El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Lo más de lo más: el vino como elemento protector frente a la caries

Copa de vinoPues sí, como lo oyes, la espiral sin fin de las recomendaciones salutíferas al respecto del consumo de vino (ahora le toca al vino… y mañana a la cerveza) parece que está entrando en artística barrena. Ahora, tal y como nos han hecho llegar algunos medios, la cuestión se centra en los beneficios del consumo de este a la hora de prevenir la caries.

Afortunadamente algunos medios están ya con la mosca detrás de la oreja y comienzan el relato de la noticia cuestionándose el reiterativo y machacón mensaje de la recomendación del consumo de vino en pro de la salud. Por ejemplo, este artículo de ABC en el que se da cuenta del tema de la relación entre vino y caries comienza de forma bastante elocuente… sin decir nada, pero al mismo tiempo diciéndolo todo:

Son muchos los efectos positivos de beber vino tinto que la ciencia se ha empeñado en demostrar: aumenta los niveles de colesterol bueno en la sangre, previene las complicaciones cardiovasculares, libera endorfinas… y ahora también previene las caries. Al menos, esta es la conclusión del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación de la Universidad Autónoma de Madrid tras un nuevo estudio.

Antes de continuar, quizá te estés haciendo una pregunta: ¿Cómo demonios es posible que si hay tantos beneficios en el consumo de vino solo conozcamos estos a partir de los medios y las notas de prensa de algunas sociedades científicas y nunca los podamos leer en las etiquetas del propio producto o en su publicidad? La respuesta es muy sencilla…

Porque está prohibida. Porque según el artículo 4 apartado 3 del Reglamento Europeo 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos:

En las bebidas con una graduación superior al 1,2 % en volumen de alcohol no podrán figurar declaraciones de propiedades saludables.

¿Y porqué no? Pues el Reglamento no da justificación alguna de esta medida, yo al menos no la conozco, así que solo se pueden hacer especulaciones. La mía, bastante lógica creo, es que habida cuenta del carácter tóxico que tiene cualquier ingesta de alcohol importante, y al parecer se considera importante el riesgo con cualquier producto que incorpore más de un 1,2% en volumen en su composición (ya sea en una matriz de vino, cerveza, orujo, cazalla, ginebra… o la que sea) no resulta coherente anunciar beneficio alguno. Voy con un ejemplo (y espero que se entienda, que no se descontextualice) si le ponemos la suficiente cantidad de vitamina C a la cocaína, ¿podremos decir que una rayita ayuda al normal funcionamiento del sistema inmunitario durante el ejercicio intenso? Pues eso, y con las bebidas alcohólicas parecido. Aunque se identifiquen elementos o sustancias que por si solas supongan un beneficio la resultante de todos los pros y todos los contras resulta claramente negativa. El problema, es que esos elementos “beneficiosos” no se toman solos, se acompañan de los no beneficiosos, en este caso del alcohol.

En el caso de la prevención de la caries, en el estudio en cuestión se ha puesto de manifiesto que, in vitro (un detalle a tener en cuenta que algunos medios de comunicación “científicos” no solo han pasado por alto sino que le han dado un sentido contrario) el vino tinto ejerce una función antimicrobiana de algunas estirpes bacterianas típicas de la placa dental que favorecen la enfermedades bucodentales… ¿Y ya está? No, espera que hay más.

En el vino desalcoholizado y en el agua con extracto de semillas al 12% de alcohol también se observa este beneficio

Los resultados antimicrobianos del vino también fueron igualmente contrastados cuando dichas estirpes microbianas fueron expuestas, de nuevo in vitro, a una solución de vino sin alcohol y a una solución acuosa y alcohol al 12% con extracto de semilla de uva; y luego… y luego resulta que es “el tomar vino” el que es bueno contra la caries; anda que no.

Y por cierto que esto del vino y la caries ni tan siquiera es algo novedoso, un estudio de 2007 ya enredó con la idea. Tal y como he leído por ahí a un indignado con este tipo de estudios (o más bien con algunos titulares de los medios cuando se hacen eco de algún estudio de este tipo) confiar en la ingesta de vino para tratar o prevenir la caries tiene el mismo sentido que hacerlo con magdalenas… Créeme cuando te digo que hay muchas cosas que hacer contra la caries antes que valorar el tomar o no vino.

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Nota: mi agradecimiento de nuevo a Guillermo Peris, @waltzing_piglet  y a @fulmercurio por hacerme partícipe en TW de esta no-noticia

Imagen: digitalart vía freedigitalphotos.net

Dieta mediterránea (1): origen, mito y realidad. Introducción

Dieta mediterráneaDieta mediterránea: Qué saludable, qué “multicultural”, qué ancestral… qué bonita ella.

