El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Dieta mediterránea (5): origen del concepto mediático-popular

Anteriormente en este monográfico sobre la dieta mediterránea:

El concepto mediático-popular de “dieta mediterránea”

No fue precisamente el conocido como Estudio de los siete países lo que lanzó al estrellato mediterráneo-popular a Ancel Keys. Recordemos que el mencionado estudio era una obra de divulgación científica destinada a ser leída y conocida entre otros científicos y que en su interior, además, no había ni una mayor referencia a algo que aludiera a la “dieta mediterránea”.

Antes de hablar de cuáles fueron en mi opinión los verdaderos elementos que sí lo propiciaron es necesario presentar a la esposa de Keys, Margaret, (Margaret Haney de soltera) que tuvo muchísimo que ver en la epopeya mediterránea. Pocos conocen que Margaret Keys fue una reconocida bioquímica que acompañó, respaldó, supervisó y colaboró con su marido en gran parte de sus estudios. No es de extrañar que así sea (que no se le conozca) cuando detrás de tanta colaboración se comprueba que su nombre no aparece en la autoría de toda la producción científica vinculada al Estudio de los siete países. De todas formas ya sabéis eso que dicen que detrás de un hombre de prestigio siempre hay una mujer… sorprendida.

Sin embargo, Margaret pasó mucho menos desapercibida en las obras de divulgación general que publicó el matrimonio al alimón y que fueron considerados auténticos best-seller de aquella época.

Al mismo tiempo que se estaban empezando a recopilar y analizar los datos del Estudio de los siete países en las instalaciones del Laboratorio de fisiología higiénica de la universidad de Minnesota (bajo las míticas gradas de su estadio de fútbol) los Keys debieron pensar que ya tenían el caldo de cultivo ideal para lanzar una especie de recetario mitad de cocina, mitad de salud dirigido a la población general y, con este, empezar a divulgar las claves de lo que ellos entendían por comer y vivir bien. Todavía, como podrás comprobar por las fechas, el martillo mediterráneo no se había puesto en acción… pero llevaba todo el camino.

El pimer libro

Eat well and stay wellDe este modo en 1959 vio la luz la primera edición del volumen titulado Eat Well and Stay Well, que como digo se convirtió en un auténtico best-seller. Se trataba de un compendio recetas, cada una de ellas con un desglose nutricional completo (algo que sin lugar a dudas creo una escuela que dura hasta nuestros días) y un montón de información sobre qué alimentos pueden ayudar a combatir la enfermedad y promover el bienestar general. Aportaba guías para la preparación y cocinado de los distintos alimentos, así como dónde comprar y la forma de hacerlo. El libro presumía de recetas de fáciles de preparar en menos de 30 minutos, haciendo hincapié en la claridad, la sencillez, evitando aspectos demasiado complicados o exóticos. En el libro también se descubría el pequeño gourmet detrás del gran científico y las buenas dotes en la cocina de Margaret, que afirmaba haber confeccionado todas las recetas mencionadas. En él, es cierto, se hablaba del colesterol, pero también los Keys hacían referencia al modo y manera de elegir un vino o comentaban las excelencias de un buen café expresso mucho antes de que Starbucks apareciera en el horizonte de las franquicias. En el plano dietético se apostaba más por una mejor elección de las grasas que por una dieta libre de las mismas.

Llega la popularidad

La mayor parte de las fuentes consultadas coinciden en afirmar que fue este libro de cocina el que reportó tanta popularidad Keys que le valió por ejemplo una portada de la revista Time en enero de 1961. Así, en su interior, además de la portada, se le dedicaba un artículo titulado The fat of de land en el que se le apodaba Mr Cholesterol (Sr. Colesterol). Esta popularidad se acompañó al parecer de una serie de importantes ingresos que les permitió a los Keys hacerse con una pequeña hacienda en el sur de Italia y trasladar allí su residencia, al menos la principal, en la región de Cilento (hoy considerado parque nacional). Para que te hagas una idea del efecto, y si se me lo permite, de la obsesión mediterránea de Keys, este terminó comprando un terreno en el sur de Italia con el fin de establecer allí una especie de “ciudad para científicos” a la que bautizó como Minnelea, una combinación de palabras entre Minnesota (su lugar de procedencia profesional) y Elea, municipio más cercano en el mencionado parque nacional de Cilento.

Mediterranean wayEl segundo libro

La maquinaria mediterránea se había puesto en marcha pero aun no estaba ni mucho menos a pleno rendimiento. Algo que sí terminó por conseguir el segundo libro del matrimonio aparecido en 1975, How to eat well and stay well. The Mediterranean way (Como comer y estar bien. El estilo mediterráneo). Ahora sí que sí, con este libro se encendió la mecha de toda la parafernalia mediterránea hasta el punto que fue entre la población general y  los medios de comunicación los que terminaron por acuñar el término Mediterranean diet o Dieta mediterránea. ¿No me crees?

Quién mejor que Henry Blackburn (investigador en la Universidad de Minnesota y la mano derecha de Keys en el Estudio de los siete países) para ilustrar porqué se considera a Ancel Keys padre de la dieta mediterránea y cómo llegó a ser este término lo que hoy se suele entender por él. A la siguiente pregunta (que se puede consultar en este enlace en el site de la universidad de Minnesota)…

¿Por qué se le atribuye a Ancel Keys el liderazgo de habernos conducido hacia la dieta mediterránea?

Blackburn contesta sin el más mínimo atisbo de duda (y sin mencionar por cierto al Estudio de los siete países) lo siguiente:

Sus “libros de cocina”, escritos junto con su esposa Margaret, empezando por “Eat Well-Stay Well” en 1958, y evolucionando hasta el “Eat Well-Stay Well The Mediterranean Way” en 1975, destacaban los hechos que Keys consideraba importantes en el estilo de vida mediterráneo, incluyendo la dieta tradicional y que se asociaban con una vida más longeva y saludable, sin las enfermedades típicas de las poblaciones más occidentalizadas. [Tras él], han sido los expertos en alimentos, los cocineros y la industria alimentria los que han cogido esas aportaciones de Keys y se han apresurado a aportarnos esa expresión tan elegante y chic como es la “dieta mediterránea”. [En realidad y a día de hoy] la población de la cuenca mediterránea es la que ha abandonado este estilo de vida, al tiempo que se ha alejado de la pobreza implícita que tenía asociada en otro tiempo.

Lúcidas, maravillosas y acertadas en mi opinión las palabras de Henry Blackburn que pienso entresacar y destacar para que te/nos quede clara la parafernalia mediterránea:

Realidad dieta mediterránea

Utilizando esta base documental de una más que autorizada voz en la cuestión mediterránea y coincidiendo a pie juntillas con ella, en el próximo capítulo abordaré en qué ha terminado toda la parafernalia mediterránea a base de productos, alimentos, premios, fundaciones e incluso comida para perros mediterránea.

