El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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«Mentira podrida»: campaña para desenmascarar desmanes de la publicidad alimentaria

«Eso es publicidad, eso es mentira (podrida)«

Mentiroso

Con esta frase se podría sentenciar la realidad al respecto de una buena parte de la publicidad de alimentos. Y es que aunque la frase sea de mi cosecha, sé que así piensa también una buena parte de la población y también cada vez más profesionales que centran su labor en algún sentido u otro dentro de las cuestiones alimentarias. Una pena ya que la publicidad como actividad y forma de comunicación comercial en general no tiene la culpa. Ahora bien, tanta publicidad malsana va a terminar por hacer considerar a cualquier publicidad como negativa o dañina.

Así lo pensamos y así lo decimos de vez en cuando a pesar de que nuestras públicas opiniones no pasan por ser otra cosa que una especie de prédica en el desierto. Se opina, se grita, se indigna uno, se olvida… y ya está, vuelta a la misma mecánica rutina como si nada. Al final me queda una sensación similar a la de Winston Smith, el protagonista de la novela de 1984 (George Oewell) para quien el doblepensar era una complicada habilidad (y no me extraña) para lograr la estabilidad mental:

‘Doblepensar’ significa el poder, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente […] Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega… todo esto es indispensable. Incluso para usar la palabra ‘doblepensar’ es preciso emplear el ‘doblepensar’. Porque para usar la palabra se admite que se están haciendo trampas con la realidad. Mediante un nuevo acto de ‘doblepensar’ se borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniéndose la mentira siempre unos pasos delante de la verdad. En definitiva, gracias al ‘doblepensar’ ha sido capaz el Partido —y seguirá siéndolo durante miles de años— de parar el curso de la Historia.

Más allá de mis desvaríos filosóficos sobre la cuestión, cada vez son más las personas que como te decía se ponen en pie para tratar de sacar los colores a esa industria ruin que se aprovecha del consumidor medio y abusa, bien con su machacona presencia en no importa que entorno, bien a partir de una publicidad claramente engañosa (sea legal o no ya que, como si no fuera suficientemente complicado el tema, de todo hay).

Una muestra de lo que te cuento lo podemos encontrar por ejemplo en la asociación VSF (Veterinarios Sin Fronteras) Justicia Alimentaria Global que aparte de otros objetivos generales ha iniciado una campaña francamente admirable llamada “Mentira podrida”. Con ella se pretende poner en tela de juicio la verosimilitud de aquellos anuncios y spots de alimentos, y establecer hasta qué punto incluyen mensajes ilícitos, perversos o inducen, como poco, a la confusión.

Según VSF Justicia Alimentaria Global:

Eslóganes como fresco, saludable, hecho en casa, auténtico, real, artesano o directo del campo han sido los más utilizados por las marcas para vender sus productos. La industria ha visto una oportunidad y se ha apropiado del uso de estos conceptos haciendo creer al consumidor propiedades que los productos industriales lógicamente no tienen. De hecho, arrebatan el significado de los reclamos a las pequeñas explotaciones, artesanales y realmente auténticas, que sí están trabajando basadas en estos atributos.

Un producto light engorda menos, un alimento natural tiene menos aditivos, uno casero es artesano, uno que termina en -ol nos ayuda a bajar el colesterol, uno llamado sanísimo es más sano, uno con lactobacillus mejora nuestras defensas, un batido de cacao enriquecido con calcio es bueno para la población infantil, un paté con hierro es un alimento sano para los niños, unos pollos de corral son producidos por un pequeño agricultor/ a, y así hasta el infinito. Pero, ¿realmente es así? La mayoría de las veces no. ¿Entonces nos engañan? Sí. ¿Se puede evitar? Sí.

Tal es así que en el marco de esta campaña, ha creado unos “Premios Rancios al Peor anuncio Alimentario de la Historia”… una especie de profiterol de oro, premios con los que se conoce países en de Europa central los “premios” que otorga una asociación de consumidores (Food Watch) a la mentira publicitaria más insolente. Ojalá los “Premios Rancios” alcancen la repercusión mediática que en Alemania y otros países tienen los “Profiteroles de oro”. De momento, si quieres ayudar a que así sea puedes votar a los finalistas de la actual edición (anuncios de Puleva, Bimbo, El Pozo, Campofrío, Gallina Blanca y La Vaca que Ríe)

Una pena que haya que escoger, a mí no me resulta nada fácil. Lo que seguro pienso hacer el proponer a VSF más candidatos.

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Imagen: jesadaphorn vía freedigitalphotos.net

Si no quieres taza, toma cerveza y media

Cerveza y pistolaPocas bromas con la nueva jugada de aquellos que promueven el consumo de cerveza buscando para ello el más psicodélico y salutífero de los argumentos.

En los últimos años hemos asistido a la promoción de la cerveza como un producto sanísimo «sin más» dirigido a la población general (a partir de patéticas tergiversaciones al respecto de su composición) viéndola pasar también como un alimento idóneo en la práctica deportiva subiéndola al carro de la moda runner (con base en las mismas tergiversaciones nutricionales); recomendarla tanto en la lactancia como durante la gestación (sin alcohol, faltaría más); auparla hasta la dieta mediterránea y ahora… esto es lo último, recomendarla como un producto «idóneo» tras los excesos navideños.

Es difícil de creer, lo sé, pero así nos están vendiendo ahora la moto: ¿te has pasado de frenada en las comidas navideñas? pues nada, ahora un poco de penitencia dietética y, claro está, cerveza…. que no falte cerveza, con moderación, claro, ya que esta bebida es “idónea” para estas lides. Para flipar.

Tienes alguna muestra de lo que te cuento en este enlace, este o este otro (básicamentese trata de la misma información pero en medios distintos; y sin desperdicio, por aquello de la moderación, la imagen de recurso del último enlace).

Antes de continuar quiero justificar mis palabras, he dicho «tergiversaciones»… (¿podrían ser “mentiras”?). Y lo digo porque los promotores del consumo de cerveza usan argumentos cuajados de información falaz. Estoy hasta la bola que de la cerveza digan que es una fuente de proteínas, de fibra y de no sé cuantas vitaminas y minerales… y esto, habida cuenta de nuestro catálogo alimentario, es una mentira más grande que la lengua para pegar carteles de circo. Y lo peor es que, ya lo sabes, detrás de la práctica totalidad de este tipo de jugadas está el conocido como Centro de Información Cerveza y Salud. Bonito nombre, ¿eh? Rimbombante, dejémoslo ahí. Como ya dije lo que tenía que decir de ellos (y de sus científicos colaboradores) en esta entrada, te invito a que le eches un vistazo. A colación de su labor y de esta nueva campaña, quizá merece la pena que conozcas también la opinión de Mikel Iturriaga (@mikeliturriaga)

La clave es la mezcla de conceptos correctos con publicidad encubierta.

Encubierta y… malsana apostilla un servidor, empleando para dotarla de cierto caché el criterio de autoridad cuando son algunos señores o señoras médicos quienes hacen el caldo gordo. Digo esto porque todas esas veleidades que habitualmente se mencionan acerca de la cerveza son ensalzadas única y exclusivamente por quienes están interesados en su venta o por quienes en colaboración con ellos prestan su imagen y palabra. Nadie más habla salutíferamente bien de ella.

Y es que, en mi opinión, ante esta habitual y tergiversadora estrategia solo caben dos posibilidades: o los profesionales sanitarios que dan la cara para vendernos más cerveza no tienen ni idea de sus reales características nutricionales, ni de las del resto de alimentos (algo bastante preocupante de alguien que pasa por tener un cierto conocimiento de estas cuestiones) o, conociéndolas, se las pasan por el arco del triunfo a sabiendas (algo que me recuerda, no sé por qué esta entrada al respecto de la “prostitución nutricional”) lo que me parece aun peor.

