Archivo de diciembre, 2015

La infancia se termina en el momento en que pueden cargar peso

Franklin llegó al hospital con los ojos cubiertos de pus y la piel convertida en un sarpullido. Otro caso más de sarampión. Lo tratamos y no iba mal, los síntomas cada día iban desapareciendo: la conjuntivitis, la tos… Sólo había uno que se resistía, día tras día: “No quiere comer”, me decía su madre, Mercy, entre risas. Cada día me comía mi indignación, y miraba alrededor buscando apoyo mientras replicaba que no era gracioso, que era algo grave. Pero nada de lo que dijera podría cambiarla, porque Mercy está simple y llanamente loca. Y tiene dos hijos sin padre y otro en camino. Franklin no comía porque su madre no sabía que tenía que darle de comer.

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La infancia aquí es distinta. Carritos, chupetes, cunas, juguetes… Son fantasías, se desconoce su existencia. No es el entorno el que se adecúa al niño, desde el mismo comienzo de la vida es él el que debe adaptarse. Las madres tienen que continuar cultivando en la granja, limpiando, trabajando; así que los bebés crecen a su espalda hasta aprender a andar. A partir de entonces ya son independientes, no es extraño ver a niños de hasta dos años solos por la calle, corriendo por los caminos o jugando con machetes. Sin embargo, lo más característico de la niñez es lo efímero de su duración. En cuanto un niño puede vender cacahuetes, llevar un bidón de aceite de palma o a sus hermanos a cuestas, se acabó. En el momento en que pueden cargar peso, la infancia se termina.

Esa es la base sobre la que partimos, la normalidad sobre la que luego se añaden historias como la de Franklin, como los huérfanos, como los hijos de familias en las que no hay dinero ni para un plato de arroz. Casos que son más habituales que raros.

Así son las cosas, luchamos contra lo que podemos mientras soportamos la frustración de ver todo lo que nos falta, alimentándonos de momentos en los que parece que hemos conseguido que algo cambie, por pequeño que sea. Con imágenes como Mercy corriendo con su sonrisa al enseñar a su hijo. “Mira, mira, está comiendo”

La navidad ha llegado a Widikum

A pesar de la distancia, de la diferencia de color y de cultura, el ser humano es como es. Hay cosas que son iguales allá donde vayas, y Widikum es un pueblo, y como tal, el cotilleo es la fuente más inagotable de entretenimiento.

Cuando hay un accidente, una madre gritando o un muerto, la gente acude como moscas a la miel. Se arremolinan alrededor del morbo. Hoy sin embargo, les atrajo otra cosa, hoy no hemos tenido tragedia: el acontecimiento eran las risas de las hermanas alrededor de una cesta llena de bebés.
El doctor les sacaba fotos para la carta de navidad a los cooperantes, dando las gracias por todo lo que han podido hacer, sin perder de vista lo que aún falta.

Ellas son así: religiosas, humanas, trabajadoras incansables, alegres…

 

Navidad 2015

El Señor nos da alegría, cuando le dejamos entrar en nuestra vida. Dejémosle que entre y nos invite a salir de nosotros para poder llegar a las periferias de la vida de tantos hermanos que nos necesitan.

Queridos amigos, bienhechores y todos los que de una manera u otra habéis pasado por esta misión que las Siervas de María tienen en Widikum (Camerún),

La Navidad siempre nos acerca un poco más a aquellos a quienes queremos y de los que nos sentimos queridas. Se reaviva ese rescoldo que hay en el corazón ¡¡CUÁNTO AGRADECIMIENTO!! No existen palabras…

En estas fechas, recordamos la cercanía de Dios y que cada día se nos hace presente en los pobres, los enfermos de Sida, los que no tienen familia ni hogar… En nuestra pequeña misión se nos acerca en tantos niños como nos llegan en condiciones pésimas: anemias severas, paludismo, disenterías, sarampión. Estamos viviendo una epidemia fuerte. Algunos llegan casi ciegos, fiebres altas, erupciones en la piel… Muchos mueren. La ignorancia les lleva a hacer cosas terribles, utilizando desinfectantes de baños, hierbas que no saben utilizar, cortaduras para que salga el mal, quemaduras con hierros y tantas cosas que nosotras somos incapaces de entender. Ha pasado un año en el que hemos vivido tiempos difíciles, pero también de alegría y esperanza. Siempre se puede mejorar la calidad de vida de estos hermanos, y todo ellos gracias a vuestra ayuda desinteresada.