Continuará…

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Imágenes: http://www.amazon.com/Well-Stay-Ancel-Margaret-Keys/dp/B001R10FSS y http://www.amazon.com/How-eat-well-stay-Mediterranean/dp/0385009062/ref=pd_sim_sbs_b_1 vía Amazon.com

Dieta mediterránea (4): curiosidades y controversias

Anteriormente en este monográfico sobre la dieta mediterránea:

Curiosidades

La industria del cine detrás de los orígenes de la dieta mediterránea

Lon ChaneyTodo este tema de la dieta mediterránea le debe mucho a la industria hollywoodiense del cine. Al menos algo tuvo que ver para que Ancel Keys terminara siendo quien fue. Me explico. Keys nació (1904) en Colorado de unos padres bastante jóvenes (por no decir adolescentes) en el seno de una familia relativamente humilde. Al parecer, las dificultades económicas y la esperanza de poder aspirar a una mejor vida en el oeste americano motivaron que la familia se trasladara a California en 1906 cuando Ancel contaba con apenas dos años. De esta forma seguían los pasos del tío de Keys (el hermano de su madre) un actor de teatro que empezaba a despuntar y que se llamaba Lon Chaney. Si visitas con cierta asiduidad este blog sabrás que una de mis aficiones es el cine clásico. Así que si se me permite una pequeña digresión diré que Lon Chaney (el tío de Keys) fue conocido en su tiempo por el hombre de las mil caras, un actor con una especial habilidad para “automaquillarse” y transformarse hasta aparecer en escena grotescamente deformado (el papel que más fama le reportó fue el de Quasimodo en la película muda “El fantasma de la ópera”).  Merece la pena ver la película biográfica sobre la vida de Lon Chaney titulada precisamente “El hombre de las mil caras” e interpretada de forma sublime por el carismático James Cagney.

Keys no era médico (a pesar de que todo el mundo así lo cree)

Todo esto viene a que fue de esta forma, afincado en California, más en concreto cuando se mudaron de San Francisco a Berkeley que Keys tuviera la posibilidad de estudiar en tan reconocida universidad. Tras una azarosa juventud, mitad trabajando de peón y minero, mitad viajando por todo el mundo para ganarse la vida, Keys terminó estudiando y en 1925 se graduó en Ciencias políticas y económicas, y en 1928 se graduó en zoología. Tras una beca de dos años obtuvo su primer doctorado en oceanografía y biología marina. Dicho de otra forma y a pesar del habitual malentendido entre la población general: Ancel Keys ni estudió medicina ni, por tanto, fue médico. Tras diversas estancias en el extranjero, después de estudiar fisiología en Cambridge y ser profesor en Harvard, obtuvo un segundo doctorado, en este caso en fisiología y por la universidad de Cambridge.

A pesar de que el conocido como Estudio de los siete países es la obra por la que es especialmente conocido, Ancel Keys destacó en muchos otros terrenos y su legado va mucho más allá de la cuestión mediterránea.

Keys y el ejército

Los primeros estudios con una cierta repercusión de Ancel Keys se centraron en el campo de la fisiología sobre la adaptación del organismo humano a las alturas y otras circunstancias adversas. Fruto de sus hallazgos, en 1941, el gobierno de los Estados Unidos le encargó la creación de unas raciones de campaña nutricionalmente adecuadas y destinadas en origen a las tropas paracaidistas de su país. De esta forma creó las que luego fueron popularmente conocidas como “raciones K” (“K” de Keys) que aunque estaban originalmente destinadas a las tropas paracaidistas terminaron por distribuirse entre una buena parte de los soldados como parte de su atuendo militar (prometo hacer una entrada sobre este tema).

Keys, el ayuno y Grande Covián

Keys_Starvation

Las adaptaciones fisiológicas del organismo al ayuno o a la inanición también fueron un campo en el que los hallazgos de Keys terminaron por aportar importantes datos publicados en la obra The Biology of Human Starvation (Biología de la desnutrición humana) fruto del trabajo conocido como “Experimento Minnesota” entre 32 voluntarios. Para entonces Keys ya se le había encargado la creación del laboratorio de higiene fisiológica de la universidad de Minnesota y llevaba a cabo sus estudios allí. Laboratorio que con el tiempo se terminó convirtiendo en el centro neurálgico del ya conocido Estudio de los siete países. Fue precisamente en esta época de su carrera como investigador cuando contó con nuestro Profesor Francisco Grande Covián como colaborador. Tras coincidir ambos en algunas reuniones de trabajo, en 1952 Grande recibiría un telegrama por parte de Keys en el que se le decía que la universidad de Minnesota le ofrecía un puesto de profesor agregado. De esta forma, Grande colaboró de lleno en la continuación de aquel Experimento Minnesota sobre los efectos de la restricción calórica e hídrica; sobre el papel de la grasa dietética en el balance lipídico y, como no (pero un poco menos) en la cuestión mediterránea.

Controversias

Pero no todo han sido parabienes en el legado científico de Ancel Keys. A pesar de la repercusión mediática de sus hallazgos y de conseguir que la “dieta mediterránea” fuera conocida en todo el mundo como el supuesto paradigma de la alimentación saludable, a día de hoy existen no pocas corrientes que cuestionan la forma en la que planteó inicialmente su “hipótesis grasa” y, claro está, que también critican sus conclusiones y recomendaciones.

De entrada, recibió una feroz crítica en su tiempo a raíz de presentar en 1955 sus hipótesis en la OMS (ver capítulo anterior). Entonces, Keys presentó un gráfico fruto de un artículo ya publicado, que representaba el número de muertes por enfermedad cardiaca frente a la cantidad relativa de grasa en sus dietas, con datos de 6 países (Japón, Italia, Reino Unido, Australia, Canadá y USA). En dicho gráfico se podía contrastar una correlación casi perfecta de “a más grasa en la dieta, más muertes por enfermedad cardiaca”.

Keys_OMS

Sin embargo, dos autores de la época (J. Yerushalmy y H. Hilleboe) y que al parecer se tomaron muy a pecho las teorías de Keys en la OMS rebatieron en 1957 sus postulados con muy pocas contemplaciones. En el artículo titulado Fat in the diet and mortality from heart disease; a methodologic note (“Grasas en la dieta y mortalidad a causa de de la enfermedad cardiaca; una nota metodológica”) sostenían, muy en resumen, que porqué habría nadie de presentar este gráfico con tan solo 6 países si había datos más que de sobra (al menos de 22 países) para confeccionar aquel gráfico. Pero claro, con 22 países la correlación no era tan perfecta. Del mismo modo, argumentaron que la correlación entre dos variables no implica a priori que haya una relación de causa-efecto entre ellas. (¿Quieres aclarar estos conceptos? Te sugiero que eches un vistazo a esta entrada?)

A día de hoy permanecen desconocidas las razones por las que Keys decidió presentar sus datos con aquellos 6 países y no otros (al menos yo no he sabido encontrarlas) y también perduran no pocas dudas acerca de la famosa relación causa-efecto entre concretos elementos dietéticos y un mejor pronóstico de salud a partir de la “dieta mediterránea”: ¿qué es en definitiva lo que, en teoría, proporcionaba una mejor salud a aquellos habitantes de las zonas mediterráneas, eran los vegetales, el menor consumo de carne, el aceite de oliva, el vino, el ser más activos…? Es decir, hay muchos elementos, muchos confusores, como para poder determinar con claridad meridiana cuál es el elemento clave. Además, es muy probable que muchos de esos elementos interaccionen entre sí. A pesar de los avances y de todos los recursos invertidos hasta nuestros días, este es un tema que no está claro para todo el mundo… y que, de verdad, no sé si alguna vez se podrá dilucidar con detalle.