La cerveza, tu mejor aliado para combatir los excesos navideños rica en minerales como el potasio, fósforo o silicio y contiene vitaminas del grupo B y antioxidantes naturales…

Anda no me jo… robes (te sugiero de nuevo que pongas en contexto estas falaces declaraciones nutricionales sobre la cerveza en este enlace)

 

La puntilla

Si ya de por sí te parece como a mí descontextualizado el hecho de recomendar cerveza (con moderación) para hacer frente a los excesos navideños, la puntilla sobre esta cuestión viene de la mano de aquella persona, médico, que presta su autoridad al respecto de esta movida para terminar por decir que:

Seguir las pautas de una dieta moderada en la que incluir todo tipo de alimentos y bebidas como la cerveza, y otras fermentadas, es fundamental, siempre y cuando se mantenga un consumo responsable.

Veamos, quizá a la Dra. Purificación Martínez de Icaya (que ya se ha prestado en otras ocasiones para colaborar con el ínclito Centro de Información interesada Cerveza y Salud) le interese conocer el significado de fundamental.

Así que Puri, te tuteo si me lo permites…, “fundamental” hace referencia a aquello que sin lo cuál algo, lo que sea, no puede ser o funcionar. A ver si me explico, las ruedas de tu coche son fundamentales para que este funcione o se desplace; los ojos son órganos fundamentales para poder ver; cursar y acabar estudios de medicina son fundamentales para poder ejercer de tal; etcétera… ¿lo pillas?

Así que no, no y no… la cerveza y otras bebidas fermentadas no son ni fundamentales ni principio para seguir un estilo de alimentación adecuado, aun cuando de ellas se haga un consumo moderado… ni de lejos. Sin cerveza se puede vivir… y muy bien.

Y no, no me malinterpretes Puri, no soy de la liga antialcohólicos, pero sí de una particular liga anti-chorradas descontextualizadas (afortunadamente no somos pocos). Pero sobre todo soy de esa liga anti-hacer llegar cualquier beneficio para la salud a través de cualquier forma de consumo de cualquier bebida alcohólica ya que entiendo (y entendemos) que en estos casos los presuntos beneficios nos quedan muy lejos cuando se observan los muy próximos riesgos. Nos duele sobremanera que cualquier profesional de la salud distorsione el mejor mensaje que se puede hacer llegar a la población general a través de los medios. Si quieres un día te lo explico, incluso con una cerveza delante. Ahora, al así hacerlo no será por salud, eso también te lo digo.

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Nota: mi agradecimiento para Raquel Blasco (@RaquelBlascoR), Mikel Iturriaga (@mikeliturriaga) y Aitor Sánchez (@Midietacojea)

Imagen: Boaz Yiftach freedigitalphotos.net

Cosas que has de saber antes de tomar un suplemento para adelgazar

PastillacasSí, sé que la fecha es propicia. Con las festividades navideñas encima y los buenos propósitos a la vuelta de la esquina es muy probable que no poca gente ande planificando esa ansiada pérdida de peso, con sus estrategias y planes estupendos, sus dietéticos menús… como probable es que muchos también estén tentados de usar una “ayudita” en forma de suplemento. Pero, ¿realmente ayudan los suplementos alimenticios, per se, a adelgazar? La respuesta, ya me conoces, es que depende.

Supongo que es fácil creer que el funcionamiento o no dependerá del que escojas… que si de alcachofa, que si de pimiento (sí, ya lo sé, capsicum queda más enrollado y da mejor el pego), que si de judía (venga va… faseolamina mola más), que si de café verde (si ponemos ácido clorogénico suena más serio, pero solo suena), que si de mango africano, que si de Garcinia cambogia, que si… etcétera. Pero no. Va a ser que no, ya que la “ayudita” extra no depende de la naturaleza o “principio activo” ¿Sabes porqué? Porque ninguno ha demostrado funcionar como tú esperas que funcione. Por algo se llaman productos milagro, porque necesitan de creyentes.

Entonces, habrá quien piense que dicho funcionamiento dependerá del fabricante que los produce (laboratorio para los técnicos en marketing): que si con no-sé-cuantos controles de calidad, que si obtenidos solo a partir de cultivos orgánicos o de agricultura ecológica, que si producido en Alemania o en Japón, que si más o menos “natural”… y demás para bienes. Ya siento desilusionarte, pero va a ser que tampoco, la “ayudita” en cuestión tampoco va a depender de la supuesta excelencia en su fabricación, ya que, como te he dicho en el párrafo anterior, ninguno funciona aunque el procedimiento de su elaboración cuente con las máximas garantías. Y, no, tampoco depende del precio. Como ninguno funciona, más barato o más caro tampoco es la clave. Consejo: si aun y todo decides usar alguno, mi recomendación es que sea el más barato. El efecto, creeme, será el mismo (ninguno), pero al menos habrás perdido menos dinero.

Entonces, ¿de qué depende?

Pues básicamente, agárrate a la silla, de que estén adulterados intencionadamente con ingredientes farmacéuticos no declarados que, ¡oh casualidad! esos ingredientes sí que tienen una evidencia detrás más o menos contrastada como coadyuvantes de la pérdida de peso. Seguro que más de uno se hará las consabidas preguntas obvias:

¿Por qué los ponen? Supongo que porque como algunos productores de suplementos saben que sus productos no hacen nada en referencia a la utilidad de su comercialización, el adelgazamiento, pues les ponen sustancias que “sí que hacen”. Así el cliente seguro que queda “satisfecho” y además, le dan un repasito a la competencia.

¿Por qué no los declaran? Porque están prohibidos. Se suele tratar de sustancias con actividad farmacológica que se usan (o no) en algunos medicamentos. Como la categoría de producto de la que estamos hablando es la de los “suplementos o complementos alimenticios” estas sustancias están prohibidas en tales productos. Para más inri, algunas de estas sustancias además tienen prohibido su uso incluso como medicamentos.

Sorpresa (2)

Entonces ¿los fármacos auténticos que contienen esas sustancias prohibidas en algunos suplementos, podrían ofrecer esa “ayudita” extra? Vuelta a la misma respuesta de antes: depende. A día de hoy se conocen decenas de compuestos que bien a través de un mecanismo fisiológico u otro pueden ayudar a perder peso, y ese efecto es algo bueno y deseable… pero al mismo tiempo también suelen tener otros efectos que son malos e indeseables. Lo malo es que esos efectos secundarios negativos suelen resultar inaceptables y, en la actualidad y por estas razones solo hay un principio activo legalmente aceptado en España para el tratamiento de la obesidad, y es el orlistat. Que además, para lo que nos interesa, lo del adelgazar, tampoco es especialmente efectivo.

Curiosamente el orlistat no es el principio activo con el que se suelen adulterar los suplementos alimenticios adelgazantes. Para ello se suelen utilizar drogas mucho más peligrosas que normalmente interfieren en el sistema nervioso.

Te cuento todo esto, porque hace unos pocos meses y de nuevo, la Food and Drug Administration norteamericana volvió a poner de relieve la presencia en el mercado de suplementos adelgazantes adulterados con sibutramina (un principio activo que estuvo legalmente incluido en algunos fármacos contra la obesidad y que hoy está retirado) y con sustancias con un negro historial como la dimetilamilamina. Quizá ahora muchos se pregunten, entonces…

¿Puede estar pasando esto en España con nuestros suplementos adelgazantes? Con sinceridad, no lo sé. Lo más “gracioso” del asunto es que como los controles que se les hacen a estos productos por parte de la administración, no son ni la mitad de la mitad de exigentes que a los fármacos, nadie podría asegurarlo. Y conste que anteriormente en España ya ha habido casos similares.

Así pues, creo que la conclusión es bastante clara. Ningún suplemento dietético ha demostrado funcionar como se espera que funcione; al mismo tiempo los controles a los que están sometidos son escasos; y además hay una cierta probabilidad de que estén adulterados con peligrosas sustancias (sobre todo si no se sabe que están ahí pudiendo interaccionar con verdaderos fármacos).

De veras que no sé dónde puede estar el beneficio de arriesgarse a tomar ningún suplemento adelgazante, y mucho menos comprarlo.

