No hay lugar para los segundones (‘Top Gun’, 1986)

Top Gun 1986

( ®Paramount )

«Caballeros, en esta escuela se aprende a combatir. No hay premio para el número dos». Lo decían, muy chulos ellos, en Top Gun. Y puede que la frase hoy en día no tenga nada de leiv motiv. En estos tiempos de crisis, también de valores, la lucha es otra. Lo importante es sobrevivir, ir haciéndose un lugar en el mundo, aunque uno no sea el mejor.

Pero entonces, las consignas de Top Gun, lideradas por su gurú y fuera de serie «Maverick» (Tom Cruise), fueron recibidas de otra manera. No solo fue un taquillazo en medio mundo sino que también lanzó el estilismo que más ha perdurado de las chupas de cuero militares, potenció la venta de gafas Ray-Ban y multiplicó por cinco los voluntarios que se apuntaron a formar parte de las Fuerzas Aéreas de la Armada de Estados Unidos.

Tony Scott plasmó unas prodigiosas imágenes aéreas y una filosofía de vida tan sencilla como efectiva. Top Gun invitaba a ser el número 1, al buen rollismo entre compañeros, a defender la patria de los enemigos externos. Y todo ello recompensado con el ligarse a la rubia más impresionante del lugar (aquí materializada en Kelly McGillis), que además no tenía nada de tonta. El sueño de todo machote ¿hetereosexual?

Top Gun 1986

( ©Paramount )

Otros tiempos, aquellos ochenta, en las que el cine mainstream rodaba sus escenas de sexo con primeros planos de besos y cuerpos retozando, pero sin mostrar casi nada, a contraluz, en elaboradas imágenes de videoclip y con una bonita canción de fondo, aquí la oscarizada Take Me Breath Away que interpretaba el grupo Berlin. Sí, en el fondo, todo debería de ser así de fácil y bonito.

Tom Cruise impulsó definitivamente su carrera, lo de segundón no iba con él, y trabajó al lado de los mejores, Dustin Hoffman, Paul Newman, o Jack Nicholson. En cambio, Kelly McGillis, todo un descubrimiento en Único testigo (Witness, 1985) y una de las actrices más guapas y prometedoras de los ochenta, decidió plantarse, aunque rodaría alguna película más. Retirarse prematuramente porque esto del cine, la fama y ser la número 1 no iba con ella. Lo idílico y los sueños es lo que tienen, que son demasiado vaporosos. Realizó esporádicas y discretas intervenciones en cine, televisión y teatro. Dos hijos, tres matrimonios y proclamación de su lesbianismo. Su tercera boda fue en 2010 con Melanie Leis, una ejecutiva de 41 años.

Estaba Kelly McGillis y otras jóvenes promesas, como Val Kilmer o Tim Robbins, en esa exaltación de la virilidad masculina y el compañerismo, entre escenas en los vestuarios o jugando con el torso descubierto y musculado al voleibol en la playa; empapados de sudor fuera por el deporte, el sexo o la tensión de combatir por ser el mejor de los mejores. Y todo destilaba también un (involuntario) homoerotismo. Mr. Tarantino, al respecto, lo tenía claro. Un buen monólogo sobre ello se marcaba en Duerme conmigo (Sleep with me, 1994), que también nos sirve para recordar que este año Top Gun cumple 30 años de su estreno (llegó a los cines norteamericanos un 16 de mayo), y de la que en Hollywood ya han dado luz verde a una segunda parte.

 

2 comentarios

  1. Dice ser As d ♥

    Maverick potro mío.. llevame a la cama o pierdeme para siempre….

    25 mayo 2016 | 07:17

  2. Dice ser Daniel L.

    Además de la promoción para alistarse (que funcionó de maravilla), Tarantino tenía razón en cuanto al «gayerismo». Todo es ingeniería social.

    25 mayo 2016 | 08:44

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