En el próximo capítulo abordaré, por fin, la vertiente mediática del término “dieta mediterránea”… en mi opinión verdadera causa de que a día de hoy este término haya alcanzado las increíbles cotas de popularidad que todos conocemos; más allá de la prensa gris y de los sesudos estudios científicos que relacionaron el consumo de grasas y la enfermedad cardiaca.

Continuará…

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Imágenes: 1.  Madmax32 vía wikimedia commons; 2. http://www.amazon.com/The-Great-Starvation-Experiment-Starved/dp/0816651612; 3. http://www.epi.umn.edu/cvdepi/pdfs/Keys,%20Atherosclerosis,%20A%20Problem%20in%20Newer%20Public%20Health.pdf

 

Dieta mediterránea (3): Ancel Keys y su legado. El estudio de los 7 países

Anteriormente en este monográfico sobre la dieta mediterránea:

Ancel Keys y su legado

En el capítulo anterior nos quedamos a caballo entre la década de los 40’ y los 50’ del pasado S.XX, cuando la cuestión dietética-mediterránea estaba aun muy lejos de sospecharse. Tal y como vimos, en 1953, Leland G. Allbaugh acababa de poner de manifiesto grosso modo la existencia de unos señores que, con un más que aceptable estado de salud, comían relativamente poco, usaban un escaso pero concreto catálogo de alimentos que se destacaba por encima de todo por el consumo de aceite de oliva y vegetales, y que además mantenían una intensa actividad física.

Estudio de los siete países

Al mismo tiempo…

En la misma época pero un poco antes, sobre 1947, un hasta entonces más o menos desconocido fisiólogo Ancel Keys, empezó a sospechar de forma importante de las relaciones entre la cantidad de grasa y calorías ingeridas, y los ataques al corazón. En principio, fruto de sus trabajos previos en materia de ayuno y semiayuno, se quedó perplejo ante la disminución del número de ataques cardiacos entre aquellas poblaciones que habían sufrido una restricción más o menos severa en sus dietas a partir de la disminución de las calorías totales en general, y más en particular de las grasas.

De esta forma empezó a considerar que los factores dietéticos, más en concreto las grasas saturadas, podían jugar un papel clave en la obstrucción de las arterias coronarias. Para establecer la conexión entre la grasa saturada y los niveles de colesterol en la sangre, Keys llevó a cabo una serie de experimentos cuidadosamente diseñados, donde los sujetos fueron alimentados con dietas con diferentes cantidades de grasas saturadas, grasas poliinsaturadas y colesterol. Estamos a finales de los años 40’. De sus estudios se derivó una de las más importantes ecuaciones de la ciencia nutricional reciente. Se llamó la ecuación Keys:

Ecuación de Keys

Esta ecuación predice un aumento de 2,7 mg/dl en el colesterol sanguíneo por cada 1% de las calorías procedentes de la grasa saturada. También muestra que la grasa poliinsaturada reduce el colesterol en sangre, y que el colesterol dietético lo eleva pero en menor medida que la grasa saturada. Recordemos que en esta historia seguimos a mediados de siglo XX y observemos, con asombro, cómo a día de hoy aun seguimos tirando de este mismo hilo argumental.

Cansado de una intensa labor investigadora, en 1951, Keys decidió tomarse un año de descanso y agarró a su familia (incluida su mujer Margaret, bioquímica, que siempre trabajó codo con codo con su marido y que cortó bastante del bacalao de esta historia) y se mudó a Oxford en plan año sabático. Una vez allí un colega italiano le hizo saber que entre la población de su país (Italia) la incidencia de la enfermedad cardiaca era prácticamente inexistente.

Espoleado por sus anteriores hallazgos, habiendo contrastado en cierta mediada las observaciones de su colega italiano y fruto de otros estudios (muy probablemente teniendo en cuenta los datos de Leland G. Allbaugh ya mencionados) Keys terminó exponiendo sus ideas en 1955 ante la Organización Mundial de la Salud. Sus teorías, que en resumidas cuentas se pueden sintetizar en que los hábitos dietéticos desempeñan un papel determinante en la enfermedad coronaria, fueron recibidas con no poco escepticismo en tan solemne foro. Más en concreto, fue el catedrático de la Universidad de Oxford, Sir George Pickering quien le pidió que, si era tan amable, expusiera la principal prueba o evidencia que apoyaba sus teorías. Sin embargo, en esta ocasión, Keys no consiguió convencer a sus colegas.

Posiblemente humillado y avergonzado ante la comunidad médica de la OMS, Keys debió salir de aquella reunión más cabreado que una mona. No obstante, no se arredró. Convencido como estaba de sus teorías, dedicó los próximos tres años de su vida a planificar un estudio que, ahora sí, terminaría floreciendo en el producto que hoy conocemos como dieta mediterránea. Así, entre 1955 y 1958 Keys diseñó el conocido como Seven countries study o “Estudio de los siete países”. Un estudio que hipotecó su vida en los 15 años siguientes y que marcó el devenir de la cultura alimentaria occidental desde entonces y hasta nuestros días.

El estudio de los siete países

Mucho, muchísimo, se podría contar de aquel estudio original titulado Coronary heart desease in seven countries (Enfermedad cardiaca coronaria en siete países), cuyas reminiscencias siguen siendo patentes (y bien patentes) a día hoy. Por resumir y no aburrir demasiado, digamos que en origen se trataba de un estudio en el que se analizaron los estilos de vida de cerca de 13.000 varones con edades comprendidas entre los 40 y 59 años. Esta población fue seleccionada en 7 países: la antigua Yugoslavia, Italia, Grecia, Finlandia, Holanda, Estados Unidos y Japón. En principio, las razones para elegir estos países y no otros fueron las siguientes (no obstante sobre esta “selección” y otras cuestiones se cierne una de las más feroces críticas a los trabajos de Ancel Keys como ya veremos en el siguiente capítulo):

La población de Yugoslavia ofrecía un contraste claro en el consumo de grasas, principalmente de origen vegetal en las zonas de costa y de origen animal en el interior. Por su parte Italia representaba a ojos de Keys el estilo de vida mediterráneo prototípico, con una dieta basada en los cereales, la pasta, las legumbres, las frutas, las verduras, el aceite de oliva, el pan y el vino. Grecia era un país con una dieta caracterizada por la alta ingesta de grasa, en especial en forma de aceite de oliva y con muy poca grasa saturada. A su vez, Finlandia presentaba una población con un muy buen estado de salud general pero que al mismo tiempo tenía una importante tasa de enfermedades del corazón, todo ello con una dieta muy alta en grasas saturadas. Los Países Bajos, Holanda, fue escogida por presentar un patrón de dieta “intermedia” en relación a la población europea. Japón fue elegido como representante de un estilo de vida en el que la ingesta de grasas era mínima. Por último, Estados Unidos por conveniencia, a fin de comparar todos estos datos con la población autóctona del propio Keys.