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Imagen: Toa55 y stockimages vía freedigitalphotos.net

Luces y sombras de la nueva legislación sobre la información alimentaria facilitada al consumidor

Lupa comida

Los consumidores tenemos desde el pasado sábado alguna garantía más a la hora de enfrentarnos a la adquisición de productos alimenticios. Además, da igual donde nos hagamos con ellos ya que el Reglamento Europeo 1169/2011 Sobre la información alimentaria facilitada al consumidor contiene elementos que han de aplicarse tanto por parte del sector de la hostelería, como por la industria alimentaria, así como por la restauración colectiva. Son varios los elementos que se han incorporado, algunos los que se han modificado con respecto a la anterior legislación vigente y otros, qué pena, que siguen sin estar. En palabras de nuestra Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, AECOSAN “el propósito del Reglamento es perseguir un alto nivel de protección de la salud de los consumidores y garantizar su derecho a la información para que los consumidores tomen decisiones con conocimiento de causa”. Ya veremos en qué se traduce tanto buen propósito.

¿Qué hay de nuevo?

Desde mi punto de vista una de las principales novedades es la obligación de identificar el origen de las grasas en la lista de los ingredientes. Te lo conté en esta entrada y significa que el recurrente y cansino subterfugio de las “grasas vegetales” como ingredientes desaparecerá o, si está presente, habrá de detallar el origen y proporción de esas grasas vegetales. Aunque tal y como parece a juzgar por la curiosa adaptación que de este nuevo elemento han hecho algunos fabricantes, es muy posible que el consumidor medio siga in albis (tienes más información en la anterior entrada mencionada)

Al mismo tiempo, este RE obligará a partir de ahora a incluir un etiquetado nutricional en la mayor parte de los alimentos transformados, algo que no era necesario salvo que en su su presentación se hiciera algún tipo de alegación de salud o declaración nutricional… que entonces sí era obligada. Pues ahora todos los alimentos transformados, salvo contadas excepciones, deberán incluir ese etiquetado nutricional. Entre los productos que están exentos de incluirlas (salvo que hagan una declaración nutricional) figuran: productos sin transformar que incluyen un solo ingrediente o una sola categoría de ingredientes; productos transformados cuya única transformación ha consistido en ser curados y que incluyen un solo ingrediente o una sola categoría de ingredientes; agua destinada al consumo humano, incluida aquella cuyos únicos ingredientes añadidos son el anhídrido carbónico o los aromas; una planta aromática, una especia o mezclas de ellas; sal y sucedáneos de la sal; edulcorantes de mesa; extractos de café y extractos de achicoria, granos de café enteros o molidos y granos de café descafeinado enteros o molidos; infusiones de hierbas y frutas, té, té descafeinado, té instantáneo o soluble, o extracto de té, té instantáneo o soluble o extracto de té descafeinados, que no contengan más ingredientes añadidos que aromas que no modifiquen el valor nutricional del té y; las bebidas alcohólicas que contengan más del 1,2%.

Otra destacada novedad reside en la alusión a los posibles 14 alérgenos más comunes presentes en los alimentos envasados que deberán aparecer en la lista de ingredientes de forma destacada mediante una composición tipográfica que la diferencie claramente del resto de la lista de ingredientes (por ejemplo, mediante el tipo de letra, estilo o color de fondo). En ausencia de una lista de ingredientes, deberá incluirse la mención “contiene”, seguida de la sustancia o producto que figura en el anexo II del RE.

Entre las principales novedades, está la primera alusión a los nanometariales. De este modo el RE incluye la definición de “nanomaterial artificial” (artículo 2, apartado 1 a) y obliga a etiquetar todos los ingredientes presentes en forma de nanomateriales artificiales.

Fuera de la comercialización propiamente dicha de alimentos dirigida al consumidor final, merece especial atención la obligación de los distintos servicios de restauración colectiva de tener a disposición de los clientes la información de los productos utilizados (por ejemplo en un restaurante o comedor social). Así, en este terreno, los operadores de empresas alimentarias garantizarán que la información relativa a los alimentos no envasados destinados a ser suministrados al consumidor final o a las colectividades se comunique al operador de empresa alimentaria que vaya a recibir el alimento para que, cuando así se requiera, se pueda facilitar al consumidor final la información alimentaria obligatoria.

Interesante, por último en este apartado, la obligatoriedad de los establecimientos de poner a disposición de los consumidores determinada información cuando el producto comercializado vaya sin envasar, a granel o se envase en el momento de su venta a petición del consumidor (por ejemplo, en la venta de pan).

¿Qué hay de viejo… pero arreglado?

La procedencia o país de origen de los alimentos. Hasta ahora, solo era obligatorio para la carne fresca de vacuno, las frutas y las verduras, la miel, el aceite de oliva y en los casos en los que no hacerlo puede suponer un engaño al consumidor. Sin embargo, a partir de ahora también lo será para la carne fresca de cerdo, ovino, caprino y aves de corral. No obstante, este aspecto estará sujeto a las disposiciones de aplicación que la Comisión Europea adopte dos años después de la entrada en vigor de la nueva regulación.

Importante es la modificación al alza relativa al tamaño de la letra en la que se incluye la información nutricional. Así, esta norma, establece un tamaño mínimo de fuente para la información obligatoria de 1,2 mm; salvo que la superficie máxima de un envase sea inferior a 80 cm², en cuyo caso el tamaño mínimo se reduce a 0,9 mm. Si además dicha superficie es menor de 25 cm², la información nutricional no será obligatoria. En los envases en los que la superficie más grande sea inferior a 10 cm ² (por ejemplo en un paquete de chicles), no es necesario incorporar ni la información nutricional, ni la lista de ingredientes. No obstante, el nombre del alimento, la presencia de posibles alérgenos, la cantidad neta y la fecha de duración mínima se deberán indicar siempre, independientemente del tamaño del paquete.

Tanto la indicación de la caducidad de los productos y la fecha de primera congelación (de tratarse de este tipo de productos) también sufre modificaciones aportando más garantías que las derivadas de anteriores normativas tal y como te comenté en esta entrada.

¿Qué no aparece o falta?

Este Reglamento Europeo aporta muchos avances pero se han dejado en el tintero algunas cuestiones interesantes de las que… o bien se ha pasado de largo o bien se ha emplazado a la Comisión Europea para dar la correspondiente respuesta en dos o tres años.

Para mí, la principal ausencia alude a las grasas trans que, de momento, no es obligado aportar información al respecto de su presencia en un determinado alimento. Así, se aplaza hasta 2016 la decisión sobre la obligatoriedad de incluir este tipo de grasas en el etiquetado en base a un informe que habrá de elaborar la Comisión Europea. De momento no hay obligación. Una lástima, el tema me parece tan de cajón… que no sé qué tienen que debatir… a no ser que el debate responda a presiones de la industria.

Otra de las cuestiones por resolver es la referente a las Cantidades Diarias Recomendadas (CDR) que seguirán presentes, cumpliendo una serie de normas pero que, seguirán siendo, al menos de momento, del tipo café para todos. Y es que, a mi juicio no tiene ningún sentido que siempre, con independencia del alimento que se trate, estas cantidades estén referidas a una dieta estándar de 2000 kcal para un adulto. Un absurdo que se pone de manifiesto en aquellos alimentos típicamente destinados al consumo de los más pequeños (cereales de desayuno, galletas, determinados productos para untar…). De nuevo se emplaza a la Comisión Europea para que en el plazo de tres años tome una decisión al respecto de qué hacer con este tipo de información.

En definitiva, además de incluir importantes mejoras para mantener informado a los consumidores, este texto legal cumple a la perfección con el estereotipo que tienen este tipo de escritos a la hora de interpretarse: es bastante lioso. Y ello se pone de manifiesto con las habituales referencias cruzadas a artículos o apartados, excepciones según… lo que sea, cuestiones todas ellas que hacen al lector ir constantemente arriba y abajo para identificar su último significado. Tal es así que la propia Comisión elaboró un documento de preguntas y respuestas con el que tratar de dar respuesta a algunas (no todas) de las más habituales controversias. Lo puedes consultar en este enlace.

