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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Pero cómo voy a anunciar eso si ni tan siquiera sé a lo que sabe?

El Sargento York

Aquellos que se prodigan por aquí con cierta frecuencia ya conocerán de mi inclinación al cine clásico y de cómo de esta afinidad suelo sacar algunas lecciones, lecturas, reflexiones…

Para esta ocasión desempolvo un clásico donde los haya que imagino no sonará a la gran mayoría, se trata de “El Sargento York” (1941), una peli basada en hechos reales cuyo cartel no puede ser mejor: dirigida por el genial Howard Hawks, protagonizada por el inconmensurable Gary Cooper y sin hacer de menos a otros importantes secundarios de la época como  Joan Leslie, que le da la réplica femenina al prota o clásicos secundarios de la época como Walter Brennan (qué grande).

En una breve sinopsis, esta película relata los avatares de Alvin C. York (Gary Cooper), un joven campesino especialmente humilde que en los años de la 1ª Guerra Mundial se alista en el ejército norteamericano y que, una vez en Europa, la lía parda deshaciéndose de un montón de enemigos (los alemanes) salvando de una muerte segura a sus compañeros de armas. El caso es que esta hazaña le vale un montón de condecoraciones y de reconocimientos por parte de las autoridades. Así, al volver a su país y ser recibido con los más altos honores, le hospedan para su sorpresa en un extremadamente lujoso hotel y entonces “un señor con chistera”, que hace de lazarillo en ese ambiente tan abigarrado y desconocido para el bueno de Alvin, le pone al corriente del afortunado giro que ha dado su vida… si él quiere, claro, estableciéndose el siguiente diálogo:

– [Señor de chistera]: Usted es un hombre muy famoso y a juzgar por el recibimiento que le han hecho, no cabe duda que el pueblo se da cuenta. Por ejemplo, hay compañías que quieren rodar unas películas, Ziegfeld que participe en su nuevo espectáculo, y aquí hay una oferta para que actúe en el teatro, un fabricante de productos alimenticios quiere que anuncie su nuevo producto…

– [El Sargento York] ¿Y yo qué voy a hacer?

– Bastará que pronuncie unas palabras parecidas a estas… cuanto me gusta para desayunar…

– (le interrumpe) pero si ni tan siquiera sé a qué diablos sabe…

– (le interrumpe) baaaah, eso es lo de menos amigo mío… resumiendo, totalice estos efectos y se encontrará con la bonita suma de un cuarto de un millón de dólares.

– ¿Qué me van a dar tanto dinero?

– Es una simple propuesta comercial.

– Imagine lo que podría hacer con ese dinero… lo primero comprarme una parcela de tierra en el valle y…

– No pierda la oportunidad.

– ¿Y todo eso me lo dan por lo que hice en el frente?

– Pues… eeeh…

– ¿Sí o no?

– Así es.

– ¿Qué… qué haría usted señor Hull?

– Usted es quien debe decidir.

– Sí, es lógico.

– Piénselo bien y ya me dará la contestación

– No hace falta Sr. Hull, lo tengo bien pensado; yo no me siento orgulloso de lo que hice en Francia… muchos hicieron lo mismo y no han vuelto, yo opino humildemente que estas cosas ni se compran ni se venden, y por lo tanto debo renunciar, dígalo así por mí, por favor. Yo me vuelvo a casa.

– Lo haré con muchísimo gusto, Alvin.

– Muchísimas gracias señor Hull.

Bueno, ¿y qué tiene esto que ver con un blog de nutrición? Pues mucho, ya que a día de hoy una buena parte de productos alimenticios (y no alimenticios) son promocionados por personajes famosos dotando a ese producto de una excelencia que no es tal… al menos por el hecho de ser ficticiamente utilizado por el famoso de turno.

