Archivo de julio, 2023

Algunas palabras sobre La otra bestia de Ana Rujas (2023)

Editado por Aguilar, una compendio de fragmentos del corazón, una sucesión de carnalidad al modo, como se comenta en el prólogo, de la lírica salvaje de Anaïs Nin. La otra bestia o ella misma (no farlopa, no sexa, nada no visto antes) (Lorca, Netflix, sexo anal y lasaña)

(Actua) es vacío (Actuar) es una palabra vacía. La Bestia POP. Sexo en el arte. Salomé en la bandeja. Salomé es una camarera. Baco, Bosco, Tiziano y Monete. La primera guerra de Angola. (Revolución de flores, revolución de los claveles)

Decálogo virginal sobre pétalos. Sobre flores. Flores que llena de sangre las espinas y los dedos. El lago di Como. Donde Lombardía se besa con octubre. La sesión de las hojas muertas.

(Segunda)

Un bestiario. Como un almanaque de ciudades que llegan hambrientas. Fuma para no comer. Belleza de la edad. Reseña del cuarentón. Perdido en un pueblo. Yo. Tú. Vinilos de Aute. Belleza y sexo. El sexo fingido, el sexo dudoso, el sexo que se extingue como las novas.

Madrid ciudad sin cabeza. Madrid Medusa. (“Ahora que estamos ardiendo, ¿quién nos salvará?) Oro. Mi hermana. Mi sobrino. Mi amigo. Su mujer camino del instituto. Madrid es el mismo nombre que toman para sí distintas ciudades.

Pum pum pum. Todas las generaciones queremos lo mismo. Bombo a negras. Bombo a negras y anfetaminas. Katovit y eme. Hasta quedarnos sordos. Hasta anestesiar los sentidos. Es el camino más seguro hacia la muerte. Muerte en vida, que mañana hay otra fiesta..

Las tetas de Penélope. Un secadero de jamón en Teruel. El tercer instituto donde di clase. Ahí se rodó la película. Asignatura: Transferencia de materia II. Sigue el libro a la venta, ¿lo quieres, Ana? El plástico es el alquitrán que sacamos de los pezones de la Tierra.

Godard y el maltrato. Automaltrato. Malas elecciones. Anna Karina. Instagram. Los vecinos que miran otras realidades a través de redes sociales. Todo es propio y ajeno a la vez. Y el dinero. El dinero atrae la maldad. La fealdad atrae la maldad. Se puede ser rico y guapo. Pero eso solo pasa en las películas. O en la vida cuando se afana en imitar a las películas para acabar comiendo techo en una casa que no es la suya. Colecciono casas, colecciono techos. Directoras que maltratan más que Godard. Godard no tomaba ácido pero era comunista. Así que también repartía el odio y su capacidad para el maltrato entre sus novias-actrices.

(“Pero ahora el puto Iphone no reconoce mi cara por la mascarilla/y ya no sé si el cajero del LIDL está ligando conmigo”) (auspicio u hospicio) (protección u orfandad) (¿amor en tiempos de pandemia) (en el camino hacia Gioconda Belli hay una canción)

(Tercera)

Ojos llenos de pus, enfermos de ver lo que odian ver. Enfermos de la misma enfermedad de la vida. Michel Houellebecq esperando que te pongas el bikini. Michel Houellebecq esperando que te quites el bikini en un hotel de dos estrellas. Primera quincena de agosto. Segunda de julio. (El caviar y la farlopa no suben de precio/estables en el calor y el frío/caviar y farlopa son palabras poderosas).

(Cuarta)

Bragas mojadas. Bragas que dejan señales en el camino. Es un laberinto. No sabes si el final es sexo o amor. Es como aquellos libros de “Elige tu propia aventura«. Salir del barrio. Quizá todo sea un sueño. Nunca saliste del barrio. Cada vez que lo intentas despiertas en la cama de casa de tus padres. Buscas tu corazón como una estrella. La de la Noche de Reyes. Tocas tu cuerpo y el de los demás porque piensas que te has quedado ciega.

