como no me puedo ir de vacío, aquí dejo hoy un tema para el comentario, que resume lo que ha intentado ser este blog, un espacio de tolerancia, de disfrute de los sentidos, de naturalidad y de buen rollo, a pesar de algunos…

Hace poco menos de un año, una revista me pidió que escribiera por qué estoy a favor del nudismo en las playas. Y decía más o menos que si nacemos desnudos, ¿por qué luego cuesta tanto que nos dejen hacer pelotismo en las playas?

Hoy se celebra el día sin bañador y en un montón de playas van a proponer al personal que quiera que se lo quite.

A mí no me gustan las playas nudistas, porque son como guetos en los que te arrinconan para que no les enseñes lo que ellos llaman «tus vergüenzas», no me gusta ir a la playa y bañarme con bañador. Me gusta ir a una playa y que cada cual haga lo que quiera, usar bañador o quitárselo, sin que eso suponga un problema para nadie, como ocurre ahora en Cádiz capital  y en otras muchas zonas de costa, que  genera conflictos.

¡Con el gustito que da tomar el sol en bolas! Es una sensación como pocas, que yo aconsejo. Y para eso, algunas playas de la provincia gaditana, como Bolonia; o la playa de Torimbia, en Asturias.

Que paséis un buen verano, y que tengais mucho sexo y mucho amor. Es lo que voy a hacer yo, en vez de hablar -perdón, escribir- tanto, practicarlo mucho más. Ha sido un placer.

Hasta la vista.

Locura de amor

Obsesión, eso es la locura de amor. Obsesión que conduce a pensar en la persona amada como la única sobre la tierra a la que amar con toda la fuerza del corazón y la cabeza, aunque no sea la adecuada.

¡Cuántas tonterías se hacen cuando se pierde la cabeza! Y lo que cuesta salir. Lo decía ella misma, una vez que superó, con ayuda, la locura que la atrapó durante años por un amor no correspondido.

En ese tiempo hasta se montó una película -hoy lo confiesa-: que su enamorado trabajaba fuera de España y por eso no lo veía ni estaba con ella, pero le guardaba ausencia -me encanta esa expresión que se usaba tanto en los tiempos de mi madre- cuidaba sus fotos, pegadas en álbumes grandes, y se hacía la ilusión de que sus cartas llegaban a su destino.

Fuera de casa, aparentemente era una mujer normal, trabajaba, era afable con sus compañeros, que la querían y hasta llegaron a pensar que había un marido marino mercante que se pasaba media vida por esos mares. Sus compañeros… y ella misma, que al llegar a casa se transformaba y sólo tenía pensamientos para él y delicadeza para las pocas cosas que conservaba de aquel amor fugaz que ella creía eterno.

Por las noches, sufría por no tenerlo al lado, lo pasaba mal en su desesperación, porque en momentos de lucidez, que coincidían con esas horas, sabía que ni había novio ni marido ni marino mercante surcando los mares para volver a ella. Que no había nadie a quien entregar tanto amor como guardaba.

Se dio cuenta de su estado una hermana suya, que pasó unos días en su casa y descubrió, sin querer, las cartas que ella le había escrito cada día, los álbumes de fotos y el altarcito que guarda en su cuarto con las cuatro cosas que aún guardaba de su tiempo con él.

Hoy ya está bien, pero le cuesta cambiar de opinión. Cree que  es mejor ser realista y pensar que ya no va a encontrar un amor de verdad, porque ha perdido mucho tiempo y mucha energía con el de mentira.

Sólo por el placer de mirar

Sentado en una terraza con un grupo de amigos tomando una cerveza después del trabajo, notó su primera mirada. No le dio importancia y siguió charlando con sus acompañantes, sin perder de vista a la dueña de los ojos que se habían clavado en los suyos.

A los diez minutos y sólo con el efecto de la mirada de la chica  le empezó a subir la temperatura.

No era una mirada agresiva ni descarada, tampoco de esas que te desnudan en un segundo ni incómoda. Era verde, como los ojos que la dirigían, cálida, interesante y muy grata.

Le gustaba esa forma en que lo miraba, aunque él no sabía si corresponder ni cómo hacerlo. Porque otras veces, había hecho ese  ejercicio: mirar a alguien que le gusta por el simple placer de mirar y sin mostrar ninguna intención inconfesable. Sólo perderse en la otra persona con discreción y sin incomodar.

Así que no hizo ningún movimiento, y en el par de horas  que estuvo en la terraza dejó que ella disfrutara así y si quería algo más, seguro que se lo haría saber. En el fondo quería que pasara, pero no pasó. Ella, acompañada también por un grupo de amigos, se levantó, fijó su mirada en él como para decirle adios y se marchó.