GRACIAS a tantos profesionales del campo de la salud que han pasado por aquí: médicos, farmacéuticos, enfermeras. Otros queriendo hacer una experiencia habéis descubierto necesidades y sobre todo habéis valorado lo que tenéis. GRACIAS al Canal de Isabel II por hacer posible que este hospital disponga de agua potable para todas las necesidades que conlleva el funcionamiento del hospital. Queremos agradecer en particular a cuantos trabajan en AfricaDirecto, pues gracias a ellos son muchas las organizaciones que nos ayudan, como por ejemplo, con el saneamiento de muchas salas del hospital en el último año, si bien seguimos necesitando mejorar duchas, baños y lavaderos entre otras cosas.

Construcción del depósito de agua

Construcción del depósito de agua

Construcción del depósito de agua

El proyecto de la leche sigue adelante con la ayuda de Cáritas Diocesana de Toledo y aportaciones particulares, bien sean directamente o a través de la pequeña organización Idiwaka formada por cooperantes que han pasado por aquí. Gracias a este proyecto es posible que niños de padres positivos de Sida, huérfanos y malnutridos tengan una mejor calidad de vida. Hace unos días vino una mamá con una niña de casi 9 meses, que pesa unos 3 kilos. Había estado antes con 800 gramos y con mucha entrega se la recuperó hasta alcanzar 3 kilos. Volvió a su casa con 8 botes de leche debido a la distancia, ¿se lo darían? ¿lo vendieron para comprar otras cosas? Porque ahora vuelve metiéndose la manita en la boca de pura hambre y con el mismo peso con el que se fue. Pero vuelve para quedarse, ya que la madre nos las dejó con mil francos, o lo que es lo mismo, un euro y medio para que la cuidásemos.

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El proyecto de la escuela sigue adelante a través de la pequeña organización de Pikume. Es un reto que nos implica mucho y que nos daría pena abandonar pues son muchos los niños que tienen interés en aprender y su sueño es llegar a la universidad. ¡¡Cuántas ilusiones se quedarán en el camino!! Aun sabiendo que vosotras ya hacéis demasiado.

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Hemos celebrado o hemos oído en la televisión acerca de los derechos del niño, ¿cuáles son los de éstos? Sólo vosotros contribuís a que tengan una mejor calidad de vida y un mayor desarrollo intelectual.

niños

Que esta Navidad sea un encuentro fraterno, familiar, donde reine la paz y el verdadero amor y que el Señor nos conceda esa sensibilidad de saber compartir. Que el 2016 nos llegue con el deseo de trabajar por un mundo mejor.

Con mucho cariño y la promesa de nuestra oración,

Las Siervas de María,

Widikum (Camerún)
Quién sabe, quizás esta carta atraiga a tantos españoles como cameruneses. Quizás es posible que la alegría venda tanto como la desgracia.

El ciclo del aceite de palma se cierra con un rastro de aliento cargado de alcohol

Con la salida del sol comienza el proceso: los hombres parten camino del «Bush», hacia lo frondoso del bosque. A la espalda llevan el machete y bajo el brazo el llamado ‘rub’, un artilugio fabricado con la rama de la misma palmera. Con ello rodean el tronco del árbol y agarrando ambos extremos, se inclinan hacia atrás. A partir de ahí sólo consiste en impulsar el rub y trepar, impulsar, trepar, y así ir poco a poco ascendiendo.  Una vez en la cima ya únicamente queda, a base de machetazos, recoger el fruto.

Palmas que dan el fruto con el que se hace el aceite

Palmas que dan el fruto con el que se hace el aceite

Comienza la segunda fase y las mujeres entran en escena: fabricar el aceite de palma. Un trabajo laborioso que consiste en hervir y después pisar bien el fruto para exprimir el jugo, como si de uvas se tratase. Luego hay que filtrar el aceite, mezclándolo una y otra vez con agua. Horas y horas de trabajo, pero al fin la garrafa está llena de tan valioso material y lista para cargarla a cuestas hasta el punto de venta.

Llega el día de mercado y en la cima de la colina se acumulan los bidones con tan preciado botín. La gente se arremolina para conseguir los mejores precios,  y las mujeres charlan sobre los charcos de grasa.

Mercado en Widikum

Mercado en Widikum

Todo el aceite está vendido, pero falta la parte importante del ciclo del aceite. El final, el destino de esas monedas  que son la causa y consecuencia de todo. El dinero pasa de la mano de la mujer a la del hombre. Como era de esperar, de la mano del hombre desaparece, dejando como único rastro de su paso un aliento cargado de alcohol.