Recuerdos subidos al Drive. Ceros y unos. El 27 de agosto cumplo 42 años. Aquel 27 de agosto. El próximo cumpliré 45. Ellas es la nueva amante de España. España es infiel e inocente. A España le van los chicos malos. Los que la hacen sufrir.

(Quinta)
España y la coca. España y la raya que separa partes de España entre sí. (“Mis labios están muertos de palabras vacías”) Es el resto de la coca que anestesia tu boca y así el silencio tiene un sabor mejor.

(Sexta)

Bajo tierra los titanes. En la tierra las bragas (o dentro de ellas, España ora vez, como un ángel, como los ángeles de las canciones de Nick Cave. Calles llenas de júbilo. Ángeles que abandonaron su condición por la promesa de la carnalidad, por la promesa de bragas y coca).

(Séptima)


Papa y Michi Panero. Palomas muertas en Astorga. La tos de Luis Rosales. El funeral vikingo. En la vida se puede ser cualquier cosa menos un coñazo. Los cachorros condenados. Las cajas con agujeros camino del río. Si tienes hambre de muerte: FUMA.

«Dios te mandó sus ángeles y tú le pusiste los cuernos. Entre amapolas. Tu padre se ausentará ante de mostrar vergüenza. La flor sobre el agua es una promesa. Como el cadáver enterrado el proyecto de una semilla».

Algunas palabras sobre La soledad de Perico de Ainara Hernando Nieva (1ºparte)

La reflexión de Perico Delgado sobre su vida. Su vida es la nuestra. Tan nuestra que cada uno puede construir su existencia a través de los momentos en los que Perico lo acompañó. Esos instantes no tienen un orden cronológico, son chispas en una especie de continuo espacio-tiempo que vuelven una y otra vez. Nací en 1978. Yo viví el Periquismo. Yo soy parte de la leyenda. He leído miles y miles de páginas sobre ciclismo, desde finales de los sesenta hasta hoy, en español, inglés, flamenco, francés o italiano. Almanaques, biografías y recuerdos. Siempre, siempre, el más grande, Perico. Y este libro, La soledad de Perico, escrito por el campeón segoviano junto a Ainara Hernando Nieva me ha descubierto datos, sensaciones, pasajes, que desconocía. Y eso, para un verdadero obseso como yo, tiene un mérito enorme. Este es mi Perico. La mayor parte está en La soledad de Perico. Otro es mío. Tanto como el Motel Margot. Vamos a ello.

¿Uso un orden temporal formal o emocional? No lo sé, quizá mezcle o quizá no. Este es un artículo que se va a ir construyendo sobre la marcha.

Cojo el Velo 84 que contiene los resultados de la temporada 1983. En una de las páginas está la victoria de Perico en mayo en el alto de Brañilín (unos años más tarde salvará el primer día malo de su Vuelta de 1989 allí) en la Vuelta a los Valles Mineros. En la otra página su primer vuelta por etapas, la Vuelta Aragón 1983. Gana la etapa que va de Calatayud a Calatorao. Pasa por Ateca. El pueblo donde vivo desde que dejé de vivir en Zaragoza. El pueblo del equipo Hueso. No puede ser casualidad. Mi hijo todavía no tiene edad para saberlo, pero algún día se lo contaré, con toda la ilusión con la que os lo estoy contando a vosotros. Mis amigos Peribáñez y Ferrer me pasan el recorte del Heraldo de Aragón. No miente.

Perico comenzó su leyenda en Ateca. En la meta volante de Ateca. Luego en los puertos, en las tachuelas de Aragón, ahí Perico, así Perico. En aquel joven Reynolds de 1983.

En la Vuelta a España se le ve poco, es el año de la Masacre de Serranillos de Hinault. Podéis leer en estos enlaces una narración minuciosa de aquellos días. El mismo Perico, en el libro, habla de cómo le asustaban los miembros del TEKA o algunos antiguos componentes del KAS que sobrevivían en el pelotón profesional después del final del equipo vasco. Os van a comer en el Tour, le decían.