Él entendió que sólo se había entregado al placer de mirarlo nada más. Y eso también le gustó.

La disculpa de sacar al perro

Nunca había sentido ningún interés por sacar a pasear al perro. Siempre le dejaba esa tarea a su mujer porque a él no le gustaba nada tener que estar pendiente del perrito. Hasta que un día descubrió en el parque cercano a su casa a una chica que le gustó al primer vistazo jugando con su perro. Varios semanas después se propuso dar el paso que tanta sorpresa causaría a su mujer, ése día sacaría él a pasear al perro.


Lo hizo sin mayores complicaciones, y ella le agradeció le gesto porque lo entendió como una ayuda momentánea. Y allí se fue con su mascota a pegar la hebra con la rubia mientras sus perros se olían, jugaban y correteaban entre los árboles.
Este es novato en el arte de ligar a cuenta del perro, pero tengo un amigo que es un experto en la materia. Con la disculpa de la perra liga mucho y hace amigos, bueno él sólo hace amigas cuanto más íntimas mejor.
Dice que para eso es mejor relacionarse con casadas, porque luego es más difícil que se complique la cosa y pueden seguir cada uno con su vida sin mayores pretensiones que pasear mientras sacan al perro y echar un polvito de vez en cuando cuando el momento y las cargas familiares lo permiten. Así lo cuenta el tío.
 Ahora mismo tiene un lío con una mujer a la que ha conocido una mañana a cuenta de su perra, a la que le está muy agradecido por permitirle hacer tantas relaciones sociales.

Mucho amor en vacaciones

Con el sofoco de estos días y la resaca en el cuerpo, una amiga me contaba que lo bueno del calor del verano es que indica la proximidad de las vacaciones. Muchos han desaparecido y dejan desierta la ciudad porque ya están disfrutando y otros están con las ganas en la cara porque ya les falta poco.

Como está necesitada de descanso, pensaba en lo propicias que son esas temporaditas para el amor. Contaba, y se ponía así de poética, “las veces que en el pasado la brisa del mar, el azul del cielo, el ruido incesante y acariciante de las olas y el azar” se han juntado para ponerle en los brazos una aventura amorosa y alguna vez también sentimental.

La escena que ella relata me la puedo imaginar de tantas veces que lo ha dicho: se levanta sin molestos despertadores artificiales, cuando la luz del sol se cuela por las rendijas de la ventana, sin prisas. Con toda la parsimonia que el cuerpo le pide, después de desayunar, va a comprar la prensa (de la que no puede prescindir, aunque la lea muy por encima, lo justo para no perder el hilo de lo que pasa en el mundo) y los alimentos del día. Y avanzada la mañana, después de preparar una bolsa con fruta, agua fresquita y los instrumentos playeros, acompañada del hombre que ha conocido hace un  mes, con el que se siente bien a oscuras y de día, sale dispuesta a pasar un día de playa, tomar el sol, refrescarse en el agua y, si se presta, como naturalmente suele pasar, entregarse con cuerpo y alma, o por lo menos con toda la energía del cuerpo, a todos los juegos permitidos por los sentidos.

Con optimismo, cuenta los días que le faltan para hacer todo esto que piensa que le va a pasar porque es verano, tiene vacaciones y lo principal –dice-, el hombre que le va a hacer disfrutar todos esos momentos.

Los roces eróticos que provoca el Mundial

Este sofocante aire sahariano que nos tiene al borde del colapso en la península ha venido a coincidir con la gesta de la selección española en el Mundial de Sudáfrica.

Esto le ha dado pie a un amigo para decir que al calor de las victorias y del solazo que hace aquí mientras se juegan los partidos, se vienen concentrando las multitudes y que ya se sabe que donde hay multitudes hay promiscuidad, camisetas mojadas en las fuentes, torsos desnudos, ropas ligeras. Él empieza diciendo esto y se anima solo.

Y claro -cuenta-, con las alegrías, vienen abrazos, brincos de euforia, compañerismo y roces, muchos roces. Roces por aquí, brazos y manos que no distinguen si el que tienes al lado es conocido o desconocido, aunque, eso sí, amigos todos y seguidores de la roja.

Como una cosa lleva a la otra, y una alegría empuja a otra alegría, mi amigo piensa que estas manifestaciones multitudinarias de felicidad son como bacanales, comunión colectiva de placer. Y por eso me pregunto si aumentará en la debida proporción la cantidad de encuentros de carácter erótico entre desconocidos, un aquí te pillo, entre eliminatoria y eliminatoria, y luego, si nos vemos en la final, estupendo, y si no, adiós muy buenas y que te vaya bonito.

Porque dice él que con tanta alegría, la gente se relajará muchísimo y perderá muchas prevenciones. Así es que, si se gana la final, no quiere ni pensar a dónde vamos a ir a parar. Bueno, sí quiere pensarlo, pero no sabe si va muy bien encaminado.