De igual modo, la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB) ha editado una guía en la que se interpretan varias de las implicaciones últimas de este poco amable Reglamento Europeo 1169/2011. La puedes consultar en este enlace.

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Imagen: amenic181 vía freedigitalphotos.net

Vinagre de manzana para adelgazar: mi historia de amor y desencuentro con él

Apple_cider_vinegarParece mentira pero hace ya más de 11 años de mi primer escrito dirigido a desterrar soplapolleces en el mundo de la dietética. En aquel entonces fue sobre la supuesta indicación del vinagre de manzana como suplemento adelgazante y quema-grasa. Fue también un encargo, yo estaba haciendo mis prácticas obligatorias para acabar la carrera de Nutrición Humana y Dietética y me encargaron un artículo que estaba previsto publicar en el portal de alimentación de Consumer sin mi autoría reflejada. Me daba igual, me hacía mucha ilusión ver un texto mío publicado en el “Internet” de la época y además quería gritar al mundo la tontería esta. En cierta medida tenía la esperanza de que pudiera abrir los ojos a mucha gente y que esta mandanga caería en el olvido. Ya ves… siempre he sido un poco iluso. Y hasta aquí el especial cariño que le tengo al tema del vinagre de manzana, ahora viene el desencuentro.

El caso es que el otro día una conocida me preguntó por el vinagre de manzana como elemento adelgazante (es decir, que siguen dando guerra). No es que ella se lo crea, ni necesitara saber si verdaderamente funciona a través de mi opinión, ya está convencida de ello aunque solo sea por el marco y manera en la que se publicita.

No obstante, no todo son cápsulas de vinagre de manzana, también hay quien propone usar este aliño diluido en agua y con ello promocionar el adelgazamiento. Así, no hace mucho tiempo pudimos constatar este escrito en una conocida publicación semanal en el que se refleja como se pueden sacar las cosas de contexto a pesar de toda la NO evidencia al respecto de las propiedades adelgazantes del vinagre. Se hizo así poneinedo en alza este estudio de 2009 (Vinegar intakes reduces body weight, body fat mass and serum triglyceride levels in obese Japanese subjects*) y haciendo aquello a lo que tan acostumbrados estamos: descontextualizar el actual conocimiento que se tiene sobre una materia en concreto y coger solo aquellos estudios y artículos que afirman aquello que queremos oír o de lo que queremos escribir. Lo más curioso de este tema es que el estudio en cuestión realizado con 175 pacientes y durante 3 meses, efectivamente contrastó una diferencia leve pero significativa en el adelgazamiento entre los que tomaban vinagre y los que no y además de forma dosis dependiente. Y digo solo vinagre y no “vinagre de manzana” porque esta variedad fue elegida solo por su mejor tolerancia en cuanto al sabor, no por sus milagrosas y únicas propiedades. Así, los autores del estudio hicieron descansar una gran parte de los resultados no al hecho de que fuera vinagre de manzana sino a que fuera simple y llanamente vinagre. De todas formas esas diferencias significativas en cuanto a la pérdida de peso entre quienes tomaban y no tomaban vinagre poseen una escasa relevancia clínica. Para que te des cuenta, tras tres meses de estudio la media de pérdida de los que más adelgazaron (y que más vinagre tomaron) fue de 1,9 kg, frente al grupo que tomo la mitad de la dosis y que perdió una media de 1,2 kg o el grupo control (que no tomó vinagre) y que ganó una media de 0,4 kg. Además, tras 1 mes de haber acabado el estudio las diferencias eran apenas perceptibles entre los tres grupos ya que en aquellos que habían perdido peso (y poco) lo habían recuperado prácticamente todo.

Así, el resumen al respecto de la cuestión adelgazante del vinagre es que solo existe un único estudio serio y de calidad a priori aceptable que haya reflejado una pérdida, muy modesta, de peso con su uso. Además, el hecho de que haya sido con vinagre de manzana parece más un hecho circunstancial que trascendental. Es decir, una evidencia muy escasa como para hacer grandilocuentes artículos y recomendaciones al hilo del vinagre de manzana.

Tal es así que a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria también se le ha preguntado su opinión al respecto de si podría decirse o hay datos que apunten hacia que la ingesta de vinagre de manzana podría ser un elemento que ayudara en algún sentido al control del peso. La respuesta (sé que te la estás imaginando) fue que no, redactada en 2011 al modo y manera que ya conocemos:

En base a la evidencia disponible no se puede establecer una relación de causa y efecto entre el consumo de vinagre de manzana y el control del peso.

Sin embargo, ya lo ves, a día de hoy siguen siendo frecuentes no ya solo la publicidad de este tipo de productos milagro, sino al mismo tempo la labor, ¿desinteresada? seguro desinformada, de algunos profesionales del periodismo que dicen de sí mismos ser expertos de referencia en temas de nutrición.

Supongo que si después de tanto tiempo entre nosotros del vinagre de manzana (al menos 11 años) y de tantas otras zarandajas, hubiera demostrado al menos un mínimo efecto coadyuvante en la pérdida de peso, a estas alturas sería un clamor conocido por todo el mundo en vez de estar relegado, como le corresponde, a la ignominia de formar parte de ése selecto grupo de productos milagro cuyo éxito real tan solo depende de la credulidad y desesperación de algunas personas.

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*Nota: lo siento por el enlace pero no hay forma que de que redireccione de la forma correcta al estudio completo. En cualquier caso se puede consultar (espero) en la página de la publicación

Imagen: Phongnguyen1410 vía Wikimedia Commons

Piensa en una enfermedad… ¿ya? Puedes culparle al gluten

Panes variosLa actual fobia hacia el gluten está alcanzando el paroxismo en Estados Unidos y, como bien sabes, tal y como suelen suceder estas cosas, nos salpicará… o a lo mejor peor, no solo nos salpicará la estulticia norteamericana en este sentido, sino que nos ahogaremos en su gluteínico y absurdo maremoto. Ya tenemos algunas muestras en nuestro entorno.

Es posible que algo haya llegado hasta tus oídos. El origen de esta manía superlativa e injustificada hacia el gluten tuvo un detonante bien conocido hace tres años cuando se publicó un libro de adelgazamiento al uso (al uso de las tonterías a las que nos tienen acostumbrados este tipo de libros) titulado Wheat belly, escrito por el cardiólogo William Davis, y que viene a traducirse más o menos como “Barriga triguera” aunque en España se ha publicado como “Sin trigo, gracias”. Su portada ya nos avanza un estribillo bastante común en esta clase de libros: “Aléjate del trigo, pierde peso, y rencuéntrate con la salud”. Qué bonito, qué sencillo… qué chorrada.

Este detonante literario no hizo sino aprovechar la ola de una creciente corriente anti gluten y anti trigo que se venía gestando desde hacía unos pocos años atrás en Estados Unidos. Digamos que el tal médico lo único que hizo fue aprovechar esa ola y surfearla al modo y manera que algunos médicos tienen de interpretar la salud, es decir, aprovecharse sin fundamento científico alguno (o apenas fundamento) de una tendencia en aumento y con ello forrarse (supongo) vendiendo su obra.

Buena prueba de la magnitud de esta fiebre anti gluten la puedes encontrar en este ensayo que hace pocas semanas dedicó con todo lujo de detalles el conocido medio The New Yorker a la cuestión del trigo y del gluten. El artículo es largo y está en inglés, pero de verdad te recomiendo que le dediques un tiempo porque es francamente esclarecedor de hasta donde está llegando esta absurda moda en la que hasta la comida para perros se ha sumado a la corriente sin gluten.