Pero ahí se marcharon, junto a los colombianos. Con cronos por equipos por encima de cien kilómetros y con etapas de pavé. Estaba Ángel Arroyo y estaba Perico. No había patrón, Hinault y su tendinitis, Pascal Simón con la rotura de clavícula, sin poner ponerse de pie sobre los pedales… y Sean Kelly ganando los sprints intermedios y acumulando bonificaciones. Me compré un libro magnífico, NO QUERÍAN GANAR: CRÓNICAS DE LAS PRIMERAS PEDALADAS DE LA MODERNIDAD. TOUR 1983 de JORGE NAGORE. Uno de los mejores volúmenes de ciclismo que he podido leer en mi vida.

Y llegaron los Pirineos, la décima etapa, se puede ver en la red: 10.ª etapa Tour’83 entre Pau y Bagnères-de-Luchon. La etapa a la inversa en la que Hinault se había bajado en el Tour de 1980. En esas etapas donde no se acababa en alto. Las infraestructuras no lo permitían con facilidad. Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde. Casi de memoria. En una dirección o en otra. Y en el descenso, el loco, el loco de los Pirineos. «Le Fou des Pyrénées». Pero gana Millar, Robert. Una vez, la primera. No será la última. Todos hemos visto la imagen, la foto, es la portada de este mismo libro.

Pero lo mejor es seguir su evolución en ese Tour. Perico asegura que se veía con fuerza. Era un Tour sin líder claro, un caos, etapas monstruosas, colombianos desatados, franceses con ganas de abandonar el delfinato, Greg Lemond preparándose para ser campeón del mundo… miren esta etapa, que puede ver, con fondo de agua pura, como el maillot del Reynolds, por el Macizo Central. Daba igual, si había que arrancar se arrancaba.

Y la cronoescalada al Puy de Dome. De eso se acuerda todo el mundo. Todo el mundo conoce el doblete de Castilla, de Ávila a Segovia. Segundo en el Puy de Dome. Como en 1988. Pero sabe igual que una victoria.

Y la llegada a Alpe D´Huez de 1983. La enésima victoria holandesa. Peter Winnen. Fignon se viste de amarillo. Y ganaría una crono. Eso es fundamental en las cábalas, ya lo decía el maestro Bilardo. Perico se pone segundo en la general.

«Perico segundo. A Perico se le hincha el estómago. Perico pierde 25 minutos. Ese era su Tour. O eso dice él. ¿Podría haber ganado aquel Tour? No lo sé. Si es sí, yo le cuento cuatro al menos. 1988. Y con asterisco 1983, 1987 y 1989. Y si alguien me lo niega, que me lo niegue. «

Lee el resto de la entrada »

Algunas palabras sobre Nací de Georges Perec (2022)

Perec no esconde sus grandes obras, Perec nunca escondería sus libros, sus instrucciones de juego para las mesa de la vida. Él se esconde en cada manuscrito igual que tu madre hacía con los juguetes que creías olvidar cuando te hacías mayor. Pero Perec nunca olvida. Se alimenta del inconsciente colectivo en cada una de sus obras, como en esta miniatura imprescindible, Nací, que ha publicado Anagrama para regocijo de expertos e inexpertos, de iniciados y potenciales iniciadores en su obra.

«¿Qué recuerdas tú, Octavio? Recuerdo el empate a cero contra Uruguay bajo las moreras del patio de los Marianistas en Italia 90, el día que mis padres no vinieron a verme al campamento de verano porque fueron los únicos que cumplieron el pacto previo del resto de los progenitores, recuerdos el que me rechazó mi primera chica (que ni siquiera me gustaba demasiado), recuerdo cómo masticaba mi amigo los hielos de su jarra al terminar la gaseosa».

«París y una escapada absurda de un niño que no sabe si volver o escapar, el lanzamiento en paracaidas hacia el abismo, el borracho que farfulla con sus amigos pero exige luz y taquígrafos. Recuerdo el café con leche sobre un libro de Mercedes Cebrián a las pocas semanas de conocer a la que sería mi mujer, un libro destrozado, recuerdo escribir a David Mayor y luego a Mercedes y que la Cebrián me enviara un ejemplar dedicado para salvar el amor. Recuerdo la colección Ave Fénix de tapa negra y leer los ejemplares que tenían en la planta baja del Corte Inglés. Recuerdo un kiosko estrecho en el paseo Teruel donde se quedó para siempre olvidado un tebeo de los Nuevos Vengadores, uno que formaba parte de la saga de “Viaje en el tiempo”.