Las principales variables que se tuvieron en cuenta fueron: tabaquismo, estatus ponderal, actividad física, pulsaciones en reposo, electrocardiograma, capacidad pulmonar, nivel de colesterol en sangre, presión arterial, y la dieta. Con ellas Keys y su equipo construyeron modelos matemáticos que combinaran en la medida de lo posible todas estas variables y poder determinar dentro de lo posible la relación de cada uno de ellos con el riesgo de padecer un ataque al corazón. Tras la inicial toma de datos todas las variables volvieron a ser contrastadas 5 y 10 años después

Así, entre 1958 y 1970 se fueron recopilando y analizando los datos para terminar en las siguientes conclusiones principales entre muchas otras y publicadas en la obra de 1980 Seven countries: a multivariate analysis of death and coronary heart disease:

  • En cuanto a los estilos de vida, el porcentaje de grasa saturada presente en la dieta resultó ser el mejor predictor de las enfermedades del corazón: a más grasa saturada, más riesgo.
  • La variable fisiológica cuantificable más importante resultó ser el colesterol en sangre. Además, el segundo factor de riesgo más importante para los ataques al corazón resultó ser la hipertensión arterial.

¿Y ya está? ¿fue este estudio el que dio origen a la consabida «dieta mediterránea»?

Pues a medias. Ten en cuenta que en ninguna de las publicaciones referidas al estudio de los siete países se menciona tal cual “dieta mediterránea”. En ningún lado. Sin embargo, sí que se estaba empezando a usar en “otros medios”. Ya comenté en el capítulo de introducción que hay dos vertientes importantes a observar en esta cuestión: el concepto epidemiológico (que acabamos de ver) y luego el concepto mediático y cultural.

En el próximo capítulo veremos algunas curiosidades y controversias en la vida de Ancel Keys, y empezaremos a conocer el origen mediático y cultural de lo que conocemos como “dieta mediterránea”. Continuará…

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Imagen: Symfono_gram vía wikimedia commons

 

 

Dieta mediterránea (2): de Rockefeller a Keys. Origen del concepto epidemiológico

Anteriormente en este monográfico sobre la dieta mediterránea:

 

De Rockefeller a Keys. El origen del concepto epidemiológico.

Dieta mediterráneaEl germen de lo que posteriormente fue considerado algo similar a lo que ahora nosotros más o menos entendemos por “dieta mediterránea” lo encontramos en un estudio que a mediados de S XX, impulsó la Fundación Rockefeller tal y como puede leerse en la página 97 de este balance anual (1948) de la mencionada fundación. En él la fundación se sensibiliza con el interés que mostró en aquel entonces el gobierno griego por la salud de sus compatriotas. En concreto se trataba de estudiar todos aquellos parámetros susceptibles de intervenir en la salud futura de los griegos (estatus actual de salud, agricultura, industria, educación, transportes, explotación de recursos naturales, etc.) y con estos datos establecer en el futuro campañas de intervención. Para ello eligió estudiar todos estos parámetros en la isla de Creta como una muestra representativa de la población en estudio y tras sacar conclusiones aplicar las mencionadas campañas a todo el territorio nacional.

En 1953 los datos derivados del estudio anterior y relativos al estado nutricional y de salud de los participantes fueron analizados por el equipo del epidemiólogo Leland G. Allbaugh en el informe titulado Crete: A Case Study of an Underdeveloped Area. Entre muchos de los datos relativos a los hábitos dietéticos el equipo de Allbaugh puso de manifiesto que:

  • La alimentación cretense básica constaba en aquel entonces de aceitunas, cereales, legumbres, frutas, verduras y plantas silvestres, al tiempo que había una limitada cantidad de carne de cabra, leche, derivados cárnicos y pescado.
  • Una comida no se consideraba completa sin la presencia de pan, aceitunas y aceite de oliva. Este aceite contribuía en gran medida a la ingesta de energía hasta el punto que la comida parecía, literalmente, “nadar” en aceite (sic).

Tras el análisis de estos datos y teniendo en cuenta que la población en estudio era una sociedad en desarrollo, LG. Allbaugh concluía que:

  • … Los niveles de consumo de alimentos eran sorprendentemente buenos. En general, su patrón de alimentación y los hábitos alimenticios estaban extremadamente bien adaptados tanto a sus recursos naturales y económicos, como a sus necesidades.

Sin embargo, el estudio también se hacía eco del parecer de los propios implicados al respecto de su «dieta». Entre las notas más destacadas merece la pena resaltar que:

  • Solo una de cada seis familias entrevistadas consideraba su dieta como “satisfactoria”
  • Entre los alimentos que más echaban de menos para “mejorar sus dietas” los entrevistados señalaron: carne (el 72% de los encuestados), arroz, pescado, pasta, mantequilla y queso.

[Nota: Quizá convenga poner en relación estos datos con los de la entrada «Sanos a la fuerza: lecciones de la crisis cubana» y darse cuenta que en no pocas ocasiones la excelencia nutricional de un patrón dietético cualquiera, yendo más allá de una serie de alimentos concretos implicados, esta caracterizada por una cierta carestía o si se prefiere, sobriedad. Algo muy diferente a lo que ocurre en nuestro medio. Véase el contrapunto en Manolo 48 años, 97 kilos y su dieta mediterránea]

Todo apunta a que estos datos fueron objeto de atención por parte de un aun poco conocido fisiólogo de la época, el Dr. Ancel Keys. Presumiblemente este se dio cuenta de las diferencias de estilo de vida entre griegos y estadounidenses al tiempo de haberse percatado de la baja incidencia de enfermedades del corazón en Creta, en especial si se comparaba esta con la de sus paisanos. Lo más probable es que alentado en parte por estas observaciones de Leland G. Allbaugh y fruto de sus propias teorías emprendiera una investigación de más de 15 años que ha trascendido hasta nuestros días con el nombre de Coronary Heart Disease in Seven Countries (La enfermedad coronaria en siete países).

Pero esa es otra historia. En el siguiente capítulo ahondaremos en el perfil de Ancel Keys, en su especial aportación a la alimentación militar, en sus éxitos editoriales de la mano de su mujer y en el nacimiento mediático del término “dieta mediterránea” porque, no olvidemos, que en la fecha que nos hemos quedado esta expresión no tenía aun ningún significado práctico.

Continuará… En el próximo capítulo: «Ancel Keys y su legado»

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Imágenes: luigi diamanti vía freedigitalphotos.net

Dieta mediterránea (1): origen, mito y realidad. Introducción

Dieta mediterráneaDieta mediterránea: Qué saludable, qué “multicultural”, qué ancestral… qué bonita ella.

