Por Anna Ciurana Sala
La OMS (Organización Mundial de la Salud) reconoce la fibromialgia y fatiga crónica como enfermedades desde 1992. Son invisibles, con escasa conciencia social y poco conocimiento.
Como hija de una mujer afectada grito “¡basta!”. Basta de la insensibilidad social a enfermedades que se padecen a escondidas.
Basta de recortar en investigación que impide avanzar. Pero por encima de todo, basta de arrancar la dignidad a bofetadas y no respetar los diagnósticos de los médicos.
No puede ser que reconozcan la baja como solución temporal pero cuando toca decidir la definitiva, la disputa entre las instituciones acerca de quién paga fuerce altas sin sentido.
Las administraciones tiran la piedra de la responsabilidad al vecino, forzando situaciones indignantes. Es maltrato institucional, reconociendo la enfermedad con fecha de caducidad: “reconozco tu incapacidad laboral hasta el día que toque decidir si es definitivo. Ese día te doy el alta”.
Los pacientes son un número, lejos de buscar soluciones viables, se fuerza a ir a trabajar a quien no está capacitado. La vía judicial es otro pozo sin fondo teñido de lo mismo: interés económico y olvido de los derechos de las personas.
Mi madre lleva así 5 años, aprendiendo a vivir con una enfermedad crónica invalidante y con la angustia de saber que hay fecha límite para la administración:
-¿Eso es que por fin estoy sana, ya me he curado?.
-No mamá, eso es que las decisiones se inspiran por intereses económicos y miopes que a la larga hacen más daño y salen más caras a la sociedad.