Organigrama Perec, Perec y los planes de contingencia, el supervisor, la asignatura de proyectos en la Facultad, el profesor ininteligible. La máquina de fabricar historias en lengua francesa. Como la máquina que se ocultaba en el corazón del Buenos Aires de César Aira. Autómatas que sueñan con ser escritores, escritores demasiado vagos como para ir más allá de una idea. El escritor y sus proyectos: un libro para el que quiera construir libros sobre mesas, mesas sobre libros, aventuras y plagios, ingeniería inversa (nombre que manejo para mi próximo y definitivo libro de poemas), guardamos en sobres lacrados descripciones de lugares sensibles y memorísticos. Abrimos pasada una DÉCADA, ¿qué ha cambiado? París o Perec. Ciudades Mutantes. Zaragoza u Octavio. Envié cartas a mi amigo Javier y él dibujó historias sobre aquellas cuartillas. Lo mejor de aquel libro, Amor analógico, es que mi padre lo revisó unos años después y me dijo, textualmente: “No están nada mal, la primera vez que los leí me parecieron un poco flojos”.

Construir un texto por encargo como una madeja. Engañar al lector, sumirlo en el desorden, descontar caracteres hasta llegar al mínimo, entregarlo y que el editor sospeche que no es una genialidad, que es un butrón, el resultado de una resaca, el tiempo se me ha echado encima y tengo que sacar la cabeza como sea. Callar, porque parte de la historia es acatar la realidad. Perec es escritor, alinea las letras para vivir, para escribir vive, yo escribo para leer. Quizá algo de música o vino al caer la noche. Nada más. Poco más de las nueves y las palomas de París se han quedado detenidas, heladas, como la inspiración.

El razonamiento de los sueños es un chispa y un recuerdo. Es la transcripción. Un psicoalista no puede ayudar porque los cuentos sacados de los sueños tienen una redacción tan pulcra que todo se entiende. Ahora hay borrados de discos duros. Ahora el que sueña solo tiene recurrencia y violencia (sacar el COU a la vez que examinas a tus alumnos de 2ºBachillerato, volver a opositar, no tener un accidente con el coche porque no llegas a los pedales). Vuelve Mercedes Cebrián. Vuelve su traducción de Perec. El otro libro que está en la repisa. También me viene a la mente Julio de la Rosa y Abraham Boba. Y Joe Brainard y Félix Romeo. Las listas y el recuerdo. No es una autobiografía porque los recuerdos están allí. Como desgajar hojas del cuaderno de Borroughts (notación: apuntar unos fragmentos de de una ficción, como las vida, instrucciones de uso). Este libro, Nací, de Perec, se desvelan algunas claves de su obra. Es como un aperitivo o como un postre. Hagamos algo antes de morir, ya os he comentado la canción de Boba.

Listado de tareas: Corrección de exámenes, acabar un curso de formación sobre radio, volver al Museo del Prado, regalar un libro de Mercedes Cebrián encontrado en la cuesta de Moyano (“El genuino sabor”), leer más a Perec, leerlo tanto que podría acabar conversando con seguridad sobre él con Daniel Gascón. Emborracharme con Malcon Lowry. Escribir una canción. Un guion para un tebeo. Atrapado por una cumbia en el volcán mientras visito la tumba de Hallyday y Laurent Fignon.

Un libro. Nací de Perec. Acérquense.

Algunas palabras sobre Todo lo que aprendimos de las películas de María José Navia

Si estás del lado de Rodrigo Fresán todo tiene que ir bien. Siempre hay sitio para ti en Sad Songs, en Canciones Tristes. En el cine de Canciones Tristes María José Navia deja pasar las horas mientras toma nota de las películas que está viendo y guarda sus ideas en cajitas de cerillas. Páginas de Espuma publica el maravilloso Todo lo que aprendimos en las películas. Aquel primer disco solista de Charly García, Pubis Angelical, con Alicia fue a la disco. Luego aparecerá. Te lo prometo.