Uno de mis primeros recuerdos es por ejemplo el de Isabel Preysler y el famoso “Ferrero Rocher”, por no hablar del de las analgésicas y milagrosas pinzas antidolor Lasvi promocionadas en aquel entonces por el desaparecido Jesús Puente (vale, estas pinzas no se comían)… pero como bien sabes hay muchos otros ejemplos. Entre ellos merecen una mención aparte los de Danone y sus natillas anunciadas por el deportista famoso de turno, Márquez, Ronaldinho, Messi y Villa… por citar solo unos pocos entre los más recientes ya que Danone en este sentido no ha perdido comba desde hace años. O los de Danone, otra vez, y su Danacol (Vicente del Bosque -¿te doy mi palabra?-, Carlos Sobera) y también su Activia (Shakira, Malú, Arguiñano…)

Si necesario es señalar productos multifamosos, quizá más irritante desde mi punto de vista es el contrastar la existencia de famosos multiproducto entre los que la reina indiscutible es Martina Klein la que ha encontrado al parecer un filón en Nestlé… ¿o era al revés? El caso es que los mismos que se preguntan al respecto de la inmortalidad de Jordi Hurtado a día de hoy también se cuestionan la posibilidad de que esta mujer tenga varios clones por ahí rodando anuncios… porque la vida de una persona no puede dar para tanto.

En cualquier caso, y en relación a lo más actual una de las cosas que más me desespera es ver cómo personas a las que verdaderamente admiro en su profesión, por ejemplo Jordi Cruz, se prestan, en marea alta, a ofrecer su imagen para convencernos de lo idóneo de los productos que en ese momento promociona. Y es que puedo llegar a entender que este (o cualquier otro señor) se preste para promocionar productos o servicios relacionados con su desempeño profesional. En este caso y por ejemplo cava, concentrados de caldo, “panes” especiales, tortitas dietéticas… y así un larguísimo etcétera. Lo que no me termina de cuadrar (lo otro tampoco, que conste, pero bueno) es lo de anunciar otras cosas que nada tienen que ver con él, como por ejemplo la vergonzosa publi de Pharmaton complex. Que me parece así porque ningún multivitamínico tiene las propiedades que la marca le atribuye y porque, supongo, el bueno de Jordi Cruz jamás se habrá tomado antes del anuncio en cuestión un multivitamínico de estos… igual que el bueno de Alvin York, el Sargento, que se preguntaba, bendito él, pero como voy a anunciar eso si ni tan siquiera sé a lo que sabe.

¡Ay! Gary Cooper que estas en los cielos.

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Origen de los bulos sobre las grandes empresas de la industria alimentaria

De tiempo en tiempo y con relativa frecuencia saltan a la palestra los más variopintos bulos sobre casi no importa qué producto de la industria alimentaria. Algunos de estos bulos son generales, como aquel que te conté sobre el atún en lata radioactivo o aquel otro sobre los enigmáticos números en la base de los “cartones” de leche. Otros aluden directamente a un producto concreto de una empresa determinada. En este último caso los hoax o bulos (mal) intencionados divulgados por medios electrónicos y redes sociales suelen dirigirse hacia empresas punteras en su sector con grandes cifras de venta. Son especialmente conocidos los referidos a Cocacola, Nestlé, Danone… ya que es con ellas y no con empresas de menos empaque con las que se consigue un mayor impacto y dispersión del bulo. Sobre la última de las empresas mencionadas, seguro que recuerdas aquellos que aludían a que uno de sus productos “estrella” el Actimel producía un efecto contrario al deseado (en este caso el adecuado funcionamiento del sistema inmune) cuando se seguía un consumo crónico del producto de más de una semana ya que según el bulo las defensas de nuestro cuerpo se “acostumbraban a depender del Actimel”.