Pocos adjetivos referidos para identificar un sistema dietético son capaces de sugerir per se, solo con mencionarlo tan buen rollo como sucede cuando la expresión “dieta mediterránea” sale a colación. No importa dónde, ya sea en la publicidad de un alimento o cuando toma forma de consejo: “siga la dieta mediterránea”. Podría decirse incluso que se trata de una alegación de salud en sí misma. Pero con una gran e importante matización a tener en cuenta: al poner “dieta mediterránea” en un envase, al mencionarla en un anuncio no se necesita rendir cuentas a nadie ni pedir permiso, por ejemplo, a las autoridades sanitarias. Es decir, tanto la dieta tal cual, como el adjetivo “mediterráneo” referido a un alimento, no es una alegación de salud y por tanto no está sujeta a ese control al que si han de someterse las verdaderas alegaciones, a pesar de que son más que patentes las relaciones salutíferas que su sola mención son capaces de evocar. Por ejemplo, se puede poner, y de hecho así se ha hecho, “dieta mediterránea” para catalogar-dignificar-definir a un alimento tan procesado como lo es una pizza industrial, un combinado con alcohol o unos snacks o aperitivos con más del 50% de grasa en su composición… y quedarse tan ancho. Nadie le puede legalmente decir nada al fabricante. Y como estos, hay decenas de ejemplos similares.

En cualquier caso ya veremos si por “dieta mediterránea” se entiende realmente un sistema dietético o, más bien, apelando al verdadero sentido etimológico de la palabra “dieta”, se trata de otra cosa… de un estilo de vida. Estilo de vida que a su vez incluye una concreta forma de alimentación.

Así pues a partir de esta entrada (y no sé en cuántas más) voy a abordar las cuestiones de cuándo se acuñó y porqué el término “dieta mediterránea”; cuál es su origen; porqué se juntaron los conceptos “dieta” y “mediterráneo” para dar lugar a la actual liturgia dietética; cómo y porqué el concepto “dieta mediterránea” ha llegado a obtener el estatus de “Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO” y otras curiosidades relacionadas con tan insigne patrón dietético-cultural.

Esta mediterránea singladura saldrá del puerto de la Fundación Rockefeller y acabará en el de la UNESCO. Recorreremos infinidad de anécdotas, visitaremos diversos estudios, conoceremos qué tiene que ver la cuestión mediterránea con las tropas aerotransportadas estadounidenses de la IIª Guerra Mundial, y descubriremos para vuestra sorpresa cuál es la capital de la dieta mediterránea en España (no es broma; el que quiera ya puede ir haciendo sus apuestas y dejarla en los comentarios). Conoceremos al patrón de este viaje, el Dr. Ancel Keys y sabremos de la conexión hispana de este y de sus relaciones con otra gran figura del panorama mediterráneo muy querida en España, el Profesor Grande-Covián.

Para empezar y en relación con su origen, no se puede por menos que observar el concepto de «dieta mediterránea» a partir de una doble vertiente:

  • La que se refiere al origen epidemiológico, o al estrictamente científico si se prefiere; y
  • La otra, la de su origen mediático y/o cultural.

En mi opinión, es precisamente esta dualidad la que ha propiciado tanta parafernalia a base de, entiéndase, mezclar churras con merinas.

Para que te vayas haciendo una idea hace 60 años ni Dios sabía a qué te podías referir si decías que seguías o recomendabas a alguien seguir la “dieta mediterránea”. Nadie. Así pues, cuando oigas decir cosas como que “la dieta mediterránea” es ancestral y se remonta al origen de los tiempos o al menos a cuando las primeras civilizaciones se asentaron a orillas del mar Mediterráneo, que sepas que te están contando un cuento. Más o menos bonito y adornado como pudiera ser la Ilíada, con su mitología y demás, pero un cuento. Eso sí, no será un cuento chino, sino uno mediterráneo.

Estoy viendo que esto va a alargarse demasiado, así que ya vale por hoy con esta introducción, en el próximo capítulo: «De Rockefeller a Keys: El origen del concepto epidemiológico»

Continuará…

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Imagen: Flickr.com user «popsique» vía Wikimedia Commons

Desnutrición y malnutrición no son sinónimos. En Cataluña tampoco

Niña pastelPor desnutrición se entiende el déficit, la falta de nutrientes que puede ocasionar alteraciones del crecimiento o del desarrollo, menor resistencia a infecciones, una mala o más lenta curación de lesiones, y una peor evolución clínica de diversas enfermedades. Todo ello puede y suele acarrear un aumento de la morbilidad y de la mortalidad. Las causas de desnutrición son diversas y se pueden deber a: una ingesta escasa e inadecuada; a la alteración de los procesos de digestión y absorción de nutrientes; a un proceso metabólico alterado; o a una excreción aumentada de los nutrientes en cuestión.

Por su parte, la malnutrición, consiste en el seguimiento de patrones dietéticos inadecuados pudiendo ser incorrectos tanto por el defecto o la falta de nutrientes como por el exceso. Por tanto, la alimentación excesiva, la malnutrición por exceso también presenta, lo sabemos bien, problemas importantes tales como la obesidad, diabetes, algunas cardiopatías, hipertensión y el conocido como síndrome metabólico.

Y ¿a qué viene esto? Esto viene a colación de la noticia que hace una semana supimos de manos del Síndic de Greuges de Catalunya quien en diversas notas de prensa relativas al lanzamiento del Informe sobre la Malnutrición Infantil en Catalunya hacía este resumen de la situación:

Cerca de 50.000 niños catalanes tienen «severas» privaciones alimentarias fruto de la pobreza de sus familias y 751 menores de 16 años sufren desnutrición, con una media de edad de cuatro años y el 25% de ellos bebés.

En la mayor parte de los medios de comunicación en los que pude leer, ver y escuchar esta noticia se hacía un especial hincapié en la crisis económica como elemento causante de esta situación, ya fuera de forma directa o más o menos velada. Todo ello a partir de titulares bastante alarmantes.

El caso es que dos colectivos de pediatras (la Secció d’Atenció Primària de la Societat Catalana de Pediatria y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria) han salido al paso para aclarar algunos de los posibles malentendidos que podrían suscitar el informe del Síndic de Greuges de Catalunya. Su posicionamiento lo puedes leer aquí. En él, una vez aclarado qué son malnutrición y desnutrición y cómo se deben emplear para no causar alarma, hacen el siguiente resumen sobre este tema:

En definitiva, podríamos afirmar que en Cataluña hasta el momento no puede hablarse de desnutrición en la población infantil por motivos económicos, pero nos preocupa seriamente que pueda ocurrir en un futuro más o menos cercano.

Tal y como menciona la nota antedicha el mayor problema al que se enfrenta en la actualidad nuestra sanidad pública (Catalana o de cualquier otra comunidad autónoma) es más la malnutrición excesiva. Sin hacer de menos a los posibles casos de desnutrición y habiendo de estudiar previamente las causas de cada uno de esos casos (ya hemos visto que puede haber varias, no solo la privación económica) el verdadero problema es el exceso de peso de la población española. Su malnutrición. Dependiendo de la fuente consultada y en el caso de los niños y adolescentes, con datos válidos para todo el panorama nacional (incluida Cataluña) el sobrepeso y la obesidad infanto-juveniles afectan a entre una cuarta parte y un tercio de la población total… Eso sí que es un problema.

Un problema que además puede ser doble. No es para nada improbable pensar en la posibilidad de encontrar casos de malnutrición por exceso y desnutrición al mismo tiempo. Es decir, niños, niñas, jóvenes (y también adultos) que al tiempo que presentan exceso de peso cuentan con algún déficit nutricional. Los déficits de hierro, calcio y algunas vitaminas son frecuentes en nuestro entorno a causa, al mismo tiempo, de una alimentación sobredimensionada en sus calorías y deficitaria en algunos nutrientes claves.