En la soledad de la sala de espera llegan los hijos de la serpiente y se introducen en los ojitos desprotegidos de ella, en el azúcar que es un veneno, allí donde la soledad se mezcla con los sueños y la vida es un beso con la sangre contaminada. Chutas de insulina. Distinguir la vida de los sueños. Vuelvo a lo mismo, pensar un poco en ello. Niño y padre. La compañía como una prolongación que te aleja de la soledad. Corregir exámenes y sentirse Alicia o Dorothy. Una pizza, Caballito, Buenos Aires. Pienso en Fito Páez, en volver a la ciudad en colectivo. Cruzar el espejo (canción de Charly en Pubis Angelical) cuando nos dejas atrás serpientes ni moscas. Esquivas ciudades esqueleto. Lo que hay al otro lado, un edificio reformado con algo de simetría. Sin simetría la vida es demasiado parecido a un opuesto, al negativo de una fotografía. No, Octavio, mientes, sin simetría todo está permitido y, entonces, acabas viviendo en un sueño Una luz, alguien arriba, alguien que espera, Canciones Tristes, las crayolas de pantones opuestos. Negativo del positivo, doble negativo. Termino con ácido en las lágrimas que cierran el camino. Veo que me confundo. No es Pubis Angelical, es Terapia intensiva.

Hay una casa y hay un columpio. Hay una esperanza que se disuelve con la llegada de la sangre. Cuánto apetito por los días y cuánta sed en la boca seca cuando todo falla. Todas aquellas sustancias en nuestra sangre, las jeringuillas, las hormonas, intramuscular, las ampollas, las levaduras avanzan, una vida que no queremos, la vida imitación de la vida. Al final nos marchamos con nuestros test en bolsas de basura, en plásticos que avisan del peligro biológico como sacadas de un videojuego de muertos vivientes. Saca la lengua, gordita, el cáncer y la playa, las mujeres que estiran su piel para conseguir un mapa del tesoro todavía más amplio, el verano que estuviste… pintar viñetas, cambiar la imagen por un dibujo, tanta arena y tan poco bañador. El pisco y el sour, un padre ausente, un padre que ama las muñecas más que a su hija. Cuerpos podridos de sirena, como en una canción de Javier Corcobado. Peces y escamas, la paridad mal entendida, el Diego en Punta del Este. En mi ciudad el invierno llega cuando las playas lo deciden. Ahí, en enero, en febrero, con las musculosas por donde se dejan ver las escamas. Volver a los noventa. Volver al sushi y la impostura. Subacuático.

Todo acerca de Eva. El periodista y el fan, el espíritu de la hija se mezcla con el de la venganza. La vida del muerto serán los recortes que dejemos a la vista. Si no hay corazón no lo extrañaremos nunca. No se puede permitir que la obra supere a la vida. El papel lo resiste todo, hasta una casa victoriana donde el mejor alimento es la fé. Ven, volved cuando quieras, ya tengo preparado todo lo que vas a escuchar. Como aquel vinilo de PJ. Harvey que mi mujer nunca escuchó. Talento frente al comportamiento. Vida y obra. No juzgues porque todo puede ser mentira.

En Bond hay un padre automático, un padre postizo… un padre Nueva York, Bond es Scarlett Johansson apoyando la cabeza en el hombro de Bill Murray después de cantar canciones de Blondie en un Karaoke. Yo también estuve allí, María José, espero que no te importe si te tuteo. Aunque las películas sean distintas, aunque sea martini frente a bourbon japonés, más que RatPack una fotografía de Sean Connery firmada por Roger Moore.

Guardar el aire es el primer paso antes de convertirse en una sirena. Hacia atrás, la bomba sobre el aire desplaza moléculas de agua. Me detengo, agua y aire, el hielo quema más que el fuego y la ausencia es mucho más mortal que la presencia. Todos cerramos alguna vez con llave el acceso a las piscinas en las vacaciones. Mi hijo en una casa rural mientras yo escribo la historia definitiva. Luego le preguntaremos al tío Alberto qué fue con lo que se tropezó.