Lays artesanas 2Sobre el verdadero origen de estas leyendas urbanas, su porqué, solo puedo expresar mi opinión y decir que a pesar de que hay quien afirma que algunas de ellas son fruto de un extrabajador despechado o que las emprende la competencia a mí estas explicaciones me parece otro bulo más en sí mismos. En mi opinión, podrían ser estrategias o incluso “ejercicios” de márquetin con los que se ensaya hasta donde se puede llegar, o simplemente representar la poco edificante labor de esa figura conocida como el troll, o de personas conspiranoicas con cierta influencia pero escaso conocimiento. Otra posibilidad es la de llamar la atención con el fin de ser renviado de forma masiva y, con ello, permitir a los piratas informáticos hacerse con una buena cantidad de correos electrónicos. Sinceramente, no lo tengo nada claro y lo más probable es que no todos los bulos compartan un mismo porqué.

Sin embargo, el ejemplo concreto que hoy os traigo es algo diferente y también algo más reciente (yo lo he conocido hace bastante poco). Se trata del cambio en la denominación comercial de las “Patatas Lay’s Artesanas”. Desde hace ya un tiempo (creo que desde 2011) este producto ha pasado de lucir en su envase la denominación concreta de “artesanas” a (fíjate bien) “artesancis” pero con una tipografía tal que sigue pareciendo que pone la denominación anterior. A partir de ahí, empezaron a surgir las conjeturas, las suposiciones y los bulos (incluso desde algunos medios de comunicación) que daban a entender o que decían abiertamente que este cambio era debido a que alguien (nunca se concreta quién) le había prohibido a la marca el uso de la expresión “artesanas” tal cual dado que su elaboración no era precisamente artesanal.

Lays artasanas 2

No obstante, si bien es cierto que su elaboración no tiene nada de artesanal, todo apunta a que en buena lógica el cambio en la denominación “artesanal” por “artesancis” se debe al interés de la marca por abaratar costes y conseguir un único envase (una única bolsa) que sea igualmente válida tanto para el mercado español como para el portugués. De hecho, en la bolsa a la que me refiero toda la información se aporta de forma paritaria en ambos idiomas… todo salvo la denominación. Así, con esa especial tipografía, al poner “artesancis” se consigue que el consumidor español lea “artesanas” sin demasiados problemas y que al mismo tiempo el portugués lea “artesanais” que viene a ser lo mismo. Hasta aquí la explicación más probable tal y como también se explica de forma convincente en el blog “República del Branding” en este post.

Además de estas razones, y pese a lo que les pese a las personas con una mentalidad más conspiranoica que racional, el uso de expresiones como “artesano”, “natural”, “casero”, “mediterráneo” en la publicidad es… gratuito y se pueden usar libremente aunque su uso implique un contrasentido patente en esta clase de productos tal y como comenté en la entrada Son croquetas caseras porque lo pone en la caja.

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Post data: Si bien es cierto que no comulgo con muchas de las políticas y practicas publicitarias de una buena parte de la industria alimentaria, creo que no es necesario confundir esta opinión con el reconocimiento de estos bulos y, en la medida de lo posible, ponerlos en su sitio o arrojar un poco de luz sobre el tema.

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Nota: Quiero agradecer a un buen alumno, Mariano Giménez (@ilpicas), su inquietud y aportaciones para hacer esta entrada

Imágenes: Juan Revenga (@juan_revenga)

Yogures para hombres varoniles, o sea, para machotes

1, 2, 3… 16, 17, 18… ¡venga, más rápido!… 45, 46, 47

¡¿Qué somos… hombres o come-yogures!? Grrrrrrr,

… 48, 49 y 50.

Así, más o menos, solía adornar mi entrenador de judo muchas de las series de flexiones, abdominales o sentadillas en las sesiones más intensas… Ya ves: ¿Qué somos… hombres o come-yogures? Luego ya en mi casa, si por casualidad me tomaba un yogur, lo hacía casi a escondidas, no sea que el profe de judo se enterara o que al comérmelo echara a rodar todas las horas de duro entrenamiento.

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Al parecer el consumo de yogures se asume por muchas personas como una actitud más propia de niños y/o mujeres. Una cuestión que si te digo la verdad no acabo de comprender.

