La funesta (y con mala leche) interpretación de un sueño aterra a Yurena en Gran Hermano Dúo

¿Para qué se construyeron realmente las pirámides? ¿Por qué desaparecen aviones y barcos en el Triángulo de las Bermudas? ¿Cómo se originó la vida?

Todas estas preguntas y misterios son una mierda pinchada en un palo comparadas con la de por qué Yurena llevaba siempre mechones a los lados de la cabeza, llevara el peinado que llevara.

Juan Miguel, que es como Indiana Jones pero sin perseguir a nazis que eso cansa, ha sido el que ha desvelado el secreto. El del Código Da Vinci era un analfabeto sin recursos a su lado.

Yurena tiene las orejas de soplillo (y no, esto no es lo del sueño, eso viene luego).

Las tiene más desplegadas que un murciélago tratando de impresionar a su chica. Es como el perro de Rastreator cuando te encuentra el seguro más barato. En realidad no, es mentira, sólo las tiene un poco separadas, pero a ella le parecen feas. Qué exagerada. Esta mujer ve un elfo y le vomita encima todo el pan de lembas.

Así que tras el descubrimiento Juan Miguel le recomendó que se diera un punto detrás de la oreja, como el que se cose los bajos del pantalón. Y hala, a lucir pabellones auditivos a la playa.

María Jesús se pasa el día pensando. ¿En cómo traer la paz al mundo? No, en cosas que puede decir para jorobar a Julio. ¿Sabéis cuando el que cocina en casa se queja y dice «ay, mierda, ahora ponerme a pensar qué hago de cena». Pues a María Jesús le pasa con las pullitas.

La última fue decir que ella le mantenía. Si sigue añadiendo cosas a la lista de las cosas que Julio ha hecho mal, el muchacho acabará en la cárcel por haber escrito el final de Los Serrano.

Y Julio estalló, que en él se traduce en que se note que está vivo y que puede moverse, y llamó a María Jesús «sinvergüenza». OH, DIOS.

Y como se había pasado tanto, pues fue y le pidió perdón a María Jesús, que reaccionó pasando de él como de caminar sobre las brasas a cuatro patas.

«El sentido del trío es que yo le he pegado cuatro polvos a Julio y ya está», ha confesado Carolina sobre por qué ha entrado en el concurso. «Estamos aquí [ella y María Jesús] porque las dos hemos tocado la flauta del Jamelín» (sic). Joder con Julio Ruz, le tocas la cola y te meten en un reality. La próxima vez que vaya a mear se la sujeto yo y hasta se la sacudo con cariño cuando acabe el pis.

Fijo que si voy a Ollivander a por una varita aparece el tendero con el pene de Julio Ruz en la mano.

Pero María Jesús no tiene sólo para Julio. También para Yurena y si comerlo ni beberlo. La artista antes conocida como Ámbar, antes conocida como Tamara, contó que la noche que se murió su tía, soñó que ella quería atacarla. Estaba afectada porque se le había repetido la pesadilla en la casa. Y va María Jesús y le dice «te está reprochando que no estás con ella». O sea, muerta.

TÓCATE LOS OVARIOS.

Qué manera de hundir a la peña. Al lado de María Jesús los submarinos alemanes torpedeando cargueros eran unos aficionados. Yurena se quedó tan asustada que si llega a estar en una iglesia se mete en la pila del agua bendita y no sale hasta que se le arruguen los dedos.

Antonio Tejado ha pasado de reírse de todo a quejarse hasta porque hay mucho oxígeno en la atmósfera.

Uno de los cabreos que se cogió fue porque Irene dijo de irse a dormir a la cama y al final quiso quedarse hablando con los compis y Antonio Tejado se tuvo que ir solo a la cama. Y todo el mundo sabe que irse solo a la cama es malo como caminar seis kilómetros de noche por un bosque lleno de lobos zombi con la rabia.

Y este señor, que sí, que es adulto y puede votar, se puso a llorar en la cama porque había discutido con ella. ¿Puede alguien darle a Antonio Tejado un peluche para que pueda dormir con él?

Y vamos con el culebrón Sofía Albalá. Un culebrón que se lo pones a una señora fan de los culebrones y le resulta pesado. Se repiten más que un chorizo de ajo.

«Me siento sola«, le dijo Sofía a su exmaromito, que Albalá como maromo es un poco escuchimizado. Y el muchacho preguntó que qué hacía y ella le dijo «pues ayudarme».

¿Y qué hago? Joder, Albalá te encuentra agarrado al borde de un precipicio y no cae en darte una mano.