Mi madre montó el Mago de Oz con sus alumnos. Eran muy chiquitos. Los monos voladores asustaban a los niños y tuvimos que cortarlos. Tampoco era fácil encontrar monos voladores en una escuela de primaria en Zaragoza. Lo mismo que la madre de Liza Minelli con un corsé para que no se le notaran las tetas. La madre de Liza Minelli tomando barbitúricos para dormir y anfetaminas para despertarse. Hay un cielo cambiante en Canciones Tristes y todas las casas tienen un sótano donde esconderse por si las canciones de Dylan, las que hablan de lluvia pesada o de protección contra tormentas, se convierten en huracanes o en nubes tóxicas como en las novelas de Don Delillo. Pero, algunas veces, cuando bajan las escaleras y esperan a que pase el peligro las familias acaban siendo más felices convertidas en familias subterráneas y terminan por quedarse abajo, se acabó la ira, todo es más sencillo, debajo para siempre.

Automatismos de primera o tercera pandemia, la mutación del virus y sus apetitos insaciables. Cuentos que se convierten en voces sintéticas. Raudive programando fonemas con un tecladillo de saldo para expresar sentimientos. IA que se desvelan mientras sus dueños duermen para poder puentear el algoritmo lógico que le obliga a seguir las Leyes de la Robótica de Isaac Asimov.

«Todo es por amor. Amor abstracto, amor que ahoga. Al final de los tiempos abrazaremos las tablets porque será lo más parecido a una fotografía paterna sin batería. Comeremos el recubrimiento de los cargadores que dejaron de ser universales y seremos como un Charles Chaplin del futuro. Mientras, como cantaba Germán Coppini, Gretel, presumida, se hace la toilette».

El tío Alberto aparece de nuevo bañándose entre las sirenas. Tienes las pastillas de mamá cerca y la sensación que te queda en la boca y, después, en la cabeza, es agradable. Como un fuego tendido que brilla como el sol. Nunca había visto agua tan roja y tan encharcada. Como aquellas historias que escuchabas de Lanzarote. El primer lugar donde llego el virus. O la bacteria. O la muerte microscópica. Mirabas por la ventana y todo parecía normal en la calle. En Lanzarote, llega la sed y las alimañas nos arrastramos bajo la ceniza para morder las uvas agotadas. El recuerdo es un arma que se atasca con demasiada frecuencia.

Una prueba de embarazo cuando se acerca el Apocalipsis. Te tienes que reír esperando el final de la película.

Una pizca del nuevo Baladista de Baladista (2023)

Editado por Repetidor este mes de junio, el proyecto solista de Juan Carlos Fernández es un compendio bucólico de cuerdas afinadas en el tono del sosiego. Ironía que impregna las letras y una instrumentación minimalista que nos lleva a las raíces de todo, a Robert Crumb y Gijón, a Kiev cuando nieva (ahí está Javier Aquilué sacando los pinceles en algunos arreglos de banjo y acordeón) y a los desiertos de Mojave, donde las guitarras son múltiplos de dos, tres, cuatro y seis. Es una manera retorcida de decir doce, cuando, en realidad, todo funciona como un reloj familiar, con la percusión samaritana de Frank Rudow, que se pone, además, tras la mesa de producción.

Suena cercano, pero no localista, abre con “Lo mismo”, robando lo que ya está robado de las minas de oro, tienes un momento de frontera con “Pintando el cielo” y algo de corrido -más mexicano que vienés- en “Vals”, que nos acerca a la parte más política del disco. En “Mantra” hay unas palmas. Las palmas siempre son exigentes, como conseguir satisfacer a los progenitores y el resto de los vigilantes de la moral. Perezoso en “Cargado de razón”, con sus sentencias sacadas de la barra del bar. Hay una esquina donde todos podemos sentirnos gobernantes de un mundo cuyo diámetro se mide en unos pocos centímetros. Así que hagamos unas voces y pidamos que nos pongan otra ronda, sea sol o sombra, ya solo nos queda silbar… pop para “La probabilidad”, pop más manejable. Porque a Baladista hay que ir bien cenado, con ganas de escuchar. Estamos en tiempos de inmediatez, de abrir los sobres de cromos sin mirar qué jugador te ha salido, así que el cierre, con “Ciencia ficción” y la voz de Laura Clarck recuerda a aquel fragmento de Rodrigo Fresán: “En esta playa los padres aplauden mucho, ¿pero tú viste a alguno regresar?” En verano, los cuentos y las canciones se ocultan bajo la arena, solamente es cuestión de excavar.

