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Un chamán en la discoteca

Por Julia Alfonso.

¿A quién no le ha pasado que, en el descuido de ir alegremente a saludar a un extranjero, le ha dejado anonadado plantándole dos besos? Somos diferentes y, para qué engañarnos, en España se tiene una cercanía especial. Pero no se trata sólo a la hora del saludo, cada país tiene su propia etiqueta. En Camerún, por ejemplo, has de tener en cuenta que decir a alguien de quedar implica pagar su bebida, y que a las casas se entra normalmente sin zapatos. Aquí la tradición tiene un papel mayor en la sociedad, se cree en supersticiones, en personajes mágicos y en yuyu. Cuanto más fantástico parezca, mayor es el cuidado a tener, hasta el punto de que no celebrar debidamente un funeral puede desembocar en encontrarte veneno en la comida.

Es dentro de esta categoría mística donde se encuentra la figura del Chief, una especie de jefe moral y en parte chamánico de una región determinada. Hay toda una selección de cosas a tener en cuenta a la hora de encontrarse con uno de estos jefes: No se debe dar la mano sino hacer una reverencia, se han de dar tres palmadas por los ancestros, presentarse debidamente, no cruzar las piernas… Sinceramente, a medida que me lo explicaban se me iba olvidando, así que me quedé con un mensaje principal: Muestra respeto al Chief y, en la medida de lo posible, haz lo que pida.

En Andek, mujeres esperando para ver al Chief

En Andek, mujeres esperando para ver al Chief

Desde mi llegada, nos hemos encontrado con dos de estos jefes.  La primera vez fue en Andek, un pueblo en el que acabamos un domingo al explorar un poco la zona. Fueron los propios conductores de las motos los que nos avisaron de que debíamos ir a saludar al Chief y, tras hacernos un breve resumen del código de conducta, nos llevaron a su casa. Nuestro afán por no mostrar una falta de consideración nos llevó a tomarnos de buen gusto la comida y bebida que nos ofrecieron: una botella de whisky peleón y, para empapar, un plátano.  Aún recuerdo los esfuerzos por mantener la compostura cuando nos ofrecieron el segundo vaso, con el estómago vacío desde las seis de la mañana.

Nuestro segundo encuentro fue con el Chief de la región de Widikum, y tuvo lugar en el sitio más inesperado: el Spotlight, la «discoteca» de Widikum. Al parecer, Pablo y el doctor se lo encontraron mientras andaban por la calle y empezaron a hablar, una cosa llevó a la otra…

El Chief charlando con el doctor César

El Chief charlando con el doctor César

Para cuando yo llegué estaban frente a una mesa llena de cervezas, todo el equipo de fútbol de veteranos, el doctor César, Pablo y el Chief presidiendo, vestido con su traje tradicional. Dicho atuendo consiste en una tela a rayas haciendo las veces de falda, un abanico de plumas y un cayado de ébano, todo ello coronado por un gorro con multitud de finas ramas sobresaliendo en todas direcciones. Un cambio de ropa puede parecer algo insignificante, pero lleva implícito un mayor peso de toda la retahíla de normas, incluyendo todas aquellas que desconocemos.
A pesar de todo, Pablo se supo desenvolver bien consiguiendo que le prometiera una mujer y unas cuantas hectáreas de tierra para cultivar. Por mi cuenta, me vi en una situación comprometida cuando, tras comentar que buscaba mujer, pidió mi número y me invitó a ‘palacio’.

Chief bailando

Chief bailando

«¿Los Chief no bailan?», pregunté por encima de la música, intentando escapar por la tangente. Por su reacción, apuesto a que no es una pregunta que se le pudiera hacer llevando la ropa tradicional.

Sin embargo, al cabo de poco tiempo anunció que se quería cambiar, que iba a bailar. No tardó demasiado en aparecer con traje y camisa repitiendo una y otra vez «Ya no soy el Chief, soy como vosotros» y bailando como el que más. Como si al quitarse el estrafalario conjunto descendiera de su trono de ébano, como si la diferencia entre él y el resto se redujera a tela y plumas.