Dejo aquí el vídeo del beso de Íker y Sara para decir que ha sido la imagen más natural y que estoy en contra de todas las críticas que ha recibido esta periodista por parte de mucha gente y, particulamente de compañeros de profesión, sólo por cumplir con su trabajo.

El amante secreto de la reportera

Ya ha pasado de los cuarenta  hace algún tiempo. Pero era la primera vez que le pasaba algo semejante, ¡se había dejado seducir por una presentadora de televisión! Vamos que se había enganchado de una imagen televisiva, según sus propias palabras.

Explicaba embelesado cómo el primer día que se fijó en ella «sus grandes ojos verdes contrastaban con el cabello castaño oscuro y les daban una profundidad que la envolvía en un halo de misterio. Sus labios carnosos y bien perfilados enmarcaban una rotunda línea de dientes perfectos y blanquísimos, toda una invitación a lamerlos despacito. Frente amplia, signo de inteligencia, pelo liso y fino, melena larga y abundante de suaves matices, siempre morenos, como el tono de su piel, en el que no parece aplicar ningún tipo de potingues de maquillaje, al menos no se nota». 

«Y su voz, grave, firme y segura, pese a su juventud, y la expresión alegre de su rostro,  no exenta de la obligada seriedad del oficio…» , terminó por embaucarle, contaba él mismo.
Y añadía que su vestimenta no le  permitía hacerse una idea del conjunto de su cuerpo, de si tendría los pechos grandes o no o de cómo sería la anchura de sus caderas, su culo… Estaba deseando conocerla.

Supo después que la relación de la periodista con un famoso deportista había provocado alguna polémica  y había sufrido por ella y por él mismo, que no sería correspondido si decidía dar el paso de conocerla.

Pero ahí estaba él con cuarentaymuchos  y tonto como un adolescente, más atento a la aparición de la reportera que al contenido de las entrevistas y guardando toda la informació que encuentra sobre ella en Internet.

P.D. La historia me la ha enviado un lector del blog.

El divorcio es contagioso

El divorcio es contagioso. Así lo dice un estudio de la Universidad de Brown, en Rhode Island, que confirma que las rupturas tienen efecto dominó. 

El hecho de que haya una ruptura en una pareja cercana, incrementa en un 75% las posibilidades de que el matrimonio se rompa. Además, cuando hay amigos de la pareja divorciados, se frena el impacto social de la nueva ruptura aún cuando se tienen hijos.

Si el matrimonio de tus mejores amigos fracasa, ten cuidado, el tuyo también puede estar llegando a su fin, dice el informe, que cifra el riesgo de ruptura en un 33% en este caso, porque el hecho de que personas próximas se separen hace que las parejas se empiecen a plantear su propia relación.

El estudio, dirigido por la doctora Rose Mc Dermott, señala que cada divorcio envía señales a amigos, familiares y compañeros de trabajo.

 Qué cosas descubren «los expertos». Tela, telita, tela.

Pelotismo en el deporte

Desde tiempos inmemoriales el deporte y el desnudo han estado unidos de alguna manera. Los griegos, sin ir más lejos, competían en las Olimpiadas como sus madres los trajeron al mundo. Me imagino que los espectadores disfrutarían de ese modo de alicientes distintos a las marcas atléticas, quién sabe si eso les atraía incluso más.

Muchos siglos más tarde, no hace demasiado, a algunos individuos les dio por intentar llamar la atención practicando el streaking, o sea la carrera con obstáculos (de los policías que les salían al paso) sobre el césped de los estadios. Aparte de si ganaban o no pasta con la notoriedad, supongo que les resultaría excitante verse en el centro de las miradas de miles de espectadores en el campo, además de los millones que los vieran por televisión. Este deporte lo practicaban tanto hombres como mujeres, aunque predominaban los primeros.

Y últimamente se lleva mucho la promesa de la maciza que alecciona a los equipos de su preferencia, para que se esfuercen en pasar las eliminatorias, con el señuelo de desnudarse ante todo el mundo si lo consiguen. La verdad es que las chicas suelen tener mucha práctica en el despelote ante las cámaras, con lo cual no guardan demasiados secretos por descubrir y, claro, el aliciente no es el mismo que si se tratara de un cuerpo desconocido.

Lo curioso del caso es que en esta modalidad no se oye que se ofrezcan chicos para mostrarse en todo su esplendor. Sólo Maradona habría tenido la dudosa generosidad de salir en bolas a la calle si su equipo no hubiera recibido el repaso de los alemanes y hubieran terminado ganando el Mundial. Pero claro, que se desnude Maradona tiene menos morbo que la braga blanca  de Julián Muñoz.