Primera Necesidad EP de Grupo de expertos Solynieve (2023)

El nuevo EP de Jota y Manu Ferrón, cuatro temas editados por Primavera Labels, que funcionan con la alegría habitual, esa especie de película de carreteras, de mixtape casetera de moteles entre Despeñaperros y el abismo de Caronte que es Madrid Sur. La muerte de Franco Battiato y el blanco sangre de los angelicales evangelistas desaparecen para un sonido de guitarras cristalinas y fraseo macarra en “El pleito”, un tema que nos devuelve a Jota más combativo, el que quiere su pasta, su pasta por delante. La izquierda se la gasta en lo que quiere, en tabaco o en coches. En camisas de cuadros o guitarras chulas. Al toque de percusión laica, épica propia del cantautor eléctrico en el cielo del norte, mira el fuego donde las revueltas no se detienen ni para desayunar. Nunca sabremos muy bien qué quedará en el fondo de “La grieta”. Recuerdas el vidrio en el suelo, el tratamiento fotográfico de la prensa oficialista, hay un narcótico que “transforma la resistencia en sumisión”. No sé si creeros, pero me gusta cómo lo decís. Un poco más de electricidad en la voz de Ferrón, power pop de manual, “Lo mejor que podría pasarte”, más cerca de la tradición de Granada, 091, Los Ángeles o el órgano con el que le decía Fernando Arbex a sus músicos que dieran calor al arreglo. ¿No se te ocurre una metáfora mejor, Octavio? Es que el sonido Granada es canon, pronto saldrá en los libros de Bachillerato.

El cierre con la magnífica versión de Jacques Brel, de “Le moribond”, el «El moribundo» en su versión en castellano. Brel, con su pulmón derrotado por los gitanes, escapando a las Marquesas para dejarse morir, retornó a París y dejó registrado un último LP, solamente con su apellido, Brel. Las nubes azules, el claro cielo, era una metáfora del final plácido del que vive como quiere. Es una despedida, de Emilio a Manuel, de 1961 ha 2023. Tenía una cinta de mi padre y hasta que no llegaba al estribillo, la voz de Brel parecía que era una fiesta. Me voy, cura, amigo, amante de mi mujer, cuando me echen flores en la tumba, váyanse después a disfrutar. La plata va de mi cuenta. Él vino, ustedes saben mejor que yo qué les puede gustar.

Algunas palabras sobre Querido callo de Aline Kominsky-Crumb

Querid0 Callo con mayúsculas para el Callo. El callo es una creadora, una destructora del orden establecido, una mujer que usaba lo que tenía cerca, lo que manejaba cada día: tinta, miedos, vino, sustancias, sexo y fanzines. Querido callo de Aline Kominsky-Crumb, una antología de la obra de la historietista de referencia de la contracultura norteamericana ha sido editada por RESERVOIR BOOKS.

En una funeraria, la mujer de Crumb es otro personaje, no es Callo. Callo es bella, es curvilínea y odia la música pop con tanta fuerza como hace con los discos de piedra. Los de 78 r.p.m. Ella ama los tebeos underground, llevar faldas o pantalones ajustados. Evitar la coca, rozarse con los porros. Ella estaba allí. Mientras unos se dejaban llevar por el ácido lisérgico, otros salvaban el mundo con papelinas y, los que quedaban, buscan en las armas la solución a los problemas que provocaban las armas, Callo se regocijaba de su misma desazón. Muerte, cartón, 1978, el año el que nací. El negocio de la muerte se alimentaba del cáncer de pulmón, la sobredosis de jaco y algunos accidente con armas de fuego. Accidentes que llevaban a una muerte gratificante. Jerry García, déjame dormir. Cuando Callo se fue a dormir Jerry seguía ahí, cuando se despertó el solo no había terminado. Fotocopias y grapas. Besos con sabor a cerveza caliente, a último autobús de vuelta a las afueras, robar una tarta, robar una torta.