Una de las cuestiones que podría explicar esta aparente paradoja y que además echa mano de la complicada situación económica actual para explicarse queda reflejada en la reflexión de esta entrada en la que pongo de relieve que quien teóricamente dispone de menos recursos económicos, suele aprovecharlos peor. Por tanto, quizá me equivoque, creo que sería relativamente fácil realizar mejores elecciones en la cesta de la compra que las que actualmente hacen muchas de esas familias con presupuestos  ajustados.

Al menos así lo dice mi experiencia personal. En el súper he visto los carros de la compra de familias claramente modestas y, por el mismo precio que pagaron, opino que podrían haber hecho elecciones mucho mejores. En esta misma línea y elocuente por sí sola, es la información que el propio informe del Síndic de Greuges hace en la tabla de la página 25 sobre la frecuencia de consumo de bebidas y productos azucarados y snaks por parte de los niños en función de su origen socioeconómico: en general, a menor “clase social”, mayor frecuencia de consumo de estos productos y también en general mayores cifras de obesidad. Sin embargo, y esta es la razón que justifica esta entrada, la obesidad en el mencionado informe pasa de puntillas y no se hace la menor referencia importante a la misma.

Así que, es cierto, la situación económica no acompaña, pero la cultura alimentaria-culinaria-nutricional de la población tampoco.

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Imagen: Stoonn vía freedigitalphotos.net

Yogures para hombres varoniles, o sea, para machotes

1, 2, 3… 16, 17, 18… ¡venga, más rápido!… 45, 46, 47

¡¿Qué somos… hombres o come-yogures!? Grrrrrrr,

… 48, 49 y 50.

Así, más o menos, solía adornar mi entrenador de judo muchas de las series de flexiones, abdominales o sentadillas en las sesiones más intensas… Ya ves: ¿Qué somos… hombres o come-yogures? Luego ya en mi casa, si por casualidad me tomaba un yogur, lo hacía casi a escondidas, no sea que el profe de judo se enterara o que al comérmelo echara a rodar todas las horas de duro entrenamiento.

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Al parecer el consumo de yogures se asume por muchas personas como una actitud más propia de niños y/o mujeres. Una cuestión que si te digo la verdad no acabo de comprender.

En cualquier caso, así está el tema y algunas empresas, cada vez más, por el aquello de diversificar el mercado se están dedicando a “probar” si el mencionado mercado traga con un producto destinado de forma específica al público masculino. Quien dice “diversificar” dice también segmentar, fragmentar e incluso atomizar de forma un tanto ridícula en mi opinión a los consumidores.

De momento ya tenemos dos fabricantes que andan jugueteando con esta idea. En realidad algo más que jugueteando ya que tanto PowerFul Yogurt como Danone con su 3aMen están comercializando sendos yogurcines con un público diana bien definido: los varones con una especial (¿enfermiza?) preocupación por su físico. De momento esta comercialización se está haciendo en países concretos y supongo que a modo de test. Una especie de a ver cómo se acepta. El primero de ellos, en Estados Unidos, prepara su salto al continente europeo en fechas recientes, más en concreto a partir de su comercialización en el Reino Unido e Irlanda. El segundo, Danone 3a Men se comercializa de momento solo en, no te lo pierdas, Bulgaria, patria putativa del yogurt (tiene varias)

Una de las publicidades de PowerFul Yogurt no tiene desperdicio: “Todos nosotros tenemos abdominales en algún sitio… encuéntralos” sugiere con su texto y sus imágenes cómo de estupendo te vas a poner consumiendo este tipo de producto.

El otro anuncio de la misma marca es, si cabe, mucho más fino (entiéndase la fina ironía)

La composición nutricional y el formato de sendos yogures dejan poco a la innovación. Al menos yo, antes de “investigarlos” ya sabía dónde presumiblemente se iban a cargar las tintas… ¿Lo adivinas?

Pues sí, como no podía ser de otra forma en su especial riqueza y selección de proteínas. Amén de un contenido graso reducido o inexistente (esta era la parte más fácil de adivinar). En cuanto al formato, también lo de siempre, envases negros, casi de luto y cantidades por unidad muy por encima de las de un yogurt “normal”, al menos en apariencia (el de PowerFul Yogurt seguro ya que se presenta en envases de 237g frente a los 125g tradicionales de nuestros más habituales). Fíjate si es para hombres que en el caso del producto de Danone, se sugiere incluso el consumirlo con tenedor… Nada de cucharillas, esos cubiertos quedan relegados para  los bebe-leches, este es un yogurt para Hombres donde los haya, y se demuestra porque el Danone 3a Men se come con tenedor.

No sé si esta actual tendencia terminará por cuajar. Recordemos que a otras marcas les salió fenomenal por ejemplo la Cocacola Zero como alternativa “masculina” a la “femenina” Cocacola light. En realidad el producto es el mismo, un refresco de cola con una ligera diferencia en alguno de sus aditivos. Desde luego los edulcorantes empleados son exactamente los mismos en ambos productos (Ciclamato ó E-952; Acesulfamo-K ó E-950 y Aspartamo ó E-951), lo que las deja a ambas con cero calorías. La principal diferencia la encontramos en el envase y su publicidad. Negra y con letras blancas de bloque la “Zero” y plateada-rosita con letras estilizadas la “Light”. Mismo producto (prácticamente idéntico) con consumidores diana bien distintos.

A este paso y por decir algo veremos en los supermercados cereales para varones caucásicos solteros de 25 a 35 años, sedentarios e ingenieros… diferentes, al menos en su formato, a los cereales para mujeres afroamericanas de entre 32 y 48 años, activas y con estudios de derecho.

Cada vez estoy más convencido de comer solo aquello que parezca comida y sobre lo que nadie me diga (y menos su fabricante) lo estupendísimo que es para mi salud.

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Nota: Quiero agradecer a @Innventio que el otro día en Twitter me puso sobre aviso de este tema

Fuentes consultadas, además de las ya citadas: Gastronomía y Cía y Food Navigator

¿Hay un desayuno «ideal»?

DesayunoA la hora de desayunar la mayor parte de la población se suele encajar en dos grupos típicos: los que no desayunan habitualmente y los que sí. A su vez, entre estos últimos se pueden distinguir, en general, dos patrones: los que siempre desayunan lo mismo o muy parecido (una mayoría) y los que se las trae al fresco el qué desayunar, el caso es hacerlo (los que menos). Al individuo que desayuna y se enmarca en el primer grupo yo le llamo el “desayunador constante” y al del segundo el “desayunador ecléctico”. Yo soy de los últimos.

