La irresistible mística de los rostros: 90 años de ‘La pasión de Juana de Arco’

En blanco y negro:

Dejemos que sean los primeros planos o planos detalle de los rostros los que nos hablen, sin diálogos, sin sonido. Que los decorados se reduzcan a la mínima expresión y si predomina el vacío, con un fondo en blanco, aún mejor.

El horror al vacío en los encuadres, a que «no pase nada» en la historia, a que no haya efectos de sonido para sobresaltarnos o llamarnos la atención sentenciaría hoy en día al suicidio creativo, relegado a mero experimento audiovisual, una obra como La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d’Arc, 1928) del danés Carl Theodor Dreyer. Claro que estamos hablando de una película de 1928, pero sustentarse en la sobriedad, en las caras y figuras de sus intérpretes (y sin maquillaje) o en mostrar lo menos posible para comunicar más era rompedor incluso en esos tiempos del cine silente.

La pasión de Juana de Arco (1928)

( ®The Criterion Collection )

Basándose en las actas oficiales del proceso de la Doncella de Orleans (1412 – 1431), halladas y publicadas en 1841, Dreyer reconstruyó su propia visión de la historia (al igual que años después, en 1962, hizo otro cineasta de la sobriedad, Robert Bresson, con El proceso de Juana de Arco) desde una perspectiva naturalista, pero sin dejar de lado la abstracción y el surrealismo. La psicología y los hechos son siempre demasiado  complejos como para agarrarse únicamente a lo que consideramos realista.

Fue también el papel que le bastó a a su protagonista, la menuda actriz de teatro y cine francesa Renée Jeanne Falconetti (o Maria Falconetti, como aparece en los créditos) para que su nombre se inscribiera en la posterioridad. Aún resulta sobrecogedor, por ejemplo, verla reconfortada ante la imagen de la sombra de una cruz proyectada a través de los barrotes de la ventana de su celda, y acto seguido contemplar como uno de esos supuestos guardianes del bien, uno de los devotos capellanes, la pisa sin prestar atención al sagrado símbolo. Todas sus convicciones pateadas por aquel, o aquellos, que deberían defenderlas.

La impiedad de jueces y verdugos, siervos de intereses terrenales más que divinos, frente al drama íntimo de Juana, una muchacha insolente, analfabeta y vestida con ropajes masculinos, firmemente convencida de que ella ha sido la escogida por Dios para liberar a su país de los invasores (ingleses). La película traspasaba las barreras del cine religioso. Era cine ético y moral, cine histórico y una lección de cine.

Una figura y un relato que hoy, 90 años después de su estreno, aún mantiene especial actualidad. Juana rebelde y empoderada en un mundo de hombres. Solo tras su muerte se elevaría al altar de heroína nacional indiscutible y santa.

La pasión de Juana de Arco 1928

( ®The Criterion Collection )

Los cines franceses acogieron su estreno el 25 de octubre de 1928 (en abril ya se había proyectado en Dinamarca). Pocas semanas después un incendio quemó el negativo original. Con los años circularían otras versiones: aligeradas, retocadas, añadiendo músicas barrocas y voces en off, o llegando a tergiversar su sentido inicial para hacerla menos cruda y más «católica».

Por suerte, otro hallazgo, el de una copia del negativo original, permitió en 1985 realizar una versión restaurada mucho más próxima a como la concibió Dreyer. Y si desean verla con música, el compositor Richard Einhorn creó expresamente en 2011 una partitura titulada Voices of Light.

En Blu-ray: editada (en BD-R) con intertítulos en español el 14 de septiembre de 2015.

En streaming: plataforma online de Filmin.

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