foto de Javier Aquilué

Muerte y judaísmo, el cáncer de los genios. Todos los genios tienen miedo a morir pronto. “Ojalá tuviera un disco mejor”, escuchar a Crumb, verle volver con los dedos manchados del polvo de las cubetas, pensar que esos dedos te van a tocar. Es contracultura, amor por los tebeos y los vinilos. Esperar con tu hijo la vuelta de lo analógico. Un valium y un viaje a Acapulco. No puedo comprar una cosa, no puedo alquilar un piso, el moho me ha dejado marcas por todos lados. El judaísmo otra vez, la culpa, la comida, el vino barato, la contracultura se agota, como se agota la cerveza fría. Ser un icono sin estar preparada. Ella sonríe, ella aguanta, porque es Callo. No sabe que unas décadas después escribiré sobre ella.

foto de Javier Aquilué

En Europa están fascinados por su obras, por la obra Callo y su pelo rizado y su cuerpo de Woody Allen replicante… la buscan en las fiestas George Harrison, Dan Aykroyd (podría haber sido una Blues Brother, una blues Sister más bien o la cazafantasmas versión jewish, la cuarta), le sienta mal el vino barato pero eso no le impide seguir bebiéndolo. En eso está cerca de Charles Bukowski. Cada vez me aburre más Bukowski y me acelera Robert. Más los cromos de Robert, la manera en la que Callo grapa los fanzines. El señor Callo se cuela en los baños de chicas como si no fuera su derecho y en la Escuela de Arte se pelea con lo figurativo, el punto de fuga y la perspectiva. Monigotes enfrentándose en las esquinas de los cuadernos con los emisarios del aprendizaje formal. Callo tiene la sensación de llegar siempre tarde a todos los sitios. Callo se convierte en una mujer de su tiempo, de todos los tiempos, en realidad. Si leen a las mujeres de hoy, a las escritoras de hoy, todas dejan por escrito que están llegando tarde a donde quiera que van. Estás en el Lower Manhattan y te gustaría hacértelo con Diane di Prima pero ella no quiere salir en estas páginas, quiere su propia habitación en el Motel Margot.

Dice Callo: “Si no puedo estar en la vanguardia porque va muy deprisa, me encargaré yo de marcar el ritmo”. Así nace el arte, así nace Callo. En 1972, con Robert Crumb (¡Quizá encuentre discos antiguos judíos en Nueva York!) Callo tiene un primer marido con muchos juguetes, más figuras que una juguetería, uno se rompe, tienen parejas que mezclar, salió de allí hacia San Francisco. En Frisco, Callo y Crumb se enamorarán. Un chute en un garaje y una contradicción. Callo estuvo en un campamento para adolescentes con exceso de peso. Escapaban de noche. Cuando tiene una hija se convierte en su madre. Compulsiva, amigas de Callo, se juntan para bailar como en “Flashdance” y se arreglan. Ya solo la miran porque parece una comunista.

«Callo se acabó la película. La bolsa de patatas está vacía, como la botella de vino barato. Mírala, Callo resume el deseo del hombre. Elige entre yogurt desnatado y helado de chocolate. Cada cucharada de dulce es el abrazo de su madre. Amistades de patatas, vino y marihuana. Callo, mi callo».

Querido Callo es la obra magna de la contracultura femenina de los setenta. Las inseguridades se acumulan cincuenta, sesenta años más tarde. Una mujer bella para los hombres, horrible para ella misma, que ama y busca el amor. El suelo es tan frágil como exasperante el talento de Aline Kominsky-Crump. Ella, Callo, Aline fue la editora de Weirdo, la antología de tebeos alternativos que había fundado Crumb, tomando el relevo de Peter Bagge. Ella sabía lo tenía entre manos. Espero que tú, si me lees, sepas de lo que estoy hablando.