Resulta curioso observar como la mayor parte de las personas mostrarían su hastío si a la hora de comer o de cenar se les ofreciera siempre lo mismo, pero sin embargo esto no sucede a la hora del desayuno: Café con leche y tostadas, todos los días igual, o leche con chocolate y galletas o sea lo que sea… siempre lo mismo, todo lo más con pequeñas variaciones sobre estas bases. Las bases de cada uno, claro. Mi santa es así; sea día de labor, festivo, desayune en casa o fuera, el desayuno es siempre igual: café (mucho café) con leche (poca), pan y aceite de oliva… siempre antes de la ducha nada más levantarse. Yo no, como digo yo soy más improvisador. De entrada, por norma (nada rígida por otra parte) prefiero después de la ducha. Y el qué… pues qué quieres que te diga, dejémoslo que es altamente variable, hasta tal punto que como te digo “ecléctico” le encaja mejor. No sé si habré desayunado dos veces lo mismo en mi vida (es un decir).

Buscar una perfección nutricional en el desayuno tiene el mismo sentido que buscarla en una comida concreta. Ninguna. Su adecuación dependerá de cómo tenemos normalmente organizadas el resto de las ingestas, de nuestros gustos, de las costumbres sociales y en definitiva de los denominados “hábitos alimentarios”. Unos hábitos que pueden observarse con mayor o menos detalle. Es decir, los hábitos alimentarios de una casa, o de una determinada población o incluso de un país. Al final siempre habrá denominadores comunes que distinga unos hábitos alimentarios de otros.

Hablando de desayuno en nuestro entorno distinguimos de forma clásica dos grandes tipos de desayunos: el denominado continental y el anglosajón. El primero, más básico, consiste en esencia en algún lácteo (típicamente en forma de café con leche), tostadas (con algún tipo de grasa para untar o empapar) y en su más arquetípico concepto, zumo (en especial de naranja). El de estilo anglosajón, más generoso, suele incluir lo antedicho más huevos revueltos o al plato y algún tipo de complemento animal especialmente graso (bacon, salchichas…) e incluso un guiso de alubias aunque en realidad las tostadas suelen ser habitualmente sustituidas por los cereales o las gachas (alias porridge, más o menos).

Misho soup

Sin embargo, hay otras poblaciones que estando más alejadas de nuestra área de influencia desayunan de forma totalmente diferente (vuelta otra vez a los hábitos alimentarios). Por ejemplo, en Japón, nos sería bastante difícil de distinguir un desayuno como tal de lo que comimos la víspera a la hora de cenar, a grandes rasgos: arroz glutinoso (es el equivalente de nuestro pan), sopa de miso y pescado… ¿desayunador constante… serías capaz de desayunar esto? A ti desayunador ecléctico no te pregunto, sé que sí. Al menos yo sí que podría, y sin problemas. De hecho, uno de mis desayunos preferidos son los bocatas, en especial los de merluza del día anterior. Si además lo puedo acompañar de pimientos rojos asados y mostaza de Dijon… #slurpslurp

Pero no te creas que soy el único rarito (entiéndase “diferente”, y además no tanto) mi colega de blog @_spanjaard me consta que tiene unos patrones desayunadores bastante particulares. No sé si hasta el punto de desayunarse como es mi caso, un arroz con lentejas y piparras encurtidas o unos garbanzos con bacalao o un gazpacho o un trozo de pizza o una porción de tortilla de patatas o con cualquier otro ingrediente o una ración de ensaladilla rusa… (siempre sobras del día anterior y por separado, que conste) pero sospecho que sí.

De todas formas, una de las cosas que más me llama la atención con esto del desayuno es cómo con independencia del grupo al que pertenezcas (me refiero solo a los grupos del no desayunador y al del desayunador constante, no al de los eclécticos) el momento de estar de viaje y enfrentarse a un desayuno buffet supone un motivo insalvable de cambio. Es entonces cuando el no desayunador desayuna, y el desayunador constante varía (a excepción de mi santa, eso sí). Normalmente además se aprovecha para comer como si fuera ese desayuno la última ocasión que tendremos de comer en nuestra vida. Desaforadamente. Supongo que se deberá a una mezcla entre las reminiscencias de la ley del pobre (reventar antes de que sobre) y la curiosidad. Lo que no deja de ser una materia digna de observación. ¿Por qué algunas personas solo toman fruta en los desayunos buffet y no en sus casas? Por pereza creo yo. En su casa les da pereza prepararla y no la comen, no porque no tengan recursos sino porque no quieren. Sin embargo en el hotel, ya cortadita y preparadita se la cogen. Curioso. Y este de la fruta es solo un ejemplo.

Bueno, me despido. Antes de hacerlo me gustaría dejar aquí un consejo, mitad fruto de mi experiencia profesional y mitad fruto de la personal (así que si no te gusta puedes hacer con él lo que mejor quieras). Organiza tus ingestas, no improvises. Una forma más o menos adecuada de controlar tu hambre y tu ansiedad (no son lo mismo) consiste en no dejar pasar demasiado tiempo entre que te levantas y la realización de la primera ingesta del día. Así, cuando te desayunes, procura realizar tus elecciones alimentarias entre un catálogo saludable de alimentos. Con independencia del resto de alimentos, tu desayuno es una muy buena ocasión para incorporar una o incluso dos raciones de alimentos de origen vegetal… ¿te acuerdas?

Y ya que estamos en ello, anímate y cuéntanos a todos tu estilo de desayuno preferido y porqué.

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Imágenes: Apolonia y samuiblue vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: El páncreas se sienta a la mesa

PáncreasHasta ahora el sabor dulce, o el sabor que fuera, era una sensación privativa de la cavidad oral. De tal forma que nuestras papilas gustativas reaccionaban ante sustancias concretas aportándonos determinadas sensaciones más o menos placenteras o desagradables. Así, la cualidad de lo dulce era percibida como una circunstancia propia de nuestros sentidos sin una mayor trascendencia metabólica. Sin embargo, desde hace unos años se viene investigando sobre una propiedad francamente sorprendente de todas aquellas sustancias (o al menos unas cuantas) que tienen esa cualidad endulzante y su efecto sobre el páncreas y la secreción de insulina.

 

Páncreas, glucosa e insulina

Recordemos que la sacarosa o azúcar de mesa, como portador de glucosa, es ese elemento que de forma característica además de aportarnos un sabor dulce “patrón” estimula la secreción de insulina. Así, una vez absorbida en nuestro aparato digestivo y en el torrente sanguíneo su mera presencia provoca la secreción de insulina por parte del páncreas. En líneas generales, este efecto se produce con cualquier alimento o sustrato, no solo por los denominados como azúcares, que termine elevando la cantidad de glucosa en sangre. La insulina es esa hormona cuya principal función consiste en introducir la mencionada glucosa en el interior de las células para que de esta forma la puedan utilizar como moneda energética en su metabolismo intermediario.

No obstante, la presencia de insulina en el torrente sanguíneo ejerce otros efectos más allá del de «aprovisionar» a las células con la glucosa circulante. De carácter claramente anabólico, a la insulina también se la ha llegado a denominar (un tanto a la ligera) la hormona de la obesidad ya que entre otras cosas estimula la síntesis de triglicéridos. Todo ello muy en resumen y pasando por alto muchas otras interacciones. Así, la ventaja teórica de la utilización de edulcorantes acalóricos, además de no aportar calorías por definición, es que no estimulan la secreción de insulina.