Y es que la cuestión ha dado un salto mortal con la publicación de estas obras. Hasta el punto no ya de obtener mejores digestiones cuando lo que se come no contiene gluten (algo que no tiene el menor sentido más allá de la población celiaca o con sensibilidad al gluten no celiaca), sino que además en la actualidad se le está culpando a este elemento de una cantidad importante de diversas enfermedades y situaciones metabólicas y neuropatológicas que van desde la artritis, la diabetes o el asma, hasta la esclerosis múltiple y la esquizofrenia pasando por el autismo (entre muchas otras)

El tema, desde un punto de vista crematístico no tiene desperdicio… da escalofríos el saber (según The New Yorker) que hasta un tercio de la población adulta norteamericana manifiesta estar intentando reducir el gluten de su dieta. En esta paranoica búsqueda de la excelencia libre de gluten se estima que en 2016 el mercado estadounidense de los productos sin gluten genere unas cifras de venta cercanas o superiores a los 50.000 millones de dólares. Para que puedas poner esta cifra en contexto baste decir que esta cifra de ventas será el doble que la generada en 2011 por esta gama de productos; o conocer que en 2013 la venta de suplementos dietéticos y vitaminas se cuantificó “solo” en unos 26.400 millones de dólares.

¿Hay pruebas que sustenten las propuestas antigluten?

La verdad es que ninguna, al menos entre las serias. Sí que es cierto que en concreto el médico William Davis, el autor de Wheat Belly, es especialmente prolijo en citas bibliográficas para aportar credibilidad a sus argumentos. Sin embargo, descontextualiza las conclusiones, las toma a medias (solo la parte que le interesa) o basa sus recomendaciones en estudios de escasa calidad (habiendo otros que con más calidad sostienen lo contrario y que casualmente se olvida de citar). En sentido contrario ya hay quien le ha dedicado a su obra un análisis pormenorizado desde un punto de vista serio y de las evidencias. En este documento, Wheat Belly: An Analysis of Selected Statements and Basic Theses from the Book, (Un análisis de las principales sentencias y tesis del libro “Barriga triguera”) los autores de la Universidad Saint Paul, le dan un “repasito” a los planteamientos de este médico viniendo a decir lo que ya sabemos y que de alguna manera conté en esta entrada: No sin pruebas… y tampoco con pruebas “retorcidas” o sesgadas.

En mi opinión se trata de una moda buenrollista más. Así, este posicionamiento implica más la adopción de una cierta postura “en la onda” o estilo que de vida “guay”, que un verdadero cambio dietético conducente a una mejora en la salud. Cambio dietético que salvo lo ya apuntado no tiene además ninguna justificación científica y que además solo puede permitirse una élite ya que el precio de los alimentos sin gluten son, habitualmente, más caros que sus homólogos con gluten. Una injusta situación en especial para los celiacos que ven como se frivoliza con sus circunstancias.

Por el momento, ya lo ves, con este panorama se podría parodiar la canción de Michael Jackson y sus cuatro hermanos, Blame it on the Boggie (Échale la culpa al Boggie) y modificar su estribillo (traducido) tal que de esta manera:

  • No culpes a los rayos del sol
  • No culpes a la luz de la luna
  • No culpes al hecho de que sea un buen momento
  • Échale la culpa al boogie gluten

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Imágenes:  Apolonia vía freedigitalphotos.net

 

Más fogones y menos tocar los…

POchas (640x480)Esta semana que nos deja me ha traído un “run-run” sordo en la cabeza un tanto molesto, o por lo menos preocupante. Comentaba en twitter con buenos compañeros y seguidores lo irritante que supone el saber que las soluciones que se plantean al problema de la obesidad en el mundo son de todo de menos soluciones. Es decir, estamos preocupados por una determinada situación, el inexorable aumento de la obesidad, y las acciones que se llevan a cabo para atajarlo se muestran objetivamente inútiles. No sirven y a las pruebas me remito. Es más, hay quien incluso propone que las soluciones que actualmente se aplican no es que no ayuden si no que solo sirven para agravar el problema, lo retroalimentan, lo que sería ya el colmo. Estamos en un punto de la historia en la que nadie en el mundo, ningún gobierno, puede levantar los brazos a modo de victoria y decir que ellos han podido con el problema de forma general o decir haber dado con la solución. Nadie.

Campañas en negativo

Las campañas criminalizadoras, aquellas que se encargan de hacernos ver los peligros a partir de historias de fracaso con finales dantescos, tratan de atemorizar a la población con el fin (supongo) de que el miedo a lo que se les avecina sirva de acicate para cambiar sus hábitos y conductas en lo que al comer se refiere. Sin embargo, rara es la vez en la que se evalúa el impacto de esas campañas, y por tanto no podemos saber si sirven para algo. Aunque de nuevo y a tenor del actual panorama, parece que no. Llegado este punto te recomiendo que eches un vistazo a este post de Luis Jiménez, titulado “¿Funcionan los anuncios y campañas para prevenir y combatir la obesidad?” como punto de partida para reflexionar sobre esta cuestión.

Mensajes en positivo y las Guías Alimentarias

Al mismo tiempo los mensajes en positivo, los que no atemorizan sino que se dirigen a la población general para indicarle la mejor forma de estructurar su alimentación en el día a día, tienen desde la perspectiva de no pocos profesionales serias lagunas o incluso “errores”. Es lo que sucede con las más elementales guías dietéticas que conocemos en España, personalizadas en forma de la archiconocida “pirámide de la alimentación saludable” (ver página 20) elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, o la “pirámide de la dieta mediterránea” elaborada por la Fundación homónima. Son conocidas mis no pocas discrepancias con las consabidas pirámides. No me parecen ni el mejor de los iconos ni tampoco contienen a mi modo de ver las mejores indicaciones.

A día de hoy otros gobiernos e instituciones han dado un paso adelante, cambiando el contenido y el continente y, por ejemplo, han elaborado una guía básica, cambiando la pirámide por un plato y lo han dotado de mejores contenidos otorgando a los alimentos de origen vegetal un muchísimo mayor protagonismo en esa dieta “ideal”. Sobre el tema de “los platos” puedes leer más en este post La era de los “platillos nutrientes” teniendo en cuenta que de entre los actualmente existentes el que más me convence sin lugar a dudas es este (aunque también podría matizarse)

Mi aportación: cocina lo que comes

No pretendo con este post desmontar los contenidos de las guías alimentarias más representativas de nuestro país. Más al contrario, voy a aportar un mensaje que hasta el momento es obviado en estas guías, tanto nacionales como de cualquier otro país y que me parece sumamente interesante. Creo que se está dejando de pasar una magnífica oportunidad para, con estas guías, hacer llegar un mensaje en positivo que hasta la fecha a nadie se le ha ocurrido mencionar. Antes de que me lance a contártelo recordemos que en todas las guías alimentarias del mundo (salvo contadas excepciones) también se aprovecha para dejar un mensaje que trasciende las cuestiones alimentarias. Me refiero al mensaje relativo a seguir un patrón de vida activo en lo que se refiere a la actividad física. Pues bien, estando de acuerdo con él creo que estas guías se enriquecerían mucho con otro mensaje, y es…

NIñas cocina (480x640)

Poner el acento en que la población general cocine más lo que come. Veamos, ya he comentado en alguna ocasión que resulta paradójico que el alejamiento de los fogones de la población es inversamente proporcional a su acercamiento a los televisores para terminar viendo como cocinan otros mientras nos comemos una pizza de encargo (por ejemplo). Esto es significativo.

Nuestro actual patrón de alimentación ha evolucionado con el de respecto a hace un par de décadas (o más) introduciendo más alimentos procesados, más manipulados y menos frescos. Todo ello implica, sobre el papel, una mayor libertad y de este modo no se le presta al acto alimentario la importancia que tiene ya que siempre habrá algún sistema al que echar mano para proveerse del cotidiano sustento… y en esta situación hay muchas más probabilidades de hacerlo “a salto de mata”. En este sentido el animar, fomentar y promover que la población cocine tendría, desde mi modesto punto de vista, dos ventajas casi casi incontestables:

Por un lado de forma general, se incluirían más alimentos “normales”, más carnes, pescados, verduras, hortalizas, legumbres, etcétera… y menos alimentos procesados y precocinados. Y por el otro, y al mismo tiempo, implicaría que las personas que se encargan de proveer el diario sustento en una casa hicieran un acto de previsión de qué se va a comer en los días venideros. Si se come lo que se cocina y no otra cosa salvo excepciones, el diseño de las listas de la compra sería, casi seguro, mucho más acertado. De este modo, la población, invitada y promovida de forma adecuada a cocinar haría mejores elecciones y además no se daría al traste con nuestra cultura culinaria… algo también en claro retroceso en nuestros días.

