El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Entradas etiquetadas como ‘pecho’

Pues no, las fórmulas lácteas no son iguales (y ni mucho menos mejores) que la leche materna

Parece mentira que aun nos veamos en estas, pero no puedo dejar pasar el comentar algunas cuestiones que me vinieron a la cabeza tras leer la pasada semana el post de mi vecina Madre reciente al respecto de la donación de leche materna y que se tituló: 1.315 madres, 4.967 litros, 1.500 bebés. Hoy es el Día Mundial de la Donación de Leche Materna.

Leche materna vs fórmula

De veras que me parece increíble que a estas alturas haya quien argumente que las fórmulas lácteas sean igual de buenas que la leche materna ya que según comentaron algunos participantes en el maremágnum de opiniones que se suscitó a continuación, las fórmulas artificiales actuales son de suma calidad (que sí, pero que no). Es más, según alguno cree, se le incorporan esos componentes “imprescindibles” que argumentan los partidarios de la leche materna… lo que (casi parece que se lee entre líneas) termina en un producto hasta mejor aun que la leche materna. O quizá no sea tan increíble el saber de personas que así piensan, fíjate: según este estudio se puso en evidencia que, al menos en Estados Unidos, el porcentaje de personas que estaba de acuerdo con la afirmación “la fórmula infantil es tan buena como la leche materna” pasó de un 14,3% en 1999 a un 25,7% en 2003 (no voy a hacer mayor comentario… que se me hincha la vena mala)

Mencionemos de nuevo que en este tema parece que es imposible encontrar opiniones mesuradas o simplemente educadas que no terminen en el insulto y el menosprecio del que no opina de la misma forma que uno. Es decir, que en base a mi experiencia, tanto los defensores de una y otro postura (lactancia materna vs lactancia artificial) suelen en muchos casos estar, ambos, bastante embebidos de cierto fundamentalismo. Así pues, tras santiguarse tres veces y tocar madera con los dedos cruzados mientras se pisa una caca (que es lo que los supersticiosos harían cuando uno se arriesga a volver a escribir sobre estos temas) vamos allá…

Leche materna vs fórmula: composición

Para que el que quiera utilice los argumentos que le dé la gana, pero que los utilice bien, veamos a continuación cuáles son las diferencias bromatológicas de ambos productos, de la leche materna frente a la leche artificial, de modo general. Ni que decir tiene que esta comparativa está basada en generalizaciones aceptadas de ambos productos y que dependiendo de la leche particular que se considere se podrían encontrar no pocas discrepancias aunque las características nutricionales de uno y otro producto estén más que marcadas.

Comparación leche materna fórmula

Así, tal y como se puede contrastar el mayor parecido entre la leche de fórmula y las leches maternas es su aporte energético (nada relevante en cualquier caso, un combinado de ron y refresco de cola puede tener las mismas calorías que un bocata de jamón). Sin embargo, la cantidad de proteínas es un 40% más abundante en la fórmula, tienen más hidratos de carbono y suelen tener menos grasa. Pero si encontramos notables diferencias entre la cantidad de macronutrientes, más significativa me parecen las que encontramos en relación a su calidad.

En cuanto a las proteínas en la lecha materna el 30% lo constituye la caseína y el 70% restante las proteínas del suero entre las que destacan alfa-lactoalbúmina (de alto valor biológico para el bebé), seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, inmunoglobulinas, glicoproteínas, lactoferrina, lisozima, enzimas, moduladores del crecimiento, hormonas y prostaglandinas. Una composición cualitativa muy difícil de igualar por las diversas fórmulas ya que la fracción proteica de la leche materna es especialmente digerible e hipoalergénina cuando se compara con la de las fórmulas.

En cuanto a la grasa de la leche materna (y a pesar de sufrir importantes fluctuaciones en su contenido tanto a lo largo del periodo de lactancia como de un mismo día) posee una proporción relativamente estable en cuanto a la proporción de ácidos grasos: cerca de un 42% de ácidos grasos saturados y en torno al 57% de poliinsaturados. Toda la leche materna es especialmente rica en estos ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y quizá por eso la mayoría de las fórmulas están enriquecidas con ellos desde hace dos o tres décadas. Sin embargo, es preciso saber que aunque la “la percha” sobre la que se construyen la mayor parte de las fórmulas lácteas para lactantes es la leche de vaca desnatada, esta se ve enriquecida con diferentes mezclas de aceites procedentes de la colza, la soja, el coco, el girasol y la oleína de palma.

El caso de los hidratos de carbono también merece mención especial. El origen de los carbohidratos de la leche materna es sin duda alguna la lactosa. Su alta concentración (en comparación con la leche de vaca) facilita la absorción del calcio y el hierro y promueve la colonización intestinal de una flora microbiana fermentativa que mantiene un ambiente ácido en el intestino que inhibe en cierta medida el crecimiento de bacterias, hongos y parásitos. Por su parte, en el caso de las fórmulas también suele ser la lactosa el principal hidrato de carbono, no obstante no es infrecuente encontrarlas con ingredientes tan poco apetecibles como el sirope y maltodextrinas de maíz.

En cuanto a los micronutrientes, las fórmulas están enriquecidas “a cascoporro” con minerales que parecen especialmente interesantes, más en concreto el calcio y el hierro cuya presencia es notablemente superior a la de las leches maternas.