En cualquier caso, así está el tema y algunas empresas, cada vez más, por el aquello de diversificar el mercado se están dedicando a “probar” si el mencionado mercado traga con un producto destinado de forma específica al público masculino. Quien dice “diversificar” dice también segmentar, fragmentar e incluso atomizar de forma un tanto ridícula en mi opinión a los consumidores.

De momento ya tenemos dos fabricantes que andan jugueteando con esta idea. En realidad algo más que jugueteando ya que tanto PowerFul Yogurt como Danone con su 3aMen están comercializando sendos yogurcines con un público diana bien definido: los varones con una especial (¿enfermiza?) preocupación por su físico. De momento esta comercialización se está haciendo en países concretos y supongo que a modo de test. Una especie de a ver cómo se acepta. El primero de ellos, en Estados Unidos, prepara su salto al continente europeo en fechas recientes, más en concreto a partir de su comercialización en el Reino Unido e Irlanda. El segundo, Danone 3a Men se comercializa de momento solo en, no te lo pierdas, Bulgaria, patria putativa del yogurt (tiene varias)

Una de las publicidades de PowerFul Yogurt no tiene desperdicio: “Todos nosotros tenemos abdominales en algún sitio… encuéntralos” sugiere con su texto y sus imágenes cómo de estupendo te vas a poner consumiendo este tipo de producto.

El otro anuncio de la misma marca es, si cabe, mucho más fino (entiéndase la fina ironía)

La composición nutricional y el formato de sendos yogures dejan poco a la innovación. Al menos yo, antes de “investigarlos” ya sabía dónde presumiblemente se iban a cargar las tintas… ¿Lo adivinas?

Pues sí, como no podía ser de otra forma en su especial riqueza y selección de proteínas. Amén de un contenido graso reducido o inexistente (esta era la parte más fácil de adivinar). En cuanto al formato, también lo de siempre, envases negros, casi de luto y cantidades por unidad muy por encima de las de un yogurt “normal”, al menos en apariencia (el de PowerFul Yogurt seguro ya que se presenta en envases de 237g frente a los 125g tradicionales de nuestros más habituales). Fíjate si es para hombres que en el caso del producto de Danone, se sugiere incluso el consumirlo con tenedor… Nada de cucharillas, esos cubiertos quedan relegados para  los bebe-leches, este es un yogurt para Hombres donde los haya, y se demuestra porque el Danone 3a Men se come con tenedor.

No sé si esta actual tendencia terminará por cuajar. Recordemos que a otras marcas les salió fenomenal por ejemplo la Cocacola Zero como alternativa “masculina” a la “femenina” Cocacola light. En realidad el producto es el mismo, un refresco de cola con una ligera diferencia en alguno de sus aditivos. Desde luego los edulcorantes empleados son exactamente los mismos en ambos productos (Ciclamato ó E-952; Acesulfamo-K ó E-950 y Aspartamo ó E-951), lo que las deja a ambas con cero calorías. La principal diferencia la encontramos en el envase y su publicidad. Negra y con letras blancas de bloque la “Zero” y plateada-rosita con letras estilizadas la “Light”. Mismo producto (prácticamente idéntico) con consumidores diana bien distintos.

A este paso y por decir algo veremos en los supermercados cereales para varones caucásicos solteros de 25 a 35 años, sedentarios e ingenieros… diferentes, al menos en su formato, a los cereales para mujeres afroamericanas de entre 32 y 48 años, activas y con estudios de derecho.

Cada vez estoy más convencido de comer solo aquello que parezca comida y sobre lo que nadie me diga (y menos su fabricante) lo estupendísimo que es para mi salud.

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Nota: Quiero agradecer a @Innventio que el otro día en Twitter me puso sobre aviso de este tema

Fuentes consultadas, además de las ya citadas: Gastronomía y Cía y Food Navigator