Esta reflexión surgió en una de las mesas de debate que se celebraron en la I Jornada de Dietética sin Patrocinadores que se celebró a mediados del mes pasado y gozó de bastante buena acogida entre los asistentes. Si de mí dependiera y en el marco de la enorme cantidad de medidas que habría que establecer para aportar una solución al problema de la obesidad, el tema del cocinar sería sin lugar a dudas una de ellas.

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Imágenes: @juan_revenga

Un vaso de leche caliente ayuda a dormir, y un bocata de panceta igual o más

Pocos mitos nutricionales han superado con creces la inexorable prueba de haberlo contrastado con la propia experiencia como el de que un vaso de leche calentito ayuda a conciliar el sueño. Es cierto, y también ayuda a tal efecto el recibir un beso en la frente (a poder ser de la madre de cada uno) o el sentir una mano cálida cogiéndote la propia o, simplemente, que esa mano yazca posada sobre un brazo o acaricie la mencionada frente. Esas cosas, ayudan a dormir. Pero no es necesario buscarle tres pies al gato.

¿Qué hay de inexplicable en saber que el realizar una llamada consciente a la reflexión sobre nuestro particular estado de vigilia puede servir como primer paso para adoptar una conducta que favorezca la conciliación del sueño? Y si nos ayudan con ese beso o esa caricia mejor.

Pero no, al parecer hay que buscarle una “explicación científica”, me refiero a lo de la leche del vaso de la ídem. Y se la han “encontrado”, claro. Dice así:

Fenil

No me digas que no resulta molón y súper-neuro-científico. Sin embargo, esta respuesta dista mucho de ser seria o de estar contrastada y, en sentido contrario, tiene mucho de cientifista y efectista. Que no es lo mismo.

La explicación que acabas de leer forma parte de una reciente nota de prensa de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FeNIL) y es frecuente oírla repetida en boca de muchas personas incluidos no pocos profesionales sanitarios. Entonces… te preguntarás, ¿estás insinuando que esta explicación no es cierta?

No es que lo insinúe, es que es más falsa que un billete de 23 euros… por muy molona que suene, por mucho triptófano que tenga la leche (que en realidad, además, es que no) y por mucho precursor que sea este aminoácido esencial de la serotonina, la melatonina y demás blablablás.

Leche chica

Por qué SÍ funciona lo del vaso de leche para dormir

Posiblemente por el efecto de dos procesos no excluyentes:

Por un lado, el mencionado “intervencionismo” consistente en hacer una separación consciente entre el antes (de dormir) y el comienzo de una serie de rituales relajantes conducentes hacia el efecto deseado, en este caso, dormir. Una práctica que podría tener una no poca relación con el muy estudiado y práctico en determinadas situaciones “efecto placebo”. La intención con la que alguien se proporciona o le puede hacer llegar ese vaso de leche calentita a otro alguien, el “buenas noches” con el que se acompaña… y no digamos ya el beso en la frente, y…

Por otro lado, la somnolencia contrastada que provoca en cierta medida cualquier proceso digestivo (sentirse con el estómago lleno). En especial y, en este caso, facilitado además por la calidez de un producto suave y sedoso.

Por qué lo del triptófano, la serotonina y la melatonina es una falacia efectista

En este caso en base a tres argumentos:

El primero, porque aun dando por cierto que en la síntesis de la serotonina y melatonina interviene de forma destacada el aminoácido triptófano como elemento precursor, es preciso darse cuenta que el proceso que ha de seguir ese triptófano para ser utilizado en la síntesis de serotonina o melatonina no es precisamente inmediato: Se ingiere con la leche; se digiere esta; se absorben sus nutrientes (incluido el famoso triptófano); se incorpora a la circulación sanguínea; llega a las neuronas del sistema nervioso central (algo que tiene bastante miga y en lo que influyen otros factores dietéticos); estas lo incorporan a su citoplasma (interior celular) mediante un transportador transmembrana específico; allí se utiliza para la síntesis de serotonina; esta sustancia ha de ser a su vez introducida en las vesículas neuronales para su posterior liberación en los terminales que distan un espacio considerable con respecto a su lugar de síntesis… Así pues, este proceso que no es especialmente inmediato facilita, es verdad, que a partir del triptófano se sintetice serotonina y melatonina y que con ellas se concilie el sueño. Es verdad… pero al día siguiente de haberte tomado ese vaso de leche calentita… lo que no forma parte de la explicación (tomar leche para tener serotonina y melatonina suficiente para tener sueño… al día siguiente)

El proceso descrito es especialmente constatable en el caso de la serotonina. En el de la melatonina, la cosa se complica un poquito más cuando su liberación además está especialmente mediada por la incidencia de luz. Más bien por su ausencia, con independencia de la leche que uno tome.

El segundo, porque la acción de la serotonina y melatonina se va a ver interferida por muchos otros neurotransmisores y hormonas que pueden tener un efecto sinérgico con estas (favoreciendo el sueño) o, todo lo contrario, antagonista, dificultándolo. Así pues, decir que para conciliar el sueño es deseable incorporar fuentes dietéticas de triptófano es tan simplista como decir que para batir el record del mundo de los 100 metros lisos es necesario tener unas buenas zapatillas de atletismo (y no decir nada más).

Y el tercero argumento… el más demoledor y más sencillo de entender. Aun obviando los dos argumentos anteriores, y haciendo constar la veracidad de que es el triptófano el que de forma inmediata favorece la síntesis y liberación de serotonina y melatonina, es preciso tener en cuenta que si del triptófano se trata hay multitud de alimentos con tanta o mucha más cantidad de este aminoácido que la leche.

Usando cantidades estándares de consumo hay que saber que un vaso de leche de 200 ml contiene cerca de 92mg de triptófano… ¿es esto mucho o poco? te estarás preguntando.

Pues bueno, para que te hagas una idea un bocata de panceta (60g de pan = 46,8mg de triptófano y; 50g de panceta = 48,5mg de triptófano), suman 95,3mg de triptófano, casi igual y por encima que la consabida leche… pero la fama se la lleva ella. Ya ves tú. Además, si lo que quieres es meter triptófano en plan a saco, porque te crees estas tonterías afines al “nutricionismo”, puedes probar mejor que con leche con:

  • Un huevo (de 55g) frito aporta 98 mg de triptófano
  • 40 gramos de queso gouda: 141 mg
  • 40 gramos de parmesano: 224 mg
  • 125 gramos de lomo de cerdo a la plancha: 483 mg
  • 125 gramos de pechuga de pollo a la plancha: 496 mg
  • 125 gramos de solomillo de ternera a la plancha: 498 mg
  • 150 gramos de bacalao en salazón: 1.096 mg
  • Etcétera

Y ahora, vamos con la puntilla… los pocos estudios que han puesto de relieve la posibilidad de que el triptófano tenga un efecto más o menos inmediato a la hora de inducir el sueño, lo han hecho con cantidades superiores (nunca inferiores) a 1 gramo de triptófano y hasta cerca de 15 gramos. Cifras que están muy, pero que muy lejos de las contenidas en un vaso de leche. Aquí tienes una revisión sobre el tema: Effects of L-tryptophan on sleepiness and on sleep.

Y luego que si toma leche para dormir que tiene mucho triptófano… y luego la serotonina para arriba y la melatonina para abajo… que si la hormona del sueño y que si bla, bla, bla.