La revolución (o ya veremos)

Pero esta perspectiva, cierta en sus grandes trazos, parece haber cambiado o está en vías de ser reconsiderada. Si bien los edulcorantes acalóricos seguirán sin aportar calorías (en parte a que no hay una especial metabolización de los mismos) no parece que sean del todo “inocuos” a la hora de estimular la secreción de insulina en el páncreas. Según hacen notar algunas investigaciones publicadas en forma de artículos científicos en revistas de reconocido prestigio, existe la posibilidad de que el “sabor dulce” sea percibido por el páncreas y que esta percepción estimule la secreción de insulina, o al menos una cierta secreción.

Aquí tienes una serie de interesantes artículos que ponen de relieve esta cuestión:

  • A novel regulatory function of sweet taste-sensing receptor in adipogenic differentiation of 3T3-L1 cells (Novedosa función reguladora del receptor del sabor dulce a la hora de la diferenciación celular de células 3T3-L1). Este artículo, también realizado en ratones, es especialmente interesante por sus implicaciones ya que pasando por encima del páncreas y la posibilidad de que este sea estimulado por sustancias de carácter dulce, además, identifica esta posibilidad en adipocitos de forma que pueda modificarse su «futuro». En las conclusiones se afirma que estos adipocitos (las células 3T3-L1) disponen de un receptor funcional para el sabor dulce que podría mediar en una respuesta de tipo anti-adipogénesis.

La reflexión

No es una cuestión baladí, a fin de cuentas los productos light, más en concreto los refrescos y otros alimentos dulces fueron en su nacimiento un estandarte antiobesidad. Una especie de “sin calorías no hay obesidad” o algo parecido. Sin embargo, el devenir de los años, más de 30 desde la aparición de la fiebre light, parece haberles quitado su razón de ser. Lejos de minimizar, ralentizar o incluso detener las cifras de obesidad en el mundo, esta situación cada día crece más y más.

En cuanto a las posibles explicaciones, por un lado, no es una opinión nada novedosa, cabe pensar que en realidad el consumo de este tipo de alimentos originalmente nada saludables (antes de los light) se asociaba a un patrón de consumo alimentario (y de vida) que a su vez tampoco eran muy recomendables en sus trazos más gruesos, y que la mera modificación de uno solo de sus elementos característicos no tenía porque tener un efecto especialmente visible. Es decir, tanto da que te pongas hasta las trancas de pizza a domicilio, hamburguesas prefabricadas con patatas fritas y refrescos azucarados o que lo hagas igual pero con refrescos light (la diferencia será mínima). Todo ello sin tener en consideración, además, el posible efecto halo de los alimentos light (no dejes de seguir el enlace anterior).

Por el otro, en la explicación del no retroceso, no estancamiento y no solución de la obesidad en nuestro entorno, parece que habrá de considerar está esta “nueva” posibilidad con la que, al menos en cierta medida, los alimentos dulces (aporten o no calorías y/o glucosa) aparentan ser capaces de estimular con su “sabor” la secreción de insulina o incluso a otros tejidos.

No sé en qué terminará quedando este tema ni su orden de magnitud, pero desde luego, para mí este tema ha supuesto todo un hallazgo y creo que supone uno de los campos de investigación en nutrición que debieran considerarse en un futuro.  Bien para ratificarlo o bien para desestimarlo y, en el primer caso, para además cuantificar su efecto.

Como puedes comprobar las cuestiones relativas a la obesidad trascienden el mero seguimiento de un cómodo libro de autoayuda que, escrito para todo el mundo, te ratifique a ti en aquello que tú quieres oír, que no es otra cosa que el adelgazar es bien sencillo (con ese método, claro)

El tema de esta entrada se lo tengo que agradecer al compañero @leghosMDR quien, vía twitter, me puso sobre la pista de esta especie de “reflejo insulínico-cefálico” del que, con sinceridad, no había oído hablar. Recomiendo visitar su blog I Love Your Brand

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Imagen: dream designs vía freedigitalphotos.net

Lactancia materna, mucho más que el mejor alimento (II)

En apoyo de las madres que dan el pecho

Os comentaba en el post del pasado viernes que la celebración de la semana mundial de la lactancia materna ha centrado su mensaje en el entorno de aquellas madres que se han decidido finalmente por dar el pecho. Así, y como no podía ser de otra forma, haciendo de ellas el centro de la cuestión, la actual campaña estimula el mensaje hacia aquellas otras personas que están alrededor de la mamá.

En concreto, la OMS ha editado en forma de póster pequeñas pildoritas para una buena parte de los actores implicados:

Empezando por la madre:

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Antes de que tu bebé nazca, preocúpate por conocer la realidad de la lactancia materna.

Una vez que haya nacido procura poner tu bebé al pecho dentro de la primera hora tras el alumbramiento.

No dudes en solicitar ayuda sobre todas las dudas y cuestiones relativas a la lactancia materna. Tanto tú como tu bebé saldréis beneficiados de los conocimientos especializados.

Sigue un patrón de vida saludable empezando por tener una pauta alimentaria adecuada, estar bien hidratada y descansar.

 

Siguiendo por los papás o parejas:

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Colabora con las tareas domesticas, trata de reducir el estrés y/o la presión de la mamá lactante, procura que no le falte de nada y que esté lo más descansada posible.

El pecho de los papás es un buen lugar para que los bebés descansen de su toma y llegado el caso, echen sus aires. [Ponte ropa que no te importe manchar… esta es una recomendación basada en mi experiencia personal]

Más allá de la alimentación hay muchas formas de preocuparte por tu hijo: el baño diario del bebé, el cambio de los pañales, pasear con él, etcétera.

 

Continuando con el resto de familiares y amigos:

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Estos debieran proporcionar tanto el apoyo emocional a la mamá como la ayuda activa a la hora de hacer la compra, preparar la comida, ordenar y limpiar el entorno familiar, etcétera.

Ocuparse de posibles hermanitos y hermanitas de la familia, por ejemplo encargándose de ellos en determinados momentos, jornadas con primos, sacándolos al parque, pasear…

Ser receptivos mientras se mantiene una actitud de escucha activa al tiempo que se aumente la confianza de la madre en la lactancia materna.

 

Y acabando por el entorno laboral:

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Gozando de una adecuada baja por maternidad para que la lactancia materna se realice con toda tranquilidad y sin agobios

Tras la baja como tal, facilitar una adecuada incorporación laboral que incluya la posibilidad de poder seguir amamantando al bebé.

Los compañeros de trabajo debieran ser condescendientes cuando una mujer está en esta situación. Desde luego no es una situación especialmente sencilla la de ser una madre que da el pecho, al tiempo que se atienden las obligaciones laborales.

 

Dicho lo cual, y en referencia al último apartado, el entorno laboral, creo que en España debiera cuidarse mejor el tema de la baja por maternidad. En la actualidad la situación de las mamás trabajadoras españolas sin ser de las peores de su entorno, dista mucho de ser la mejor. Por ejemplo, en Noruega, las madres tienen la posibilidad de elegir entre dos tipos de bajas laborales por maternidad: 392 días cobrando el 80% del salario o bien, 322 días cobrando el 100%. Algo que en cualquiera de los dos casos está muy alejado de los 112 días en España.

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Imágenes: http://www.who.int/mediacentre/events/meetings/2013/world_breastfeeding_week/en/