Archivo de mayo, 2016

Los finales siempre llegan

Las cosas saben diferente cuando eres consciente de que se acaban. Cuando el final se acerca escuchas más a los pájaros, miras más a las montañas, respiras más. Intentas atrapar todo lo que has vivido, lo que has aprendido, cada pequeña cosa que te acercó poco a poco a la persona que eres ahora.

Es una sensación extraña la de decir adiós a las cosas, la de saber que será la última vez que te reirás con algún enfermero, la última operación, el último paciente. Incluso la última emergencia a mitad de la noche no parece tan horrible. Procuro absorberlo todo, hasta la última palmera, sacar lo máximo de cada minuto. Pero aunque el tiempo se dilate, aunque se enlentezca al máximo, no cambia nada. Porque es lo que tienen los finales, que siempre llegan.

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Y no lo describiría como algo triste, no es malo ni melancólico. Es el momento en que tomas consciencia de estar llena: de experiencias, de sentimientos, de gente y lugares… Llena y lista para volver a casa. Y quién sabe lo que depara la vida, quizás no sea un adiós, sino un hasta la vista.

Con su energía, ellas conseguirán todo lo que se propongan

Alicia y Marina empezaron hace cuatro años exactamente igual que yo. Tras acabar la carrera de Medicina, no tenían energía ni ganas para hacer el examen MIR, necesitaban un respiro, y fue así cómo llegaron a Camerún. Su aventura, en cambio, no fue en Widikum sino en Dschang, otra de las comunidades de las Siervas de María. Se trata de un hospital que por aquel entonces aún se encontraba en construcción.

Aprovechando la casa de voluntarios montaron ellas solas un pequeño dispensario, donde atendían consultas y hasta tenían algún que otro ingreso.

Un bebé en la incubadora

Un bebé en la incubadora

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Una voluntaria charla con una madre camerunesa

A la vuelta a Madrid, lo que hicieron les supo a poco. Volvieron más veces, primero para rehabilitar un dispensario en Banki, una comunidad rural de la zona, y más adelante para ayudar a las hermanas de numerosas maneras. De su experiencia anterior, conocían la labor de las siervas, su implicación en ayudar y en ocasiones su falta de medios para llevar a cabo esa labor. Además, comprendieron que no cualquier ayuda sirve, hay que entender la cultura y la sostenibilidad de lo que haces. Así fue como, entre una cosa y otra, surgió Idiwaka, una ONG que según sus palabras: “se basa en que la única forma de conseguir un verdadero cambio es capacitando al personal local para que ellos mismos sean los impulsores de su propio progreso

Esta pequeña organización va creciendo poco a poco, añadiendo colaboradores y proyectos como el de la lactancia artificial para madres VIH+ o las campañas de cirugía. En este momento, estas dos todoterrenos se encuentran en Widikum debido a su último logro: La Unidad de Neonatología patrocinada por el Banco Santander. Acompañadas de especialistas en Neonatología, se dedican a impartir clases al personal del hospital, a organizar cómo se llevará a cabo el proyecto y a encargar el material necesario. No contentas con eso, han realizado e impreso para todo el personal unos protocolos de actuación ante enfermedades, adecuados a los recursos y medicamentos que disponen. Todo ello no las ha parado para atender a los pacientes de pediatría del hospital, las emergencias por la noche… Sinceramente, ignoro de dónde sacan la energía estas dos chicas, pero algo tengo seguro: Van a conseguir todo lo que se propongan.

 

Clara

Los verdaderos protagonistas del cambio en Camerún

– ¿Cómo creéis que se puede ayudar al desarrollo en Camerún? – Martin nos miraba inquisitivo con sus ojos azules desde la otra punta de la mesa. No sólo sus ojos estaban clavados en nosotras, los de todos sus jóvenes alumnos también, como si esperaran que falláramos la pregunta para la que ellos tenían la respuesta. Y no es para menos, toda su vida gira en torno a ello, no es un tema al que le hayan dedicado poca reflexión.

Martin es un profesor belga que vino a Dschang, este pueblo de Camerún, con un objetivo: formar a jóvenes cameruneses para que ellos mismos fueran quienes promovieran el cambio de su país. Con ese fin, les imparte clases donde fomenta su espíritu emprendedor y su búsqueda del cambio. Pero como  bien dice, a pesar de ser blanco (o precisamente por ello) él no es el protagonista, ellos lo son.

Grupo de futuros emprendedores cameruneses

Grupo de futuros emprendedores cameruneses

Con Cyrille a la cabeza, un ingeniero de biomasa, y Severin, economista, trabajando a su lado, llevan a cabo jornadas de formación para emprendedores. «Formación para la que habrá un seguimiento de su actividad y una ayuda por nuestra parte, a nuestro nivel financiero, que si bien no es suficiente, al menos promueve la iniciativa», explica Cyrille. Ellos no piden dinero ni recursos, lo que necesitan es conocimiento, educación, que les tiendan una mano para ayudarles a levantar un país desarrollado y puramente suyo.

Critican duramente otros sistemas de ayuda y voluntariados considerando que enlentecen este tipo de espíritu de cambio, adormilando a la población. Su idea es otra, distinta, más ambiciosa sin duda, pero quién sabe, quizás sí sea la respuesta a la gran pregunta. Que aquellos que más conocen Camerún, que lo viven y entienden, consigan una educación y por tanto la capacidad de que su mañana sea siempre mejor que su ayer.