Claro que sí que un vaso de leche calentito puede ayudar a conciliar el sueño, pero no es por la explicación efectista que suelen ofrecer… aquellos que se dejan llevar por la rumorología o, lo que es peor, por aquellos que tienen más interés por vender leche “a cualquier precio” que intención de ejercer su responsabilidad con rigor. Y no miro a nadie.

biocarnaval XXXIII

Este post participa en la XXXIII edición del Carnaval de Biología, que hospeda @CEAmbiental en su blog Consultoría y Educación Ambiental

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Imágenes:  marin vía freedigitalphotos y nota de prensa FeNIL (30-10-2014)

Cornflakes sin gluten de Nestlé: ¿apuesta por los celiacos o a rebufo de las tendencias?

IMG_1652La empresa Nestlé ha tomado la iniciativa para que un servidor cate y ofrezca su opinión al respecto de sus nuevos cereales sin glutenNestlé Cornflakes” comercializados en envase de 375 g. Y lo ha hecho aprovechando la campaña de lanzamiento de estos cereales en la que ha instado a varios blogueros a probarlos y pedir su opinión. En este sentido me siento halagado y agradecido ya que además de la consabida caja de cereales necesaria para poder catarlos la empresa ha remitido un atractivo set de desayuno personalizado para cereales consistente en un bol con la cuenta personal de un servidor en Twitter, una cucharilla ad hoc y un salvamantel.

Antes de empezar he de reconocer que no soy muy de cereales a la hora del desayuno (recuerda, soy un “desayunador ecléctico”) y mi familia tampoco lo es (tengo una mujer, preciosa, con la que comparto dos hijas de 6 y 10 años que han salido a la madre)… hasta el punto que he de reconocer que si bien en casa hay cereales de desayuno en la despensa, cada caja de este tipo de productos que adquirimos dura más de un año, y no es infrecuente que la solamos terminar con la fecha de consumo preferente más que agotada.

Dicho esto, no quita para que otras personas gusten de disfrutar de este tipo de desayunos con más asiduidad. No obstante, la particularidad de este producto concreto, “Nestlé Cornflakes sin gluten”, radica en la garantía que ofrece su consumo dentro del colectivo de personas aquejadas de celiaquía o de sensibilidad al gluten no celiaca… siendo la última de estas dos considerada una patología relativamente emergente y sobre la que no están las cosas aun demasiado claras.

Resulta curioso que unos copos maíz tengan que asegurar que son libres de gluten (al menos hasta los límites establecidos por la actual normativa, menos de 20 mg/kg de producto o partes por millón) ya que, sobre el papel, el maíz es uno de esos cereales que no contienen gluten en su grano. Sin embargo, parece ser que las distintas empresas que se encargan de elaborar productos elaborados con cereales de origen diverso no están en disposición de asegurar que en sus procesos no exista un cierto riesgo de contaminación cruzada. De esta forma, aunque de la elaboración de unos cereales de maíz, y solo de maíz, se trate, es más que posible que en la recogida de cereal y la posterior manufactura de otros productos cereales en las mismas instalaciones, se de origen a esa contaminación cruzada en la que cierta cantidad de gluten alcance a los productos que originalmente no tienen porqué contener gluten. Esta es la razón, entiendo, por al que otros cereales de desayuno a base de “copos de maíz” (cornflakes) no se etiquetan como “sin gluten”.

En el bol

En cuanto a la cata del producto en sí, ya he adelantado que quizá no sea la persona más indicada para pronunciarme ya que el catálogo de productos con los que lo puedo comparar no es especialmente amplio y en este sentido, además, dependo demasiado de la memoria. No obstante, me parecieron unos cereales especialmente consistentes en lo que respecta a su “desvanecimiento” en el momento de consumar el matrimonio con la consabida leche (en mi caso fría, of course). Es decir, me dio la sensación que no se venían abajo con demasiada rapidez, me refiero a que no se ponían especialmente “blandurris” (usando expresiones míticas de mi querida benjamina) en comparación con las ocasiones que he probado otros cereales de este estilo. Eso para mí es una ventaja, aunque ya sé que hay otras personas que prefieren el comportamiento contrario. Los «copos» en sí me parecieron especialmente pequeños en cuanto a su forma, a la par que bastante uniformes en tamaño. Sobre su sabor, me pareció el adecuado, dando una sensación de estar comiendo lo que se está comiendo, cosa que en lo que respecta a los cereales de desayuno no es tontería, ya que en pocas ocasiones, a mi juicio, se puede identificar con cierta seguridad qué es lo que se está comiendo cuando uno hace uso de esta clase de productos.

La cuestión nutricional

Sobre sus aportes nutricionales me parece que son muy similares a los que por lo general se puede esperar de esta gama de productos. Me refiero a la composición en macronutrientes y su contenido en vitaminas y minerales, habida cuenta que, tal y como sucede con otros cereales de desayuno, estos también se han enriquecido con diversos micronutrientes. Así pues, su idoneidad se pone de manifiesto al considerar las necesidades de un colectivo concreto, el de los celiacos y el de personas aquejadas de sensibilidad al gluten no celiaca. Como en la mayor parte de esta gama de productos, no se nos tiene que pasar por alto que si bien su primer ingrediente y por lo tanto el mayoritario es el maíz, 98,6% en este caso, el segundo y tercero son el azúcar y la dextrosa respectivamente.

La comercialización

Desde el punto de vista comercial es preciso destacar sin duda dos aspectos: por un lado su precio, 2,10 €/caja de 375g, lo que le pone muy en sintonía de otros productos de la competencia cerealística . Una cuestión importante cuando se sabe que la cesta de la compra de una persona celiaca suele ser unos 1.500 euros/año más cara que la de un no celiaco en base a la necesidad de garantizarse la compra de productos “sin gluten”, por lo general mucho más caros que los «básicos». Por el otro, el conocer que la Federación de Asociaciones de Celiacos Española (FACE) ha incluido este producto dentro de su muy útil y necesario listado oficial FACE. No en vano, en el desarrollo de estos “Nestlé Cornflakes sin gluten” ha participado la Asociación Europea de Sociedades de Celíacos (AOECS), asegurando de esta forma el cumplimiento de la normativa europea de la exención de gluten.

En resumen

Supongamos que… : A) eres celiaco o con sensibilidad al gluten no celiaca y; B) te gustan este tipo de productos… entonces, este tipo de cereales pueden ser una buena opción en tu cesta de la compra. Sin embargo, si no se cumplen cualquiera de estas dos premisas anteriores el producto en cuestión no te ofrecerá mayores ventajas que las que te puedan ofrecer otros productos de la competencia.

Es cierto que ya existen otros cereales de desayuno en el mercado “sin gluten” (normalmente más caros) y, al mismo tiempo, estoy convencido que la actual fobia antigluten cada vez más en alza “gracias” a algunos colectivos desustanciados (más allá de los mencionados anteriormente cuyo rechazo al gluten no responde a fobias buenrollistas, sino a una verdadera necesidad) y de la que daremos cuenta en este blog en ediciones sucesivas… dará pie como decía a una creciente comercialización de este tipo de productos por parte de otras empresas que tienen a los cereales como parte importante de su negocio.

Espero que si así sucede sirva para que el colectivo de celiacos se vea beneficiado, pero me temo que a su vez con esa proliferación se alienten esas otras absurdas tendencias. Con sinceridad, sin conocer más de lo que sé, me gustaría estar convencido de los fines últimos que han movido a Nestlé para lanzar este producto ahora.

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Imagen: @juan_revenga

¿Tan especiales son los runners que necesitan un pan aparte (y qué “pan”)?

Pan Runner 4

Runners” o corredores, y “pan” entre comillas o pan a secas… esas son algunas de las cuestiones de hoy. ¡Ah, casi se me olvida! y proteínas, muchas proteínas… proteínas a cascoporro. ¿Puede haber algo más trendy?

Recientemente hemos asistido al lanzamiento de un nuevo producto etiquetado desde la empresa SantaGloria como “Pan runner”, el “pan” para deportistas y personas que se cuidan; así que si tú eres de esa clase de personas que ha decido no cuidarse, este “pan” al parecer, no es para ti (qué poco me gustan este tipo de alegaciones). En su promoción han invertido no pocos recursos, entre ellos y principal, la colaboración del reconocido cocinero Jordi Cruz.