Esas veces que la vida no es justa

John y Joseph llegaron antes que yo a Widikum, ya llevaban unos días viendo la vida a través del cristal de la incubadora. Sus cabezas habían empezado a crecer. Nacieron prematuros, de una madre sin dinero siquiera para darles leche, y mucho menos pagar una factura del hospital. Las hermanas no dudaron en dar todo lo que necesitaran, atención, oxígeno, comida…

Pero el problema era otro, los gemelos necesitaban una cirugía y cuanto antes. Su cráneo se iba llenando de líquido que no tenía forma de salir, día tras día. A ese ritmo, la cabeza no dejaría de crecer hasta que la presión fuera demasiada y el cerebro no pudiera soportar más. Y así pasaban las semanas, observando frustrados cómo ese día se iba acercando.

Un día, en la televisión una de las hermanas vio una noticia: Unos médicos italianos estaban haciendo esa misma operación en Yaounde, la capital de Camerún. Sin embargo, la ciudad está lejos, los niños débiles, y como siempre, lo más importante: «Money not there» (no hay dinero).

Uno de los pequeños gemelos descansa en brazos de la hermana.

Uno de los pequeños gemelos descansa en brazos de la hermana.

Los días seguían pasando inexorablemente hasta que el doctor Cesar volvió de sus vacaciones y con él un atisbo de esperanza: el doctor hacía laparatomías, operaba hernias, perforaciones, cualquier cosa que se le pusiera por delante. Tras estudiar el caso, llegó la conclusión, la sentencia en este caso, no podía, esa operación escapaba de su capacidad.

No había ninguna solución, nada que hacer. Y fue entonces cuando, sin explicación posible, John empezó a mejorar. El peso ya no iba a la cabeza, se distribuía por el resto de su diminuto cuerpo… Nunca habría imaginado algo igual, nunca lo hubiera creído. Pero John sigue aquí, vivo, y cada día más sano que el anterior.

Joseph no tuvo tanta suerte, con el tiempo sus ojos empezaron a protruir, cada vez lloraba más, cada día comía menos, dormía menos. Murió.

A estas alturas parece solo un triste recuerdo, ya poco podemos hacer, al menos dejó de sufrir y todas esas frases hechas que se dicen como parte del consuelo. Pero sólo pensar en la efímera vida de Joseph, en sus únicos meses de vida, todo sufrimiento, sin entender nada, sin poder hacer nada, sin morfina o más alivio para el dolor que el cariño de las hermanas. No está bien, no es justo.

Cada día, 120 personas se infectan de SIDA en Camerún

Comienza Diciembre y no es un día cualquiera en el colegio de Widikum. Hoy se han borrado las lecciones de francés y geografía de la pizarra para dar paso al siguiente mensaje:

Día mundial del VIH/SIDA
-Cero muertes relacionadas con SIDA
-Cero nuevas infecciones

-Cero discriminación

Pizarra de la escuela de Widikum

Pizarra de la escuela de Widikum

Las clases se han plagado de ojos curiosos y expectantes, de risas nerviosas, mientras más y más niños se apilaban en rincones y ventanas. Estamos frente a ellos el personal del hospital, y con nosotros desaparece por unas horas el tabú del sexo, de la enfermedad.

«Ahora bien, no hemos venido aquí a soltar la teoría. Queremos que habléis vosotros. Empecemos por, ¿que creéis que quiere decir la primera frase?» Emmanuel abre el debate y tras eso las preguntas fluyen, las cosas que saben pero sobretodo las que ignoran.

Hoy ha sido un día de resolver dudas que quizás nadie habría podido hacer antes. Hoy una niña ha descubierto que el problema del sexo cuando se está en el colegio no radica en que la vagina aún sea pequeña. Muchos otros se han enterado de que se puede estar enfermo sin parecerlo, incluso sin siquiera saberlo. Hoy todos han aprendido que, cada día en Camerún, se infectan una media de alrededor de 120 personas. Cada día.

Alumnos de la escuela de Widikum

El SIDA está en Camerún, y mucho. Cada poco vemos un caso nuevo en la consulta, desde ancianas, hasta mujeres casadas o niños… La parte más cruda del cuento del coco bajo cuya sombra viven asustados: que es real.

Por eso días como hoy cobran significado, en los que los niños acaban en fila preocupados por un pinchazo en el dedo. Reunir al futuro de la población, enseñar y detectar. La mejor medicina es no necesitar ninguna.