«Yo te he ayudado estos días en que estés contento en todo momento«, alegó Sofía, que da tanto buen rollo y alegría que hasta la puedes meter en un papelito y fumártela. Que no saque Netflix una temporada de Narcos donde trafiquen con Sofía.

«Tú aquí eres para mi un paso atrás«, le dijo Albalá, que era muy hater de Un Paso Adelante. En cualquier caso, no soporto a estos dos. Están repitiendo paso por paso el Supervivientes de Sofía: la pobre muchacha sin suerte en el amor. A ella le valió para ganar y a él para entrar en Gran Hermano.

Qué peñazo. Estos dos se sientan en la mesa de un director de banco a hablar de sus cosas y les acaban dando una hipoteca ya pagada sólo para que se vayan.

«Yo quiero que estés bien, que estés contento… que me escuches cuando te necesite«, le dijo Sofía al maromín. Para esta chica Albalá es como una vaca: no puede dejar que enferme porque se queda sin leche.

Albalá acabó la conversación llorando otra vez, mientras Sofía le miraba como el observa un fenómeno curioso. Cuando se aburre, Sofía se va a un tanatorio y come palomitas viendo a la gente berrear.

Acertar con lo que quiere oír Sofía es como ir a una audición del conservatorio de violín tocando una zambomba y esperar que te cojan y te den una beca.

– Alejandro, yo no soy lo mejor para tí -dijo Sofía.

– Vale, -respondió el maromo.

– ¿Por qué dices vale? -reprochó ella.

Lejos de estar incómodo con que le monten broncas y le hagan reproches hasta por vivir, Albalá dijo que necesita una chica como Sofía. Qué masoquista. Cómo le gusta que le zurren. Este muchacho hace que 50 sombras de Grey parezca suave como un misionero con la luz apagada.

Y volvió a llorar. Y otra vez. Y otra.

Este chaval se muda a Murcia y acaba con el problema de la falta de agua. Yo creo que le operaron de apendicitis, se hizo un lío el cirujano y le dejó empalmada la uretra con los lacrimales. Y claro, tiene que mear.

Juanmi ha puesto esos días a secar las extensiones de media casa en el jardín. Eso daba miedo. Pero miedo de que entra una rata en el patio y piensa «joder, se me han adelantado». Era como si un montón de hurones estuvieran jugando al escondite inglés.

Hemos podido ver a Fede con una mascarilla hidratante puesta. Parecía el fantasma de la ópera, pero sin la ópera. Ya verás el día que averigüe que la belleza se pasa.

El guaperas discutió con Julio y como tiene la misma coherencia que un unicornio montando a un centauro, Fede le reprochó a Julio que no le mirara a la cara mientras el propio Fede le daba la espalda. Es como si un coco se enfada porque no le dices te quiero mirándole a los ojos.

Anoche metieron a Ylenia y a Sofía en la «Sala dual», un «espacio creado para solucionar conflictos». Pero lejos de ser un sitio en el que hubiera dos navajas para solucionar los conflictos en plan bien, era un sitio para hablar. Pues vaya.

«Tiene que entrar alguien con el que tienes un conflicto», le explicó el Súper a Ylenia, que se acojonó porque pensó que en la sala iban a entrar 256 personas del tirón por lo menos. Ylenia se pone a solucionar conflictos y tiene que poner un dispensador rojo de turnos como en la pescadería.

– Paco, imprime la lista de personas que tienen conflictos con Ylenia.

Total, que llegó Sofía, otra que tiene más pleitos que un abogado de oficio. «Esta sala es para limar asperezas«, les dijo el Súper. Yo soy él y les dejo en la sala una radial y una lima del 15. Lo de las dos no son asperezas, son vigas de metal puntiagudas.

Se echaron muchas risas, estaban más pavas que dos adolescentes mirando al chico guapo de la clase. No vimos mucho más, porque en el Última Hora nos lo quitaron, no sin antes dejarnos la preciosa y elegante, a la par que higiénica y educada manera de Sofía de sacarse los paluegos de entre las muelas. A Sofía le dices que hay un trocito de chorizo enganchado en el asfalto y te abre con el dedo una zanja que puedes meter las acometidas de agua, luz, gas y fibra óptica.

Sofía es la viva estampa de la educación. A esta muchacha la invitan a cenar con Isabel II y sale la señora de allí corriendo y llorando después de ver a Sofía rascarse los restos del solomillo wellington.

Pero bueno, que no pasa nada, que nadie la estaba mirando…

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