Pocos adjetivos referidos para identificar un sistema dietético son capaces de sugerir per se, solo con mencionarlo tan buen rollo como sucede cuando la expresión “dieta mediterránea” sale a colación. No importa dónde, ya sea en la publicidad de un alimento o cuando toma forma de consejo: “siga la dieta mediterránea”. Podría decirse incluso que se trata de una alegación de salud en sí misma. Pero con una gran e importante matización a tener en cuenta: al poner “dieta mediterránea” en un envase, al mencionarla en un anuncio no se necesita rendir cuentas a nadie ni pedir permiso, por ejemplo, a las autoridades sanitarias. Es decir, tanto la dieta tal cual, como el adjetivo “mediterráneo” referido a un alimento, no es una alegación de salud y por tanto no está sujeta a ese control al que si han de someterse las verdaderas alegaciones, a pesar de que son más que patentes las relaciones salutíferas que su sola mención son capaces de evocar. Por ejemplo, se puede poner, y de hecho así se ha hecho, “dieta mediterránea” para catalogar-dignificar-definir a un alimento tan procesado como lo es una pizza industrial, un combinado con alcohol o unos snacks o aperitivos con más del 50% de grasa en su composición… y quedarse tan ancho. Nadie le puede legalmente decir nada al fabricante. Y como estos, hay decenas de ejemplos similares.

En cualquier caso ya veremos si por “dieta mediterránea” se entiende realmente un sistema dietético o, más bien, apelando al verdadero sentido etimológico de la palabra “dieta”, se trata de otra cosa… de un estilo de vida. Estilo de vida que a su vez incluye una concreta forma de alimentación.

Así pues a partir de esta entrada (y no sé en cuántas más) voy a abordar las cuestiones de cuándo se acuñó y porqué el término “dieta mediterránea”; cuál es su origen; porqué se juntaron los conceptos “dieta” y “mediterráneo” para dar lugar a la actual liturgia dietética; cómo y porqué el concepto “dieta mediterránea” ha llegado a obtener el estatus de “Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO” y otras curiosidades relacionadas con tan insigne patrón dietético-cultural.

Esta mediterránea singladura saldrá del puerto de la Fundación Rockefeller y acabará en el de la UNESCO. Recorreremos infinidad de anécdotas, visitaremos diversos estudios, conoceremos qué tiene que ver la cuestión mediterránea con las tropas aerotransportadas estadounidenses de la IIª Guerra Mundial, y descubriremos para vuestra sorpresa cuál es la capital de la dieta mediterránea en España (no es broma; el que quiera ya puede ir haciendo sus apuestas y dejarla en los comentarios). Conoceremos al patrón de este viaje, el Dr. Ancel Keys y sabremos de la conexión hispana de este y de sus relaciones con otra gran figura del panorama mediterráneo muy querida en España, el Profesor Grande-Covián.

Para empezar y en relación con su origen, no se puede por menos que observar el concepto de «dieta mediterránea» a partir de una doble vertiente:

  • La que se refiere al origen epidemiológico, o al estrictamente científico si se prefiere; y
  • La otra, la de su origen mediático y/o cultural.

En mi opinión, es precisamente esta dualidad la que ha propiciado tanta parafernalia a base de, entiéndase, mezclar churras con merinas.

Para que te vayas haciendo una idea hace 60 años ni Dios sabía a qué te podías referir si decías que seguías o recomendabas a alguien seguir la “dieta mediterránea”. Nadie. Así pues, cuando oigas decir cosas como que “la dieta mediterránea” es ancestral y se remonta al origen de los tiempos o al menos a cuando las primeras civilizaciones se asentaron a orillas del mar Mediterráneo, que sepas que te están contando un cuento. Más o menos bonito y adornado como pudiera ser la Ilíada, con su mitología y demás, pero un cuento. Eso sí, no será un cuento chino, sino uno mediterráneo.

Estoy viendo que esto va a alargarse demasiado, así que ya vale por hoy con esta introducción, en el próximo capítulo: «De Rockefeller a Keys: El origen del concepto epidemiológico»

Continuará…

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Imagen: Flickr.com user «popsique» vía Wikimedia Commons

¿Quién es el responsable de agitar el avispero de las dietas milagro?

Hornet question_ Kratka PhotographyMe lo tomo con buen humor aunque sinceramente no encuentro demasiados argumentos para hacerlo así.

A principios de mayo del año pasado publiqué una entrada titulada “El secreto de las dietas y productos milagro: Decir lo que queremos oír” en la que empezaba por destacar la rítmica aparición de uno de los hitos anuales en lo que a dietética se refiere, es decir el resurgir de remedios adelgazantes a mediados de la primavera. “La operación bikini” la llaman algunos, algo que sin duda se ha convertido en todo un clásico sólidamente establecido. Pero la de este año, aunque la esperaba más tarde o más temprano (siempre llega) me ha pillado a contrapié. Lo reconozco. A contrapié sí, y con la bufanda colgando, las botas de agua y el cuello del abrigo subido. El caso es que ya me están empezando a pitar los oídos con nuevas dietas cómodas, fáciles, eficaces, supersencillas y placenteras. Las he encontrado ya en suplementos dominicales y a través de las preguntas de conocidos que han oído hablar de ellas antes que yo.