Nutrientes a parte

Más allá de los nutrientes clásicos, su cantidad y origen, la leche materna presenta singularidades concretas que difícilmente podrán ser igualadas algún día en las fórmulas… o no al menos a corto plazo y a un precio más o menos asequible (como si las actuales lo tuvieran… que esa es otra). Me refiero por ejemplo a factores anti infecciosos como los anticuerpos, la inmunoglobulina A, la lactoferrina (que “secuestra” el hierro haciéndolo inaccesible a las posibles bacterias y por este mecanismo frenar su proliferación), las lisozimas… Quizá por estas razones la incidencia de infecciones es menor en lactantes alimentados al pecho que en aquellos con lactancia artificial.

Así pues: no, las fórmulas lácteas no son iguales que la leche materna… y ni mucho menos mejores. De forma que si existe la posibilidad de crear entornos en los que se estimule la donación de este preciado fluido entre las madres que les sobre leche para que otros bebés puedan aprovecharse de ello, pues bienvenido sea.

Ahora ya… que cada cual, haga lo que le dé la gana.

Si te has quedado con ganas de seguir leyendo y sobre todo profundizando sobre el tema te recomiendo sigas por este post del experto en el tema Julio Basulto (@JulioBasulto_DN) Lactancia materna: deliciosa conexión entre la inmunidad de la madre y la del bebé

Y si quieres leer más en de lo publicado en el blog sobre el tema:

————————————

Imágenes: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: comer almendras no hace aumentar el tamaño de los senos

senos gordos

Ni las almendras, ni los aguacates, ni la alfalfa, ni el fenogreco, ni la soja, ni la miga de pan… ni demás tonterías. Sí ya sé que Internet y la “sabiduría popular” están cuajadas de este tipo de recomendaciones para aumentar el tamaño de tan admirados atributos femeninos.

Además, este tipo de mitos no conocen de fronteras y los podemos encontrar en no importa qué cultura o país y es que, al parecer, el tema del tamaño de las tetas es una cuestión universal y en todas las latitudes se pueden encontrar tonterías nutricionales, que con mayor o menor diversidad, ofrecen soluciones fraudulentas para “de forma natural” favorecer el aumento de las lolas… de su volumen, no de su número.

Para ser sincero, he de confesar que he buscado un asidero en la ciencia que respaldara mis palabras, pero no lo he encontrado. He buscado en las bases de datos científicas más habituales cualquier referencia a estudios, artículos y demás que hubieran puesto en tela de juicio este tipo de leyendas y, para mi sorpresa, no he encontrado ninguno. Parte de la culpa, supongo, es que ni Penthouse, ni PlayBoy, ni Hustler, ni, en otro orden de revistas, los semanarios dominicales o Saber Vivir están indexadas en tales fuentes bibliográficas. Así que, en buena lid, solo se puede afirmar que, bajo el prisma de la ciencia, no hay pruebas de que comer lo-que-sea influya en el tamaño de los senos. No las hay de que no los aumenten y claro, tampoco las hay de que sí.

fcupcookies

A pesar de que son cientos de miles las sugerencias que Internet ofrece tras buscar remedios naturales para este menester. En el colmo de los despropósitos alimentarios, en Japón, hay un productor que ha comercializado unas galletas que aseguran un aumento de los senos con su consumo, se llaman F·cup cookies.

En la mayor parte de los casos, sea el que sea el alimento que se proponga para el efecto en cuestión, las explicaciones que se ofrecen para alcanzar este prodigio se centran en:

  • La riqueza en aminoácidos del alimento (como si este fuera un elemento determinante y no hubiera decenas de alimentos –que no se citan- con igual a mayor cantidad de aminoácidos)
  • Su contenido en algunos fitonutrientes, como flavonoides (mismo comentario que anterior)
  • Su riqueza en vitaminas y minerales (mismo comentario que anterior)
  • Pero muy especialmente, en la mayor parte de alimentos que se mencionan se hace referencia a su contenido en fitoestrógenos (moléculas de origen vegetal análogas de los estrógenos y que ejercerían su efecto como agonistas).

Este último caso sería el de las mencionadas galletas japonesas crece-tetas a partir de su contenido en Miroestrol obtenido de una planta, Pueraria candollei mirifica, cuyos extractos han pasado de caracterizar una cremita con los mismos pretendidos fines a incluirlos por lo que se ve ahora en unas galletas en plan absurda nutricosmética.

Lo más significativo es que a pesar de que evidentemente los estrógenos tienen mucho que decir en el tamaño de los senos (y de ahí el resultado de algunos tratamientos hormonales que persiguen –o no- este efecto) no se ha demostrado en ningún caso el efecto de los fitoestrógenos. Y conste además que volvemos a lo de antes… son numerosos los alimentos que portan este tipo de elementos como para hacer una lista positiva dejando otros tantos en el tintero.

De todas formas, para todas aquellas mujeres que ansíen un aumento en el tamaño de sus pechos quizá les interese saber esta curiosa asociación: al parecer en las mujeres que se han sometido a una intervención quirúrgica con este fin hay una considerable mayor tasa de conductas suicidas. Así se puso de relieve en este artículo, aunque como puedes comprobar no es el único que observó tal asociación. Por ello, los autores recomiendan un abordaje multidisciplinar (incluyendo profesionales sanitarios especializados en salud mental) en aquellas mujeres que acuden a su médico con el deseo de aumentar su talla de pecho, en especial si tienen antecedentes psicopatológicos.

No es del estudio, pero añadiría que ya sean mujeres u hombres… los que promuevan y divulguen chorradas como lo de las almendras y los senos, o similares, también deberían hacérselo mirar. Eso, o pagar sus mentiras con alguna forma de penitencia dolorosa.

——————————————

Nota: Esta entrada se ha realizado a colación de la iniciativa #lunesTetas convocada por Arturo Quirantes (@elprofedefisica) a través del portal Naukas (@Naukas_com)

Imagen:  marin vía freedigitalphotos.net