Más allá del evidente oportunismo derivado de la unión de tres de las tendencias más actuales (lo del correr, lo del consumo de panes “selectos” y lo de las proteínas) un simple vistazo a su etiqueta es probable que no deje indiferente a nadie, en especial si se tienen en mente los más habituales ingredientes de lo que la mayoría de los mortales entiende por pan y no digamos ya si se observa su habitual composición nutricional, es decir, el resultado.

La cuestión de sus ingredientes y su denominación como “pan”

Para empezar el pan-pan de toda la vida es, según el RD 1137/1984 por el que se regula la reglamentación técnico-sanitaria para la fabricación, circulación y comercio del pan y panes especiales…

el producto resultante de la cocción de una masa  obtenida por la mezcla de harina de trigo y de agua potable, con o sin adición de sal comestible, fermentada por especies de microorganismos propios de la fermentación panaria”.

Además luego se aportan una serie de definiciones referentes a “panes especiales” (integral, con grañones, de Viena, francés, biscotes, colines, etcétera) en los que el “pan para corredores” o “para personas que se cuidan” no es solo que no aparezca si no que difícilmente se puede encajar el producto en cuestión en alguna de las definiciones recogidas.

Y es que, según la lista de ingredientes del pan runner, este producto consta de:

Mezcla de proteínas (27%) (proteína de trigo, proteína de soja, proteína de altramuz), grano triturado de soja, semillas de lino (15%), semillas de girasol (9%), harina de soja, harina de trigo integral, salvado de trigo, fibra de manzana, sésamo (2%), sal, malta de cebada, regulador de acidez. [Es destacable hacer constar que la lista de ingredientes de la etiqueta del producto anteriormente referenciada y la mencionada en la página web del fabricante difieren en cierta medida].

Pan Runner 1

Llegados a este punto he decir que todas las personas que he consultado y que dedican su vida a la producción del pan en el plano científico más relevante manifiestan que a duras penas se le puede catalogar como “pan” a este producto, y las razones son básicamente dos:

  1. Por un lado, la presencia anecdótica de la harina de trigo que sin mencionar su porcentaje en el etiquetado está por debajo seguro del 9% (ya que el último ingrediente mencionado y referenciado con su cantidad relativa son las semillas de girasol, 9% y,
  2. Por el otro, la ausencia de levadura y por tanto de un proceso fermentativo.

Más allá de las definiciones legalistas y tomando en consideración la cultura panaria más ancestral y llegándonos hasta nuestros días, desde una perspectiva histórica, costumbrista y cultural todo pan que se precie ha de pasar por un mínimo proceso fermentativo con independencia del origen de sus harinas. Solo hay una excepción a esta norma y sería el pan ácimo que, este sí, está referenciado en la norma antes mencionada. En cualquier caso, el pan runner nada tiene que ver tampoco con el pan ácimo al que habitualmente se asocian una serie de cuestiones culturales y relativas a la religión judeo-cristiana.

Por lo tanto, en lo que se refiere a sus ingredientes, según la opinión de los expertos consultados y la mía propia, es que hay muy pocos elementos que faciliten el que se le pueda etiquetar a este producto como “pan” ya no solo legalmente, sino también a partir de una perspectiva cultural y tradicional. Yo desde luego tengo mis serias dudas. Bollo de cereales, barrita (si tuviera esta forma) de cereales serían definiciones que encajarían más en su denominación.

La cuestión nutricional: rara, rara, rara (para un pan)

Aquí es cuando la cosa se desmadra. El despropósito nutricional de hacer pasar esto por pan en cuanto a sus aportes es, al mismo tiempo, su argumento de venta. Como tú bien sabes el pan básico aporta unas 250 kcal/100g. En este aporte calórico intervienen, groso modo y por orden, los hidratos de carbono (80%), las proteínas (14%) y las grasas (6%) con un aporte de fibra de 3,5g por 100g de pan blanco… 6g en el integral.

Pan Runner 2

Pues bien, los aportes nutricionales de este “pan” consisten en 282 kcal/100g de producto; y a este aporte contribuyen la grasa con el 46% de las calorías, las proteínas con el 36% y los hidratos de carbono con el 7%… el mundo al revés, ¿lo ves? Pan para deportistas, con un par. Ole. Sí señor, más anchos que largos.

Te lo pongo en una tabla para hacerlo más fácil:

 Tabla pan para runners

Nota Bene: Si te has dado cuenta, los porcentajes de los tres macronutrientes en el caso del pan blanco suman el 100%, y en el caso del “pan” para runners, “solo” el 90%, ¿dónde está el 10% que falta? Pues en este caso SantaGloria ha hecho las cosas bien y según marca la legislación le ha atribuido 2 kcal/g a la fibra. Así, en este “pan” se ha dado por supuesto (bien supuesto) que sus 13,3 gramos de fibra aportan 26,6 kcal… es decir, redondeando, el 10% que faltaba.

Esto señores, es un despropósito cuando uno se refiere a él como “pan”. ¡Ojo! No se me malinterprete, no digo que sea un alimento poco saludable, lo que digo es que no es lo que se espera de algo que dice de sí mismo ser pan y… llegado el caso, no me parece que esté reparto de macronutrientes sea el más indicado en el caso de los “runners” que es de lo que se trata. No es que me parezca que haya un exceso de proteínas, que podría, pero sí una estrepitosa falta de hidratos de carbono de absorción lenta. Siguiendo con el tema de las proteínas y estando como está la fiebre antigluten tan extendida, quizá a los señores de SantaGloria, se les «ha olvidado» el descomunal chute de gluten que a buen seguro tiene este producto. Conste que no tengo nada en contra del gluten cuando no hay circunstancia que así lo indique, pero caramba, a la vista de los ingredientes me imagino (no puedo hacer otra cosa que imaginarlo ya que es un dato que no aportan, aunque tampoco están obligados) que la cantidad de gluten habrá de ser muy superior a la del pan de verdad.

Por último, en cuanto a las grasas, impensable proporción para algo que, de nuevo, se hace llamar pan. De la mano de tanta semilla y demás, su perfil lipídico es especialmente “positivo”, es cierto, pero esto no es algo que le corresponda, creo, al pan de verdad.

Me despido, “mucha miga” tiene este “pan”, pero en mi opinión, muy poco fundamento nutricional y sí mucho comercial. Me gustaría probarlo, pero en Zaragoza no hay tienda de SantaGloria a la que poderse acercar a comprarlo. Y habremos de darnos prisa ya que… ¿te imaginas este producto en el mercado dentro de 2 años? Yo no. Si me equivoco o no, el tiempo lo dirá. En mi opinión se trata de un producto más para hipsters, gafapastas, runners de pegatina en su indumentaria o forzudos de gimnasio que para personas que realmente «se quieren cuidar». Para estos últimos, los tendenciosos «panes» tienen poco, muy poco, que ofrecer.

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Nota 1: Que el pan para runners “tiene mucha miga” no es una frase hecha. Otros blogueros, han aportado su perspectiva al respecto de este producto. Curiosamente, apenas hay disonancias en el análisis. Puedes consultarlos, por ejemplo, de la mano de Mikel Iturriaga (@mikeliturriaga) en su blog El Comidista; en el blog vecino de esta casa, La Gulateca (@LaGulateca); o a través de la perspectiva de otra compañera dietista-nutricionista, Griselda Herrero Martín (@NorteSalud). No quiero olvidarme de agradecer las interesantes opiniones de Iban Yarza (@ibanyarza) para la confección de este post.
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Nota 2: PREMIOS BITACORAS 2014

Este blog, El Nutricionista de la General, participa en los Premios Bitacoras 2014 en la Categoría de Salud. Date una vuelta por el blog y si te gustan los contenidos puedes votarlo:

¡Gracias!

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Imágenes: @ibanyarza (¡Gracias!)