Como hice señalar en su día, no sé si el Corte Inglés tiene algo que ver ya que también la semana pasada cayó en mis manos el primero de los catálogos con su primaveral propuesta para estar a la moda.

¿He dicho antes “nuevas” dietas? Perdón, lo cierto es que no, salvo una honrosa excepción, todas las “novedades” que llevo oídas son más viejas que el NO-DO y la mayor parte de ellas consisten en un refrito de postulados más o menos conocidos, algunos incluso se podrían catalogar a estas alturas de vintage. Dietas vintage, eso es.

El primero en abrir la caja de los truenos fue mi amigo y vecino de blog Alfred López (Ya está el listo que todo lo sabe) al preguntarme si conocía “la dieta de la enzima prodigiosa” a la que le reconozco tanta originalidad como desatino en sus planteamientos; esta es la que me sorprendió por su novedad (era la primera vez que la oía mencionar). El caso es que al parecer no sé si él o un conocido suyo la oyó mencionar en la última edición de Gran Hermano (indudable foro, como todos sabéis, de pensamientos profundos y ciencia en estado puro).

nemo_dori_vanee$$aa

Al poco tiempo el bueno de Alfred me volvió a preguntar si conocía la “dieta exenta de gluten”, pero no desde un punto de vista terapéutico como tratamiento dietético para un celiaco, sino para todo el mundo, para ganar en salud general, detener el envejecimiento y cómo no, también para adelgazar. Es decir para lograr todas esas promesas tan grandilocuentes como huecas cuando se le atribuyen a una dieta milagro (Nota: No se me malinterprete, la dieta exenta de gluten es un tratamiento válido –de hecho es el único- para el abordaje de la enfermedad celiaca). Claro que sí la conozco, le confesé, de hecho uno de sus últimos resurgimientos fue hace dos o tres años cuando Novak Djokovic fue el punto en el que diversos medios de comunicación hicieron palanca para su difusión. Parece que tengamos memoria de pez, ya sabes al estilo de Dori en “Buscando a Nemo” de Disney-Pixar.

Y ya la guinda esta semana la puso un artículo en el “Magazine” de El Mundo con el seductor titular de “Así se adelgaza ahora”. Al parecer, en este artículo se nos trata de vender como actuales, modernas y novedosas dos estrategias dietéticas que en realidad son a las que más se les puede aplicar el calificativo de dietas vintage. Se trata de “la dieta rápida” (en resumen ponerse hasta las trancas durante 5 días a la semana y semi ayunar los otros 2) y la “dieta alcalina”, ya sabéis esa gilimemez de catalogar y consumir alimentos en base a su pH para “depurar” el organismo. Algo tan “bonito” como inútil.

En fin, el caso es que hoy no tengo demasiadas ganas de ahondar en cada uno de estos planteamientos dietéticos, pero sí de hacerme eco de una inquietud que me trasladó el bueno de Alfred López: ¿Qué responsabilidad tienen los periodistas, los tertulianos o las personas que no son profesionales de la dietética a la hora de decir que una determinada dieta adelgazante está o se va poner de moda esta temporada? ¿Qué argumentos tienen para, sin una especial preparación, provocar que cualquier ciudadano termine siendo víctima de ellas? Y como víctima entiéndase, seguro en el plano económico y, posiblemente en el de la salud.

Sí, ya sé que los artículos, al menos el del “Magazine”, cuentan con todo el rigor periodístico al plasmar opiniones tanto a favor como en contra de cada uno de los métodos, pero cuando la necesidad, o mejor dicho, cuando la desesperación por adelgazar aprieta, las opiniones en contra corren el riesgo de ser obviadas con mucha probabilidad. Y para demostrarlo podría citar algunos de los comentarios vertidos en este blog en los que algunos lectores manifiestan que les da igual que un sistema adelgazante sea más o menos dañino, que lo que quieren es perder mucho (peso) en poco (tiempo). Y además, ¿es que acaso quienes proponen y defienden no son también médicos y/o afines? (modo sarcástico: ON)

Lo dicho, me gustaría saber de quién parte la idea de promocionar una u otra dieta un año y al año siguiente otra.

¿Hasta que punto se pueden (o deben) conciliar los intereses económicos de los medios y de los autores de las dietas más disparatadas? ¿No debería exigirse a algunos periodistas un poco más de responsabilidad social?

Me despido con una frase de José Luis Sampedro que ilustra bastante bien mi parecer en este terreno:

[…] la prensa empieza a bombardearnos con novedades científicas, no siempre con rigor. Muchas veces buscando impactar o, como suelo decir, con más intención de deslumbrar que de iluminar.” (La ciencia y la vida –Pág. 170-)

Si quieres puedes encontrar un resumen de las principales características de las dietas milagro en esta entrada: ¿Cómo sé si una dieta es “dieta-milagro”?

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Foto avispa: Kratka Photography

Foto Dori: vanee$$aa:) en desmotivaciones.es